LOS ORÍGENES DE LA NACIÓN. PASADO INDÍGENA E HISTORIA NACIONAL

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\ UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA BIBLIOTECA FRANCISCO XA VIER CLA VIGERO Rozar Dupeyron, Guy Los orígenes de la nación: pasado indígena e historia nacional

l. Pueblos indígenas - México - Identidad étnica. 2. Mexicanos - Identidad étnica. 3. Historiografía - México. Le.

Los orígenes de la nación

F 1219.3 E79 R69.2001

CUIDADO DELAEDICIÓN: Lucía Cid, Rubén Lozano Herrera

y

Ricardo Sánchez

la. edición, 2001 D.R. © Guy Rozar Dupeyron D.R. © Universidad Iberoamericana, A.e. Prol. Paseo de la Reforma 880 Col. Lomas de Santa Fe Deleg. Álvaro Obregón 01210 México, D.F.

ISBN 968-859-418-0

Impreso y hecho en México P r in te d

a n d m a d e in M e x ic o

ÜCONACULTA·

FONCA

Esra invesrigación se realizó en el marco de las acrividades del programa de historia cultural de la Universidad Iberoamericana que esrá auspiciado por la Fundación Rockefeller.


Índice

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

Enrique González Torres RECTOR

Enrique Beascoechea Aranda VICERRECTOR ACADÉMICO

José Rámón Ulloa Herrero DIRECTOR DE LA DIVISIÓN DE ESTUDIOS DISCIPLINARES

9/

Araceli Téllez Trejo

I n tr o d u c c ió n

Primera Parte

DIRECTORA DE DIFUSIÓN CULTURAL

DE NUEVA ESPAÑA A MÉXICO

Valentina Torres Septién

21 /

DIRECTORA DEL DEPARTAMENTO DE HISTORIA

65 /

I. DE LA CRÓNICA A LA HISTORIA

Il. UNA HISTORIA SALVÍFICA, LA HISTORIA DE LOS TOLTECAS

105/

IlI. SANTO TOMÁs,

127 /

IV. HECHOS INDÍGENAS

143/

V. UN PUEBLO DE VALIE TES

159/

VI. HÉROES

BUSTAMANTE y AMÉRICA

POSITIVOS Y NEGATIVOS


I )

Parte

401 /

TRANSICIONES.

418/

1. Los 2. Las

447 /

Proposiciones

471 /

B ib lio g r a fía

Segunda

DE JOSÉ

199 /

EL

MARÍA

ROA

VII. EL ESCENARIO,

223 /

VIII. CONSTRUIR

253 /

IX. MEXICANOS

Tercera

CATECISMO ELEMENTAL

LA TIERRA Y LOS HOMBRES

UN RELATO HISTÓRICO

O INDÍGENAS

PRIETO,

DE LA HISTORIA

\

A LA ANTROPOLOGÍA

1

265/

x. LAs LECCIONES DE DON

283/

XI. PRIETO

297 /

XII. PRIETO

319/

XIII. EL ESPLENDOR

335/

XIV. LAs ANTROPOLOGÍAS

359/

xv. LAs AMBIGÜEDADES

377 /

XVI. ANTEPASADOS

399/

XVII. PRIETO,

GUILLERMO

y SU HISTORIA NACIONAL

IMAGINARIOS

del viaje de econollÚa

política

BÁRCENA

Parte

GUILLERMO

indios lecciones

y LA HISTORIA ANTIGUA DE MÉXICO

DE UN MUNDO

BÁRBARO

DE PRIETO

DE DON

GUILLERMO

PRESENTABLES

ENTRE INDIOS REALES E INDIOS

para

una

conclusión

y el indio


In tro d u c c ió n

I BIEN SE PUEDE c a SIDERAR que en el imaginario nacional mexicano actual la figura del "indio" ocupa un lugar central, esto no quiere decir que su construcción y funcionamiento no sean ambiguos. En la medida en que la identidad nacional es una creación histórica sometida a los embates de la coyuntura política y cultural como a los fenómenos de resistencia y recreación colectivas, las representaciones históricas que la habitan están también sometidas a profundos cambios y a una revisión permanente. Es por eso por lo que la construcción de la figura del indio en el sistema identitario mexicano, objeto desde hace dos siglos de una infinidad de discursos, que están lejos de haber esclarecido las relaciones entre el Indio y la Nación, sigue casi tan ambigua como al empezar el periodo independiente. El presente estudio puede ser considerado como una aportación más entre tantas que desde tiempo atrás se han elaborado para el esclarecimiento de algunas de las ambigüedades tejidas entre esas dos figuras imaginarias: el Indio y la ación. Para justificar que este tipo de estudio no es ocupación de ociosos ni de interés marginal, sino que debería ser el

11


objeto de una tarea colectiva imprescindible e impost~rgable, solamente diré que el sistema de las represer:taClones del indio en México no debe ser considerado jamás como del orden de un imaginario inofensivo y etéreo, fantasioso, sino que ordena y trabaja profundamente el cuerpo social produciendo violentos efectos sobre la identidad colectiva así como sobre las relaciones interindividuales. Finalmente, por las exclusiones y violencia simbólica que crea, determina de manera drástica el destino desdichado de una buena parte de la población. Así el estudio de las representaciones del indio, los indios imaginarios, desde la Conquista, puede constituir una guía fiel para entender la lógica política de los gobiernos que se sucedieron en tierras mexicanas en cuanto a sus relac,iones con las mayorías y por lo tanto funcionar como revelador de su práctica política de masas y de la suerte impuesta a los indios reales de este país. E l in d io } u n p r o b le m a d e c im o n ó n ic o

En cuanto al tema concreto de este estudio, nos parece evidente que más allá de las peripecias militares o políticas de la Independencia, lo que se afirma en México durante estos años caóticos de la primera mitad del siglo XIX es algo nuevo, fundamental, la construcción de una n~eva identidad, la aparición de un nuevo principio de identldad y legitimidad: la Nación Soberana. Gran parte del siglo XIX se caracteriza -tanto en México como en muchos países europeospor la búsqueda del régimen político ideal para la nación, lo que conduce a probar y establecer innumerables intentos políticos. Así la 12

"anarquía política", que algunos autores creen entrever como una especificidad típicamente mexicana, puede muy bien compararse con la gran variabilidad francesa. Ningún historiador francés pensaría analizar estas múltiples tentativas en términos realmente negativos, sino al contrario, esa variabilidad les parece como sintomática de la pugnacidad de los actores sociales en conflicto. Este ejemplo se podría utilizar también en México para analizar esos movimientos como algo bastante positivo, siendo la prueba de una intensa búsqueda y la violencia social creada por la afirmación de un nuevo principio organizador de lo político. Lo que complicará aún más en México, como en muchas otras de las jóvenes repúblicas iberoamericanas en el siglo XIX, el trabajo identitario colectivo de la nación es que éstas "heredan" una situación social ambigua, en la cual "la gente de razón", españoles y mestizos, siempre minoritarios en la época colonial, dominan de manera drástica a una población indígena, considerada como irremediablemente menor y sin ninguna voz en la discusión y el poder político. ¿Cómo construir, bajo esas condiciones, una nación que estuviera formada por ciudadanos iguales en derechos y obligaciones? Para triunfar de las resistencias al cambio y promover sus ideales la nación tiene que poner en marcha un conjunto de instituciones pedagógicas nacionales y medios de comunicación para construir el consenso colectivo del cual depende la sobrevivencia nacional. Una de las consecuencias más sobresalientes de esa pedagogía del ciudadano en el siglo XIX es la creación de una historia nacional. Por lo 13


y m e s tiz o s Durante el siglo XIX, los "indígenas reales", es decir, los habitantes del "México profundo" especialmente mayoritario, que vivían en una región mal o no comunicada, que hablaban una lengua nativa y que conservaban rasgos culturales de "otros", tuvieron dos alternativas: modernizarse o marginarse. Estadísticamente la gran mayoría, presionada por la lógica cultural del desarrollo económico, optó por abandonar los rasgos exteriores que podían recordar sus orígenes indígenas. El cambio de residencia hacia la vida urbana fue el elemento que les permitió lograr ese corte fundamental en su sentido de pertenencia. Los hijos de "indios" maltratados por burgueses agrarios porfiristas o generales posrevolucionarios se volvieron "mexicanos". En este sentido el acceso a la mexicanidad, a la ciudadanía plena, tenía que empezar, como lo confirmará en el siglo siguiente Manuel Gamio, ilustre prócer del indigenismo

mexicano, por despojarse de todo lo que pudiera identificarlo con lo que fue en el pasado un indio vivo, un indio real. Así, en el mismo movimiento en que el indio vivo tenía que desaparecer y fundirse en la mexicamdad, el Estado mexicano buscó ensalzar el pasado prehispánico y a los indios muertos; la estatua de Cuauhtémoc erigida en el cruce del Paseo de la Reforma y Avenida Insurgentes es buena prueba de ello. Después de la Revolución, la doble obra de Gamio en ese sentido será emblemática de esta diferencia de tratamiento entre indios vivos e indios muertos, dicotomía que estaba ya presente en cierta medida en la obra de Francisco Javier Clavijero cuando ensalza el pasado prehispánico, aunque considerando a los indios de California como bestias salvajes. El presente estudio pretende ayudar a esclarecer cómo en el siglo XIX la identidad nacional, al no poder integrar al indio, porque esa figura colonial pertenecía al paradigma de una historia prohispana, salvífica, apoyada en la teología cristiana, se fue poco a poco constituyendo al margen de esa antigua figura, para llegar finalmente a la elaboración de la figura del "mestizo", construida según el nuevo paradigma de la historiografía científica y nacional. De Justo Sierra a Andrés Malina Enríquez o José Vascancelas, la figura del mestizo se fue perfIlando como el futuro de la nación, en cambio el lugar del indio se volvió más y más ambiguo y permanecía en la indefinición. Tampoco se podía negar la presencia mayoritaria de los indios reales, por lo que al mismo tiempo que éstos fueron expulsados del discurso histórico-nacional se confirmó su asun-

14

15

tanto, podemos suponer que la manera en que esta historia nacional se representa y enseña al indio, da cuenta de cómo imagina el paso del antiguo indio colonial hacia el nuevo estatuto de ciudadano para las masas campesinas del país. Gracias al estudio de esas producciones historiográficas podremos entender cómo una sociedad se representa la presencia indígena entre sus conciudadanos y el tratamiento que preconiza para el "problema indígena". Y si el catecismo patrio se consolida como pedagogía fundamental de la nación, el análisis de esos documentos para la enseñanza de la historia evidencian las huellas de un trabajo de la nación sobre sí misma, construyendo su identidad. In d io s


ción colectiva en las ciencias antropológicas, permitiendo hacer de ese indio una figura atemporal. Creemos que muchas de las ambigüedades actuales de las discusiones sobre etnicidad o derechos indígenas podrían ser esclarecidas con un mínimo regreso de la figura del indio al seno de una reflexión seria de corte histórico, liberándolos de la cárcel antropológico-estructuralista en la cual están encerrados. Por otra parte, es evidente que los problemas atados a una posible reflexión sobre las ambigüedades de la figura del indio han sido obliterados entre 1960 y 1980, por la in te llig e n ts ia progresista debido a la figura pro mis aria de la Revolución. Pero el indio no podía desaparecer así simplemente, incluso para los marxistas más ortodoxos, para esos sectores más radicales, subsistía el núcleo de un indio fantasmático, producto de las representaciones nacionales oficiales y de las prácticas sociales que imperaban en el México profundo. Nos parece evidente que el derrumbe de los países del Este europeo, y el fracaso relativo de las esperanzas foquistas en Centroamérica, está en relación estrecha con la renovación del interés de la in te llig e n ts ia nacional e internacional por la suerte de los indios, después de la entrada en el escenario político del Ejército Zapatista de liberación Nacional (EZLN) y de sus integrantes indios. La

tr a m a d e l te x to

Para poder ver el trabajo de la gestación en el siglo XIX de la historia nacional y la imposibilidad de incluir al indio, cuando se trató de concretar nuestras reflexiones y traducirlas en un texto, escogimos varios textos que nos pare16

cían importantes para mostrar ese trabajo. Se pueden discutir los criterios de selección de estos textos, así como la ausencia de otros "clásicos" de la historiografía del siglo X1X, pero sólo diré para ser breve que me pareció que un hilo voluntariamente didáctico, para esa propedéutica de la nación que quería mostrar en acción, unía claramente los diferentes textos que escogí. Por otra parte, me pareció importante para el efecto didáctico que me proponía en la escritura de este texto, se debían utilizar de manera privilegiada textos relativamente conocidos, y no un conjunto de rarezas bibliográficas inaccesibles. Y no solamente que éstos debían ser accesibles al público en general sino que debían ser, lo que es muy importante, particularmente baratos para los estudiantes de historia, para que ellos, como todo lector interesado, pudieran hacer también, paralelamente a la lectura de mi texto, las lecturas de esas obras, y darse cuenta, con esa doble lectura, de ese trabajo cultural del México decimonónico que pretendo mostrar. Ese criterio pragmático y finalmente trivial, quizá no sea del agrado de todos o hasta podrá parecer simplón; por supuesto que no son los únicos textos que hemos leído y trabajado durante estos años para reflexionar sobre un tema que siempre nos ha apasionado, sino que son solamente los que sirvieron para conducir la exposición del relato. Por lo tanto, este texto no se presenta como una tesis, ni como un intento exhaustivo de mostrar cómo el siglo XIX construyó la imagen del indio.1 I

G uy

Rozat, In d io s im a g in a r io s e in d io s r e a le s , e n /o s r e la to s d e la C o n q u is ta

d e M é x ic o .

17


Creemos que el lector interesado encontrará esbozado paso a paso un modo de empleo, una guía para, a su vez, participar en esas enriquecedoras exploraciones. Entre la escritura de la historia por Carlos María de Bustamante y las lecciones de Guillermo Prieto, se puede ver cómo se desarrollan las marcas de una evolución secular, un cambio en los paradigmas, para utilizar un concepto de moda, que sostiene las diferentes etapas de la escritura de la historia nacional.

Primera Parte

DE NUEVA

18

(

I

ESPAÑA A MÉXICO


1

De la crónica a la historia

primera obra para la revisión de los libros dedicados a la enseñanza de la historia la bien conocida de Carlos María de Bustamante intitulada M a ñ a n a s d e la A la m e d a d e M é x ic o } publicada con el explicito subtítulo, "Para facilitar a las señoritas el estudio de la historia de su país".l Es evidente que no podemos tomar al pie de la letra dicho subtítulo, Bustamente no escribe sólo para las señoritas, de la misma manera que --<:omo lo veremos más adelantePrieto no escribe sólo para los alumnos del Colegio Militar, o Roa Bárcena para los maestros. EMOS ESCOGIDO COMO

ÍNDICES

La dedicatoria al bello sexo, nos parece más bien una manera de anunciar el modo de composición de la obra, una especie de diálogo platónico, y el estilo ameno e informal que va a utilizar para desarrollar sus exposiciones.

1

Carlos María de Bustamante,

M a ñ a n a s d e la A la m e d a

21

d e M é x ic o .


Incluso el pequeño preámbulo que pone, a la manera antigua, antes de la dedicatoria a don José Antonio Romero, da algunos indicios sobre la naturaleza de la obra que nos ofrece el autor. Allí dice que la curiosidad por la historia es algo que pertenece a las almas nobles, y que la investigación personal en ese saber produce un goce estético profundo que abre el espíritu, y que más que a encontrar conocimientos particulares, la práctica de la historia invita a serias reflexiones sobre el devenir humano.2 Antes de entrar en la obra, los tres índices evocados, el preámbulo, como la forma didáctica del coloquio adoptada para el relato histórico y la dedicatoria a un personaje importante, muestran que esa obra pertenece más bien a una historiografía que toma muchas de sus características

formales del estilo ya usual en el siglo XVIII, y refuerza su adhesión sin falla a la ya superada, en esa primera mitad del siglo XIX, teología de la historia. Al mismo tiempo podemos notar que gran parte de la reflexión politica y social, así como el exceso de sentimentalismo, pertenecen sin ninguna duda a las primeras décadas románticas del siglo XIX americano.3De hecho, la vida de Bustamante se inscribe en esa generación formada en la tradición novohispana. Nacido en 1774, criado en una fidelidad sin falla hacia la monarquía española y a la religión cristiana, Bustamante es un hombre ya maduro cuando Hidalgo levanta el estandarte de la revuelta. Frente a ese levantamiento, y a los acontecimientos europeos, como los demás hombres de su generación, tiene que tomar partido, tiene que desligarse paulatinamente de algunas de esas fidelidades antiguas para enfrentar los problemas que presentaba la erección de una nación independiente.

Es probable que Bustamante comparta la visión elitista de los usos sociales de la historia que Zavala, plagiando a Volney, reafirmó en el periódico El A g u iJ a M e x ic a n a a partir del 7 de octubre de 1824. Según él, la práctica de la historia "ciencia ftlosófica de los gobiernos" es propia de los espíritus elevados, y "la hallo menos propia a ser el objeto de los estudios vulgares [oo.] ¿Qué importa al labrador, al artesano, al comerciante que haya existido un Alejandro, un Atila, un Tamerlan, un imperio de Asiria ...? ¿Qué tienen de común estos fantasmas con su existencia? ¿Qué necesidad tiene de estas nociones para vivir y qué utilidad puede acarrearle para ser feliz? ¿Están menos sanos, menos contentos por ignorar que han existido grandes filósofos, ni grandes legisladores ...? No hay necesidad de conocer tantos hechos que ya no existen, y me parece que ofrece muchos inconvenientes hacerlos el objeto de una ocupación general y clásica; uno de éstos es emplear su tiempo y dedicar la atención que serían más útilmente empleados en las ciencias exactas y de primera necesidad".

De hecho el sentimentalismo lacrimógeno que invade a la literatura en el siglo XIX había sido preparado en la última década del XVIII con la aparición de obras donde la exposición sentimental exacerbada era el principal atractivo. Durantel:¡. Revolución francesa, por ejemplo, después de los excesos oratorios en el tribunal revolucionario que mandaban a la guillotina a aristócratas y a otros enemigos de la Revolución, los tribunos populares iban al teatro a llorar a moco tendido, escuchando el relato de los amores contrariados de pastorcitos y pastorcitas. Ya hacía tiempo que Goethe (1749-1832) había escrito los sufrimientos desesperados del joven Werther. Este sentimentalismo invade todos los ambientes de la producción literaria de fines del siglo XVIII, como lo prueba la obra de J.-J. Rousseau.

22

23

2

En la carta dedicada a don José Antonio Romero, gobernador del departamento de Jalisco, reconoce que si an3


tes ya había publicado muchos textos coloniales importantes para el conocimiento de la historia de México, ese trabajo anterior, más o menos erudito, debía ser complementado por otro tipo de obra. Creí sin embargo de esto, que nada había hecho, si no proporcionaba a nuestra juventud una lectura agradable e interesante que la instruyera de unos hechos que no debe ignorar toda persona civilizada;tanto más, cuanto que nuestra ciencia debe reducirse a saber [...] ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? y ¿hacia dónde caminamos? Lo primero y lo último nos lo enseña la religión; más el segundo extremo debe ser el resultado de un estudio particular, para el que deben consultarse las memorias que nos dejaron nuestros mayores, y nos las dejaron ocultas en parte, porque así convenía a su artera política.4 Con estas frases Bustamante plantea ya un cierto tipo de historiografía que podría chocar al lector contemporáneo, criado bajo otros paradigmas, después de siglo y medio de historia científica. Lo central de esa historiografía se organiza alrededor de la presencia de Dios, y la fe de Bustamante es la que guía la pluma e impone la lógica del relato. La historia, para él, no tiene por qué interesarse en decir quiénes somos los hombres, y en esto Bustamante se muestra poco receptivo a las ideas que empiezan a aparecer sobre la edad del mundo, la clasificación de las especies y todo lo relacionado con los orígenes biológicos del hom4

Bustamante, o p .

c it.}

t. 1, p. 2. 24

breo No le interesa repensar la naturaleza, ni el lugar del hombre en ese nuevo pensamiento naturalista, en este renglón no tiene dudas, el origen del hombre está en Dios su creador. Tampoco duda de hacia dónde va el hombre, pues en tanto que criatura divina camina hacia el fin de los tiempos, donde podrá realizarse el fin de la historia humana, en una nueva fusión, eterna esta vez, en su Creador. 5 Así, la historia de Bustamante se inscribe totalmente en el mito historiográfico cristiano, en lo que se ha llamado la historia salvífica. La historia en ese sentido no puede ser otra cosa que el relato de la marcha de los hombres en su superación hasta que encuentren gracia a los ojos del juez soberano por la intercesión de su hijo redentor. Para conocer ese penoso tránsito en la tierra de los hombres americanos, y para que puedan saber dónde se sitúan en ese largo camino, algunos de los pueblos más adelantados dejaron a sus descendientes memorias sobre su procedencia. Sin embargo este mensaje no es fácil de descifrar, no solamente por el tiempo transcurrido, sino porque no dijeron todo de manera clara, dejaron cosas en clave; son 5 Constatar ese rechazo por parte de Bustamante de una de las investigacionesfundamentalesdel siglo de la Ilustración,debe abrir una reflexiónglobal sobre la penetración del mensaje de la Ilustración en México.No solamente porque esa reflexión sobre la naturaleza y el lugar del hombre en ella constituyeel nuevo paradigma de las cienciasnaturalesque se inicianen la segundamitad del siglo XVIII, sino porque esa reflexión sobre el hombre posibilitará la secularizaciónde la historia humana, y por lo tanto inaugura,a su manera,la posibilidadde un nuevo tipo de historia fueradel cuadro estrecho de la historia salvífica.

25


esas ambigüedades las que la curiosidad histórica tratará de descifrar. Es interesante destacar que Bustamant.e reconoce que lo importante es lo estético, el gozo, la curiosidad, que son los sentimientos personales los que deben animar la investigación.6 En ese sentido se sitúa evidentemente antes de la historia científica, e incluso antes de la historia romántica. Está en el corazón de la historiografía del siglo XVIII, que en el mundo entero animaba la cultura cosmopolita de la ilustración y que en el orden de la producción histórica sostenía la constitución de los c a b in e ts d e

como lo pretende el autor, tampoco es un personaje ideal, afirma con fuerza que en nuestro país fecundo y maravilloso todo, abriga en su seno riquezas de toda especie, y mujeres no menos hermosas en sus rostros que en sus almas, dotadas de una imaginación lozana [...] ellas se explican con exactitud, gracia y aticismo, y dan a sus palabras con su acento, con sus miradas y con sus bellos ojos y maneras tal fuerza de encanto, que roban la atención y dejan en el ánimo una sensación dulce, profunda y duradera. 7

c u n o s ité s .

Hasta el hecho de escoger como musa o principal interlocutora de sus discursos a una mujer corresponde al siglo XVIII más que al XIX que emprende el encierro de la muj~r en su cárcel dorada y que desconfiará de sus capacidades intelectuales. Bustamante sabe que poner a una mujer en primer plano es una transgresión del orden del discurso culto de su época y por lo tanto debe justificar su elección. No creo que en su época haya habido muchos textos de la importancia de estas M a ñ a n a s dedicados a las mujeres. Por lo tanto debemos reflexionar un instante sobre esa dedicatoria. Esa mujer, doña Margarita, no es un personaje de ficción

Hasta el lugar físicoinfluyesobre la naturalezadel relato que será vertido,de la mismamanera que Cicerónreuma a sus amigos en su granja tusculana,Bustamantereúne a sus personajesen la Alameda: "En aquel lugar bellísimotodo contribuirá a discurrir con tranquilidad y gozo". 6

26

Finalmente Bustamante explicita su pensamiento, al mismo tiempo que hizo una obra para la ilustración de la juventud, escogiendo como protagonista a una mujer: "he pretendido desagraviar a esta bella mitad del género humano, y hacer ver a todos los que han menospreciado, que nuestras americanas pueden competir con las más discretas mujeres que celebró la Antigüedad". ¿Es acaso una defensa del bello sexo en general, de mujeres reales, o una reflexión int electual sobre las capacidades reconocidas de algunas mujeres excepcionales, protagonistas tan importantes en la vida intelectual del Antiguo Régimen tanto europeo como seguramente mexicano?, o sencillamente debemos ver un homenaje directo a la que fue la compañera de su vida. ¿Será doña Margarita una evocación de la Corregidora, o el disfraz de María Manuela García Villaseñor, la que lo acompañó todos los días de su 7

Bustamante, o p .

c it.,

p. 3. 27


vida y, según algunos volucionarias cabellada

biógrafos,

en el caso de Bustamante

ca y la obra literaria aparecen A menos

que el personaje

camente

como

mandaban del siglo

hasta en sus andanzas

a través del país? Esa hipótesis

jeres de su tiempo

sino constituir

sus mujeres

autores

algo inaudito,

Así la proposición

de un admirador

si hasta

hijos en grutas

nores fúnebres

que no tuvieron de

de lucha de la

mujeres

que fueron

y que recibió

ho-

cuyo elogio fue hecho por

el mismo Bustamante

en 1842, algunos

publicación

8

de su obra.

años después

de la

En el capítulo XVlIl intitulado "Las mujeres en la historia", Roberto Castelán anota el número importante de referencias a la acción de las mujeres en el C u a d r o h is tó r ic o... , la gran obra de Bustamante, pero también escribe que "son presentadas siempre como personajes secundarios (p. 304) o "las mujeres son parte de la geografía americana, y, como los demás recursos naturales, no sólo deben 8

28

el proyecto

que

su trabajo:

las acciones heroicas de nuestros mayores, cuya memoria pretendió sepultar en el olvido el gobierno

español [...]

ya no se tendrá por bárbaras las naciones que habitaron como sociedades cultas y políticas que no obstante hallarse separadas de la Europa, se conservaron

en un orden

admirable y bien regularizado, se guiaron por principios

de mujeres como doña

y despoblados,

casi nacionales,

a la

Las m aña-

en este continente [...] veranse nuestras antiguas naciones rinda a su ma-

Roo, compañera

hora, una de esas indomables

pariendo

de recordar

de

su país, para que la aprecie dignamente y procure imitar a

en esta fór-

a las batallas por la Independencia

Leona Vicario de Quintana

se siente obligado

se lanzó

volumen

el objeto que me propuse y fue, el de instruir al pueblo en

miedo

México, homenaje

Bustamante

lo que más le importa saber, que es la Historia antigua de

a todas estas mujeres

de lanzarse

tomo,

del segundo

a las mu-

nera un homenaje

primera

n a s ... } pero

del orden

los mexicanos

Bustamante

y publicación

animó desde el principio

son capaces de tanta inteligencia!

A menos que, sencillamente,

Con el éxito del primer

en

como inferiores

se explicitaría

no alcanzarán

PARA EL PUEBLO

europeos

vindicar

que las reconoce

mula: ¡Qué alturas

retóri-

tanta sabiduría,

no sería realmente

del saber compartido los hombres.

algunos

UNA HISTORIA

escritura

que de sí mismos

Poner tanta inteligencia,

una mujer mexicana,

mezcladas.

sea adoptado

a la imagen

a los novohispanos XVIII.

en el cual la vida" políti-

extremadamente

femenino

respuesta

re-

no sería des-

pertenecer a los americanos sino también ponerse al servicio de los insurgentes en la lucha contra los españoles. Determinada por la historia, la mujer americana trae consigo una culpa de origen, una especie de gran pecado original que le impone la obligación de remediar el error que por generaciones ha venido cometiendo su género. Por eso, al unir sus esfuerzos con los insurgentes, las americanas no sólo contribuyen a la causa de la libertad, sino que al mismo tiempo, rompen la vieja tradición histórica que les sitúa alIado de los responsables de los males del país" (p. 306). Finalmente este autor no hace notar que en el C u a d r o h is tó r ic o... "la esposa del autor del C u a d r o (...] doña Manuela García de Bustamante es puesta al lado de doña Leona Vicario en actos que la engrandecen ..." (p. 309). Roberto Castelán Rueda, L a fu e r z a d e la p a la b r a im p r e s a . C a r lo s M a n a d e B u s ta m a n te y e l d is c u r s o d e la m o d e r n id a d .

29


fijos de una sana moral; tuvieron costumbres, leyes y todo lo que caracteriza un pueblo de sobresaliente y adrnirable.

9

Se olvidó en parte del artificio retórico de la ilustración del bello sexo y de la juventud. Como lo mostramos, probablemente esas precauciones oratorias las tomó en el primer tomo para desarmar de antemano posibles críticas, y con el éxito, dicha retórica ya no era necesaria. Así, aclara que escribe para instruir al pueblo y construir una historia nacional y no historias sólo para señoritas. Una historia nacional cuyo carácter es la novedad y cuya escritura no se había podido realizar hasta ese momento. Porque para Bustamante la historia de México se hace en contra de todos. Contra el olvido que impuso la sujeción colonial española, contra los extranjeros que se llevaron los materiales antiguos, los mapas

Este saqueo se debía también al descuido de los mexicanos y de sus dirigentes incapaces de conservar, clasificar, estudiar y vigilar los materiales de su historia. Si no disculpa a los ignorantes que venden esos materiales sí acusa a las autoridades incapaces de una política de protección de ese patrimonio. "Este saqueo [...] no se ha podido impedir por una ley del Soberano Congreso, iniciada por mí, y que no se ha practicado porque el oro con que se han pagado estas producciones tiene más poderío que las leyes, y que el amor patrio".l1 Como está dentro de una reflexión metodológica sobre su trabajo como historiador, aprovecha la ocasión para aclarar sus relaciones con una de sus fuentes principales, la H is to r ia a n tig u a de Clavijero: como he diferido en no pocas cosas del sabio P. Clavijero, me veo precisado a indicar la causa de esa diferencia, que

en los cuales estaba consignada la verdadera Historia an-

parecerá a muchos escandalosa por la justa reputación

tigua, eran el apoyo de ella y [...] lo que no puede decirse

que goza en la república literaria este escritor clásico; esto

sin un dolor profundo, hasta la llave de los caracteres y

me obliga a entrar en explicaciones que no serán despre-

jeroglíficos han pasado a sus manos, dejándonos a oscu-

ciadas por mis lectores que tienen un justo derecho para

ras para poder interpretar lo muy poco que se había quedado de dichos mapas y jeroglíficos. De la misma manera han transportado

preciosísimos

manuscritos,

robados

unos en nuestros archivos o malbaratado otros por personas poco inteligentes, de cuya ignorancia se han sabido aprovechar los extranjeros. Bustamante, o p . I° Ib id e m , p . XlII.

