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Introducción La diversidad biológica, también denominada biodiversidad, es la variedad de especies animales y vegetales, la variación genética que existe dentro de cada especie, y el abanico de comunidades ecológicas en que estas especies interaccionan entre sí y con el medio físico (Martínez-Sánchez, Maes, Van den Berghe, Moralesy Castañeda, 2001). El ser humano, principal depredador en la historia, ha provocado cambios en la biodiversidad, daño que probablemente no podrá ser remediado en un sentido temporal, ya que la diversidad (especies y ecosistemas), no tiene tiempo de recuperarse, ni adaptarse a la velocidad de los requerimientos y necesidades globales. Debido a la acelerada transformación de los ecosistemas naturales, la explotación excesiva de especies, la pérdida de biodiversidad y la contaminación han generado una crisis ambiental de proporciones desconocidas y sin precedentes en la historia (Pozo-Montuy, 2003). Los científicos, los economistas, los políticos y la sociedad en su conjunto, deberán asumir esta responsabilidad con el fin de permitir que la vida continúe en el planeta tal y como la conocemos. Para ello debemos diseñar y adoptar nuevas pautas de comportamiento y estrategias de uso, conservación, buen manejo y aprovechamiento óptimo de los recursos. Nicaragua está dentro del reino floral neotrópico que abarca toda la América Latina. A nivel mundial, esta región es clasificada como megadiversa. Según Walsh (2000) entre los factores que alientan la biodiversidad de Nicaragua están la topografía, el clima y una compleja historia geomorfológica, biológica y cultural. Las amenazas principales de la biodiversidad en Nicaragua, su conservación y su estudio se pueden clasificar en cuatro principales: políticas, biológicas, académicas y operativas (Mijail Pérez, 2008). Relacionadas todas estas entre sí, no solo porque tenemos serias deficiencias para la construcción de un pensamiento científico, sino también la inserción en el contexto actual de la tecnología. Es notorio el hecho de que en la actualidad la pérdida de biodiversidad no encierra solo el hecho de conocer las especies, si no sus funciones específicas en los ecosistemas, en el valor que les confiere a los beneficios directos e indirectos que nos brindan. De esa diversidad biológica han nacido los grandes avances en la ciencia y la tecnología, especialmente en la medicina, la agricultura o a la ganadería como tal. “Existen datos alarmantes que mencionan que el 90% de los nicaragüenses viven o solo conocen ambientes que han sufrido la desaparición de numerosas especies” (MartínezSánchez, Maes, Van den Berghe, Moralesy Castañeda, 2001: 9). Es por ello la necesidad de la conservación de la biodiversidad: el mantenimiento de la estabilidad ecológica, el valor económico y la responsabilidad social, son un justificante que debe fomentarse.
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A pesar de ello, en Nicaragua se han realizado diferentes esfuerzos para conservar la diversidad biológica, como la creación de áreas protegidas, alternativas de producción (diversificación de cultivos, sistemas agroforestales y silvopastoriles, entre otras actividades), y que ya en un inicio se ha trazado una estrategia nacional de biodiversidad. En correspondencia y jurisprudencia existen leyes y reglamentos en materia ambiental bien definidos, aunque en su aplicación no son lo mejor, pero se avanza en la lucha por la protección de la biodiversidad. Como promulgaba Nelson Mandela “la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. Y en esta línea consideramos, efectivamente, que la educación es un primer paso para cambiar actitudes (González Muñoz, 1996). La formación es esencial para crear la capacidad de gobiernos, empresas y comunidades de gestionar de forma sostenible recursos como el agua y los bosques. Por tanto, consideramos que la biodiversidad debe incorporarse desde la perspectiva de la enseñanza como en el aprendizaje, incluyendo los objetivos de aprendizaje: “el entendimiento académico, la adquisición de valores, la capacitación, el desarrollo de competencias y la adopción de actitudes y comportamientos conducentes a la preservación de la biodiversidad”(UNESCO, s/f). Para definir o diseñar las estrategias de conservación de especies es importante conocer sobre el estado actual en que se encuentran los ecosistemas y las especies, por ello se hace necesario estudiar las poblaciones silvestres, a través de diferentes técnicas (censos, capturas, conteos, biomasa, coberturas, frecuencias, etc.). Esto va más allá de la función académico-científico y los resultados arrojarán criterios técnicos para el razonamiento crítico y la toma de decisiones a nivel global, nacional y local, de la manera más adecuada para manejar la biodiversidad respetando las diferentes culturas y estilos de vida. La conservación de la biodiversidad, está ligada por la preocupación a la misma existencia del ser humano.El uso de los medios didácticos e imaginativos son herramientas que aproximan al individuo a la naturaleza, incrementan la sensibilidad, la motivación, la retención, la comprensión de una realidad,además que dan claridad, variedad e impacto en el público (DayliQuiva, 2010).Todo ello se fundamenta en el hecho de que el individuo asume mejor lo que hace en la práctica, y para ello se requiere la participación activa. En la biodiversidad, relacionada con el desarrollo sostenible y, por tanto, con la educación para el desarrollo, cobra importancia no cualquier participación, sino que para que la implicación sea eficaz debemos desarrollar una participación activa (Pérez-Pérez, 2013). Estos elementos se complementan en la práctica de laboratorios de campo que son la puesta en marcha hacia la concientización para que el estudiante conozca lo que pasa en su entorno y la biodiversidad. Esta práctica lleva como elementos sustentadores la adquisición de conocimientos, habilidades y destrezas que ayudan a elevar una conciencia ambiental, definida desde la práctica, considerando lo que cada especie representa para el planeta en términos ecosistémicos.
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