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Los círculos del agua Matías Moscardi

Goles Rosas Colección Suplementario


Primera Edici贸n: Darsena3 (2006)


El color de la noche power metal en el espacio cóncavo que abre el vidrio. En el espacio cóncavo que abre el vidrio cuando la luz proviene de adentro, no de afuera. Una imagen que llega desde pero sale hacia (defecto visual). Nubes plomizas como las cañerías de un edificio costero. El flujo del agua corriendo por el óxido. Por el óxido hasta el pico de la canilla. De la canilla hasta la boca. Una araña del tamaño de un punto y coma trepa por los números del calendario. Se cae y trepa / Se cae y trepa / Se cae. El clima afecta la percepción del volumen. Subir la tele para dejar de escuchar lo que pasa afuera. Bajar la persiana para estar seguro de estar. De estar adentro. * La programación televisiva marca el movimiento de los astros. En un quiz show, un hámster le lleva las preguntas al conductor del programa en un Porche automático de juguete. Es una forma de decir que es tarde. Las películas basadas en hechos reales no lo dejan dormir. Sigue el camino amarillo, pero no comas la nieve amarilla. Como la tele no tiene control remoto, hace zapping con los párpados. 180 canales con la misma imagen: un roedor manejando un auto fino en miniatura. Sigue el camino amarillo, pero no comas la nieve amarilla. En el programa, un participante explica que la actividad onírica tiene lugar en el hemisferio derecho del cerebro, y la lectura en el izquierdo. Por eso, dice, no podemos soñar con frases. Sigue el camino amarillo, pero no comas la nieve.

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Una revista de crucigramas en la heladera con la cara de Arnaldo André. Sobre la revista, la manzana verde con lamparones amarillos (manchas de nacimiento) no llega a tapar el rostro del galán. Girar el cabito de la manzana repitiendo el ABC (Cada giro completo equivale a una letra). Cuando el cabito cede a la presión concéntrica y es extirpado de la manzana madre, entonces significa la inicial de una persona que piensa en vos. Pero como el viejo Eddie arranca los cabitos de un saque, la letra es siempre la A de Arnaldo, que mira el acontecer del mordisco desde la heladera beige. Así, con la manzana en la mano y la heladera todavía abierta, el viejo Eddie mueve la perilla del Philco para lograr la nitidez de un canal codificado. * En el canal cincuenta y pico, anuncian la primera película porno con efectos especiales. Una fan de Miranda mata a su profesora de gimnasia. En el canal Presencia, una gorda dice “me robaron a mi hijo” como diciendo “me chorearon la bici”. Un cocinero usa la palabra “significación”. Todo círculo es vicioso. Y vuelve a la película porno prometida. * El Surfer Rosa espera la tanda para entrar al agua. Es la mañana y las cosas están heladas (no es necesario tocarlas para saberlo). El sol brilla, los pájaros heavy metal cantan. En los videos de surf, los chicos rubios entran en los tubos, salen de los tubos, giran, cortan las olas para abajo, cortan las olas para arriba, y saltan por el aire, para caer del otro lado y esperar la siguiente serie. En La Flecha las cosas son distintas. *

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Los bodyboarders no pueden deslizarse a través de las olas conquistadas por los jóvenes surfers. Los jóvenes surfers no pueden interferir en el camino fluvial de los surfers viejos. Los surfers viejos no pueden, pero igual te cortan con la quilla si no te metés bien abajo del agua, lo más abajo que puedas. Y de vez en cuando aparece algún lobo marino. No hacen nada, pero dan miedo. La piel del Surfer Rosa parece mexicana. Helada su mente, que nada y filtra a contrapelo la espuma verdosa, y su madera se pierde sola entre las olas pequeñas. Pensaba que las manchas que vemos sobre el mar los días de sol eran focos de contaminación, alteraciones de la pureza verdosa de la arena, el agua y la sal. Alguien le explicó que esas manchas son la sombra de las nubes y eso cambió todo. Ahora tiene más playas para visitar y dentro de las playas, más espacio en el agua para esperar una ola. Pero si flota sobre los círculos negros, mira hacia arriba y ve que ninguna nube está tapando el sol, entonces apura su madera hasta alguna parte turquesa y clara como en las películas tropicales; después se incorpora y respira tranquilo: es una tortuga de mar. * Oh, el Baterista Grunge sería un santo entre el cromo, pero se le ven las manos. El círculo dorado de luz sobre su cabeza no es la aureola iconográfica, sino el crash de 16 pulgadas que siempre apalea en el segundo verso, cuando se ejecuta el mismo compás, pero con distorsión. Todos esos platillos y el laqueado negro hacen de la batería un objeto marcial, y del Baterista Grunge un luchador de aikido, o un murciélago blanco encorvado sobre parches blancos de aros plateados. Sus movimientos lentos y fuertísimos demuestran que toda violencia tiene un orden. Después del ensayo, el Baterista Grunge necesita dos duchas, porque si el grunge está muerto,

