El pintor y la vida. Henry Padilla Londo単o
Quise pintarte, trazar con precisión tus bordes, escoger los colores de tu piel. El pincel empezó a dibujar tus hermosas formas, los colores dejaron ver formas, sombras, luces, que formaban la sinfonía de tu cuerpo. Cada trazo lo conocía con precisión, cada color, cada expresión. Empecé a dibujar tus ojos, buscando tu mirada, esa mirada que es como un mar, calmado por el que se puede andar y disfrutar. Buscando la paz, que el Señor nos da. Pero no la pude dibujar. Lleve mi pincel a tus cabellos, dándoles esas formas caprichosas, sacando sombras, reflejando la luz. Busque darles vida, esa vida salvaje y arrojada, que enamoran mis miradas, que me encantan baja la luz de la luna, cuando te observo en silencio. Pero no pude, algo se me escapaba.
Pinte las sombras de tus labios, le di forma a tu preciosa boca. Mientras lo hacia, daba gracias a Dios por la compañera que me había dado, mi amada. Quise pintar la vida que sale de tu interior, cuando llevas las alabanzas de Dios, cuando hablas las Palabras del Señor. Pero no pude, los colores se acabaron, mis herramientas eran torpes y burdas, ante la magnificencia de la tarea. Quien podrá pintar la vida que emana de Dios, ¿habrá alguien que pueda expresar la maravilla de la alegría en el corazón? Somos pequeños viajeros en el inmenso mar de la verdad y la vida. Somos como pequeñas semillas, semillas de vida, emanadas de Dios.
Pero no todos, no todos quieren la vida. La vida tomo forma de hombre, Cristo, Jesús es su nombre. Él es la vida. Navegando en Cristo, he podido pintar unos pequeños trazos de amor. Navegando en el Señor, he podido verte y pintarte, hermosa mía. Navegando en Cristo, disfruto del viento del Espíritu, y llevo mi pincel a tu corazón, queriendo pintar al Señor. Deja que mi pincel pinte los colores de la salvación, déjame contarte los visos de la vida. Mientras las sombras se alejan, y dan lugar a la luz, la luz que solo esta en Cristo el Señor. Henry Padilla Londoño