Historia Universal: La Edad Media

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Red Española de Historia y Arqueología

Veda o conocimiento místico, esotérico, de la vida. Su expresión externa fue el lenguaje que se habló en ese primer horizonte de civilización y que permitió que los hombres, desde sus ciudades-santuarios, pudieran controlar el cosmos y dominar su vida agrícola y urbana. Este primer nivel de civilización fue abundante en intensidad y amplitud de vida. A través de los restos lingüísticos que dejó, se puede afirmar que antes del segundo milenio anterior a Cristo tenían vigencia los siguientes fenómenos culturales: una muy adelantada comprensión de las propiedades de las hierbas y plantas (base para el posterior Ayurveda o medicina natural hindú), cultivo del arroz y de la caña de azúcar, uso del licor de betel con fines rituales y sociales, aritmética a base de conjuntos de veinte unidades, uso del bermellón y tumeric en el ritual religioso, tabúes, ritualismo mágico, creencia en la eternidad y, posiblemente, en la transmigración de las almas (mitos ancestrales que reafloraron en los posteriores puranas), indumentaria confeccionada fundamentalmente con algodón, y domesticación del elefante. La analogía de algunos de estos rasgos con los de culturas de Indonesia y Polinesia sería explicable por difusión desde India, sirviendo de vehículo el habla austronésica. Una de las cosas más significativas para la India posterior fueron las avanzadas ideas astronómicas de la etapa que estamos tratando; aun cuando, presumiblemente, se hayan originado en el Cercano Oriente, tuvieron acá un fuerte desarrollo local. Particularmente importantes eran las creencias en torno a la Luna. Las palabras para indicar sus diferentes fases, eclipses y halos eran variadas y muy precisas, lo que indica la trascendencia que la Luna tenía para los autores de la primera alta civilización de India. La Luna era el símbolo de las fuerzas misteriosas que radican en la Tierra y en sus organismos, y la vía mágica para el dominio de los ciclos agrícolas y de la fertilidad en general; además les parecía vinculada a los sueños, tenidos por actividad nocturna de conversación lunar. La vida era, entonces, regida por conceptos lunares y, por lo mismo, femeninos. El calendario era lunar. Especial significación tenían las serpientes y otros animales fríos como las noches de luna, pues todo ello evocaba el tremendo misterio de la creación, desarrollo y destrucción de la vida; tal cosa era expresada por la idea de la Gran Diosa Madre. El profesor polaco Jean Przyluzki acierta al decir que junto con el despliegue de la cultura agraria en las civilizaciones de Egipto, Sumer, Mesopotamia e India, se dio un colosal paso en la comprensión humana de la vida en cuanto tal y en la relación que se estableció con ésta. Para la naciente civilización del Indo, Shiva (el Señor), la más poderosa y temible de las deidades de la India ancestral, ya había salido de su retiro sempiterno en el monte Kailash, en el Himalaya central, y bajado al Pundjab para tutelar esta confederación de sociedades de campesinos que lo tenían como su principal dios y guardián. La vida giraba en torno a él y a su aún más terrible esposa, Durga, quien reclamaba sacrificios cruentos para calmar su furor, desencadenado por los hombres que herían con sus herramientas el vientre de la madre tierra (la misma Durga), y atentaban contra los animales del jardín de Shiva Prajapati o Señor de las bestias, su esposo. La lengua hablada entre los años 3000 y 1500 antes de Cristo en la India septentrional era el dramiza, lengua que, compuesta por aportes múltiples, maduró lentamente hasta ser el instrumento de comunicación más eficaz de los hombres con la naturaleza. Cuando los arios invadieron hacia 1500 el valle del Indo, muchos indígenas del Sind, Pundjab y Rajastán se replegaron hacia el sur conservando su lengua original —llamada "drávida" por los intrusos invasores del norte—. El dramiza, al entrar en contacto con dialectos meridionales y adaptarse a la nueva geografía, derivó en tamil, dialecto preponderante del sur; el nombre mismo se transformó de dramiza en damis, luego en tamiz y finalmente en tamil.

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