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¿Qué esperamos y qué construimos?

Seamos una parte determinante de esta ecuación que debe dar como resultado un profesional integral, alguien capaz de incorporarse a la dinámica social, y aportar un beneficio a la comunidad

“Lo que en la juventud se aprende, toda la vida dura”. Francisco de Quevedo (1580-1645) Escritor español. “La juventud es el momento de estudiar la sabiduría; la vejez, el de practicarla”. Jean Jacques Rousseau (1712-1778) Filósofo francés.

¿Por qué empezar esta contribución con un par de máximas sobre la juventud? Sencillo, porque como docentes, trabajamos con jóvenes, algunos por razón de edad y otros por decisión y actitud, en cualquiera de los casos, somos copartícipes de la construcción de un futuro, un sueño, una meta, una vida.

Visto desde esa perspectiva, la labor docente es un compromiso, una responsabilidad ética y moral, que asumimos por vocación, por lo menos así debía ser, pero ¿cuál es nuestra realidad actual? Bueno, empiezo por decir que como docentes universitarios trabajamos, en estos momentos con jóvenes que pertenecen a la generación Z, sin embargo, estamos a pocos años de recibir alumnos de la generación Alpha.

Los docentes pertenecemos a la generación X y en algunos casos, millenials, por ende, vivimos cada día reacciones o actitudes de nuestros educandos que podemos clasificar como rebeldía, falta de respeto, apatía, signos de conflictos, aunque no sea necesariamente la intención del joven, ¿vamos entendiendo la necesidad de actualizarnos como docentes? No sólo desde el ámbito de contenidos de la materia, sino desde el punto de vista social, conocer el entorno de nuestros estudiantes, su realidad, nos acercará a la posibilidad de impactar en su desempeño como estudiante y en su construcción como persona.

Debemos saber que nuestros estudiantes hoy en día son profundamente racionales, preocupados por el bienestar social, siguen la voluntad de la mayoría, su compromiso social y con el medio ambiente es más evidente que en cualquier otra época, son jóvenes decididos y menos religiosos, pero ¿por qué es importante estar familiarizados con sus características generacionales? Atreviéndome a hablar desde mi experiencia docente, la respuesta es simple, porque estas los llevarán a una nueva y muy personal jerarquización de valores, más allá de lo que nosotros docentes queremos o lo que establezca un reglamento escolar, queda claro que el respeto y alineación a esos contenidos se harán, en la mayoría de los casos por obligación, los jóvenes sólo aprenden aquello que les significa algo, lo que claramente les beneficia o bien, es herramienta para conseguir futuros objetivos.

En este momento, la labor que desarrollamos dentro y fuera del aula reviste particular importancia, de nuevo hablo de ayudarles a construirse, somos, durante el tiempo que los estudiantes están a nuestro cuidado, quienes podemos influir en ellos y ¿cómo se logra la influencia positiva en el estudiante? Sin duda por la confianza que depositan en nosotros, esa que logramos transmitir a partir de nuestro ejemplo, honestidad y congruencia en el desarrollo de nuestra labor docente y nuestra propia vida, los docentes somos observados no sólo por nuestro entorno directo, sino por nuestros alumnos, autoridades escolares e incluso la propia sociedad, quien nos juzga a partir del ejercicio de nuestros egresados.

Sin duda, uno de los puntos delicados de esta labor docente y tiempo es el establecimiento de límites, mismos que debemos sostener con firmeza y a la vez, tener la capacidad de reconsiderar dadas las circunstancias, esta es la parte más complicada, porque como docentes podemos pasar de un segundo a otro a ser “los malos del cuento”, sin embargo, vale la pena jugar el papel si al final se traducirá en beneficiar o formar a los estudiantes.

Compañeros docentes, esto es claro y sencillo, ¿qué queremos de nuestros egresados?, ¿qué deseamos para su futuro?, ¿les estamos dotando de las herramientas necesarias para lograrlo? Atrevámonos a soñar y depositemos ese sueño en nuestra labor diaria, no perdamos de vista que trabajamos con lo más importante que hay, los jóvenes que con su ejercicio profesional hablarán no sólo de ellos, sino de su institución, de sus padres y de sus maestros, seamos una parte determinante de esta ecuación que debe dar como resultado un profesional integral, alguien capaz de incorporarse a la dinámica social, por veloz que cambie, capaz de aportar con su trabajo diario un beneficio a la comunidad, que viva dignamente y con ética del fruto de su trabajo y por encima de todo, que sea feliz con esa persona que está construyendo, no sólo, sino con ayuda de cada uno de los docentes que tenemos el gusto y enorme compromiso de colaborar en su formación académica y personal.