9

c it.,

t. I1, p.

XlI.

30

lO

11 Incluso pone un ejemplo particularmente expresivo de esa incomprensión de las élites. Cuando el archivo de la Audiencia de México se entregó al gobernador don Lorenzo Zavala, dispuso de casi todo, vendiéndolo como papel viejo a los coheteros, tenderos y boticarios de México. Del Archivo N acional cuyo principio ha sido adoptado por el Congreso sólo existe, afirma Bustamante, lo que ha arreglado lo mejor que pudo el señor Cubas, y aprovecha la plática para pedir el palacio de Chapultepec para el Archivo General, Bustamante, o p . c it., t. I1, p. XlII.

31


exigírmelas:pues en la historia no debe tener lugar la ficción, que sólo viene bien en un poema épico: Ella debe escribirse sobre hechos incuestionables y el que se desviase de este principio, menos merece llamarse historiador que romancista.!2

desarrollo de una verdadera historia americana. "¡Qué acucia en prohibir que se escribiese la historia de nuestro país decretando leyes insertas en el código de Indias para que no se publicase sino lo que plugía al consejo Real".!3

Después de haber reafirmado así su voluntad de decir la verdad retoma sus anatemas contra la dominación española. Porque si no existía la historia, ni instrumentos adaptados y especializados para su desarrollo, si no había conciencia histórica nacional era debido a la sujeción colonial: "¡Qué empeño no tomó su gobierno para impedir que la luz de la mosofía penetrase hasta nosotros y olvidásemos hasta la memoria de nuestro origen!" Si bien podemos tomar en cuenta el reproche sobre la voluntad colonial de frenar e impedir el desarrollo intelectual de su colonia (que en otro momento de su obra, en un exceso retórico, afirmará superior al de la propia España), lo que debemos anotar con cuidado es que aquí se encuentra explícitamente planteado el problema del origen, de nuestro origen. Si no puede hablar aquí del origen español, Bustamante plantea de hecho que el origen nacional está en los pueblos indígenas. Por lo tanto se vuelve clara la larga cadena de persecuciones contra todos los que pretenden ordenar un saber sobre las raíces indígenas, las prohibiciones contra fray Bernardino, el tratamiento injusto contra el proyecto de Lorenzo Boturini, etcétera. Y sobre todo una censura real a través de una historia oficial de las Indias, impidiendo el

No sólo el erudito se enfrenta a la fuga de materiales o al desprecio de sus coetáneos sino que a veces lo que lo paraliza es el exceso, la existencia de diferentes versiones de una misma cosa, de un mismo suceso. Así, al tomar de Alvarado Tezozómoc la historia de Malinalxóchitl, hermana de Huitziton, Bustamante intenta mostrar a su lector lo difícil que es establecer la verdadera historia. Primero recoge y expone el relato del cronista y después intenta utilizar el método exegético que tiene en su b a c k g r o u n d cultural para, a través de ese relato que le parece dudoso, intentar ver más allá del texto. Este ejemplo nos parece ilustrativo de su manera de proceder, otra vez nos regresa al tipo de operación historiográfica que sostiene su obra. Según Tezozómoc, durante la peregrinación, Huitziton el jefe histórico que capitaneaba la migración, muere. Para tomar el poder, los sacerdotes le decían al pueblo que un dios había llamado a su jefe bienamado y que éste, para no dejarlos desamparados, les hablaría desde una olla sagrada a través de sus sacerdotes. Pero Malinalxóchitl no acepta esta versión de los sacerdotes:

12Bustamante,o p .

13 Ib íd e m ,

c it.,

t. I1, p. XVII. 32

BUSTAMANTE

y

LA CRÍTICA HISTÓRICA

p. XVIII. 33


era heroína de varonil aliento que alIado de su hermano

él un análisis semejante

en todos los rencuentros se señaló con bizarría en singu-

ral, desde Lévi-Strauss,

lares hechos, al valor acompañaba el talento, discresión y

una explicación

conducta en el gobierno, en que no servía menos que en

tradicional.

los lances de la guerra. Dícese de ella que habiendo muerto

secreto,

a los que la antropología nos ha acostumbrado,

sino más bien

hecha con los instrumentos

de la exégesis

"Esta relación ridícula

porque

su hermano, se dio a la magia y superstición con que ha-

ron mucho

cía cosas portentosas, pues en con sólo una mirada mata-

máximas

estructu-

y

fabulosa,

envuelve un

de esta especie de fábulas alegóricas

los mexicanos,

especialmente

usa-

en sus cantares,

o reglas de crítica [...] e l s u c e s o v e r d a d e r o e s é s te " ,1 5

ba a la gente [...] que sin ser sentida les comía las panto-

Cuando

rrillas, o los brazos, los labios o cualquier otro miembro

su hermano

MalinaIxóchitl Huitziton

supo acerca del falso rapto

de

que

en que fijaba la vista: que trastornaba los montes, mudaba el curso de los ríos, que hacía venir en su socorro a

fingieron los viejos para apoderarse del mando y llevan-

animales fieros, sabandijas venenosas, y finalmente que

do a mal que no se le diese lugar en el gobierno en que

se transformaba

en cualquier especie de animal o ave,

tanto había tenido parte en tiempo, de su hermano, co-

según quería y convenía. Enojado por esto el Dios su

menzó a disgustarse, y a procurar atraer gente a su parti-

hermano, y obligado por su mal genio y perversas artes

do. Ésta era su magia y hechicería. Algunos de los ancia-

con que causaba tantos males, habló desde la urna a los

nos más sabios y prudentes la siguieron; esto quiere decir

viejos, y los mandó que la dejasen abandonada

en un

que les comía las pantorrillas, brazos y labios porque se

monte y con ella a otros cuatro ancianos que la cargaban

hacía dueña de sus personas y palabras, pero la mayoría

[...] con toda su magia y hechicería no pudo saber por

del pueblo, siempre propensa a dar ascenso a lo más por-

dónde se habían ido, los que allí la abandonaron

tentoso y admirable, y preocupada del brillante suceso del

guirles y alcanzarlos.

para se-

14

rapto de su caudillo, seguía ciegamente a los otros sacerdotes [...] Decir que la dejaron abandonada en el monte,

Finalmente

esta mujer abandonada

tar en otro pueblo

En la medida

donde

acep-

y con ella a los viejos que la cargaban, expresión que dan

no tarda en parir un hijo.

en que Bustamante

historia verdadera,

logra hacerse quiere presentar

parido Malinalxóchitl un hijo llamado Cohuitl, que signi-

novelados

fica el comprador, porque ese pueblo o cuadrilla de gen-

de la H is to r ia a n tig u a de Clavijero, debe proponer

una expli-

tes que siguió a Malinalxóchitl, la veneró como a madre.

cación "racional".

esperar de

y

que criticó ciertos aspectos

a entender que eran sus secuaces [...] quiere decir el haber una

Evidentemente

no debemos

15 14

Bustamante,

o p . c it.,

t.

1,

p. 201.

34

16

Las cursivas son mías. Bustamante, o p . c it., t. 1, p. 202.

35

16


Interviene la voz de la razón y la objetividad: "Si este suceso para ser entendido ha necesitado tanta glosa siendo una patraña en realidad, es claro que habrá mucha dificultad para entender los principales sucesos de la historia mexicana" . Bustamante debe reconocer que era cierto y que para escribir la verdadera historia antigua mexicana se debía buscar entre mil fábulas y versiones contradictorias dejadas por los que intentaron escribirla antes que él. De una vez aprovecha la ocasión para tipificar las fuentes de que dispone para escribirla. Los primeros que lo pretendieron

hacer, no entendían

las relaciones de los indios, que por lo común se las ocultaban, o si se las representaban por sus escrituras las veían como artes mágicas y las despreciaban. Los que pretendieron hacerlo pasados años de la Conquista, ya no tenían a los testigos presenciales de los sucesos, que o habían muerto o se abstenían por temor de

se refieren por los autores más clásicos de la Europa, y de que están plagadas nuestras crónicas Uas inglesas]".!7 Bustamante concluye compadeciendo a los escritores castellanos, ellos que no tienen casi ninguna información sobre los periodos remotos y "que para comprobar un hecho necesitan recurrir a un romancero o a un mal copista de sus tiempos".!8 Bustamante se siente solidario de toda la producción historiográfica colonial que le parece ofrecer elementos suficientes para intentar construir la gran síntesis de historia antigua que sueña. Asimismo la vigilancia crítica de Bustamante, que vemos en acción, es ordenada por su lectura de esas fuentes coloniales, y sólo partiendo de la lógica historiográfica de ese conjunto podemos entender ciertas afirmaciones que desde la historia científica en la cual nadamos nos parecen ridículas a veces, como cuando afirma algunas páginas más adelante que, hablando de los habitantes de Michoacán, les "dieron el nombre de Tarascos por el sonido que hacían sus vergüenzas contra los muslos al tiempo de andar".!9

referirlos; sus archivos estaban quemados, y los restos o relaciones particulares de algunos que por curiosidad los conservaban, los ocultaban por igual motivo.

ESCENARIO

y PROTAGONISTAS

Frente a estas dificultades, Bustamante pide perdón de antemano por si comete errores, y espera contar con la comprensión de sus auditores/lectores que entenderán el aprieto en que se ha metido al querer dar a conocer esa historia antigua. Los asistentes ingleses imaginarios de la Alameda comprenden de inmediato, y unánimemente le responden que no se preocupe: "Cuántas patrañas de ésas

En la primera conversación, Bustamante nos presenta, él mismo, a sus protagonistas. Aprovechando un día de calma y serenidad el autor va a divertirse a la Alameda como

36

37

17

L o c . c it.

18

L o c . c it.

19

Bustamante,

o p . c it.,

t.

1,

p. 207.


es su costumbre. Sentado frente a la fuente, recuerda sus "muchas y muy tristes reflexiones", entre otras, e! mal gusto de los mexicanos que representaron allí a la diosa libertad. Su monólogo estético sobre lo grotesco de! monumento tiene como testigo a una señora sentada cerca de él que se ríe de sus palabras y mímicas. Ella no es cualquier señora, "es instruida en dibujo, arquitectura y sobre todo en historia", ella comparte su crítica y se burla con él del artista que creyó con ese mamarracho haber alcanzado "al último punto de perfección [...] y que perpetuaría su nombre hasta las más remotas edades".20 Aparece una pareja, un caballero extranjero, Mr. Jorge y su mujer, Milady,21que dan vueltas a la estatua ya la fuente y que "con sonrisa burlona hacían las mismas reflexioDe hecho en la segunda conversación esa señora aparece como la hermana de don Carlos, el autor, que también se vuelve protagonista de su propio relato. Las ambigüedades del estatuto de los personajes, en esta primera conversación, muestran probablemente la velocidad con la cual estos publicistas del XIX escriben, sin tiempo de releerse, doña Margarita es a veces una señora y otras "la señorita mexicana". 21 Cuando nos interrogamos sobre el lugar exacto de la protesta de fe "feminista" de Bustamante, habíamos sentido una cierta ambigüedad en sus decires; pero el hecho de que la esposa del caballero inglés no tenga nombre -será siempre Milady- cuando él sí lo tiene, es otro de estos indicios que hacen redoblar nuestra atención y nos genera dudas sobre la naturaleza de su vindicación feminista. Aunque no es el momento de profundizar en esta representación de la mujer, la superficial reflexión esbozada aquí es otro de esos indicadores de la naturaleza de la operación historiográfica llevada por Bustamante. 20

38

nes que nosotros". Aunque hablaban inglés fue fácil que don Carlos y doña Margarita entendieran e! tema de su conversación. "La señorita mexicana" no puede impedirse intervenir en inglés, lengua que también conocía y les dice: Siento señores que se presente a ustedes este objeto tan desagradable, y que les sirva de prueba concluyente del estado de atraso en que entre nosotros se hallan las bellas artes, pero en cambio les suplico fijen su consideración en la bella naturaleza [oo.] oigan los dulces quejidos de las tórtolas y el canto de los pájaros [oo.] vean los árboles de este bosque, [oo.] vean esos cuadros y bosques poblados de rosas, de amapolas y de hierbas aromáticas.

22

Esas evocaciones poéticas terminan con una pregunta que plantea a la pareja extranjera: ¿en qué país de la "sabia Europa" podrían, en ese día de diciembre, disfrutar e! placer que produce la vista de ese cuadro encantador? Allá todo e! mundo está recogido en casa "recibiendo e! calor de la chimenea por la cara y enfriándose las espaldas". Bustamante, o p . c it.} t. 1, p. 2. Aquí se pueden notar los excesos que producen en la literatura mexicana la lectura de los románticos europeos: la naturaleza americana es reconstruida enteramente sobre los cánones europeos, los bosques americanos están llenos de tórtolas y cubiertos de rosas, amapolas o violetas, han desaparecido de él para siempre los animales ponzoñosos y los animales peligrosos [oo.] de hecho, como lo hace recalcar Bustamante, México, el México en el cual se desarrollará su relato es un jardín, el edén de antes de la caída, y no la selva virgen, impenetrable y peligrosa de los naturalistas.

22

39


A la desolación de la naturaleza europea en invierno, corresponde una primavera siempre presente. México es un vergel, México es un edén: "¿Quieren ustedes ver un remedo del hermoso jardín de los Hespérides y la morada fabulosa de Pomona?, pues vayan ahora mismo, si gustan, a nuestro mercado, recórranlo, y se llenarán de estupor". El caballero extranjero, muy galán, responde en español y justifica su crítica, porque si bien está de acuerdo en no entrometerse en asuntos privados de los mexicanos, en lo que respecta a las bellas artes, los que pusieron a la vista ese grupo de estatuas se expusieron inevitablemente al juicio de los espectadores. Don Jorge declara que no se mete en asuntos políticos, porque es extranjero, y que como tal se siente un verdadero cosmopolita, guárdome de censurar el gobierno, y de mezclarme y tomar partido en las diferencias que agitan a los habitantes de los estados, y por los que derraman su sangre en abundancia, matándose en los campos como bestias feroces y andando en pos de una libertad que cua! sombra fantástica desaparece de sus manos, cuando creían tenerla ya aferrada y segura. Ninguna cosa me da una idea más completa de la ITÚseriade los hombres que leer la multitud de constituciones inútiles que se han hecho en todas las naciones del mundo para hacerles felices, y lograr garantías de su propiedad

y

libertad, todas las cuales han desapare-

cido como humo y hecho retrogradar a los pueblos, pasando del apogeo de su gloria y esplendor, a! embruteciITÚentoy estupidez degradante. 23

Bustamante,

o p . c it.,

t.

1,

23

p. 3. La aparente neutralidad del cosmo-

40

Tomando el ejemplo de Grecia, demuestra que la incapacidad política de los hombres es de todas las latitudes, y no algo particular de los mexicanos. Los griegos, "descendientes de Arístides, Temístocles, Foción y Epaminondas24 polita inglés es una artimaña del autor que le permite criticar violentamente los eventos políticos de su tiempo, bajo la cubierta de la reflexión general. 24 Tenemos aquí un interesante ejemplo de esos "índices" que deja un autor en un texto y que nos permiten entender la lógica de su relato. Podríamos pensar que Bustamante cita al azar algunos nombres de héroes griegos que le vienen inmediatamente a la memoria, pero podemos pensar también todo lo contrario, y que sus ejemplos son rigurosamente escogidos. Y si no, ese "azar" está muy bien organizado y delata un conocimiento general muy bueno de la historia griega, su reflexión personal escoge figuras particularmente adaptadas al mensaje de su obra y espíritu. Lo interesante es que nos propone cuatro nombres de generales y hombres de Estado, y no cuatro nombres de filósofos: Sócrates, Aristóteles, Platón, etcétera, o grandes reformadores políticos, como Salón, Clístenes o Pericles, indudablemente más conocidos para cualquier lector. Lo que quiere decir con esa selección es que estos generales victoriosos, grandes estadistas, no son comprendidos por su época, los dos primeros tienen que exiliarse, el segundo es ejecutado, y el tercero se salva de una vileza de sus coetáneos muriendo en la batalla. Arístides, llamado el Justo (540-468), se cubrió de gloria en Maratón, pero fue marcado por el ostracismo y tuvo que exiliarse. Con la segunda invasión persa fue llamado y combatió en Salarrúna y Platea y ayudó al fortalecimiento de Atenas en la liga de Delos. Temístocles, ateniense (528-462?), fue el maestro de obra de la potencia naval de Atenas, con la victoria de Salamina, salvó a Grecia del peligro persa, pero tuvo que exiliarse frente a la unión de los intereses de sus enemigos y de los deseos hegemónicos de Esparta. 41


recobraron moderado

su libertad,

ellos no han sabido hacer un uso

de ella; antes por el contrario,

precipitánqose

exceso en exceso, han llegado a términos culta Europa, libertad, necesitado

que tanto se interesaba

intervenir

de

que si llegara un día en que obedeciendo la voz de la jus-

de hacer que la

ticia y detestando la usurpación, se quisiera devolver lo

en el recobro

y por la que ha hecho no pocos

sacrificios,

en sus diferencias,

los hombres, ni hay imperio que no sea usurpado; de modo

poniéndoles

de su

que se han tomado unos a otros, el pueblo de Roma, que

haya

pasando del más ínfimo al más opulento, llegó hasta lla-

un

marse el Pueblo Rey, necesitaría volver a las chozas de

rey que les arregle".25

Rómulo, su fundador, y reducirse a nada.26

Que los griegos, inventores de un rey, llena de desconsuelo través de él a Bustamante), toria humana, hombres

de la democracia, al visitante

necesiten

extranjero

y deja ver lo irrisorio

y que el único

consuelo

verdadero

(y a

de la hisde los

es Dios, Él

Frente

a esta relativización

desesperadas

del hombre

que la "ley verdadera,

de las pataletas

irrisorias

en la historia no queda nada más

la recta razón conforme

con la natu-

raleza universal, inmutable,

eterna, cuyas órdenes

deber, y cuyas prohibiciones

desvían del mal".

Esa ley de la razón

que con un solo acto simplicísimo de su voluntad adora-

no puede

ni derogarse,

llaman al ni contra-

ble, todo lo arregló en número, peso, y medída, en el mar

riarse; ni el Senado, ni el pueblo pueden

y en la tierra [...] los astros giran [...] la tierra germina y

cicio, esa leyes

produce en su tiempo frutos sazonados para el recreo del

reinará esta ley siempre, y será una, eterna, y jamás perece-

hombre [...]. Aflíjeme [síc] igualmente el ver que no hay

dera. Será la guía común,

una pulgada de tierra que no esté regada con la sangre de

Dios mismo

Foción, ateniense (402-318), partidario de una política prudente con respecto al reino de Macedonia, después de la muerte de Alejandro (323), sus opiniones pacifistas le valieron ser condenado a muerte. Epaminondas es beocio, nacido en Tebas (vecina de Atenas), fue uno de los jefes del partido democrático y aplastó las pretensiones hegemónicas de Esparta en la batalla de Leuctres (371), muere en la batalla de Mantiné, que marca el declive inexorable de Tebas y de la Beocia. 25 Bustamante, o p . c it.) t. 1, p. 4. Lo ridículo de la búsqueda de un rey griego va a la par con el grotesco intento de lturbide de fundar una dinastía imperial para gobernar a los mexicanos después de ·tanta sangre vertida por la libertad. 42

hombre

eterna

y

suspender

"En todas las naciones

y pueblos

será el rey de todas las criaturas;

da la sanción

y publicidad

no puede desconocer

mo, sin huirse y renegar

su ejer-

a esta ley que el

sin desconocerse

de su naturaleza"

a sí mis-

P

El viajero inglés dice que eran ésas las consideraciones ftlosóficas

que lo habían

bello país, y confiesa que efectivamente

guiado

en su recorrido

cómo lo invitó la señorita

había "admirado

por este Margarita,

las ricas producciones

y dones de este país de toda especie con que lo ha enriquecido la naturaleza,

26 27

Bustamante, Ib íd e m , p. 5.

o p . c it.)

para darle la preferencia t.

1,

p. 4.

43

sobre los de-


más del Globo", aunque también añade que había "notado las imperfecciones y abrisos que lo degradan y .envilecen, y lo ponen en el último lugar del catálogo de los pueblos civilizados" .28 Esta última frase indigna a Margarita, quien "necesitó recurrir a sus principios de educación para contenerse". Al notar su molestia, la señora inglesa sin nombre propio, Milady, le explica que su marido era un hombre franco y que deda siempre lo que sentía. Y le propone continuar discurriendo como si estuviesen en una "academia". La joven acepta el juego y declara que dirá lo que crea conveniente "en obsequio de mi patria y sobre todo de la justicia". Y continúa, es "verdad caballero, que se halla V. en medio de un pueblo donde hay muchos abusos que corregir; pero también hay grandes virtudes que admirar".29

LIBERTAD

y CONCIENCIA

NACIONAL

Doña Margarita empieza la defensa de su país, al mismo tiempo que realiza una comparación entre la evolución histórica de la Nueva España y la de los vecinos norteamericanos. Hace notar que si en ambos casos el origen de la nación se encuentra en la sumisión a metrópolis, la diferencia fundamental entre ellas era que en el caso inglés se había formado

de hombres inmigrados por persecuciones religiosas [...] vinieron sabios y políticos que trasladaron las leyes y costumbres inglesas, y sobre todo el amor a su libertad; así es que sus gobiernos remedaron al gobierno inglés y tomaron de él lo bueno y lo malo; cuando llegó el momento de sostener los derechos de su libertad lo hicieron con el mismo vigor que dos siglos antes lo habían ejecutado sus mayores. Doña Margarita afirma que "otra hubiera sido la historia de México", si los novohispanos hubieran gozado de los mismos derechos y el mismo amor a la libertad. Bustamante se atreve incluso a conjeturar, a través de su heroína que, "aún dominaría en este suelo la España", atrevimiento que le acarreará muchas críticas y recelos no sólo en su época sino en décadas posteriores, pero que probablemente sólo quería significar con cierto cinismo o realismo político que se habría ahorrado mucha sangre y lágrimas si la Nueva España hubiera gozado de plena libertad.30 A pesar de la censura española a las libertades novo hispanas Bustamante es optimista ya que con todo y la opresión colonial México existía, incluso afirma que los progresos de México "en la civilización son superiores a los que debería V. prometerse de unos colonos regidos por un sistema de legislación y gobierno, que jamás perdió de vista el mantenernos unidos a la metrópoli". Finalmente la ColoBustamanteno ignora los pocos sacrificiosque tuvieron que hacer los norteamericanospara ganar su "guerra" de Independencia, con respecto a los beneficiosque rápidamente se granjearon.

30 28Ib id e m , 29

p. 6.

L o e . c il.

44

45


nia no había sido tiempo perdido, así lo atestiguaban los edificios sembrados en el país, durante esa época, ya era tiempo de dejar de llorar al mirar atrás, ya que si "España no hizo más" es porque "más no pudo". En este balance de la obra colonial Bustamante, a través de doña Margarita, recuerda la obra legislativa de los reyes españoles en la cual "campea el bueno ánimo de los reyes austriacos, y deseo de hacer felices a los indios; sobre todo, Felipe IV el Grande, cuya ley autógrafa se conserva, y yo leo con respeto y lágrimas, prohibiendo el mal tratamiento de los indios".3! Esa ley paternal, protectora del indio, es la que permite entender la sobrevivencia de las poblaciones antiguas, lo que no es el caso de la república vecina del norte. y si a veces se dice que México fue "esclava bajo la dominación española, se puede también decir que lo fue a la par con ella la misma península". Doña Margarita recuerda la infelicidad española, las contribuciones que abrumaron a los españoles, y la superioridad de la Colonia en ciertos renglones culturales, cuyos sabios no tenían igual en la metrópoli. Sin tomar aliento doña Margarita encadena respuestas a las críticas europeas contra la población criolla americana, que dudaba de sus capacidades morales e intelectuales. Antes de proferir juicios morales sobre los demás, la vieja Europa debería barrer en su propia casa: "si V. deplora los abusos de este suelo, y la falta de moralidad en muchos individuos, yo también deploro la que escandalosamente noto en algunas naciones que pasan por las más cultas de 31

Bustamante,

o p . c it., t.

1,

p. 6.

la Europa". Doña Margarita recuerda a los oyentes que en el Reino Unido también pasaban cosas inverosímiles e inmorales como el caso de José Thompson, quien, el 7 de abril de ese año vendió a su mujer, María Antonia, en medio de un gran concurso de postores, y que habiendo pedido por ella 12 pesos y 4 reales, finalmente, como nadie la quería, la remató a un soldado por menos de la mitad. Una vez realizada la venta "se fue a la taverna [sic] más inmediata a pasar en ella el resto del día con el vilisimo precio de aquella desgraciada, celebrando la muchedumbre con gritos y vivas aquella maldad".32 Por otra parte Bustamante denuncia la influencia extranjera, perniciosa y corruptora de las buenas costumbres de los mexicanos, "conozco a mis paisanos, son unos monos imitadores de los extranjeros, y por imitarlos renuncian aun de las buenas cualidades que poseen": montaban perfectamente a caballo, y ahora son ridículos montando, las mexicanas que tienen el pie chiquito se ponen gigantescos zapatos "que vendrían bien a un destripaterrones", las mujeres ya no saben andar con naturalidad y la moda hace injurias a sus cualidades naturales. El inglés intenta interrumpir ese flujo de palabras, reconociendo que su juicio sobre México había sido demasiado imprudente y apresurado, reconoce que "este país es sin duda el menos defectuoso, y el mejor dispuesto y preparado para recibir grandes mejoras: yo lo amo mucho y quería imponerme a fondo de sus usos y costumbres, principalmente de las antiguas; jamás he creído que este pue32

46

1 b id e m ,

p. 7. 47


blo haya sido una horda de salvajes, como nos lo han pintado algunos de los historiadores extranjeros". 33 Haciendo un completo acto de contrición concluye "quisiera por tanto, oír su historia de la boca de v . , pues aunque he leído algunas, conozco la enorme diferencia que hay entre lo que se lee, a l~ que se mira y palpa; el modo mejor de imponerse de la historia de un pueblo, es verlo como dicen, con vista de ojos, y oír a sus habitantes".34 A ese pedimento la señorita mexicana responde con humildad, no sabe si tiene la instrucción suficiente para tal empresa, pero como lo piden tan cortésmente, lo hará con gusto, en "esta Alameda, este lugar de delicias que no saben estimar dignamente los mexicanos [...] les hablaré de personajes que les serán enteramente desconocidos, y de hechos crueles, de costumbres raras, de una religión bárbara y sanguinaria [...] Pero -eoncluyenos hemos detenido mucho en la conversación, y ya es bien tarde, terminémosla por hoy hasta mañana".35 33 Ib id e R l} p. 8. Aquí el autor llama a los recuerdos de sus lectores, a la lectura de Clavijero que quiso vengar a los mexicanos de los decires y aproximaciones de Cornelius de Pauw, Buffon o Robertson. En la página 29, t. 1, al terminar el relato de la Peregrinación Tolteca, criticará otra vez a esos autores: la reconstitución de esa peregrinación permite "seguir la marcha de un gran pueblo sin necesidad de ocurrir a aquellas hipótesis atrevidas que muchos fIlósofos del pasado siglo han adoptado, degradando a la miserable humanidad, poniendo al hombre al nivel de las bestias, suponiéndolo destituido de virtudes, figurándoselo un autómata sin razón, sin deseos nobles [...]. Nadie ha degradado al hombre más que el hombre mismo cuando [se] precia de sabio y no vulgar". 34 Bustamante, o p . c it.} t. 1, p. 9. 35

L o c . c il.

48

En esta primera conversación Bustamante ha explicitado su proyecto de escritura y su fe en México, México es un edén, México tiene todas las posibilidades de un futuro promisorio si todos trabajan en su engrandecimiento.

