La historia de cómo recuperé mi bici

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Leo Voland

La historia de c贸mo recuper茅 mi bici


La historia de c贸mo recuper茅 mi bici 100 copias 18/02/2013 Leo Voland http://lahistoriadecomorecuperemibici.tumblr.com/ leo.voland@gmail.com Editado por: Horriblemente humano http://horriblementehumano.tumblr.com/ horriblementehumano@gmail.com


Dedicado a: Alba, Rosa, Raul, Raquel, Emma, Mar, Ivรกn y Aitor. Muchas gracias por ayudarme a recuperar mi bici.


Crónica de una acción al margen de la ley

Me robaron la bici. Esta frase, desgraciadamente, es bastante común y ya no sorprende. El caso es que como a mucha gente, a mí me pasó hace un año. Una Gitane de carretera pasó a manos de un ladrón y éste, supongo, la vendió. La bici, como para mucha gente, es mi medio de transporte por lo que fue, hablando claro, una putada que me la robaran. En el trabajo soy el chico-que-viene-enbicicleta, aunque ahora viene más gente en bici, y pronto se enteró toda la empresa que me habían robado la bici. Uno, a raíz de escuchar el comentario, me escribió y me dijo que lo sentía y que si estaba interesado en comprar su bici de carretera que tenía en el trastero muerta de asco. Le dije que le hiciera fotos y que me las mandara. Y así es como llegó a mis manos la Olmo San Remo. Estas son las fotos que me pasó el de mi trabajo.

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A la bici le tuve que hacer unos arreglos. Le cambié ambas ruedas, la llanta de detrás estaba un poco ahuevada, como de haber sufrido un accidente. La pena es que las llantas eran Mavic y yo se las cambié por unas cualquiera, en principio iba a ser temporal pero acabaron siendo sus ruedas. También le cambié los pedales, tenía uno roto. Le puse unos pedales Notario de carretera antiguos. Otra cosa que hice fue quitarle las fundas de las manetas de los frenos. Debido al paso del tiempo, el plástico se había convertido en una especie de chicle pegajoso. Haciendo esa tarea rompí una pieza de la maneta del freno izquierdo, me insulté mucho, pero el freno funcionaba perfectamente así que me perdoné un poco. Luego la engrasé y la limpié. Más tarde me regalaron un precioso sillín de muelles, tipo Brooks pero de piel sintética y acolchado. Como el de la imagen pero con muelles. 7


Perfecto, todo como la seda. La verdad es que siempre me recriminaba no meterle más mano y restaurarla mejor. Siempre que la cogía lo primero que pensaba era en comprarle unas fundas a las manetas de los frenos. Era simplemente ir a una tienda de bicis, comprarlo y ponerlo, pero ya se sabe, pereza, falta de tiempo, excusas vamos. Al final ya la tenía más o menos decente, una Olmo San Remo del 89, del 50 aniversario de Olmo. Cuadro Oria Hi-Tension de talla 56 y group set Shimano Exage Sport. Como la Gitane me la robaron atada con una U y un cable de estos que unes a la U, desconfiado, me compré una cadena para moto Luma y un candado Abus. Quitaba la rueda delantera con el cierre rápido, la ponía junto a la trasera y así ataba el cuadro, las dos ruedas e incluso cogía el sillín. Bueno, pues hace dos semanas me la robaron. ¡Otra vez no! Rabia, odio, frustración, impotencia, ya os podéis imaginar. Siempre la subo a casa y duerme junto a la bici de mi compañero de piso, pero como es normal y al ser un medio de transporte, hay veces que no puedes guardarla en un lugar seguro y te ves forzado a dejarla en la calle. Hay gente que ni si quiera puede guardarla en casa. Tampoco creo que sea una locura dejar tu bici atada en la calle, no tendría que pasar nada. Pensé en poner una denuncia, pero por experiencias que había escuchado sabía que no iba a solucionar nada. De hecho la policía no registra el robo de bicicletas, no hay datos de robos de bicicletas, sólo quedan registradas como un pequeño hurto, al nivel de un abrigo, de una mochila o de un teléfono móvil, sólo pueden presentar aproximaciones. Eso es lo que tengo entendido, espero equivocarme. Lo más seguro es que me equivoque. El caso es que decidí no denunciarlo y abrir una investigación por mi cuenta. Siempre he sido bastante peliculero. De pequeño me gustaba mucho Basil el ratón superdetective. Me la robaron la noche de un jueves a un viernes. Cuando veo que me la han robado, lo primero que pienso es en recuperarla. ¿Cómo? ¿Qué habrá hecho el ladrón? Me planteo millones de opciones y el abanico de posibilidades es infinito. Una opción era que el ladrón la hubiera vendido por la calle esa misma mañana, por no sé, 8


¿20€? Pensé que como era viernes podían haberla vendido, recién sacada del horno, en Els Encants (mercado de segunda mano en Glòries que hay los lunes, miércoles, viernes y sábados) pero para cuando me di cuenta, ya estaba cerrado. Al día siguiente con mi compañero de piso fuimos a Els Encants para ver si la veíamos. Miramos dentro y fuera, pasando por los maleantes de la periferia y por los puestos de piezas sueltas de dentro. Miramos por todos lados y nada. Era probable que esperaran un tiempo hasta venderla, para que la tormenta se calmara y la víctima diera su bici por perdida. Luego estaba Cash Converters. ¿Cuántas tiendas hay en Barcelona? ¿Por cuál empezar? ¿Quién dice que no habría intentado venderla en una Cash Converters de fuera de Barcelona? La había robado en Barcelona, era bastante lógico ir por ejemplo a un Cash Converters de Sabadell y venderla allí. Después, sinceramente, Cash Converters es de las tiendas más sucias que existen y ¿no creéis que ellos, Cash Converters, no saben que la gran mayoría de los productos que venden son robados? Apuesto a que los productos que compran en una tienda, se venden en otra. Es de sentido común, sí, es verdad, aquí he derrapado. Igualmente se hablará de repartir el stock por las tiendas y así ofrecer la misma variedad de productos en todas ellas, pero mira, también así se matan dos pájaros de un tiro y siguen con su turbio negocio, también está lo de las cámaras de seguridad pero bueno. Por lo tanto, mi bici podría estar de camino a un Cash Converters de Girona o de Reus. Otra vía era Internet, ese terrible monstruo, ese pan de cada día. Todo el mundo sabe: eBay, Mil Anuncios, Loquo, Segunda Mano. Comencé, como un enfermo, a empollarme día tras día todos los anuncios que salían de bicis en esas cuatro páginas web. Incluso ya barajaba la posibilidad de comprarme una. Fue entonces cuando vi una serie de anuncios raros, un tanto extraños y muy sospechosos. Lo primero que me sorprendió fue este anuncio en Loquo: 200 € - vendo bici de carretera de alta gama OLMO en excelente estado con 1… (Baecelona y alrededores) ¿Qué? Resulta que a la semana aparece un anuncio en nuestra pequeña y gratuita agencia de alquiler de habitaciones Loquo, que dice que se vende una bici de carretera marca Olmo. Oler a chamusquina no, lo siguiente. El problema y en cierta manera lo raro era que ponía una foto de una bici que no era la mía. Era ésta, una bastante genérica. ¿Es una Olmo?

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No se aprecia nada en absoluto. Pero claro, es bastante estúpido subir fotos de una bici robada, ¿no? Por lo que entonces buscas por internet una bici que más o menos se le parezca y pones esa. No sabía bien bien qué hacer. Como he dicho antes, me empollé día tras día miles de anuncios de bicis. Adquirí bastante experiencia. Vi como la gente escribe los anuncios, cómo pone las fotos, los titulares que escribe, si detalla mucho la bici, si no, precio/calidad de la bici, una serie de cosas que como es normal, una persona lo hace de una manera y otra, de otra. Mirad esto de a continuación, estos anuncios:

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160 € - bici de carretera marca COLNAGO con 14 marchas, en muy buen estado de pintura y (BCN) 160 € - bici de carretera marca ZEUS de años 80 con 14 marchas, componentes de aluminio, (Baecelona y alrededores)

Y el que había comentado de la Olmo:

200 € - vendo bici de carretera de alta gama OLMO en excelente estado con 14 marchas, ru (Baecelona y alrededores)

Uy uy uy, como vuela el copia y pega aquí. ¿Colnago por 160€? Ponme tres. Después, ¿una Zeus, esa Zeus, por 160€? Joder, ¡ponme ocho! A parte, esa manera totalmente mecánica del contenido de los anuncios y en los tres tan igual. ¿Baecelona? ¿Lo veis no? Otra cosa, cuando subes una foto a Segunda Mano de algo que quieres vender, Segunda Mano le pone automáticamente una marca de agua que dice Anuntis. Entonces, ¿qué hace una imagen en Loquo con una marca de agua que ponen en Segunda Mano? Sí, ha sido descargada de Segunda Mano y subida como foto propia en Loquo. Como antes que entrabas en chats y hablabas con chicas y te pedían una foto y tú ibas al Google y le pasabas una de un chico que no eras tú y que por supuesto era más guapo, muchísimo más guapo que tú. ¿No lo hacíais? Joder, pues yo sí. Me gustan mucho las bicis y visito muchos blogs y páginas web de bicicletas clásicas y esa Zeus me sonaba terriblemente porque, sinceramente, ¿no os ha enamorado? Bicis así no se olvidan fácilmente. Como digo, me sonaba muchísimo, igual de haberla visto en algún blog. Como ya sabréis hay gente que se dedica a restaurar bicis y luego las venden. Gente que hace lo que más les gusta en la vida y se ganan el pan con ello. Se merecen todo el respeto del mundo y un fuertísimo aplauso. Esas personas usan esas plataformas (mil anuncios, loquo, etc.) para vender las bicis. Mirad.

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Me suena esa foto. ¿500€? Vaya eso ya me cuadra más. Espera, ¿qué fecha pone? 19 de Septiembre. Uy, espera, ¿qué pone ahí? Asturias. ¡Puxa Asturies dixebra! Y claro, tiene la marca de agua Anuntis porque es un anuncio de Segunda Mano. Pero bueno, no nos precipitemos y pensemos con calma. Puede ser que vayas a vender algo y prefieras poner, con toda la buena voluntad del mundo, una imagen encontrada por internet antes que la de tu móvil de X megapíxeles que se ve borrosa. Vale, ¿pero y si sumas lo de antes? Seguimos, esto no puede parar. Si veis los anuncios sospechosos de antes difieren en una cosa. Esa cosa es el número de teléfono. Vaya, pero eh, yo puedo tener perfectamente ocho teléfonos móviles con números diferentes. Uno para llamar a la churri, el otro para llamar a la mami, el otro para llamar al Jose de la plaza, el otro para llamar al telepizza los domingos por la noche y así sucesivamente. El siguiente paso que hago es poner esos teléfonos móvil en nuestro nuevo Dios, Google. Pongo los dos y de varias maneras. El del anuncio de la Olmo es 672 540 129. El número que aparece en la Colnago y en la Zeus es el mismo pero ortotipográficamente escritos diferente 698 44 76 67 y 698 447 667. ¡Ay pillín qué trucos! Todos aprendimos que el orden de los factores no altera el producto. Bueno, el resultado que Google ofreció fueron varias entradas de Loquo, normal, pero entonces le di a Imágenes y vi esto.

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Y con el otro número de teléfono.

Vaya, pones un número de teléfono en Google Imágenes y te aparece una retahíla de bicis de todos los tipos. Y todos te llevan a Loquo. Dadme el permiso de decir que para nada estoy en contra de esas plataformas (Loquo, Segunda Mano, eBay, Mil Anuncios). De hecho las he usado muchas veces y no he tenido ningún problema, todo lo contrario. Seguimos. Entre todo esto cometí un error. Ese fallo fue enviarle un correo electrónico desde mi cuenta personal al tipo de la bici, preguntando sobre la Olmo. Quería hacerle una pregunta tonta para conseguir que me enviara más fotos. Básicamente le pregunté que si se podía quitar la cinta del manillar y poner otra, que no me gustaba el color rosa y lo acompañé de un simpático jeje. El tío me contestó que claro que se podía cambiar. Aquí el mail.

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Objetivamente es bastante ridículo. Pues claro que se puede cambiar la cinta, zoquete. Cuando vi que respondía a los mails sin problemas decidí crear un personaje y cerrar el pico de mi cuenta personal. Me hice un gmail con el nombre inventado de Leo Voland. Ya no era yo, ahora era el increíble Leo Voland. En la red leo.voland@gmail. com nena. Desde esa cuenta me comuniqué con él y contestó también. Más tarde le llamé, “Hola, soy Leo, te llamaba por lo de la bici, te he enviado un correo”. Al principio hice la locura de poner acento francés o ruso. ¡Yo qué sé! Después no pude continuar con esa divertida farsa y hablé en perfecto castellano. Lo primero que noté es que él no era de aquí, tenía acento extranjero, quizás marroquí. En mi trabajo trato con un chico marroquí encantador y el acento del tío ese me recordó al de él, el de mi trabajo. Pero tampoco lo podía confirmar, claro. Un pequeño comentario, desde ya y hasta que acabe el relato y más allá, quiero dejar bien claro que no quiero vincular de ninguna manera el robo con la inmigración, de hecho rechazo con todas mis fuerzas ese asqueroso tópico aunque no niego que en ocasiones se dé. Queda zanjado y no abro temas superfluos. Continúo. Intenté quedar con él esa misma tarde pero me dijo que no podía ir hasta Barcelona, que él vivía en Lloret de Mar. “Mierda” pensé, “si tengo que ir yo a por ella no sé cómo lo haré”. Me dijo de quedar en un punto intermedio pero que tendría que ser a partir de las 18:30, que ahora estaba trabajando. Lo vi tan complicado que me quejé. Como vio que estaba perdiendo un cliente me soltó que el sábado sí que venía a Barcelona y que nos podíamos encontrar. Le dije que vale y le pregunté sobre qué hora. Me dijo que a partir de las 18:30, que es cuando sale de trabajar. Vaya, un tipo trabajador que trabaja el sábado también hasta las 18:30, pero bueno, puede ser, existe gente así de trabajadora. El caso es que le dije de quedar sobre las 19:00 en Navas, que vivía allí. Obviamente no vivo en Navas. El tío me dijo que sí y que ya me llamaba. Colgamos y un poco decepcionado volví a casa. Llegó el día siguiente y esperé con ansia la hora. Tenía un plan, bueno o malo pero tenía un plan. La cosa era quedar con él, ver la bici y si en efecto era mi bici, pedir si la podía probar y entonces salir corriendo con ella como nunca he corrido en la vida. En el caso de que no fuera mi bici y fuera la de la foto, diría que no me interesa y volvería a casa a empollar más anuncios de bicicletas. Mi plan fallaba por muchos sitios y otra vez se presentaban infinitas posibilidades. Desde que el tío saliera corriendo y me pillara (cagada), hasta que yo mismo, de los nervios, cayera de la bici (patético). Pasé todo el sábado por la mañana así, pensando y barajando las cartas del azar. Mientras pensaba estaba en el ordenador, navegando 14


en internet, matando el tiempo. De golpe grité “HIJO DE LA GRAN PUTA”. Grité tanto que mi compañero de piso vino a mi habitación corriendo y me preguntó que qué pasaba. Lo que pasaba es lo siguiente:

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Guapísimo. Me envió las fotos de mi bici por correo electrónico. Y por supuesto, lo subió a Loquo.

