Un Mensaje para ti

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Un mensaje para ti Quiero contarte de Dios, de aquel que puede cambiar tu vida. Quiero que por un momento dejes de pensar en lo que te preocupa, si esta enfermó o tienes problemas, dale 5 minutos al creador de la vida, que de seguro no te arrepentirás. Él tiene la solución a todos tus problemas, a todos. Desde el momento de tu concepción supo de ti, cuando estabas siendo formado en el vientre de tu madre, él ya te conoció. Cuando aun eras un embrión, viste a Dios, y él se deleitó viendo tus días, viendo las maravillas que él haría por tu mano. Cuando diste tu primer lloro en este mundo, sus entrañas saltaron de alegría, eres el anhelo de su corazón, te ha amado desde el comienzo y todos los días, cada minuto, cada instante, ha creído en ti, y te ha amado. Mientras crecías, eras su delicia, hablando a tus oídos, en sueños y en eventos, te mostraba su voluntad. Vio con tristeza cuando empezaste a pensar más en ti, que en él, pero aun así alegrabas su corazón y siempre estaba a tu lado. Siempre esperando ese momento, ese instante antes de dormir, cuando solo en tu habitación pensabas en tus sueños, en lo que querías hacer, entonces él estaba allí aconsejándote, llevando a tu corazón sus sueños para tu vida. El vigor lleno tus días, y te llenaste de sueños propios, tomaste la vida en tus manos, era un regalo de Dios, y empezaste a vivir tu vida de acuerdo con lo que tú decidías. Él respetó tu decisión, y esperaba encontrarte, siquiera un minuto al día, anhelaba tu sonrisa, tus palabras, tu confianza. Eres muy precioso ante sus ojos, y te amaba de tal forma que no podía obligarte a escuchar, era una cuestión de amor, y era tu amor lo que a él le interesaba, no dominar sobre ti.


Muchas voces empezasteis a escuchar, los que dicen tener la solución de todo, pero luego todos os dejaron. Voces que te llevaron por caminos, que parecían llenos de luz y verdad, pero que luego te dejaban solo, en medio de un camino que no conocías. Voces enemigas de Dios, que decían que Dios no existe, que si existía era un Dios malo, voces que llenaron tus sentidos y por última vez escuchaste su voz, dejándolo solo en el camino, a él, al autor de la vida, él que te amo desde el principio. Por muchos caminos pasaste, creías adquirir sabiduría, pero poco a poco te diste cuenta de que ahora estabas solo, lejos de Dios. “Ya nada se puede hacer”, pensaste, mientras caminabas, cada vez más lejos, aprendiendo a “sobrevivir”, llevando el dolor de los espinos del camino, dejando dolor en muchos que encontraste en tus caminos. “Vivir para morir”, llego a ser tu lema, “solo se vive una vez”. El amor pasó a ser un cosquilleo en el estómago cuando alguien te gustaba. Pero el cosquilleo se acababa muy rápido, y empezaste a buscar más amor. Y atrás uno, miraba todos los días el camino, quizás hoy regresarías. Allí estaba Dios, esperando, siempre mirando y esperando el día que su hijo volvería a él. Preparo un ejército de mensajeros, los envió a buscarte, a decirte que él te estaba esperando, que aun te amaba, que no dudaras en regresar. “Vayan, les dijo Dios, vayan por los caminos, por las aldeas, busquen a mi hijo, y tráiganlo a mí, mi corazón lo anhela, díganle que lo espero” Pero todos volvieron sin noticia tuya, nadie sabía de ti, sabían que ahora estabas solo en el camino. Entonces envió a Su Hijo amado, él único: “Ve Hijo, búscalo y tráelo a mí”, esa fue su misión. Y el Hijo amado vino a la tierra, y al momento supo de ti, sabía donde estabas, te vio antes de llegar. El amado del Padre, esta solo y no tiene forma de volver. Tus pecados habían puesto una muralla insalvable, que nadie podía pasar, por esta razón los mensajeros no te pudieron encontrar. Cuando el Hijo amado


quiso pasar esa muralla, para ir a buscarte, fue detenido: “Nadie puede ir a buscarlo, él ha escogido su camino”. El Hijo amado vio a millones de hijos, que como tú, se perdían en sus vanos pensamientos, alejados, solos, esperando la oscuridad, la recompensa de sus caminos. Y entonces rompió el muro de pecado, dando su propia vida. Y de nuevo envió un ejército de mensajeros, pero esta vez todos podían pasar, porque la muralla ya no existía: “Vayan, díganles a todos, que el camino está abierto para que vuelvan, que solo tienen que volver a Dios” Y ahí, en medio del camino, te alcanzo este mensajero, uno entre muchos, que te dice: “Vuelve a Dios, el camino está abierto, solo tienes que ir a él, porque el Hijo amado, Jesús, el Cristo, ha roto la muralla de separación. Ahora tienes entrada libre a Dios, vuelve a Dios”. Quisiera escribir un final feliz, pero no está en mi mano escribir el final de esta historia que es real. El final lo vas a escribir tu, tú decides el final de tu vida. El Padre, anhela que vuelvas, no existe pecado, que él ya no haya sacado del medio. Algo más tengo que decirte de parte de Dios, Dios había planeado una vida para ti, unos días en los que él se alegraría contigo. Aún no es tarde, para Dios todo es posible, vuelve a Dios y él traerá días de bendición sobre tu vida, esos días que él había planeado desde que fuiste concebido. Ese es mi Dios, del que te quería hablar, nuestro Padre. Déjame escribirte un verso de mi corazón para tu vida: Eres el anhelo del creador, No trates de pensar en lo que fue; En lo que hiciste, en lo que pasaste. Alza tu rostro, es hora de vivir. Vuelve hermano, Ve, dile a Dios cuanto lo anhelas,


Recibe el perdón de Jesús. Mira el camino de vuelta, y veras que te espera. Henry Padilla Londoño


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