HISTORIA

y

AMOR A LA PATRIA

En la segunda conversación Bustamante insiste en su proyecto, queriendo demostrar otra vez que los mexicanos están suficientemente armados para construir un proyecto de nación. Regresa una vez más a las condenas morales que habían expresado los ilustrados, aunque sea a través del intento de respuesta a Clavijero. Seguramente el contenido de esas críticas, sobre todo las frases más excesivas de Cornelius de Pauw, eran bien conocidas, aunque los libros de esos filósofos hayan estado siempre incluidos en el índice de los libros prohibidos. La reiteración a lo largo de su obra de proponer elementos para la refutación de esas opiniones muestran hasta qué punto le dolían, y no sólo a él sino a muchos de sus contemporáneos. Al día siguiente se encuentran los mismos personajes cn la Alameda, don Jorge cuenta que no ha dormido de la cm ción de pensar en todo lo que iba a aprender sobre hi tria mexicana. Milady también está muy contenta de haber conocido a doña Margarita, porque antes de venir a América habían oído en Madrid puras críticas "contra las señoritas mexicanas": "Nos las pintaban con los más negros coloridos; decíannos que no tenían educación y menos instrucción alguna en las ciencias; que sólo se ocupa49


ban en bagatelas y que sus conversaciones eran insignificantes". Milady reconoce que más allá del disgusto de los españoles por haber perdido una rica colonia, o del estatuto colonial que no era propicio para el desarrollo de la cultura, algo de verdad había en esas críticas. Desde su llegada a México sólo había podido hablar con las mujeres de cosas triviales y domésticas, de peinetas y criadas. Bustamante aprovecha la reflexión de una "extranjera" para hacer pasar un mensaje que los moralistas empezaron a repetir desde la segunda mitad del siglo XVIII en dirección de las élites urbanas. Muchos de los problemas de criadas y chichiguas que agobiaban a las mujeres mexicanas podrían solucionarse si "las madres que los paren supieran llenar la obligación de tales, criándoles a sus pechos que la naturaleza no les ha dado en vano". Por otra parte Milady se extraña de la importancia que tenían en la vida de algunas personas devotas las preocupaciones religiosas: "las indulgencias han dado abundante materia, la vida del padre confesor, las novenas, la tía monja, etcétera, no dejando de dar mística y santamente sus tijerazas a ciertos prójimos, averiguando cómo la pasan, y también cuántos hijos tienen fuera del matrimonio [concluyendo que] apenas a una u otra señora de educación la he oído discurrir sobre cosas serias e interesantes". Doña Margarita reconoce que aunque había personas capaces de explicar de un modo atractivo, bello y dulce, no eran tantas como convendría que hubiese. Reconoce con modestia que "tiene algunas lecturas", que es apasionada y que tiene alguna facilidad para explicarse. Pero que más que el deseo de parecer bachillera, o la

simple curiosidad, lo que la había llevado a interesarse en la historia de su país era el amor a su patria. Doña Margarita concluye sobre lo aventuroso de su programa historiográfico: Lanzarse sobre épocas obscuras y remotas de un gran pueblo; examinar lo que pasó en ellas,cuando apenas se nos presentan algunos pocos hechos averiguados,y rodeados de fábulas y tinieblas; examinar el origen de las diversas naciones que poblaron ese continente; descender a sus usos, costumbres, religión, artes y ciencias, es empresa grande y difícil Yque pondría pavura al corazón del mismo Hércules; tal es el compromiso en que me hallo, y por lo que me considero como el primer navegante, que puesto a la orillade un Océano, pretende surcar sus aguas, y llegar a las orillas de una región desconocida. Reconoce que frente a tal empresa podrá caer en errores e imprecisiones, por lo que pide a sus auditores el hacérselos notar para corregirlos. Mr. Jorge le recuerda que es imposible no caer en ellos, que hasta en la obra del propio Cervantes se había encontrado uno, y que nada en el mundo "me permitirá tachar sus producciones; me limitaré a hacerle algunas preguntas propias de un hombre que desea aprender e indaga". De inmediato empieza a preguntar: "¿Cómo se pobló este continente? ¿De qué punto del antiguo emigraron a estos países?". De hecho con sus cuestiones delimita el programa de una historia general de México.36 Lo intere36

50

Bustamante,o p .

c it.,

t. 1, p. 12. Estas cuestionesdibujan tan clara51


sante de estas preguntas es que no marcan un corte aparente desde los primeros pobladores hasta la Independencia; es decir, que la historia se construye, según Bustamante, como una continuidad, una manera simbólica de intentar cortar con la lógica historiográfica que hada de México una "Nueva" España. Bustamante está consciente de la novedad de su intento y lo hace recalcar por doña Margarita: "Es plan nuevo, que hasta ahora ninguno se ha propuesto de los autores que he leído".37Múltiples son las hipótesis sobre los orígene~ de los primeros pobladores, desde las tribus perdidas de Israel hasta los iberos, pasando por irlandeses y tártaros, enviando a don Jorge y al lector a la erudita obra de fray Gregario Garda, E l o r ig e n d e lo s in d io s . Bustamante no discute estos orígenes sino que corta de una tajada esa confusión ajustándose a los "mapas de los toltecas", y con mayor razón si éstos serán reconocidos como "la nación más sabia de las antiguas". La adopción de los toltecas como punto de origen tiene como ventaja la de ajustarse, en tiempos, al calendario del mito cristiano tradicional, que como lo hemos señalado fundamenta el intento de Bustamante. "Fueron siete las familias que en las dispersiones de gentes, por la confusión de lenguas en mente un proyecto historiográfico que la notita al pie que pone Bustamante: "He aquí trazado el plan de esa obrilla", nos parece hoy como sobrante, pero es probable que en su época no pareciera tan evidente, por lo que el autor cree imprescindible el recalcar que las preguntas de don Jorge forman realmente el programa historiográfico de la obra. 37

la torre de Babel, se unieron por hallarse de un idioma que llamaron Náhuatl, y se conoce como lengua mexicana y peregrinaron hasta estas partes donde se establecieron, dividiéndose después en lenguas y naciones".38 Bustamante intenta describir lo que fue la civilización tolteca, pero lo que recalca primero es que esa civilización "halló el modo de transmitir a sus postreros su verdadera historia". La posibilidad de transmitir la historia propia se vuelve en esa primera mitad del siglo XIX como el acto eminente que muestra el grado de civilización alcanzado por una sociedad, lo que confirma la importancia ideológica de la constitución de ese nuevo saber en la historia cultural del siglo XIX. Para los toltecas este saber es objeto de mucho cuidado, que para Bustamante, se vuelve garantía de su verdad, aunque ese conocimiento debería ser utilizado con suma precaución y gran espíritu crítico: "Lograron transmitirnos la noticia de los más remotos acontecimientos, aunque mezclados con ridículas fábulas y alegorías. Dedicaban además el aprendizaje de esta ciencia a los niños del estado noble, bien así como nosotros los enseñamos a leer y escribir".39 El que debamos leer estos documentos con cuidado no es raro si, recuerda doña Margarita, en la misma Roma los textos del primer poeta romano Enio fueron hechos de oro y estiércol a la vez, "los sacerdotes mexicanos estaban encargados como los pontífices de Roma de formar los registros, o escribir la historia de los sucesos del país". 38

L o e . c it.

39Ib id e m ,

L o e . c it.

52

p. 13. 53


Los toltecas, afirma Margarita-Bustamante, no solamente dejaron monumentos históricos como los de "Tullantzinco", sino también "el motivo que les obligó a efectuar la emigración". Para apoyar sus reflexiones utiliza los trabajos de Lorenzo Boturini, quien había emprendido la tarea de ordenar la historia americana antigua sobre la cronología tradicional sacada de la B ib lia . No hay ninguna duda para ambos autores de que los toltecas estaban presentes en la construcción de la torre de Babel: "cuando más empeñados estaban en la fábrica de la torre, de repente se confundieron las lenguas, de modo que unos a otros no se entendían, con lo que cesó la fábrica y todos se dividieron, esparciendo por toda la tierra: noticia tan puntualmente anotada por dicha nación tolteca que se halla consignada en sus mapas históricos".40 La presencia de los indios en la construcción de Babel se encuentra confirmada en otro tipo de documentos, afirma doña Margarita, como en un antiguo documento indígena que reportó F. Núñez de la Vega, obispo de Chiapas, en sus constituciones diocesanas, que contaba que el primer progenitor de los indios de Chiapas había participado en la edificación de la torre de Babel, y "vio con sus ojos la confusión de las lenguas, después de lo cual lo mandó el Dios Criador venir a estas tierras a repartirlas entre los hombres". Acontecimiento que doña Margarita-Bustamante no duda en poner en su fecha correcta: la dispersión de las lenguas "debe colocarse en el año de 1133 del mundo y 417 después del diluvio". 40

Ib íd e m ,

p. 14. 54

El momento de la confusión de las lenguas es muy importante en la explicación de Bustamante porque debe considerarse en cierto modo como uno de los instantes fundadores de la memoria de los pueblos americanos, como ese momento en el que los indios, pueblos perdidos y sin historia, pueden reintegrarse a la historia general del género humano en línea directa desde Adán. No entraremos en la crítica pormenorizada del relato de Bustamante sobre la peregrinación. Su esfuerzo por poner orden en las diferentes interpretaciones nos parece hoy irrisorio, así como el de situar geográficamente las diferentes etapas que se mencionan, aunque al mismo tiempo ese intento de ordenamiento y clarificación nos informa con mucha claridad de la perspectiva historiográfica que domina su obra.41 Regresemos a la Alameda: don Jorge está muy impaciente, le urge saber cómo llegaron los mexicanos a este país, y si el padre Sahagún da alguna noticia sobre su llegada. Es preferible, el relato de Sahagún es la verdadera autoridad sobre ese punto, opina doña Margarita, "porque su historia es el resultado de las conferencias que tuvo con una reunión que formó en el pueblo de Tepepoloco de los más sabios indios mexicanos, a poco de haberse hecho la Conquista por los españoles; rectificando después su obra

41 No entraremos en el debate sobre la naturaleza de los documentos de la peregrinación si son realmente "indígenas" o si fueron realizados en el siglo }"'VI para hacer explícito a los indios el mito cristiano y unirlos pedagógicamente al magno plano de la Divina Providencia sobre el mundo.

55


por diversos exámenes de sabios o como él dice [...] pasándola por diversos tamices".42 Si no habremos de seguir a Bustamante en su intento por reconstruir las rutas de esos mexicas que llegan en barco a Pánuco o Papantla y se deslizan por el golfo de México hasta Guatemala para regresar después hasta el Anáhuac ... sí recordaremos que considera que Mecitl, el jefe de los mexicas, es un sacerdote de los ídolos que habla personalmente con el demonio, por lo cual era tenido en mucho, muy respetado y obedecido de sus vasallos. Rescataremos el hilo de su intento narrativo solamente cuando "los mexicanos se instalan entre los cañaverales porque todo lo demás era ocupado", en ese lugar que hoy se llama México.43Llegar a este punto es fundamental para el destino futuro del pueblo mexicano y es para Bustamante la ocasión de una reflexión general sobre la historia, aunque en ella mezcle "Tenuctitlan", Atenas y Roma. "México puede gloriarse [...] de haberse enseñoreado de todas la naciones de este continente y de haberlos hecho pagar muy caro el alto desprecio con que trataron a sus fundadores cuando imploraron de ellos por gracia un asilo para sus familias" . Esa fuerza originaria que generó en la laguna a "soldados valientes, sabios legisladores y monarcas justos que en pocos años avasallaron a los príncipes más orgullosos de ese continente" no está agotada, afirma Bustamante, por lo que deben cuidarse los enemigos que creen que este 42 43

Bustamante, o p . Ib íd e m , p. 17.

c it.,

t.

1,

p. 14.

56

vigor mexicano se debilitó. Que se cuiden particularmente los de la frontera norte, que Bustamante amenaza directamente en una nota "ténganlo presente los que nos insultan y provocan hoy en Tejas, quizás probarán sus efectos".44 Doña Margarita, exaltada, deja escapar algunas lágrimas, pide a sus amigos que no se engañen porque esas lágrimas no las "arranca la memoria de los triunfos extraordinarios de mis mayores, no; no puedo celebrar una adquisición y un aumento de poder ganado por las armas: yo maldigo a los conquistadores, y los coloco en la clase dañina de las fieras; no nacimos para destruirnos, sino para amarnos y hacernos mutuamente el bien posible". Lo que hace llorar a doña Margarita es más bien la rabia de "ver que pudiéndonos felicitar, aprovechándonos de las ventajas que nos proporciona generosamente la naturaleza, sólo pensamos en arruinarnos, en convertir este bello país en un montón de escombros, y allanar el camino de la reconquista a nuestros antiguos opresores o a otra nación emprendedora, y atrevida, o a un déspota afortunado y atrevido".45 Concluye su reflexión con una constatación pesimista sobre sus conciudadanos. ''Yo veo a los mexicanos, oigo sus proyectos, y me parece que estoy en una gran casa de orates, donde cada uno debiera ocupar una jaula de hierro".46 44

Ib íd e m ,

p. 18.

El déspota lturbide ya no está, pero puede presentarse otto; Francia empieza a mostrar sus apetitos imperialistas sobre México, como en la guerra de los pasteles, así como los vecinos del norte. 46 Bustamante, o p . c it., t. 1, p. 18. 45

L o c . c it.

57


MITOS

DE ORIGEN

En esta tercera conversación Bustamante retoma el problema de los orígenes de los indios aprovechando para criticar a sus paisanos que consideran como loco "al que averigua las antigüedades de su nación", cuando los extranjeros se llevan a su tierra como verdaderos tesoros las antigüedades nacionales con las cuales ganan dinero y fama. Este desprecio por la historia nacional, vaticina Bustamante, se acabará:" o es la generación presente la que ha de apreciar dignamente estos afanes sino las generaciones futuras, porque las presentes están más interesadas en perseguirse, desbancarse, de quitarse los empleos para medrar a poca costa, de sobreponerse unos a otros, y de disfrutar la primera magistratura de la República, aunque sea derramando la sangre de millares de ciudadanos en los campos". Don Jorge, que no pierde de vista su neutralidad política de observador extranjero, interrumpe estas amargas reflexiones, y recuerda el objeto de estas conversaciones: "no perdamos de vista, señorita, a los toltecas, sigámosles los pasos, y Dios yel tiempo dirán lo que ha de ser, que siempre el cielo hará lo mejor, porque nunca ha hecho, como dicen, una cadetada", lo que no es el caso de los hombres, parece decir sin expresarlo.

viven en el campo y cuevas, se mantienen de hierbas, frutas y caza, se visten con pieles, sólo un sentimiento de pudor natural los lleva a arreglarlas en forma de braguero para cubrir "sus vergüenzas". Estas débiles criaturas son presa de un gran temor por la presencia de los gigantes que pueblan la tierra. Bustamante no podia pasar por alto la presencia de esos enigmáticos gigantes que aparecen en muchas obras históricas de los siglos anteriores. Es de notar que todos los concurrentes a la charla admiten la existencia de esa raza de hombres de antes del diluvio apoyándose en el Génesis.47 La única duda expresada por Milady era la de saber si eran solamente algunos hombres más grandes y fornidos que otros, o si eran verdaderamente otra raza de hombres, porque, si eran realmente de otra raza, entonces: "¿cuándo y quién los creó?", lo que quería decir que la creación de Adán no había sido el único intento divino ... o peor, que tal vez hubiera otro poder creador en el mundo. Los problemas fundamentales levantados por la presencia de los gigantes explica también la cautela de la mayoría de los autores sobre ese tema, para no caer en censuras eclesiásticas o, peor aún, en garras de la Inquisición. Para doña Margarita no había duda de que hubo gigantes, y lo afirma tajantemente frente a Milady que se hace 47

Los

GIGANTES

Y EL HOMBRE AMERICANO

Génesis,

V1,

4. La imaginación

escueto de la referencia

culo del Yahvista. La naturaleza

El retrato que doña Margarita esboza de los primeros hombres americanos es el del hombre salvaje del siglo XVIII: 58

chas disquisiciones, mortales

y

exegética suplió durante

a la presencia

ángeles

y

perversa

siglos lo

en ese versí-

de esos gigantes fue objeto de mucaídos,

seres divinos, etcétera,

raza insolente

de los Nephilim uniones

sí logró la unanimidad.

59

monstruosas

pero el carácter

inmoral

entre de esa


aqui la intérprete paleontología

por la naciente

les diesen un gran banquete y en él mucho licor, y hallán-

"no dude V. Señora que lo~ había

dolos embriagados los matasen a palos, y por este medio

de las dudas expresadas

europea:

quedaron libres de hombres tan dañinos y fieros".49

en abundancia". Para demostrar

su opinión

hace referencia

a cuatro

ti-

pos de testimonios:

La

c o n c lu s ió n

naL Doña e l d e a u to r id a d ,

con sus dos vertientes:

e l d e la c ie n c ia :, "así

sus propios

lo creía" el doctor Hernández, "hom-

y

e s v e r o s ím il

c o n fir m a d a

Margarita-Bustamante ojos una curiosidad

gante originario

de Durango,

p o r la o b s e r v a c ió n p e r s o -

afIrma

anatómica:

que "aunque

bre sabio, sincero y veraz, enviado a observar las mejo-

cer, media

res producciones

meses ha crecido de media vara más".

de la América por el rey Felipe

Il,

que

revisó sus huesos, como los vio también el padre Torquemada".48 e l d e la fe :

ya 3 varas y una pulgada,

Esta organización

argumental

no sólo de la existencia los relatos de la Biblia presentan varios testi-

Providencia

dar si se multiplicaran

bres? ¿Qué daños, qué destrozos

huesos de diversos mastodontes

e m d ita :

seguros la presencia de

en varios depósitos des-

Establecida

la existencia

hacer comentarios

e l a n a ló g ic o :

porque si la naturaleza puede producir ani-

garita constata

e intentar

cho más grandes

cita una noticia del Telégrafo

daños, eran dados a la sodomía,

glotones,

Después

pueden

de haber establecido

en Nueva

tiene que explicar reporta

menteras y obligaron con tal conducta a los indios a que

tolteca en el año 1716 del diluvio hubo "unos

1,

p. 20.

49

60

Ib id e m ,

p. 21. 61

Orleans.

la existencia de los gigan-

ción, y sobre su extinción

t.

Doña Mar-

o de la costa, y hasta

tes en la historia Margarita

c it.,

ahora

de México del 5 de enero de

robadores de las mieses, comían las frutas de muchas se-

48Bustamante, o p .

con

del norte lejano son mu-

que los del altiplano

1834 sobre un caso de gigantismo

y Tlaxcala se acuerdan de esos gigantes que "causaban horribles

de hom-

en la tierra,

y engreídos

generalizaciones.

que los habitantes

hombres gigantes. (hoy etnológico): los indios de Puebla

a

que les daría su fuerza y vade los gigantes

males gigantes es evidente que puede también producir e l d e la tr a d ic ió n

no causarían

a la

íbamos

lor sobre los hombres?".

cubiertos en el lecho del río Atoyac en la Puebla de los Ángeles.

"¿Adónde

de sus crímenes,

y atrevimiento

9

y en los últimos

como la especie ordinaria

de la impunidad

la superioridad

un joven gien edad de cre-

de los gigantes sino a agradecer

Goliath, u "Og rey de Bazan y aquellos cinco de que hae l d e la o b s e r v a c ió n o c u r io s id a d

visto con

la lleva a la conclusión

el que ya no existieran.

monios sobre la existencia de gigantes, como el famoso cen mención los lihros de los Reyes".

haber

su desapari-

que según la tradición espantosos


huracanes

por lo que creían que perecieron

los gigantes

escapando sólo algunos de ellos". Moraleja: la presencia de algunos gigantes tes tuvo finalmente de los toltecas:

un efecto positivo

"la necesidad

las conversaciones.

de medírselas

de gentes llamémosles de moralidad, grandes

que se propagó el género humano y lo pintaban del moofrecía

do que nosotros. Se ignora si tenían idea del pecado ori-

intere-

ginal cometido por Adán y sus consecuencias fatales; pero

de

sí sabemos por un mapa antiguo de papel tosco de maguey, que figuraban en un huerto un solo árbol de cuyo

tenían algunas ideas

de política, y sobre todo si conocían

tronco se enreda una culebra [...] [de] cabeza con rostro de mujer.52

las tres

cosas que todos deben saber, que son, como se ha

dicho ya, de dónde

vienen, adónde

deben valerse para ser eternamente

van, y de qué medios felices; ésta es la suma

de todas las cosas y de todo el saber de los hombres".5o Estas preguntas "sin equivocarse"

no se había perdido,

do un hombre y una mujer en un jardín de delicias de los

saber si esas multitudes

tribus errantes,

terrenal

Creían los toltecas que el Teotloque Nahuaque había crea-

con hombres

Milady regresa al objeto principal "Yo desearía

del paraíso

sobrevivien-

para la superación

tan terribles los hizo valientes". A pesar de que el tema de los gigantes santes disquisiciones,

El recuerdo

dice doña Margarita:

dan pie a doña Margarita

para afirmar

A fin de cuentas, mentos puede

concluir

tuvieron

que

engañada

los toltecas tenían ideas de los principales acontecimientos del mundo, comenzando por el de la creación del hombre

y

después

documentales

de haber citado varios argu-

o "etnográficos",

que todo "induce

idea del pecado

doña

Margarita

a creer que los toltecas

de Adán ingerido

por Eva,

y

ésta

por la serpiente".

También

explica que los toltecas

tenían recuerdos

del

diluvio universal,

en el Paraíso, y por supuesto del Supremo Creador [...] esta fue la deidad a quien adoraron en los primeros tiem-

padeció el género humano una horrible calamidad de

pos, y aunque después declinando de estas primitivas ideas

copiosos aguaceros y tempestades de rayos, que anega-

se introdujo entre ellos la idolatría, siempre le creyeron

ron toda la tierra elevándose las aguas sobre los más altos

superior a todos sus dioses, le invocaban con entusiasmo, y al pronunciar su nombre elevaban sus ojos al cielo,

51Ib íd e m , p. 23. Es interesante ver que Bustamante no pueda pensar

otra manera de saludar al Dios todopoderoso que la del cristianismo de su época, ignorando la simbólica gestual del orante cristiano de otras épocas. Tampoco parece dudar de que en el firmamento debía encontrarse la morada del único Dios. 52Bustamante, o p . c it., t. 1, p. 23.

62

63

costumbre que aún había a la entrada de los españoles. 51

50

Ib íd e m ,

p. 22.


montes Caxtlomolictli, es decir quince codos. Que perecieron todos los hombres, y sólo salvaron ocho personas en un Tlaptlipetlacalli, es decir en una casa como una arca cerrada, la que figuran en sus mapas a semejanzas de una barquilla con toldo, por encima de la cual asoman ocho cabezas; y creían que de estas ocho personas tornó a propagarse el género humano. 53 Cuando se fueron adueñando de una buena parte de este continente, los toltecas edificaron ciudades porque "la experiencia enseña que las tribus errantes muy poco prosperan y el incremento de las generaciones se debe al estado social", Bustamante aprovecha este momento para lanzarle una patada a J.-J. Rousseau: "porque dígase lo que se quiera por ciertos filósofos, e l h o m b r e n a c ió p a r a la s o c ie d a d '~ Una vez instalados los toltecas, el relato de la historia filosófica y moral que va a proponernos Bustamante puede empezar.

53

Ib íd e m ,

p. 24. 64

TI

Una historia salvífica, la historia de los toltecas intento de reconstruir la larga marcha de los toltecas por tierras americanas Bustamante debe reconocer las aproximaciones y divergencias que existen entre los relatos de los diferentes autores que trataron el problema. Como buen historiador al investigar los orígenes está muy interesado en fechar esos acontecimientos lejanos. Como no tiene los elementos suficientes para despegarse de una lectura simple, muy apegada, de los escasos documentos y textos que están a su disposición, tiene que confiar en las obras de autores que considera "respetables", como la de don Fernando de Alva IxtliJxóchitl. En su relato de esa peregrinación, doña Margarita recuerda cómo fueron poblando "las dilatadas provincias de Sinaloa, Tarahumara, Chihuahua, Sonora, California, Pimerías y otras de gentiles que están por descubrir", y que luego que se fueron multiplicando salieron a poblar lo demás del continente "hasta la playa del sur". Si durante esa larga marcha los toltecas van poblando regiones tan extensas, se vuelve problemático calcular el número de personas que empezaron y participaron en esa peregrinación. Si Bustamante no tiene elementos para dar una respuesta OMO CONCLUSIÓN

A SU

65


clara a ese problema, su reflexión sobre la migración tolteca está llena de enseñanzas sobre su concepción de la historia, y podemos reflexionar sobre ¿quién juega el papel de protagonista en el relato de migración que esboza Bustamante? Desde los inicios del relato hasta su conclusión podemos constatar que la iniciativa proviene de los jefes; son ellos quienes conocen los caminos, descubren las nuevas tierras, son ellos los que fundan las ciudades: "Checatl descubrió un sitio a propósito para plantar sementeras y en él se construyó una población", "Mazacohatl descubrió la tierra de Xalisco", [...] "llegaron a Toxpam que descubrió Meztezotzin", [...] "descubrió este terreno Acamitzin" [...] "hasta llegar la tierra de Zacatlán que descubrió Chalcatzin" [...] "hasta llegar a la tierra de Tepetla, de lo que hacen descubridor a Cohuatzon". Así, la primera conclusión que se impone es que en este relato de Bustamante, el pueblo como actor colectivo no juega todavía ningún papel; es más, aparece solamente como un grupo de quejosos: así es el sabio Huaman, al que "tenían por adivino y cordato", quien persuade de emigrar a los que quieren nuevas tierras, "prometiéndoles grandes felicidades [...] obedeció el pueblo". Es ese mismo Huaman el único que conoce el término del viaje. Cuando cansados de caminar y "agradados de la bondad del país no tenían mucha gana de pasar adelante", el sabio Huaman insiste "pues no estaba muy distante el país dichoso que les tenía predicho, donde lograrían un imperio próspero, y vivirían con toda la comodidad apetecible".! Con sus ex1 Carlos

Maria de Bustamante,

M a ñ a n a s d e Ia A la m e d a

66

d e M é x ic o ,

t. 1, p. 28.

hortaciones logró finalmente que continuaran la marcha algunos dias más, hasta llegar al lugar donde fundaron "Tolancingo", y de allí no quisieron salir aunque el sabio astrólogo les deda que no era ése el verdadero lugar donde florecería su imperio.

Los

1,

1

f

I

l

G U ÍA s

D EL

PU EBLO

La importancia dada en el relato a la personalidad de Huaman y al papel de los jefes en esas migraciones llama la atención de don Jorge que se interroga acerca del papel real de este personaje y la naturaleza de la influencia que puede ejercer un solo hombre sobre todo un pueblo. "¿Un hombre solo tiene tanto ascendiente sobre esa multitud, que al imperio de su voz se mueve a grandes distancias y hace todos los sacrificios costosos de una dilatada peregrinación?". Tanto más que no se trata de viajecitos de placer, constata don Jorge, si consideramos que esos "miserables peregrinos" no disponían de bestias de carga ni de carros, sino que iban a pie cargando sus pertenencias y las de sus señores. Reflexión muy oportuna, responde doña Margarita, cuya respuesta nos permite ver el desarrollo de las concepciones políticas y sociales de Bustamante. En cuanto a lo que durante siglos movió a este pueblo en su peregrinación, nos dice, "lo primero era el interés individual de mejorar cada uno en su clase y condición y a proporcionarse todos los goces posibles de la vida a que el hombre aspira desde que nace'',2 2

Ib id e m ,

p. 29. 67


Bustamante está consciente de que esta profesión de fe hedonista típica del siglo XVIII podría entrar en contradicción con los mandamientos divinos, pero desecha esta objeción diciendo que si bien tenemos la obligación de servir al que nos dio la vida, "él nos alienta a hacerlo con la esperanza cierta de un premio seguro". En cuanto a la influencia del sabio Huaman es una cosa natural, nos manda decir Bustamante, es el "ascendiente del sabio sobre el ignorante, del poderoso sobre el débil [...] aquella especie de superioridad llamada aristocracia que da la naturaleza, y que en todos tiempos han tenido los hombres unos sobre otros, aunque no pretenden avasallarlos'? Esta desigualdad social natural existente en todos los tiempos y sociedades puede ser desconocida por "los muy liberales o liberales exaltados", pero eso no impide su existencia. Porque "los pueblos son como los niños, que obedecen con amor a sus ayos, cuando los conducen con dulzura, y son fieles en el cumplimiento de sus promesas".4 Con estas explicaciones "naturales" del poder político, podemos ver que estamos de lleno en la ideología ilustrada. La dominación de los mejores es la que resulta de la naturaleza, no la que proviene de la historia, como sería la aristocracia de la cuna y de rango, sino una superioridad natural del mérito, de la virtud, unánimemente aceptada p. 28. p. 29. En la ciencia como en la política dominan los "grandes hombres" desde el principio, "por estos tiempos comenzaron a descollar entre ellos algunos hombres más especulativos, curiosos y atentos al ClltSO de los planetas y se dedicaron a arreglar los cómputos anuales", íb íd e m , p. 79. 3

Ib íd e m ,

4

Ib íd e m ,

68

j I

por el pueblo, cuya legitimidad era garantizada con el sello de la naturaleza y que se mantiene indefinidamente si los dirigentes se conducen como los padres de la comunidad, con dulzura y firmeza. El relato de esta peregrinación deja sin explicación muchos aspectos que interesan a la concurrencia, como lo constatan los oyentes del simposio, acerca del "número de leguas que anduvieron por andar en rodeos" o el cómo se pobló al resto del continente, cuentas que si en su relato no tienen explicación clara, podemos suponer hoy que la importancia de explicar esa dinámica demográfica no escapó a Bustamante, quien gastó pluma, papel y probablemente bastantes velas para intentar resolver las ambigüedades de sus fuentes.

Los

TOLTECAS

EN LA TIERRA DE REMISIÓN

A Milady le queda la duda de saber si se debía creer realmente en esa peregrinación, aunque doña Margarita la hubiera sacado de "autores recomendables" y de documentos auténticos quisiera conocer las huellas arquitectónicas de esa ocupación, porque recuerda, "todo ello nos parece más bien una hipótesis alegre que un hecho efectivo y no nos aquietamos sino con la vista de monumentos que hablen a nuestra imaginación, y que palpemos. Ellos, como V. sabe, son el suplemento de la historia misma como las inscripciones y la numismática".5 5

Bustamante,

o p . c it.,

t.

1,

p. 31.