Si estás atento habrás podido ver que al tío le encanta lo de ahorrar tiempo y se marca otro copia y pega estupendo. El texto del correo es el mismo que el del anuncio de Loquo. Yo ya no cabía en mi, pero había un problema muy serio en todo aquello. El mail que habéis visto con el “te paso las fotos!!” lo envió a mi correo personal y no al de Leo Voland. El tío se había hecho la picha un lío y me lo había enviado a mí. Pero, ¿se había liado o lo estaba haciendo aposta? Nunca hay que subestimar al enemigo. ¿Me había pillado? ¿Ha entendido que Leo y yo somos la misma persona? Joder, vaya peliculón. De golpe, me di cuenta de una cosa. Cuando vi la previsualización de los archivos adjuntos en el mail, las fotos de mi bici, la identifiqué al momento y ya entré en ese bucle de repetir una y otra vez “hijo de puta”. Luego se sumó lo de que me las había enviado a mi correo personal. Todo eso hizo que no abriera las fotografías en grande. Cuando conseguí calmarme las abrí y me di cuenta de varias cosas. A parte de ultra confirmar que era mi bici, observé diferencias. Había cambiado los pedales, ahora eran unos de estos que van anclados a las zapatillas, rojos y gastados. El sillín, mi precioso sillín de muelles había sido substituido por uno cutrísimo. También vi que había cambiado las cubiertas. Pero sobre todo no podía quitarme de la cabeza lo del sillín. ¡Había cambiado mi sillín! ¡Mi sillín no! Si antes no cabía en mí, en aquel momento no cabía en la habitación. Hablé con mi compañero de piso pero él se tenía que ir a ensayar. Eran alrededor de las 16:30 y había quedado con el ladrón a las 19:00, quedaba poco tiempo. Al final me superó un poco la situación y decidí hacerlo legal, ahora que tenía pruebas contundentes llamé a la policía. Claro, ¿cómo explicas todo esto? De entrada le 16


solté un “Hola, ehmmm… mira… es que…” y acabé contándole toda la epopeya. Creo que dentro de la sobrexcitación supe explicarme bien, incluso llegué a hacer alguna broma “sí, y ahora a las 19:00 he quedado con él. Cuando le vea le voy a partir la boca y le voy a matar. No, es broma jejeje”. A veces puedo llegar a ser muy gracioso cuando uno no tiene que serlo. Estuve hablando con el policía más de 20 minutos, la verdad es que era muy amable, pero no me solucionó nada. Todo implicaba tanta logística y tanto papeleo que resultaba imposible ver la luz al final del túnel. En principio él tenía razón. Le expliqué mi precario plan, sí, al cuerpo de policía. Le dije que pensaba quedar con el supuesto ladrón y salir corriendo con la bici. Yo lo que le pedía era que enviaran a unos secretas para tener apoyo por si la cosa se ponía turbia. Ya he dicho que soy bastante peliculero. Vamos, que al final con la policía nada. Me cachis... Entonces volví de nuevo a la romántica idea de recuperar mi bici al margen de la ley. Pronto elaboré otro plan. Lo que fallaba en el anterior era que no tenía las espaldas cubiertas y pensé en cómo cubrírmelas, claro. Llamé a mi amigo y le expliqué todo a la velocidad de un rayo, es un tío listo así que lo pilló rápido, no tuve que hablar con él más de 20 minutos. El nuevo plan era que él me acompañaría con su cámara de fotos (que también graba vídeo) y estaría a una cierta distancia haciendo fotos de cómo yo quedaba con el supuesto ladrón. En parte porque también quería que el tío quedara registrado. Si yo huía con la bici, pues eso no había cambiado, y tenía algún problema, mi amigo podía venir a ayudarme o llamar a la policía. Pues bien, le dije a mi compinche que había quedado a las 19:00 en Navas. Él y yo quedamos a las 18:30 en Clot para ir andando con tranquilidad a Navas. Como he dicho antes, a veces puedo llegar a ser muy gracioso cuando uno no lo tiene que ser. Pensé que podría ser divertido ir a la cita con el de la bici completamente camuflado. También por si un día iba por la calle y me reconocía, no me partiera la boca. Mi intención era crear un Leo Voland real, con cara y ojos. Primero, mi chaqueta es reversible así que iría con la parte que nunca llevo puesta. Segundo, yo llevo gafas, Leo Voland no llevaría. Esto era un problema porque yo iba a hacer de Leo Voland y claro, yo sí que necesito gafas, pero le daba un punto de emoción extra. Y tercero, el punto más importante, me pondría peluca y una boina. Joder, era perfecto. Me lo probé todo y me hice estas fotos.

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Madre mía, era perfecto. Comencé a pensar en una cosa. Si me dejaba probar la bici era bastante probable que me pidiera que le dejara la cartera, o el móvil, o cualquier cosa de valor, simplemente para tener la seguridad de que no me iba a ir con ella. Gracioso, ¿no? Vamos, que necesitaba algo que tuviera valor para él pero que yo sabía que iba a perder. Entonces tuve la genial idea de escribir una nota, guardarla en un sobre y fingir que el contenido de ese sobre eran los 200€ que pedía. La situación la veía como un “sí sí, toma, coge el dinero para que no pienses que me voy a ir con ella, jeje”. Al entregarle el sobre él ya entendería que ahí está el dinero. No es ninguna locura llevar 200€ en un sobre cuando vas a comprarte algo, ¿no? Quiero decir, que esa opción estaba bastante bien. Además, si el ladrón intuye que ahí hay dinero, encantado. El desenlace de mi idea consistía en que, al huir con mi bici y ver que se la había jugado bien jugada, suponía que sólo por curiosidad, el ladrón abriría el sobre. Entonces allí, en vez de billetes, encontraría la nota que le escribí, es la siguiente: 18


Lo de “fuego camina conmigo” es un pequeño lujo que me quise marcar. Un toque de elegancia. Me gustó la idea de hacerle referencias culturales a un ladrón de bicicletas, al tío que me había robado la bici, y quizás despertar su curiosidad. En la vida siempre tienes que aprovechar cualquier momento para despertarle la curiosidad a alguien. Como veis, el doble subrayado que le hago a Leo Voland me sale bastante como el orto, pero joder, disculpad, estaba muy nervioso. La caligrafía también deja un poco que desear y cometí una falta de ortografía, policía. Vale, pues ya estaba listo. Salí de casa y cogí el metro para ir al Clot, mi amigo me esperaba. Cuando salí de la estación él ya estaba allí. Nada más verme me reconoció y comenzó a reírse, me dijo “¡Pero dónde vas así tontaína! Anda, quítate eso”. Yo le intenté convencer de que era perfecto y le expliqué las razones, que era para que no me reconociera y todo eso. Finalmente me dijo “Pero tío, que es puto plástico, que brilla con la luz de las farolas” y consiguió convencerme. Me la quité pero igualmente me pareció un buen plan lo de que se viera que era una peluca. Quiero decir, si tú eres un ladrón de bicis y vas a vender una que has robado y te aparece un tío con una peluca, en seguida comienzas a preguntarte “¿Pero qué coño hace este tío con peluca?” entonces en su cabeza sólo existe la idea de la peluca y lo de que está vendiendo una bici robada pasa a un segundo plano y entonces pam, se despista y me largo con la bici. Pero bueno, con la peluca en el bolsillo fuimos camino a Navas. 19


Exactamente había quedado con el ladrón en la salida del metro, justo en la plaza esa que hay con una iglesia muy loca que parece una pirámide. Cuando llegamos allí estudiamos el terreno y pensamos donde iban a ser nuestras posiciones, pero surgió un pequeño imprevisto. En la iglesia había una misa multitudinaria. Lo juro. No entendíamos nada. La gente no cabía dentro y parecía ser un evento muy esperado pues nos encontramos con que habían desplegado un sistema de cámaras de circuito cerrado. Me explico: habían montado una carpa enorme fuera de la iglesia con una pantalla gigante donde estaban proyectando lo que estaba ocurriendo en ese mismo instante dentro de la iglesia. Con altavoces y todo, no escatimaron en nada. Todo ese tinglado católico-festivo era un contratiempo porque igual disuadía al tipo de quedar allí habiendo tanta gente. El caso es que ya eran cerca de las 19:30 y no se presentaba. Le llamé al teléfono, me lo cogió y le dije “Hola, soy Leo, que habíamos quedado para lo de la bici” a lo que él respondió que no habíamos quedado en nada. Le dije que ayer le llamé y que habíamos quedado hoy a las 19:00 en Navas, en la plaza de la iglesia. El tío me dijo que estaba esperando a que le confirmara algo por correo electrónico porque, atención, me había enviado fotos de la bici. Aquí entré en estado de shock. Pero si me las había enviado a mi correo personal, no al de Leo, ¿qué quería decir aquello? Improvisé y le dije “no, a mí no me has enviado fotos, yo soy Leo”. Parece ser que el tipo estaba delante del ordenador y me verificó que “sí sí, Leo, te he enviado las fotos”. Me hice el tonto y dije que igual no me había llegado el mail. Vaya cagada. Sentí que se me escapaba mi Olmo y que antes estaba muy cerca y ahora era tan solo una espejismo. Intenté controlar la situación y le dije de quedar al día siguiente, me dijo que vale, que mañana domingo sin problemas. Colgamos y fui corriendo hacia mi amigo, porque de los nervios había llegado casi hasta Plaça Catalunya. Le dije al compinche que mierda, que tendrá que ser mañana. Fuimos a mi casa y en efecto, a la vez que me había enviado el mail con las fotos de mi bici a mi correo personal, también las había enviado al de Leo. Bebimos un poco de vino, escuchamos unos temas y fuimos a su casa, donde se encontraba el Equipo Rancho, la familia. Una vez allí les explicamos lo que había pasado. Entonces surgió la maravillosa idea de ir todos al día siguiente a por la bici. Me fascinó la idea y la llevé un poco más lejos. Tuve otro plan. El plan consistía en escribir la situación en Facebook y que se apuntara mucha gente. Lo que puse fue lo siguiente.

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Empecé a soñar con un nuevo mayo del 68 para recuperar mi bici. Que surgiera improvisadamente una cadena gigantesca de mensajes virtuales con el motivo Recuperemos una bici robada, mañana a las 14:30 en Navas (L1), en la plaza de la iglesia. Gracias a las redes sociales llegaría a mucha gente y se compartirían estados de Facebook, trend topic en twitter, olas de sms que acaban con un pásalo y todo eso, lo veía perfectamente. Un 15M de indignados por el robo de bicicletas. El pueblo, unido, jamás será vencido. Puse que éramos doce personas, mentira, confirmados éramos seis. Tenía que venderlo como algo muy serio, que había gente implicada. Al poco rato aquel estado de Facebook se revolucionó y comenzaron a llover comentarios y likes como si lo fueran a prohibir. Llegó a tener 37 likes. Perfecto, la gente estaba entregada. El plan de que fuera algo masivo parecía real. Más de treinta personas para recuperar una bici e intimidar a un ladrón. Después fuimos al Paral·lel a tomar algo. Allí, gracias a los smartphones, había gente que ya se había enterado e intenté reclutar a algunos más. El ensalzamiento de la amistad y la empatía debido al exceso de alcohol se notó rápido y confirmé la asistencia de muchos más. Todo sobre ruedas. 21


Al día siguiente volvimos a repasar el plan. Todo el mundo quedaba a las 14:30 en Navas (L1), en la plaza de la iglesia. Se quedarían por allí como un grupo de colegas que se ven la tarde de un domingo. A las 15:00, cuando llegara el tipo con mi bici, yo, mejor dicho, Leo Voland, iría con mi compañero de piso a verla. Cuando ya estuviera identificada se le diría al ladrón que esa era mi bici y que me la había robado, de pronto haría una señal con la mano y el resto de personas vendrían hacia nosotros. Le diría al ladrón que le estaban sacando fotos y grabando en vídeo y que también se estaba llamando a la policía. Joder, me imaginé haciendo un gran silbido, silbo muy bien, y entonces hordas de gente saldrían de todos lados. Saldrían de todas las esquinas, de detrás de los arbustos, caerían de los árboles. Todos gritando, de forma pacífica, que basta ya de robos de bicicletas. Estuve apunto de llorar de la emoción. Me motivó mucho todo eso. Bueno, parecía que todo estaba listo, los motores estaban apunto, la maquinaria se puso en marcha. Fui a mi piso a encontrarme con mi compañero. Desde allí nosotros saldríamos como comando X, el comando Y iría por otro lado. Por el camino le conté a mi compañero de piso que yo me haría pasar por Leo Voland, que es quien había mantenido contacto con el ladrón. Él se animó y me dijo que él se haría llamar Xavi. Perfecto, esa era la actitud. Llegamos al punto neurálgico de la operación. Esta vez no hay ninguna misa multitudinaria, di mil gracias a Dios. Mi compañero de piso y yo, mejor dicho, Xavi y yo, Leo, nos sentamos en un banco. Al cabo de un par de minutos llegaron los demás. Éramos un total de nueve, ni los 37 likes de Facebook ni los miles que yo me imaginaba. Éramos los del Rancho, la familia. Cada uno tomó posición y vi como mi amigo comenzó a hacer fotos. Llegan las 15:00, no parábamos de mirar a un lado y a otro. Todo el mundo podía ser aquél tipo, todo el mundo que pasaba excepto las nueve personas del equipo, eran el enemigo a batir. Juro que si hubiera tenido un arma, hubiera perdido los papeles y hubiera empezado a disparar como un loco. La tensión era máxima, la hora del té se había transformado en la hora del terror, la hora del infierno. Vaya drama. De pronto apareció un coche y aparcó delante del parque. Bajó un hombre no muy alto y ancho de espaldas. Fue al maletero, yo muy bajito le dije a Xavi, “me cago en la puta, mira, mi bici”. El tipo estaba sacando una bici del maletero, con la rueda desmontada. Una vez sacó todo, la montó y fue hacía el parque. Intenté comunicarme con el otro comando, pero no había manera. Le dije a Xavi que le iba a mandar un sms a nuestro amigo, el que estaba haciendo fotos. Él me dijo que ya le enviaba él un whatsapp. Joder, viva la puta mierda del 2.0 de los huevos, perdón, pero es que estaba de los nervios. Ellos también se dieron cuenta y nos miramos, de punta a punta del parque, confirmando todo lo que estaba pasando. Cogí mi móvil y lo puse en modo vibración. Pasaba de que el tío me llamara y sonara la melodía por 22


todo el parque. Entonces el tipo se puso a comprobar mil cosas de la bici, comenzó a hacerle una especie de ITV loquísima y eterna. Le dio la vuelta, giró los pedales, cambio de marchas. Dios santo, ¿cuando iba a parar ese check this out? Cuando el ladrón consideró que ya estaba apunto, me llamó. Aquí está la foto de cuándo cogió el móvil y se dispuso a llamarme.