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los pibes de la banda también, y los muertos no huelen bien. Le habían explicado, hace tiempo, que los músculos de las muñecas y de los dedos tienen una resistencia invariable, pero el Baterista Grunge toca con los hombros mientras sacude el cuello; y eso, eso produce inflamación.

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La perturbación pasada de comer la comida de su madre y acordarse de su abuela muerta. Por eso, después del ensayo, el Baterista Grunge es un sauce perfumado con el sudor de un chaparrón de verano. Siente cada uno de los cuerpos de la batería (tacho / ton / bombo / chancha) como lunas transparentes de gel. Sus baquetas son relámpagos que impactan hincando cráteres sobre los parches, que ahora son tortillas pegadas en el fondo de una sartén con bordes plateados. * Un ritmo acelera o frena la conciliación del sueño. Si acelera: el Baterista Grunge escucha el latido de las vísceras, el pasaje de negras a blancas, y de blancas a un silencio de blancas: las notas de la ciudad entran como una brisa bacteriana. Si frena: el martilleo abordonado de un black panther toda la puta noche (insomnio musical). * Mueve los labios pero no dice nada. Quadrophenia mea el pasto en una pose de hip-hop. En la plaza, un chico juega a ser el hijo de un desconocido. Tiene un reloj de Mickey. Mickey viste unos guantes blancos, como de ladrón, y sonríe. Sus brazos son las agujas que marcan la hora. (Padre voló a través del océano y esto fue lo único

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que trajo). (Madre: ¿debo construir una pared?). Todos hablamos con los perros. Quadrophenia se incorpora y raspa el pasto con las cuatro patas: parece Michael Jackson cuando hace que camina, deslizándose hacia atrás. * Un botón rojo diagnóstico. El ascensor que nunca estuvo no tiene por qué estar. Las escaleras en forma de caracol o espiral sí. Aprieta el botón. (El color rojo desaparece y queda el plástico, como una pupila dilatada por la luz amarilla de bajo consumo que promete apagarse en medio minuto). El edificio costero queda cerca del asilo Unzué, un lugar que sólo entienden los fotógrafos. Abajo: La flecha, una playa comida por el mar. Todo lo que tenga forma de círculo es curativo: apretar el botón rojo; entrar antes de que se apague la luz; sacar las cosas de la bolsa; lavar las frutas en la ducha. * El viento nunca sopla hacia el foco de la tormenta. Sopla desde el foco, hacia el norte. Tiene claro eso, y que la parafina no se adhiere a su pelo mexicano. En una película, llueve ropa de gente muerta, pero acá simplemente llueve. Las olas entran como gigantes y los rayos caen en la línea del equilibrio. “El agua salada no conduce la electricidad” es una forma de decir que el Surfer Rosa puede salir en las fotos haciendo hang loose con cierta tranquilidad, porque él sí sabe lo que es morder la arena; a diferencia de los giles que aparecen en los álbumes familiares, o en la pantalla de alguna cámara digital, y que nunca sintieron lo que es ser empujado hacia el fondo, y después hacia arriba y otra vez hacia el fondo, por una ola. Al Surfer Rosa le contaron que en Australia la marea tiene la fuerza mecánica de un lavarropas. Una vez que estás sumergido, no sabés bien dónde queda “arriba” y dónde “abajo”.

