Guita Nº1

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año 1 - nº 1 - Agosto 2009

> poesía sin costo > crítica a bajo precio > cultura en módicas cuotas

las dos orillas del vacío


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pieza realizada por Dis. Lucía Martínez para el Nº1 de GUITA


sumario

(no benedetti)

estamos forrados en guita - staff ................................................................................... 4 editorial ................................................................................................................................ 5 poesía I Esta orilla del vacío | Magalí Jorajuría .............................................................................6 poesía II La otra orilla del vacío | Alejandra Pizarnik ................................................................. 14 esto no lo dije yo Topografías | Los lugares en la literatura de J.J. Saer ................................................. 22 totally wired I Entre dos mundos | Los divino y lo ominoso en la música de Scott Walker ......... 26 totally wired II Dormidos al volante | Bellos durmientes del pop ....................................................... 31 celuloide I De lo que el Brad se llevó ................................................................................................. 34 celuloide II "Salesman"............................................................................................................................ 38 cheque en blanco ...........................................................................................42 homenaje .......................................................................................................44 panorama.......................................................................................................46 blogósfera .....................................................................................................49

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staff

estamos forrados en guita: Redactores:

Editores:

Agustín Acevedo Kanopa

Stephanie Amaro

Nicolás Grandiroli

Juan Manuel Sánchez

Gastón Paolini (Argentina) paolinigaston@gmail.com

Diseño e ilustraciones:

Juan Manuel Sánchez

Stephanie Amaro

Nadia Bukowski Sandra Míguez

Contacto:

Diego Sapienza

revistaguita@gmail.com

Colaboran en este número: Mariana Bolzán (Paraná, Argentina) marianabolzan@hotmail.com Lucía Martínez nubelu@gmail.com Corrección: Stephanie Amaro

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editorial

editorial Lenta, casi que imperceptiblemente, los tiempos culturales de nuestro país parecen estar cambiando. La Facultad de Humanidades inició un ciclo de ponencias con escritores actuales y cierta preocupación porque estén representados escritores jóvenes. Estudiantes de filosofía de ésta misma casa de estudios lanzaron hace poco más de un mes “Clinamen”, una revista de filosofía que les permitirá dar sus primeros pasos en el mundo académico y presentar en sociedad las elaboraciones de su pensamiento. Pero no se trata de algo que ocurra solamente en la Facultad de Humanidades, es una sensación general que empieza a sentirse en muchos actores y escenarios culturales del país. Una necesidad de dejar de tener los ojos en las glorias del pasado (muchas de ellas dudosas), para empezar a hacer un presente. Una certeza de que hoy en día existen creadores con tanto potencial como en tiempos de antaño. Guita es hija de este nuevo zeitgeist, prueba de eso es la recepción que ha tenido nuestro número cero. Agradecemos a todos por habernos leído, a los mails que nos han escrito, las críticas, las felicitaciones y los buenos augurios. Nos recuerdan que hay alguien más del otro lado y nos invita a seguir trabajando. Sin proponérnoslo, aumentamos la apuesta, este número es un poco más extenso que el anterior e inaugura nuevas secciones. Como si quisiéramos adelantarnos, como si no nos bastara contribuir al presente sino proyectar un futuro, en este número presentamos a una poeta de veinte años y a una banda que se ha dado a conocer por myspace y recién acaban de tener su bautismo en vivo. Quizás a muchos lectores les sorprenda del cambio de colores en este número e incluso se desilusionen con que no hayamos continuado con la línea poética de Bukowski y Jorge Alfonso. Ustedes comprenderán, la guita se vende al mejor postor, se prostituye.

Juan Manuel Sánchez

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poesía I

esta orilla del vacío Magalí Jorajuría Quizás porque esta orilla siempre ha estado más despoblada, Magalí Jorajuría, tuvo que contrarrestar el quietismo y el silencio con la verborragía, con su mantra de anáforas y aliteraciones cual un trance punchi-punchi de música electrónica. Hay dos caminos hacia el vacío, hacia aquello que no puede ser dicho. El primero es el del silencio, dejar que el vacío se filtre entre los intersticios de los versos, que las palabras sean pocas para que estallen en toda su capacidad de connotar, esta fue la opción elegida por una conocida poeta argentina sobre la que otra poeta escribirá en este número de Guita. El segundo es la verborragia, conjurar el vacío a través de la acumulación de cosas que si pueden ser dichas, que los ritmos y las rimas alcancen donde las palabras por sí solas no llegan. No quiero significar con verborragia una catarata de versos sin sentido, acumulados por mero azar,

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poesía I aunque tampoco se trata de un orden que pueda ser racionalizado. Después de todo, el vacío está más allá de toda racionalización, es lo que no puede ser nombrado, es el caos, aquello que nos inquieta. El vacío de la verborragia es a su vez, un vacío por hartazgo, de sucesión de versos que nos darán cada cual una visión aún más inquietante del mundo, sin recibir nunca, nunca, una verdad que nos tranquilice. La poesía de Magalí Joraujuría fluye como una composición de música atonal, sin un acorde tónico (o debería decir verso) que paute un final en tierra firme. La lectura se vuelve una travesía en el océano donde nunca terminamos de divisar la costa. Los límites entre un poema y el siguiente se desdibujan o quizás deberíamos entenderlo como un solo y extenso poema, un único torrente verborragico que asedia el vacío. Lo que aquí presento son sólo algunos fragmentos de “Rey Quiche” que es mucho más extenso, sin embargo no parece haber suturas, de la misma forma que el agua es siempre agua, aunque sea en un vaso, un tanque o el océano entero. La búsqueda del vacío, no le impide ser una poesía muchas veces irónica. Su humor se basa en frases grandilocuentes que no tienen lugar por el propio contexto. “Magalí reza por nosotras” dice en un fragmento entre sexual y escatológico donde la religiosidad no tiene razón de ser, de hecho en todo “El Rey Quiche” no parece haber Dios posible. “le doy la legalización a América…” reza en acto sublime que parece propio de los héroes de independencia, solo para rematarlo “en la parte superior de mi cuerpo” o estar hablando de la amenazante presencia de la muerte y mutar hacia “la hermana hecha concha”. Por otro lado tanto el uso de la ironía como el lugar protagónico del cuerpo, un cuerpo que generalmente aparece desnaturalizado o violentado, que se pueden apreciar en estos ejemplos, constituyen quizás las dos principales características de la última generación poética. Y si bien nadie se ha puesto a estudiarlo aún, porque a nadie parece interesarle, constituyen los puntos de partida para interpretar nuestro zeitgeist poético. De todas, formas, tampoco a la gran crítica, la que solo tiene ojos en la nuca, parece importarle que una de la poetas más interesantes de la actualidad, tenga sólo veinte años y viva en Carmelo. Juan Manuel Sánchez

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Magalí Jorajuría datos que importan Nace en: 1988, Carmelo. Vive en: Carmelo Publicaciones: Aún nada, pero varias cosas en proyecto. E-mail: magalijorajuria@hotmail.com

poesía I Un amor químico

Un

amor químico tropiezo

tres treinta traumáticas totalmente paspadas

totalmente todo sigue siendo pelusa todo el tornado tomando el todo de llanto. te digo entre dientes que te alejes. te digo entre dientes lo mal que me persigue éste te digo entre dientes te digo

poemas

entre dientes poesía horizontal. poesía sin fin poesía libre poesía flexible femenina

Poema lunch

poema lunch poder de palabra plataformas pisando piensan y buscan el paso hacia atrás.

