Entrevista Padre Antonio Pérez García

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ENTREVISTA CON EL PADRE ANTONIO PÉREZ GARCÍA (OH) El padre Antonio Pérez García nació el 17 de junio de 1941 en Pardinas, Provincia de Segovia, España. A los 23 años ingresó en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, donde además de consagrar su vida como Hermano, estudió enfermería universitaria en la Escuela de Enfermería del Hospital San Rafael, en Madrid. Ya en la Argentina, realizó sus estudios de teología en el Seminario Diocesano de Morón para ordenarse sacerdote. Actualmente, está a cargo del servicio de Pastoral de la Salud del Hospital San Juan de Dios, en Ramos Mejía, Argentina.

¿POR QUÉ INGRESÓ A LA ORDEN HOSPITALARIA? Quizá sea esta la pregunta más difícil de responder. No es fácil decir el porqué; creo que debe haber algo de “misterio” en el medio. Desde niño, sentí un deseo de entrega al Señor, con las luchas y dificultades propias de la edad, pero siempre permanecía en mí el sentimiento de ser fiel a Dios, sin llegar a descubrir por dónde me quería llevar Él. De jovencito me hubiera gustado ingresar al seminario; nunca hice la propuesta a mis padres, por ser el mayor de los hermanos de una familia numerosa y sentir el deber de apoyar a mis padres y a mis hermanos. El otro motivo es que sentía miedo (infundado) de tener que estudiar latín, ya que nunca me había puesto a estudiarlo y decían era muy difícil. Con el paso de los años, uno va descubriendo como los tiempos nuestros no son los tiempos de Dios.

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¿QUÉ FUE ENTONCES LO QUE LO MOVILIZÓ? Seguir más plenamente a Jesús. Entre los 15 y los 22 años – edad en la que conocí la Orden Hospitalaria- muchas veces pensé en formar un lindo hogar cristiano o ser sacerdote. Pero se daba ya una realidad, a los 20 ó 22 años ya me sentía mayor para iniciar los estudios sacerdotales. Recibí varias invitaciones para ingresar en algunas congregacio-

nes, pero la verdad es que no me veía con cualidades para llevar adelante la misión de esos institutos religiosos. Sí, en cambio, estaba muy firme el seguimiento a Jesús. A los 21 años empecé a sentir algo muy especial por una joven, por lo que las cosas parecían que se iban clarificando hacía el matrimonio; siempre lo vi como algo muy bueno y querido por Dios. En febrero de 1963, visitó nuestro pueblo el Hno. Lucio Martín de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Él, mediante unas vías positivas nos dio a conocer a los jóvenes la vida y la misión de la Orden. Nos entregó folletos que hablaban de Juan de Dios y de la vida de los Hermanos. A mis manos llegó un pequeño libro con el título “Historia de Juan de Dios y de la Misión”; desde mis adentros percibí que tenía cierto valor material y quise entregárselo al Hno. Lucio. Él me dijo, puede usted quedarse con él. Lo primero que me impactó fue la portada, un hermano de San Juan de Dios afeitando a un enfermo. Comencé a leerlo y la verdad cada vez me iba entusiasmando más, tanto que pensé para mis adentros, creo que esta es la misión para la cual me llama el Señor. Así como tenía miedo a los estudios de latín, no me veía con cualidades para las congregaciones que me habían invitado y otras que yo conocía. Sin embargo, durante la lectura del libro me sentí identificado con la


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misión juandediana y una entrega total a Cristo mediante el servicio a los enfermos y los necesitados. Oré y medité mucho, ya que me faltaban fuerzas para tomar una decisión tan importante en mi vida. Mis padres creyentes y practicantes y con mis hermanos queriéndonos mucho, romper con ellos y también con aquella joven que iba ocupando un lugar en mi interior con el objetivo de formar un lindo hogar; no era un decisión sencilla de tomar. Pero me dije a mí mismo, ¡ahora o nunca!. Hablé con el sacerdote del pueblo, muy bueno, él trató de orientarme con un sentido eclesial que yo en ese momento no entendía; me invitó a pensar en otras congregaciones (clericales). Yo, sin muchos conocimientos, le dije que no; el motivo era el de siempre, no me sentía identificado con la misión de dichos institutos. Empecé a escribir al Hno. Mario Cadiñanos, que estaba encargado de los postulantes en Palencia y acordamos que mi ingreso a la Orden se realizaría el 19 de enero 1965.

