HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

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ESPAÑA Y AMÉRICA: EL COMERCIO ATLÁNTICO

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habían conseguido aclimatarse, y esto no era cosa de poca importancia. Las principales ciudades, tales como Ciudad de México, Puebla y Bogotá, se encontraban tierra adentro, prácticamente inaccesibles al tipo de ejércitos que los europeos podían enviar a través del Atlántico en los pequeños barcos de la época. Sobre todo, la población colonial de las Américas vivía en su mayor parte fuera de las zonas de las peligrosas enfermedades tropicales, y visitaban los puertos como Veracruz, Portobelo o La Guaira sólo cuando era necesario. Los europeos que se arriesgaban a vivir en los trópicos morían en grandes cantidades, y especialmente los recién llegados de Europa. De hecho, según la opinión de la época, se suponía que los recién llegados caían enfermos, para sufrir un proceso de aclimatación en los primeros meses de estancia. Sólo si el inmigrante sobrevivía a sus primeros, aparentemente inevitables, brotes de malaria, disentería u otras enfermedades tropicales, podía tener esperanzas de prosperar en el Caribe. Los estrategas españoles lo sabían y se aprovechaban de ello. Drake evacuó Cartagena en lugar de esperar a ver satisfechas todas sus solicitudes de rescate, porque mientras más tiempo permaneciera en la ciudad mayor número de sus marineros enfermos morirían de malaria y disentería. Penn y Venables, los jefes de la expedición de Cromwell de 1655, fracasaron en la toma de Santo Domingo en parte por su propia incompetencia, pero también porque fueron tan inocentes como para acampar durante el largo asedio de la ciudad en los pantanos que la rodeaban para regocijo de los defensores españoles, que sabían lo que les sucedería si prolongaban su estancia allí. En poco más de una semana, la disentería y la fiebre comenzaron a diezmar a los atacantes y los supervivientes se vieron obligados a partir. Otros muchos miembros de la misma expedición iban a morir después de la ocupación de Jamaica antes de completar su aclimatación. Había otros factores que impedían el desarrollo del comercio extensivo de contrabando con el imperio español. Los holandeses y, en menor medida, los ingleses fueron capaces de hacer descender muchos precios españoles desde fines del siglo xvi hasta casi las guerras de independencia, pero se enfrentaban con graves problemas de oferta y demanda, almacenamiento y transporte de mercancías voluminosas. Si la Casa de Contratación de Sevilla tenía problemas para estimar las nacesidades de los mercados de Portobelo, Veracruz y Lima con seis meses de antelación, ¿qué decir de los comerciantes de Amsterdam, excluidos legalmente de la información de los negocios coloniales y que dependían a menudo de rumores subrepticios recogidos en oscuras playas por piratas, contrabandistas o renegados españoles? Tampoco podían esperar los intrusos establecer un almacén en el Nuevo Mundo mientras no tuvieran claro que la demanda y los precios se decantarían en su favor. No tuvieron almacenes en las islas antes de la década de 1630, y no se les ocurrió la idea de usar las islas capturadas para este propósito hasta mucho más tarde, cuando ya había terminado el enfrentamiento entre piratas y comerciantes. Tampoco podían los recién llegados producir y proveer en cantidad, lo que habría disminuido los costes y reducido las pérdidas potenciales. Se enfrentaban con el mismo inconveniente de los barcos pequeños con poco espacio de carga que tenían los españoles, aunque los holandeses, en especial, tenían mejores barcos y sus exportaciones venían de una Europa que estaba empezando a reorganizarse para las primeras etapas de la revolución industrial. Aún faltaba tiempo para que aparecieran la producción en


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