Yo, Leo Voland, contesté al teléfono. “Hola, soy David, ya estoy aquí con la bici” me dijo. ¿David? Madre mía, ¿quería decir eso que yo era Goliat? ¿Qué clase de magia negra estaba intentando hacer? ¿Qué tipo de metáfora oscura y retorcida era esa? ¿Qué mierda de referencia mitológica era aquella y por qué? Estaba claro, lo sabía todo y era muy inteligente. Me estaba intentando decir, advertir de alguna manera, que aunque yo fuera más grande, como Goliat, porque éramos nueve personas, él iba a ganar la partida. Él, el pequeño David, iba a destrozar una vez más a Goliat. Como no había tiempo no le pude explicar esa teoría a Xavi, así que fuimos donde estaba el tío con la bici. Cuando llegamos, Xavi y yo, Leo, nos presentamos y le saludamos. Lo peor que podía pasar pasó. Inconscientemente nos presentamos con nuestros nombres de pila. Los dos, primero yo y luego él, un efecto dominó del error. Lo de Xavi y Leo se fue a tomar por culo. Vaya señora cagada. Pero supimos remontar e hicimos como si nada. 23


Aquí la foto de Xavi, mi compañero de piso, y yo, saludándole en plena cagada.

Yo me guardé las gafas por si al tío le daba por reventarme la cara, no quería que me las rompiera, son muy bonitas. Ya tenía experiencia en eso de que alguien me partiera la boca por proteger algo. Bueno, pues entonces comenzamos con la farsa de comprobar si la bici estaba bien. Aquí foto.

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La probamos, tanto yo como mi compañero. Cuando él la estaba probando yo comencé a hacerle preguntas. Le pregunté que por qué la vendía, contestó que porque ya no la usaba, que la tenía olvidada. Le pregunté de qué año era la bici y me dijo que era muy antigua, que la tenía desde hacía mucho tiempo, que era una clásica. Estuvimos hablando durante un rato, le pregunté más cosas de la bici. Llegó un punto en que la comedia se estaba alargando demasiado. Gracias a Xavi, pude reaccionar. De pronto le preguntó al tío, “¿la vendes por 200€? Me parece un poco cara por las circunstancias de la bici”. Esa última frase fue el pistoletazo de salida, ese me parece un poco cara por las circunstancias de la bici tenía un mensaje oculto, tenía un peso terrible y yo, decidí levantarlo. Con la voz un poco temblorosa y con un charco de pis en mis pantalones, comencé a decirle, “¿Sabes qué pasa? Que ésta de aquí es mi bici, tú me la has robado”, al hombre se le cayó el mundo encima. “¿Qué? ¿Qué dices?” comenzó a decir, como si no entendiera nada. “Sí, ésta es mi bici y tú o alguien de tu entorno me la robó hace dos semanas” continué yo. Mirándole a los ojos le dije “escucha, no voy a mirar a la bici ni un segundo y te voy a decir que es una Olmo San Remo de 1989, del 50 aniversario de Olmo, en la diagonal del cuadro tiene una pegatina medio gastada donde sale un 50 y debajo Aniversario escrito. También te diré que es un cuadro Oria HiTension de talla 56 y no 58 como dices tú. Seguiré diciendo que todos los componentes son Shimano Exage Sport y si quieres más te diré que normalmente las manetas de los frenos de estas bicis tienen unas fundas pero yo se las quité porque estaban mal. De hecho, para más información te explico, sin mirar la bici eh, que la maneta del freno de la izquierda tiene una parte rota porque quitando las fundas la rompí”. Cogí aire y se lo demostré. Comprendió que no tenía nada que hacer. “Bueno, amigo, sí, es tu bici pero yo no la he robado”. Entonces fue cuando llamé al comando Y. Le dije “mira, ¿ves a esos de allí?” ahí fue cuando hice la señal para que vinieran, “son mis amigos y están llamando a la policía, también te están haciendo fotos y grabando en vídeo”. Cuando llegaron las siete personas restantes de la operación el ladrón ya se vio acorralado. Creo que no perdió los papeles porque sabía que se podría meter en un lío muy gordo. El tipo cambió de estrategia y dijo que esa bici se la compró su mujer hace poco, curiosamente dijo “esta bici la compró mi mujer hace poco en un Cash Converters”. Era un argumento para librarse de muchas cosas, ya sabía el truco del Cash Converters que analicé antes. Apuesto a que ya había vendido alguna bici en el Cash Converters y sabía que era una buena coartada. El caso es que era contradictorio porque la historia que me había contado de que la tenía desde hace mucho tiempo y que la vendía porque no la usaba quedaba destrozada con esa invención de la mujer. Con la protección de mis amigos comencé a vengarme y a explicarle toda mi investigación, para que se enterara de que había averiguado todo ese chollo que tenía montado de robo de bicicletas. En esta foto la cosa ya está muy tensa. 25


Comencé a explicarle, “es más, te explicaré varias cosas. También vendiste o has vendido una Gazelle de frenos de varilla, ¿no? Actualmente estás vendiendo una Colnago por 160€ y una Zeus roja por el mismo precio”. El tipo se quedó en blanco. Confesó “sí, estoy vendiendo una una Colnago pero no estoy vendiendo una Zeus”. Cagada por su parte porque ya he puesto antes que tanto el anuncio de la Colnago como el de la Zeus llevaban el mismo número de teléfono. El tío seguía en sus trece “no, vendo una Colnago roja, pero no vendo una Zeus”, “no, la Colnago que vendes es azul, la Zeus es roja, o al menos la foto que has puesto en el anuncio de Loquo, de hecho tienes el mismo número de teléfono en las dos.” le dije y le expliqué lo de las marcas de agua de Segunda Mano y cómo aparecen también en el anuncio de Loquo. “Es mentira” me recriminó. “¿Y lo de la Gazelle de varillas?” le pregunté y me contestó “Sí, la vendí”, “Joder, pues sí que tienes bicis” vacilé. El tío ya se sentía atacado y, hablando mal, cogido por los huevos. Comenzó a emplear otra estrategia y dijo “mira tío, yo no soy ningún ladrón, ¿me ves con pinta de ladrón?”, la verdad es que no tenía pinta de ladrón para nada, pero, ¿alguien es capaz de trazar, hoy en día, la perfecta y correcta imagen de un ladrón? Nos comienza a decir que él tiene su trabajo, que era informático. Me sentía envalentonado y con mucha fuerza, así que le dije, “entonces si eres informático, ¿por qué robas bicis? A ver, si eres informático sabes que en Google queda registrado todo. Te diré que he puesto tus dos números de teléfono en Google y me han salido un montón de bicis. ¿Cómo explicas eso?”. Más o menos la conversación iba así, un toma y recibe, un tremendo pulso, un tira y afloja. Hubo un momento que me enseñó su carnet de identidad, bueno, su permiso de residencia. No me quise acercar mucho y sólo pude comprobar que no se llamaba David, así que yo no iba a ser Goliat. 26


Todo se estaba poniendo muy tedioso, así que intenté poner fin a todo ese show, a la misión. “Mira, vamos a hacer una cosa, yo me quedo con la bici y tú te piras. Todos salimos ganando. Porque si no llamo a la policía”, él intentó evitar el tema de la policía. La verdad es que yo también lo quería pues una de las cosas que me dijo el policía cuando le llamé era que si venía la policía, ni el tío ese ni yo nos llevaríamos la bici, quedaría confiscada. Eso no me hacía ninguna gracia así que intenté acabar por las buenas y así se lo dije. “Oye, vamos a hacerlo por las buenas, de verdad, vete por donde has venido, con el coche, y yo me voy con mis amigos y con mi bici y ya está, ¿vale?”, se resistió un poco pero al final aceptó. El tipo quiso fumar la pipa de la paz, quizás para asegurarse de que no iba a contar nada de esto. Al despedirse me tendió la mano, para acabar de bueno rollo. “No, gracias, no te voy a dar la mano” le dije. Y el tío se fue. Fue un poco patético por su parte e incluso llegué a sentir un poco de pena por él. Todos sabíamos que tenía el coche enfrente, estaba al lado nuestro. Lo que hizo fue lo siguiente, irse, sabe Dios dónde, andando. Supongo que no quería que le identificáramos el coche. Ay, nunca hay que subestimar al enemigo. Como digo, se fue andando y eso que tenía un bonito Volkswagen Passat plateado de cinco puertas con matrícula B 4397 WD esperándole. Igual quería tomar un poco el aire e inventarse alguna historia para contarle a su mujer. Vaya marrón colega, te han pispado la bici que te compró tu mujer. Juro que no querría estar en su situación, todos conocemos a una mujer enfadada.

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Como digo, el hombre desaparece andando por Meridiana dirección Glòries y nosotros celebramos el éxito de la misión. Aquí la foto de la victoria, de la justicia.

Todo esto no quiero que quede como una simple anécdota, una batallita para contarle a los nietos. No quiero que acabe como él quiere que acabe, un “bueno, ya tiene su bici ahora estará calladito”. Voy a redactar un informe y lo voy a entregar a los Mossos d’Esquadra. 28


Igualmente me indigna soberanamente todo esto. En verdad, lo que he hecho no es tan difícil, es simplemente querer recuperar lo que es tuyo. He de decir que he tenido mucha suerte. Lo que no entiendo es como no hay un departamento policial que se ocupe de esto. Sólo tienes que pasearte un poco por la red, se ve muy claro. Como ciudadano exijo una seguridad civil. Igual se tendría que invertir menos dinero en lecheras y en antidisturbios y en helicópteros y más en seguridad para el ciudadano. Dejando a parte el relato, quiero denunciar eso, a pesar de que suene sensacionalista. Porque el problema no es el problema, el problema es que no se pone solución. Sé que son temas pantanosos y de otro nivel, aunque estén de la manita. Por eso cierro el tema ya, podría hablar largo y tendido, como mucha gente. La gente también habla mucho y no hace nada. La gente también se queja mucho, pero no se mueve de su sofá. La gente le da muy rápido a un like en Facebook, pero después sólo aparecen ocho y tú nueve. Que no pasa nada, me los quiero a todos, pero es una situación que se puede extrapolar a otros temas y conflictos. Pero como he dicho, ya paro.

Aquí, en grande, la foto del tipo en cuestión. Lo de David era una mentira, como ya he dicho, y su nombre no lo pude memorizar. Lo único que sé es que le gusta Jimi Hendrix y el Rock’n’roll. Igual si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias le hubiera invitado a una cerveza. Y sí, estuvo todo el rato con las gafas apoyadas en sus cejas. No sé, la gente está muy loca. Fuego camina conmigo. 29


Pospublicación de la crónica de una acción al margen de la ley en Tumblr Esto que acabáis de leer lo posteé en un Tumblr. A lo mejor incluso vosotros mismos ya lo leísteis en lahistoriadecomorecuperemibici.tumblr.com En el texto describí Internet como un terrible monstruo. Ahora lo definiría de otra manera. Internet es la gula y las ganas de comer saliendo juntas de fiesta. Internet es querer matar en una isla desierta, un vampiro mirándose al espejo, una cadena de montaje que produce 24 horas al día 365 días al año haciendo horas extras. Con la bici a modo de trofeo en casa, comencé a escribir la historia de cómo la recuperé. El mismo domingo por la tarde, aún con los nervios a flor de piel, inicié la aventura de relatar todo lo ocurrido. Mi intención era explicar los acontecimientos y pasárselo a mis amigos, a los que no pudieron vivirlo en persona. En el estado que puse en Facebook se solicitó un informe detallado de los hechos. También en la foto que se subió nada más recuperar la bici. Así que me puse manos a la obra, como si tuviera un compromiso con la red muy fuerte. La idea que tuve era postearlo en un blog y compartir el enlace, de esta manera podía ser leído por todos y no implicaba gastos ni en fotocopias ni en saliva. En seguida le pedí a mi amigo, al que estuvo haciendo las fotos, que me pasara algunas que resumieran la tarde. Al momento tuve en mi buzón de entrada de Facebook unas capturas de pantalla que no sólo me ayudaron a ilustrar la historia con fotografías, si no que también me ayudaron a ordenar cronológicamente mis recuerdos. 30