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poesía I piedra. peso y pesco los átomos pesan para el sentido liviano

Lyla

pesa

pero callada pepino pelada payaso estático pateando baldosas patadas en el corazón parado para mentir para escupir tierra sobre mi esqueleto

o papel Japón palabrerías

palabras tupidas de sexo página de carne de un libro puro hueso nuevamente mi sola: nos dolió el hueso nos dejó dormir sentadas no le quedan preguntas no hay reclamos ni creación.

mi esqueleto……………………………... mi cuerpo y sus dedos.

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poesía I me sostengo larga me sigo y me siguen las angustias entre los uno y mil ladrillos que cuento me siento repleta de mini males me sentí me hizo bomba el esqueleto me fumé el opio me duelen me doy vuelta me dejan partiéndome en mil pedazos

sola

me compro cuerdas flojas me clavaste como una tuna me baño me arqueo me acuesto a dormir con mi deuda poética Maura

¡oh! Maura matraca de maíz al hombre mono indígena mandándome mamándome meándome. maldito momento mal se siente Magalí reza por nosotras.

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poesía I los ojos se desploman por si solos lobos lo hace lo llueve llorando lleno de fraude llegando al ítem quebrado

lento sueño

le doy la legalización a América en la parte superior de mi cuerpo.

20 kg. de nudos en cada extremo

… …

las tarántulas están adentro las paredes las escaleras lagunas la trombosis flaca la sexista del payaso estupefacto estático asexuado es una ostra quebrada por la pared de los secretos. la muerte me anda buscando en la palma del recuerdo la muerte me anda buscando

¡oh! la muerte

la dolorosa hace de su tiempo un cascarón la bola de sufrimiento la

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poesĂ­a I

la la hermana hecha concha hay un mundo llamado cuerpo hay pĂĄgina vagina seca. hacia adentro habla fuma cigarrillos para llorar

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poesía II

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la otra orilla del vacío Alejandra Pizarnik (1936-1972)

}

poesía II

“Tenía cuatro años, estaba sentado a la puerta de mi casa y de repente pensé 'soy un yo' y tuve miedo” 1

Alejandra o Buma o Flora o Blímele o Sasha.2 Su verdadero apellido: Pozharnik derivó en Pizarnik gracias a algún funcionario público de Inmigraciones en Argentina. Nace en Buenos Aires el 29 de abril de 1936. Ha sido recordada como una persona tímida, infantil y desaliñada a la vez que extravagante, muy bromista e imaginativa. Su inquietud –y el hecho de la inexistencia de un lugar de estudios para quienes afirmaban querer ser escritores- le llevó a estudiar Filosofía, Periodismo, Letras y Pintura. Los dibujos o tarjetas que incluía en las dedicatorias de sus libros los transformaba a éstos en verdaderas reliquias. Buma adopta el nombre de Alejandra en algún momento de su adolescencia. “a mí que he perdido mi nombre, / el nombre que me era dulce sustancia / en épocas remotas, cuando yo no era yo / sino una niña engañada por su sangre”. Hablar de Alejandra Pizarnik es hablar de un ser extremadamente exquisito e infatigable en la búsqueda de su camino poético, aun padeciendo la insuficiencia del lenguaje como instrumento para transmitir el aquí-y-ahora del mundo y el aquí-y-ahora del ser, o de todos esos seres que colapsaban en su interior. La que dirá: “No puedo hablar con mi voz sino con mis voces”.

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poesía II

).

)

Con un marcado acento existencialista, cada palabra reconstruye ese mundo interno,

la búsqueda incesante del ser, el enfrentamiento con lo dual, los miedos y la atracción

constante hacia la muerte. Los mismos elementos se transforman y el juego con la muerte, no adquiere un carácter fatalista, se caracteriza como un misterio seductor y hasta con un cierto vestigio esperanzador y de alivio ¿Cómo no me suicido frente a un espejo / y desaparezco para reaparecer en el mar / donde un gran barco me esperaría / con las luces encendidas?

Sin duda ese “otro lado”, equiparado tanto con entes naturales como artificiales, se re-

formula constantemente a lo largo de su obra. En una primera instancia puede ser regis-

trado como un tema literario, pero el ahínco “por querer huir al otro lado de la noche” lo hace cada vez más presente como antelación de su destino.

Un ser en esta Tierra que parece no pertenecer a ella por esa condición de exiliada de

la realidad, aunque existe también una oscilación permanente entre el (querer) estar y el

no (querer) estar. Aquello capaz de enraizar, de seguir ahondando por esos túneles envolventes, como puede apreciarse en su Mendiga voz: “Y aún me atrevo a amar / el sonido de

la luz en una hora muerta, / el color del tiempo en un muro abandonado. / En mi mirada lo he perdido todo. / Es tan lejos pedir. / Tan cerca saber que no hay.”

Alejandra Pizarnik muere el 25 de septiembre de 1972 tras ingerir cincuenta pastillas

de seconal sódico, acompañada de sus muñecas maquilladas y entre sus últimos papeles un texto que decía:

“No quiero ir nada más que hasta el fondo”.

Sandra Míguez

1 Frase de Sartre que una vez copió para una amiga. 2 Buma: para su familia. Flora: para la Escuela Normal mixta de Avellaneda. Blímele: para los maestros de la Zalmar Reizien Schule. Escuela donde se enseñaba a los hijos de inmigrantes de Europa Oriental a leer y escribir en iddish. Sasha: diminutivo ruso de Alejandra. Pidió a sus amigos más entrañables que la llamaran de esa forma.

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...

poesía II Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla. De “La última inocencia” (1956) Sueño Estallará la isla del recuerdo La vida será un acto de candor Prisión para los días sin retorno Mañana los monstruos del buque destruirán la pla[ya sobre el vidrio del misterio Mañana

poemas

la carta desconocida encontrará las manos del alma De “Las aventuras perdidas” (1958) La jaula Afuera hay sol. No es más que un sol pero los hombres lo miran y después cantan.

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poesía II Yo no sé del sol.

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Yo sé la melodía del ángel

ella se desnuda en el paraíso

y el sermón caliente

de su memoria

del último viento.

ella desconoce el feroz destino

Sé gritar hasta el alba

de sus visiones

cuando la muerte se posa desnuda

ella tiene miedo de no saber nombrar

en mi sombra.

lo que no existe

Yo lloro debajo de mi nombre.