69


Doña Margarita responde a esas inquietudes, muy comprensibles: "les aseguro que en 1817 vi en Veracruz algunas piezas exquisitas sacadas en las excavaciones de Papantla, Isla del Sacrificio, y otros lugares; por ejemplo un gran vaso de alabastro con esquisitos relieves, en mi concepto e g ip c io , en la parte exterior, y muy diáfano y de1gado".6 Estas curiosidades fueron enviadas al Museo Nacional, a Bustamante no le queda ninguna duda: "¿de dónde pudo venir esto, si no de una nación culta que había llevado su ilustración y refinamiento del buen gusto hasta este extremo?". Margarita-Bustamante describe las pirámides de la misma región, particularmente la de Los Nichos, del Tajín, "y no deja duda que este particular edificio demuestra su mucha y muy remota antigüedad. Probablemente lo fabricaron los primeros moradores de esta tierra, viniendo por la parte de la Huaxteca, después de establecidos allí por muchos años". La referencia reiterativa de los egipcios como fuente de la civilización tolteca en textos del siglo XIX mexicano puede sorprendernos hoy, pero debemos tomar en cuenta que desde Herodoto, Egipto es considerado como la cuna de la civilización. Para los romanos la fascinación egipcia es evidente, el culto de Isis invade todo el imperio. Los emperadores fascinados visitan Egipto. Roma se cubre de monumentos egipcios. Esta egiptomanía continúa durante la época medieval. El polvo de momia es una panacea universal en el siglo XVI. A fines del XVIII las descripciones de Egipto se multiplican. Con la expedición de Bonaparte la egiptomanía explota en Europa: utilización de elementos egipcios en la decoración y la arquitectura, multiplicación de descripciones de excavaciones, novelas, relatos de viajes, salas especializadas en los museos, cátedras de enseñanza, teatro, música ... esta moda durará hasta fines del siglo XIX por lo menos. 6

70

A la pregunta de Milady sobre por qué "este monumento singular ha estado ignorado por tanto tiempo". Doña Margarita da una respuesta que hoy nos parece simplista, pero que parece suficiente a los conferenciantes: "Los indios han visto siempre con mucha ojeriza a los españoles y siempre les han procurado ocultar todo lo que decía relación a sus antiguallas: por este principio es fácil concebir por qué no lo supieron los españoles, no obstante de que estos indios totonaques fueron los primeros que trataron íntimamente con ellos, y celebraron la primera alianza".7 Después de mencionar brevemente al conjunto de Xochicalco, Bustamante en una nota explica que "en lo sucesivo y lugar oportuno daremos idea de otros edificios grandiosos".8 Esa conversación se termina con una conclusión enunciada por don Jorge: "la relación que V. acaba de hacernos, nos confirma en el concepto de que los toltecas fueron los primeros pobladores de este continente, y que en él dejaron monumentos de eterna memoria que acreditan su sabiduría en las artes; yo presumo que su origen es egipcio, por los vestigios de su arquitectura, que parece hija de aquella".9 Esta opinión es compartida por doña Margarita quien añade, "podré presentar en su apoyo no sólo conjeturas sino hechos". El lector actual queda decepcionado de los argumentos que prueban el supuesto origen egipcio de los toltecas, más

7

Bustamante, p. 34.

8

Ib id e m ,

9

L o c . c il.

o p . c it.,

t.

1,

p. 35.

71


allá de que ambos construyeron algún tipo de pirámides, y de que los dos pueblos eran muy versados en el arte de embalsamar a sus reyes, no sabremos nada más, a menos de que esa "ausencia" de más elementos esté fundada en algo tan evidente en el saber compartido de la época, que no necesite aparecer en el relato, Como lo subrayé en una nota anterior, me parece que la mayoría de los eruditos de fines del siglo XVIII, como de los sabios de principios del XIX, compartían la deducción, aunque fuera con argumentos a veces diferentes, de que la civilización egipcia podía ser considerada como madre y cuna de todas las civilizaciones, Conclusión que, por otra parte, sin mayor erudición, se podía sacar de la B ib lia como un discurso de historia verdadera: cuando Israel no es más que una confederación de familias de pastores nómadas hada siglos que existía el imperio de los faraones, donde encuentran su destino Josué el hijo de Jacob y Moisés, así como todo el pueblo elegido.

ruinas eran para Margarita la prueba de que "hubo otra generación más sabia en ciertos ramos que la presente, pues consultando con sólo la naturaleza, nos aventajaron en algunas ciencias, a cuya perfección creíamos' haber llegado" ,11 Para describir las ruinas retoma a Burgoa, considerado "escritor muy respetable", pero vemos que, más que las preguntas irresolubles que esa fuente documental deja al visitante y al erudito, lo que fascina a Bustamante es describir las ceremonias diabólicas que tenían lugar en ellas: el gran sacerdote, con gran seña y mesura al altar, hacía grandes acatamientos a los ídolos, renovaba los sahumerios, y ponías e luego a hablar muy entredientes con aquellas figuras, depósito de espíritus infernales. En este momento de oración perseveraba con visages [sic] disformes, bramidos y movimientos, que tenía a todos los presentes llenos de temor y asombro, hasta que volvía de aquel rapto diabólico, y decía a los circunstantes las ficciones y patrañas que el espíritu le persuadía o él inventaba y -añade-

MONUMENTOS

y

FUNERALES

Como la última conversación se terminó con la evocación de algunas costumbres funerarias antiguas de los indios, la siguiente empieza por una descripción de las ruinas de Micdan hoy Mida, cerca de la ciudad de Oaxaca,lo Estas 10 Es clásica la manera de Bustamante de desarrollar su relato, un tema llama a otro, una reflexión encadena otra, por analogía, proximidad, las digresiones morales o filosóficas se siguen y a veces se cortan de manera abrupta para regresar al relato histórico propiamente dicho.

72

era tanta la autoridad de este diabólico ministro que

no había quien se atreviera a pasar por el patio.12

Doña Margarita-Bustamante reporta que, según lo que pudo averiguar, existía una especie de gran construcción subterránea que "corría más de 3 0 0 leguas por bajo de tierra sustentado por pilares",13 pero que se mandó tapiar Bustamante, o p . c it., t. 1, p. 36. lb id e m , p . 38. 13 ¿Sería la boca del infierno?

11

12

73


\ porque los primeros prelados curiosos y de buen celo, que al principio intentaron entrar allí se asustaron de lo que les pareció una trampa diabólica. Don Jorge agradece las descripciones y dice que no olvidará visitar tan excelso monumento cuando recorra Oaxaca. De repente Bustamante da uno de estos saltos textuales a los cuales estamos acostumbrados y doña Margarita le pide que tuviera cuidado porque Oaxaca estaba totalmente arruinada por los enfrentamientos entre facciones, el cólera morbus y el hambre. "Si V. tarda mucho tiempo en emprender ese viaje se encontrará con la ciudad tan arruinada como el palacio de Mictlan [...] ¡pobres gentes! han perdido el juicio, y como tienen poca experiencia de mundo, y pasiones muy exaltadas, corren sin freno a su ruin~ y causando la del estado" .14 En las páginas siguientes Bustamante describe el estado de Oaxaca y su riqueza y aprovecha la ocasión para abogar por la apertura de un puerto en la costa del Pacífico, ya que sin él el comercio del estado se veía asfixiado, víctima de la incapacidad de sus élites.15

Bustamante, o p . c it.} t. 1, p. 40. p. 44. Las repetidas menciones a los acontecimientos políticos o a elementos de economía política son un índice de que este libro no era realmente, "un simple libro" escrito para la ilustración y recreación de la juventud, y que tuvimos razón de considerarlo como un libro que se construye sobre un paradigma historiogr-áfico coherénte y muy bien estructurado. 14

15Ib id e m }

Los PATRlARCAS 1

r

t

Llama la atención a los participantes del simposio lo longevo de esos jefes toltecas que guían a su pueblo durante más de un siglo, se dice que Huaman, el sabio conductor de los toltecas, pasaba de los 180 años cuando llegó a Tula, y como había salido cuando tenía aproximadamente 20, si creemos a Ixtlilxóchitl, pasó más de 150 años de peregrino a la cabeza de su pueblo. Pero la longevidad no provoca dudas en doña- Margarita, quien afirma que: "no era rara la longevidad de los indios, como entre nosotros, debíase a su vida sobria" y cita a diversos personajes que según las crónicas habían vivido entre 130 y 180 años. La longevidad tenía una explicación teológica general, nos dice: "De este modo la alta Providencia guió y conservó a los primeros caudillos de este pueblo, como prolongó la vida a los primeros patriarcas, conocidos en la historia sagrada". Después del argumento escriturario también utiliza el etnológico. Todavía en nuestros días, "vemos con asombro a indios octogenarios, y de mucho más del siglo; ya hombres ya mujeres". Se apoya en el barón de Humboldt, "autoridad en la materia americana" que también conoció en sus andanzas algunos naturales longevos. y si los indios viven muchos años es porque "reducidos en fin los naturales a un estrecho círculo de necesidades, en continua agitación, desconociendo los manjares exquisitos de Europa y lujo de nuestras mesas opíparas, y sobre todo en continua agitación y trabajo tienen el método más apropiado para conservar la salud" .16 16

74

DEL PUEBLO TOLTECA-

Bustamante,

o p . c it.}

t.

1,

p. 46.

75


De repente Bustamante se hace el apóstol de cierta forma de inmovilismo social y político. Es la inmovilidad basada en la justicia y la moral, la que permite la felicidad y finalmente la longevidad, y no las incesantes perturbaciones políticas y sociales: ¡Que cosa más desconsolante que ver ese oleage de perturbaciones y cambios de gobierno que hoy vemos, y de que son víctimas los infelices pueblos, andando en pos de un sistema [uo que les asegure perpetuamente su felicidad, y que ahora han solicitado sin poderlo hallar! Débenlo a las teorías alegres de esos ftlósofos que quieren pasar por protectores del género humano, y que yo llamo verdaderos azotes y plagas de nuestra especie.!7

UN POLÍTICO

EJEMPLAR: HUAMAN,

PADRE

DE LOS TOLTECAS

Hecha la fundación de Tula, aunque sus caudillos gobernaban el pueblo con equidad y justicia, temió éste que dividida la autoridad entre muchos, declinase en un bárbaro despotismo; fieles a sus obligaciones, y desnudo de toda mira de ambición, congregaron el pueblo y le mostraron que convenía eligiese un rey que lo gobernase y diese esplendor.IB

17

L o e . c it.

lB

L o e . c it

El pueblo, convencido de la necesidad de un rey y queriendo agradecer a sus jefes históricos, pretende escogerlo. Pero el sabio y también político Huaman confiesa que aunque tendría méritos para ser rey, sería mucho mejor que nombrasen al hijo segundo del emperador chichimeca, imperio del cual se habían separado casi dos siglos antes: "pues de esa manera se ahogaría todo motivo de celo y rivalidad entre ambas naciones, se evitarían guerras, se harían independientes de aquélla, guardándose la mejor armonía entre ellas, y finalmente se harían de todo punto felices".19 Con esta maniobra se pacta la independencia del reino tolteca, del imperio chichimeca y "obligase el rey chichimeca por sí y sus sucesores a reconocerla y no exigir de los toltecas feudo ni vasallaje". El nuevo rey llega a Tilla en medio de la alegría general. Doña Margarita ignora el nombre de ese rey pero sí sabe que "su gallarda disposición de cuerpo y bella alma daban esperanzas de que llenaría cabalmente las de sus súbditos. El día de su proclamación "se le puso Chalchiuhdatonac que quiere decir piedra preciosa que alumbra, dando a entender que con sus virtudes los iluminaría, y guiaría con la antorcha de la justicia [...] Pactando los toltecas con ese nuevo rey que no deberían reinar los reyes más de un siglo calendárico tolteca de 52 años. Si el rey llegaba a morir antes "gobernarían la República los jueces que el pueblo nombrase los años que le restasen hasta cumplir el siglo; pero si llegase a cumplir los 52 años del reinado tendría que ceder el trono a su hijo pri!9

76

L o e . c it.

77


mogénito, y por su falta, a otro de sus hijos según su edad, el cual debía reinar libremente, sin dependencia del anterior rey, el cual debería separarse enteramente".20 Los que en su época reflexionan sobre el poder politico, dice Bustamante, consideran que esa ley sugerida por Huaman, tenía "un fondo de prudencia y previsión admirable". Porque un rey que ha durado 52 años en el poder seguramente está harto del oficio y tiene la tendencia de entregar el poder a sus ministros, lo que es nocivo, al mismo tiempo que su sucesor estaría esperando subir al trono y "movido por la ambición de reinar, atentase a la vida de su padre, excitando partidos y divisiones entre los suyoS".21 Fijar un término a los gobernantes parece importante a Bustamante que reitera su argumentación: "¿Cuántos males dejará éste de hacer con esta previsión que haría si su gobierno no tuviera un plazo fijo?".22Esta sabia ley, indica Bustamante, fue reforzada por otra aún más virtuosa: si el sucesor de un reino, señorío o cacicazgo manifiesta claramente la ambición de poseerlo antes de término, será excluido del derecho de administrarlo, y no será obedecido por sus súbditos. Este conjunto de prudentes leyes es la prueba de la gran sabiduría politica alcanzada por los toltecas: "He aquí los primeros rasgos de politica de un pueblo naciente, el pacto explicito entre él y su monarca, y la base de una constitución sabia y prudente".

20

Bustamante,o p .

21

L o c . c it.

22

Bustamante, o p . c it., t. 1, p. 48.

c it.)

El reino de ese primer rey duró sus 52 años autorizados, no hubo guerra, antes por el contrario quedaron unidos chichimecas y toltecas, que parecían dos pueblos hermanos, sin otra diferencia sino que uno y otro conservaron siempre la memoria de su nación. Los toltecas asegurados de la paz, se aplicaron ya al mayor cultivo de las tierras y de las artes. Comenzaron a fomentar las fábricas de algodón, los bordados de pluma, la minería, la platería, el arte lapidario y la pintura.23

( I

Como lo dictaba la ley, le sucedió su hijo que también "gobernó en paz el reino, dilató sus términos y perfeccionó la policía de la corte". Murió por fin Huaman, "el verdadero padre de los toltecas" y además "el primer cronista e historiador; pues conociendo la proximidad de su muerte se dedicó a juntar todas las pinturas históricas que se habían conservado en su nación, y en que se contaban los sucesos notables, pasados desde la creación del mundo hasta aquella fecha". Para confirmar esa primera recolección de datos, juntó a todos los sabios con quienes conferenció durante días para formar "una obra verdadera, sólida, y completa que sirviera en lo futuro de noticia en lo pasado y de guía para el venidero". Huaman formó así un abultado volumen a que dio el nombre de Teoamoxtli, o sea libro de Dios, y de todo lo que atañía a los usos, costumbres, estableci-

t. 1, p. 47. 23

78

L o c . c it.

79


mientas, peregrinaciones, religión, ritos, gobierno, sistemas de sus antiguos calendarios, reforma de éstos, inteligencia de caracteres, símbolos de los días, meses, años, geroglíficos [ s itj, fábulas, apólogos, y metamorfosis. Finalmente contenía gran número de anuncios y predicciones de sucesos futuros, señalando con claridad los tiempos y circunstancias en que se verificarían, y señales que precederían a su cumplimiento.24

después declinaría en vicioso y sería malo y desventurado. Que a su ejemplo, obrarían sus súbditos, llegando tiempo en que los sacerdotes faltando en el decoro en los templos y pureza que se les debe, forzarían tanto a las doncellas como a las casadas que acudiesen a ellos, por lo que el Teotloquenahuaque les castigaría severamente con rayos, granizos, hielos, langosta, hambre y peste, y fmalmente con el terrible azote de la guerra que causaría la total destrucción del reino.25

la parte del Oriente, cuya llegada sería el año de la caña en el número primero, cumpliéndose puntualmente la profecía que les había hecho el sabio Quetzalcóatl".26 Pero por desgracia, reconoce Bustamante, se perdió para siempre esa Biblia de los toltecas, que hubiera sido una fuente fundamental para la historia antigua de esas tierras, "testimonio de su sabiduría profunda se guardó escrupulosamente por varios siglos, hasta poco después de la venida de los españoles, hasta que la quemó con los archivos de Tezcoco, el sr. obispo Zumárraga, creyéndolo depósito de brujerías y nigromancia".27 A su manera tomista, Bustamante propone una objeción a la existencia de ese libro que el señor Jorge, de manera provocativa, trata de probable "fábula alegre y bien razonada". A lo que doña Margarita responde que también la tendría por tal "si escritores de gran seso no dieran testimonio de su verdad". Ese documento, confIrma Bustamante, se conservó en Texcoco e incluso el archivero mayor de Texcoco formó en caracteres latinos dos extensas relaciones que Ixtlilxóchitl afIrmó tener en su posesión cuando escribió sus propias obras.

Tula pasarla al imperio chichimeca. Pero de las reliquias de la nación tolteca renacerá un reino que también "sería destruido como todas las demás naciones de este continente, porque se apoderarían de él unas gentes venidas por

Nuestros sabios deben llorar la pérdida de ese documento [...] Allí se obró por un descuido inculpable, más aquí por ignorancia grosera e indigna hasta de los más bárbaros cafres. Los españoles que conquistaron este conti-

Entre los vaticinios de Huaman se encuentra la ruina del reino tolteca diez siglos después de su salida por culpa de un rey que empezaría muy bien su reinado pero que

24 25

Bustamante, o p . Ib íd e m , p. 50.

c it.,

t. 1, p. 49.

80

l

26

L o c . c it.

27

L o c . c it.

81


nente, creían en brujas, hechizos, encantamientos, y cuanto veían escrito con símbolos o caracteres mexicanos, les parecía pertenecer a estas artes malignas, por tanto, no sólo lo despreciaban, sino que lo despedazaban y quemaban afectando celo por la religión, y odio a la idolatría. ¡Ojalá y sólo los soldados hubieran sido los únicos imbuidos en este error! Por desgracia lo estuvieron igualmente los misioneros, y aún el sr. Zumárraga [...] En aquellos caracteres estaba el depósito de la sabiduría de los indios, que toda desapareció de un golpe por esta bárbara operación.28 Hay poco que decir sobre los primeros reyes, dice doña Margarita, los hijos suceden sin problemas a sus padres después del tiempo legal, todo va bien durante siglos. Pero cuando Mitl sube al trono se nota una cierta degeneración "habíase aumentado la idolatría, pues no sólo se adoraba al Teotloquenahuaque, sino a una porción de falsos númenes, a quienes se les habían erigido magníficos templos".29 Entre ellos "¡oh miseria humana del hombre extraviado de las ideas precisas de la verdadera divinidad!" se encontraba un templo a la diosa Rana, "animalejo ruin, inmundo y despreciable". Ese rey que según Bustamante tenía dotes para reinar "protegió las artes, honrando a sus profesores y sobre todo a los descubridores de algún útil invento; por tanto Tula fue el seminario de las artes hasta entonces conocidas". 28Bustamante, o p . Ib íd e m , p. 53.

c it.,

p. 51.

29

82

Pero ese mismo rey empieza a violentar la ley. No quiere entregar el trono a su hijo en el tiempo legal y continúa siete años más en el poder. Cuando muere, la nobleza pide a su viuda que en honor a su esposo y por el amor que le tienen, se quede con el trono. "He aquí a la primera mujer que aparece honrada con esta alta dignidad en nuestra América, comparable con las más famosas de Europa".30 El gobierno de "tan buena princesa" dura poco ya que muere al cuarto año de su reinado. Le sucede su hijo que reina virtuosamente durante diez años pero al cabo de ellos empieza a "extraviarse". La manera en que, en el relato, ese rey se perderá, instrumento ciego del fin de los toltecas, es interesante. Uno de los principales de su corte aparece un día con Xóchitl, una hija doncella de 15 años, de extremada belleza, que llevaba regalos y algo muy ,nuevo, "un jarrón de pulque o aguamiel de maguey, cuya fábrica o elaboración acababa de inventar la niña, como cosa nueva y muy gustosa la condujo ella misma",3I El rey no sólo recibe con agrado el regalo, sino que "con aquella bebida se transmitió a su corazón el veneno fatal de una pasión amorosa, voraz e indomable". La pasión le hace perder todo decoro, cuando la joven regresa a verlo, prepara su crimen, la viola y la esconde en un palacio secreto, informando a la familia que él se encargaría desde entonces de su educación. El rey intenta alejar y comprar al padre, regalándole tierras y pueblos, pero él 30

Ib íd e m ,

31

Ib íd e m ,

p. 55. p. 56. 83


está inconsolable: "¡todas las delicias de una corte brillante no equivalen a un momento de sociedad doméstica y de familia!", se lamenta ese padre ejemplar.32 Entre tanto Xóchitl da a luz a un niño. Su padre logra entrar al palacio secreto y encuentra a su hija con el bebé. Pide cuentas al rey, lo confunde y éste avergonzado ftnalmente debe confesar que hubiera deseado casarse con Xóchitl, pero como ya lo estaba, promete que al concluir su tiempo de reino, ese hijo sería su sucesor. Los padres obtienen el derecho de ver a su hija y nieto cuantas veces deseen. Topiltzin "manifestó desde su infancia un ingenio sublime, despejo gracioso, ánimo grande y valor intrépido". Cuando la esposa legítima muere, el rey se casa con Xóchitl y ésta se vuelve una reina activa, que se gana "la voluntad del pueblo", pero si los reyes transgreden, también los vasallos, el nacimiento ilegítimo de Topiltzin levanta odios de parientes del rey que esperaban subir al trono en la medida en que éste no había tenido hijos legítimos. Cuando llegó el momento, el rey dejó su lugar al bastardo Topiltzin "dándole obediencia todo lo principal del reino", menos evidentemente algunos Régulos, caciques celosos y descontentos. En sus primeros años "mostró Topiltzin buenas disposiciones para reinar". "Pero la misma veneración y respeto con que era tratado entonces por sus virtudes, lo insufló de orgullo e hizo que degenerase en términos de que soltó 32Ib id e m ,

p. 57. Admirable profesión de fe de un burgués decimo-

nónico.

84

las riendas a sus pasiones, y llenó a su pueblo de escándalos y vicios. Cubriose con el égide de la religión y se valió de los ministros de ella para su desenfreno".33 Dos sacerdotes de los más famosos y de gran ascendencia sobre el pueblo "fueron los instrumentos de su prostitución. Seducían y engañaban a las mujeres de cualquier estado y profesión, y les hacían creer que agradaban a sus dioses entregándose brutalmente a su Rey. Valíanse algunas veces de la fuerza y violencia dentro de los mismos templos con las que resistían a sus halagos". El estupro y la fornicación de los principales sacerdotes y del rey tienen un efecto perverso sobre la sociedad. "Finalmente en el corto espacio de dos años, la corrupción llegó a tal punto en el reino tolteca, que ya ni el rey cuidaba de la observación de las leyes, ni los ministros de la santidad del culto: todo era desorden, robos, asesinatos yabominaciones".34 Evidentemente los padres del rey están llenos de amargura "tanto más que ya el cielo comenzaba a mostrar con señales inequívocas la próxima destrucción de aquella dinastía".35

EL FIN DE LOS TOLTECAS

Los prodigios empiezan a manifestarse. En los propios jardines del rey aparece "un animal pequeño pero con cuer33

Bustamante,

34

L o e . c it.

35

Bustamante,

o p . c it.,

p. 62.

o p . c it.,

p. 63. 85


nos como de venado"

al matarlo

se dan cuenta de que era

S i D io s le h a b ló a l F a r a ó n o a J o n á s p a r a

un conejo. El rey se acuerda de que había leído en el Teoamoxtli que ésa sería una de las señales que precederían

p in tie r a ,

a la

ruina de su imperio. Un poco más tarde en el mismo jardín aparece un chupamirto asamblea

con espolones.

El rey convoca

de sabios y les pide un dictamen

significa la aparición

de esos animales

todos confusos convinieron

sobre

b ie n p u d o

y a su ~ ,

h a b la r d e la m is m a

q u e m 1 !Y b ie n p o d r ía n

ya

se arre-

a l p u e b lo

T o lte c a

m anera

s a lv a r s e g u a r d a n d o

r a l (s e g ú n la o p in ió n d e s a n to T o m á s )y

una

q u e N ín iv e

fa Iry n a tu -

e n lo s m é r ito s d e C r is to

n a c id o . lB

lo que Las grandes y extraordinarias

extraños:

anunciar los grandes la especie humana:

en ser las mismas señales

señales están destinadas

acontecimientos

que sobrevendrán

a a

predichas por Huaman de la ruina del imperio. Dijéronle no obstante

[...] He aquí su misericordia llamar al hombre extraviado

que, el cielo mostraba así su cólera, daba

también lugar al arrepentimiento,

con señales exteriores de la misma naturaleza que puede

y podría muy bien sus-

pender el castigo. Opinaron por lo tanto que se hiciesen

ejecutar muy bien sin contrariar sus leyes eternas [...] Dios

plegarias y sacrificios, que por entonces no eran de san-

es muy ingenioso y exquisito para salvar al hombre: ésta

gre humana sino de aves, y así lo mandó ejecutar el rey

es la doctrina que yo he aprendido de mis honrados pa-

en todo el imperio.

dres, la que creo y la que me aquieta. Ella es cierta, y por

36

Ese relato deja pensativa

a Milady, y cuando

"¿pero usted cree lo que refiere?"

doña Margarita

lo mismo creo que Dios pudo haber mandado esas es-

pregunta:

pantosas señales al pueblo Tolteca, o para anunciarle su

respon-

ruina o para ejecutar escarmiento de sus aberraciones. Si

de vivamente:

éste es fanatismo, si ésta es una vana credulidad, yo estoy muy conforme con ella y jamás la abjuraré. Oiga usted la

diré francamente mi opinión. Dios no quiere la muerte

relación de otras señales que precedieron este imperio.

del pecador, sino que se convierta y viva. Dios vela so-

a la ruina de

39

bre él desde el momento

en que le inspira una alma ra-

cional en el vientre donde es concebido

[...] Dios habla

al corazón del hombre a todas horas [...] Cuando los excesos son públicos y generales, sus avisos de indignación lo son igualmente para exigir de él el arrepentimiento, ,

1

que esta pronto a otorgar e. 36

L o e . c it.

37

Bustamante, 0 1 .

c it.,

t.

1,

p. 64.

86

37

!

Las leyes de la naturaleza cola de los toltecas

que aseguraban

aparecen

desde

la riqueza agrí-

ese momento

total-

38 Las cursivas son mías. Vemos funcionar perfectamente esa historiografía salvífica que hemos señalado como el principio fundador de la historiografía de Bustamante. 39 Bustamante, o p . c it., t. 1, p. 64.

87


mente perturbadas. El primer año sobrevienen terribles aguaceros, que, "saliendo de madre los arroyos y ríos asolan las sementeras y arrasan los pueblos", llovieron 100 días seguidos, parecía el diluvio universal. Al año siguiente, una sequía extrema hizo que se perdieran las cosechas y se secaran los árboles, y hacía tal calor que parecía que el fuego de Dios quería consumir a hombres y animales. Muchos mueren. Al tercer año, recias heladas hicieron que hasta los magueyes se helaran. El cuarto año, en medio del hambre, terribles plagas de langosta y gusanos de todo tipo acabaron con las cosechas al mismo tiempo que invasiones de diferentes aves y terribles bandadas acabaron de destruirlas. Una terrible epidemia se desarrolló con un comienzo muy extraño:

Todas estas tragedias no llegaron solas, los Régulos, caciques descontentos, se ponen en campaña y empiezan las hostilidades. El rey ya no puede quedarse ciego frente a tantos y tan claros mensajes que le mand~ba el cielo.

REDENCIÓN

DEL REY PECADOR

Acordase entonces de sus principios de educación, conoció a toda luz el verdadero motivo de tantas desgracias, se humilló, y propuso repararlas con un sincero arrepentimiento

de su vida criminal, sustituyendo

otra de

edificación y buen ejemplo para sus pueblos. Consolábalos en sus aflicciones, exhortábalos a la paciencia y sufrimiento, socorríalos con largueza y no perdonaba

a trabajo ni

diligencia para reparar los daños pasados, y que todo redundase en su alivio. Dictó las medidas necesarias para

se halló un niño tierno en la cima de un monte, que aún

restablecer la observancia de las leyes, la pureza de las

no hablaba, de color blanco, rubio y de tan bello aspecto

costumbres, y el buen orden del reino. Cediendo a la ne-

que cosa singular lo llevaron al Rey, teniéndolo por agüe-

cesidad envió una embajada a los Régulos, procurando

ro feliz de que cesarían sus calamidades; violo y formó

por ese medio atraerse su amistad y suspender la guerra,

diversos conceptos: mandó que lo dejasen donde se ha-

excitándolos a que se compadeciesen de aquel reino afli-

bía hallado, mas no pudo ejecutarse su orden, porque en

gido con tantas plagas pues apenas había quedado la quinta

el mismo instante comenzó a podrírsele la cabeza, y a

parte de su población.41

exhalar tan pestilente hedor, que muchos de los que se hallaron presentes murieron como de asfixia, y también murió el niño: propagase con rapidez el contagio, y aunque duró poco hizo grande estrago. 40

Ib id e m ,

p. 65.

(

4O

41

88

L o e . d I.