¿CÓMO LAS SUPERÓ?

Me quedaba lo más difícil y costoso, comunicárselo a mis padres. El Señor me dio fuerzas. Mi padre, sintiéndolo mucho, me dijo ¡qué bueno!, pero me cuestionó el motivo por el cual no ingresaba al seminario. En aquellos tiempos, existía el concepto de que el hijo o la hija que ingresaba a una orden religiosa no volvería más a la familia. Ellos, desde el primer momento, en medio del dolor, respetaron mi voluntad. Aquel 19 de enero, antes de dejar mi hogar casa para ingresar a la Orden Hospitalaria en Palencia, mis padres me llamaron aparte para darme su bendición, algo que me impactó mucho. Con esa bendición, con la compañía de ellos y de una tía, hice mi ingreso en la Orden.

¿CUÁL ES SU FUNCIÓN ACTUAL EN LA CASA HOSPITAL SAN JUAN DE DIOS DE RAMOS MEJÍA?

Desde niño, sentí un deseo de entrega al Señor, con las luchas y dificultades propias de la edad, pero siempre permanecía en mí el sentimiento de ser fiel a Dios, sin llegar a descubrir por dónde me quería llevar Él.

Mediante el encuentro con Cristo Buen Samaritano, la protección de María y mirando a San Juan de Dios y a tantos hombres y mujeres santos que nos han precedido en la historia de la Salvación, dándonos ejemplo de vida de oración y apostólica; desde nuestro estilo de vida de comunidad, con los hermanos y formadores que el Señor puso en mi camino, el acompañamiento espiritual y con una entrega decidida en la misión juandediana, aprendiendo de los enfermos y destinatarios de nuestra misión, muchas virtudes que fui descubriendo en sus vidas.

La Pastoral de la Salud en un centro u hospital cristiano y confesionalmente católico, de manera especial es estar a favor de la vida en plenitud.

Soy el encargado del servicio de Pastoral de la Salud.

¿QUÉ SIGNIFICA LA PASTORAL DE LA SALUD? La Pastoral de la Salud en un centro u hospital cristiano y confesionalmente católico, de manera especial es estar a favor de la vida en plenitud. Con otras palabras, decimos hoy: abiertos a cuantas personas entran en contacto con nosotros (enfermos, ancianos, familiares, colaboradores, voluntarios, bienhechores); con una sola finalidad: ayudarles desde la fe, la esperanza y la caridad a vivir una vida en Cristo; brindando una atención integral holística.

¿CÓMO LOGRAR ESTE OBJETIVO? ¿EN QUÉ AÑO Y A QUÉ EDAD VINO A LA ARGENTINA?

Cuando todos los que trabajamos en el Hospital, cada uno desde su misión concreta, nos sentimos agentes de humanización y evangelización en el quehacer de cada día.

Llegué a la Argentina en 1974, a los 33 años.

¿POR QUÉ VINO? Me sentía hermano de San Juan de Dios y como tal debía estar dispuesto a vivir mi vocación de servicio a los enfermos y necesitados donde la Orden me precisara. Dicha actitud se la debo al Señor que fue guiando mis pasos y a los Hermanos que me acompañaron en el período de formación, ayudándome a crecer en lo que es el carisma y la misión juandediana.

¿TUVO ALGUNA CRISIS VOCACIONAL? Crisis grandes, no. Situaciones que uno no llega a entender del todo, sí.

¿QUÉ NECESIDADES OBSERVA EN LOS PACIENTES? Estas son muy diferentes. Dependen mucho de la edad, la historia personal, el motivo por el cual se ha acercado al hospital o ha tenido que ser internado, su situación familiar, social, laboral, los principios y valores que tiene la persona en sí… Pero hay una necesidad que se percibe prácticamente en todos: ser reconocidos y valorados por lo que somos, esto es, personas e hijos de Dios. La persona, siempre tiene que estar por encima del diagnóstico. Muy importante es la escucha, aunque lo que manifieste aparentemente no sea nada significativo, pero él o ella lo están viviendo de una manera intensa; el acompañar o “saber perder el tiempo”

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con quien está pasando por momentos muy especiales; rezar junto a ellos cuando manifiestan su fe o su deseo de que oren por él o por ella.