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Yo agito pañuelos en la noche

ahora

y barcos sedientos de realidad

en esta hora inocente

bailan conmigo.

yo y la que fui nos sentamos

Yo oculto clavos

en el umbral de mi mirada

para escarnecer a mis sueños enfermos. 13 Afuera hay sol.

explicar con palabras de este mundo

Yo me visto de cenizas.

que partió de mí un barco llevándome

Tiempo

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A Olga Orozco

un golpe del alba en las flores me abandona ebria de nada y de luz lila

Yo no sé de la infancia

ebria de inmovilidad y de certeza

más que un miedo luminoso y una mano que me arrastra

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a mi otra orilla.

te alejas de los nombres que hilan el silencio de las cosas

Mi infancia y su perfume a pájaro acariciado. De “Árbol De Diana” (1962)

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Y cuando es de noche, siempre,

Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi

una tribu de palabras mutiladas

vida,

busca asilo en mi garganta,

déjate enlazar de fuego, de silencio inge-

para que no canten ellos,

nuo, de

los funestos, los dueños del silencio.

piedras verdes en la casa de la noche, déjate

Cuarto solo

caer y doler, mi vida. Si te atreves a sorprender 37

la verdad de esta vieja pared;

más allá de cualquier zona prohibida

y sus fisuras, desgarraduras,

hay un espejo para nuestra triste transpa-

formando rostros, esfinges,

rencia

manos, clepsidras, seguramente vendrá De “Los trabajos y las noches” (1965)

una presencia para tu sed, probablemente partirá

Anillos de ceniza

esta ausencia que te bebe.

A Cristina Campo Madrugada Son mis voces cantando para que no canten ellos,

Desnudo soñando una noche solar.

los amordazados grismente en el alba,

He yacido días animales.

los vestidos de pájaro desolado en la llu-

El viento y la lluvia me borraron

via.

como a un fuego, como a un poema

Hay, en la espera,

escrito en un muro.

un rumor a lila rompiéndose. Y hay, cuando viene el día, una partición del sol en pequeños soles negros.

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poesía II Verde paraíso

Contemplación

extraña que fui

Murieron las formas despavoridas y no

cuando vecina de lejanas luces

hubo más un afuera y un adentro. Nadie

atesoraba palabras muy puras

estaba escuchando el lugar porque el lugar

para crear nuevos silencios

no existía. Con el propósito de escuchar están escu-

Antes

chando el lugar.

A Eva Durell

Adentro de tu máscara relampaguea la noche. Te atraviesan con graznidos. Te marti-

bosque musical

llean con pájaros negros. Colores enemigos se unen en la tragedia.

los pájaros dibujaban en mis ojos pequeñas jaulas Cuento de invierno Caer La luz del viento entre los pinos ¿comprenNunca de nuevo la esperanza

do estos signos de tristeza incandescente?

en un ir y venir de nombres, de figuras.

Un ahorcado se balancea en el árbol marca-

Alguien soñó muy mal,

do con la cruz lila.

alguien consumió por error las distancias olvidadas.

Hasta que logró deslizarse fuera de mi sueño y entrar a mi cuarto, por la ventana, en com-

De “Extracción de la piedra de la locura”

plicidad con el viento de la medianoche.

(1968)

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poesía II Niut du coeur Otoño en el azul de un muro: sé amparo de las pequeñas muertas. Cada noche, en la duración de un grito, viene una sombra nueva. A solas danza la misteriosa autónoma. Comparto su miedo de animal muy joven en la primera noche de cacerías. De “El infierno musical” (1971) Piedra fundamental (Fragmento) […] Yo quería que mis dedos de muñecas penetraran en las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía, alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música estaba más arriba o más abajo pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo).

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esto no lo dije yo

topografía

los lugares en la literatura de J.J. Saer

Me ocuparé de extrañarme de concebir una ciudad en la que he nacido y vivido cerca de treinta años que seguirá viviendo sin mi, y después digo que una ciudad es una abstracción. Juan José Saer, “A medio borrar”, p. 149. Cuando un escritor se preocupa por una zona geográfica, hay algo más que un intento de d crear sólo literatura. Hay una creación que va más allá de una simple novela o cuento. Con ella se perpetua una ficción dentro de casi toda la obra del escritor. Hay un cierto tipo de escritores en los cuales la concepción de lugar es una de las cuesen tiones más importantes dentro de su literatura. En el ámbito internacional podemos menra cionar al estadounidense William Faulkner, quien construyó la mayor parte de su literatura en una zona ficticia, la cual emulaba su zona natal, del condado de Yoknapatawpha, en ell estado de Mississippi. Desde allí, presenta una descripción del profundo sur norteamericano. Faulkner se preocupó de retratar la zona donde nació y vivió, aunque con otro nombre. El uruguayo Juan Carlos Onetti creó la ciudad de Santa María, donde trascurren muchas de sus obras, incluída su excepcional La Vida Breve. La creación de esta ciudad, con sus movimientos prostibularios y su zona portuaria, en la pampa húmeda de la provincia de Buenos Aires, es uno de los sellos característicos de la obra de este escritor oriental. El argentino Juan José Saer llevó este concepto hasta el extremo. Toda su literatura está misma mism centrada en el concepto de la zona, del lugar, de la ciudad y los alrededores de la misma. La ciudad es Santa Fe de la Vera Cruz, pero ésta nunca está nombrada en suss narr narraciones.

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esto no lo dije yo La obra de Saer es la construcción de una zona, de un lugar. En la periferia de la gran urbe argentina él crea un lugar donde las cosas suceden como él las describe. Ya en su primer libro En La Zona, encontramos dos partes diferenciadas: la primera donde los personajes son de la zona del puerto y la otra que es de la zona de más al centro. Allí, vemos el concepto de ciudad, de zona, de lugar que abarca a los personajes que van a aparecer y reaparecer en muchos otros cuentos o novelas subsiguientes. El lugar se repite en todas las novelas y en muchos cuentos. El lugar es casi el cordón umbilical que une a todas las narraciones mucho más que los personajes que se repiten y son habituales. La ciudad y sus alrededores (Colastiné y la zona de Rincón Norte son parte también del término “zona” en Saer) son el único personaje que se repite en todas las novelas, siempre sentidas desde el mismo piso u olor, aunque nunca mencionadas. La zona es descripta con sus símbolos y lugares, como el puente colgante y el río Paraná como lugar de paso y pensamiento. En ella los personajes van y vienen, pero la construcción más general es la que hace de ese lugar. En la construcción de ese lugar mitológico también vemos la construcción de una ficción histórica / temporal. El Entenado transcurre en la época de la conquista de los españoles a América, mientras que la acción de Las Nubes sucede en la época de la primera parte de la independencia. También eso pasa con la novela La Ocasión. En las novelas que podemos llamar actuales vemos una progresión temporal, desde mediados de los sesenta hasta la primera parte de la década de los noventa. Esto puede ser visto como una creación de toda la ficción, vemos la zona hoy y vemos la zona ayer. Está totalmente construida desde la ficción, el pasado resuena en el presente, aunque a veces ese pasado es sólo una ficción dentro de la ficción total. En uno de sus primeros cuentos, “Algo se aproxima”, del libro En La Zona, ya se menciona lo que será, quizá, su forma de ver toda su literatura:

Yo escribiría la historia de una ciudad. No de un país, ni de una provincia: de una región a lo sumo. Juan José Saer, “Algo se Aproxima”, Saer por Saer, p.234.