De pronto recordé que a la semana siguiente había un acontecimiento políticosocial muy importante. Ese acontecimiento era ni más ni menos que la Huelga General del 14N, con la cual yo me sentía muy comprometido. Entonces decidí que fuera como fuese tenía que publicar aquel relato antes de ese día. Como muy tarde el documento tenía que estar a primera hora de la mañana del martes en la mesa del despacho de las redes sociales. Tenía un día y medio para escribirlo, además tenía que ir a trabajar, comer y dormir. Lo de comer y dormir no me preocupaba pero lo de ir a trabajar era una losa que pesaba demasiado. Pensé en pedirme el día de fiesta pero era demasiado precipitado. Llamar el lunes por la mañana diciendo que me tomaba el día libre no me convencía en absoluto, por lo que opté por volver a la época de estudiante y hacerlo todo rápido y a contrarreloj. Me preparé una taza de café y comencé a escribir como si me fuese la vida en ello. No sé si por el café o por la inercia pero hasta las 4 de la mañana no conseguí conciliar el sueño. Mi cabeza no paraba de escribir, no podía dejar de pensar ni un solo segundo en cómo explicarlo, en no dejarme ningún detalle. No tenía que precipitarme y la calma era algo que tenía que mantener en todo el discurso. Finalmente conseguí dormirme. Al día siguiente me levanté para ir a trabajar como un día normal. Para el resto de los mortales era otro terrible lunes, para mi significaba volver a ir al trabajo en mi Olmo, así que estaba más feliz que unas pascuas. El viernes anterior ya les expliqué a mis compañeros de trabajo todo eso de que había encontrado mi bici por Internet. También les expliqué el plan y se rieron y me dijeron “bueno bueno, ya veremos el lunes”. Comenzaron a especular que vendría con la cara partida, con la nariz aún sangrando, que igual llamaban del hospital avisando que estaba en coma y cosas así. Toda una explosión de bromas ingeniosas. Como no tenía la cara partida ni me encontraba hospitalizado las ganas de llegar al trabajo eran tremendas, quería gritarle a todo el mundo “¡Mirad!” y enseñarles la bici. Era como cuando eras pequeño y sacabas buena nota en un examen e ibas corriendo a casa y “¡Mama mama, mira!”. Cuando llegué até la bici en el parking, entré, fiché y subí a mi planta. El sonido que hizo la máquina de fichar nunca me había resultado tan dulce. Ese maravilloso piiii-pi hizo que subiera las escaleras dando saltos. Deseaba por encima de todo encontrarme con alguien, daba igual si tenía relación o no con aquella persona dentro de la empresa, me traía sin cuidado, sólo quería decirle que había recuperado mi bici. No me importaba si era alguien de recursos humanos, o un responsable técnico comercial o la señora de la limpieza. Quería recrearme. Una vez llegué a mi planta aflojé la marcha, estaba cansadísimo por el esfuerzo y por la pantomima que hice subiendo las escaleras. Pasé de dar brincos como un mono a andar tranquilamente y con la cabeza bien alta, como si fuera un soldado de elite. 31


Deseaba que me preguntaran y vencer una vez más, gritarles orgullosamente “¡Ja, os reísteis! ¿Y ahora qué? ¡Arrodillaos ante mí!”. Como es normal no pasó nada de eso, hice zig zag entre los cubículos y llegué a mi mesa. “¿Qué, qué pasó?” me preguntó mi compañero de enfrente. “Ah...” quería hacerme un poco de rogar. “Asómate” acabé diciéndole mientras señalaba la ventana con la cabeza. “¿En serio?” entendió perfectamente que recuperé mi bici. Al momento llegó mi otro compañero. Antes de que se sentara le dije “No te sientes, mira, asómate por la ventana”. “¿Qué? ¿La recuperaste?” me preguntó. Les conté que en efecto, la había recuperado. Les expliqué muy por encima cómo fue, pero les avisé que tenía pensado escribirlo y subirlo a un blog, que ya les pasaría el link para que lo leyeran. El primer día de trabajo después de que me robaran la bici sentí la obligación de comunicarle la desgracia al que me la vendió. Le envié un correo diciendo “Siento decirte que el pasado jueves me robaron la bici”. Así que ahora, nada más abrir el Outlook, le escribí diciendo que la recuperé. A la hora del descanso bajamos abajo. Casualmente estaba el hombre a quien se la compré mirándola, intentando identificar si aquella era la que fue su bici de antaño. Al salir por la puerta le dije “¿Has visto el correo? ¡La he recuperado!” y me preguntó, alegre, que cómo la recuperé. De nuevo volví a hacer un mini resumen de la historia. Sin duda alguna necesitaba escribir ya el relato de cómo recuperé mi bicicleta para ahorrarme la chapa de contar lo mismo una y otra vez. Sólo lo había contado dos veces y la repetición ya me comía por dentro. La jornada laboral acabó y volví corriendo a casa a continuar con mi otro trabajo. A lo largo de mi vida laboral he sido pluriempleado en muchas ocasiones así que no significaba un esfuerzo tan tremendo. No recuerdo comer, estaba como hechizado y cada minuto que pasaba era tiempo perdido inútilmente. La comida siempre me ha parecido algo meramente anecdótico cuando tienes algo importante entre manos. “¡Ah, sí, y comer!” digo mientras redacto mi lista de quehaceres. Siempre he pensado que un día moriré de inanición y justo antes de morir gritaría muy débilmente “¡Mierda, se me olvidó comer!”. Por fin llegó el momento de la última revisión. Los ojos me pesaban y los sentía irritados. Me di por vencido e intenté aceptar que aquello tendría mil y un errores, no pensaba darle ninguna pincelada más. Abrí el Photoshop y comencé a tratar las imágenes. Las cambié de tamaño, hice algún puzzle a partir de pantallazos y lo más importante, tapé las caras con un recuadro negro. Ya tenía el texto y las fotos listas para subirlas al blog. Abrí una pestaña nueva en el explorador, inicié la sesión de Leo Voland que creé en Tumblr y comencé a esculpir la publicación. “¡Por fin!” me dije, la historia de cómo recuperé mi bici ya estaba en la red. La dejé macerando lo 32


que quedaba de noche y me metí en la cama. Al tumbarme sentí paz y alivio, había cumplido con el timing, me había quitado un peso de encima pero al contrario mi cuerpo seguía a mil revoluciones por minuto. No podía pararlo de ninguna manera, ni ejercicios de relajación ni hostias, estaba a tope. Me dejé llevar por esa loca corriente de ideas, historias, imágenes, recitales y proyecciones mentales que tenía, la actividad cerebral que sufría no tenía precedentes. Llegué a sentir miedo y angustia pero no me quedó otra que dejarme guiar por ese marinero llamado imaginación. Después de tanto ajetreo conseguí dormirme y desperté al cabo de tres horas. Al despertador le importaba bien poco que apenas hubiera dormido. Con una horrible resaca me desprendí de las sabanas y fui hacia el ordenador. Comprobé que el relato estaba en el blog y que todo lo que hice anoche no hubiera sido una alucinación. En efecto, ahí estaba, inmaculado, a la espera de ser mancillado. Me puse en Facebook y escribí en el estado “Buenos días a todos, os dejo con el relato/crónica de cómo recuperé mi bici. Haced con ello lo que creáis conveniente, ahora os pertenece”, adjunté el link del blog y bebí un vaso de leche. Feliz por poder coger mi Olmo de nuevo, fui a trabajar. Lo primero que hice en mi puesto de trabajo fue enviarle un mail a mis compañeros con el link del blog. Les dije que era un poco largo pero que lo leyeran y me dijeran el qué. Pronto tuve feedback y a lo largo de la mañana venían a mí mesa a corroborar la historia y a compartir sus risas con Leo. Como millones de personas, me conecté a Facebook en el trabajo. Cuando inicié la sesión me dio un vuelco el corazón. Las notificaciones echaban humo y los mensajes tampoco se quedaban atrás. Fingiendo que seguía trabajando, comencé a mirar toda aquella interminable lista. Lo que encontré fue lo siguiente: la gente estaba compartiendo la historia a diestro y siniestro, comentándola a más no poder. Estado por aquí, estado por allá, post arriba, post abajo, comentario sí, comentario también. El link del blog corría como una trucha a contracorriente por la red. Aquella cadena de mensajes virtuales que imaginé para recuperar la bici se estaba produciendo en directo ante mis ojos, posrecuperación de la protagonista. Al principio no le di importancia y simplemente me hizo gracia e ilusión que amigos compartieran la historia y manifestaran su simpatía. “Jeje, bueno”, pensaba. Después observé que amigos de amigos estaban compartiendo la historia y que estaba llegando a un tercer nivel de amistad muy lejano a mi persona. Poco a poco estaba perdiendo el control. Poco después de bajar a hacer un café, un compañero me envió un correo diciendo “¡Tío, tu historia está en Menéame!”. A algún alma inquieta se le ocurrió subir el blog a Menéame. “¿Qué cojones es Menéame?”, pensé. Resulta que Menéame es un portal donde la gente sube noticias. Estas noticias van recibiendo visitas, o clicks, que hacen que éstas vayan subiendo posiciones dentro de un ranking. Todo muy democrático. 33


Las noticias consideradas malas por el público van cayendo por su propio peso y las de mayor interés quedan en el Top 5. Y ahí se encontraba mi historia, ese bebé que tanto me constó parir tenía más de 4.000 clicks a media mañana. No entendía nada. Luego también recibí un correo a mi cuenta personal diciendo que las imágenes del blog no se podían visualizar por “generar un exceso de tráfico”. Rompí Internet. Joder. Fue entonces cuando confirmé que en efecto, había perdido el control. La gente estaba entregadísima, los comentarios estaban a la orden del día. Rompí la barrera de algo que desconocía, le di opio al pueblo 2.0, abrí puertas que no se deben abrir. Cometí el error de leer los comentarios que habían en Menéame. “Un poco arriesgado poner las fotos del chaval este. Un delito no justifica otro y puede ser denunciado por ello. Además del marrón en que se puede meter, el supuesto ladrón no es tal hasta que un juez lo dictamine”, leí más comentarios acerca de que estaba infringiendo la ley, incluso de que Cash Converters me iba a denunciar. ¿Qué? Mierda. “¡Menuda historia!”, “Larga vida a Leo Voland!!!”, al menos también habían de buenos. Este fue mi favorito: “ERES EL PUTO AMO CHABALOTE!!!!! MI PUTO EROE, SI SEÑOR!!!!! Y POR CIERTO, VAYA HUEVOS LOS DE LAS CHICAS E.. MI ADMIRACIÓN A ELLAS..” ¿Qué coño? Me sentía perdido, las manos me temblaban cada vez más a medida que iba leyendo los comentarios. “Vaya flipado el chaval.”, ya, pero en la historia ya lo digo, que soy muy peliculero y todo eso. “Joder que tocho la virgen!!!”, bueno... es un relato, además, quería explicarlo bien, desde el principio. “Esos cuerpoescombros te tenían que defender?” sí, son mis amigos y no sé, pensé que como éramos más le intimidaríamos, en ningún momento pretendía llegar a las manos, ya dije que era una acción pacífica. “La historia no está mal pero el tío es un pesado de cojones escribiendo.” perdona pero es la gracia, ¿no? “No quiero ofender a nadie, pero me parece patético todo, de principio a fin.” lo siento pero, ¿por qué? “Espero que la edad del que ha escrito está historia sea menor a 13 años. Cualquier otra edad superior a 13 años delataria algun grado de disfunción mental” tengo 26 años, perdona, ¿crees que tengo problemas mentales? Joder, igual los tengo. De pronto sonó el teléfono y di un salto en la silla. “¡Coño qué susto joder!” dije en voz alta y mientras descolgaba el maldito teléfono el departamento entero se destornilló de risa. Al final la llamada era por asuntos de trabajo, gracias a Dios. “Ah, sí sí, normalmente tardan una semana y media después de haber enviado la solicitud, también hay que contar con que se envían por valija, este miércoles saldrán” contesté automáticamente. Colgué la llamada y me di cuenta de que los comentarios que habían en Menéame me estaban afectando demasiado. Me sentía agotado. Para colmo recibí otro correo del mismo que me había comentado lo de que salía en Menéame. 34


Él también estaba navegando un poco por Internet. “¡Joder tío, que ya sales en Foro Coches y todo!” vale, estaba perdido. Todos conocemos Foro Coches, todos sabemos de lo que son capaces. Pero el mail no acababa ahí. “Y también apareces en otros foros, mira, en Foro ACB, en Foro MTB incluso ya has llegado a Yonkis.com!!!! Te estás convirtiendo en un ídolo de masas!! jajajaja” Sentí como un sudor frío recorrió cada parte de mi cuerpo al comprobar todos los enlaces que me pasaba. “Mucho gafapastas y el ladrón se va sin castigo” seguí leyendo comentarios. “Grande, le ha faltado un par de ostias a esta historia, justo en toda la boca del ladronzuelo, pero bueno.” ¿Qué? no paraba de sorprenderme. El corazón me latía cada vez más fuerte. Cerré el explorador e intenté refugiarme en el trabajo. Intenté olvidarme del tema y seguir con mis obligaciones dentro de la empresa, pero me fue imposible. Vi, como si fuera una película, como la cámara que me estaba enfocando se alejaba de mí, como salía del edificio hacia el cielo y adquiría una perspectiva a lo Google Maps. Vi como me convertía en un punto minúsculo e insignificante en el mapa y entonces la cámara volvía a la tierra y entraba rápidamente por las ventanas de empresas y de casas, se colaba en pisos, en locutorios, en oficinas, en parques donde había gente con dispositivos móviles de última generación. Y en todos esos sitios enfocaba siempre lo mismo, una persona delante de Internet, leyendo mi historia como loca, escribiendo como loca comentarios loquísimos en foros, compartiéndolo locamente en facebook, comentándolo en otros estados, hablando de ello por chat de gmail con siete personas a la vez, haciéndolo llegar a todo el mundo a través de Twitter, hastagueando bien fuerte #leovoland y #lahistoriadecomorecuperemibici y tomándose licencias como #idiotaalquelerobanlabici, #fan, #héroe, #truestory, #vayacrack, #fuegocaminaconmigo. Visioné risas, ojos rojos de tanto mirar la pantalla y carcajadas diabólicas que se dirigían hacia mí. Todo empezaba a superarme. Fui al lavabo con la intención de relajarme. Por el camino pasé cerca del compañero que me informó de la localización de mi historia en Internet. Me hizo señas como diciendo “¡Tío tío!”, yo sonreí desfiguradamente y me metí en el lavabo tan rápido como pude. Allí respiré fuerte, me lavé las manos y la cara y me miré en el espejo detenidamente. Intenté mear pero no pude, así que salí. Cuando me encontré fuera el compañero que me hizo señas me llamó, no me quedó otra y fui hasta su cubículo. “¡Tío se ha desmadrado!” dijo entre risas. Yo no me reí en absoluto, estaba pálido. “¿Y si le llega al ladrón? ¿Y si lo lee el tío?”, “Muy bien, muchas gracias, ahora me encuentro mucho mejor”, pensé. Yo continuaba sin decir nada. “¡Tío, hasta en Yonkis.com! Y en foros de culto como Foro Coches” seguía comentando muy animosamente. Acabé diciéndole “Tío, no quiero ser un nuevo Ecce Homo” y me fui a mi sitio. Allí intenté cerrar el blog, acabar con todo eso, pero no lo hice. 35


