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Centro de Altos Estudios Masónicos de la

los WAnKAs JurAn indEPEndE

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Centro de Altos Estudios Masónicos de la gran logia Constitucional del Perú.

EnCiA Y dAn BAtAllA Por EllA.

Centro de Altos Estudios Masónicos de la Gran Logia Constitucional del Perú.

los WAnKAs JurAn indEPEndEnCiA Y dAn BAtAllA Por EllA. lAs PriMErAs rEBElionEs WAnKAs.

Los guerrilleros de la sierra central Luchadores contra la opresión y la invasión foránea, demostrando su valentía y heroicidad desde el inicio mismo de la Colonia. Veamos un breve repaso de estos hechos:

Manco Inca en Wankamayo (río Mantaro) con el primer grito separatista (1536). Destacan los héroes rebeldes Cristóbal Callavallauri en 1565 y Carlos Apoalaya (1666), ambos de Chupaca. Melchor Julián Mayta Canchari (1710) en Acolla, torturado por tres días seguidos y arrastrado por un caballo cabalgado por un negro llamado Jacinto Hurtado tras haberse revelado contra los hacendados españoles de Yanamarca, en defensa de sus tierras. Cristóbal Huayna Atoc del pueblo de Junín en 1735 defendió a los arrieros indígenas contra los propietarios de minas. La revuelta de Casimiro Lambato (1752) en Jauja.

Ignacio Torote, cacique asháninka, sublevado en 1737, el movimiento del Apu Inga Juan Santos Atahualpa, que liberó la Selva central. En este movimiento destaca la heroína Ana de Tarma, con un grupo de corajudas mujeres tarmeñas que tuvieron intimidados al Intendente Benito Troncoso al igual que al sanguinario realista Pedro de Milla Campo, derrotándolos en las batallas de Cerro la Sal, río Perené y Nijandaris.

Nicolás Dávila Astocuri en 1781 en Jauja, con apoyo de su madre Josefa Astocuri Limaylla, liberó del pago de mitas y el pontazgo en Huancayo (Castro: 37).

lA EXPEdiCiÓn liBErtAdorA dE Antonio ÁlVArEZ dE ArEnAlEs.

Luego de dos meses en Pisco, José de San Martín busca un lugar estratégico y, decide trasladarse a Huaura. Ordena a Álvarez que se interne en la sierra central para insurreccionar a los pobladores y tender un cerco sobre Lima.

Antonio Álvarez de Arenales, comandante y estratega de la expedición libertadora de la Sierra Central, partió de Pisco el 5 de octubre de 1820 y cubrió Ica, Cangallo, Huamanga, Huanta, Huancayo, Jauja, Tarma hasta Cerro de Pasco con 1242 hombres y, retornó a Huaura el 8 de enero de 1821.

Alvarez, en este recorrido pudo conocer la situación real de los realistas, solivianto a las poblaciones contra los godos, hizo propaganda, promovió que los pueblos proclamen su independencia y elijan sus propias autoridades, desconociendo al virrey Pezuela. Hubo varias batallas, como el de Puchococha-Acolla, donde el mayor Lavalle derrotó a los realistas con montoneros acollinos y se inmolo Rudecindo Mayta. En Tarma y Cerro de Pasco, se enfrentaron victoriosamente con O‘Reilly en Uliachín y Patarcocha el 6 de diciembre 1820. El 29 de diciembre del mismo año, en Azapampa las tropas del cura guerrillero Félix Aldao, fueron vilmente masacradas por Ricafort, sucumbiendo más de quinientos héroes wancas que lucharon y ofrendaron su vida, por la independencia peruana.

lA indEPEndEnCiA dE HuAnCAYo Y lA BAtAllA dE AZAPAMPA.

Con la presencia del Gral. Alvarez de Arenales, el Obispo Orihuela, autoridades huancaínas y diversas delegaciones de los pueblos de Chupaca, Sicaya, Chongos y otros, el 20 de noviembre de 1820, el sacerdote Estanislao Márquez celebró una misa de acción de gracias en la Iglesia de Huancayo, luego de ello fueron a la plaza Huamanmarca donde se habían reunido

la población, tomando la palabra el Gobernador Coronel Manuel Granados, igualmente el Gral. Arenales, quién expuso su misión, mientras el escribano Juan de Dios Marticorena tomaba nota, se proclama que “¡Huancayo será desde este instante, libre del dominio español o de cualquier otra nación extranjera, porque así los juramos sus hijos ante el dios de nuestros padres, en el altar de la patria libre!” La proclama fue redactada por el RP Estanislao Márquez de las Casas, que luego lo haría también para Jauja.

Este hecho provocó la furia de los españoles comandados por Mariano Ricafort que se trasladaron desde el Cusco hasta el valle del Mantaro, avanzó arrasando e incendiando a los pueblos, su intención era castigar a Huancayo para escarmiento de los demás pueblos.

En Huancayo el sacerdote José Félix Aldao, en menos de un mes logró reunir a unos diez mil bravos wancas. El 28 de diciembre Ricafort alevosamente incendió Viques y Huayucachi, pueblos cerca de Huancayo. Un día después Ricafort y su ejército realista aparecieron en Azapampa con 1300 hombres bien armados, mientras que los patriotas era una masa de indios armados de lanzas, rejones, hondas y escopetas casi inservibles.

La batalla fue muy dura, las armas decidieron a favor de los realistas, el resultado, una masacre. “Las tropas de Ricafort rodearon y asaltaron Huancayo. Saquearon al vecindario y degollaron a más de 1000 indefensos pobladores. Los sanguinarios españoles persiguieron a los patriotas hasta quebrada honda” (Mayta y Canchari). Paz Soldán refiere que “El castigo que aplicó a los pueblos wancas fue cruel y monstruoso: masacres, incendios, fusilamientos, violaciones, degüellos”, Mitre (1887) dice: “Pasó a cuchillo a más de quinientos hombres indefensos”.

Esta batalla hizo que Huancayo sea conocida en el Perú como la “Ciudad Incontrastable”. Denominación en reconocimiento a

los valientes wankas que demostraron su valentía ante el poderoso ejército español en la batalla de Azapampa el 28 de diciembre de 1820, El reconocimiento está fechado 19 de marzo de 1822, por Torre Tagle, que le confiriera a Huancayo el título de Ciudad Incontrastable (ciudad que no puede ser conquistada), ratificado por el gobierno provisorio de José La Mar el 5 de febrero de 1828.

lAs HEroinAs tolEdo dE ConCEPCion.