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esto no lo dije yo Esto no lo dije yo, lo dice Horacio Barco en uno de los tantos asados que aparecen en la literatura de Saer. El asado, la reunión y los cuentos dentro de los mismos es otra característica de este escritor del litoral. ¿Cuál será la motivación para escribir, describir, y hablar sobre la ciudad, a lo sumo la región? Desde algún punto de vista yo siempre creí que hablando de una zona, de una ciudad, él estaba intentando hablar de todas, como en un concepto de abstracción. Sin nombrar a la ciudad (aunque la describa fácticamente) lo que genera es que esa ciudad sea sinónimo de todas las ciudades, que todas esas situaciones puedan suceder en otro lugar. Aunque, topográficamente, lo que pasa sólo puede pasar en esa ciudad en esa región. La siguiente cita quizá sea más ilustrativa que mis palabras:

Lo que es válido para un lugar es válido para el espacio entero, y ya sabemos que si contiene a la parte, la parte a su vez contiene al todo. Juan José Saer, Las Nubes, p.14. La obra narrativa de Juan José Saer se preocupa por crear un lugar, una zona, y éstos no son términos tomados al azar sino que son palabras muy importantes dentro de la narrativa de Saer, donde todos estos personajes vivan, donde todos estos personajes estén, donde estos personajes mueran y a la cual estos personajes extrañen y añoren. Los personajes de Saer van y vienen, entran y salen de la ciudad; con los vaivenes de la vida actual y pasada. La crítica biográfica haría especial hincapié en que él se fue de la ciudad en 1968 – según él mismo confiesa por “razones voluntarias e involuntarias” – y esto sería un error: creer que Saer construye su zona desde (y por) el exilio. La obra de Saer estaba centrada en la construcción de un lugar desde sus primeros libros y cuentos, que datan de finales de los cincuenta. Sí hubo, sin embargo, un cambio en la percepción, ya que en varios escritos de la época se habla desde el afuera. El personaje de Pichón Garay, que no es Saer, pero que sí el más cercano a él en mi percepción, se va, casi en la misma época, principios de 1967. Por ejemplo:

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esto no lo dije yo La discusión comienza cuando Garay dice que va a extrañar y que un hombre debe ser siempre fiel a una región, a una zona. Juan José Saer, “Discusión sobre el término zona”, p.184. Los personajes están en esa zona o no lo están, pero la piensan y construyen su vida desde la zona. Los personajes son una parte del lugar, ellos son parte de la zona y no se pueden escapar del destino que siempre tuvieron. La literatura, la ficción, las discusiones filosóficas a las que son tan propensas sus personajes, la realidad histórica Argentina y zonal, los gobiernos, la sociedad, el terrorismo de Estado, la muerte de caballos y demás cuestiones son los argumentos que pueblan la zona. Son las cosas que pasan en cualquier ciudad, en cualquier región, con personas inclinadas a la discusión, a leer el diario La Región y demás cuestiones que ocurren en cualquier ciudad o zona. Todo eso da vida a la zona que va creando desde su literatura. La creación de un lugar mitológico que toma la ciudad de Santa Fe como molde, aunque per se no lo sea, responde a la necesidad de crear una región desde donde se pueda hablar de todos los lugares, porque, como dice uno de los personajes en el cuento “Discusión sobre el termino zona”, ¿dónde termina y dónde empieza la zona?:

Por lo tanto, no hay zonas. No entiendo, termina Lescano, cómo se puede ser fiel a una región, si no hay regiones. No comparto, dice Garay. Juan José Saer, “Discusión sobre el término zona”, p.185. Gastón Paolini (Argentina) Referencias: Saer, J.J., Cuentos Completos, "A medio borrar", Buenos Aires, Ed. Seix Barral, 2004. Saer, J.J., Juan José Saer por Juan José Saer, Buenos Aires, Ed. Celtia, 1986. Saer, J.J., Las Nubes, Ed. Seix Barral, Buenos Aires, Ed. Seix Barral, 2004. Saer, J.J., Cuentos Completos, "Discusión sobre el termino zona", Buenos Aires, Ed. Seix Barral, 2004.

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totally wired I

entre dos mundos lo divino y lo ominoso en la música de Scott Walker Había estado cabeceando desde el momento en que me senté en aquel 582, palpando en el asiento el calor anónimo de un pasajero que probablemente se había bajado unas paradas antes de que yo subiese. Entrar semidormido y algo afiebrado en un 582 convierte a la ciudad en una licuadora en donde uno busca fuera de ella elementos, referencias para reorganizarse, la terminación de una nuca en el asiento de adelante, los incómodos trasteos de algún artista callejero entonando por décima vez en el día una canción de Serrat, buscar agujeros en las cancan de alguna colegiala en el asiento de al lado. Pero en aquella noche no había nada, nadie más que uno, el conductor-guarda y la lenta plegaria de los tubo-lux. Uno trataba de no mirar para afuera, pero por el olor sabía que había pasado cerca de FRIPUR, o que ese silencio no podía ser otro silencio que el de La Aguada, ese cementerio de elefantes que dejó el malogrado plan Fénix (un Fénix que, contrariando a su mitología, hasta la fecha se ha quedado tranquilo chapoteando entre el barro y sus cenizas). Y en el momento en que uno pensaba haber logrado darle una oportunidad al mundo, ahí, justo al pasar el gran falo de vidrio de la torre de las Telecomunicaciones, de golpe te enfrentabas con un ventanal en cuyo ángulo se reflejaba el 582, generando un efecto óptico en donde el ómnibus parecía venirse arriba tuyo, como un rinoceronte verde listo para matar o morir. Fue buceando en esa masa informe que decidí cerrar los ojos y esperar a lo primero que saliera de los audífonos de mi I-Pod. Con los párpados pegoteados llegué a observar en la

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totally wired I pantallita el nombre del autor: Scott Walker. Disco: The drift. Nunca lo había escuchado, estaba entre ese montón de álbumes que había arrancado de Internet, como una pala mecánica intentando de encontrar oro entre el barro. Primero fueron la guitarras anfibias de Cossacks are, la voz barítona, de ultratumba de aquel misterioso Scott Walker. Después, la tranquilidad, unos minutos de aparente armonía y de golpe los cellos revoloteando y aguijoneando el cuerpo de uno como a través de un panal de abejas pateado. Podría haber sido la música, podría haber sido los treinta y nueve grados de mi cuerpo, pero el terror era el mismo. El ómnibus siguió su trayecto, quise concentrarme en los gigantescos edificios, la retaguardia cubierta por el Palacio Legislativo, la promesa de faro lejano de la Plaza del Entrevero, pero lo único que existía era el terror, el terror de alguien moribundo navegando por Avda. Libertador, el terror de aquello que salía de los audífonos y se me metía por los conductos auditivos como un parásito. Pero como una barca fiel a su río, las calles siguieron pasando, agarrando por Parque Rodó, la sede del Defensor Sporting, 21 de setiembre. Pero no podía hacer nada, ni siquiera apagar aquella música que me estaba lanzando a un martirio nunca visto. La garantía de la parada de 21 y Ellauri era una certeza, pero de repente me vi dejándola pasar, con la cabeza fundida contra el vidrio empañado del 582. Era miércoles, una de la mañana, y no me animaba a bajarme del ómnibus. El 582 siguió, Ellauri, Punta Carretas, el conductor hizo una seña advirtiendo que era la última parada y, temblando, preparado para lo peor, en el mismo momento en que pisé la vereda, la música cedió. Las baterías del I-Pod se habían compadecido de mí. Escuchar The Drift es una experiencia intensa, al borde de lo traumatizante. Hay momentos en que los cellos son tan omnipresentemente invasivos que a uno le dan ganas de sacarse los audífonos y enterrarlos en un bosque, como un homicida sepultando el cuerpo de una persona accidentalmente asesinada. Tal como pasa con el cine de David Lynch, es difícil reducir aquel disco a una temática, y mucho más complicado anatomizarlo de acuerdo a canciones. En The Drift no hay canciones, hay actos. En este sentido, Daniel Melero no podría tener más razón: Scott Walker crea películas para ciegos. Uno se siente tremendamente desvalido, sin poder reconocer de dónde provienen los sonidos que se escuchan, como si fuera un niño tapándose la cara con la frazada, sabiendo que sus padres recién