La jornada laboral acabó y yo me fui a reunir con el trend topic del día. Llegué al parking de bicis de mi empresa y ahí estaba ella, atada, ajena a la fama, al peligro, a la barbarie, a los chismorreos de vecinas crueles. Me miraba en su quietud y reposo, de reojo. “Tú sube... sube...” me dijo, pero no le di importancia. La desaté, me monté y me fui. Por el camino me temblaban las piernas. Me sentía desprotegido. Después de varios pedaleos llegué a casa. Subí rápidamente por las escaleras, abrí la puerta como pude y pronuncié un largo “Hola” para saber si estaba mi compañero de piso. Una vez dentro de casa fui a la cocina a coger un zumo multivitaminas y pan, me dirigí al ordenador y como si se tratase de un acto de sodomización, seguí leyendo comentarios. “Buenisima la historia.Yo hubiera llevado un palo para reventarle la cara” clavé la cañita en el zumo. “Joder vaya panda de gafapastas modernillos aunque fueran 9 como si fuera medio vamos no se como no se los llevo el viento y menos mal que iban a intimidar,,,. no se como no se los lllevo el viento”, le di el primer sorbo al zumo y sentí como me chisporroteaba la mandíbula. “ Este tio es un hipster de esos no?” Toma ya. “El chaval es un pardillo, pero me alegro de que recuperase su bici.” no encontraba el pan, ah sí, aquí está. “Le podían haber pegado una paliza fácilmente o algo peor como una puñalada. A él y al comando perroflauta porque todos juntos no sumaban ni media hostia. Con los moros no se juega.. puñalada y vuelta a Marruecos.. vete tu a buscarlo. Siendo prácticos no veo la necesidad de arriesgar la integridad física por una bici con mas años que la tos.” le di un bocado al pan. “Dos ostias han faltado para que fuera una historia redonda.” estaba hipnotizado. “Yo le hubiera partido la boca y le destrozo el coche si hace falta, que asco de persona.” “¡Vale!” grité. Y comencé un discurso dirigiéndome a ellos, a mi público “¡Os pido perdón! Pido perdón por no haberle pegado una paliza. Pido perdón por no tener amigos matones, con navajas y llaves inglesas gigantescas. Sé que os he defraudado, lo siento. Lo siento por no haberle dado una patada en las pelotas y haberle tirado al suelo, entonces hubiera podido seguir pateándole en el estómago y haberle podido pisotear bien fuerte la cara contra el suelo. Siento mucho no haber podido pedir prestado a mi amigo el cachas, ese que se revienta cada día en el gimnasio, el cuchillo que llevaba. De verdad que me sabe mal por vosotros no haberle rajado al tío su gordo y enorme cuello y ver cómo brotaba la sangre y se hacía justicia de verdad. Seré imbécil, lamento haber sabido perfectamente cuál era su coche y no hacerle nada, ni una rueda pinchada, ni ninguna raja en el capó, ni un retrovisor hecho añicos. ¡Me fui sin destrozarle la luna! Madre mía, qué persona más lamentable soy. ¡Merezco la muerte!”. La idea de que la historia la podría leer el ladrón me vino como un rayo. Cogí el móvil y lo puse en silencio. Si se le ocurría llamarme al menos no me enteraría. La otra vía que tenía para ponerse en contacto conmigo era por correo electrónico. Como en el texto decía que cometí el error de hablarle por mi correo personal pensé que 36


para atacarme bien fuerte me enviaría un mail diciendo “Te he pillado, estás muerto chaval”. Abrí una pestaña nueva en el explorador y temblándome las manos escribí el nombre y la contraseña de mi correo. Tenía tres mails, uno de idealista.com, otro de change.org y el último de Font Shop News. “Uffff” respiré aliviado. Ahora tocaba mirar el de Leo Voland. Cerré mi sesión y abrí la de Leo. Tenía dieciocho correos electrónicos. “¿Qué?” grité. Sí, soy mucho de gritar en voz alta delante del ordenador. Miré rápidamente y muchos eran de Tumblr. “Tienes 80 seguidores nuevos” decía uno. “Tienes 37 seguidores nuevos” otro. “Ahora te sigue no-sé-quién”, “Ahora te sigue no-sé-cuanto”. Bueno, eso no era nada del otro mundo, cuando ves un Tumblr arriba a la derecha te sale “Seguir”, así que deduje que la gente que visitó el blog con Tumblr le dio a seguir. Pero luego vi otros mails. No podía ser. Resulta que la gente escribió a leo.voland@gmail.com, olvidé que el correo aparece en el relato. Lo primero en lo que pensé es que podría ser el ladrón tratando de conseguir alguna pista para encontrarme y patearme la cabeza. Luego me di cuenta de que no, que era gente normal del ciberespacio y sin mala intención. Los correos electrónicos decían que era su héroe, que les había encantado la historia, que escribiera más, que se alegraban de que recuperara mi bici, se declaraban fans incondicionales de Leo Voland y cosas así. Algunos me contaban que a ellos también les habían robado la bici y me explicaban cómo sufrieron el robo. Muchos de ellos me adjuntaban las fotos de sus bicis, habían de muy bonitas, la verdad. Recibí mails de gente de Sevilla, de Getafe, de Logroño, de Vigo, incluso de Buenos Aires y de Colombia. ¡Había cruzado el puñetero charco! Al principio, supongo que por costumbre, contesté los correos. No sabía muy bien qué decir y escribía “¡Muchas gracias!” o “¡Para nada soy un héroe! Pero muchas gracias”. Todo era bastante entrañable y amistoso hasta que leí algunos que comenzaron a darme un poco de miedo. Uno, por ejemplo, me explicó una manera muy técnica y sofisticadísima de cómo geolocalizar números de móvil, de saber su compañía telefónica y si desviaba las llamadas a otro número, estaba leyéndolo y no me enteraba de nada. Otro decía “¿Quieres chapas?” ¿Qué? Y continuaba: “¿Qué tal unas chapas que digan: esta es la última bici que robas hijo de puta?” y me adjuntaba un vídeo corporativo de su empresa de chapas. “¿Estoy entrando ya en el mundo del merchandising?” pensé. Un chico me decía si le daba permiso para utilizar mi historia como guión de su corto de final de carrera. No le contesté y la verdad es que me supo mal. No le contesté también porque decidí no contestar a nadie más, no tenía sentido, ¿iba a crear el consultorio de Leo Voland o qué? El récord lo batieron dos mails que me dejaron clavado en la silla repitiendo “no puede ser, esto sí que no” una y otra vez. Resulta que me envió un correo electrónico el diseñador de la camiseta que llevaba el ladrón en las fotos, ¡que me regalaba una decía! Señoras y señores, que se pare el mundo que yo me bajo. El tío me adjuntaba 37


la web de su empresa de camisetas que vendía al por mayor y, en efecto, en el catálogo salía la camiseta de Jimi Hendrix - Rock’n’roll. No podía ser verdad, pero lo era. El otro que me dejó de piedra no tenía nada que ver con camisetas precisamente. El mail comenzaba: “Hola chico misterioso bajo fantasiosa identidad” Madre mía. El correo continuaba con una inocente declaración de amor hacia Leo Voland. Y acababa: “Si no hubiese emigrado a Alemania y siguiese viviendo en Barcelona, me plantaría todos los días por Glòries hasta encontrarte montado en tu Olmo” ¿Qué? “Vale, está en Alemania” fue lo primero que pensé. Por el amor de Dios. Lo segundo que pensé fue en el efecto fan y eso me aterraba. Pensé en John Lennon. “¡Señor Leo Voland!” y pam pam pam, siete bolitas de plomo acabarían con mi vida. Me puse muy nervioso. Leí los mails que quedaban y fui al lavabo. En frente del espejo volví a preguntarme: “¿Qué?” No supe contestarme. Fui de nuevo a la habitación. Recibí algún otro correo pero no lo leí. Confié en lo efímero de lo posmoderno e intenté calmarme. “¿Qué es del Ecce Homo de Borja ahora?” me pregunté. “Nada, ya pasó toda esa tontería, sólo es cuestión de tiempo, tranquilo” sentí pena por mí. En Facebook se seguía comentando y compartiendo la historia. No tengo Twitter pero ni por asomo lo visité. Miré Menéame y tenía más de 28.000 visitas y alrededor de 250 comentarios. Puse Foro Coches y ya iban por la quinta página. Foro ACB más de lo mismo. Los comentarios venenosos de la red salían de las cloacas y daban vueltas en mi cabeza. Maldije a esas personas equipadas con capa y espada bien escondidas en sus casas con la valentía suficiente para matar desde detrás de la barrera. Insulté a esos nuevos críticos que se bañan en la libertad que ofrece la world wide web. Escupí a esos nuevos científicos de todo y de nada que no dudan en abrir y descuartizar cuerpos en su teclado a modo de potro. Era como cruzar un semáforo en rojo. Sabes que es culpa tuya y que lo que has hecho no está bien pero esperas un poco de consideración por parte de los demás. Pero no, te encuentras con que el coche que viene, en vez de aminorar su marcha, acelera. Eso siempre me ha deprimido. Sentía rabia, igual que la que siente un niño al que le pegan en el recreo. Lloriqueaba y maldecía. “¡Cerveza, necesito una cerveza!” dije con los nervios destrozados. Así que llamé al colega de las fotos. “Tío, ¿dónde estás? Vamos a tomar algo. Invito yo.” me temblaban las manos. “Estoy en casa, vente” contestó. Cuando fui a coger la bici me la quedé mirando durante unos segundos. Mi unión para con ella había cambiado de forma drástica. Vi como me miraba fijamente a los ojos, sonriendo. Ahora desconfiaba de ella, con esos pedales rojos tan feos, con esas ruedas, ese sillín, todo mal. Ya no era mi bici. “¿Qué has hecho?” le pregunté, pero no me contestó, quiso guardarse la respuesta. “¡Vamos, eres tú joder!” y salí con ella del piso. 38


Una vez en la calle le puse las luces y arranqué. Notaba como las miradas de los transeúntes se clavaban en mí. “No no, soy un chico normal que va en bici, no tengo nada que ver con esa historia, de verdad” trataba de decirles. Cuando llegaba a cualquier esquina me abrazaba el terror. Temía a cada una de las personas que iban andando por la calle. Sufría al sentir los coches al lado. El ladrón podría salir a buscarme en su Volswagen Passat plateado, de un volantazo saciaría su sed de venganza y mi cara besaría el asfalto. Claro, no lo había pensado, a partir de ahora el ladrón no podría salir de casa ni a comprar el pan, todo el mundo le reconocería. El tío estaba destinado de por vida a quedarse encerrado en su habitación con las cortinas corridas. Llamaría a sus amigos y les diría que atraparan a ese pequeño hijo de puta que acababa de destrozarle la vida. Seguro que hay una red social de cacos, o una organización que vela por su seguridad. Ahora me encontraba en una lista rara, estaba en busca y captura. Toda la comunidad de ladrones, desde el que roba carteras hasta el que atraca bancos, simplemente por solidaridad hacia un hermano, me buscarían. Cash Converters también andaba tras mis pasos por mancillar el nombre de su empresa. Esa carita sonriente que tienen como logotipo tenía a Leo Voland entre ceja y ceja. Luego estaba la policía, yo no dejaba de ser otro criminal para ellos, había infringido la ley de protección de datos. La jodida LOPD. Ahora, más que nunca, estaba al margen de la ley. Llegué a un semáforo en rojo, paré y esperé a que se pusiera verde. Los coches pasaban a toda velocidad. Me los imaginé con los manos libres, avisando de mi localización. “Meridiana con Mallorca, Johnny. El pardillo está en Meridiana con Mallorca, cambio” escuchaba. De pronto un tío de unos 35 años y con gabardina se me acercó. “Ay...” me dijo tambaleando la cabeza, mientras me entregaba algo con la mano. Con la voz muy aguda debido a la presión que me estaban haciendo los testículos contra la garganta, le pregunté “¿Qué?”. Entonces vi que lo que me estaba dando era un paquete de tabaco Camel. “Se te ha caído, toma” me dijo muy amablemente. Más agudo aún le repetí “¿Qué?”. “Ah, ¿no es tuyo? Pensé que se te había caído” y me acercó más el paquete de tabaco. “No no, no es mío” le dije con mi voz normal. “Ah, pues... ¿fumas?”, “Sí, fumo” confesé, “Pues toma, quédatelo, yo no fumo”, “Ah, vale, guay, gracias” cogí el paquete de tabaco y me lo metí en el bolsillo. Madre mía, ¡me estaban intentando envenenar! Joder. A las dos calles saqué la cajetilla de tabaco del bolsillo y la tiré, “a tomar por culo colega, no me vais a envenenar” e inicié un larguísimo sprint hasta llegar al Rancho. “Soy yo, abre” dije por el interfono. ¿Pero quién era realmente yo? “¿Qué pasa Leo Voland?” me saludó el colega cuando entré por la puerta. “Tío, ¿has visto la que se ha liado?” le pregunté mientras dejaba la bici apoyada en el mueble de la entrada. “Jaja, sí”, “¡Pero que estoy en Yonkis.com!”, “¿Qué dices?” y comencé a enseñarle todos 39