Las Heroínas Toledo de Concepción fueron tres damas, María Ramos de Toledo (madre) y su dos hijas: Cleofé e Higinia Tole51

do Ramos, hijas de Pedro Toledo. En esos días el sacerdote patriota Aldao, que operaba en Cerro de Pasco, había dejado un destacamento de caballería de 100 hombres en Concepción, que sirvieran en los puestos de observación y sean núcleos de concentración de los indígenas del valle después de la infausta batalla de Azapampa y los asesinatos de Huancayo. El 2 de marzo de 1821, a media noche, el realista Ricafort marcha a Concepción con toda clase de precauciones para caer de sorpresa y así no gastar municiones ni tener bajas. El 3 de marzo a las tres de la madrugada los realistas entraron sigilosamente a Concepción y atacaron por diversos puntos el cuartel patriota, los primeros disparos despertó al pueblo y se movilizó la guerrilla en defensa de la pequeña y única fuerza dejada en el valle; la confusión y el desorden manifiestos por la oscuridad produjo

sorpresa y numerosas bajas entre los patriotas del pueblo que se defendió con escopetas y rejones.

Concepción no olvida lo ocurrido el 3 de marzo. Fue tan dolorosa que dejó huellas profundas en el corazón de este pueblo. Informados de la presencia de los españoles, los pobladores destruyeron todos los puentes sobre el río Mantaro para impedir la reunión de las dos fuerzas de los chapetones. Excepto el “Puente Balsas” a la altura de Concepción; era amplio, hecho de mimbre y con pisos de madera. De ello se enteró Valdés y aceleró la marcha, se adelantó con un escuadrón de caballería y pudo alcanzar al pueblo de Mito, situado frente a Concepción (Vargas Ugarte, citado por León Gonzales). Las mujeres de Concepción al mando de María Ramos de Toledo y sus dos hijas, organizaron a la población y prepararon la defensa del puente. Recibieron el apoyo de un sargento del batallón N.° 11, la mayoría de los varones se alistaron en las filas de Aldao, y solo quedaban unos cuantos ancianos.

Tomaron la iniciativa para la defensa de la población las hermanas Toledo, y recibe la adhesión de los pobladores de Concepción. Esta iniciativa, el general Álvarez de Arenales lo reconocerá en su segunda campaña cuando llega a Concepción persiguiendo a Carratalá, y rinde patriótico homenaje a las hermanas Toledo diciendo: “debo consignar aquí un heroico acontecimiento que hace ilustre el nombre de este pueblo en la historia de la independencia americana […] cuando la cabeza de la división Valdés comenzaba a desfilar por el puente (9 de abril) fue repentinamente aturdida por una descarga de la orilla opuesta, unos cuantos realistas fueron al agua y los demás volvieron atrás. Indignado Valdés con esta imprevista ocurrencia, mandó romper vivo fuego de mosquetería ayudado por las piezas de artillería ventajosamente situadas y cuyas balas desde corta distancia disparadas hicieron graves destrozos. En medio de esto Valdés mandó de nuevo que entrara una partida de húsares por el puente; pero las comandantes Toledo corrie-

ron inmediatamente a la cabeza del puente con algunos de los suyos y se empeñaron en cortarlos. Esta operación ejecutada con presteza y entre el fuego de la metralla enemiga concluyó tan oportunamente que los que intentaron pasar fueron víctimas de su imprudencia y cayeron al agua. No por ello cesó el fuego; y en medio de él Valdés gritaba a los patriotas que se rindieran y que les perdonaría; pero las heroínas le contestaban del modo más heroico y firme. Así sostuvieron la acción paseando filas con marcial altivez y sin cesar de proclamar a su gente estimulándola a la pelea con la más ardorosa elocuencia” (León Gonzales).

La situación era difícil después de haber humillado a los españoles en Concepción y tras un balance de lo sucedido el 3 de marzo, las hermanas Toledo decidieron el retirarse hacia las montañas de Comas, internándose por los bosques de Ocopa, dejando sus hogares y llevándose lo que pudieron.

Una vez arreglados los puentes, las fuerzas de Ricafort y Valdés se juntan el 10 de abril y entraron a Concepción y el pueblo sufrió un ignominioso pillaje por las tropas españolas. La soldadesca realista antes de retirarse incendió la localidad. El pueblo de Concepción sufrió su primer holocausto en su lucha por la independencia. El realista Ricafort se retiró a Huancayo e Izcuchaca en donde lo esperaba Carratalá (narración de Germán Leguía y Martínez, citado por León Gonzáles Jesús).

ProClAMACiÓn Y JurA dE lA indEPEndEnCiA En JAuJA.

Mientras jubilosamente Huancayo festejaba su Independencia. El general Antonio Álvarez de Arenales, al enterarse de la fuga precipitada de los españoles hacia Tarma por la ruta de Jauja-Acolla, ordenó al mayor argentino Juan Lavalle una persecución implacable al brigadier realista José Montenegro “hasta alcanzarlo y aniquilarlo”. Objetivo que se cumplió, en la Gloriosa Batalla de ACOLLA, Puchococha y Cruzpata. Lavalle, 54

forzando su marcha causó serios estragos a la retaguardia enemiga en San Lorenzo, Ataura y Maquinhuayo (Apolinario Mayta Inga).

Los patriotas jaujinos presididos por el Gobernador de la villa de Jauja, coronel Pedro Gonzáles y los principales y notables ciudadanos Hilario Lino, Gregorio Suárez, Rafael Zevallos y el sacerdote Estanislao Márquez, que redactó el Acta de la Independencia de Huancayo, designaron al capitán Alejo Martínez Lira para el Acto Histórico (Apolinario Mayta Inga).

22 noviembre de 1820, con la presencia de Arenales proclamaron y juraron su independencia, con mucho entusiasmo los descendientes de los indómitos Hatun Xauxas, juraron ser un pueblo libre e independiente de los reyes de España y de toda dominación extranjera, defender la religión católica y la libertad aún a costa de sus vidas.

Alejo Martínez Lira, encargado de proclamar la independencia de Jauja, fue capitán del Regimiento de los Granaderos Cívicos. De él, Waldemar Espinoza dice: “He aquí un hombre que permanece verdaderamente ignorado. He aquí a un patriota que, desde un comienzo, dio las pruebas más inequívocas de su adhesión al régimen instaurado por San Martín y Bolívar. Un jaujino que permaneció invariable a la causa de la Independencia y a los principios republicanos. Un jaujino que no tuvo otro deseo que la libertad del Perú y América. Un peruano que jamás traicionó el compromiso que contrajo desde un comienzo y cuya conducta, honor y decoro nunca desmerecieron la personalidad de un oficial honrado”. El general Antonio Álvarez de Arenales nombró a Martínez Lira, Abastecedor General del Ejército Libertador. En aquel servicio demostró gran actividad, celo poco común, también enorme dinamismo y, sobre todo emoción patriótica. Gracias a su dinamismo y a su patriotismo, los soldados patriotas no carecieron de nada.

JurA dE lA indEPEndEnCiA En tArMA.