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totally wired I están pasando al corredor y su destino ahora está librado al ruido que escucha a pasos de su cuarto. ¿Quién entona esos cantos gregorianos? ¿De dónde provienen esos golpes? ¿Un hombre dándole piñazos a un pedazo de carne? ¿El gritar de una mula siendo sacrificada? ¿El pato Donald cantando desde una catacumba? –en referencia al tema The Escape. Y todo esto detrás de una voz que no sabemos si es Virgilio o Minos de nuestro descenso a los infiernos. Esto en referencia a The Drift, y en cierta medida al Tilt (un álbum que podría inusualmente definirse como chanson française industrial) Sin embargo, la obra conceptual de Scott Walker va más allá de ser un atalaya de los abismos. Cuarenta años atrás, cuando todavía los Beatles no habían dejado crecer sus respectivos bigotes, Walker (ya en su banda Walker Brothers) era un baladista de primera categoría, un pop idol de esos frente a los cuales ciertas puberfans son capaces de dar vuelta automóviles. Por más distintos que suenen a lo que realiza en la actualidad, al escuchar sus discos solistas de finales de los sesenta (las maravillas Scott I, II, III y IV) y su space-pop avant la lettre de Nite Flights, uno se percata de estar frente a una de las más brillantes joyas que ha dado el pop en el siglo XX. Es sorprendente la cantidad de milagros encapsulados en cuatro minutos que se encuentran regados por toda su trayectoria: Best of both worlds, It’s raining today, Plastic Palace People, Shutout, Boy child, The seventh seal, por citar sólo algunos. Si uno trazara una línea bastante arbitraria para definir la oscuridad y recursos perturbadores en función de la cronología discográfica de Scott Walker, se podría ver que la relación es casi una recta con pendiente de cuarenta y cinco grados. Sin embargo, aún en los discos más melódicos de su pasado, tal como sucede en ciertos momentos del cine de David Lynch, detrás de la tranquilidad aparente de las tonadas de Walker, hay algo en permanente tensión, algo que crece, se mueve y cava túneles, como los escarabajos sonámbulos debajo del pasto en la escena introductoria de Terciopelo azul. En un momento de 30th century man (documental sobre Scott Walker producido

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totally wired I por David Bowie, uno de los músicos más visiblemente influenciados por el crooner) se da un detalle que es paradigma o síntoma de esta tensión entre los dos mundos: un músico de estudio revela uno de los particularísimos recursos de Walker, mostrando cómo en un acorde de piano se combina lo afinado y lo disonante, haciéndolo convivir como si fueran una misma cosa. Ese entre-dos-mundos es precisamente uno de los mayores atractivos que puede encontrársele a este músico tan multifacético, que de un día para el otro se retiró de los escenarios, para permanecer casi veinte años en silencio. Para visibilizar esto, se podría tomar como ejemplo It’s raining today (del Scott III), donde una introducción de violines se mantiene en una nota interminable, pareciendo como que fueran pequeños ojos que nos miran desde la profundidad de un bosque, aguardando a algo que no sabemos qué es. Esa contraposición entre la dulzura barítona de la voz de Walker y aquello que aletea dentro de los auriculares es la esencia misma de Lynch, una forma de hacer extraño lo cotidiano, tal como lo dice Michel Chion, “otorgar su pleno valor a imágenes muy sencillas, pero montadas de una manera insólita”. Nunca queda más claro que la elección de un punto de corte basta para cambiar una imagen de trivial a aterradora. Desde que era un pop idol Scott Walker tuvo durante años a sus seres en el fondo de su casa, ocultos tras pajareras meadas, tirándole pedazos de carne y tapando el alambrado con una lona gruesa incapaz de permitir pasar cualquier rayo de sol. Estuvieron ahí, haciendo ninguna otra cosa más que crecer, hasta que Scott los soltó para hacer nuestras noches un poco más oscuras. Agustín Acevedo Kanopa

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totally wired II

Bellos durmientes del pop Dicen que están dormidos. Y de ser esto cierto, deberíamos pararnos a pensar si la distinción cartesiana entre el sueño y la vigilia sigue siendo pertinente o simplemente considerar la fase onírica como una posibilidad real (si es que esto existe) o refugio, hogar, casa de campo, o carpita, para enfrentar el gris de la capital sumida en un sueño mucho más largo y quieto. Montevideo es así y así somos los montevideanos inviernos, siempre quejándonos de que no hay nada para hacer, de que no hay fiestas y cuando hay algo bueno nadie va, que por el frío, el resfrío, la niebla, o una película que dan en el cable que ni siquiera es estreno, pero actúa uno que está medio bueno. Todos los días grises, dice la canción de la no tan montevideana Menos que Cero, pero acá la movida pop no descansa, aunque así parezca. No solamente duermen, sino que van al volante. Dicen. Y de ser esto cierto, deberíamos pararnos a pensar si querernos emprender un viajecito –aunque sea corto- en este auto somnoliento, que podría, por qué no, oficiar de montaña rusa en estos tiempos en que quizás sea necesario sacar un poco a pasear a la cabeza, cansada ya de la gripe A y los

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totally wired II políticos, que no hacen más que hacernos entender que precisamente lo que necesitamos en la vida para ser felices probablemente sea otra cosa. Lejos del drama de la vigilia cotidiana, lo que Dormidos al Volante pretende es invitarnos. Señoras y señores: ¡enrolaos para el viaje del misterio! Integrada por Fausto Bonavetti, Pablo Fiallo, Santiago Giani, Juan Manuel Morante, Francisco Risso, Martín Sanjines –todos músicos ya conocidos y que han integrado proyectos exitosos en el circuito poprocanrollerounder montevideano- la música de este grupete maravilla va desde el pop más simple y bonito para andar en bici un domingo al sol del otoño, hasta algo más de tipo new rave, pasando por el rock bailable y amoroso, capaz de enamorar a cualquier groupie. Con semejantes fichitas jugueteando con sus instrumentos, no podemos esperar menos que algo buenísimo, y por encima de los gustos particulares de cada quién, estamos frente a un producto craneado, cuidado, prolijo y sobretodo digno de ser escuchado. En su MySpace figuran como amigos destacados los uruguayos Lucky Winners y Carmen Sandiego, bandas de la vecina orilla tales como Norma y Valle de Muñecas, Papas Fritas, Sonic Youth y Daniel Johnston. Lo cierto es que las influencias de la bandas no son para nada clara –podría empezar por tirar nombres desde los Beatles, músicas anónimas de nativos africanos, baladas en español mal hablado, y aún así no sería justa con el caudal de otras personas que han influenciado a estos dormidos- aunque podemos encontrar evidentemente reminiscencias –quizás más desde la actitud que desde lo musical- de los grupos uruguayos que supieron animar fiestas en el viejo boliche under por excelencia llamado Pachamama, que todos recordamos con cariño. No es que se trate de algo totalmente nuevo, y sin incluirlo dentro de lo que son las bandas de New Rave, están mucho más cerca de sonar como The Faint (la precursora de esta movida) que como Oasis o alguna banda de pop inglés (antes dominante en la esfera under montevideana). Cantan en inglés, y dentro de los primos musicales de los dormidos están sin duda los Klaxons, The Gossip, Hot Chip y MGMT, por supuesto, así como también bandas como Pulp y Blur. Su sonido es innegablemente ecléctico -como en todo