89


LA GUERRA, UNA OCUPACIÓN DE CABALLEROS

pero que supone un gran fondo de honor y moralidad, que es el que han producido los héroes de la antigüedad

En esa historia

que intenta

de los pueblos

antiguos

cha las cruentas

mucho

moral

en principios del año de una caña, o sea 1103 de J. C.42

de la locura

De la misma manera que

política indígena

feudal europeo,

que aún admiramos. La apertura de esta campaña se fija

aprove-

para hacer en un

del indio y la condena

una organización al sistema

Bustamante

de los toltecas

de sus contemporáneos.

describe

la consistencia

americanos,

guerras

solo relato, la defensa guerrera

mostrar

Para conciliarse derecho

el favor del cielo el rey debe restablecer

el

y el orden en sus estados, por eso,

que se parece

no tal como

fue sino

el primer cuidado de Topitzin durante el tiempo de la

como pudo leerlo en Walter Scott, de la misma manera

sus

tregua fue restablecer la observancia

reyes y jefes de guerra se comportan

ca-

gando severamente a sus transgresores, y según parece,

como verdaderos

balleros de novelas históricas.

de las leyes casti-

ésta fue la época en que se le dio el nombre de Topiltzin, que tanto quiere decir como Justiciero. No sólo confir-

En los tiempos heroicos estaba establecida la máxima de

mó las leyes de sus mayores sino que promulgó otras que

derecho de gentes, de no tomar jamás desprevenido

ignoramos, pero todas conspiraban a impedir los desór-

enemigo para vencerlo. Entonces liberales que compasaban

al

había principios más

denes de que estaba plagado su reino, principalmente

la conducta de los guerreros

el

de la sensualidad que era el dominante. No sólo obligó a

que mostraban más magnanimidad que los del día, quie-

los sacerdotes y sacerdotisas a guardar castidad sino tam-

nes apenas encontrar una coyuntura favorable de atacar a

bién a apartar las ocasiones de violarla, guardando la mayor

su enemigo, cuando le caen con todas sus fuerzas hasta

modestia y circunspección.

aniquilarlo, esto es si no han precedido muchas intrigas

conocer más que una mujer; castigó la pública prostitu-

Obligó a los casados a no

diplomáticas que llaman de política, arteras y mezquinas,

ción, extendiendo

esto pasa en lo que se llama culta Europa, en esa gran

chas, finalmente, hizo cuanto estuvo al alcance de su au-

el castigo hasta las más leves sospe-

parte del globo ilustrado, que mira como bárbara a otras

toridad para hacer que reviviese la antigua probidad que

tres, así como los romanos tenían por bárbaros a todos

caracterizó en días más felices a los toltecas.43

los demás pueblos que no obrasen como él. Los antiguos toltecas decían: ¿qué cosa puede haber más indecorosa entre las naciones que aprovecharse hasta de las menores circunstancias de debilidad y flaqueza para destruirse unas

42

a otras? Confesemos que ésta es una especie de quijotería:

43Ib id e m ,

90

Bustamante, p . 68.

o p . c it., t.

1,

pp. 67-8.

91


Pero la guerra es ineluctable, en ella los toltecas juegan su destino, todos participan incluso en un "ejército de mujeres al mando de la reyna Xóchitl, que emulaba la bizarría de los hombres".44 Tres años duró la guerra, en el lado tolteca ya "no había quien trabajase los campos, y muy pocos reclutas que reemplazasen sus muertos". Finalmente, después de una batalla de 50 días en la cual murió mucha gente de ambos lados, los toltecas deben abandonar Tula. En esa retirada el rey Tecpancaltzin, padre de Topiltzin, muere a los 150 años, así como la reina. Los asistentes se lamentan sobre sus amores con la linda Xochitl, origen de tantas desdichas, "como pudo serlo en Troya el robo de Helena. ¡Ah! Un solo error malogró los singulares talentos con que el cielo le dotó, una flaqueza obscureció los 10 hermosos años en que gobernó, sin acordarse de que tenía en sus manos un poder cuyo abuso sería no menos funesto a él que a sus súbditos".45 Los enemigos destruyen y saquean lo que quedaba del antiguo esplendor tolteca. Tres años y dos meses duró esta guerra desastrosa y "quedó asentado entre los toltecas como un hecho incuestionable, haber perecido en ella, 3 200 000 personas incluso sacerdotes, viejos, mujeres y niños que perecieron indefensos cuando saquearon las poblaciones. De los enemigos dicen haber muerto 2 400 000".46 Los sobrevivientes se reúnen en Colhuacan y no llegan a 1 600, de los cuales 26 son nobles, el resto son puro p. 69.

44

Ib íd e m ,

45

Ib íd e m , p .

46

Ib íd e m ,

plebeyo. Acordaron regresar a la tierra mítica de donde habían salido. El emperador chichimeca, de donde habían salido los reyes toltecas, ofrece a Topiltzin un numeroso ejército para reconquistar su reino y castigar a sus enemigos. Pero Topiltzin sabe que la empresa es vana, que se cumplía lo que ya estaba escrito, preferiría vivir como un plebeyo; pero el emperador lo pone en su lugar y Topiltzin se vuelve rey otra vez, a partir de entonces será un sabio legislador y así el legajo cultural tolteca se encuentra a salvo. A pesar de sus errores, es propuesto por Bustamante a la admiración de la posteridad: Topiltzin fue grande

¡

y la edificación de

sus pueblos, volvió sobre sus pasos, y oyó los consejos de la razón cuando corría con los ojos abiertos al abismo de su ruina, fue grande por fin por su sufrimiento en la adversidad, y mucho más cuando reducido a la clase privada se conformó con ella muy gustoso, subiendo después a un alto puesto, menos por su inclinación a él que por hacerse útil a los hombres.47

\

)

92

lido de la virtud por el arrepentimiento

1

\

71. p. 72.

porque saliendo del fango de los vicios y subiendo al só-

Bustamante cierra el elogio de ese gran principio diciéndonos que de ser griego o romano ese personaje seguramente hubiera ocupado algunas páginas de Plutarco y pocas pero expresivas líneas de Tácito, añadiendo un desafío lírico a los enemigos de su patria, particularmente a los europeos. 47

Ib íd e m ,

p. 75. 93


¡Oh pueblo Tolteca! Gloríate de haber sido gobernado por una serie de reyes virtuosos y políticos; presenta la lista de ellos a esta culta Europa que cree haber poseído exclusivamente las ciencias,las artes y las virtudes y que en el mundo de Colón dice no haber visto sino hordas de salvajes feroces e incultos y pregúntala. ¿Si podrá ella mostrar un catálogo igual de príncipes en los tenebrosos tiempos en que éstos florecieron?48

toria salvífica que funciona en eco, la refundación de la Independencia de México en el siglo XIX interpela el relato de fundación de la independencia tolteca. Mister Jorge pregunta a Margarita, quien había dicho conocer a Iturbide, si sabía si éste había leído antes del pronunciamiento de Iguala, esos manuscritos sobre la independencia del reino tolteca. La respuesta negativa de doña Margarita es tajante, cuando los concurrentes a la plática se maravillan de

Bustamante se pregunta un instante si esa alma tolteca ha desaparecido, pero finalmente responde que no, que todavía se podía percibir su marca física en ciertos mexicanos: "eran los toltecas de estatura más que regular, de modo que aun en tiempos posteriores se distinguían de las demás naciones, y eran conocidos por su gentil talla. Eran blancos y aunque no tan cerrados de barba como los españoles la tenían más poblada que los chichimecas notándose . esto rrusmo en 1os pocos que h an que d ad o "49 .

la casi total conformidad que hay en el plan que propuso el sabio astrólogo Hueman a los toltecas para hacerse independientes del imperio chichimeca, y el que el Sr. lturbide propuso sabiamente a los mexicanos para separarlos de la dominación española; digo de la dominación porque siempre se propuso guardar en la nación castellana los mismos respetos y consideraciones que una hija guarda con la casa de sus padres cuando se emancipa, y pone su hogar por separado: ambas casas son distintas, pero guardan tal armonía como si fuesen una sola [...] d e s a te m o s s in r o n p e r d ijo lturbide a O'Donojú.50

DE UNA INDEPENDENCIA A OTRA, O DE LA HISTORIA AL PRESENTE

Bustamante no puede terminar así nada más la gesta de los toltecas instalados en su relato, como los portadores de la cultura madre americana y la prueba tangible del fundamento eminentemente moral de México. Como toda his48Ib id e m , 49

También recuerda que esa solución razonable de garantizar la independencia de México había tenido ya un antecedente: cuando el conde de Aranda, embajador de España en París, luego que firmó, representando a España, el tratado de reconocimiento de la independencia de los angloamericanos voló a su corte a proponerle a Carlos

p. 74.

L o c . c it.

50

94

Bustamante, o p . c it., t. r, p. 76. 95


nos a estar y pasar por esto, como se ha hecho con los griegos, y he aquí puesta a nuestra nación bajo la tutela de extranjeros, es decir,perdida la Independencia e inútiles cuantos sacrificios de toda especie se han hecho por conseguirla.53

mla división de América en tres reinos, uno del Pero, otro de México, y otro en la Nueva Granada "proyecto que no se adoptó, no porque no se conociesen sus ventajas, sino porque se creyó habría una directa oposición de Inglaterra".51 Bustamante vaticina que la Independencia tan duramente lograda está siempre al borde de ser perdida, "el gobierno español se regocija al saber nuestras diferencias intestinas, y dice en su interior, mátense los mexicanos, destrúyanse, que ellos mismos me preparan los medios de su reconquista sin necesidad de expedicionar sobre ellos". Pero don Jorge, que como sujeto inglés piensa desde otra lógica geopolítica, interviene con vivacidad y recuerda que ya no están en el siglo XVI. ''Yo creo que esto no sería muy fácil de ejecutar porque en tal caso le saldrían al encuentro a la España las naciones extranjeras reclamando por razón de los capitales que han introducido para el fomento de las minas y otros comercios".52 Bustamante responde que esa objeción no era válida, que la Independencia de México debilitada por la lucha de las facciones seguía amenazada, porque si bien España no estaba en condiciones de resistir a Inglaterra, lo que había que temer era una complicidad entre las dos o más potencias para terminar con ella. Témome que el término medio que en tal caso se adoptase sería plantarnos monarcas europeos en todas las Américas, de consentimiento con la España, y obligar-

51

Ib id e m ,

52Ib id e m ,

p. 77. p. 78. 96

)

Finalmente aprovecha estas reflexiones para fustigar a los facciosos de su época. "Sobre nada de esto han pensado esos hombres revoltosos que se precian de sabios y grandes patriotas y por cuyos partidos y facciones se derrama hoy la sangre mexicana, se roba, y saquea impunemente y los extranjeros hacen su negocio, no por medio de un comercio lícito, sino de un escandaloso contrabando o agiotaje, llevándose hasta el último tejo de plata y oro".54 Pero hablar de la situación que vive México, concluye Bustamante pesimista, es un cuento de nunca acabar y prefiere regresar a sus toltecas. Hablará ahora de su literatura y de "todo lo que eleva a una nación al más alto grado de brillantez yesplendor".55 Si bien una vez destruidos los gigantes, los toltecas se pusieron a trabajar la tierra, es en la observación de los astros y en el cómputo anual que su reflexión intelectual pudo encontrar un espacio para especulaciones más generales. Incluso se tiene memoria, explica Bustamante, de una

L o e . c it. Recuerdaademás en una nota al pie que cuando escribe esas líneas todavía el gabinete de Madrid se resiste a reconocer la Independencia de México. 54 Bustamante, o p . c it., t. 1, p. 78. 55Ib id e m , p. 79. 53

97


gran junta de astrólogos que se desarolló en Huehuetlapallan, para el intercambio de información y discusiones, que según parece se realizó en 3901. Es en esa junta donde quedó establecido que "la duración del mundo debería dividirse en cuatro espacios o edades, que cada una había de fenecer a la violencia del uno de los cuatro elementos".56 Bustamante, no sin dificultades, intenta insertar el mito de las cuatro edades, que ya pertenece a la vulgata sobre la historia americana, en la temporalidad bíblica que le sirve de referente temporal. Si las dos primeras edades, la primera marcada por el diluvio y la segunda por los huracanes que hemos ya mencionado, destruyeron a los gigantes, no le presentan muchos problemas, sí tiene dificultad en entender y fijar los términos temporales de las siguientes. Pero Bustamante corta abruptamente esa reflexión para exponer un mito de creación de los toltecas y de manera particular el que trata de la formación del sol y la luna. No viene al caso analizar aquí ese mito, solamente diremos que concluye su exposición diciendo que "Tal es una de las fábulas mitológicas de los indios, que tal vez despreciaran los mismos que aplauden las metamorfosis de Ovidio y celebran el rapto de Rómulo y César, porque es de indios". 57

Pero no todo es fábula entre los conocimientos de los toltecas, y don Jorge hace notar que ha leído un libro "que habla de las horas de los mexicanos, y aún presenta su relox solar". Bustamante añade en una de sus escasas notas que esa obra de don Antonio León y Gama "en Londres tendrá el justo aprecio que no se ha hecho de él en México". Hablar de esa obra es la ocasión, para Bustamante, de hacerse un comercial: "lo acaba de publicar don Carlos María de Bustamante con la segunda parte que estaba inédita y ha hecho un importantísimo servicio a la república literaria" .58 En la manera de reportarnos cómo esos conocimientos eran vividos y difundidos entre los toltecas también podemos ver aflorar las esperanzas políticas de Bustamante basadas en una utopía cristiana. Se ha estudiado poco la influencia de la enseñanza de los jesuitas en la primera mitad del siglo XVIII en cuanto a la constitución de un modelo político de lo que debía ser la vida cotidiana del pueblo cristiano. En cuanto al conocimiento

de estas horas, parece que

estaba reservado a los sacerdotes y astrólogos que llevaban su cuenta con toda prolijidad, porque el vulgo usaba de ellas groseramente, contentándose

56

Ib id e m ,

p. 80.

p. 82. Es evidente que con ese tipo de menciones repetidas traiciona cierto pesimismo al final de una vida muy plena, siente que su combate para vindicar la historia antigua americana a partir de la historia salvífica no será bien recibida o con muchas prevenciones. 57

con conocer a poco

más o menos las del día, por el lugar del cielo en que se hallaba el sol, y las de la noche, cuando sonaban las boci-

Ib id e m ,

98

Bustarnante, 0 1 . c it., t. 1, p. 83 . Añade don Carlos en la nota que corresponde "apenas vio la luz el primer ejemplar, cuando se comenzó a traducir al inglés". 58

99


nas que tenían destinadas para anunciarlas los mismos sacerdotes.59 Es evidente que aquí tenemos una analogía con el dominio simbólico del tiempo y de su medida por la Iglesia en los siglos medievales y posteriores, al tañido de las campanas cristianas responden las bocinas de los templos indios. Pero podríamos objetar que si bien las horas cristianas estaban marcadas por las campanas de la iglesia, éstas tenían mezclada con esa función otra de importancia igual o superior, la de alejar la tentación y la presencia de los demonios y establecer desde los aires como un escudo sonoro para la protección de la comunidad cristiana. En las siguientes páginas esboza una explicación del calendario tolteca, que se volverá un pasaje obligado para todos los autores posteriores cuando pretenden hablar sobre la cultura americana, mostrando la superioridad de los cálculos astronómicos de los americanos. Si no viene al caso comentar aquí la visión de Bustamante sobre esos conocimientos, sí es interesante recordar cómo la obra de Bailly,60que presenta una comparación de los diferentes

tipos de cómputos existentes en las grandes civilizaciones, relaciona las antiguas culturas americanas con la china. Partiendo de ese conocimiento excepcional americano, como de algunos restos materiales preciosos de los cuales ya ha hablado, puede afIrmar la existencia siglos atrás, "de una nación antiquísima y culta sobre ese continente". y como Bustamante tiene "por imposible que una nación que se supone levantada por sí misma del cieno de la ignorancia, pudiera hacerlo sin relaciones estrechas y muy anticipadas con otras, y mucho menos que trazase un arreglo tan exacto y astrónomico, cual es el que admiramos en las naciones chichimeca, tolteca, mexicana, y aculhua", debe suponer que los antiguos americanos tenían relaciones frecuentes con otra gran civilización como la china. Considerando que los puertos de la costa del sur se prestaban muy bien para el comercio con Asia y que además Bustamante pudo observar muchas analogías entre las culturas, ya fuera en las lenguas o en las explicaciones sobre el cómputo, no duda un instante de esas relaciones sinoamericanas. Pero formular la hipótesis de una alta cultura americana en una época muy remota, considerando la temporalidad bíblica que maneja, lo lleva a suponer que esos conocimientos no eran de origen estrictamente humano. De la misma manera que Dios enseñó al hombre a vestirse después del pecado, cuando el hombre supo que estaba desnudo,61 "¿qué difIcultad hay en creer que le enseña-

Bustamante,o p . c it., t. 1, p. 83. Astrónomo y revolucionariofrancés muy activo en la primera fase de la Revoluciónfrancesa,será §lillotinado cuando el movimiento se radicalizarádefinitivamenteen 1793, despuésde la ejecución del rey Luis XVI. Es el autor de una voluminosa H is to r ia d e la a s tr o n o m ía , que lo volvió famoso y le abrió las puertas de la Corte y de lasgrandesacademiasde su tiempo.Probablemente sea esa obra o un resumen la que consultó Bustamante.

Bustamante,o p . c it., t. 1, p. 99. "Perdidala inocenciaprimitivapor el pecado,elhombre quedó tan embrutecidoque necesitóque Dios mismo le enseñasea vestirse con pieles de animales",Bustamante

100

101

59 60

61


se a observar los astros y calcular las estaciones, para co-

Evidentemente

estos eventos no pueden haber escapa-

nocer los tiempos necesarios, para sembrar y recoger las

do a los indios, y no sólo los observaron

mieses, dándole al efecto las mejores disposiciones en su

pués les sirvió de época fija para formar sus cómputos

entendimiento, para fijarse en estas ideas, y formar cálculos exactísimos?". 62

cronológicos".

la tradición cristiana que afirma que a la muerte de Cristo,

Nada extraño que cite en seguida al sabio Bossuet y su

ocurrió un eclipse total y que en esas tierras "se sintió un

D is c u r s o

s o b r e la h is to r ia

Bustamante

encuentra

u n i v e r s a l ,6 3

en el cual no solamente

confirmación

de lo que acaba de

adelantar sino que de cuya lectura puede inferir que todo "nos induce a creer que en parte eran más sabios aquellos antiguos pueblos",

porque habían perdido menos de la

antigua sabiduría que recibieron con la vida en el paraíso

terremoto

Bustamante, retomando a Veytia, recupera

tan horrible cual jamás se había experimentado

[...] las piedras se hacían pedazos [...] la tierra se abrió por muchas partes". Nada extraño que los indios "confusos

y habiendo hecho explícita su concepción historiográfica providencialista, Bustamante debe responder a varias cuestiones que le presentan los asistentes del simposio de

y aturdidos"

creyeran que ya había llegado el fin de la tercera edad del mundo, que predijeron: "cesando enteramente el terremoto, y volviendo a descubrirse perfectamente

terrenal.

sino "que des-

el sol, se halla-

ron todos sanos, sin que viviente alguno hubiese perecido, y esto les causó tan gran admiración, que lo anotaron en sus historias con gran cuidado".65

la Alameda. Una de ella, por ejemplo, es que si las tablas astronómicas indígenas eran tan exactas y sus observacio-

Bustamante, o p . c i t ., t. 1, p. 103. Es interesante apuntar que la tradición de las manifestaciones de la naturaleza con la muerte de Cristo no es realmente una tradición nova-testamentaria, sino que más bien

pertenece al Antiguo Testamento. Así, de los cuatro evangelios sólo M ateo habla de esos fenómenos naturales complejos: XXVII, 51: La tierra tembló, las rocas se abrieron, los hombres santos resucitan. Lucas no menciona temblores sino un eclipse total, y Juan y M arcos no dicen nada de particular; tres de ellos sí mencionan lo que era probablemente más importante en la época de la redacción de los evangelios, el desgarramiento del gran velo del templo, que protegía de la mirada impura el lugar más sagrado del templo de Jerusalem. Ese desgarramiento era fundamental porque significaba para los cristianos que la antigua alianza exclusiva de Dios con el pueblo elegido se había acabado. Las manifestaciones de estremecimientos de la naturaleza se encuentran más bien en los libros de los profetas, como por ejemplo, en Amós VIII, 9, o en Jeremías N, 23, Y en gran número de pasajes de los libros bíblicos proféticos. 65 Bustamante, o p . c i t ., t. 1, p. 103.

102

103

nes eran tan finas "no es de extrañar hubiesen conservado en sus memorias la noticia del gran eclipse del sol, habida en el día de la muerte de nuestro Salvador Jesucristo. Además de haber ocurrido en plenilunio, como sabemos, fue acompañado

de un horrible terremoto"

64

recupera aquí el testimonio del Génesis, IJI, 22: "Yavhé Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles y los vistió". 62 Bustamante, o p . c i t ., t. 1, p. 99. 63

L o e . c it.

64


nI

Es evidente que tal terremoto no podía ser dañino porque no anunciaba la cólera de Dios, sino que informaba

a

toda la tierra que la salvación del género humano estaba acelerando su paso, que con el sacrificio del hijo, el proyecto de la Divina Providencia entraba en una nueva fase. Las disquisiciones sobre esos terremotos el momento

ocurridos en

Santo Tomás, Bustamante \j América

de la muerte de Cristo, "anotadas fielmente

por los indios" y recuperadas por Bustamante, son interesantes por diversas razones. La más evidente es que permiten a Bustamante meter un término fijo al tercer perio-

LA PREDICACIÓN

DEL APÓSTOL

do de la historia americana antigua, que en sus reflexiones anteriores sobre el tema había quedado un tanto confuso.

Si la predicación de santo Tomás ha preocupado

Si el tercer periodo se termina con esos grandes terremo-

durante siglos a los eruditos americanos o a los

tos que marcaron según la tradición cristiana la muerte de

que han escrito sobre América, es que esa pre-

Cristo, ese punto de referencia temporal permite a su vez

dicación constituye uno de los elementos fundamentales

delimitar el cuarto que va desde esa fecha hasta la Con-

de una historiografía salvífica americana. Es la prueba irre-

para sus lectores la historia

futable de que la providencia divina no abandonó jamás, a

indígena, elaborando un sistema temporal que encaja per-

quista. Así logra estructurar

pesar de las apariencias, a sus hijos americanos, y que por

fectamente con los ritmos temporales del mito cristiano

lo tanto éstos, como si fuera aún necesario argumentarlo

que sus lectores comparten.

siempre hasta el infinito, son auténticos hijos de Adán. La

Hoy de esa adecuación casi perfecta de los periodos de

predicación del apóstol prueba por lo tanto que siempre

una supuesta cronología americana con la cronología sa-

formaron parte del plan de la salvación del género huma-

cra puede nacer la duda: ¿son indígenas estos grandes sis-

no y estuvieron perfectamente

incluidos en la palabra de

temas míticos construidos sobre el tiempo americano? Éste

Cristo cuando el Hijo de Dios dijo a sus apóstoles: "vayan

no es el lugar para tratar ese problema, pero el empeño

a enseñar a todas las naciones".

con el cual durante siglos los occidentales han intentado hacer hablar a los mitos americanos, lleva a preguntarse

si

Bustamante no tiene ninguna duda en cuanto a la presencia de santo Tomás en América, como tampoco su con-

no son· una simple producción necesaria al funcionamien-

temporáneo el padre M ier, que consideraba esa predicación

to del lagos occidental cristiano inventando y posesionán-

tan fundamental que, si damos fe al testimonio del prime-

dose de América.

ro, el segundo había solicitado en 1835 al Congreso Na104

105


1I

cional que se declarase vidad del apóstol

Es con esa absoluta incluso

proponer

día de fiesta nacional

Tomás.

para la conservación

certeza

fue en el año 63 d. estatura,

c., describiendo vestido

brado

de cruces

báculo

en la mano'?

Este personaje

que Bustamante

nos puede

de sus poblaciones

e! socorro de todas sus necesidades.

y sementeras y

3

el año de su llegada a tierras americanas:

"vino por la parte del Norte de buena

de aquella señal la serenidad en el aire, la lluvia necesaria

el de la festi-

t

rojas,

de una ropa

descalzo,

empezó

además

un hombre

así al apóstol:

blanco

y barbado,

talar blanca,

cubierto

la cabeza

Una de las pruebas del apóstol,

antes de la llegada de Colón,

el propio

todavía

Cortés cruces

pudo

y a las que daban

que mezclada

la superstición

de las pa-

Éstas

siguieron

da de los españoles

e! ayuno de 40 días, la mortificación

presencia.

por medio

1 Carlos M aría de Bustamante, M a ñ a n a s d e l a A l a m e d a d e M é x i c o , t. 1, p. 175. Si consideramos la famosa "disertación sobre la predicación" de M ier podemos ver que Bustamante conocía perfectamente ese texto como muchos de sus contemporáneos, incluso es probable que tenga el texto bajo los ojos cuando redacta las noticias que conciernen a la presencia americana de santo Tomás. En ese texto M ier expone los testimonios documentales que lo llevaron a afirmar la venida y evangelización previa de! apóstol. Al leer esa disertación uno entiende por qué Bustamante se quedó atrapado en esa presencia mítica que atraviesa como en filigrana casi toda la literatura colonial dedicada a la evangelización. El lector interesado lo encontrará en Servando Teresa de M ier, "El heterodoxo guadalupano", O b r a s c o m p l e t a s , t. I1I, pp. 17-56. 2 Bustamante, o p . c i t ., t. 1, p. 108.

106

guas

erectas

durante

salvífica,

eran las mismas

tradiciones relato

Francisco

3

Ib id e m ,

4

L o c . c il.

por este va-

los indios

siglos

que se sorprendieron

bien como

hasta

la llega-

de esa extraña

coloniales

como

"el milagro

lo toma

del manuscrito

Alegre

de que

sembrado

se encontraba

ha llamado Xavier

otra "prueba"

que había

y no una mera coincidencia,

oaxaqueña Este

"Las

5

esas cruces Tomás

plantadas

adoración

y ritos en que declinaron

Para esta historiografía

tr in o y u n o

y que

en Yucatán

naciones".4

siones, e! odio al vicio, y e! amor a la virtud [...] instituyó y la penitencia con

observar

que se dicen fueron

rón virtuoso, las demás

[...] les dio a conocer la cruz, prometiéndoles

a la cruz

que existía en América

en la cual

efusión de sangre. Les dio a conocer un Dios

de esta enseñanza

es la devoción

y un

una predicación

enseñó una ley que aconsejaba e! vencimiento

Bustamante,

sem-

muchas inmediatamente

más fehacientes

considera

la que

santo en anti-

la tradición

de la cruz de Huatulco". autógrafo

que aparentemente

del padre tenía

en su

p. 109.

Escribe M ier, o p . c i t ., p. 23: ''Apenas los españoles se acercaron al continente de América en 1518, desembarcando en Cozumel, hallaron muchas cruces dentro y fuera de los templos y en su patio almenado, puesta una cruz grande en cuyo contorno hacían procesión pidiendo a Dios lluvias, y a todas las veneraban con gran devo5

ción. De ellas se hallaron en todo Yucatán". 107


posesión.6 ¿Quién podrá dudar de que ese culto varón sea una autoridad digna de fiar?, él que hizo una traducción de la Iliada que le valió fama en Roma.7

Gaxaca, "en la cual se le hace anualmente una solemne fiesta el día 14 de septiembre". Que el profanador

protestante

sea probablemente

Cavendish en lugar de Drake y que la fecha del evento fuese diferente a la que indica Alegre no cambia nada el LA CRUZ DE HUATULCO

hecho, dice Bustamante: "la tradición del prodigio queda

Alegre cuenta, nos recuerda

Bustamante,

que cuando

Drake, el célebre navegante inglés, saqueó el puerto

de

en su vigor", aunque el vulgo pudo confundir groseramente nombres y fechas. Esta cruz era de una madera muy pesada, diferente de las que se encuentran en toda la región, y

Huatulco, no encontró a nadie en ese lugar porque todos habían huido al monte. "El pirata desfogó su cólera en las

es constante y piadosa tradición -afirma

pobres casas e intentó

haberla encontrado los primeros españoles colocada en

quemar una cruz que de tiempo

inmemorial se conservaba

AIegre-,

en aquel sitio [...] estuvo tres

las playas de Huatulco, aunque se ignora desde cuándo.

días haciendo diferentes tentativas para reducirla a cenizas

Esto ha dado a discurrir que algunos de los apóstoles, o

o hacerla inútiles pedazos. Vueltos de su fuga los morado-

de sus inmediatos discípulos hubiesen predicado aquí el

res después que se hizo a la vela, hallaron sin lesión alguna

evangelio en los primeros siglos del cristianismo [...] y

la santa cruz en medio de otros muchos leños que había consumido el fuego".8

con más verosimilitud cae en la conjetura sobre el apóstol santo Tomás.9

La veneración de esa cruz milagrosa en Huatulco es tal que algunos años más tarde fue trasladada a la catedral de

Alegre también recuerda que la tradición de la evangelización de santo Tomás no sólo es novohispana.

Bustamante, o p . c i t ., t. l, p. 109, se trata, dice Bustamante,del manuscrito de la Historia de la Compañía de Jesús en Nueva España. 7 Para el historiador actual es difícilno sonreír frente al argumento de Bustamanteque confiere autoridad a las obras del padre Alegre. El hecho de ser suficientementeerudito para realizaruna traducción aceptada en Roma de la Ilíada, del griego allarin, transmite naturalmenteautoridad a los otros juicios históricos del autor. Ese traslado de autoridad es otro de los índices del funcionamientode la historiografíade Bustamante. 8 Busiamante, o p . c i t ., t. l, p. 110. 6

108

Se en-

cuentra en "las historias de la Isla Española, de Paraguay, de Yucatán, de Cuzco y de nuestro reino de Granada, hallamos no pocos fundamentos

para discurrir que había

predicado este gran apóstol en nuestra América". Alegre añade que para apoyar el origen "tomista" de la cruz de Huatulco había más elementos, y utiliza el argumento de la tradición indígena: "los indios preguntados

9

L o c . c it.