El último gobernador e intendente de Tarma, general Joseph González, huyó hacia Lima ante la proximidad de la expedición libertadora. Por orden de Álvarez de Arenales, el coronel Manuel Rojas ataca a los realistas y logra tomar varios prisioneros, además de 6 piezas de artillería, 500 fusiles y 50000 cartuchos. El pueblo tarmeño encabezado por el argentino residente en Tarma Francisco de Paula Otero, ayuda a Rojas y la noche del 25 de noviembre reciben apoteósicamente al grueso del Ejército patriota comandado por Antonio Álvarez. Por designación del Cabildo, Francisco de Paula Otero el 28 de noviembre de 1820 proclamó la Independencia de Tarma, al día siguiente se abolieron las contribuciones de tributos, los estancos y se reconoció el libre tráfico del comercio. Su misión fue sostener a los beligerantes, continuar la propaganda política e impedir o retardar cualquier empresa de las tropas realistas sobre la retaguardia de la expedición libertadora.

EnfrEntAMiEntos, Y JurA dE lA indEPEndEnCiA En CErro dE PAsCo.

Las ideas y noticias libertarias circularon por los caminos comerciales desde Lima a Cerro de Pasco por los valles del Chillón o del Rímac. La batalla que precedió la jura de independencia de Cerro de Pasco, ocurrió el 6 de diciembre.

La expedición de Álvarez de Arenales en su marcha libertaria llegó el 5 de diciembre a Yanamate, a 7 km de Cerro, allí planeó la estrategia para atacar al enemigo que acampaba en Cerro de Pasco. Desde Villa de Paco, el 6 de diciembre muy de madrugada el ejército patriota se dirigió al encuentro del enemigo, superó las lagunas de Yanamate y Chaquicocha, treparon la montaña inaccesible de Uliachín, y a las 8 de la mañana ya habían copada, el cerro Patarcocha, que estaba alfombrada de nieve, que se derretía y se mezclaba con la sangre de los de-

fensores de la patria, su toma y posesión se hizo conforme a lo planificado.

Los montoneros indígenas estaban en la cima, en tanto que las 4 piezas de artillería estratégicamente colocadas operaron de inmediato, los enemigos ante el primer disparo de la artillería patriota salieron asustados y se posicionaron en la salida hacia Lima. Cientos de montoneros cazadores pro realistas se ubicaron para defender el centro minero, pero también hubo cientos de indios de montoneros patriotas. Álvarez de Arenales, con el fuego de artillería que inició, obligó a los realistas a dar combate. La lucha fue sin cuartel, las columnas de ambos bandos se enfrentaban tenazmente y con mucho coraje, muchos de estos enemigos eran familiares pero estaban en bandos opuestos. El apoyo del aguerrido pueblo cerreño que ansiaba su libertad fue decisivo para el triunfo. Con la fuerza, el pundonor y heroísmo que mostró el ejército patriota (menos de mil efectivos, contra 1400 de los godos) pudo dar fuertísimo golpe al enemigo que huyó en desbande cargando a cuestas su derrota. En esta lucha los realistas tuvieron 58 muertos, 15 heridos y 315 prisioneros, entre ellos estuvieron el coronel Diego O’Reilly y Andrés de Santa Cruz, más tarde presidente del Perú. Además cayeron en manos de los patriotas 2 piezas de artillería y 360 fusiles.

Informados los indios que O’Reilly se retiraba con calma por el Chaupihuaranga, decidieron perseguirlo y lo apresaron en el pueblo de Baños, en la hacienda de Lauricocha, capturado fue llevado a Huaura y meses después cuando fue enviado a España, prefirió suicidarse en alta mar.

Aquella mañana del 7 de diciembre de 1820 amaneció radiante. Los últimos vestigios de nieve que alfombrara de albura el campo de batalla donde los patriotas se cubrieran de gloria, había desaparecido. Un rutilante sol brillaba omnipotente, allá arriba, bajo un sobrecogedor imponente fondo azul. Gentes de toda condición, venidas de los pueblos aledaños, entremezcla-

das con los lugareños, iban tomando sus ubicaciones dentro de los linderos de la plaza Chaupimarca. El día anterior, el general Arenales había hecho publicar una convocatoria a un Cabildo Abierto para perpetuar en un acto simbólico el trascendental triunfo que las fuerzas patriotas de América acababan de obtener en un extremo de la minera ciudad. A un costado de la iglesia San Miguel, donde hasta el día anterior había permanecido la horca en la que habían ajusticiado a muchos facinerosos, se levantaba majestuoso un entarimado adornado con banderines, quitasueños y cadenetas. En la parte central: el altar. A un costado la bandera nacional recientemente creada por el general don José de San Martín, en Pisco el 21 de octubre del mismo año, dividida por líneas diagonales en cuatro campos, blancos los de los extremos superior e inferior, y rojos los laterales con una corona de laurel ovalada al centro y, dentro de ella, un sol saliendo por detrás de las sierras escarpadas que se elevan sobre un mar tranquilo. A un lado, la bandera chilena. En la parte baja

del estrado, se exhibían los trofeos de armas arrancados a los realistas: tres banderas y dos estandartes; la espada del prófugo general O´Reilly; armamento completo de dos batallones de infantería y un escuadrón de carabineros, dos cañones, la caja militar y el parque de repuesto.

A las diez de la mañana hicieron su aparición por las calles adyacentes los bravos soldados de la libertad: argentinos, chilenos, paraguayos y peruanos. Cientos de hombres, mujeres y niños, los aplaudían vitoreándolos. Inmediatamente después, irrumpió un grupo de cerreños notables presididos por don Ramón de Arias, Primer Alcalde Republicano y Juez Mayor de la Patria; don Francisco Quirós, notable político cerreño, nombrado Gobernador General; Don Miguel Francisco Maíz y Arcas, Comandante General de Armas; don Anacleto Benavides, Sub delegado Político Militar en el territorio de su Jurisdicción; el doctor don Dionisio Vizcarra, Director General de Minas; Manuel de Arias, delegado minero que al año siguiente firmaría el acta de independencia del Perú, el 28 de julio de 1821 en la ciudad de Lima, en representación del Cerro de Pasco. A continuación el Estado Mayor de los libertadores. El general Álvarez de Arenales con uniforme de gala; detrás el Jefe del Estado Mayor, Teniente Coronel Manuel Rojas, flanqueado por los comandantes Ramón Antonio Deheza y Santiago Aldunate. Los capitanes Federico Brandsen, José Vilela Castillo y Rufino Guido. A un costado, al mando del grupo de granaderos a caballo, el comandante Juan Lavalle. Detrás de los heroicos soldados, venía un grupo de hombres demacrados y escuálidos pero con la mirada alta y orgullosa. Eran los bravos sobrevivientes huanuqueños de la valerosa revolución de Crespo y Castillo que, cumpliendo sentencia del Tribunal de Lima, venían trabajando bajo rigor, a ración de pan y agua, y sin sueldo, en las galerías mineras del Rey que regentaban los españoles. Allí estaban los Alcaldes, Mariano Silvestre, del pueblo de Panao; Honorato Callán, de Pillao; Patricio Martínez, de Acomayo; José Calixto, de Santa María del Valle; Gregorio Evaristo, de Huacar; Francisco Antonio, de Acobamba;

Mariano Camacho de Cayna; Manuel Beraún, con alias “Saguaccay” de Huallayco; Juan de Dios Esteban, Alcalde de Campo de Pachas; Lucas Ruiz, de Rondos; Marcos Sánchez, de Punchauca, Pablo de la Cruz Vilca, de Chupán; Antonio Ambrosio, de Chavinillo; del mismo pueblo los ediles, Julián Ortega, Manuel Concha y Nicolás Charín. De Huánuco José Huanca, Pablo Usuriaga, Antonio Mallqui, Julián Gaspar, Ascencio Briceño, Manuel Roque, Santos Trujillo, Pedro Cabello, Francisco Cabello, Hipólito Gómez, Santos Tello, Víctorio Soto. Por disposición especial del general Álvarez de Arenales fueron puestos en libertad en medio de conmovedores aplausos del pueblo cerreño.