¿TODOS LOS PACIENTES ACEPTAN SU VISITA? Quizá no debiera responder esta pregunta ya que nadie es buen juez de sí mismo; sin embargo, la experiencia me va diciendo que sí. Uno percibe en muchos casos cómo esperan el saludo del agente del servicio religioso y cuando a uno prácticamente le parece no haber llegado a tener un encuentro profundo con la persona enferma, sin uno tal vez pretenderlo ha dejado huella. Me pasó ayer (11 de junio de 2011), venía visitando a un señor que no estaba bien y para pasar a la habitación era necesario camisolín y barbijo y desde la puerta lo visitaba y me preocupaba como iba su salud. Llegué a su habitación un día, en el momento que ya tenía el alta y me acerqué y hablé con el. Mejor dicho, lo escuché. Y este hombre manifestó su gratitud por todo el acompañamiento espiritual que le había dado durante los días que había estado internado. Antes he dicho que todos los que trabajamos en un hospital confesionalmente cristiano - católico somos agentes de pastoral, aunque no todos prestemos los mismos servicios.

¿CÓMO ES LA EXPERIENCIA DE VIVIR EN COMUNIDAD CON OTROS HERMANOS? Cada persona recibe una vocación y está llamada a un estilo de vida diferente; para mí, el vivir en comunidad me ha ayudado como persona a seguir creciendo en los valores que mis mayores hicieron arraigar en mi interior; descubrir más el carisma y el sentido de mi vocación de hermano de San Juan de Dios, el caer más en la cuenta que tenemos muchas cosas en común muy importantes y también las diferencias que siempre existen entre los humanos, pero cuando estamos abiertos al espíritu de Dios y en el caso de una comunidad religiosa al espíritu de su fundador, lo que en principio parece negativo, pasará a ser positivo para cada uno y para la misión.

¿CÓMO VE A NUESTRA PROVINCIA?

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Es una Provincia joven que, gracias a Dios, ha crecido en hermanos latinoamericanos. Necesitamos seguir creciendo y crecer cada día más, en todos los sentidos; ya que como Hermanos de San Juan de Dios estamos llamados a hacer que el Santo de Granda siga cada día más vivo en nuestra sociedad globalizada. La misión que tenemos confiada como Iglesia en los tres países donde tenemos los centros -Argentina, Bolivia y Chile- es muy valorada en su entorno; la razón, por su historia misionera desde el siglo XVII en este Continente de la Esperanza, buscando siempre llegar

y estando al lado de las personas enfermas y necesitadas. La Provincia ha crecido gracias a las muchas personas hoy identificadas con el hacer juandediano: colaboradores, voluntarios, bienhechores. El sentir de muchos es que tenemos la necesidad de seguir creciendo en el conocimiento y la vivencia del carisma y dándole a conocer, con la riqueza y la vitalidad con la que lo vivió Juan de Dios en el siglo XVI; descubriendo los vacíos que se dan en el campo asistencial y llegando a ser presencias vivas en esas realidades de nuestros pueblos.

Uno percibe en muchos casos cómo esperan el saludo del agente del servicio religioso y cuando a uno prácticamente le parece no haber llegado a tener un encuentro profundo con la persona enferma, sin uno tal vez pretenderlo ha dejado huella.

¿CÓMO VE A LA ORDEN ACTUALMENTE? Desde el conocimiento que tengo, estoy convencido de que está comprometida con el hombre de hoy y sus necesidades en el campo asistencial, pensando siempre en seguir creciendo en humanización, ya que sin humanización no puede haber evangelización. Su Santidad Benedicto XVI nos dice: “Para ser cristianos tenemos que ser antes humanos”.

¿QUISIERA COMPARTIR ALGÚN MENSAJE CON LOS LECTORES DE HISTORIA Y VIDA? Quisiera terminar esta reflexión vocacional con palabras de Juan de Dios y del Beato Juan Pablo II. Dijo Juan de Dios: “Si mirásemos cuán grande es la misericordia de Dios, nunca dejaríamos de hacer el bien mientras pudiésemos, ya que dando nosotros por su amor a los pobres lo que Él nos da, nos promete la bienaventuranza eterna”. Dijo el Beato Juan Pablo II: “Un santo es, en su vida y en su muerte, traducción del Evangelio para su país y para su época. Cristo no vacila en invitar a sus discípulos al seguimiento, a la perfección. ¡No tengáis miedo ante esa palabra!, ¡no tengáis miedo ante la realidad de una vida santa! La humildad es el primer paso hacia la santidad”


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