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totally wired II buen sueño sucede, que las realidades se superponen y todo parece tener sentido- aunque tiene una fuerte tendencia hacia lo pop, y se conjugan perfectamente unas guitarras a veces simplísimas (Motorcycle Man) pero que funcionan de maravilla, unos teclados geniales (Do you Love Me) y sonidos de sintetizador (Dormidos al Volante, canción homónima), que le imprimen una energía fiestera y por momentos bastante cool. En definitiva, hay para todos los gustos, dentro de una propuesta sólida, que hasta tiene una estética, desde el vamos, bien definida, con el arte –en MySpace, la gráfica- en amarillo y negro sobre fondo blanco, bien interesante y llamativa. Y dicen que no quedan ya ni antros donde mover un poco el cuerpo y entrar en calor, pero el primer fin de semana de agosto el que no quiso despertarse tuvo que bailar con los ojos cerrados entre las sábanas, porque estos muchachos en su toque debut, tan esperado y postergado, hicieron temblar las paredes de Living. Un cuartel de bomberos del fuego imaginario, o el despertar de un Ave Fénix que viene a bailar. Escuchalos en MySpace: http://www.myspace.com/dormidosalvolante Nadia Bukowski

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celuloide I

de lo que el brad se llevó… “Cada película es el avance publicitario de la siguiente, que promete reunir una vez más a la misma pareja bajo el mismo cielo exótico: quien llega con retraso no sabe si asiste al avance de la próxima película o ya a la que ha ido a ver” Theodor Adorno y Max Hokheimer, “La industria cultural. La Ilustración como engaño de masas” Una inquietante lectura acerca de la realidad de la industria cultural es la que puede realizarse a partir de la película “El Club de la Pelea” (David Fincher, 1999), más específicamente el disparador surge a raíz de los últimos fotogramas de dicho film. Justo antes de los créditos finales, allí aparece por décimas de segundo la imagen del torso desnudo y el pene de un hombre. Dicha aparición no es gratuita y se relaciona con uno de los pasatiempos que tiene el personaje que en la cinta interpreta Brad Pitt, Tyler Durden, el cual en su trabajo cotidiano y rutinario de proyeccionista de cine inserta imágenes de películas pornográficas en films infantiles y comedias románticas a modo de crear mensajes sublimales que se alojen en la retina del imprevisto. Tyler Durden actúa como un terrorista audiovisual, atacando a la bestia de lo políticamente correcto desde adentro, también mea la sopa y roba grasa humana para hacer explosivos pero eso es harina de otro costal para lo que queremos tratar aquí. En conclusión, lo que se nos presenta en los segundos finales de la película es la existencia fuera del celuloide de un segundo Tyler Durden, un doble ideológico de éste que opera en el mundo real sobre la sucesión de fotogramas que compone al “Club de la Pelea”, clasificándola ontológicamente a la par de una cinta de Disney o una comedia con Ashton Kutcher en toda su peligrosa y agresiva inocuidad.

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celuloide I Lo que podemos concluir de dicho experimento neuronal es que “The Fight Club” (para variar lingüísticamente un poco), película que a primera vista ataca subversivamente los pilares de la ¿post?modernidad al plantear como deseable una utopía anarcoprimitivista en oposición a una esclavización estática dentro de la sociedad de consumo, es a la vez (sobre todo en su fetichización y reificación en cuanto obra de culto) pasible de ser atacada subversivamente por una subjetividad a lo Durden, porque el film no se salva de pertenecer a lo mismo que critica despiadadamente. Pertenecer, ser parte constitutiva de la cultura objetiva o lo que es lo mismo tener la chance de llegar a ser algún día una pregunta de algún trivia, una tarjetita de cartulina más. Este mundo objetivo conlleva constelaciones de subjetividad humana condensadas en cosas, técnicas, artefactos, libros, películas, instituciones, objetos ya establecidos contra las cuales las subjetividades actuales se ven enfrentadas en la misma medida que las aprehenden. Una vez que un individuo o grupo cosifica su interioridad, esta se vuelve un elemento independiente, se vuelve receptáculo de sentidos diversos que tienden a alejarse de los originales para los cuales dicho elemento fue creado. Esta cultura objetiva ha ganado en nuestros días un poder de opresión sobre el individuo superior al que temía Georg Simmel (filósofo que supo vislumbrar este problema allá por el 900´s) gracias a: las nuevas tecnologías de la comunicación, el fenómeno de la hipertextualidad y a la desaparición o por lo menos desdibujamiento del limite entre cultura de masas y cultura de elites. Rodeado de luz deslumbrante al vidente no vale más que el ciego a la hora de fijar un rumbo, la abundancia de objetivaciones al alcance de la mano termina anulando y ahogando la búsqueda de trascendencia de las subjetividades individuales, simplemente hay mucho para elegir y todo es tan relativo y si todo es tan fácil ¿Por qué molestarse en _____?. La moda retro, el uso de samplers en la música, el pastiche como principio generador de arte, la producción casi esquizofrénica de historicidad al registrar en fotologs, blogs, entradas de facebook cada instante de la vida propia son todas formas de escape ante la incapacidad de generar algo nuevo y original. El vacío del futuro se llena mediante el consumo del pasado recauchutado en el presente. Toda esa bola de cultura objetiva es unificada por un denominador común, todos sus objetos entran dentro de la esfera del consumo. La gran heterogeneidad y multiculturali-

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celuloide I dad que el mundo actual presenta, se resume en un solo elemento: el poder adquisitivo necesario para poder hacer disfrute de la misma. Esta es la segunda similitud entre la película de David Fincher y la Sirenita, el espíritu para apropiarse de ellas (así como de gran parte de la cultura actual) debe desembolsar una cantidad x, el valor de cambio ha triunfado sobre el valor de uso. De esta manera toda expresión cultural que se someta al predominio de la esfera del valor de cambio apoyará conciente o inconscientemente el estado de cosas actual, independientemente de su contenido. Las películas de Hollywood son una muestra de esto ya que sin importar las buenas intenciones políticas de muchas de ellas, todas se realizan en su totalidad en función de su futuro consumo, son una inversión que busca maximizar su retorno ya sea por el medio de la taquilla o de la crítica, ya sea un retorno solamente financiero o también de una mejora de cierto status dentro de cierto círculo social. Resumiendo: sí partimos de la base de que la cultura occidental se halla desde hace décadas en crisis por falta de ideas y que sus manotazos de ahogados han sido bajo el nombre de fusión, rapiñar contenidos de otras culturas, bajo el nombre de retro, bucear en su propio pasado y confundirse con su lecho abismal y bajo el último motor agonizante de la tecnología, hacer de esta y sus adelantos el corazón de una serie de formas nuevas para contenidos ya explotados; si entendemos esto veremos que para imponer nuevas prácticas culturales estas deberán hacerse desde ambientes desmonetarizados (creative commons, sistemas p2p, intervenciones callejeras, aprovechar todo espacio gratuito y mantenerlo de esa forma, etc). Son ciertas prácticas culturales concretas y no tanto el discurso que contienen y que en primera instancia justifican otras (para muestra sobra un Live Aid), las que pueden cambiar el orden actual de las cosas y eso lo comprendió muy bien Tyler Durden cuando obligado a proyectar una película, protagonizada por Brad Pitt y Edward Norton, decidió a la vez jugar un poco con las imágenes y las cabezas. Nicolás Grandiroli