Una vez que hubieron tomado sus emplazamientos en el estrado, el cura huanuqueño, párroco de Yanahuanca, reverendo padre, Manuel Sáenz, celebró la misa de campaña escuchada con emoción patriótica. En su corta elocución, se refirió al significado que el acto encerraba para la historia de América y pidió que se orase por los patriotas muertos el día anterior, especialmente por el valeroso joven teniente de granaderos, el mendocino Juan Moreno, caído en la primera carga patriótica, con el corazón atravesado por una bala. El padre Sáenz inicialmente había sido un piadoso y esforzado arriero que llegó a hacerse muy conocido en Huánuco y gran parte de la quebrada de Chaupihuaranga. Al entrar de cura, en sus viajes misionales, observó de cerca la manera cómo los españoles trataban a los nativos. Para ellos todo lo mejor, dejando lo peor para los naturales. En sus conversaciones con el padre Villavicencio, llegó a la conclusión de que era necesaria la insurrección. En sus viajes ya se convirtió en agente propagandístico de la sublevación, llevando consigo proclamas, pasquines décimas y demás propaganda especialmente en los pueblos de Tápuc, Chacayán y Yanahuanca en donde formó partidas de cívicos que estaban dispuestos a luchar por la libertad y, cuando se efectuó la insurrección de Huánuco y Panataguas, él estuvo con los insurrectos alentándolos en condición de Capellán. Preso y herido fue severamente castigado. Cumplida su condena se hizo cargo de

la parroquia de San Pedro de Yanahuanca en cuya condición había celebrado la santa misa de independencia. Para terminar el acto litúrgico, el padre Sáenz bendijo el Estandarte de Guerra del Batallón CONCORDIA DE PASCO, formado por patriotas cerreños que en el futuro velarían por el mantenimiento de la libertad conseguida. Luego el General Juan Antonio Álvarez de Arenales, invitó a Don Ramón de Arias -elegido Alcalde Mayor y Juez de la Patria- a que declarara la independencia del Cerro de Pasco. El instante era solemne. Un silencio sobrecogedor se hizo en todos los ámbitos de la vieja e histórica plaza Chaupimarca. El primer alcalde republicano cerreño, tomo la mano derecha, la primera bandera peruana y en la izquierda un crucifijo de plata. Se acercó al borde mismo del estrado, miró a todos los rincones de la plaza y con voz potente y emocionada, pronuncio estas históricas palabras:

“Cerreños: Juráis por Dios y la señal de la Santa Cruz, el ser independientes de la corona y el gobierno del Rey de España y ser fieles a la patria?”

Mil voces quebradas por la emoción, respondieron al unísono: -¡¡¡Sí, Juramos!!!!!

En ese momento, los noveles soldados del Batallón Concordia de Pasco, efectuaron disparos de fusilería en homenaje al histórico momento.

Lo que ocurrió después, fue indescriptible. La emoción se apodero de todos los hombres, mujeres y niños que enmarcaban la plaza. Se gritaban vivas a la patria, a San Martín, a Arenales. Muchos lloraban, otros cantaban, pero todos emocionados se abrazaban. Los imbatibles soldados patriotas venidos de todos los confines de América, rompieron filas y se confundieron en emocionados abrazos con los cerreños que los vitoreaban. Entre tanto, todos rubricaban el acta que había levantado del momento supremo, el escribano del Cabildo de Huánuco, Don

Asencio Talancha. El Cerro de Pasco era el primer pueblo del Perú que juraba la independencia después de la triunfal Batalla de Pasco, que constituyó la primera y más importante victoria de las armas patriotas en una batalla franca y abierta por la libertad.

ProClAMA Y JurA dE lA indEPEndEnCiA En HuÁnuCo.

La noble ciudad de los caballeros del Perú, fue escenario de la revolución popular de indios, mestizos, criollos y miembros del clero que acaudilló Juan José Crespo y Castillo. Las causas de esta revolución, según refiere Macera, fueron “Sociales y políticas. Los indígenas estaban descontentos no solo por los repartos de las mercaderías, sino también por el saqueo de sus cosechas y contra los abusos que cometían las autoridades españolas…” (citado por Mayta y Canchari).

La revolución que mencionamos se inició el 22 de febrero de 1812, en la ciudad de Huánuco que fue tomada por un grupo de indígenas liderados por el criollo Juan Crespo y el curaca Norberto Haro.

Crespo y Castillo era un criollo natural de la misma ciudad, y se trataba de un importante y solvente empresario agrícola y minero, que ocupó cargos políticos como regidor y síndicio procurador. ¿Qué era un síndico procurador?, pues se trataba de lo que ahora sería el abogado de la municipalidad.

En el acto también participó Norberto Haro, un curaca huanuqueño que también era denominado como Tupa Amaro por los indígenas locales. Además, a él se sumó José Rodríguez, alcalde de Huamalíes.

Juan José Crespo y Castillo representó el sentimiento de descontento tanto de criollos como de indígenas frente a las medidas tributarias y de control fiscal dictadas por el gobier62

no virreinal. Con apoyo masivo de indígenas de Panatahuas, Huamalíes, Huánuco y otras poblaciones, y con la adhesión de sectores criollos, el movimiento de protesta tomó control de la ciudad de Huánuco el 22 de febrero de 1812, siendo elegido algunos días después Crespo y Castillo como jefe político y militar. Un mes después, el Virrey Abascal decidió contrarrestar el movimiento insurgente y envió a José Gonzales de Prada, Intendente de Tarma, con hombres que pudieran hacer frente a las huestes de los rebeldes huanuqueños.

Tras perder la batalla de Puente de Ambo, en marzo de 1812, frente a las tropas realistas, habiéndose causado la muerte de cientos de indígenas rebeldes, Crespo y Castillo, juntamente con el alcalde de Huamalíes José Rodríguez y el curaca Norberto Haro, fueron enjuiciados y ajusticiados en Huánuco con pena de garrote, en setiembre de 1814.

Esta rebelión es la primera revuelta regional en el centro del país, donde el sentimiento de autonomía se fue haciendo cada vez más evidente., como reflejo de la consolidación de una identidad criolla y de la apropiación regional de las ideas liberales.

Ocho años despues, el 15 de diciembre de 1820 la ciudad de Huánuco juró a favor de la independencia. Según consta en un documento que fue enviado por el comisionado Nicolás Herrera al coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales.

