Reseña Hayden White

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White H. (2003) El texto histórico como artefacto literario y otros escritos, Barcelona: Paidós. Raúl Antonio Huertas Hernández – Estudiante de Maestría en Historia Problemas de Historia Universal - Profesor Darío Campos___________________________________

Hayden White (1928) es un reconocido filósofo e historiador de Estados Unidos que ha hecho principalmente estudios sobre la reflexión epistemológica narrativista en su país a partir de su obra más importante Metahistoria. La imaginación histórica en el siglo XIX publicada en 1973. Actualmente se desempeña como profesor de las Universidades de California y Stanford. El texto histórico como artefacto literario y otros escritos originalmente publicados en lengua inglesa en Tropics of Discourse y Figural Realism entre 1978 y 1999, traducido e introducido por Verónica Tozzi, es un ensayo revisado de una conferencia sobre el coloquio de literatura comparada de la Universidad de Yale realizado el 24 de enero de 1974. En éste, comienza definiendo los objetivos de la metahistoria como “…alcanzar aquello que está más allá de los presupuestos que sostienen un tipo dado de investigación y formular las preguntas que pueden ser realizadas en su práctica, con objeto de determinar por qué este tipo de indagación ha sido para resolver los problemas que propiamente trata de resolver” 1. Y aunque a partir de la segunda mitad del siglo XX se han generado cuestionamientos sobre la conciencia histórica, el estatus epistemológico de las explicaciones históricas, los formas de representación histórica y la influencia del relato histórico en el conocimiento desde las diferentes disciplinas de las ciencias sociales, el problema al considerar el estatus de la narrativa histórica como un puro artefacto verbal que pretende ser un modelo de estructuras y procesos muy antiguos que no puede estar sujeto a controles experimentales u observacionales2, y no como un evento que está más cerca de la inventiva de la literatura que de las ciencias retomando la antigua discusión entre lo que es mítico (ficción) e histórico (hecho real). Según Frye, estos dos conceptos perviven en una relación de oposición, es decir, lo mítico es todo lo contrario a lo histórico, aunque el primero se acerca al segundo al convertirse en la poética de la estructura en la amplitud del historiador. En ese sentido, discrimina una serie de categorizaciones sobre el mito histórico. De aquí propone la existencia de mitos novelescos, mitos cómicos de progreso a través de la evolución o revolución, mitos trágicos de decadencia y caída, y mitos irónicos, pero éstos solo operan en los historiadores que tienden a estructurar el pensamiento constructivo del ser humano a quienes llama víctimas de la falacia poética. Igualmente, las ficciones son originadas a partir de la literatura clásica y de la tradición judeocristiana en el que 1 Pág. 108. 2

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el relato se convierte en ejemplificación del mito arquetípico. Cuando en este punto el fundamento de escrito de discursivo que sustenta a la historia está compuesto por el elemento mítico origina un género bastardo.3 En ese sentido, el autor propone que la historia se ha valido de la narración para ganar elementos explicativos a través de lo que llama tramado siendo la codificación de los hechos contenidos en las crónicas, apoyando esto la perspectiva de la concepción del historiador como narrador (Collingwood) en su amena recreación de los hechos. Pero para darle sentido al relato histórico se hace necesario la aplicación de la imaginación colectiva que garantiza la formulación adecuada de las preguntas al tener en cuenta elementos que a simple vista no se pueden ver, similar al proceso de concepción de la imaginación a priori (Kant). El historiador no puede dar cuenta de meros datos que no constituyen algún relato, ya que es deber de éste la organización de la narrativa con base en lo que su olfato puede determinar y de las herramientas discursivas de las que pueda agarrarse, incluso porque las perspectivas emotivas de los hechos históricos son determinadas por los diferentes puntos de vista desde el cual se les observe, y en cierto punto, del público que recibe ese discurso desde los imperativos que el mismo tipo de sociedad determine. En ese proceso se pueden dar sentidos de diferentes maneras. Desde la explicación científica a través de los efectos causados por las fuerzas mecánicas que producen una configuración particular de los acontecimientos, es decir, por medio de leyes causales. Otra forma es tomando en cuenta las normas generales que nacen sobre las aristas de las sociedad en relación de los elementos del legado cultural y religioso de cada sociedad que en el lector, al desligar estos elementos exóticos, genera la significación de los hechos históricos en un proceso de refamiliarización con su pasado. En ese punto, se establece que la importancia de la narrativa histórica es el efecto explicativo que ofrece en esa recreación de la misma narrativa histórica. Por eso mismo, no se debe pensar en una réplica o una reescritura similar de los hechos luego que “no es solo una reproducción de los acontecimientos registrados en ella, sino también un complejo de símbolos que nos señala direcciones para encontrar un ícono de la estructura de esos acontecimientos en nuestra tradición literaria”4. En ese sentido, la narrativa histórica se dirige hacia los acontecimientos descritos en ella y hacia el tipo de relato que el historiador seleccionó para desarrollar la estructura de los acontecimientos, que tienen como fin último la significación de los hechos y las situaciones no familiares. Todo esto nace de la dificultad de establecer las generalizaciones de la historia o del pasado ya que los acontecimientos históricos suelen estar sumergidos en la oscuridad de los documentos como principal problema. Además, el autor propone las dificultades de la recreación histórica en relación a las diferentes 3 Pág. 111. 4