109


respondieron

de

ilustre varón, fray Bartolomé de Las Casas: "en que consta

color blanco y barba venerable, la había colocado en su

que en tiempos pasados un extranjero

probado por antiquísima tradición que la cruz la trajo un

costa, y que su nombre se conservaba aún en la provincia

varón de las señas referidas, en companía de otros discípu-

de los chontales"

los suyos, que instruyeron

.10

Después de establecer la autenticidad

de la tradición

que afirmaba la venida del apóstol, Bustamante,

a través

misterios de la religión cristiana, las mismas que dan los historiadores de Quetzalcóatl".

de M argarita, intenta explicar la importancia de esa predicción para la historia de América, y particularmente

para la

cultura de los pueblos americanos:

a los indios de los principales

Para continuar su demostración

Bustamante

pertenece

a la cabalística, que hizo famoso a Isidoro de

Sevilla y floreció en América desde el siglo éste es un punto histórico que debe tratarse con mucha circunspección,

es verdadera clave de nuestra historia, es

la luz que descubre la monstruosa

teogonía de los indios

mexicanos, de que después hablaré a VV; juega con una multitud de hechos importantes

y con la moral de este

antiguo pueblo; sus más detestables abominaciones latrías, tienen su fundamento

en este hecho.

e ido-

recupera

esa extraña práctica etimológica, que más que lingüística XVI,

ca que: "el nombre Huatulco es corrompido

y nos explidel nombre

Quauhtoleo, que significa madero, y tolea, verbo que significa hacer reverencia bajando la cabeza, y la partícula Ca que denota lugar, y de aquí,

s in n in g u n a d u d a ,

Quauhtoleo:

lugar donde se adora y hace reverencia al palo"Y Para don Carlos, la demostración

ll

es simple y evidente,

y la doble conclusión que saca de su reflexión, es evidente: Es tan fundamental lo que puede significar la predicación del apóstol para el destino americano que añade, "es-

1. "Tan antigua como su nombre era en este lugar la adoración de la santa cruz".

a vuestra vista así de

2. "¿Y quién pudo haberla enseñado en épocas tan re-

un golpe, y os pido me tengan paciencia". En su intento por reconstruir la tradición de la cruz de

motas, sino algún discípulo o apóstol del que se inmoló en

Huatulco, Bustamante señala que las autoridades eclesiás-

Para reforzar su demostración Bustamante recupera las

tas verdades no pueden presentarse

ella por nuestra salud?".

ticas de Oaxaca habían hecho ya varias investigaciones

descripciones de varias cruces célebres en su época, o de

documentales. Por otra parte, Veytia, "excelente historia-

las cuales había "evidencias" documentales, la que exami-

dor", según M argarita-Bustamante,

nó Boturini en el cerro Tianquiztépetl,

refiere la existencia de

una apología de dicha cruz hecha nada menos que por otro

o la de Palenque,

en que se representa a "varias figuras en actitud de adorarla" para llegar a la misma indudable conclusión.

10

Bustamante,

11

L o c . c it.

o p . c i t .,

t.

l,

p. 111. 12

110

L o c . c it.

Las cursivas son núas. 111


¿Y esto no prueba la predicación que allí se hizo de la

la primera que recibe un cristiano, asegurando su entrada

doctrina de Jesucristo, que tiene por fundamento la Cruz?

al pueblo de Dios. Recordemos que antes del bautizo, se-

Sin duda que sí; luego hubo apóstoles que le anunciasen.

VV verán en mis conversaciones sucesivas cómo había

gún la ortodoxia cristiana, la criatura pertenece al mundo del demonio a causa del pecado de Adán.

hasta los tiempos de la Conquista ciertos establecimien-

Según Bustamante en la descripción del bautizo ameri-

tos religiososfundados sobre la base de la moral cristiana.

cano se encuentran los elementos más importantes del bau-

¿Qué digo? aun en medio de la más abominable idolatría

tizo cristiano: las personas presentes, la hora, los padrinos,

advertirán una abnegación de pasiones, unos sacrificios

las alhajuelas, la sacerdotisa, la oración, el agua lustral, las

penosos, una precaución principalmente en las donce-

cruces sobre el cuerpo, etcétera. Incluso, insiste, como si

llas,la más exquisita para preservarse de la impureza, una

sus lectores no hubieran entendido: "después le tocaba con

meditación profunda sobre los atributos de Dios, cual

ella la cabeza y cerebro, a manera de cuando se pone el

pudiera tener el más austero y extático cenobita; en fin

óleo y crisma a los niños católicos". Cuando vierte el agua

una compilación de máximas morales para el régimen de

sobre la criatura las palabras recuerdan extrañamente

del sacerdote cristiano. Se considera aquí también que esa

los mismos abominables ritos idolátricos, se halla mucha

agua tiene por función la de limpiar al recién nacido de

semejanza con los ritos católicos como en la comunión

algo fundamentalmente

eucarística, confesión auricular, y en el bautismo. 13

heredó de sus padres por su humana condición

Así se encuentra resumido y refuncionalizado

para uso

de la historia nacional, por doña M argarita, todo el sistema XVI

y

XVII

"encontraron"

en ciertas antiguas prácti-

cas indígenas.

sucio, de algo global y general que "lávate

ella, y límpiate el que está en todo lugar y tenga por bien apartar de ti todo el mal que traes contigo desde antes del principio del mundo".!4

de referencias teológicas cristianas que los autores de los siglos

las

la vida, que sólo pudieron sacarse del evangelio; aun en

Como en el bautizo cristiano no se trata de un simple rito mecánico, hecho en nombre

de Dios, el único que

puede lustrar al recién nacido de su mancha fundamental, ese gesto se transforma en un verdadero exorcismo cuando

OTRAS

PRUEBAS DEL PASO DEL APÓSTOL

la partera-sacerdotisa,

como el sacerdote cristiano, echa

fuera al demonio: "Váyase afuera, apartarse de ti el mal De esas prácticas rituales del cristianismo, Bustamante es-

que te ha pegado tu padre y madre". Interpelando

coge analizar primero la del bautizo, que es históricamente

ritu malo ordenándole que no se acerque a la criatura por-

13

Bustamante, o p .

c i t .,

t. 1, p. 112. 112

14I b

id e m ,

p. 113. 113

al espí-


que ya no le pertenece, porque "ahora viene de nuevo y

apiadó de estas poblaciones sentadas al borde del abismo,

nuevamente nace".

las visitó de nuevo y las redimió.

Finalmente la sacerdotisa pide la clemencia del cielo para el nuevo bautizado y particularmente

la bendición de "la

Señora madre de los cielos, Coatlicue". Si aceptamos este testimonio de Bustamante, el bauti-

1 '\

(

Empezado

así el relato de la teología básica de esos

primeros mexicanos, no debe extrañarnos que Bustamante recupere el testimonio de Veytia que recuerda la existencia de unos documentos

indígenas en los cuales se podía ver

zo americano no es algo que simplemente se parece a, sino

que los indios habían recogido: "los asuntos más principa-

que es fundamentalmente

idéntico al bautizo cristiano. No

les de nuestra fe ortodoxa, que comienza por el pecado

falta ni uno de los principales aspectos rituales, y sobre

original después de la creación del hombre, su lanzamien-

todo ningún elemento teológico, en los dos casos es un

to del paraíso, el Diluvio, la torre de Babel; sigue luego la

exorcismo que debe arrancar al espíritu maligno de un ser

encarnación del Divino Verbo, nacimiento del redentor, la

para que pueda renacer a la verdadera vida, es la reproduc-

venida de un apóstol que predicó el Evangelio".

ción simbólica de esa lucha eterna entre el bien y el mal

Ya Bustamante

nos había hablado largamente

de ese

que marca el destino humano, desde el pecado original. Ni

famoso libro de la tradición tolteca que hubiera seguido

siquiera falta la intercesión de la Señora de los cielos cuyo

existiendo hasta los primeros días de la Conquista. Y como

maternal cuidado debe ayudar al hombre a no recaer en el

si esa afirmación no fuera suficiente, recoge varias de las

mundo del pecado del cual acaba de salir y que sigue abier-

tradiciones documentales

que hablan de la presencia de

to bajo sus pasos. No falta ni el soplo dador de vida, recor-

santo Tomás deplorando

la pérdida del libro de Sigüenza

dando el gesto del creador insuflando, según el Génesis,

(otro autor fldedigno según él), "el Fénix de Occidente"

vida a la criatura de barro.

en que "prueba que Quetzalcóhuatl

fue el mismo número

Esta descripción deja estupefactos a sus oyentes como

apóstol santo Tomás", evocando de paso la otra tradición

debía dejar sin palabras a ciertos lectores de Bustamante

tomista que quiere que ese apóstol, incansable, también

ya más agnósticos. Cómo entender, retoma doña M argari-

evangelizó a las Indias Orientales donde se encuentra su

ta, "que estos pueblos que tienen las mejores ideas de la

sepulcro, en M alipur 16

divinidad y de los sacramentos

[...] las tienen mezcladas y

confundidas con las abominaciones más groseras" mente ni doña M argarita ni Bustamante

.15

Feliz-

tienen que res-

ponder realmente, les es suficiente aflrmar que Dios se

15

Ib id e m ,

p. 116. 114

16 La tradición de la evangelización de santo Tomás se encuentra también en Asia, varios autores intentan explicar los derroteros de esos largos caminos recorridos por el apóstol, lo que en la citada obra de M ier nos dará consideraciones sobre etimologías chinas, discípulos chinos de Quetzalcóatl, o parecidos de ciertos edificios mayas con la arquitectura china. Bustamante, o p . c i t ., p. 47.

115


Recoge del padre Remesal, en la historia de la provincia

hacerles conocer las virtudes y cultivarlas,sino a detestar

de los dominicos de Chiapas, que según los propios testi-

los vicios como el homicidio, hurto, el adulterio, la men-

monios de los indios, la creencia en el Dios único y trino,

tira, la incontinencia y la embriaguez;persuadiólesla unión

en un crucificado

unos

del matrimonio, enseñóles a congregarse en lugar separa-

hombres que llegaron a aquellos tiempos muy antiguos en

do de todo comercio y bullicio, para orar y pedir al Dios

resucitado, que: "les enseñaron

número de 20, de los cuales el primero y principal se lla-

criador el remedio de sus necesidades acudiendo a un

maba Cocolan y traía la barba muy crecida, unas ropas lar-

lugar señalado, origen de los templos, para cuyo servicio

gas y sandalias en los pies. Y que estos mismos les enseña-

instituyó sacerdotes, y les instruyó en las virtudes de que

ron a confesarse y ayunar". 17

debían ser modelos.1 8

El tema de la predicación de santo Tomás apasiona a los oyentes, el señor Jorge quiere saber si se sabía el rumbo

y sobre todo les mandó erigir cruces en los lugares más

que había tomado en su predicación, a lo que se le respon-

altos de esa tierra como señal de la enseñanza recibida.

de que había indicaciones en el estudio del padre M ier. Y

"Tal fue, señores la simiente que arrojó en el corazón del

que si en los detalles de los relatos de esa predicación

pueblo tolteca el gran Quetzalcóhuatl:

se

dejolo preparado

podían notar diferencias, no quería decir, como algunos

para que en época más venturosa se desarrollase la doctri-

incrédulos lo hacían, que eran patrañas. Lo que demuestra

na evangélica, tan contradicha

la verdad de esa enseñanza, y "que el más obcecado pirró-

tal vez éste será su último asilo para que llegue el terrible

nico no sabría negar", son:

día de la consumación

hoy en el mundo antiguo;

de los tiempos".19

La predicación de Quetzalcóhuatl las máximas morales y doctrina que planteó entre esas

enseñando

gentes: esos principios que los exaltaron sobre los demás

nes e incomprensiones

tuvo sus desazones,

en Cholula durante tres meses sufrió vejacioy resolvió marcharse a otras regio-

pueblos; esa luz en medio de tantas tinieblas. Sabían que debían ser generosos y benéficos a sus hermanos, no sólo por principios de humanidad, sino de religión y precepto; así es que los mexicanos celebraban una fiesta en el mes de Hueytecuilhitli, diosa del maíz tierno, en la que tanto los reyes, como los señores y propietarios, daban de comer a los pobres. No se limitó Quetzalcóhuatl a 17Bustamante, o p .

c it.,

t. 1, p. 115. 116

p. 118. p. 119. Con estas reflexionesse manifiestauna vez más su participación en una historiografia salvífica.Retomando las esperanzas de los franciscanos del siglo XVI que ha leído y estudiado, Bustamante empieza a pensar que a lo mejor la América cristiana será el lugar donde se cumplirán las promesas erísticasde la salvación eterna. En esaspalabras como en otros pasajesde Bustamante hay como un pesimismo remanente, siempre templado por esas esperanzas "milenaristas". 18

Ib íd e m ,

19

Ib íd e m ,

117


nes prediciendo

que "llegaría tiempo en que abrazasen la

importante

es hacer que su lector admita, como lo creía

doctrina que entonces despreciaban. Que en un año, seña-

Bustamante, que esa esperanza estaba todavía muy viva y

lado con el jeroglífico de una caña, vendrían de la parte del

clara en vísperas de la Conquista, lo que le permite concluir:

Oriente, por las aguas del mar, unos hombres blancos y barbudos

que les despojarían del dominio de la tierra y

enseñoreándolos

M octheuzoma, que era religioso, tuvo gran complacen-

les harían abrazar el evangelio".20

cia al ver que en sus días se presentaban las gentes anunciadas de donde nace el sol, para ocupar su trono, que creía poseer como un lugar teniente de Quetzalcóhuatl, y

LAs PROFECÍAS DE SANTO ToM As-QUETZALCÓATL

esta desatinada idea fue el fundamento de la Conquista:

Una vez que Bustamante

acepta la predicación de santo

víveres, y los hubiera mandado retirar, habrían perecido

Tomás, debe también aceptar lo que la tradición llama "las

o reembarcádose para Cuba [...] Los españoles se aprove-

profecías de Quetzalcóatl",

charon de esa disposición para ser recibidos. Cortés se

si no no les hubiera permitido a los españoles hacerse de

y sobre todo explicar la per-

manencia de ese mensaje hasta la época de la Conquista.

fingió el enviado de Quetzalcóhuatl, recibió los homena-

Debe

por qué ese mensaje

jes de tal junto con el regalo de M octheuzoma, y cuando

profético de la llegada de los hombres blancos y barbudos

éste conoció su error y trató de impedir la entrada, ya fue fuera de tiempo.21

también

intentar

explicar

siguió estando tan claro 1500 años más tarde, cuando una gran parte de la enseñanza de santo Tomás-Quetzalcóatl se había perdido o había sido tan pervertida. Para explicarlo sólo puede afirmar que las predicciones del santo varón dejaron una impresión

tan fuerte en los

Aunque en sus explicaciones sobre este encuentro siente cierta inseguridad en cuanto a la percepción

se

mexi-

ca de los invasores, lo que le importa son sus conclusio-

indios, que siguieron esperando, a la manera de los judíos,

nes acerca de la persistencia de esa tradición: "He aquí el

la venida del M esías.

camino por donde la Providencia abrió por segunda vez

Hoyes evidente que las dos situaciones no tienen nada en común y que la comparación

las puertas a la luz evangélica en este país; he aquí sus dis-

no se vale ... pero para

posiciones para recibirla; fmalmente, he aquí los princi-

Bustamante está claro que si los judíos fueron capaces de

pios de la moral de este pueblo, objeto principal de esta conversación".22

esperar a un mesías durante siglos, es igualmente verosímil que los indios esperasen a Quetzalcóatl por otro tanto. Lo 20Bustamante, o p .

c i t .,

t. l, p. 119. 118

21

Ib íd e m ,

22

L e c . c it.

p. 120.

119


Para Bustamante

no hay duda,

D io s

guiaba e! camino

de los toltecas, como después e! de los mexicanos anti-

LA NUEVA M IGRACIÓN EL ESLABÓN

CHICHIM ECA,

PERDIDO

guos, como estaba detrás de la invasión española, así como está presente detrás de! destino contemporáneo

de la nue-

Cuando empieza esta nueva ola poblacional,

la mexica,

va república, a pesar de! desamor que manifiestan sus diri-

nadie hubiera apostado sobre e! futuro de esas gentes ape-

gentes ante ese cuidado paternal: "Señores han visto des-

nas barnizadas de civilización:

aparecer rápidamente

al imperio tolteca, y ahora voy a

presentar un nuevo que se levanta de sus ruinas; tal es e!

la naturaleza

orden de la Providencia constantemente

había entre ellos un mezcla

seguido en todas

las naciones de! universo",23

desarrollaba

pia de un pueblo

Para Bustamante evocar la sucesión de los imperios que

en parte

que no había

de una bella sociedad,

y

su p r im itiv a fe r o c id a d ,

y barbarie pro-

de civilización

aún gustado

pues preciaban

las dulzuras

de nobles

y valero-

dominaron e! M éxico central es e! momento para esbozar

sos, En lo general

una reflexión general sobre la historia: "es curiosa, seño-

e r a n d e c o lo r tr ig u e ñ o , d e p e lo g r u e s o , n e g r o y m ltY c r e c id o , d e in fe -

res, la regeneración

r io r e s ta tu r a que los toltecas,

de! imperio tolteca: e! mexicano que

adoptó sus máximas, llegó en fuerza de ellas a su esplen-

robustos.

dor, y desapareció hundiéndose

males, adobadas

en una deplorable escla-

diferían

mucho

pero

de los toltecas,

fuertes,

Por el frío del clima vestían

y

pues,

y

membrudos

todos

pieles de ani-

curtidas.25

vitud: e! oleaje de las naciones es muy semejante al de! mar, una ola sucede a otra, y borra hasta la huella de su

agricultura, ni utilizar el algodón, y que generalmente vivía

existencia" ,24

23

L o e . c it. Como

se puede ver aquí Bustamante

cíclica que anima exposiciones

la historiografía

sistemáticas

riador cristiano

del im p e r iu m humano que cada vez muestran de toda construcción

una historia marcada 2. Bustamante,

desde

por los estoicos.

está marcada la locura

esta visión

sus primeras

Si para el histo-

por el triunfo

indefmido

por grandes

en el siglo ineluctable

de la razón.

o p . c it., t. 1, p. 120.

120

ciclos o

del orgullo humano

sin el dios verdadero

será en parte eclipsada

to del progreso

recupera

la historia tiende hacia una meta única, la p a r u s ía , en

el orden efímero

occidental

hechas

imperios

concepción

Bustamante añade que ese pueblo rústico no sabía de

XVIII

y lo

y único. Esta por la visión de

del gran movimien-

25 I b id e m

p. 122; las cursivas son mías. Interesante

,

prejuicios los autores novelistas,

de la primera elaboran

más blancos

segunda

mitad

retratos

marcada

en términos

XIX

moral. El blanco sinónimo

de pureza

o los esclavos.

121

moral en la

diferenciación

para las élites en

se opone al negro de las almas impuras

de los campesinos

y

leer a estos

que se elaborará

sino como

y moralidad,

como

como blancos,

No debemos

científico

en Europa,

de los

poetas

(por ejemplo, la superioridad

por su blancura).

del racismo

mitad del siglo

el cristianismo,

del siglo XIX mexicano,

de sus héroes indígenas

que sus coetáneos

de la M alinche autores

utilización

ligados al color de la piel, es desde esos prejuicios

y envilecidas


de "toda especie de caza, cuadrúpeda

y volátil, yerbas y

labrador cosecha para su culto y mantenimiento

de aque-

frutas", además, según la opinión de Veytia, una .de sus

llos ministros que sostienen el comercio entre el cielo y la

autoridades favoritas, no tenían casas como los toltecas, y

tierra, el criador y sus criaturas'?7

vivían más bien en "cuevas artificiales o naturales" y que

Las objeciones de mister Jorge no lo hacen cambiar de

las casas principales eran "chozas bajas y sin artificio".26

opinión, siendo éstas, otra vez, una muestra de su manera

Bustamante

de proceder en la construcción

se pregunta cómo podían, a la vez, salir de

una ciudad, Huehuetlapallan,

de una demostración,

con

y no saber hacer casas, y por

objeción a una regla general enunciada. Las objeciones es-

eso corrige a Veytia diciendo: "esta gente vivía en sociedad

tán allí, como en el método de exposición escolástico, no

(aunque imperfecta) es mi opinión incuestionable,

para ofrecer otra alternativa a un problema o una cuestión,

y que

tenían las casas y muebles precisos para llevar una vida

sino sólo para reforzar la ley enunciada.

sobria; de otro modo era imposible que se hubiesen multi-

Bustamante no niega las dificultades de los relatos de

plicado a un número tan crecido [...] porque desengañé-

esa migración chichimeca, pero le gustaría tener más datos

monos, las tribus, de todo punto bárbaras y errantes jamás

confiables para saber cuántos individuos empezaron

se multiplican excesivamente".

peregrinación.

Que no eran bárbaros sino gente ya política, Bustamante

Si reconoce

esa

que es difícil saberlo, afirma

que eran poco verosímiles las cifras que daban los autores

lo ve en su religión, "que tenían harto sencilla" es decir,

coloniales, argumentando

que hubiera sido difícil para los

muy cercana a lo que sería según él la religión natural. Apro-

jefes proporcionar

vecha el hecho de que, según él, los antiguos cazadores

llón de chichimecas, como lo apunta Torquemada,

alimentos para una marcha de un misobre

mexicanos cuando mataban la primera presa la dejaban

todo cuando esa marea humana llegara a ese "distrito pe-

degollada, tendida, ofrecida esa primicia, al dios Sol, para

queño". Bustamante reconoce, a pesar de todo, que esas

echar tierra a sus conciudadanos que pretenden acabar con

elevadas cifras deben tener algún fundamento,

los diezmos. A la natural gratitud del hombre gentil hacia

bién que: Primero, si bien los pobladores chichimecas tran-

su bienhechor

sitaban por lugares desiertos, como antes éstos habían es-

opone la ingratitud de ese siglo que "pre-

tende prohibir que se ofrezca a Dios una parte de lo que el

pero tam-

tado ya poblados por los toltecas, "habría en ellos algunos relieves de semillas o frutas con qué satisfacer sus precisas

26

Notemos siempre en Bustamante esa diferencia entre la clase baja

y los dirigentes, aunque los reyes y jefes sólo se distingan con sencillas coronas de laurel o de encino y algunas hermosas plumas, los pequeños grupos de dirigentes son los únicos capaces de concebir algo más civilizado y abren la vía a lo que va a ser el futuro.

122

necesidades". Segundo, como estos hombres semibárbaros eran por esencia, cazadores "y de eso se mantenían", y que también 27

completaban

Bustamante,

o p . c i t .,

t.

l,

su dieta con raíces y yerbas, su p. 124.

123


frugalidad les ayudaba mucho para soportar una vida de

y no ociosa

escasez. Vida que, reconoce Bustamante, ningún coetáneo

ción que va a contraer de ayudar a su marido, y contribuir

suyo podría aguantar. ¿Cuál era el alimento diario de un indio?, pregunta. "El

a su subsistencia, y la de su familia, con las labores y ha-

que no lo es del más austero cenobita, unas cuantas torti-

se guarden mutua fidelidad; que mantengan entre sí la

llas secas de maíz y un poco de pulque, y helo aquí saciado

paz y buena armonía, sufriéndose mutuamente uno a otro

y pronto para emprender una marcha de 10 a 12leguas".28

sus defectos para hacerse tolerables las pensiones enojo-

ni

vagabunda. A la esposa le dice la obliga-

ciendas propias de su sexo; encárgales especialmente que

y si Bustamante tiene gran dificultad para ordenar el rela-

sas de la vida considerando que este vínculo no se rom-

to de estas migraciones, las lecciones morales que pueden

perá jamás sino con la muerte".29

sacarse lo dejan absolutamente

sin ninguna duda. Así, el

relato de la boda del joven Pochótl y de la bella Toxochípantzín

es aprovechado

para ofrecernos

una estampa

Después de recibir estos sabios "consejos de sana moral" por parte del anciano, los jóvenes reciben flores, felici-

costumbrista romántica de la novia, vestida de gala y ador-

taciones, al mismo tiempo que se vierten perfumes y vi-

nada con todas sus joyas y virtudes; pero más que lo pinto-

vas ... y Bustamante

rescc;>,lo que le interesa contarnos es lo que dijo el "ancia-

jóvenes para ser felices? [oo.] aquellos corazones sensibles

se entusiasma, "¿qué les falta a esos

no respetable" que la hace de casamentero, y que se parece

nacidos para amarse, presentan un espectáculo agradable a

a lo que será décadas más tarde, la famosa epístola de M el-

Dios y los hombres.

chor Ocampo.

son tus encantos que no pueden remedar nuestro siglo frívolo y corrompido".30

EL

derado como sagrado e indestructible

¡Naturaleza! ¡alma naturaleza! éstos

El relato de la omnipresencia CASAM ENTERO

pobladores

entre los primeros

es, para todos los asistentes de la Alameda, un

comienza una plática, en que declara a los desposados las

motivo de profunda

obligaciones del estado que toman, la obediencia que la

santo y feliz matrimonio para garantizar un estado político

esposa debe al marido, la atención y cuidado con que éste

estable!, asegura Bustamante.

debe mirarla, obligándose a mantenerla, y sustentarla, y la prole que tengan, educándola y enseñándola todo lo que según su esfera debe saber para ser útil a la república,

28

de un matrimonio consi-

I b id e m ,

p. 128. 124

felicidad. ¡Qué más sagrado que un

29 I b i d e m , p. 136. Algunaspáginasmás adelante,volviendo al asunto del matrimonio, M argarita apunta: "Esta conducta me hace creer que la idea del matrimonio era para los indios tan precisa y exacta como la que nosotros tenemos de él", p. 139. 30 Bustamante, o p . c it., t. J, p. 136. 125


El estado de felicidad pasado, el recuerdo de tanta grandeza moral en gentes tan rústicas, lleva inevitablemente

N

a

Hechos indígenas

comparar la antigua sabiduría política con el estado moral actual de los indios que hace caer de repente a BustamanteM argarita en una plegaria lastimera llena de imprecaciones. No puedo dejar de hacer comparaciones flexionando

muy tristes, re-

sobre el estado de degradación

veo a los pobrecitos

en que hoy

En la construcción

indios. ¡Cuántos de estos que hoy de los

reyes precolombinos, Bustamante oscila entre las

no los hubiese despojado de sus tierras y

dos maneras de escribirlos que tiene a su disposición en su

harían otro papel en la sociedad, si la ferocidad conquistadores

de los retratos de sus héroes,

para las semblanzas de los grandes personajes y

vemos vegetar en la indigencia (me digo a mí misma)

de sus bienes? ¿Cuántos de éstos serían hoy príncipes o señores, si la usurpación

no los hubiese reducido

a tan

cultura personal. Por su formación tiene a la mano un modelo inspirado en la clásica oración fúnebre que tanta importancia

deplorable estado?3!

para la cultura novo hispana en los siglos El espectáculo de la inocencia y simplicidad moral del in-

XVII

tuvo

y XVIII, que es

finalmente una lamentación sobre la impotencia humana y

dio siempre conmueve a doña M argarita que ha llorado

sobre lo irrisorio de todo proyecto ordenado

viéndolos bailar en el santuario de Guadalupe. "Su fe, sus

deseos humanos. Hemos visto ya en los capítulos prece-

danzas sinceras y modestas, sus oraciones en mexicano en

dentes indicios evidentes de ese pesimismo

las cuales derraman su corazón en presencia de la Virgen;

de su pensamiento. Pero para la elaboración de sus retratOs reales, como el

aquel llorar, enclavijadas las manos al cielo, implorando

su

piedad, conmoviera a las mismas piedras".32

de un rey como Nezahualcóyotl,

sólo sobre fundamental

también le podemos ver

desarrollar una nueva práctica oratoria que empezó a aparecer en el siglo

XVIII,

que ha recogido de sus lecturas de

3! L o c . c i t . Otra vez la preocupación por las élites, ¿dónde están los descendientes de los príncipes de los antiguos toltecas, esos guardianes de una moralidad severa, jefes naturales de una masa inerme?, ¿dónde están los vástagos de esos reyes justos y sabios que podrían remplazar a los políticos inmorales de su tiempo? 32Bustamante, o p . c i t ., t. 1, p. 137.

los autores de la Europa ilustrada y que es la del elogio del

126

127

héroe, del prohombre

al servicio de la nación y de la hu-

manidad. La escritura de Bustamante lleva las marcas de esos dos modelos, aunque probablemente

ninguno

de los dos lo


satisfaga. Desconfía de la retórica adulatoria de la oración

clase del común de los hombres, rugase lo que se quiera,

fúnebre, que tanto estudió y vio en representaciones

en su

siempre los sujetos hablaron con santa libertad a sus re-

juventud cuando se celebraban las exequias de algun per-

yes, y con la misma les recordaron sus deberes, dándoles

sonaje importante

o las de los reyes y príncipes difuntos.

a entender la naturaleza, obligaciones, y responsabilidad

También desconfía de la retórica secularizada del héroe

que contraían, con aquel pacto que entonces celebraban

que se desarrollaba en los medios académicos o para cele-

con su pueblo.2

brar las grandes fiestas de la monarquía, bodas, nacimiento de príncipes, cumpleaños reales, recepción de virreyes,

A lo largo de su obra Bustamante insiste en la proximi-

etcétera, en las cuales participó en su juventud. Lo peor

dad de los reyes antiguos con sus súbditos, todos los retra-

era la confusión de ambas retóricas, como en el bien cono-

tos reales, menos los de los tiranos, esos antirreyes, insis-

cido panegírico que trenzó en honor al rey Carlos IV, el

ten en el aspecto "democrático"

deán de la catedral don José M ariano Beristáin, en 1796,

permite mostrar como excepcional y traumatizante la trans-

de esa relación. Lo que le

cuando se presentó la copia en estuco dorado de lo que iba

formación del servicio en la corte efectuada por M octezuma

a ser la famosa estatua de "El Caballito".1

n, que cortó de raíz con esa proximidad, esa familiaridad

De hecho su proyecto de historia desconfía de los ex-

entre pueblo y rey, ese amor entre un rey paternal y sus

cesos de cualquier retórica aunque su escritura no logre

amantes súbditos, se convertirá en un dios vivo, solitario,

safarse de algunas exageraciones típicas, que no son más

escondido, inaccesible en medio de su corte aristocrática.

que las huellas de una muy buena formación retórica. Va-

La familiaridad reyes-sujetos va a la par de un lenguaje sim-

rias veces a lo largo de su obra condena el poder engaño-

ple sin artificios donde no pueda esconderse el engaño. Es

so de la oratoria, como cuando describe los cambios su-

evidente que el paso de uno a otro de esos modelos de

cedidos en la etiqueta de la corte mexicana con el último

géneros de oratoria, y la supremacía del segundo, el discurso sobre la muerte del prohombre,

M octezuma:

como en la Francia de

la Ilustración, fue la prueba de que se había realizado una La adulación apura en las arengas todo el arte seductor, y

profunda subversión simbólica y social, primicia necesaria

puede decirse que desde entonces comienza a corroer las

a la constitución

de una nueva forma de hacer historia.3

entrañas de los reyes, y hacerlos creer que son de otra 2

Texto reeditado en parte en la A n t o l o g í a d e l C e n t e n a r i o dirigida por Justo Sierra y compilada por Luis G. Urbina, Pedro Henríquez Ureña, Nicolás Rangel,M éxico SEP, pp. VIII-IX. 1

128

Carlos M aríade Bustamante,M a ñ a n a s

d e la A la m e d a

d e M é x ic o ,

t. 1,

p.201. 3

J. C. Bonnet, "Les morts illustres", en Pierre Nora, L e s

m é m o i r e (1984-1992),

vol. 2.