“En quince días de dicho mes y año, en cumplimiento de lo mandado y obedecido se practicó por mí el comisionado el Juramento de la Sagrada Independencia de la Libertad, en la Plaza Mayor de esta ciudad, con los señores de este ilustre Ayuntamiento, y demás vecinos que se hallaron presentes, para cuyo efecto se publicó por bando la convocatoria el día de ayer. Igualmente en virtud de la facultad que me es concedida por el señor General que rubricó la anterior orden, y por lo que aparece en ella he tenido a bien dejarlo reelecto de Juez al Sub

delegado absuelto don Eduardo Lúcar, por conocerse en él las aptitudes propias; de todo lo que con esta fecha doy cuenta al origen de donde emana mi comisión, y para su constancia lo firmó conmigo el escribano el dicho comisionado de que certifico.-Nicolás Herrera. Por mandato del señor comisionado.- Ascencio Talancha, escribano público”.

Los gestores de este pronunciamiento fueron el alcalde coronel Eduardo Lúcar y Torres con el apoyo del comisionado Nicolás Herrera.

Otros historiadores manifiestan que la jura de la independencia en Huánuco es la consecuencia de algunos enfrentamientos previos ocurridos en esa zona, asi dicen que el clérigo Juan Du-

rand fue uno de los más activos independentistas. En su celda almacenó armas y pólvora, mientras preparaba las composiciones literarias y artísticas en favor del movimiento libertario. Luego de las batallas de Uliachín y Patarcocha, en Cerro de Pasco que consolidaba la victoria patriota, los habitantes de Huánuco se aprestaron a derrotar por completo al ejército de Diego O’Reilly que había sido capturado, y asi deciden en cabildo adherirse a la causa libertaria, y el alcalde Eduardo Lúcar y Torre, el día 15 de diciembre de 1820, preside el acto en el cual el comisionado Nicolás Herrera con toda solemnidad dice: “Huanuqueños, juráis por Dios y una señal de la cruz el ser independientes de la corona y gobierno del Rey de España y ser fieles a la patria”, a lo que la multitud respondió emocionada: “¡Sí, juramos!”.

dEClArACiÓn dE lA indEPEndEnCiA dEl PErÚ En liMA.

La independencia se proclamó en un ambiente rodeado por el temor social de los criollos ricos de Lima, pues la situación del ejército realista era insostenible debido a la presencia del ejército de San Martín, las guerrillas y montoneras en el cercado de Lima, el bloqueo del Callao por Cochrane, la acciones de Álvarez en el centro del Perú, la falta de alimentos y otros hizo que el virrey La Serna abandonara Lima dejando a su gente el control del Castillo del Real Felipe.

Los criollos ricos de Lima vivieron horas de angustia durante el lapso intermedio entre la salida de los españoles y el ingreso de San Martín. Su reacción fue de terror. Unos especulaban la posibilidad de un alzamiento interno de los esclavos que vivían en la ciudad. Otros temían el saqueo de las montoneras compuestas principalmente por indios y mestizos.

Los criollos ricos de Lima temían que la guerra entre españoles y criollos terminara convirtiéndose en una guerra social de pobres contra ricos y de diversos grupos étnicos (indios, mestizos, negros) contra los blancos… Estos factores fueron decisivos 65

para que el Cabildo de Lima votase en favor de la Independencia del Perú. No todos los que firmaron el acta de ese cabildo fueron patriotas. Muchos habían sido simpatizantes y colaboradores del régimen español y continuarían siéndolo. A todos los cabilderos los unía el deseo de mantener el orden y el sistema, que en ese momento representaba San Martín.

Lo que a esos criollos y españoles ricos les importaba era que hubiese gobierno, que hubiese orden. Quince días después de su ingreso a Lima, San Martín hizo declarar la Independencia del Perú el 28 de Julio de 1821, con un juramento que para él, eran las tres fuentes principales de todo poder político: el pueblo, la justicia natural y Dios, por ello en la proclama dirá: “El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”

En el Perú, en Lima, el 15 de julio de 1821 se aprobó y firmó el Acta de Independencia por el Cabildo de Lima. En ella se encuentran las firmas de los nobles y aristócratas criollos y españoles, el alto clero y grandes comerciantes, pero no del pueblo. Firmaron esta acta: el Conde San Isidro, el Conde de la Vega del Ren, el Conde de Las lagunas, el Marqués de Villafuerte, el Marqués de Monte Alegre, el Conde de Torreblanca, el Conde de Vista Florida, el Conde de San Juan de Lurigancho, el Marqués de Corpa, el Marqués de Casa Dávila y otros miembros de la aristocracia y terratenientes como: Xavier de Luna Pizarro, José de la Riva Agüero, Manuel Agustín de la Torre, Tomás e Ignacio Ortiz de Cevallos, Antonio Boza, Hipólito Unanue, José y Miguel de la Puente, Manuel A. Colmenares, Luis A. Naranjo, Mateo de Pro, Lorenzo Zárate, Francisco Moreyra y Matute, Manuel y José Ferreyros, Francisco Xavier Mariátegui, Antonio de Bedoya, José Pezet, Pedro Olaechea, Manuel Tudela, Agustín de Vivanco, Toribio de Alarco y otros cuyos apellidos aún hoy los escuchamos, porque siempre tuvieron el poder y el gobierno del país. La población nativa y su representación, verdaderos dueños del te-

rritorio fueron omitidas totalmente, no obstante que su sangre y su vida fueron ofrendadas por la independencia antes de su proclama como después de ella.

Es difícil de entender, ¿Por qué San Martín ingresó a Lima, sin la compañía de los batallones de indígenas, negros y cholos? ¿Porque estos no participaron ni vieron los ceremoniales de la proclamación de la Independencia el 28 de julio de 1821?, salvo los que vivían dentro de las murallas de la ciudad.

Declarada la independencia, San Martín consideró que lo mejor para los peruanos era una monarquía constitucional. Es por eso que se reconocieron todos los títulos y derechos de la nobleza colonial, cambiando los “Títulos nobiliarios de España” por “Títulos nobiliarios del Perú”; asimismo creó la Orden del Sol, una condecoración militar de corte monárquico y hereditaria, fundó la Sociedad Patriótica de Lima, que tenía el objetivo

de difundir el sentimiento monárquico a la población peruana a través del diario El Sol del Perú, y envió una comisión diplomática a Europa con el fin de contactar con las principales casas reales, y encontrar al futuro Rey del Perú.

San Martín, envió a fines de 1821 una misión diplomática encabezada por su ministro Juan García del Río para convencer a Leopoldo de Sajonia-Coburgo de que inaugurase la monarquía en Perú. Sin embargo, cuando se iniciaban las gestiones en Europa, San Martín renuncia al gobierno en Lima y el Primer Congreso Constituyente instauró un régimen republicano, por lo que Juan García fue desautorizado inmediatamente y el anhelo de un Perú monárquico con el que soñaba la aristocracia limeña pasó en definitiva al olvido.

