El Rey Descendio

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El Rey descendi贸 Henry Padilla Londo帽o


Las sombras cubrían mi gente, el yugo era pesado sobre nuestros hombros. Como enfermos que lloran su pecado, comíamos el fruto de nuestro corazón. Morimos en nuestro corto instante, la vida se escapa en dolor, hace ya tiempo perdimos el camino, nos apartamos. Tropezamos y no vemos en que tropezamos. Los que estaban en gran oscuridad vieron gran luz, el día aquel, el día de la visitación. El yugo fue roto, enderezamos nuestros lomos.


Un niño nos fue dado, el hijo del hombre, trajo la luz al mundo. Tu luz resplandeció en medio de la noche, y has roto nuestras cadenas. De Belén, la pequeña de Israel, vino el Hacedor. Desde antes del tiempo es su salida, desde los días sin tiempo. Admirable te llamarán, Señor, buen Consejero, mi Redentor. Traerán dones a tus pies, Príncipe de Paz, y los tuyos te conocerán como Dios, el Fuerte, Padre Eterno.


Tu venida es la luz de los hombres, en tu luz veremos la luz, Señor. La vida nos rescató cuando Jesús nació en Belén, del cielo descendió para llevarnos a Dios. Lleno el mundo de gracia y de verdad, sus palabras de vida fueron hermosas semillas de amor. En medio de los suyos creció, del pecador, del cojo, del paralítico, del necesitado. “Yo he venido a llamar pecadores al arrepentimiento”, y allí me encontraba yo.


La vida me alcanzó cuando Jesús me miró, y por primera vez vi la luz. Gracias Señor, por pensar en nosotros, gracias por descender Hermoso Rey Soberano. Tu gracia nos alcanzó. El pesado yugo de servidumbre se ha roto, la sombra de la cruz alcanzó nuestras vidas, tu nueva vida nos levantó a la vida. Henry Padilla Londoño


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