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celuloide II

salesman Documental rodado por los hermanos Meysles y editado por Charlotte Zwerin en 1968. Muestra la vida de cuatro vendedores de Biblias descendientes de irlandeses. Comedia y, también, tragedia. El hombre común es presentado con las mismas inquietudes, motivaciones y preocupaciones: el dinero. “If I were a rich man”, canta Paul muy acertadamente. Sí fuese rico nada de esto le pasaría; de este modo este deseo se convierte en el leit motiv del documental. La riqueza es el motor de estos individuos. Anhelan el éxito en las ganancias por ventas de Biblias y/o Enciclopedias Católicas a U$S 50. ¿Cuánto se puede escalar en ese negocio? ¿Cuánto se puede soportar en esas condiciones? ¿Qué pasa cuando la vida se basa y depende del trabajo? ¿Y, para peor, las ganancias dependen únicamente de la respuesta de otra persona, no del tiempo que se le dedique? ¿Hasta dónde es capaz de llegar cualquier vendedor? Son preguntas que se plantean a lo largo de todo el documental. Paul se ocupa de dar respuesta a estas interrogantes y es por eso que su historia adquiere mayor relevancia. “Presionar, presionar, presionar hasta el último momento; si no lo haces, perderás al cliente”. ¿Y si hace falta algo más? Creo que eso fue lo que le pasó a Paul: perdió la fe (valga la ironía). Los hermanos Meysles, a través de este estilo llamado cine directo, logran entrometerse en diferentes casas de un modo sutil, sin molestar, sin transformar cada espacio en un estudio. La confianza instantánea que buscan y logran con las personas es tal que provocan una profunda sensación antropológica. Tanto el vendedor como el cliente se compenetran de tal manera con la situación que no se ven invadidos por los Meysles que se sitúan muy cerca de ellos, pero sin interferir con la escena. Lo privado se hace público y nadie se preocupa de eso. Es parte del documental, pero en

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celuloide II este punto no está en juego sólo eso, sino que también se pone de manifiesto lo no “políticamente correcto”; la ética del vendedor puede proyectarse y generalizarse a cualquier tipo de trabajo y es enfrentada a la del espectador. Salesman juega con la ética hasta traspasar sus límites. Los vendedores de Biblias tienen que vender y la mejor forma de hacer una buena venta es mediante buenos discursos, en muchos casos, imperceptiblemente contradictorios. El manejo del poder es tan fuerte y tan normal para esa clase baja, media-baja, que se permiten cualquier tipo de destratos, opresiones, invasiones y suposiciones categóricas infundadas. Los límites del otro se van estirando al punto que se ven acorralados por el vendedor. La narrativa y el manejo de las tensiones son un aspecto a tener en cuenta, ya que el montaje está delicadamente armado como para que el espectador no pierda el interés. Maneja la tensión de modo que cuando esté decayendo pase a otro personaje o al grupo. Los personajes están claramente diferenciados respecto a Paul y al grupo en sí. Son muy disfrutables los planos que dan respiro a las entrevistas. Esas situaciones minimalistas que hacen que el espectador distienda la tensión claustrofóbica a la que está sometido en medio de esa lucha. La vista se desvía como si el espectador fuese partícipe de la conversación y se dejase distraer por otros elementos más anodinos como cuando al comienzo Paul está tratando de concretar la venta y la hija de la clienta toca algunas teclas de un piano. Hay tiempos muertos que no tienen desperdicio. Entre unas entrevistas y otras, los vendedores se juntan en algún café a perder el tiempo, a ponerse al tanto de cómo va el otro; sentirse bien, o peor. Pero la mayor fortaleza del documental es la virtud de obtener buenas tomas en todos los escenarios. Es decir, con una sola cámara logra cubrir todos los aspectos necesarios para dar nociones respecto a la persona, su clase social, su estilo de vida, y todo lo que el espectador pueda leer. Sin embargo, se debilita en lo extensa que es. Se podrían lograr los mismos objetivos con una duración menor, sacando alguna entrevista. Esto haría más fluida la narración y le quitaría algo de tedio. Pero, de todos modos, cabe la pregunta de si ese no es también

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celuloide II el objetivo del documental: mostrar el tedio del vendedor, de una entrevista tras otra, lo rutinarias que son sus vidas, y que el momento de disfrute máximo que tienen es cuando están en la piscina o, en menor grado, desayunando. Después de ver Salesman caben dos posibilidades, y la sensibilidad del espectador será la que elija una de ellas. O bien marca la derrota de Paul como vendedor fracasado de Biblias, o lo redime en la medida en que a partir del fracaso es capaz de imaginarse una nueva vida o una vida distinta. No en vano el título del documental es Salesman (Vendedor) en singular, y no Salesmen (Vendedores): puede ser la historia de Paul; la épica de un héroe trágico. Diego Sapienza

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cheque en blanco Queridos lectores, tenemos el agrado de comunicarles que decidimos inaugurar una nueva sección en Guita. Bajo el título de “Cheque en blanco”, concederemos un par de páginas a quienes nos leen y desean colaborar con algo propio para retroalimentarnos y compartir con el resto de los lectores. La idea es que colaboren con textos de diversa índole. Pueden ser artículos de carácter similar a los que ya aparecen en la revista, ficción o poesía. La idea de “Cheque en blanco” es que tenga una curaduría variable. Cada número, la sección estará a cargo de una persona distinta del staff. Se publicará lo enviado con una breve nota del curador y el nombre del mismo. De esta forma, pretendemos que los criterios de selección varíen y sean lo más amplios posible. También podrán enviarnos fotografías, cosa que nos gustaría mucho. Por cuestiones estéticas que decidimos mantener, las fotografías deberán ser en blanco y negro o deberán permitirnos modificarlas para que los colores coincidan con la estética “a tres tintas” que manejamos en Guita. Además, estas deberán estar reencuadradas en un formato de 15x17cm. Aclarado todo esto, pasamos a las consideraciones que agradeceríamos respeten si deciden colaborar. Extensiones: Para narrativa y artículos, máximo una carilla A4 en Times New Roman tamaño 12, doble espacio. Para poesía, permitimos un máximo de 3 poemas. Deberán mandarnos el nombre con que desean aparecer, que puede ser un seudónimo. En caso de creerlo necesario, podrán enviar otros datos personales, pero su publicación quedará a cargo del curador.

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Envío: El envío se hará a revistaguita@gmail.com Deberá tener como asunto: Cheque en blanco+(Nombre del autor) Lo que envíen deberá estar como archivo adjunto El hecho de mandar sus trabajos NO NECESARIAMENTE SIGNIFICA que estarán incluidos en un futuro número de Guita, ni que se incluirán inmediatamente sean mandados. Notificaremos a la persona seleccionada, pero será difícil incluir a mucha gente en poco tiempo. Agradecemos la paciencia y obviamente las ganas de colaborar con nosotros. Atte. Editores de Guita.