Las prerrogativas que brindaba San Martín a la Orden del Sol, eran personales, vitalicias y heredables hasta la tercera generación. Según el general, “sin herir la igualdad ante la ley”, servirían “de estímulo a los que se interesen en ella”.

Los fundadores de la Orden del Sol gozaban de los mayores privilegios: el derecho de preferencia a las grandes dignidades del Estado y al tratamiento de Señoría con el dictado de honorable y una pensión vitalicia, extensiva a sus hijos y nietos. Las dignidades de beneméritos y asociados eran, en cambio, exclusivamente personales.

BiBliogrAfiA.

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El rito dE MEnfis-MiZrAÏM

rito dE MEnfis

Jean Etiénne Marconis de Négre, hijo del fundador del Rito, en su libro “Le Sanctuaire de Memphis” (París, 1849), afirma que el Rito proviene directamente de Palestina, y que tiene su origen en los Caballeros Templarios. Esta es la tesis oficial y goza del suficiente rigor histórico. Sin embargo, es cierto que los propios 71

Caballeros Templarios contaban su propia leyenda acerca del origen del Rito, manteniendo que éste era mucho más antiguo, y se remontaba a muchos siglos antes.

Cuenta la leyenda que San Marcos, el evangelista, viajó a Alejandría, con el fin de visitar las iglesias cristianas a lo largo del valle del Nilo. Este hecho es verídico ya que existen numerosos testimonios de este viaje, también es verdad que de dudosa procedencia. Sería más correcto decir, sin temor a dudas, que su viaje fue a Ormuz (Siria), lugar donde el propio San Marcos se convirtió al cristianismo al egipcio ORMESSIUS (también llamado ORMUS), que era, hasta ese momento uno de los sacerdotes del culto de Serapis. Al volver a Egipto, éste convirtió a otros seis hombres (puede que sacerdotes) y de esta forma que una vez se reunieron siete iniciados, fundó la Hermandad Iniciática de “Los Sabios de la Luz”, primera Logia conocida que practicaba el llamado (posteriormente) Rito de Menfis.

De esta circunstancia proviene la expresión:

“Toda Luz viene de oriente y toda iniciación de Egipto”

Este sabio egipcio, Ormus, fue el depositario único de la milenaria tradición egipcia, la cual purificó de acuerdo con los principios cristianos. Por esa misma época, los Esenios, junto con otros grupos de judíos, fundaron una escuela de ciencia salomónica, a la cual se dice que concurría el propio Ormus. Este último a su vez inició en sus misterios a algunos peregrinos esenios, cuyos descendientes, siglos después a su vez, iniciaron a algunos caballeros cruzados en Palestina.

Desde el Siglo I hasta el Siglo XII, los discípulos descendientes de Ormuz fueron los depositarios de las antiguas tradiciones de Egipto, adaptadas al cristianismo. Después de múltiples y diferentes transformaciones a través de los siglos, ya en la Edad Media, durante las Cruzadas, algunos Caballeros

pertenecientes a la Orden del Templo (Templarios) fueron iniciados en Palestina, en un centro iniciático heredero de las antiguas tradiciones esenias. Los esenios conocidos como “los piadosos” y también los “nazarenos” (el término «nazareno» significa «consagrado a Dios», o también «el que conoce las cosas ocultas»), se denominaban a sí mismos, “los Hijos de la Luz”, obviamente no había motivos para denominarse «Hijos de la Viuda» si bien, hay que apreciar que la viuda es Isis en los Misterios Egipcios.

Son precisamente a estos «Caballeros del Temple» a los que el Rito de Menfis reconoce como a sus fundadores inmediatos. Y fueron ellos los que llevaron dicha Tradición Iniciática a Europa, dentro de la Orden de caballería a la que pertenecían. Hacia el año 1150, los Templarios se diseminaron por toda Europa, y muchos Caballeros Templarios se refugiaron entre otros en lo que hoy llamaríamos Escocia o Suecia, llegando a fundar debido al auge que tomó en este siglo el cristianismo en la ciudad de Upsala (Suecia), una logia operativa. Tiempo después, también en Escocia, establecieron otra logia de la Masonería Oriental. Tras la muerte de Jacques de Molay, Gran Maestro de los Caballeros Templarios de Francia, y luego de la abolición de la Orden del Temple en el siglo XIV, los Caballeros Templarios es-

coceses se reunieron en una nueva Orden fundada por el Rey Robert Bruce I. Es en esta nueva Orden donde debe buscarse el origen de la Masonería Escocesa.

Fue en este mismo siglo aunque más tarde, en 1332, que se separaron los Masones de Edimburgo, de los Masones fieles a la tradición de Ormus o Masones de Menfis, que decidieron permanecer fieles a la Tradición Egipcia. Los masones de Edimburgo amparados por el poder político del propio rey fundan un nuevo Rito bajo el nombre de Heredom de Kilwinning, predecesores del llamado Rito de Escocia. En torno a estos ritos se creará posteriormente la Gran Logia Real de Kilwinning, la Orden de San Andrés del Cardo, la de los Maestros Escoceses de San Andrés, el Rito de Perfección o de Heredom y las Logias de la Masonería Jacobita o Masonería Estuardista*.

*No se debe confundir los ritos escoceses con el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que se estructura el 31 de mayo de 1801, al constituirse en Charleston, Carolina del Sur, el Primer Supremo Consejo de los Soberanos Grandes Inspectores Generales del XXXIII y Último Grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

Una vez minorizada la tradición egipcia de Menfis en Escocia, reaparece a fines del siglo XVIII en Francia, como consecuencia de la invasión de Egipto por Napoleón Bonaparte, y la “extraña” decisión de llevar consigo 167 sabios para la invasión. Obviamente se pretendía, desde el primer momento, ser una invasión no sólo militar sino científica. Hay que señalar el hecho contrastado de que muchos de los oficiales militares que acompañaban a Napoleón eran masones de antiguos ritos iniciáticos, tales como los Philaletes, los Hermanos Africanos, el Rito Hermético, los Philadelfos, el Rito Primitivo, e incluso miembros del Gran Oriente de Francia. Por cierto, entre ese grupo de oficiales estaba Jean François Champollion, quien logró descifrar el lenguaje jeroglífico mediante el estudio de la famosa Piedra de Rosetta.

En El Cairo, estos hermanos masones establecieron contacto con representantes de las escuelas hermético-gnósticas de Egipto. Llegaron hasta el Líbano, y recibieron iniciaciones en la Masonería Drusa, todo ello está reflejado y demostrado por el libro “Le Voyage en Orient (Viaje a Oriente)” de Gérard de Nerval, que no se publicó hasta 1850. Este libro es el culpable de la introducción dentro de la masonería de la disonante figura y leyenda de Hiram Abí. Tales conocimientos llegan a nosotros gracias a el maravilloso libro “La Franc-Maçonnerie oubliée” de Robert Ambelain.