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* El Surfer Rosa mira la versión extendida de una película de guerra. En especial, la escena donde unos soldados americanos practican surf para no tener que entrar en combate. “¿Quiere surfear soldado?” “¡Señor! ¡Sí, Señor!” “Muy bien, porque puede surfear o pelear”. En la película, un helicóptero dispara música de Wagner para asustar a los vietnamitas. Los hombres aturdidos son más fáciles de matar. El Surfer Rosa arma su propia escena: está a punto de bajar una ola en el medio de un temporal marplatense; de fondo, escucha la música de la película. Entonces no duda ni un segundo en dejar su madera, saltar, y someterse a la fuerza centrífuga de la ola, incluso a riesgo de quedar enganchado a una piedra del fondo, y no salir más, o aparecer flotando, semanas después, como un príncipe azul. * No hay ritmo en las fotos. El objetivo imita el movimiento de una guillotina en miniatura (shk / shk). El Baterista Grunge piensa en el sonido congelado de un tacho de jazz: la escobilla latiguea el parche y hace vibrar la bordona (pá / pá). Como un clic mortal de metrónomo, si el silencio del compás es demasiado lento (tac / tac). Cuando mira una foto de su abuela y escucha todos esos ruidos. * Las tortillas que cocina su madre no son como las de su abuela. Eso pensaba el joven Baterista Grunge en el tiempo pasado de llevarse una combinación de papa, cebolla y chorizo colorado a la boca. La muerte afecta la degustación. Las tortillas de su madre son círculos negros, con bordes carbonizados. Las de su abuela eran círculos dorados, con bordes brillantes. “Nunca más comeré

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su cuerpo, ni beberé su sangre” es una forma de decir que su abuela está muerta, o que la comida que otros preparen, en algún momento impreciso entre el movimiento de los dientes, la lengua, el paladar y la circulación de saliva, tendrá el sabor a la comida de su abuela y le quitará el hambre. * El gusto a pileta de la fruta. El agua girando por el círculo negro de la cañería. (Nunca desaparece por completo). “Agua dulce, agua salada, por agua viene, por agua se va” es una forma de decir que Julio Iglesias no conoce Mar del Plata, y si la conoce nunca visitó Obras Sanitarias. Restos de agua en forma de círculos irregulares y transparentes sobre la cerámica del baño. La transparencia se vuelve pornográfica si miramos a trasluz: diminutas partículas como caspa flotando en el vacío. Comer lo que se mueve de la fruta. Tomar lo que flota en el agua. *

2000 gusanos viviendo 14 años debajo de la piel pueden hacer que los pies fashion de Cenicienta se vean como las patas de un elefante asiático. En el canal en donde estaba el Discovery Channel sintoniza un programa de cocina. Alguien prepara un postre en blanco y negro mientras explica que todo lo que comemos forma parte de nosotros. *

Ordenar alfabéticamente las cosas que hay en la heladera. Tener un plan alimenticio. Manzana verde con agua / cáscara de manzana verde con mate / manzana verde con tele / con todo / manzana verde sola / pelada /

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lavada / machucada / al son de una balada / manzana verde bajo la luz ultravioleta de febrero / a la sombra del Unzué ultraviolento / por la media noche / manzana verde incluso cuando ya pasó la hora de la manzana. * El Surfer Rosa es un adicto al “Final Fight”, un superclásico de los videojuegos. Básicamente, el argumento es éste: demoler punks, ninjas, prostitutas y luchadores de sumo con el poder del propio cuerpo para salvar a la chica linda. El Surfer Rosa elige siempre a Haggar, un gigante lento con un jardinero verde oscuro cuyo poder especial es girar sobre su propio eje, con los brazos extendidos, y lastimar lo que está cerca. La sensación de llegar a la última pantalla, la Gran Final, es equivalente a ver venir, a lo lejos, esa ola que rompe como un glass perfecto. Así le dicen: glass, porque es como estar transitando por adentro de un vaso de vidrio. Una vez ahí, sólo se escucha el eco de cualquier sonido exterior, filtrado por un megáfono. Debes meterte en el juego (como en una ola), pero nunca formar parte de él. “Ésa es la posta”. *

Las olas vencen como un yogurt y en el mutismo de la caída puede escuchar la perseverancia. Entonces recuerda, por un segundo, esa película de surf en donde el frío y la voluntad eran suficientes para erguirse como un conejo azul, como un zorro de piedra sobre el agua. Oh, Shigeru: ¿Qué dirías de la foto pegada a la tabla que flota para siempre en un desierto líquido? ¿Podés escucharme ahora? ¿En qué escena del mar se encuentra tu cuerpo? ¿O es el mar? *

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El agua golpeando contra el agua hacia abajo y hacia arriba, hacia abajo y hacia arriba, hacia abajo. El movimiento quirúrgico de la quilla cortando el agua (la disección hace de la ola un fenómeno inestable). El círculo que forma la ola cuando rompe, visto desde adentro. La acústica del surf en el desmoronamiento de ese círculo. El Surfer Rosa en el interior del derrumbe. Una espuma arenosa que arrastra la mirada hasta la orilla (que no es el lugar de las olas). * El agua lacrimógena del mar. Una mirada sumergida a la fuerza por falta de equilibrio no puede percibir otra cosa que manchas color acelga (cruda). La razón en una escala cromática. Donde el verde coagula sólo respiran los peces. Donde el verde aclara: el cuadro de la orilla enmarcado por las piedras de la escollera, visto desde lo hondo. El Surfer Rosa y su tabla, juntos, flotan al ritmo de una ondulación.