los lugares de la red donde aparecía el blog con la historia de cómo recuperé mi bici. “¡Joder!” exclamó. “Y hay más, la gente está enviando mails a leo.voland@gmail.com”, “¡Si hombre! ¿Y qué dicen?” se reía. Inicié la sesión de gmail de Leo en su ordenador y comencé a enseñarle los correos electrónicos. El tío no paraba de reírse e incluso comenzó a aplaudir de la risa cuando le enseñé el mail del tío de la camiseta de Jimi Hendrix y el de la tipa de Alemania que tenía a Leo Voland por su príncipe azul. “Tengo unas latas en la nevera, ¿quieres?” preguntó. “Ponme tres”. A los treinta minutos llegaron los demás del Rancho. El equipo, el comando Y, el comando X, la familia, todos volvíamos a estar juntos. Comenzamos a hablar de la historia, de todo lo que estaba pasando, del revuelo, de la locura. Los nervios y la angustia se me pasaron, ahora estaba tranquilo y relajado. Cenamos y nos fuimos a dormir, había Huelga General y teníamos que estar frescos y fuertes. A la mañana siguiente nos despertamos, desayunamos y salimos a la calle. Cogimos pitos y cosas que hicieran ruido. Éramos tan sólo cuatro personas pero parecíamos un gran piquete en busca de esquiroles. Algunos comercios, al escucharnos llegar, cerraban sus persianas y verjas, otros salían a la calle a comprobar la gravedad del asunto. A nosotros nos hacía gracia todo aquel teatro, pero estábamos muy comprometidos con nuestra pequeña acción social. Tengo que decir que a mí, en las circunstancias que me encontraba, no me hacía ninguna gracia el hecho de llamar la atención. Al fin y al cabo era Leo Voland y estaba muy buscado, el ladrón podría estar en cualquier rincón esperándome. Sólo pensaba en esconderme bajo tierra y que nadie me viera durante una temporada. Aún y así llegamos al edificio de Telefónica entre Comte Borrell y Ronda Sant Pau. Cinco trabajadores habían iniciado una huelga de hambre por el despido improcedente de uno de ellos, además de protestar por el ERE de cerca de 8.000 empleados cuando la empresa seguía teniendo beneficios y acaban de renovar a Urdangarin por 1,5 millones de euros. Había una xerrada y Arcadi Oliveres participaba. Cuando acabó el tema fuimos a casa a comer, teníamos que prepararnos para la manifestación de la tarde/noche. En el Rancho quise mirar Internet para ver cómo iba todo, pero decidí dejar que la bola de nieve fuera a más sin yo enterarme. Ojos que no ven, corazón que no siente. Y al mío, el día anterior, ya se le dio bastante meneo. Llegaron las 17:30 y salimos hacia Plaça Catalunya. Allí nos reunimos con tres colegas más, seguimos la manifestación oficial un rato y nos desviamos para unirnos a la extraoficial que salía de los Jardinets de Gràcia. Nos juntamos con la manifestación en Diagonal y bajamos hasta cerca de Plaça Urquinaona. Una vez en la plaza, estalló todo. Lecheras de antidisturbios comenzaron a salir por todas partes con sus sirenas a todo trapo. Los furgones comenzaban a dar vueltas por la plaza a toda velocidad. 40


Se escucharon disparos de pelotas de goma y un enorme gentío salió corriendo desde Via Layentana. Nosotros, con la muerte en los talones, salimos corriendo atemorizados, separándonos cada uno por un lado. En mitad de la carrera, muerto de miedo, con las luces azules rebotando en todos los edificios, con las sirena de ambulancias, furgones antidisturbios y bomberos de fondo, me encontré a un conocido de la escena musical. “Tío, felicidades por recuperar la bici” me dijo mientras corríamos huyendo y las pelotas de goma silbaban por los aires. “Gracias” le dije cuando vi que otro furgón bajaba rápidamente por Roger de Llúria sin importarle nada. De repente encontramos un portal abierto y nos encerramos. Allí escondidos y a un par de metros, pudimos ver como un antidisturbio cargaba su pistola/escopeta y disparaba hacía la multitud que corría. Me impactó mucho. Me impactó mucho porque hacía poco que vi el programa de Salvados en YouTube de Poli Bueno Poli Malo dónde entrevistaban a Mossos d’Esquadra de la brigada Antidisturbios y explicaban que cuando disparan bolas de goma lo hacen una inclinación hacia el suelo para que la pelota de goma rebote en el suelo. Vale, pues juro que ese tío disparó dibujando una perfecta horizontal. El hijo de puta disparó a dar, no ha disuadir la multitud. A los cuarenta minutos se calmó la cosa y pudimos volver a casa. Allí les expliqué lo que me pasó a los demás, que en mitad de la carrera huyendo de los antidisturbios me habían felicitado por recuperar mi bici. Y continuamos hablando de la manifestación y de las cargas policiales. Al día siguiente y nervioso todavía por los hechos que habían transcurrido hasta entonces, fui a trabajar. Joder, la verdad es que estaban siendo unos días en que mi cuerpo experimentó un continuo a-cien-por-hora. Si la alopecia no fuera ya crecida, se me hubiera caído gran parte del pelo. Estaba nervioso en cualquier cosa que hacía. Sólo me sentía seguro en casa, debajo de la cama y con el módem apagado. El hecho de salir a la calle me aterraba y cuando decían “Vamos a tal sitio” yo contestaba “¿Por qué no vemos una peli?” o “¿Podemos ir andando?”. No quería salir con la bici por nada en el mundo, era un blanco facilísimo. No quería que se me identificara ni por el buen sentido ni por el malo. Me calmaba muchas veces por comentarios de amigos y por el humor e ironía que giraba en torno al tema, pero yo en el fondo tenía miedo. Una débil esquizofrenia comenzaba a aflorar en mi estado mental. No podía dejar de pensar en otra cosa que no fuese más allá de la bici, de Leo Voland, del ladrón, de Internet, del blog, del causa-efecto. El disimulo camuflaba mi preocupación siempre permanente y el pasotismo respecto al problema que tenían los demás me aliviaba bastante. Suponía que reconocer todo aquel miedo a los demás me haría débil y en ese momento necesitaba sentirme fuerte, cosa que no soy. Una idea que me ayudó a paliar mi vertiginosa caída fue conceptualizarlo todo. Constantemente, siempre que salía el tema a relucir, yo soltaba “Leo Voland somos todos”. El concepto era real, yo 41


era un anonymous de carne y hueso y el hecho de hacer partícipe a todo el mundo hacía repartir mi pesar. “Que la gente coja el sobrenombre de Leo Voland y haga justicia” decía en broma. Pero no era broma. Quería que Leo Voland fuera otro, verlo por la tele, que me lo pasaran vía Facebook, clicarlo en vídeos relacionados de YouTube, cualquier cosa antes que ser yo el protagonista. Tenía ganas de llorar todo el rato. Lo juro. Pero a la vez, me sentía atrapado y adicto al espectáculo. Siempre me he sentido muy unido al teatro y a la tragedia. Así que podríamos decir que estaba siendo víctima del propio ocaso que yo me había originado haciendo el relato público en Internet, y me gustaba en cierta manera. Nunca hubieron risas por mi parte, sólo la locura de vivir, momentáneamente, demente. En mí había un “Joder, a ver qué coño pasa ahora” muy grande. Poco importa que llore ahora, postodo, recordando ciertos momentos y cómo actuó cada individuo y cómo me sentí yo. Pero bueno, me estoy poniendo muy melodramático y esto es una historia para hacer reír y para que la peña se lo pase bien y se pegue unas risas guapas así que joder, venga, sigamos con el producto. Como decía, al día siguiente fui a trabajar. Allí los compañeros ya se habían calmado con el tema robo-de-la-bici. “¿Qué el nuevo catálogo?” me comentaba el compañero y me sentía feliz por tener otras preocupaciones. Alguno vino a mi puesto de trabajo a decirme que se había leído la historia y que le había gustado mucho. Uno de ellos, como muchos otros, me dijo “¡Lo de la peluca tío!” y se reía. “Jeje, ya, pero es verdad joder. Piensa que robas una bici y la vendes y te viene un tío con una puta peluca. Joder, no me jodas. Lo único en lo que piensas es en la jodida peluca” repetí y seguía riéndose como yo me reiría si no fuera algo tan personal. “Estás loco” me dijo entre carcajadas. Yo sigo en mis trece, ¡era un buen plan! ¿O no? Ya no recuerdo si era jueves, viernes, sábado o qué, la cuestión es que estaba en casa y mi compañero de piso me dijo de ir a tomar algo. “¡Vamos coño!” contesté. Él cogió su MM Lasa y yo la Olmo y nos fuimos para el centro. Como iba acompañado y con ganas de beber no me importó coger la bici. Después de luchar contra carriles bici imposibles y taxis locos, llegamos a Plaça de l’Àngel, en Jaume I. Y lo que tarde o temprano tenía que pasar, pasó. Al llegar a la plaza nos bajamos de nuestros caballos y fuimos al amarradero a atarlos. Justo en la esquina había un tipo joven y me reconoció. “¡Hostia, tú eres el de la historia de la bici!” a lo que yo contesté con una risa despreocupada. Xavi, en el relato, y yo, ¿Leo Voland? Atamos nuestras bicis. “Eh tío, que me han reconocido.” le dije a mi compañero de piso. “¿Qué dices? Jajaja” y le señalé al tío en cuestión “Es ese de ahí”. Cuando pasamos por delante suyo el tipo insistió “¡Eh!”. Yo, en un acto de ridícula supremacía le contesté “Shh” con el dedo índice pegado a la boca. Llegamos al Nevermind y bebimos como cosacos. 42


Al día siguiente fui a ensayar y nuevamente me reconocieron. Esta vez fue en el tren camino a Bellvitge. “Joder, esta es la famosa bici del blog” dijo alguien mientras yo ataba la bici en la zona habilitada del tren. Madre de Dios. De ahí sí que no podía escapar. Ni “Shh” ni hostias, ahí me lo tenía que comer. “Sí, sí...” le dije tímidamente cuando miraba a los asientos de alrededor por si alguien se había percatado y se desencadenaba en una oleada de comentarios y acusaciones. El chaval seguía mirándome sorprendido y con una sonrisa en la cara. Fui hacia él y le dije “Mira, es que es un follón, se ha liado mucho” luego me fui a un asiento libre y saqué el libro que estaba leyendo. Al final el chico resultó ser muy majo y acabamos hablando. El caso es que él me sonaba muchísimo, a los tres minutos se descubrió el pastel: era el novio de una conocida de Sabadell. Cuando llegué al local lo comenté “Tíos, me han vuelto a reconocer”. Al igual que yo, ellos empezaban a estar un poco cansados de la historia y pronto cambiamos de tema “Venga, va, al lío”. Lo que ni ellos ni yo nos imaginábamos era lo que me iba a encontrar al llegar a casa. El siguiente correo electrónico me estaba esperando en vela, su asunto decía: urgente!! entrevista para HOY para CADENA SER “LA VENTANA”. ¿QUÉ? Perdón, sé que estoy repitiendo mucho esto del “¿Qué?” pero es que fue una locura tras otra. Como iba diciendo: ¿Qué? Sí, en efecto, se habían puesto en contacto conmigo los de Cadena SER. El mail decía “Hola Leo, soy Eva, del programa de la ventana de Cadena SER, a nivel nacional.” Joder, me quedé sin habla. Básicamente me explicaba que había leído la historia de cómo recuperé mi bici y le gustaría que entrara en antena para explicar un poco cómo fue todo, que me pusiera en contacto con ella lo antes posible. El programa es de 16:00 a 20:00, miré el reloj y eran las 21:46, “Mira, mejor”. Al día siguiente insistió. “Te envié un email para entrevistarte por la historia de tu bici, quería saber si lo has recibido y si te apetece charlar con nosotros un rato. Necesitamos tu mvl, Leo.” Otra vez se planteaba un desafío. ¿Qué podía hacer? Le pasé mi número de móvil y “Va, a ver qué coño pasa”. Por la tarde me llamó. “¡Hola Leo!” me dio un poco de pena. “Te llamaba por si te apetecía entrar en directo con Carlos Francino, en el programa La Ventana de Cadena SER” El puto Carlos Francino, no me lo podía creer. “Bueno, ¿de qué se trata?” le pregunté. “Pues mira, La Ventana de Cadena SER es un programa de actualidad donde recogemos y debatimos temas que ocurren en el día a día” dijo de carrerilla y como si lo tuviera memorizado. “¿Conoces el programa Leo?”, “Sí, bueno, sé que existe y eso, pero nunca lo he escuchado”, “Sí, ya, no pasa nada. Pues bueno, ¿qué te parece la idea? La verdad es que he leído tu historia y es apasionante”, “¿Sí? ¿Te ha gustado?”, “Sí sí, me ha gustado mucho” y continuó rápidamente “Bueno, ¿entonces quieres entrar en el programa? Serán tres minutos. Yo ahora te haré unas preguntas para que sepas cómo irá y luego se las pasaré a Carlos para que te las haga en directo”. Vaya, resulta que la pobre chica es la que hace el trabajo sucio y es otro quien se lleva la palma. Me alegró confirmar 43


