Animal 13

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tacto—

Las obras llegan finalmente a la galería. Envueltas en papel burbuja, o en mil vueltas de plástico, en pequeños papeles de seda o en cajas de madera. Cada obra tiene su embalaje apropiado. Su llegada a la galería es siempre como una “entrada real” donde hay toda una larga y orquestada ceremonia hasta que se baja el monarca de la carroza, lo reciben y le quitan su capa. Las obras se van desenvolviendo dentro del espacio donde se expondrán con exquisitez japonesa. Cuando finalmente quedan reveladas, automáticamente cambian, en realidad todo cambia. El espacio transforma a la obra, y ésta transforma al espacio. La curaduría entra ahí en acción real, y hay que adaptar el texto a esa realidad nueva que se impone fuera del taller, a la vista de todos. Lo privado se vuelve público, o más bien, tiene que volverse. Ese momento es medio Alicia en el País de las Maravillas: de repente, todo lo que te imaginabas cambia, y hay que acomodarse. Y son las manos las que acomodan y van poniendo cada pedazo de “texto”. Se mueven las bases, los cuadros se presentan en las paredes, las instalaciones se arman en un sitio específico, y todo empieza a tomar forma. Una vez determinados los espacios, hay que montar. Agarrar el taladro, los taquetes, las pijas, lo necesario y montar. En Machete, al ser una antigua casa de la colonia Roma, no usamos nivel, porque todo está chueco; entonces la noción de recto es bastante personal, y es moviendo de un lado al otro los cuadros, controlando los milímetros con las yemas de los dedos, como se llega a enderezar las piezas. Metafóricamente, tacto es también saber cuidar al otro, hacer las cosas con tino y mesura. En esta etapa es de suma importancia tener cuidado con el artista, protegerlo de él mismo y de las decisiones que pueda tomar por estar ansioso o preocupado, y ya no tener al tiempo de su lado. 22 44


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