Fue unos 50 años antes, en 1798 que los Generales Bonaparte y Jean Baptiste Kléber, Joachin Murat (según ha constatado Gérard Galtier por escritos del Gran Maestro Zola) fueron iniciaciados en los misterios y en la Tradición, por sabios masones egipcios en la Cámara del Rey de la Gran pirámide de Keops, donde recibieron como única investidura un anillo. Éstos fundaron la Logia Isis en El Cairo, para profundizar en los conocimientos y la sabiduría que el rito les transmitía.

A su vuelta a Francia, el 23 de mayo de 1815 en la localidad de Montauban, Francia. Se fundó la primera logia de Menfis, sus fundadores fueron GABRIEL MATHIEU MARCONIS DE NÉGRE, oficial de la armada napoleónica de Egipto, y el general francés SAMUEL HONIS. Esta primera Logia Madre que fundaron recibió el nombre de “Los Discípulos de Menfis” sobre la base de la Logia «Isis» de Egipto.

Y así los hermanos masones de la misión a Egipto y aquéllos por ellos iniciados, decidieron unánimemente renunciar a la filiación masónica proveniente de la Gran Logia de Inglaterra, a la sazón enemigo número uno de Francia, al sentirse recipendiarios de una iniciación masónica mucho más pura y antigua, que nada debía a la Obediencia de Londres.

El Rito de Menfis avanzaba imparable y se extendió rápida-

mente por Francia e Italia, gozando de gran predicamento se abrieron Logias en Marsella y Bruselas, pero la persecución que propicia la ignorancia, el odio, el fanatismo y la envidia no cesan nunca, y 35 años después todas las Logias de Menfis fueron cerradas por autoridades civiles francesas en 1852, debido a la nefasta influencia del Gran Oriente de Francia, que se consideraba y aún lo hace, árbitro y fuente inspiradora de la “regularidad”, tensión que mantenía con la Gran Logia Unida de Inglaterra que bajo el mismo paraguas protector de dar credenciales y patentes, se extendía por todo el orbe masónico. Esta absurda lucha por liderar la masonería y distinguir los buenos de los malos, produjo como consecuencia que el Rito de Menfis entrara en una etapa de “sueño”.

La mayoría de miembros del Gobierno Provisorio eran masones o bien se convertirían posteriormente en masones del GOF, sin duda ello pudo tener una influencia positiva en algunos aspectos como el desarrollo de las ideas y determinadas medidas tomadas, comenzando por la abolición de la esclavitud, por Víctor Schoelcher, o la instauración del sufragio universal. Sólo señalar que el mismo Lamartine mantiene que el lema republicano Libertad-Igualdad-Fraternidad es de origen masónico.

A partir de la elección del príncipe Luis-Napoleón Bonaparte en 1849 (que se convertiría en Napoleón III tras el golpe de estado del 2 de diciembre de 1851), la francmasonería se encuentra nuevamente amenazada y vigilada, bajo la tutela del Príncipe Lucien Murat, impuesto como Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, está confabulación entre masones y políticos, condujo al control férreo de la masonería, convirtiéndola en una única organización controlada políticamente, que para mantener un pensamiento único, no deseaba células de otras masonerías campando libres por la Francia del Segundo Imperio. Si bien es verdad que la masonería francesa totalmente radicalizada viaja en pos de la tercera República, y abjuraba del emperador. Unos años más tarde cercano a 1862, Marconis agobiado ante

la desaparición arbitraria y política del Rito, no ve más salida que rendirse al Gran Oriente de Francia «GOF», y agobiado por la muerte en vida del rito, solicitó su incorporación al GOF, con la esperanza de así poder revivir el Rito. El Gran Oriente de Francia consultó al Gran Colegio de Ritos de Francia y fue oficialmente admitido en la masonería “regular francesa», marchamo preciso para poder subsistir en noviembre de 1862. Marconis, es nombrado sin oposición alguna Gran Hierofante Mundial del Rito de Menfis, para ello tuvo que rendir su autoridad ante el Gran Oriente de Francia.

Con lo que se consiguieron los fines que motivaron la persecución de los «aparentes Hermanos», es decir a partir de aquí únicamente el Gran Oriente de Francia podría otorgar Cartas Constitutivas para la creación de nuevas Logias del Rito de Menfis. Marconis recibió a cambio el “resucitamiento” del Rito, y el permiso para reabrir las Logias cerradas por la policía.

Pero una condición más grave fue impuesta en esta venta al poder político-masónico que suponía el Gran Oriente de Francia…. la caída a la decadencia y profanación del Rito. Así se le impuso: Que estas logias de Menfis sólo podrían trabajar en los rituales de los tres primeros grados de la Masonería Universal, prohibiendo su trabajo en todos los demás, no contentos con ello, se adecuando estos primeros grados a las máximas del Rito Escoces Antiguo y Aceptado y al Rito Francés, creando un sucedáneo y una mixtura, que era bien visto y del agrado del GOF, modificando la historia y adjudicándoselo como propio. Una vez que no entraba en conflicto con sus propios ritos, y sobre todo no producía el efecto adverso de abrir los ojos a sus adeptos. Este sucedáneo es aún practicado en el Gran Oriente de Francia, manteniéndose los mismos tres grados que permitieron coexistir, aunque, como es de su agrado vacío de toda la simbología y contenido esotérico, y convirtiéndose en un instrumento más de los fines políticos de la masonería del Gran Oriente de Francia.

rito dE MiZrAiM

El Rito de Mizraim, según Marc Bédarride, remonta su remoto y verdadero origen, al primer hombre: Adán. Simbólicamente, indica su origen primordial y tradicional. Según la leyenda, el patriarca Balaám, iniciado en el rito de Mizraim, se estableció en Etruria, precisamente en el lugar que se conoce actualmente como la ciudad de Florencia. Con el paso de los siglos, los iniciados mizraimitas que vivieron en dicha región esparcieron su influencia sobre el mundo civilizado. Fundaron Logias en toda la Península Itálica. Sus iniciados participaron en la Primera Cruzada, y durante su estancia en la ciudad de Jerusalem, realizaron una visita a la gruta del profeta Elías, en las cercanías del Monte Carmelo, incluso cabe la posibilidad de haber sido iniciado del propio sultán Saladino. Al regreso de la Cruzada, estos iniciados se asentaron en la Liguria itálica. Destacan como iniciados del momento en el Rito, el alquimista Nicolás Flamel y el pintor Giotto.

Fue GAD BÉDARRIDE, padre de los hermanos Bédarride fundadores del Rito de Misraim en Francia, quien recibió en Cavallion en 1782, la visita de un misterioso «Iniciador Egipcio» del cual sólo se conoce su nombre místico de ANANIAH «El Sabio». Este Adepto fue quien inició a Gad Bédarride en la Masonería Egipcia.

Aun así la primera noticia que tenemos de este Rito proviene de Venecia. En 1788 se constituyó el “Rito de Mizraim seu Aegypti”. Su filiación proviene del propio Conde Cagliostro.