una vez más que no era el único que trabajaba bajo ese estilo tan español. “Bueno, ¿cuáles son las preguntas?” y sin perder un segundo y haciendo ruido con papeles comenzó “Leo, ¿cómo te sentiste al recuperar las dos bicicletas que te robaron?” ¿Qué? Y le pregunté “Perdona pero, ¿dos bicicletas?”, “Sí, Leo, ¿cómo te sentiste al recuperar las dos bicicletas?”, “Mira, es que sólo recuperé una” le expliqué. “¿Ah sí? ¿No fueron dos? Había entendido que fueron dos. Bueno, no importa, ¿cómo te sentiste al recuperar tu única bicicleta?” no había tiempo que perder, esto es así, la radio, la televisión, pam pam pam. “Pues muy bien, la verdad, es mi medio de transporte y fue, hablando mal, una putada”, “Ya, sí, entiendo. ¿Y cómo hiciste para recuperarla? ¿Cómo diste con ella?” Buf, qué mal pintaba esto. “Eh...” dije confundido “Pues la busqué en sitios de venta online como Loquo, Segundamano, eBay y Milanuncios”, “¿Ah sí?” dijo sorprendida. “¿Y la encontraste allí?” no entendía nada, algo se había perdido por el camino. “Sí... comencé a buscar y vi unos anuncios sospechosos pero... es que es eso justamente lo que explico en el relato, ¿que no lo has leído?” ahora preguntaba yo. “Ah, sí sí Leo, lo he leído y me ha gustado mucho, por eso te he llamado” sí, claro. Luego confesó “Bueno, no me lo he leído entero, lo he leído en diagonal, ¡es que es muy largo! Jejeje”. Eso fue una puñalada trapera, me hizo mucho daño. Fue un punto de inflexión muy importante que marcaría el transcurso de muchas cosas que vendrían más adelante. Es como si le vas a Cervantes y le preguntas “Oye Miguel, ¿y de qué va Don Quijote de la Mancha? ¿Nos podrías explicar un poco qué aventuras vive el personaje de tu novela?” ¡Venga hombre! Y luego te justificas “Jolin Miguel, es que la novela es muy larga” Por el amor de Dios. Pero no, esto es así, pam pam pam, rápido rápido ¡Echen más leña al fuego que esto se para! Necesitamos más y más rápido, venga venga venga. Luego, a través del teléfono, pude escuchar que decía muy enfadada “¡Dani, ahora no puedo por favor!” tenía mucho genio, pobre Dani. Y continuó “Bueno Leo, ¿y cómo te sentiste cuando tuviste al ladrón delante? Tuvo que ser muy emocionante, ¿verdad?” Como todo parecía una broma, comencé a bromear yo también. “Pues mira Eva, muy mal. ¡Tenía delante al individuo que robó mi bonita bicicleta! Jo, qué miedo pasé. Pero como iba acompañado de mis amigos me sentí fuerte y actué con cordura.”, “¡Jolín qué emocionante! Y Leo, cuéntanos, ¿qué hiciste cuando por fin recuperaste tu bici?” Joder, ¿que qué hice? ¡Pues yo qué sé! Pero me contuve y le respondí. “Sí Eva, la verdad es que fue muy emocionante. Pues mira, cuando conseguimos la bici fuimos a tomar unas cervezas”. Y así acabó la gran entrevista que estaban preparando para el programa La Ventana de Cadena SER con Carlos Francino y su invitado especial, Leo Voland. Luego me citó para el miércoles siguiente. Dijo que estuviera atento al móvil sobre las 17:30 y que por favor me encontrara en un sitio con cobertura y con la batería bien cargada. Así que me puse a cargar bien la batería. Estaba muy indignado. Cuando estaba hablando por teléfono con Eva, mi compa44


ñero de piso estaba en la otra habitación y lo escuchó todo. Cuando vio que acababa de hablar por el móvil entró en mi habitación y me preguntó “¿Qué mierda era esa?” y le expliqué todo el follón. Al igual que a él se lo expliqué a mi círculo íntimo y como era de esperar, no se lo podían creer. Llegó el día de la entrevista. Pensé en llamar a mi madre y contárselo, seguro que estaría orgullosísima. “¡Ay hijo mío, en Cadena SER!” diría. Mi madre es muy socialista, incluso va a cenas que hace el partido una vez al año. Supongo que es socialista más por tradición que por convicción. Joder, si las cenas a las que va las organiza Manuel Bustos. ¡Vamos hombre mama! Eso ya no es el socialismo que tú piensas. Se lo he intentado explicar muchas veces pero ella sigue votando a su PSOE. Así que desestimé en seguida esa idea y no la llamé, hice otra cosa mejor: me puse a preparar la entrevista. Me hice una lista de preguntas que podían preguntarme aparte de las que me dijo mi amiga Eva y las contesté, además, hice preguntas sobre mis propias respuestas. Creo que lo tenía todo bastante atado y sabía muy bien lo que quería decir. No me interesaba la recuperación de la bici en sí, como es obvio, si no el comentario que hacía al final del relato, la moraleja. “Pues mira Carlos, mi historia es muy sencilla: me robaron la bici y la recuperé. Lo que encuentro interesante de todo esto es la moraleja, el entre líneas. Un ciudadano que es robado y lucha por recuperar lo que es suyo. Creo que se puede extrapolar a otros temas y conflictos” exponía en voz alta en mis ensayos previos en casa, basándome en la conclusión que hago al final de la historia. “¿Y qué temas son esos Leo?” imaginaba que me preguntaría Carlos Francino. “Pues los que estamos viviendo ahora Carlos. La crisis económica, los recortes, recortes en sanidad, recortes en educación. Los desahucios que están habiendo. La subida del IVA. El aumento de los impuestos, de las tasas. La terrible estocada que le han hecho a los derechos de los trabajadores, derechos que se han conseguido con sangre y sudor Carlos, a eso me refiero. Como joven y ciudadano de este país me siento robado. La gente es robada día a día, pero veo que la mayoría no se mueve, no hace nada. Cuando te roban hay que actuar, hay que hacer algo, no puedes quedarte de brazos cruzados porque te van a seguir robando hasta exprimirte la última gota de sangre. Son así los ladrones. Mira Carlos, creo sinceramente que mi historia tiene un paralelismo directo con todo lo que está sucediendo ahora, también por eso decidí escribirla. Mi Olmo es una nimiedad comparado al tema Bankia, por ejemplo. El robo, Carlos, tan presente en nuestros días y tan injusto. A mí un ladrón me robó la bici, pero hay otro tipo de ladrón que también me está robando. E igual que llamé a la policía y no me solucionaron nada, me he manifestado en contra de esta situación y han cargado con pelotas de goma contra mí, mis amigos y muchísima más personas. Nos sentimos indefensos mientras los ladrones hacen con nosotros lo que quieren, nadie nos ayuda, así que tendremos que coger nosotros mismos la sartén por el mango. Y 45


Carlos, déjame decirte que no estamos pidiendo ninguna locura, estamos pidiendo algo que es nuestro, de todos. Leo Voland somos todos, Carlos.” Madre mía, era perfecto. Pero más allá de la broma o lo sensacionalista que pueda parecer estaba muy convencido de ello. Lo estaba, lo estoy y lo estaré. Podría haber llevado más lejos mi pequeña disertación, con más sentido crítico, haber presentado pruebas, cifras exactas pero sólo iba a tener tres minutos y tampoco estaba descubriendo América. Menos mal que hay gente que lucha contra eso de manera profesional y comprometida. Igual por eso se me caía la cara de vergüenza cuando a mí, por recuperar una bici, me llamaban héroe. Eso da mucho para pensar y analizar, pero tengo que seguir con esta historia. Por la mañana comuniqué por Facebook la futura presencia de Leo Voland en la radio. Para evitar otro viral y que se me fuera de las manos, escribí un mensaje encriptado. Mis amigos descifrarían las coordenadas, el resto no entenderían nada y seguirían bajando el scroll. El estado de Facebook fue el siguiente: “Os dejo con el mapa de un tesoro: Today 96.9 The Window C. F. - FM de BCN - La merienda a partir de las 17:30. Bollycao y Leo, las ondas. Internet más fácil.” Pensé en documentarme y así hice, tenía que conocer a quien me enfrentaba. Puse Cadena SER en Google y comencé a leer. Cadena SER pertenece al Grupo Prisa. Uy uy uy... Anda, mira, Alfaguara, “Alfaguarra jejeje” me reí como un idiota. Toma ya, los Cuadernos Santillana. Como los llegué a odiar. Visité su página web y justo cuando cargó, un puñal se clavó en mi corazón. ¡Estaba plagado de publicidad de Bankia! ¿Pero qué falta de respeto era esa? Me enfadé mucho. “Planes de pensiones: Elige el Plan de Pensiones que más se adapta a tus deseos, con las mejores condiciones para tu futuro. *Se aplicará la normativa fiscal en vigor” ¿Cómo? Pero, ¿y esta hipocresía tan gratuita? ¿Qué puto futuro? La normativa fiscal que han hecho tus amigos, ¿no cabrones? Perdón, de verdad. Perdón por ser a veces tan mal hablado. Hice un pantallazo para dejarlo registrado, por si tenía que presentarlo como defensa o algo. Llegaron las 17:00 y ahí estaba yo, sentado en la cama repasando la entrevista. En un momento de brillantez, como si se hubieran alineado los planetas, se me ocurrió una broma genial. Supongo que todos ya bien sabéis que mi bici es una Olmo, una Olmo San Remo para ser más exactos. Pues bien, la broma radiofónica iba a ser la siguiente: “En efecto Carlos, me robaron una bicicleta Luís del Olmo” Joder, increíble. Era buenísma la broma. Pam, ahí, Luís del Olmo en Cadena SER. Llegué a aplaudir y todo. Como las tuercas giraban bien, pensé en otra broma. “Muchas gracias Leo Voland” se despediría Carlos Francino, entonces yo contestaría “Gracias a Zephyr Lake, Carlos.” Joder, estaba muy emocionado. Lo estaba tanto que me estaba haciendo mucho pipi y no me enteraba. Fui al lavabo a mear y al salir al pasillo mi compañero de piso, que estaba escuchando la radio, me dijo “Oye tío, ¿tú cuándo entras? Es un 46


programa de mierda. Están contando chistes”, “¿En serio?” Estupendo, iba a salir en antena después de una buena ronda de chistes. Fantástico. Meé y volví a encerrarme en la habitación. Puse la radio, sintonicé Cadena SER y escuché a Carlos destornillarse de risa. La apagué de inmediato. Yo tenía que estar a lo mío, tenía que estar concentrado y no perderme. Las 17:31. Por el amor de Dios, no podía estar más nervioso. Ya ni leía el papel ni sabía nada. Podían haberme trasladado a Canaletas que yo seguiría igual, con las piernas cruzadas y mirando fijamente el móvil. Doblé la almohada, me la puse en la espalda. Pronto me tumbé y giré sobre mí mismo. Miré el ordenador, no tenía nada en Facebook. No creí conveniente mirar el mail. Volví a la cama, recogí el papel con mis anotaciones y leí “-Pregunta: ¿Cómo encontraste la bici? -Respuesta: Estudié varias páginas web donde se venden bicicletas. No entiendo como la policía no hace nada al respecto. Nada más visitar esas páginas te das cuenta qué bici es robada y cuál no. Pero claro Carlos, entre tú y yo, las bicis no interesan demasiado. Las bicis no consumen gasolina, no contaminan, no pagan un seguro estafador casi criminal, no pasan el timo de la ITV. Además molestan, les tienes que hacer carriles bici, parkings especiales, es un gasto que no genera beneficios empresariales. Carlos, si no me equivoco tú eres de Barcelona. ¿Sabes el nivel de contaminación que tiene tu querida ciudad condal? ¿No te da asco pasear y que esté infestada de tubos de escape? Un coche es mucho más rentable, hombre. Peajes, parkings, zonas azules, verdes, amarillas y de todos los colores mientras pagues. Una bici es un enemigo del capitalismo. Ir en bici genera una felicidad contraproducente para el sistema. No no, ¿bicicletas para qué? Mucho mejor verte obligado a trabajar 10 horas al día para pagar un coche durante cuatro años y que el banco se lleve su comisión, o incluirlo dentro de tu fantástica hipoteca, ¡más comisión! Por favor, ¿dónde irían a parar esos ingresos? No no, Dios salve la industria del automóvil” Bien bien, esta parte me la sabía bastante bien. Con la tontería ya eran las 17:52 y el móvil seguía sin decir nada. “¡Mierda, que igual está en silencio por si me llamaba el ladrón para partirme la cara!” reaccioné. Miré y no, mi perfil de sonido era Normal. Las 18:12 y yo, sinceramente, estaba hasta las pelotas. Desarrollé la técnica de leer las respuestas a la inversa, pero no tenía sentido. “onicnarF solraC, opaug yum serE” lo dejé correr. Las 18:23 y ya me había comido todas las uñas y el guión. Harto de todo, me fui a Internet. Miré el mail. Eva, de La Ventana de Cadena SER, me había enviado un correo. Decía: “Leo, que rabia… no entraste por falta de tiempo…. Gracias por tu disponibilidad.” ¿Qué? Muy resignado contesté “En verdad era ridículo. Venga, que vaya bien.” Golpeé muy fuerte el teclado. Me sentía frustrado, a pesar de todo, me hacía cierta ilusión salir en la radio. Había perdido la ocasión de ser víctima de la cita de Warhol en versión reducida. Joder. Los hombros se me cayeron. Salí de la habitación y le dije a mi compañero “Tío, vaya mierda, que al final nada, 47


