Historia Universal: La Edad Media

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Red Española de Historia y Arqueología

indiferencia el hecho 'que Sita se arroje al fuego de una hoguera? ¿Cómo, oh, tú, el primero entre los mayores dioses, no te reconoces a ti mismo? ¡Cómo! ¿Eres tú quien se atreve a dudar de la casta videana, como si fueras un esposo vulgar?" A estas palabras del creador de todo el Universo, Rama respondió: "Yo creo que soy simplemente un hijo de Manú; que sólo soy Rama, hijo del rey Dasarata". Entonces el Ser del esplendor infinito habló así al Kakútstida: "Escucha ahora la verdad, ¡tú, de quien la fuerza nunca se ha desmentido! Tu excelencia es Narayana, dios augusto y afortunado. Eres la morada de la verdad; se te ha visto desde el principio hasta el fin de los mundos, pero no se sabe ni tu principio ni tu fin. Para la muerte de Rayana entraste aquí abajo en un cuerpo humano. Para beneficio nuestro has consumado esa empresa, ¡oh, tú, la más fuerte columna que sostiene el principio del deber! Ahora que el impío Rayana ha muerto, vuelve gozoso a tu mansión". Mientras tanto, el fuego ardiente y sin humo había respetado a la djanákida colocada en medio de la hoguera: de pronto, el fuego encarnó en un cuerpo y se lanzó por los aires, llevando a Sita en sus brazos. El Fuego mismo puso en el seno de Rama a la joven, a la bella, a la sabia videana de las joyas de oro puro, vestida con traje escarlata, adornada de frescas guirnaldas de flores y parecida al Sol. Entonces, el testigo incorruptible del mundo, el Fuego, dijo a Rama: "He aquí a tu esposa pura y sin tacha; yo, el Fuego que ve todo lo que hay manifiesto y Gatito, te garantizo que no existe en ella la menor falta..." El rey Dasarata dijo a su hijo estas palabras: "Tú has visto, héroe, transcurrir catorce años, durante los cuales por mí has habitado los bosques en compañía de tu videana y de Laksmana. Tu estancia en los bosques es, pues, hoy una deuda pagada, y tu promesa está cumplida. Mora, sosegado, con tus hermanos disfruta de larga vida". Mientras que el kakútstida deificado se fue por los aires, Indra dijo estas palabras a Rama: "Estamos contentos; dinos lo que tu corazón desea". A estas palabras, el ragüida, con serenidad de alma, contestó alegremente: "Voy a pedirte una gracia, soberano del mundo entero de los inmortales; dígnate concedérmela. Que todos los monos, que vencidos en estos combates cayeron por mi causa en el imperio de Yama, resuciten, gratificados con nueva vida. Que ríos límpidos circulen por los lugares donde estén los monos, y que para ellos nazcan raíces, frutos y flores hasta en el tiempo en que no sea su estación propia..." El gran Indra le respondió: "Hoy mismo será así". Entonces, Sakra vertió una lluvia mezclada de ambrosía en el campo de batalla. Apenas el aguacero hubo caído, los magnánimos monos, vueltos a la vida, se levantaron como si despertaran de un largo sueño.

Rama, acompañado de Sita, recupera entonces la ciudad de Ayodya, de la que Barata le entrega el imperio. Todos los días, el augusto y virtuoso Rama estudiaba por sí mismo con sus hermanos todos los asuntos de su vasto reino. Este afortunado poema, que da la gloria, que prolonga la vida y que hace victoriosos a los reyes, es la obra principal que en tiempos compuso Valmiki. Estará libre de todo pecado el hombre que pueda tener siempre ocupado su oído con el relato de esta historia, admirable y variada, del ragüida de brazos infatigables. Tendrá hijos si quiere hijos, tendrá riquezas si tiene sed de riquezas. Los que simplemente escuchen este poema, obtendrán del cielo todas las gracias, tales como las hayan podido desear.

El meollo del Ramayana tiene gran similitud con la leyenda griega de Heracles, lo que ha llevado a algunos estudiosos de mitología comparada a ver en el Ramayana una arcaica leyenda indo-europea, desarrollada con elementos locales. Tanto la leyenda de Heracles —"la aventura espiritual griega", como dice Bowra— como el Ramayana proveen al pueblo que la protagoniza, en este caso, los indo-arios, de una suerte de autoconciencia. El Ramayana representa el choque y la final armonización entre las

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