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El Baterista Grunge recuerda una maratón escolar. La meta era el asilo Unzué. Las familias se amontonaban ahí como fanáticas de los Back Street Boys. En la cabeza del joven Baterista sonaba una versión punk de “Carrozas de fuego” que estimulaba y a la vez ambientaba el trote. Lo último que vio antes de tropezar fue esa estatua de San Francisco de Asís que dice: “Loado seas mi Señor por las hermanas criaturas”. A una cuadra de la meta, inconsciente sobre el piso, el joven Baterista Grunge seguía escuchando la cadencia de ese

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cover mental, una base de 4/4 estilizada por la ansiedad. Ahora, 13 años después, la repite cada vez más fuerte, astillando la madera nacional de las baquetas contra los platos y aros nacionales. Eso es tener el ritmo en la sangre. * Para ejecutar un ritmo, primero deberás cantarlo con la boca. Luego recordarás. (Memoria sincopada). El tiempo perfecto se conjuga a los golpes. Podrás hacer lo que desees, pero deberás saber dónde está Tierra (un batero nunca mata a su Padre). Tres leyes respetarás, menos la cuarta: marcar el tiempo / llevar el tiempo / caer a tiempo / perder el ritmo. * El Baterista Grunge machaca el círculo negro. La química no se aplica al ritmo: en el momento del groove la madera es un cuerpo conductor. Ganar fuerza es perder precisión, volverse inestable: es la definición de la música, según el Baterista Grunge. (Sólo lo directo es poderoso). Ahora los buenos discos no existen porque todo está exactamente mal. Entonces: ¿cómo hizo el hombre para llegar a la luna, a su lado oscuro? Las multinacionales advierten a los padres sobre las líricas explícitas, pero en ninguna tapa dice “Frágil”. “En nuestro disco –comenta el Baterista Grunge a su banda– vamos a imprimir esa palabra con mayúsculas”.

* Punk is not dead, pero eso no soluciona las cosas. El gordo Gastón Leandro copa todos los bares de Mar del Plata: porque canta los temas que quieren escuchar las minitas (el Cover: esa dañosa versión de la

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Nada). El parche del Baterista Grunge dice Chaka y su banda se llama “Death to Fat Leandro”. Jajá. “No, mentira, todavía no se nos ocurrió nada”. Todo bien, gordo, pero no nos robes la plata del bolsillo. ¿Por qué no componés una canción que diga que en invierno no hay guardavidas y que los chicos miran desde la escollera de la Flecha cómo el bajo de Cristo se hunde entre las olas oscuras, en un día antiestético? * Si es verano en la tele, entonces es verano. Apoyar un dedo sobre el vidrio para medir la temperatura. Nunca es necesario levantar del todo la persiana. Lo necesario es encorvar la mirada con la espalda, hacia la terraza. Un caracol encima de una paloma (diapositiva fija). Caminar en silencio. Cuando todo sonido se vuelve delictivo. Encontrar en los puntos de un pullover, como enhebrado, un pelo de hace tres años. Dormir con la cabeza en la heladera. * Tres días sol, tres días lluvia. Tres días sol, tres días lluvia. El pronóstico del tiempo por la tele no anuncia cambios en la presión atmosférica por sonarse la nariz con fuerza. Cuando algo no está tan frío como lo que acaba de tragar. Cuando lo frío se vuelve tibio. Para que haya luz tiene que haber ruido. Ojo en blanco / mente en blanco / trabajo en blanco: son distintas formas de decir que la luz y el ruido son nítidos. De pronto, la pantalla con ocho líneas verticales, de izquierda a derecha, una de cada color: blanco / amarillo / celeste / verde / fucsia / rojo / azul / y negro. *