129

lie u x d e


DIOS,

EL HOM BRE

ven, al contrario, surgir en el siglo

Y LA M UERTE

XVIII

sa consciente de sí misma, confundiendo

a una clase burguerecolección y cir-

La oración fúnebre es una práctica oratoria ligada eminen-

culación de riquezas, con lo que es el verdadero espíritu de

temente a una sociedad de órdenes y estamentos, pronun-

empresa capitalista. Así, durante siglos la oración fúnebre es un discurso pro-

ciada en lugares simbólicos, catedrales, palacios, conventos, durante una ceremonia solemne que pone en representa-

nunciado, y a veces impreso, para el homenaje de un prínci-

ción al aparato social, simbólico e intelectual de esa socie-

pe, una princesa o de una persona eminente por nacimiento,

dad. Es el producto típico de una conciencia social aristo-

rango o dignidad, que alcanza su pleno desarrollo con el

crática. El hecho de que en el M éxico colonial las jerarquías

triunfo de la vida cortesana. En M éxico la retórica fúnebre

sociales no estuviesen muy bien definidas en términos de

de los grandes predicadores

rangos y que los sectores dominantes fueran muchas veces

catedrales era uno de los espectáculos rituales muy concu-

en las iglesias, conventos

o

de comerciantes y la riqueza social ligada más bien a las

rridos en los cuales se reunían periódicamente

actividades merc~ntiles o mineras, no impide que esos comerciantes vivieran en M éxico una perfecta ilusión aristo-

dominantes. En este espectáculo dramático que esa sociedad estamentaria se daba a sí misma, el paradigma de la his-

crática. Si por casualidad tenían certificados de hidalguía,

toriografía salvífica ordenaba todos los sentidos. Desde la

los grupos

los presentaban, pero con o sin ellos, en su vida cotidiana,

época medieval se afirmaba que lo que la historia debía re-

comprando cargos o títulos de oficiales de milicias provin-

cordar eran ante todo los hechos de los reyes, príncipes, dig-

ciales, actuaban como si procedieran de ilustres cunas aris-

natarios de la Iglesia, únicos personajes de los cuales se po-

tocráticas. Seguramente la pretensión

día hacer una figura moral digna de imitación y veneración.

de pertenecer a una

En la Nueva España como en la Francia o la España de

auténtica nobleza de sangre, de gran parte de la población española en los siglos

XVII

y

XVIII,

constituyera un consue-

lo por el fin de las esperanzas nacidas del sueño del siglo

los siglos

XVII

Y XVIII, la oración fúnebre participa de esta

antigua lamentación

sobre el fracaso previsible de toda

de ser el nuevo pueblo elegido, y debió haber influido

empresa humana concebida fuera de la voluntad de Dios,

hasta al más humilde inmigrante, contento, como lo seña-

el orgullo humano será castigado por la mano de hierro de

laban los contemporáneos,

la Providencia. El elemento común a esas oraciones fúne-

XVI

de encontrar

en América un

bres era el de reafirmar la presencia de un Dios vengativo,

lugar para poder "señorear". Estoy consciente de que estas concepciones tizantes hispanas que consideramos

como dominantes

la sociedad novo hispana de fines del siglo pios del

XIX,

se oponen

aristocra-

XVIII

en

su condición mortal.4

y princi-

a ciertos análisis de colegas que 130

cuyas amenazas de castigo deben hacer temblar a los humanos recordándoles 4

Hacen falta estudios serios acerca de los sermones sobre la muer-

131


En este relato terrible, trágico, donde la muerte llega

LA DIM ENSIÓN

NECROLÓGICA

DE LA HISTOIPA

repentina, según la advertencia crística: "no sabrás ni el momento, ni la hora" sólo fijada por los designios insonda-

Antes de ir más adelante debemos dejar claro que la histo-

bles de Dios, también abunda lo maravilloso, que recuerda

ria que empieza a pensarse y escribirse en la segunda mitad

el antiguo género hagiográfico de la vida de los santos.

del siglo

En la Europa removida por el espíritu de la Ilustración, la sociedad se laiciza, probablemente

XVIII

probablemente

sea ésa una de las

y que florecerá en el

XIX

en Europa, debe

muchísimo a esa dimensión necrológica del

panegírico del "gran hombre".

claves para entender el "atraso cultural" de América y de

Es un lugar común recordar que en M éxico, como en

España y el fracaso en tierra mexicana de esa proposición

otros países, los grandes aniversarios luctuosos, desde hace

fundamental iluminista. La sociedad novohispana tiene gran

un siglo, ponen muchas veces en marcha a conjuntos

dificultad en desarrollar un sistema de representación

de sí

discursos históricos conmemorativos

de

en los cuales los vi-

misma y de su historia fuera del modelo de una historia

vos se "acuerdan de sus muertos". A tal punto que se ha

salvífica, imposibilitando por muchos años la construcción

podido decir que el desarrollo de la historiografía nacional

de un nuevo tipo de historia. La historia salvífica hace en

está sometido a la coyuntura política de la celebración de

el siglo

las grandes fechas-aniversarios

de la nación: independen-

cia, constitución,

nacionalización

XVIII

sus últimos intentos por regentear la escritura

del destino histórico del hombre como lo mostró, ya en su tiempo, el fracaso del proyecto del

D is c u r s o

s o b r e la h is to r ia

\

de Bossuet incapaz de terminar su texto, o como

u n iv e r s a l

revolución,

petrolera,

etcétera. Este trabajo de duelo de la nación es complejo, entre

lo muestra, fuera de algunas escasas excepciones, la relati-

muertos

va mediocridad de los textos de los historiadores

manera que todo discurso sobre los muertos es para los

XVIII

del siglo

mexicano.

y vivos la relación no es sencilla, de la misma

vivos una manera de representarse a sí mismos, de afirmar su identidad, los vivos escogen a ciertos muertos que eri-

te vertidos

de manera

ña. Aunque

incesante

será probablemente

gares comunes

manera

la renovación

y después

los recibían

de un concierto,

las imágenes,

general

¿ Esos espectáculos

a la contrición

dos, o los oyentes

132

gen en antepasados epónimos. Así, el nuevo discurso so-

de esos lu-

bre esos nuevos muertos gloriosos, los héroes de la na-

de lo que se ha llama-

a la remisión como

disecando

de los lugares

del tema por artistas

Espa-

ción, es más un discurso conmemorativo

tenían el efecto de llevar

solamente

analizando,

la combinación

de la Nueva

difícil juzgar el efecto

sobre la concepción

do "la muerte barroca". a los pecadores

en los púlpitos

el juego

comunes,

consagrados?

de sus peca-

aficionados,

El elogio del gran hombre fue una manera que adopta-

a la

oratorio,

la invención,

que apocalíptico,

como lo fue la antigua oración fúnebre.

!

ron los "ftlósofos" para privilegiar el mérito sobre el nacimiento, las obras al servicio de la nación o de la humanidad sobre los azares de la cuna. La opinión ilustrada hada 133


UN NUEVO

una clara diferencia entre estas dos formas concurrentes

SUJETO EN LA HISTORIA,

EL HÉROE

de elocuencia fúnebre que oponían de manera polémica. M armontel,

al que Bustamante probablemente

El elogio de los grandes hombres fue lanzado y desarrolla-

cono-

ce, denuncia en sus elementos de literatura (tomo XII) lo

do por las instituciones

servil y riesgoso que es para el hombre de letras perder

truir para el público monumentos

toda dignidad en la práctica de la oración fúnebre, lo mis-

perennes como los de mármol, erigidos a la gloria de los

mo que en las epístolas dedicatorias, formas vistas como

académicos difuntos. El elogio se constituyó

anacrónicas. Para Voltaire esas oraciones fúnebres no son

ruptura

más que "pesadas declaraciones de sofistas y, lo que es peor,

en la subversión de un imaginario milenario aristocrático.

Los hombres

novohispanos

de la transición,

como

Bustamante, el padre M ier y otros, aunque estén todavía marcados por esa visión pesimista del mundo y del destino humano, heredado de la espiritualidad barroca donde todo aparece como irremediablemente degradado y en trán-

literarios de palabras,

I

como una

simbólica clara, como un sistema de sustitución

En 1758 la Academia Francesa propuso

la ocasión de elogios groseros donde no se tiene vergüenza de traicionar indignamente la verdad histórica".5

académicas. Se trataba de cons-

inspirado por el A b b é

d e S a in t P ie r r e ,

un concurso

invitando a los orado-

res a loar a los grandes hombres. Este evento capital, abre en Francia una nueva carrera a la elocuencia. Aunque los fundadores de esos premios de elocuencia los habían propuesto para formar buenos oradores cristianos, la subversión del proyecto se muestra en el hecho de que los com-

de una

petidores, que antes estaban obligados a tratar sólo materias

concepción típicamente dieciochesca, que anima sus vidas

edificantes y morales, a partir de 1758 la Academia Fran-

y sus obras, la de la búsqueda de la felicidad y de la realiza-

cesa decide "proponer

ción individual que se puede ver en obra en la cultura de la

mio de elocuencia, el elogio de los hombres célebres de la

llustración. Aunque Bustamante no lo desarrolla plenamen-

nación". Parece que el público, cansado de la antigua retó-

te, en su obra se puede ver cómo la búsqueda de la felici-

rica barroca, aplaudió mucho esa idea y las obras que en-

sito hacia la muerte, están también impregnados

solamente y como sujeto del pre-

dad en esta tierra se vuelve legítima en la medida en que no

traron al concurso eran de un mérito muy superior a los

entre en contradicción

lugares comunes de retórica y de piedad que se tenía la

con el destino colectivo de la na-

ción concebida dentro de una estricta ortodoxia católica.

costumbre de oír hasta entonces.6 El elogio escapó rápidamente de las aulas de la Academia y se fue imponiendo como un nuevo relato edificante destinado al consumo de

5

Bonnet,

arto cit., p. 218. Es evidente

za hacia los f¡Jósofos, Bustamante

que a pesar de su desconfianestaría de acuerdo

una comunidad de ciudadanos cultos.

con el viejo 6

sabio de Ferney.

134

Bonnet,

arto cit., p. 223.

135


Pero a partir de entonces ya no es Dios el que juzga los

hoy más anacrónico y lo hace ser considerado generalmente

méritos de los grandes hombres, sino la Opinión Pública,

como un autor "reaccionario",

esa invención del siglo

su personalidad dé para mucho más.

XVIII

y tribunal de la Ilustración.

Ella tiene la llave de la fama. Paralelamente al descubri-

En Europa, en el siglo

XVIII,

aunque su pensamiento

y

al atribuirse el filósofo apo-

miento del poder de la opinión, la idea de posteridad apa-

yado sobre la opinión el monopolio

rece como única capaz de juzgar, remunerar o vengar el

los valores y del sentido social, se apropia en el mismo

verdadero mérito. En la concepción de un tiempo lineal y

movimiento de la dominación simbólica y se instituye como

de la designación de

acumulativo, el tiempo trabaja para el gran hombre: desde

el vocero de una clase en gestación. Anuncia una sociedad

ese momento

laica de la distribución de los premios y de la clasificación

podrán aparecer los nuevos lugares comu-

nes: "la posteridad me hará justicia" o "la historia me absolverá". Las "últimas palabras" de los prohombres

de la fama de los prohombres.

que

mueren ya no van a Dios, sino que llaman al juicio de los hombres, al de la opinión pública que los "canonizará" más bien los panteonizará

o

EL DILEM A:

CONCIUAR

FE y RAZÓN

o no.?

Pero la gente que como Bustamante no ha logrado dar

Dueños de los signos, los hombres de letras imponen un

el salto y sigue convencido de que Dios es el único y verda-

nuevo sistema de valores en el teatro y en la novela, pero

dero juez soberano, como lo afirma en sus diferentes pro-

sobre todo a través del género institucional del elogio que

fesiones de fe que hacen su lectura a veces muy pesada, no

se vuelve el más notable instrumento de una redistribución

puede aceptar que sean los "filósofos",

general de los criterios de distinción.

y menos aún la

opinión, los depositarios de los criterios de distinción del

Por lo tanto la historia que se escribirá pierde su aspec-

bien y del mal. Así, si todo va mal en el mundo, para Bus-

to marcial, marca el fin del reino de los guerreros, el relato

tamante, es por culpa de los filósofos, que se creen los

histórico que había sido el teatro por excelencia de la re-

nuevos dispensadores

presentación

de la inmortalidad,

los árbitros de

opiniones y prejuicios públicos y que finalmente desvían a

nobiliaria, es denunciado

como anticuado y

ridículo. Ya no gusta ese irracional trágico, lleno de fanta-

los hombres del único camino correcto que es el trazado

sía, de maravilloso, de la turbulencia viril del héroe por

por Dios. Es este aspecto de su pensamiento el que parece

encima de las leyes. En este nuevo género de elogio ya aparece lo que será la historia del héroe burgués en el siglo

7

Lacios:" "El elogio debe ser consensualmente

temente se ofrece

cada uno tiene el derecho a la admiración

de todos",

136

de discutir Bonnet,

atribuido

y eviden-

el mérito

de lo que

arto cit., p. 218.

siguiente, una filosofía de la vida que pretende no necesitar de vanos brillos exteriores sino de las virtudes de la razón y de las cualidades domésticas. Vemos así en esa obra 137


de Bustamante a un rey crucrumeca rechazar a un ejército

que presidió en el siglo

XV11

a su creación, se había trans-

para reconquistar el trono de sus antepasados, prefiriendo

formado en una demanda de igualdad democrática. Si bien

el estado de simple ciudadano al cual la rustoria lo forzó;

se ha mostrado que el siglo

pero en la lógica de Bustamante, nadie es libre de su desti-

el cambio, que se radicaliza por razones coyunturales en la

no y este personaje tendrá que aceptar fmalmente reinar.

Revolución francesa, también se ha podido mostrar que

Es probablemente

en esta nueva forma de virilidad cí-

vica que se encarna en el personaje del prohombre

en la segunda mitad del

donde

Bustamante encuentra elementos para la construcción

XV1II

XV1II

es una larga marcha hacia

la nobleza no es esa clase

inerme que se ha descrito, y que lo que se llamó "la reacción nobiliaria" agita profundamente

del

la rustoria de esos

retrato de sus reyes ftlósofos, como Ixtli1xócrutl, su rujo

años. La igualdad en el trato ejercida en la Academia, aun-

NetzahualcóYOtl'" y muchos otros.

que fuera solamente metafísica, fue objeto de varios intentos aristocráticos de reforma para reintroducir cionamiento

FILOSOFÍA

distinciones

entre

en su fun-

los miembros

con la

creación de una categoría de "miembros honorarios",

y REVOLUCIÓN

que

asistirían pero no trabajarían. El marqués D'Alembert Pero sería un error hacer de esos pensadores

del mérito

opuesto al orgullo aristocrático unos revolucionarios cubiertos. Ya en su tiempo D'Alembert

se

opone a dicha propuesta.

en-

había protestado

contra esta asimilación de una exaltación del mérito indivi-

REYES

SABIOS CONTRA

REYES GUERREROS

dual a una propuesta de disolución social. Si los hombres La mayoría de los grandes pensadores franceses de la Ilus-

de letras promulgan la igualdad de condición es sólo en el orden simbólico. Richelieu, primer ministro y creador de

tración tienen relaciones con los grandes reyes europeos

la Academia Francesa, y promotor

de la época fueran o no ilustrados, Diderot con Catalina de

del estado absolutista,

quiso que en esa sabia asamblea, el espíritu caminara

Rusia, Voltaire con Federico de Prusia, entre otros.8 Si los

a l la d o

del rango y de la nobleza y que los títulos nobiliarios no Cuando

Voltaire muere y se intenta

prevalecieran sobre el de "hombre de letras"; sin embargo,

K

al salir a la calle, fuera de la augusta asamblea, las distincio-

Federico pidió a D'Alembert pación, considerando

nes de la herencia y de la sangre seguían vigentes. Evidenque los príncipes, aunque quieran, no se atrevan a entrar a la Academia, conscientes

de que esa igualdad metafísica 138

nombre",

I

considerando

el rey

su fortuna real y su amistad con el difunto ...

pero parece que D'Alembert

temente la evolución de las ideas del siglo siguiente hace

erigirle una estatua,

fijar él mismo el precio de su particirespondería:

más importante

"un escudo señor y su asociar el nombre

rey fJlósofo a la lista en la igualdad metafísica trados, que una muestra de sus reales recursos

139

de los hombres financieros.

de un ilus-


ftlósofos no son revolucionarios, rico que la acumulación construyendo,

en ese imaginario histó-

de elogios del prohombre

está

¿cuál sería el estatuto de los reyes y de los

que propone La Harpe es un perfecto ejemplo de cómo se viene imaginando un militar iluminado por la razón. Tenemos a un hombre de guerra muy sorprendente,

prudente,

razonador, ecónomo de la sangre de sus soldados, que con-

militares? En el caso francés vemos cómo los oradores regentean

sidera a la guerra como un crimen público. El autor alaba a

la distribución del mérito real, no sólo porque sean reyes

ese general que rechazó destruir Sabaya como se le orde-

sino que lo que se propone

nó y era tradición en su tiempo, un militar que "llevaba en

a la admiración colectiva es

algo exterior a la cuna y al rango, "alabados sean los reyes

la guerra todas las virtudes de la paz". Evidentemente

que son más que reyes". Si los reyes y militares no pueden

bía demasiadas cualidades cívicas en ese prohombre

ser desechados, por el momento, serán adornados con otras

que caerá de la gracia del soberano, abandonará la Corte y

cualidades, distintas a las que se les reconocían en las anti-

regresará a una vida doméstica tranquila en sus tierras dán-

guas alabanzas oratorias. En Francia se multiplicarán los

dose el lujo de rechazar los miserables premios del remor-

retratos de los reyes que gustaban de leer, como Carlos

VI;

dimiento real. "El elogio" de Catinat es muy bien recibido

que eran tolerantes e ilustrados como Luis

IV,

XlI

y Enrique

o los que serán considerados

como padres de las letras y

artes, como Francisco

XlV,

1

y Luis

ésos son los reyes ofre-

ha-

por lo

por el público, por el propio Voltaire que en su libro El s ig lo d e L u is

XIV

había estigmatizado

ya varias campañas

militares que no fueron otra cosa que campañas de exterminio y robo.

cidos a la admiración pública.

Es decir que el nuevo héroe nacional deberá represen-

Se censura a los soberanos esencialmente guerreros y que no fueron ahorrativos de la sangre de sus sujetos. En

tar a un personaje susceptible de fundirse en el cuerpo de

cuanto a los héroes que por función fueron estrictamente

la nación, de reencontrar la naturaleza y de proponerle una

militares su retrato ya no exalta audacia y sus cualidades epo-

nueva manera de morir al servicio de la patria.9 Lo que se elabora poco a poco es una nueva retórica

péyicas, son en cierta medida pacificadas, su gloria viene de otro horizonte que del de sus hazañas guerreras. Inclu-

que utiliza un conjunto renovado de lugares comunes que

so en ese fin del siglo

logra elaborar un sistema de representación

XVIII

el orador se atreve a decir que al-

gunos héroes tuvieron la suerte de no nacer en cuna noble. Si consideramos

el retrato de sí mismo que propone

y una herra-

mienta mental eficaz para fundar un nuevo catecismo para la élite.

Bustamante en su obra es probable que hubiera sido feliz al leer una de las obras premiadas en el concurso de elocuencia de 1775 cuyo tema era Catinat (1637-1712), uno de los grandes estrategas y generales de Luis 140

XlV.

El eiogio

9

Varias veces exclama doña M argarita-Bustamante frases como

ésta: "Viéneme de que soy idólatra de los hombres de bien que se inmolan por su patria", Bustamente, o p . c i t ., t. 1, p. 185. 141


v

En esa elaboración las fidelidades personales hacia la persona real o la monarquía se van borrando en la medida en que esa imagen real se está transformando.

Un pueblo de valientes

M uy pronto

esa figura real ya no representará a la nación, yel rey podrá ser juzgado y condenado

por sus errores o sus cualidades

como cualquier mortal, como fue el caso de Luis Francia.

10

XVI

en

Pero antes de llegar a la revolución o a la ruptu-

ra, el nuevo elogio real en términos de rey benefactor de la nación o de la humanidad

marúfestó durante algunas dé-

cadas, no tanto una adhesión a la perenrúdad de la institución monárquica sino el signo de que se estaba asistiendo a la emergencia de algo también inaudito, al principio de la nación soberana.

CABALLEROS ANTE TODO

[BI -~

USTAM ANTE NO PUEDE dudar un insranr~ d que los chichimecas fueran un pueblo de valientes y nobles. No es extraño entonces que la manera

en que se comportan

en su relato sea la de unos perfectos

caballeros. M uchos de sus descendientes

se encontraron

en el bando español, como aliados, durante la Conquista y su papel fue decisivo para la victoria sobre los "endemoniados mexicanos". M uchos estaban también en el bando adverso, defendiendo

sus derechos y libertad por medio

de hombres ejemplares: los caballeros tecuhtlis. Es fundamental para Bustamante insistir en la existencia de innumerables caballeros americanos en ambos bandos, porque su omnipresencia le permite reescribir la Conquista española y afirmar que de hecho "no fue Cortés el que conquistó con sus pocos españoles la gran TenochVéase por ejemplo e! extraordinario libro de Antoine de Baecque, L e C o r p s d e I 'h i s t o i r e . M é t a p h o r e s e t p o litiq u e (1 7 1 0 -1 8 0 0 ), París, Calmann-Lévy, 1993. O mi artículo, G. Rozat, "De! cuerpo real al cuerpo de la nación", H i s t o r i a y G r a f í a , núm. 7, M éxico, VIA, 1995. 10

142

ticlan" aun considerando

una cierta superioridad

técnica

en algunas formas de combate. Para él esa epopéyica hazaña, en la que la mayor parte del tiempo se luchaba cuerpo a cuerpo debía ser atribuida a sus 200 mil aliados. 143


Porque si el sitio y destrucción

de Tenochtitlan,

como

dible en una historiografía dominada por la teología cris-

todos los encuentros anteriores, se hizo realmente bajo el

tiana, lo sigue siendo todavía a fines del xx, no solamente

signo guerrero de la valentía y del honor, si en esos en-

en la historiografía mexicana, sino también en las historias

cuentros militares se pudieron dar al máximo las cualida-

nacionales de otros países latinoamericanos

des de heroísmo

blación indígena, como en la historia peruana, para expli-

Bustamante

y caballerosidad

saca una conclusión

novedosa para la interpretación

de los contrincantes,

con fuerte po-

car la destrucción del imperio de los incas.3

fundamentalmente

Aunque Bustamante

de la Conquista. Y a pesar

recupere la creencia de la predi-

de su gran respeto por los cronistas que son sus guías en

cación de santo Tomás como lo vimos anteriormente,

esta reconstitución se siente obligado a proclamar con cierto

la confunde con la creencia de los indios en la divinidad de

énfasis: "Es preciso, señores, que yo desengañe a V V. de un error en que han incurrido muchísimos mexicanos, su-

los españoles. Si no, cómo pudieron

poniendo que los indios tuvieron a los españoles por dio-

loniales dignos de fe y muy respetados por Bustamante.

haber peleado tan

reciamente contra ellos, como nos lo reportan autores coPara demostrar la excelencia moral de estos hombres

ses, porque los llamaban tecuhtlis, voz con que los honraban suponiéndoles

no

caballeros, error en que ha incurrido el

Bustamante nos proporciona

"la exhortación que hacían a

los caballeros tecuhtlis" cuando eran armados caballeros.

mismo P. Sahagún".1 Es interesante que esta afirmación, a la cual me adhiero

Él debía estar convencido de

por completo, no haya sido recogida por los historiadores posteriores, que hasta la fecha hacen de la creencia en la

que aquella dignidad a que había sido elevado, no había

y que así como

divinidad de los españoles un elemento fundamental en su

de servirle sino de mayor humillación,

argumentación

para explicar la rápida conquista del impe-

durante la penitencia había sido sufrido en cuanto le ha-

rio mexicano.2 Por otra parte, y no es lo más extraño del asunto, ese

que del mismo modo que había guardado abstinencia en

argumento seudohistórico,

aquellos días, había de procurar en adelante ser sobrio y

cos y barbudos"

1

de la "deificación de los blan-

que vemos utilizar en el siglo

Carlos M aria de Bustamante,

bía dicho y hecho, así lo había de ser en lo de adelante, y

M anonas

d e la A la m e d a

XVI,

enten-

d e M é x ic o ,

t.

J,

p.176. 2 Para el lector interesado en estos problemas de interpretación le recomendamos mi libro I n d i o s i m a g i n a r i o s e i n d i o s r e a l e s e n l o s r e l a t o s d e la C o n q u is ta d e M é x ic o .

144

medido en la comida, y bebida. Encargábale

la defensa

Lo que lleva a M íer, apoyado en fuentes sudamericanas, a escribir: "El Viracocha Barbado del Perú no era otra cosa, y de él tuvieron los incas la cruz que guardaban con veneración en su palacio y la predicación de que irían gentes barbadas y blancas; y por eso llamaron a los españoles viracochas", o p . c i t ., p. 26. 3

145


del estado, si acaso era militar,y la buena administaración

masacres, etcétera. Es con cierta nostalgia que Bustamante

de justicia si era político: el buen trato de los súbditos si

hace notar que "causa admiración ciertamente

los tenía, como los del soberano que estaba a su cargo: el

nocimiento de las virtudes morales y políticas a que llega-

socorro de los pobres, el amparo de las mujeres, la reve-

ron estos gentiles: el aprecio que de ellos hicieron, y el es-

el alto co-

rencia y el culto de los templos, y finalmente la educación

mero con que procuraban que las ejercitasen los señores y

de sus hijos si era padre de ellos: el buen porte con su

nobles queriendo que fuesen características de la nobleza".5

mujer, y el buen gobierno de su familia.4

Nostalgia de un tiempo donde el honor de un hombre era su tesoro más preciado, y por lo mismo incompren-

Es evidente que estamos frente a una arenga eminente-

sión del mundo donde el dinero lo puede todo, ese nuevo

mente moral y que contiene además referencias al conjun-

mundo de agiotistas y hampones en el que vive Bustamante.

to de prohibiciones

que debían acompañar

cual un joven guerrero

el paso en el

se volvía un auténtico

Estas ceremonias son extrañamente

caballero.

parecidas en forma y

contenido a las que debía cumplir el joven guerrero cristia-

Si los caballeros mexicanos y sus reyes se comportan como aristócratas europeos, es normal que para su reproducción social se comporten,

en el relato, según las mis-

mas estrategias matrimoniales que la realeza y nobleza cris-

no antes de ser armado caballero, la oración, el ayuno, la

tiana europea. A lo largo de su reconstitución

abstinencia sexual. Si creemos en el testimonio de Busta-

mexicana Bustamante

de la historia

está fascinado por esos matrimo-

mante es evidente que considerado así, el caballero tecuhtli

nios cruzados que aseguran linajes y fortalecen dinastías.

hubiera podido hacer un muy buen papel en cualquier li-

"Los príncipes de todo este continente, lo mismo que los

bro de caballería o en novela romántica típica de princi-

padres de familia, siempre cuidaban de casar a sus hijos, y

pios del siglo

aun lo verificaban inmaduras".6

La diferencia con las recomendaciones

XIX.

morales hechas con el caballero medieval estaba en esa insistencia típicamente decimonónica

sobre la familia y las

virtudes domésticas. de antaño corresponda

moral de

en Bustamante

y muchas veces

Bustamante sigue a las crónicas coloniales que se deleitaban en esas reconstrucciones

También es probable que esa reconstrucción la caballerosidad

en edad temprana,

de grandes familias, que en

lo personal considero bastante ficticias. La demografía antigua, con la muerte siempre al acecho de las mujeres en

como a un sueño perdido; la época de los caballeros se

los partos, epidemias, guerras, enfermedades

había terminado,

opone a la existencia real de esas grandes estrategias sim-

como lo mostraba

guerras de independencia, 4

Bustamante, o p .

c i t .,

el desarrollo

de las

con su cortejo de traiciones,

t. 1, p. 165.

146

5

L o e . c it.