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formas narrativas, globalidad de los acontecimientos, la naturaleza mítica de la historiografía, las diferentes ópticas desde las que son observados los acontecimientos, la coherencia en relación a las cronologías, y la codificación de los datos originalmente agrupados que corresponden a diferentes dominios putativos del campo histórico (Levi Strauss), problematizando la continuidad histórica. A partir de este punto, el autor realiza una serie de analogías de la narrativa histórica con la metáfora luego que ésta (la primera) no pretende reproducir acontecimientos ni reflejar las cosas sino indicar en qué dirección se pueden interpretar o recrear, incluso dependiendo de las cargas emocionales que generan los hechos históricos. Estos elementos que expone el autor para el entendimiento de la narrativa histórica es lo que permite comprender la crisis5 del pensamiento histórico del siglo XX, luego que la organización cronológica de los acontecimientos establecida anteriormente, ahora se cuestiona por la forma de la trama para presentarlos que propone cada historiador. Esta organización generaría diferentes y ciertos tipos de textos dependiendo de la carga ficcional o cronológica que se establezca, incluso apareciendo este modelo desde el siglo XIX: “las historias no versan, entonces, solo sobre acontecimientos, sino también sobre los posibles conjuntos de relaciones que puede demostrarse que esos acontecimientos representan. Esos conjuntos de relaciones no son, sin embargo, inmanentes a los acontecimientos mismos; existen solo en la mente del historiador que reflexiona sobre ellos” 6, para eso necesita imperativamente del lenguaje figurativo usando particularmente las figuras de la metonimia y el sinécdoque (Hartman) como modelos de representación figurativa. Finalmente, concluye que, teniendo en cuenta el desarrollo y divergencias de la narrativa histórica, los acontecimientos no cambian significativamente de un modelo a otro. Lo único que difiere son estas modalidades y sus relaciones, no determinando la posible veracidad de una u otra historiografía, ya que el elemento ficcional siempre está presente en la historia y el reconocimiento de la presencia de este elemento no aleja a la historiografía de la ciencia sino que la acerca a sus orígenes en la literatura siendo todos elementos una forma de encontrar una teoría del lenguaje. La pérdida de esta dirección, la valía de lo ficcional, es para el autor el malestar de la incapacidad de renovación de la historia de su tiempo. La propuesta de White es muy interesante para mi punto de vista y perspectiva académica que se acerca más a la literatura, ya que parte de los elementos narrativos históricos para definir la misma historia y el ejercicio historiográfico. Puede parecer controversial para los “puristas” de la ciencia al reconocer la presencia del elemento ficcional y del mito en el desarrollo de los acontecimientos y del discurso histórico pero puede ser un punto de partida más sustentable para el desarrollo ya que las evidencias literarias pueden existir en mayor cantidad y éstas reflejan la visión del ser humano en las diferentes épocas.

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