me han enviado un mail que no ha habido tiempo para que entrara en directo”, “Joder, y yo chupándome este programa de mierda” me contestó él, muy resignado también. Volví a la habitación. En la vida no todo son victorias y las derrotas también forman parte de ella. Había sido una buena lección. ¿Pero por qué me sentía derrotado? Jo, tenía muchas ganas de soltar aquellas bromas tan ingeniosas, seguro que algún oyente las hubiera sabido apreciar. Abrí el armario, cogí unos calzoncillos y un par de calcetines, agarré el albornoz de la percha y me fui a la ducha. Con el agua y el jabón resbalando por mi cuerpo pensé en todo aquello. Sólo llegaba a conclusiones sombrías. Una cara seria y rabiosa me dominó. “Mierda” decía mientras agarraba el champú del pelo. No me hizo nada de gracia cuando pasé el chorro de agua por las pelotas, eso siempre me hacía soltar alguna risa. Era un signo claro de que estaba jodido de verdad. “Va venga, ¿por qué te jode tanto esto?” me preguntaba. “Joder tío, creo que podía haber dicho cosas importantes, banales para mucha gente pero importantes para mi” y seguí manteniendo una conversación conmigo mismo muy densa, casi de beodos. Después de aclararme cerré el grifo y, ojo, escuché la melodía de mi móvil a todo meter. “¡Coño coño coño!” salí de la ducha como pude y me abrigué tan solo con el albornoz. Entré en la habitación y busqué el móvil. Aquí está. ¡Siete llamadas perdidas! Miré la hora, eran las 18:48. Tan rápido como devolví la mirada al móvil, éste, volvió a sonar de nuevo. Un número larguísimo apareció en la pantalla. “¿Sí?” contesté. “Leo, soy Eva de la Cadena SER, del programa La Ventana, ¿puedes entrar en directo ahora?” Mierda. “Eh… pues no sé, acabo de salir de la ducha, por eso no cogía el teléfono” le expliqué. “Vale, pues te paso con el otro departamento” Eh eh eh alto, ¿qué pasa aquí? “Hola soy Yolanda, ¿qué tal estás Leo?” me dijo otra voz. “¿En bolas?” pensé decirle, pero le dije “Bien”. ¡Mentiroso! Ella prosiguió mecánicamente “Muy bien, pues ahora te pondremos el programa en directo y lo podrás escuchar por el teléfono, en cuanto Carlos te llame entrarás en directo. Que vaya muy bien.” Y la tía me dejó ahí, tirado, desamparado, desnudo ante el enemigo. Me sentía perdido y fuera de juego. “Carlos, ¿estás ahí?” pensaba. “Ayúdame”. De pronto comencé a escuchar la radio por el móvil. “...y entonces viene el momento delicado, girar la tortilla. El único secreto es hacerlo con un golpe seco, rápidamente contra el plato.” ¿Qué? “Muchas gracias señora María, intentaremos hacer esa magnífica tortilla de patatas en casa” esa voz me sonaba, ¡era Carlos Francino! Pero espera, ¿eso que acababa de escuchar era el final de una receta de tortilla de patatas? Creo que sí querido Leo Voland. “Faltan diez minutos para que sean las siete de la tarde, las seis en Canarias. Aquí seguimos, asomados a La Ventana, asomados a la realidad. Y la verdad es que la historia que vamos a contar a continuación podría ser eh… podría ser el argumento, el arranque de una película de acción. Pero no no. Es el caso de una historia real. Para muchos de los que utilicen como medio de transporte la bicicleta, seguro que alguna vez, o les ha pasado a ellos o se lo han contando… que se la han robado. Que se la han robado y que seguro que 48


se van a sentir identificados con el protagonista de esta curiosa historia. Vamos a hablar con, digamos que, Leo Volánd. Un chico al que le robaron en dos ocasiones la bici. Dos bicicletas distintas. No quiso denunciar a la policía y gracias a Internet consiguió dar con la persona que le había robado una de las bicis que curiosamente, en fin, que curiosamente por decir algo, anunciaba su venta también por Internet.” Eh eh eh eh espera. ¿Qué es todo esto? ¿Dónde está mi papel? ¿Mi guión? Mierda, iba a entrar ya en antena. Carlos me iba a llamar. “Leo Volánd buenas tardes” Noooooo. “Hola, buenas tarde” dije. “Así contado parece muy sencillo pero la historia es un pelín más complicada, ¿no?” seguía Carlos. Llevaba tres horas de programa, el tío sólo pensaba en pirarse a casa cuanto antes. “¿Cuéntanos cómo investigaste hasta dar con el anuncio donde se vendía tu bici, la que identificaste como tu bici” ¿Se habría leído la historia? ¿Le habría gustado? “Bueno...” comencé a decir yo. Tartamudeé hasta el infinito, incluso me acordé del policía. Uy, ahora no recuerdo si llegué a explicar que el policía con el que hablé era tartaja. Bueno, seguimos. “Acabas de decir que la historia parece bastante sencilla y en verdad creo que... es bastante sencilla” contesté. Vaya pringado, vaya forma de arrancar más penosa. “Simplemente me robaron la bici, la encontré por Internet en plataformas de venta de segunda mano y la recuperé” Bueno, eso estaba mejor. Carlos iba asintiendo “Mmmm... Mmm...”. “Igualmente lo que...” seguí. “Lo que creo que de verdad es importante de la historia es como el entre líneas, ¿no? La moraleja por decirlo de alguna manera”. Vale, comenzaba a ir por buen camino, comenzaba a tener el control, mal y tartamudeando, pero tenía el control. Carlos dejó a un lado los “Mmm... Mmmm...” y preguntó “¿Y cuál es la moraleja para ti Leo?” ¡Bien! Ahí le quería yo. Le tenía contra las cuerdas. “Que un ciudadano es robado y lucha por recuperar lo que es suyo” ¡Ole! Pero duró poco. Justo cuando iba a continuar con el discurso que acababa de iniciar, Carlos contraatacó “¿Cuanto tiempo tardas tú en recuperar la bici Leo?” Vaya viraje. “Ehm... Un par de semanas”, “Un par de semanas” confirmó Carlos. “Sí” corroboré. Otra vez andaba despistado, no podía pedir tiempo muerto, esto seguía. “Quiero decir, que no es tan complicado...” y me interrumpió “Ya ya, y cuando das con el ladrón ¿qué haces? ¿Lo pones al conocimiento de la policía?” Uy que juega sucio. Juega con la ley. Yo reaccioné mal “Ah... Ehm...” y acabé diciendo “Sí…”. “Sí... sí... este sí arrastrado, ¿qué quiere decir?” Muy buena Carlos. A ver qué digo yo. “Pues que contacté con la policía en el momento en que ya tenía pruebas contundentes de que era mi bici” Un poco flojo Leo. Carlos estaba muy cómodo e iba diciendo “Sí... sí...”. “Pero no hicieron nada” solté. “No hicieron nada” repitió Francino. “Porque las bicis no interesan demasiado” bien Leo, ahora estaba recuperando el terreno perdido. Por ahí vamos muy bien Leo, no nos falles. Carlos dijo un seco “Ya...”. “Entonces tú localizas la bici, sabes quién te la ha robado. Para ti es una prueba irrefutable. La policía dices que no te hace caso. ¿Y cuál es el siguiente paso para recuperarla? Porque eso no tiene que ser tan sencillo tampoco” Uy, quería desviar mi atención. No hay que subestimar al enemigo. “Quedar... quedar con él enmascarado, por así decirlo, bajo el 49


nombre de Leo Voland y recuperarla.” Todo se estaba yendo por los cerros de Úbeda. El hilo de la entrevista que yo quería mantener se perdió por completo. Mis fuerzas iban menguando y opté, simplemente, por recibir sus golpes y contestar. “¿Fuiste tú solo?” preguntó. “No no, como... como... como has dicho antes no es tan simple” No quería meterme en el tema Facebook y todo eso. “Inicié una operación para reunirme con más gente y... y... nos enfrentamos de manera pacífica a él y recuperé mi bici”, “Perdona, por pura curiosidad, ¿qué te dice el ladrón cuando le dices: oye, mira, esta es mi bici, estos son mis amigos, me la tendrías que devolver?” ¿Me la tendrías que devolver? Qué inocente eres Carlos, en Foro Coches no duras ni cinco minutos. “¿Qué te dice esa persona? Por pura curiosidad” insiste. “Primero lo niega” le digo. “Claro, claro” me apoya. “Pero como para él sólo era un cliente de esa trama que tiene él montada, yo primero comienzo a hacerle preguntas: ¿cuánto tiempo tiene esta bici? ¿Por qué la vendes? Y él, de manera natural, me contaba que la tenía desde hacía mucho tiempo y que como la tenía muy aparcada en el trastero, decidía venderla. En el momento en que le digo que esta bici es mía y que me la pienso llevar él comienza a usar otro tipo de estrategias. Y dice que hacía una semana que se la había comprado su mujer, etcétera.” Me había vendido a la simple anécdota. “Hasta que reconoce que no es suya” me repite tres veces Carlos porque yo seguía dale que te pego. “Oye, has creado el blog de la historia de cómo recuperé mi bici donde cuentas de manera muy detallada esta aventura. ¿Cuántas visitas estás teniendo?” Francino quiere números, quiere cifras. “Bueno, visitas en el blog no las puedo contar. Pero sí que hay... está puesto en otros sitios donde sí que está teniendo una cierta repercusión. En Menéame...” No quería decirlo pero me sentí obligado. “¿Cuántos clicks hay?” Carlos insistía en datos, quería una algo palpable y yo le contesté “Hay más de 47.000, es un poco loco” dije un poco deprimido. “Bueno...” y puso su mano en mi hombro caído. Me vio desanimado, mi tono de voz me delataba y nadie se va de La Ventana de Cadena SER desanimado. Después de un silencio me pregunta “¿Y sigues yendo en bici?” con tonito pillín, como si le preguntara a un niño de cinco años si se porta bien. “Hombre, por supuesto, y seguiré”. Suelta unas risitas y me despide. “Leo Volánd, muchísimas gracias por asomarte a La Ventana y contarnos esta historia eh. ¡Suerte amigo!” por mi parte me despedí con un prepotente “Venga...”. Y acabó la entrevista. Al final ni Luís del Olmo, ni Zephyr Lake, ni discursito sensacionalista. Vaya cagada. Me sentía como una mierda, además de húmedo. Estaba en albornoz sentado en la cama de mi habitación con el teléfono móvil en las manos. Era deprimente. Había sido carne de cañón de un España Directo radiofónico, había sido violado. En mi fuero interno se abrieron discusiones que llegaron a las manos. “¿Pero quién coño te mandó hacer todo esto? ¿Qué pretendías? Ahora te lo comes”. La pena es un sentimiento cruel, a la altura del desprecio. Fui al ordenador y le escribí un mail a Eva. “Ya está, ya habéis tenido lo que queríais. Me he portado bastante bien. Políticamente correcto. Me50


nuda mierda”, volví a patalear como un niño pequeño. Ella contestó bastante rápido. “Por que no estas contento? No entiendo.” y le envié otro a modo de respuesta “¿Por qué lo iba a estar?” Era verdad, ¿por qué iba a estar contento? Igualmente fue una chiquillada decirle todo eso. ¿No podía estarme quieto? Eva en parte tenía razón, ¿por qué no estaba contento? ¿Por qué no hago lo que hace la gente normal? Vivir, trabajar, pagar facturas, consumir, intentar ser feliz, no sé, ser un espectador silencioso y no un actor de lo absurdo. ¿Por qué hago siempre este tipo de cosas? Ya era de noche y quería irme a dormir cuanto antes. Me sequé el pelo y el cuerpo aunque ya prácticamente lo estaba. Me puse unos calzoncillos, unos calcetines y el pijama. Fui al lavabo a recogerlo y cuando entré no me podía creer lo que estaba viendo. Mi bici, la Olmo, estaba en la bañera, con el manillar mirando hacia la puerta. Se me paró el corazón, no daba crédito. Habían sido unos días muy intensos y todo me había afectado demasiado. Para colmo lo de la radio, eso fue la gota que colmó el vaso. Me agaché para recoger la ropa sucia que había en el suelo sin perder de vista la bici. “¿Qué...?”, me temblaba todo el cuerpo. Llamé a mi compañero de piso pero no estaba. “No pasa nada, es una alucinación o algo, vamos a dormir” y apagué la luz del cuarto de baño como si nada hubiera pasado. Joder, estaba realmente mal. En el pasillo me miré al espejo, tenía ojeras. “Bueno, tranquilo, dormir largo y tendido te irá bien, no te preocupes más”. Llegué a la habitación y se me cayó la ropa al suelo, acto seguido grité. Ahora la bici estaba tumbada en la cama, inmóvil. No podía ser, estaba soñando, sin duda era una pesadilla. Fui corriendo a la cocina y llené un vaso de agua, me lo bebí de un trago. Volví a mi cuarto y allí seguía ella. Me giré impotente, desconcertado, entré y rodeé la cama. Toqué la bici y era completamente real, incluso estaba manchando de grasa las sábanas. “¿Pero qué quieres?” le grité apretando los dientes muy fuerte. Del pánico estaba empezando a llorar, no sabía qué hacer. “¿Has sido tú? ¿Todo esto lo has montado tú?” ella seguía callada, estática ante mis preguntas. Me estaba volviendo loco. Finalmente decidí poner fin a todo. No podía más. Me cambié mientras la bici me miraba. Una vez vestido la saqué de la cama y salí del piso con ella. En la calle comencé a pedalear como un loco sin rumbo fijo. Ella, la bici, me dejaba hacer, no ponía resistencia. Yo le iba hablando, con lágrimas en los ojos. Le pregunté por qué me había hecho eso, si yo le había tratado mal o si el ladrón le había hecho algo a ella. Le pedí perdón una y otra vez. También le pedí perdón por lo que le iba a hacer ahora. Seguía callada, me ignoraba, eso hacía que me sintiera peor aún. “¿Sabes qué? Creo que no eres la de antes. Sí, exacto, ya no eres tú. Has cambiado” le recriminé. Igual era para justificarme o algo, no lo sé. Cuando quise darme cuenta estaba en Carrer Marina, a la altura del Parc de la Ciutadella más o menos. Paré en seco y tracé un plan. Tuve una idea, así que fui para la Vila Olímpica. Seguí por Carrer Marina y 51


llegué a la playa. Había una gran luna llena, como si alguien de allí arriba estuviera abriendo mucho un ojo para verlo todo. Hacía viento y la playa estaba desierta, la gente estaría viendo la televisión o en Internet. Me cargué la bici al hombro y anduve por la arena. Llegué a uno de esos espigones que hay y comencé a escalar por las rocas. Fue muy difícil, la humedad de las piedras y el viento estaban en mi contra. Además la bici, viendo lo que estaba intentando, comenzó a girar el manillar para dificultarme la tarea. “Ahora sí, ¿no?” le dije. “No, querida Olmo, esto se ha acabado. Ahora es un tú o yo. Ya no seremos más un tú y yo” iba diciéndole. Poco a poco conseguí llegar hasta la última roca. Apoyé la bici contra una grande y cogí aire. El infinito se manifestó delante de mis ojos. Una leve línea desvelaba el horizonte y la luz de la luna chocaba con fuerza en la superficie del agua. El mar estaba tranquilo y oscuro. Como pude me puse de pie y miré la bici. No había tiempo para sentimentalismos. La cogí, la levanté en el aire y la arrojé al mar. Salpicó fuerte contra el agua y miré cómo se hundía. “Ya está, todo ha acabado” dije en voz alta. Salí del espigón, me puse la capucha de la sudadera, metí las manos en los bolsillo y fui a coger el metro para volver a casa.

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La historia de cómo recuperé mi bici Índice Crónica de una acción al margen de la ley .................................................... 6 - 29 Pospublicación de una acción al margen de la ley en Tumblr ...................... 30 - 52

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