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Ventilar no significa nada. Días con la persiana imitando un juego de luces tecno en la oscuridad natural. Cuando pronunciar la palabra “calor” da calor. Cuando no. Cuando las dudas de fe dependen del pronóstico ¿No ves que febrero parece marzo o diciembre? ¿No ves que febrero parece? Los meteorólogos trabajan en habitaciones con aire acondicionado, piensa. Acercar un ojo a la ranura de la persiana, por donde entra la luz. La luz, como un puntero láser quemándole la retina. * El cráneo es lo primero que se hunde en la espuma. El dolor en la cabeza depende de la temperatura del agua. A eso se le llama “filtrar” una ola. Hoy el mar está planchado como una camisa hawaiana. No hay surfers en la costa. Es una manera de decir. Porque el Surfer Rosa prepara su madera y se desliza por la superficie. Parece una tijera cortando cartón corrugado. No corre las olas: esquiva lentamente las líneas de los pescadores. Así, mientras navega, imagina que el mar se vuelve, por un segundo, transparente. Entonces, puede ver la distancia que existe entre su tabla y el fondo. * Parábola surf: en un primer momento, las olas son las olas; en un segundo momento, las olas ya no son las olas; en un tercer momento, las olas vuelven a ser las olas. Ahora camina bordeando el asilo Unzué: en la vereda, un chico le enseña a pelear a otro. Un cartel dice: Prohibido fijar carteles. Pero los graffitis le pegan la nuca contra la pared: “Se peteó la barola”, “Fer te amo (la Karla)”, “Pauli sos un rey gnomo”, “¡Abajo la literatura almibarada!”. Las ventanas estacadas y las rejas comidas por el salitre del mar en donde estuvo inmerso hace un rato. El Surfer Rosa, descalzo, pisa un caracol.

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* Un policía con un pollo en una bolsa de plástico semitransparente sube al colectivo sin pagar boleto. Es gordo, y el chaleco antibalas lo hace más gordo. “Tan gordo como el gordo Gastón Leandro”, piensa el Baterista Grunge. Durante diez cuadras sube gente. Durante diez cuadras baja gente. Durante diez cuadras ni sube ni baja nadie. El colectivero compra 1/2 kilo de pelones en un semáforo. “¿Cuándo decidió el policía ser policía? / Si el policía supiera que tengo una remera con la A de Anarquía abajo del buzo ¿me pegaría con el pollo?”. El camino hasta la periferia Unzué es largo. Dentro del colectivo toda acción es un hobby nervioso. “¿Por qué un policía y un baterista bajan en la misma parada?”. Podría ser un buen problema de matemáticas. * Una remera con un círculo trazado con lavandina y la A mayúscula en el centro. El slogan “Caos organizado” sobre la espalda. Vestido para la ocasión, el Baterista Grunge escribe en la pared gigante del Unzué el nombre virgen de su banda: Garrote punk rock. Después, se ríe y se va. * ¿Eres tú John Wayne? Imagen y sonido: uno de los dos llega tarde. Los muertos tapados con cal. Una manzana verde se cae de la cama. Ho Chi Min es un hijo de puta es el ruido que hace la manzana cuando golpea contra el piso. Los muertos tapados con cal. Quadrophenia ladra en mute: No tengas miedo, soy Helen Cooper, la esposa de Harry. En las películas en blanco y negro se hace difícil saber si es de día o de noche. Apaga la tele. Prende la tele.

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Como una forma de resetear la cabeza. Están pasando una de zombies en donde los zombies contemplan la noche iluminada con fuegos artificiales mientras alguien aprovecha y roba whisky de una tienda. El ladrido de Quadrophenia y el ruido de la manzana verde que golpea contra el piso es lo último que escucha antes de cerrar los ojos.

* Cuando pierde la capacidad de calcular el peso de los objetos. Cuando busca en una enciclopedia escolar una definición de lo que le pasa. Cuando mueve las hojas como si estuviera jugando una pulseada contra Lincoln Hawk. Cuando no encuentra la palabra abarognosia. Cuando levanta la enciclopedia como si fuera un pedazo de cáscara de manzana verde. Cuando todo se cae. Cuando necesita agua pornográfica. *

Escupir en el lavatorio blanco, por la mañana. Volver, por la noche, para observar los efectos. Entonces, la saliva adquiere un color parecido al de una manzana verde sin cáscara, expuesta por demasiado tiempo al oxígeno. Esperar una semana hasta que la saliva forme algo legible.

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Matías Moscardi nació en Mar del Plata, en 1983. Publicó la plaqueta Josele (dársena3, 2004) y participó de la Antología breve de poetas breves (Estanislao Balder, 2005). En 2006, la editorial VOX publicará Pluvia, su primer libro.

Goles Rosas pirateado en mdp


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