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pequeño homenaje de GUITA a The Beatles a 40 años de su separación

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panorama

panorama

revista La Chancleta: despacio y a pie Una mañana, las plazas de Paraná amanecieron extrañadas. De las ramas de los árboles colgaban cientos de papelitos que insinuaban nuevas formas de mirar la ciudad. A la revista La Chancleta* la comenzaron unos, que necesitaban empujar las ganas de escribir de alguna u otra manera. La parieron queriendo mostrar lo que pasaba en los interiores, en las noticias de contratapa de los matutinos, en las veredas sucias y en los humores de los perros nocturnos. Los papelitos que colgaban como adornos navideños invitaron un día al peatón desatento a detenerse. A mirar. La chancleta sale desde hace más de un año hacia las calles de una ciudad que tiene muchas cosas para decir y gritar. Sus hacedores, (que son Camila Fernández, Roberto Viglione, Emilia Elizar, Mariana Bolzán, Cecilia Barrandeguy, Moncho Malastesta y Seba Arcoba) dicen que eligieron el nombre porque “uno se pone las chancletas para andar cómodos; para bajarse de la cama y correr a la cocina a preparar el mate, abrir la heladera y veri-

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panorama ficar por extensos minutos lo que contiene” y lo dicen porque más de muchas veces lo han tenido que explicar. El nombre hace honor a las cosas que le pasan a la ciudad de entre casa. Porque algunas voces hablan bajito, porque otras son desechadas directamente. La Chancleta, cual objeto doméstico del caminante, intenta llevar de un lugar a otro, cosas que piden ser dichas. Sus hacedores se reúnen habitualmente a pergeñar cada número que sale cada dos meses. Lo difícil de la publicación no suele ser lograr generar contenidos. Lo complicado es siempre salir, vender, mostrar, distribuir. La Chancleta se vende en la puerta de cada sala de teatro, en cuanto encuentro de poesía hay en la ciudad, en las librerías macanudas y en algún que otro kiosco de diarios y revistas. La revista se hace con ganas y muchas manos. Hay quienes se encargan de organizarla y diseñarla; están los que escriben, los que gritan cosas y aquellos que se ocupan de ilustrar y fotografiar. ¿Qué dicen? Desde su primer número, en noviembre de 2007, La Chancleta remueve objetos de ciudad e intenta abrir las bocas de los que tienen algo para decir o contar. En las páginas de la revista existen las crónicas afiebradas de diversos lugares, cuentos de noche de la Paraná que finge dormir; historias de vida de hombres y mujeres desconocidos; opiniones imprudentes sobre los temas que escupe la tv, el colectivo, la cola del banco. Las distintas secciones de la publicación se combinan entre colaboradores foráneos y redactores del grupo editor. La sección “El Opinólogo” hace las veces de tribuna de algún que otro enojón que se siente con necesidad de discutir sobre asuntos que le competen o no, como la engorrosa relación con la “atención al cliente” de las famosas marcas de teléfonos celulares o sobre el misterioso fenómeno de la aparición de las vacas mutiladas en los campos cercanos a la ciudad. “Queremos escribir sin ponernos en la vereda de la alta erudición” reza el primer editorial de la revista. La oferta de la publicación es intercambiar historias y relatos con quienes la leen, para eso, “La Torre de Mabel”, (otra de las secciones) abre el juego para aquellos

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panorama que quieran publicar sus poesías, sus cuentos, sus dibujos o fotografías. También cumple esa función “El guiño”, sección donde algún que otro aficionado puede ponerse la camiseta de crítico de libros, discos o películas por un rato. Así también, entre las últimas páginas de la revista supo existir en algún momento una pregunta incisiva, tonta, molesta, que apelaba a la intervención del lector, que demandaba una respuesta para el siguiente número. Así, la pregunta “¿Por qué en la cola del supermercado siempre hay alguien antes que uno a quien no le funciona la tarjeta de crédito?” arrancó con una serie de suposiciones cotidianas que fueron mutando transformándose en una ida y vuelta constante, generando en los lectores respuestas irrisorias. La chancleta sigue colgando papelitos en los árboles de las plazas y pintando las paredes de la ciudad. Cuando un pequeño medio de comunicación carece de padrinos, dineros extra y grandes publicistas la cosa se pone difícil, pero ése también es tomado por sus hacedores como un punto a favor: la revista decide, arma y grita todo aquello que quiere decir. Por eso el editorial de su primer número expone: “nosotros le proponemos una chancleta, ustedes si quieren la aceptan, y completan el par”. Así, sin vueltas. Y por la vereda. Mariana Bolzán (Paraná, Entre Ríos, Argentina) La revista se puede conseguir escribiendo a la-chancleta@hotmail.com Pueden completar el par a través de www.revistalalchancleta.blogspot.com

* La Real Academia Española sentencia: F. chinela sin tacos, o zapato con el talón doblado, que suele usarse dentro de la casa

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blogósfera El blog que nadie lee http://elblogquenadielee.blogspot.com/ ¿Poesía de barrio?¿sinestesia a todo trapo? Sí, un poco de esto y algo más. El autor residente en Caballito relata cuentos de princesas urbanas e infortunios cotidianos, desilusiones, realidades e historias desde el anonimato, que intercala con una banda sonora de exquisita relación con los textos. Invita a leer, a quedarse, a escuchar, a dejarse entrar por los cinco sentidos con un lenguaje callejero y seductor. Luego de una

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visita nos da gracia el nombre. Una falacia car-

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gada de humildad: al blog lo lee mucha gente. El pibe repoyo http://piberepoyo.blogspot.com Un blog dedicado a reseñas de libros, principalmente uruguayos. El pibe repoyo nos acerca a una literatura interesante, con breves y poco pretenciosos comentarios que más que ponernos condicionantes, nos invitan a una lectura crítica, sabiendo algo de antemano pero sin tener las piezas totalmente digeridas. De lectura amena y contenido variado. Blog muy recomendable para dejarnos sugerir.


blogósfera La vida con subtítulos http://lavidaconsubtitulos.blogspot.com/ Verónica Sukaczer es una escritora y periodista argentina de amplia trayectoria, con muchos libros publicados y premios ganados. Sin embargo, al leerla en el blog se nos presenta como una mujer sencilla, ama de casa y madre, además de escritora, para nada soberbia a pesar de su vasto currículum; pero eso sí, divertida, fresca y capaz de un humor desopilante. De contenido muy variado, sus posts son imperdibles,

blogósfera

inteligentes, llenos de anécdotas curiosas y

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cómicas y un manejo de la ficción muy disfrutable. Es destacable su serie de posts en los que planteaba a los lectores el hecho de estar participando de un reality show secreto junto a escritores bastante conocidos y narrar sus experiencias en el mismo. Pero no hay mejor forma de disfrutarlo que leyéndolo y siguiéndolo. Después de todo, ¿quién no quisiera, a veces, vivir la vida con subtítulos?


guita para recortar y colorear !

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GUITA, mueve tu mundo

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多te suena? mandanos tu slogan GUITA a revistaguita@gmail.com


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