6

Bustamante, 0 1 .

c i t .,

t. 1, p. 170. 147

diversas, se


bólicas que nos muestran en acción los árboles genealógicos. A cada momento

morales y no faltaron los que cayeron presos de violenta

"las grandes familias" de repente

pasión por alguna mujer que no les estaba destinada; como

truncadas, tienen que recurrir a gente exterior al linaje directo, a ramas colaterales o más lejanas, para reconstruir la permanencia de dicho linaje principal. Y no faltan los escribanos astutos capaces de limpiar o reconstruir naje. Pero para entender bien la omnipresencia

un li-

de esos in-

tereses .de filiación, reales o imaginarios, en los archivos coloniales no debemos olvidar su importancia para el funcionamiento de la dicha sociedad colonial. Frente a los españoles que pueden enorgullecerse

de

sus pruebas de nobleza no faltaron los astutos, españoles, mestizos y más aún los españoles sin linaje disfrazados de mestizos, que al no tenerlas del lado español las buscaron del lado de los reyes mexicanos, reclamando así "su derecho" a la herencia de sus ma d res y d"e sus

antepasa d os " ,

sobre todo si provenían de un nivel social del aparato colonial donde no tenían ninguna esperanza de hacer prevalecer "sus derechos" de conquistador.

Xacazozólotl,

!

señor de Tepetlaxtoc, que no se contenta

con pedir la novia a sus padres, sino que quiso apoderarse violentamente

de la hermosa doncella Atotoztli, o el rey

Tecpancaltzin hasta ese momento ejemplar, que sucumbe al encanto de la bella Xóchitl. Sin olvidar las contiendas acompañan

guerreras

inevitables

que

la historia de los antiguos reinos mexicanos,

las virtudes con las cuales Bustamante adorna esos grandes personajes son muy interesantes: se recuerda por ejemplo a los reyes que no deben dejarse corromper por el poder ola alabanza de los cortesanos. En la elevación del rey Tlotzin, según cuenta Bustamante, le pusieron varias mantas finísimas curiosamente

labradas y la última tenía en su

centro una calavera "para darle entender que toda aquella pompa, majestad y grandeza, terminaría con la muerte". Semejante a la imagen de los primeros reyes de Roma, vemos a unos reyes mexicanos convencidos de que la "felicidad de su imperio estaba cifrada en el fomento de la agri-

HOM BRES

cultura" dedicándose ellos mismos a las labores agrícolas.8

APASIONADOS

Si el Anáhuac tiene guerreros bravos como los Aquiles cuyas vidas fueron dignas de ser contadas por Plutarco o Tácito,

habría

amplificado

la hermosa

ción de las referencias

pluma de Plutarco".

a la concepción

del héroe

es otro índice del lugar historiográfico

donde

también hubo Helenas por cuya posesión se vertieron ríos

sabemos

como

de sangre.? La sangre hierve bajo esas dignas armaduras

historiográfica en el

7

I b í d e m , p. 173. "¡Qué

mientos!

Si hubieran

grandeza

de ánimo

salido de la boca

148

muestran

de un príncipe

esos

senti-

griego

les

8

que las referencias

a Plutarco

son más bien de los siglos

XVI

La multiplicasegún Plutarco,

sitúa su empresa, modelo y

XVII

si

de escritura

Y desaparecen

XIX.

Bustamante,

o p . c it., t. 1, p. 176. "Su buena

ayo a un señor tolteca otras máximas

suerte le había dado por

[...] que no sólo le había instruido

de policía, sino que le había enseñado

149

en estas y a cultivar la


En el retrato también

de Quinantzin,

aparece

ese interés

coronado

personal

talidad histórica.

rey de Texcoco,

de un rey paternal

y

a propósito

Cuando

a los de la "famosa"

justo por la agricultura:

como

picada

uno de los asistentes

de la valentía

de los guerreros

Tlaxcala,

doña

en lo más profundo

al coloquio,

americanos

M argarita

cita

se levanta

de su alma mexicana:

La historia de este príncipe teje claramente su elogio sin necesidad de amplificar sus hechos con frases oratorias,

reparó mucho en ese epíteto famoso, pues de serlo por

fue benigno,

su valor, más no en el sentido que V. quiere aplicarle. Sin

dulce en la sociedad, clemente a la vez y terrible en la cam-

duda la llamara V. tal porque ayudó a los españoles a sub-

paña; su conducta fue compasada por la prudencia, y esto

yugar ese continente,

le hizo triunfar de sus enemigos. Castigó con severidad

sumida en la misma servidumbre que preparó a los mexi-

distinguiose por su afabilidad encantadora;

ejemplar a los criminales, y fue padre de su pueblo, enseñándoles por sí mismo, con su ejemplo, la agricultura.

y hacerlo esclavo, quedando

ella

canos; bajo este aspecto no es, ni puede ser famosa, sino odiosa, como lo es todo el que contribuye a hacer un mal

9

general, o como dice el refrán, el que se saca un ojo por sacarle dos a su enemigo. Yo no abrumaré

a ese pueblo

con la fea nota que merece, harto caro ha pagado ese

LA FAM OSA NACIÓN TLAXCALTECA

auxilio, y esa venganza; perdió su independencia, Pero

si la valentía

belleza inicuo

de los guerreros

moral no fue un seguro de la Conquista

era una prueba

para su sobrevivencia

se muestra

claramente

de que hasta los indios que por decisión encontraron cen como

en el bando otros tantos

vencedor,

vencidos.

papel de Tlaxcala en la Conquista, jado a ofrecernos

de su

propia

y lo

en el hecho o suerte

siglos después

apare-

Es así como revisando Bustamante

una amarga reflexión

se el

se ve empu-

general sobre la fa-

su li-

bertad, y cuanto se puede decir: cambió estos preciosos bienes por unos pergaminos

viejos, estampados

con las

armas reales de España, en que le llamaba Pueblo Nobilísimo, le exceptuaba del tributo anual, al mismo tiempo que sacaba a millares de sus hijos para que fuesen a pelear alIado de los españoles, y a colonizar en los puntos mas distantes con el fin de que debilitados de este modo no le pudieran exigir el cumplimiento

de la estipulación

celebrada con Cortés en Tepeaca, de entrar con ellos a la partida de lo conquistado tierra con sus propias manos, haciéndole conocer el tiempo y sazón en que debería sembrarse, la calidad de las tierras, sus beneficios, etc. Por tanto logró que se cultivasen ya, sembrando aun legumbres que no sólo sirven para alimentos, sino para recreación del paladar". 9 Bustamante, o p . c it.} t. 1, p. 186. 150

(...) ¡Infelices! en breve paga-

ron su bobería, y hoy están reducidos a nulidad; desapareció su población

y su riqueza; sus ciudades están hoy

reducidas a polvo y escombros, y son guarida de búhos o tecolotes y lechuzas, que recuerdan 151

y lloran su pasada


existencia, alternando en sus cantos lúgubres con los

resto de los mexicanos. La opresión colonial confundió en

manes del Anciano M egiscatzin, el único hombre a quien

un mismo destino a vencedores

debió Cortés su engrandecimiento y conquista. 10

para el imperio de M éxico.

y vencidos de la batalla

Este retrato terrible de los tlaxcaltecas que construye Bustamante

Los SACERDOTES DEL DEM ONIO

como el de un pueblo traidor mereciera ser

analizado con mayor profundidad,

para saber cómo reciBustamante

bieron ese mensaje los habitantes de esa región, todavía ligada a Puebla. Sería interesante

fundamental

fechar el complejo del

tlaxcalteca traidor que hemos podido

observar

de dónde provendría

esa caída

que hizo olvidar a los mexicanos las ense-

ñanzas de "Quezalcóhuatl",

muchas

veces en ciertos discursos de las élites contemporáneas

se pregunta

que los regresó a la barbarie,

olvidando hasta el recuerdo de la ley natural, lanzándolos

de

ese estado, bajo la forma de una reiterativa refutación de

en esa espiral de violencia y furor guerrero en la cual los

dicha acusación. Durante la Colonia, dominada por un discurso salvífica

cual recibirían su justo castigo.

sacrificios humanos fueron la máxima perversión, y por lo

en versión española, a pesar de la destrucción, pauperiza-

Si los nobles y los reyes son en general descritos con

ción, sumisión, etcétera, de sus descendientes que observa

tintes favorables, si el pueblo es inocente por definición

Bustamante, los tlaxcaltecas pueden construirse una iden-

porque es incapaz de pensar por sí mismo y menos de

tificación positiva, y como cristianos y miembros

innovar en términos religiosos, la culpa proviene sin nin-

de un

reino español se felicitan por el papel jugado por sus ante-

guna duda de los sacerdotes siempre traidores y corruptos.

pasados, aunque reconozcan amargamente que las prome-

Este esquema trifuncional que utiliza Bustamante otra vez

sas de la alianza española no fueron cumplidas. Pero cuando

se parece extrañamente

se trata de cambiar de paradigma, de inscribirse dentro de

como se la imaginó el pensamiento

a la división trifuncional europea,

una historia universal americana, en una historia nacional,

la Edad M edia hasta el siglo

historiográfico

desde

XVII.

A lo largo de la historia de los mexicanos los malos

el papel de los antiguos tlaxcaltecas se vuelve muy ambiguo y la acusación de traición empieza a. tomar cuerpo.

sacerdotes están siempre al acecho, si bien desde su salida

Cierto, Bustamante no insiste en esa acusación, pero sola-

de Chicomoxtoc están bajo la dirección del sabio Huitziton,

mente porque considera que han pagado muy caro esa trai-

cuando éste muere repentinamente

ción en la medida en que su destino fue idéntico al del

bustes de los viejos y sacerdotes que con más inmediación

"empezaron

los em-

trataban a Huitziton, porque concebido ya el deseo de que10

Ib id e m ,

darse con el mando del pueblo, o para disminuirle el dolor

pp. 179-80. 152

\

153


que debía causarle su pérdida, fingieron aquella noche [que] había sido arrebatado y llevado a presencia del dios Tezcatlipoca. que pintaban

sentado en figura de un dragón

espantoso".!!

Pero los sacerdotes no solamente inventan fábulas diversas respecto al dios Huitzilopochtli,

sino que son tam-

bién ellos los que provocan que los mexicanos realicen el primer sacrificio humano.

El pueblo engañado por esos sacerdotes comenzó a hacerle honores divinos a Huitziton, ces el nombre de Huitzilopochtli.

dándole desde entonPero Bustamante

de que ése sea el origen del culto a Huitzilopochtli

duda

EL PRIM ER

SACRIFICIO

HUM ANO

y unas

otro relato mítico

Después de una victoria contra los xochimilcas donde com-

donde explica de manera más sólida el nacimiento del dios.

batieron como obligados de los culhuas, pidieron a su se-

Había nacido de una mujer muy virtuosa, Coatlicue, que

ñor algo especial para ofrecerlo en el altar de su dios. Pero

páginas más adelante nos propondrá

se embarazó sin contacto sexual, sino bajo la forma de una

el señor de Culhuacan, despreciando

pequeña bola de bonitas plumas que encontró y puso en

tono de burla les manda un pájaro muerto y unas inmun-

su seno, y sin que se diera cuenta se incorporó ella. Constatando

dentro de

que su madre estaba preñada, y que por

lo tanto había "fallado" a la castidad, sus hijos pretenden

a los mexicanos, en

dicias envueltas en un trapo que llevaban con ellos los sacerdotes

culhuas, lo depositaron

en el altar y se fueron

sin decir palabra.

matarla para vengar su honor, pero el hijo nace ya armado

Bustamante dice que semejante burla "irritó sobrema-

para defender el honor de su madre aunque fuera contra sus "hermanos".!2

llegado el día de la dedicación de tal ofrenda, "quiso con-

nera a los mexicanos" que supieron esconder su enojo y

ese relato mítico les parece a los oyen-

currir a ella Coxcox con la nobleza de Acolhuacan, menos

tes una parodia infame del misterio de la encarnación in-

para honorar la fiesta que para burlarse de sus viles escla-

ventado por los sacerdotes, "aquí se anunció el Evangelio

vos", de pronto, éstos sacaron cuatro prisioneros

de tiempo inmemorial y sus perseguidores todo lo trastor-

milcas y les arrancaron el corazón caliente y palpitante ofre-

naron, o por odio, o porque con la ausencia de los discípu-

ciéndoselo a su dios, ante el gran asombro de los culhuas.

los de santo Tomás lo glosaron a su modo resultando una

Éste, escribe Bustamante, "fue el primer bárbaro e in-

Evidentemente

mezcla monstruosa".13

humano

xochi-

sacrificio de sangre humana y por lo que triun-

fantes después los mexicanos cubrieron de sangre, luto y 11 12 13

p. 197. Veáse el relato original en Bustamante, Bustamante, o p . c i t ., t. 1, p. 190.

lágrimas y abominación este bello continente, ofendiendo

Ib íd e m ,

154

o p . c i t .,

t.

1,

p. 199.

a Dios de un modo inconcebible, llenaron el mundo de escándalo, y de injuria a la humanidad". 155


un colhua que se encontraron". Este delito inmensamente

repetido

La simple enunciación de

un sacrifIcio humano invita a Bustamante a lanzar anate-

contra el derecho

natural y el derecho de gentes que ensangrentará

estas tie-

rras no es sólo un crimen contra la humanidad,

sino que

otra vez a su manera, sobre el destino teológico del pueblo

provocará una terrible maldición divina sobre el pueblo,

mexicano que, como el pueblo judio, carga siglos después

una maldición que perdura: "se atrajeron una maldición

(según el mito cristiano) la falta de sus padres responsa-

mas contra los sacerdotes impostores y más aún a fllosofar,

!

eterna, fueron entregados a la espada de los conquistadores, y todavia hoy arrastran esa misma cadena, aunque se los lisonjea con el nombre de libres".

y fInalmente Bustamante lanza alabanzas al cielo por haber permitido que se acabaran tales actos de barbarie:

bles de la muerte de Cristo. Si la fundación

de M éxico

empieza por un sacrifIcio infame, "no nos admiremos de que Dios haya al fIn castigado a este pueblo que aún hoy dia reporta las señales más visibles de su justa cólera. Su justicia eminente se extiende a muchas generaciones".15 Cuando también sacrifIcan a la hija del rey de Culhuacan como

¡Bendito sea el Dios del cielo, porque usó de misericordia con este pueblo, alumbrándolo

"madre

Bustamante

con la luz del Evangelio

de todos

los dioses"

cae inevitablemente,

malos, el pueblo es inocente

!Bendito, porque ha trocado aquella ferocidad en humil-

los sacerdotes

de

son los

de esos crímenes, aunque

dad cristiana! ¡Bendito sea Jesús Cristo, porque en el mis-

recaiga sobre él desde hace siglos la maldición divina. "Con

mo lugar donde se ofrecían esas víctimas humanas entre

no poca violencia de mi corazón he referido a V. ese im-

horrendos bramidos, grita y alegría de los demonios, hoy

portante

se ofrece la sangre y cuerpo del Redentor, la hostia pura,

carácter, no del pueblo mexicano, que es bastante dulce,

la hostia santa, la hostia inmaculada, y el pan santo de la

afable y compasivo, sino de sus feroces sacerdotes, y no lo

vida eterna! He aquí el triunfo

he hecho menos por presentarles los resultados de la opre-

tabernáculos

del demonio,

de la Cruz sobre los

pasaje de la historia, que da bien a conocer el

sión y servidumbre

¡Cortés! ¡Cortés! Este gran

servicio que hiciste a la humanidad,

que produjo".16

unido a los méritos

del Salvador, den a tu alma una gloria imperdurable.14

En otro relato que nos cuenta la llegada del pueblo al famoso nopal con el águila en medio de los pantanos Bustamante dice que "posesionados del sitio edifIcaron una cabaña a Huitzilopochtli,

la dedicaron con el sacrifIcio de

15 I b i d e m 16

14

la conclusión

Ib id e m ,

,

Ib id e m ,

p. 209 p. 212.

p. 196. 157 156

1

\

I


VI

Héroes positivos 1j negativos f LO LARGO DE ESTE ENSAYO

hemos tenido ya la oca-

sión de apuntar algunos de los retratos de reyes o jefes mexicanos que Bustamante reconstruye para elaborar su apología moral de los antiguos mexicanos. En esta parte a manera de conclusión

nos gustaría

recuperar algunos aspectos de la figura de Netzahualcóyotl, cuya posteridad, desde la época de Bustamante, parece estar muy bien asegurada.

EL BUEN IXTLILXÓCHITL

y SU HIJO NETZAHUALCÓYOTL

Ante todo debemos tener muy claro que la esencia misma de la figura que reconstruye Bustamante de Netzahualcóyotl es la de ser la evidencia máxima de la vigencia de la promesa divina de que todos los pueblos estaban incluidos en el plan de salvación eterna que organiza para los hombres la benevolencia de la Divina Providencia. En efecto, Bustamante "reconstruye"

a lo largo de esa larga obra y

con sumo cuidado el camino de transmisión de la herencia tolteca hasta su florecimiento

en Texcoco con el empera-

dor poeta y con su hijo Netzahualpilli, antes de que por fin 159


se manifiesten y realicen, de manera aún más clara y ate-

cepción del rey-padre sigue fundamentándose

rradora, las promesas

mente sobre sólidas convicciones y prácticas morales, debe

de santo Tomás/Quetzalcóatl

de

regresar a tierras mexicanas. En ese sentido tiene que ser

ser también un personaje

Netzahualcóyotl

castigador.!

el ejemplo, el resumen y expresión de to-

das las virtudes que encuentre Bustamante

en las pobla-

ciones mexicanas, a tan noble rey debe corresponder

una

cuna idénticamente digna y el retrato del padre, él también receptor y transmisor de esa herencia tolteca debe corres-

I

fuerte, vengador,

necesariainflexible y

Así se vuelve un grave defecto para un poder el no castigar a los rebeldes e infractores, y además es una debilidad que se paga muy caro. En este sentido Bustamante

está de acuerdo con las

prácticas de la justicia de su tiempo que castigaban la me-

ponder al del hijo.

nor infracción con penas que se querían ejemplares, como las que estigmatizará Víctor Hugo unas décadas más tarde LAs DEBIUDADES

en

DEL REY IXTLILXÓCHITL

L o s m is e r a b le s ,

si recordamos que el robo de un pan por

Jean Valjean será castigado con varios años de trabajos bueno y justo, pero tie-

forzosos ... Exageración a la cual en cierta manera era sen-

ne una debilidad muy grande. Le falta algo, que es una ca-

sible Bustamante que "obligaba" a los reyes a cuidar a su

racterística del ejercicio de la potencia real, su virtud de

pueblo y asegurar su comida cotidiana, sobre todo la de

fuerza está incompleta,

los más pobres. Incluso recuerda que en tiempos antiguos

Ixtli1xóchitl es un rey moralmente

es un rey demasiado bueno y su

I

amabilidad, ese perdón acordado con demasiada liberalidad a los sujetos rebeldes, nos dice Bustamante, lo lleva a perder su reino y a poner en peligro su vida, la de los suyos, y finalmente a la misma herencia tolteca. Para Busta-

I

mante no es suficiente que un rey legítimo sea noble, bue-

de algunas mazorcas de

maíz en tierras de nobles o del emperador

si era por ham-

bre. Así es como la severidad ejemplar que reclama Bus-

I

no, sabio y también victorioso; un rey debía ser capaz de

Esta evolución secular de la figura de! padre va a la par de la evo-

lución de la figura divina en e! siglo XVIII en la cual e! p a t e r f t m i l i a s tiene todavía bastante derecho de vida y muerte sobre su familia, la descripción de la figura paternal divina, insiste sobre la lejanía, la omnipotencia, e! furor, sobre la función castigadora y justiciera de Dios padre. En la segunda mitad de! siglo xx, con la nueva configuración familiar donde la figura paterna es amante, comprensiva y responsable, Dios padre se vuelve a su vez un ser próximo, atento, a quien se habla de tú, como lo manifiestan los cambios intervenidos desde e! Vaticano II en e! ordinario de la misa dominical.

castigar tanto a los rebeldes internos como a los enemigos de afuera, pero de manera tal que ninguno de ellos volviera a poner en peligro la paz cívica. Su fórmula del reypadre, que aparece muchas veces a lo largo de su obra, no debe ser leída como la paternidad que nos propone nuestro [m de siglo, el padre, personaje un poco lejano, permisivo, comprensivo,

no era un crimen el apropiarse

amante y sensible. ¡No!, si su con-

161

160

\

\


tamante no es tanto hacia un pueblo que eternamente

tie-

veces se vuelve a presentar.3 El pacífico Ixtli1xóchitl se lan-

ne hambre, sino más bien contra los enemigos que impi-

za a campañas a regañadientes, sólo hasta que agota todos

den la paz social y amenazan la integridad del Estado y que

los recursos de la negociación. Como sale de nuevo vence-

conviene siempre aplastar de manera tal que no vuelvan

dor, se ve otra vez confrontado

jamás a levantar otra vez la cabeza. Detrás de la figura real como pater familias, última trans-

mos traidores, que le piden un perdón hipócrita y le rinden

formación de esa magna figura en el siglo

natural clemencia que desde luego otorgaba el perdón". El

XV1II,

a dibujar algo más, que es la representación

se empieza

de la nación,

a las súplicas de los mis-

un homenaje forzoso, a lo que el rey "respondioles

con su

rey devolvió a cada uno las tierras que había conquistado y

que debe ser siempre fuerte, inexorable e inflexible. Los

los conftrmó en sus señoríos. Ni los soldados ni los gene-

sentimientos personales de piedad o de humanidad de un

rales del emperador están contentos con la dirección que

rey o de un responsable político, como persona privada es

toma el asunto, todos esperaban que los rebeldes fueran

una cualidad, pero éstos deben olvidarse de su mansedum-

castigados y que sus riquezas llegaran a engrandecer el rei-

bre y poner en ~cción cuando es necesario el inexorable

no y a repartir los despojos entre los guerreros. El resulta-

peso de la potestad

do de esa clemencia son los murmullos en el campo impe-

estatal que representa.

Así nos dice

Bustamante: "Ixtli1xóchitl dejó en los monarcas de este en-

rial, y en el caso de los vencidos, "dejados

tendida de un rey pierde a todo un pueblo, como una des-

estado de potencia, fortalecerlos en su insolencia". Bustamante

aforada tiranía: por la guerra se afirma la paz, y el enemigo

en el mismo

aprovecha esa reflexión sobre el ejercicio

vencido debe serlo hasta quedar en estado de no volver

del rigor del poder castigador para amenazar con el ejerci-

jamás, si es posible, a suscitar la guerra; este terrible azote

cio de ese poder a "los colonos ingratos de Tejas" que han

debe ser el justo castigo del que sin razón la emprende".2

suscitado una guerra "contra la misma nación que gene-

Después de una guerra encarnizada de tres años, el débil emperador acuerda a su contrincante,

personaje retor-

cido y malvado, su paternal perdón, cuando ese siniestro personaje le había pedido la paz solamente porque se sabía debilitado momentáneamente,

esperando en un futuro pró-

ximo tomar u~a revancha definitiva. En el relato de otras guerras, Bustamante

Bustamante,

o p . c i t .,

t.

1,

p. 221. 162

los ha acogido, se ha ocupado de hacerlos fe-

incluso afir-

generosa,

a la cual

han faltado por muchos títulos y merecerán el escarnio de las naciones".4 Si aplicamos esta concepción política del enemigo que hay que exterminar a la época de Bustamante, podemos entender lo encarnizado de algunos episodios y el conjunto de crueldad y violencia exacerbada de las guerras de independencia y los conflictos posteriores en la América hispana. 4 Bustamante, o p . c i t ., t. 1, p. 229. 3

mará que la ocasión perdida de aniquilar al enemigo, pocas 2

rosamente

lices, y les ha dado una hospitalidad

163


\

La mansedumbre

)

de Ixtlilxóchitl será finalmente trai-

cionada, y en la sucesiva guerra que no tardará en estallar,

de esos lobos hambrientos que han de cebarse en mi sangre; pero quizá con eso se apagará su enojo. Procura guar-

perderá su reino y será obligado a huir con su hijo al mon-

dar tu vida, y entre tanto que pasa mi tragedia súbete a

te para escapar de sus perseguidores. . El testamento político de ese rey se encuentra en el dis-

este árbol, y mantente oculto entre sus ramas, en pudiendo huir, vete a las provincias de Tlaxcala y Huexotzinco,

curso --que

cuyos señores son tus deudos y de tu misma casa y píde-

nos "reporta" Bustamante-

que en el mon-

te da a su hijo todavía joven, la víspera de morir comba-

les socorro para restaurar tu imperio.7

tiendo a sus perseguidores. El rey ordena a su hijo escondido en un árbol frondo-

Otra vez el sabio emperador reafirma, frente a su hijo,

so, que pasara lo que pasara no interviniera, y se prepara a

su fe en ese Dios único y trino que había enseñado Quet-

morir como caballero, cuando llegasen sus perseguidores.

zalcóatl a sus antepasados, "si el Dios criador te concede

Suplica a sus úl~mos compañeros

de huir y les encarga

recuperar tu trono, te encargo mucho la observancia de la

"que cuidéis de la vida del príncipe, porque con su inocen-

ley, para que a ejemplo tuyo la guarden tus súbditos, a quie-

te muerte no se acaben las últimas reliquias que quedan de

nes has de mirar como a hijos premiándoles

los ilustres monarcas chichimecas que yo espero en el Dios

servicios, especialmente

.

."

criador que ha de ayudarle para que recobre su unpeno

5

.

ayudado".8

y como para tranquilizar a sus lectores que pudieran conmoverse

por el destino

del desdichado

Y aunque su benevolencia no haya sido retribuida con

príncipe,

el amor de los revoltosos, el rey vencido recomienda a su

Bustamante explica en una nota: "este voto fue oído por Dios y tuvo su cumplimiento

sus buenos

a los que en esta vegada me han

hijo: "perdona generosamente

como después veremos".6

[oo.] a tus enemigos, porque

aunque yo conozco que mi ruina me ha venido de mi de-

El rey se despide con mucha emoción de su hijo en los

masiada piedad, no estoy arrepentido del bien que les hice.

términos que sabe encontrar el alma noble de un gran ca-

No te dejo otra herencia que el arco y la flecha; ejercítalos y

ballero chichimeca:

debe al valor de tus brazos la restauración de tu imperio".9 Como un Orlando Furioso, el rey se echa sobre los trai-

Hijo mío muy amado, brazo de león, y último vástago de

dores y pelea durante varias horas, matando "a más de 50 y

la estirpe chichimeca, fuerza es dejarte para no volver a

lleno de heridas y cubierto de gloria, murió cual muere un

verte y dejarte sin abrigo ni amparo, expuesto a la rabia

tigre rugiente".

5

I b i d e m , 238.

6

L o e . c it.

I

! 164

7

L o e . c it.

a L o e . c it. 9

L o e . c it.

165


Bustamante repite una vez más la moraleja de esa muerte épica: "infeliz príncipe que compró

Pero la muerte del rey no acaba con el odio de los re-

su desgracia con su

beldes, los nuevos dueños del imperio acolhua pretenden

clemencia [...] vino a rendir su vida a manos de unos viles

borrar hasta las huellas de la antigua estirpe real, así, pre-

traidores, a quienes más que a otros muchos acababa de

guntan a los niños inocentes a quién reconocían como rey

colmar de beneficios su liberalidad extremada

legítimo. Los que responden "el príncipe Netzahualcóyotl",

[...] murió

son eliminados, "asientan los escritores que se contaron

como mueren los héroes".lO

por miles los niños muertos por tal causa".u

En esa repetición del relato de la muerte del héroe moralmente superior realizada por malvados traidores, uno

Antes de tornar la página sobre la vida y muerte del

puede suponer que la memoria de Bustamante, como la de

gran Ixtlilxóchitl viene al caso reflexionar sobre la insis-

sus lectores, se llenó de recuerdos de los excesos que des-

tencia de Bustamante

de 1810 habían fecundado la tierra mexicana con la sangre

creador y en los intentos de los traidores de borrar hasta la

de héroes conocidos y desconocidos.

existencia del príncipe. La afirmación

11

de fe en el Dios de la creencia de

Ixtlilxóchitl en el Dios como la de hacer jurar a su hijo

Como en una tragedia griega la voz de doña M argarita se vuelve coro de lamentación

en las profesiones

para recoger el soplo del

obediencia a esa ley aún sin entenderla, esa ley de amor y perdón, se opone a la descripción de la ley de la violencia y

héroe y suplica a los viajeros que si pasan por Tepanayucan "donde ocurrió tamaña desgracia", "yo ruego a V. que si lo

del odio que han impuesto los sacerdotes mexicanos y que

encuentra, bese a mi nombre el suelo que pisó Ixtlilxóchitl,

practican "los traidores".

teñido con su sangre y eleve un suspiro al cielo por su

de los cánones de lo que hemos llamado la historiografía

memoria; éste [es] el único galardón que reciben de la pos-

salvífica, en la cual la sangre de los niños inocentes es re-

teridad los héroes, porque dulce y decorosa cosa es inmo-

gada por malvados que intentan así borrar para siempre la

larse por la patria"

antigua herencia tolteca, es decir, las huellas de la primera

.12

Bustamante, o p . c i t ., t. 1, p. 250. 'nuestra vida, desde noviembre de 1810, no ha sido más que una enfermedad crónico-política, en que hemos logrado algunos periodos de alivio, siempre fluctuando entre temores y esperanzas; unas veces amenazados por la tiranía española, otras por el aspirantismo de algunos de nuestros compatriotas, agregándose a

I

esto la n:llseriapública". 12 Bustamante, o p . c i t ., t. 1, p. 240. Esa exaltación del héroe Ixtlilxóchitl 1 es el objeto de dos notas que por su escasez debe llamarnos la

(

Estamos perfectamente

dentro

10 11

L o c . c i t .,

166

I

atención. La primera es para recordarnos que según una tradición de los indios de ese pueblo Qe consta) se conoce el lugar donde murió el héroe, lo que por lo tanto es ya, para él, un elemento de prueba de la autenticidad del relato que propone. El otro es una referencia latina: "dulce enim et decorum est pro patria mori", que podemos considerar como el resumen de esa concepción del héroe. 13 Bustamante, o p . c i t ., t. 1, p. 242.

167






























































































































































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