Realmente, no comenzó en Milán como creen algunos historiadores, sino que allí se estableció conjuntamente con Nápoles, y emergieron las más importantes logias, para pasar de allí a Francia.

THORY, escritor de masonería de la época nos narra en sus 78

dos obras «Acta Latomorum» y «Nomenclatura de los Ritos Principales», lo siguiente: «el Rito de Misphraim que es muy joven en Francia, era muy popular en Venecia y en las Islas Jónicas. Allí existían muchos Capítulos de Misphraim en los Abruzos y en la Pouille (Italia)…Todos los grados, excepto el 88,89 y 90 tienen nombres diferentes. Los nombres de los últimos tres grados no son conocidos, ellos están indicados, en el manuscrito que nos fue transmitido a nosotros, como estando velados”

La tradición del Rito de Misraim nos indica que sus últimos grados eran practicados en tres diferentes formas o Regímenes. 1º: RÉGIMEN COPTO-EGIPCIO: RÉGIMEN DE VENECIA: Dónde se practicaban los Arcanum Arcanorum o Mysterium Magnum

2º: RÉGIMEN EGIPCIO-GRIEGO: RÉGIMEN DE NÁPOLES: Dónde se mantenían los Arcana Arcanorum o Secreto de los Secretos.

3º: RÉGIMEN FILOSÓFICO-CABALÍSTICO: RÉGIMEN DE

BÉDARRIDE.

En 1823 es disuelta la de la Orden de Misraïm en Francia, por orden del Tribunal Correccional debido a las simpatías napoleónicas de los hermanos Bédarride, quienes eran militares inactivos del Ejército Imperial Napoleónico, aunque hasta 1831 los Hermanos Bédarride consiguen abrir nuevas logias de Mizraim en Francia a pesar del Decreto de Disolución. En 1856 comienza la persecución política del Gran Oriente de Francia para abolir el rito con la ayuda del Tribunal Correccional y la policía.

El Rito de Mizraim estuvo activo también en Inglaterra. Hay un documento emitido en 1824, por el “Supremo Poder para Escocia de la Orden Masónica de Mizraim”, que proporciona interesante información sobre quiénes eran los Miembros de los Altos

Grados alrededor del mundo. Este documento está firmado en el “Valle de Edimburgo”.

Estos Miembros perfectamente documentados eran:

– Soberano Gran Maestro Absoluto de la Orden, grado 90º. Príncipe Augusto Federico D’Este, 9º hijo de Jorge III Rey, y Duque DE SUSSEX-Londres, Gran Maestro de la Gran Logia Unida de Inglaterra, iniciado en el grado 90º en 1817. – 90º Duque DE CAZES-Londres Embajador del Rey de Francia en la Corte de Gran Bretaña. – 90º Conde MURAIRE-París Gran Conservador de la Orden. Gran Presidente del Supremo Poder en Francia. Gran Oficial de la Legión de Honor. – 90º MARC BEDARRIDE-París Gran Conservador de la Orden Teniente Coronel. – 90º JOSEPH BEDARRIDE-París Gran Conservador de la Orden Capitán de Caballería. – 90 º Duque de Leinster, y Gran Maestre de la Gran Logia de Irlanda.

Y continúa enumerando a los Grandes Maestros de la Orden de Holanda, Rusia, Venecia, Nápoles, Berlín Palmira, Francia y el Gran Ministro de la Orden en Madrid, Gran Maestro Andorrah 87º.

Hasta 1870 que se produce la separación de la Gran Logia Unida de Inglaterra, de nuevo invocando causas políticas, pasando a ser el conde Earl de Beactive, grado 90º, el Soberano Gran Maestre del Rito de Misraïm. Se mantiene la orden gracias a la actividad de Robert Wentworth Little (fundador de la Societas Rosicruciana In Anglia), el Conde de Limerick, Sigismund Rosenthal y E. H. Finney, que crean, en Londres, el Supremo Consejo General 90º del Rito de Misraïm, invocando una consagración de Adolphe Cremieux.

rito dE MEnfis-MiZrAiM

En 1881 GIUSEPPE GARIBALDI unificó ambos ritos y vino a ser el PRIMER GRAN MAESTRO MUNDIAL de los Ritos de Menfis y Misraim, como tal unificados. Lamentablemente falleció en Junio de 1882, no pudiendo hacer nada por el nuevo Rito. Tras la muerte de Garibaldi, es John YARKER quién se convirtió en el Gran Hierofante de Menfis y Misraim para todos los países de Europa hasta su muerte en 1913.

Tras la muerte de John Yarker, le sucedió como Gran Maestro Mundial, el alemán Teodoro REUSS-WILSON, quien falleció en 1924, sin que la dirección mundial de Menfis-Misraim pudiera asegurar un sucesor.

La lista de GRANDES MAESTROS del Rito, está ocupada no sólo por aquellos que han ocupado esta función administrativa dentro de la Orden Masónica, sino porque difundieron el Rito allí donde fueron, entre ellos destacan:

– CAGLIOSTRO: fundador de los Ritos Egipcios – MARC BEDARRIDE: fundador del Rito de Misraim – JEAN MARIE RAGON: autor masónico – MARCONIS DE NEGRE: fundador del Rito de Memphis – GARIBALDI: unificador de los Ritos de Misraim y de Menfis – JOHN YARKER: Gran Maestro – TEODORO REUSS: fundador de la Ordo Templi Orientis – GERARD ENCAUSSE: fundador de la Orden Martinista – JOHAN BRICAUD: Gran Maestro – ARTURO REGHINI: fundador del Rito Filosofico Italiano – CONSTANT CHEVILLON: Gran Maestro – JEAN MALLINGER: Gran Maestro – RUDOLF STEINER: fundador de la Sociedad Antroposofica – GEORGE LAGREZE: Gran Maestro – ROBERT AMBELAIN: Gran Maestro – GERARD KLOPPEL: Gran Maestro 81

suPrEMo ConsEJo dEl grAdo 33º

El Supremo Consejo de España de Menfis-Mizraim integrado dentro de la Gran Orden Soberana de los Ritos Egipcios «GOSRE-España» presidida por el Muy Poderoso Soberano Gran Comendador, Presidente del Soberano Santuario, y Gran Maestro de España de la Gran Logia de España del Rito Español «GLERE», posibilita el acceso a la auténtica masonería, librepensadora y no dogmática, entre todos aquellos masones y profanos, de buena voluntad, que hagan del proyecto masónico su camino de mejoramiento personal y progreso ético, dentro de la fraternidad más pura.

En sus logias Hermanos/as de todos los grados del 4º al 33º, practican la masonería ritualística, y los rituales antiguos y pri-

mitivos del Soberano Santuario del Consejo del Grado 33º del rito de Menfis-Mizraim, con la pureza de saberse no contaminados ni por la masonería dogmática, ni politizada, unidos ante el reto común de ser mejores como hombres/mujeres y masones.

es

fuente:

Gran Logia de España del Rito Español - Menfis&Mizraïm https://www.glere-mm.com/