El cuidado del bebé y la educación del niño pequeño. M. Glöckler. Editorial Pau de Damasc

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Helmut von Kügelgen Christopher Clouder Michaela Glöckler Angelika Knabe Sally Jenkinson Brigitte Huisinga y Claudia Grah Wittich Wolfgang Göbel Juliane Endlich Isabella Quist

El cuidado del bebé y la educación del niño pequeño


Ponencias presentadas en el Congreso realizado del 9 al 13 de octubre de 1999 en el Goetheanum, (Dornach,Suiza) por el Grupo Internacional de Trabajo para el cuidado de los niños más pequeños, en colaboración con la Unión Internacional de Jardines de Infancia Waldorf y la Sección Médica y Pedagógica del Goetheanum.

Traducción: Miguel López Manresa © diseño de la portada: Miquel Fígols Cuevas. © de la versión española: Editorial Pau de Damasc. Reservados todos los derechos para España y los países de habla castellana.

Publicado en la colección Pedagogía Waldorf-Steiner por: Editorial Pau de Damasc Apartado 95 - CP 08197 Valldoreix, España E-mail: editorial@paudedamasc.com www.paudedamasc.com


Índice Palabras introductorias. Michaela Glöckler . . . . . . . . . . . . . . . 5 Acoger al niño con respeto. Helmut von Kügelgen . . . . . . . . . 7 La educación formadora y el derecho a una infancia no deteriorada. Christopher Clouder . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Tres conferencias de Michaela Glöckler: Primera conferencia: Los bebés y los niños pequeños son seres internacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 Sobre el trato con sentimientos de culpabilidad y de mala conciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 ¿Qué ideal necesita el trabajo en guarderías? . . . . . . . . . . . . 35 La tarea cultural, aprender a amar - elevada exigencia 40 El cultivo de una autoconciencia sana . . . . . . . . . . . . . . . . . 42 Segunda conferencia:Sobre la implicación de los padres . . . 49 Ser madre o “madre de día” en el siglo XXI . . . . . . . . . . . . . 52 Ayudas para el desarrollo de una autoconciencia sana . . . . . 62 Fuerzas anímicas y camino de autodesarrollo . . . . . . . . . . . . 67 Algunas palabras sobre la práctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 Tercera conferencia: La “Alianza para la Infancia” . . . . . . . 75 Seguir trabajando juntos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 Imágenes orientativas para el desarrollo infantil . . . . . . . . . 83 Ritmos en el ser humano y en el cosmos. Ejemplos de cómo cultivar el ritmo a lo largo del día, la semana y el mes. Indicaciones para el fortalecimiento de la voluntad y de la seguridad en uno mismo. Angelika Knabe . . . . . . . . 95 Sobre el genio del juego. Sallu Jenkinson . . . . . . . . . . . . . . . 99 ¿Qué buscan los padres con sus niños pequeños en los grupos y qué podemos ofrecerles? Brigitte Huisinga y Claudia Grah Wittich . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110 El cultivo del ritmo diario, semanal, mensual y anual. Wolfgang Göbel y Michaela Glöckler . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 La vestimenta como campo de experiencia del niño pequeño Juliane Endlich . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 Sobre la profesión de ser madre. Isabella Quist . . . . . . . . . 147 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155



En los rayos puros de la luz brilla la deidad del mundo. En el amor puro a todos los seres irradia la divinidad de mi alma. Reposo en la deidad del mundo; y en ella me encontraré yo a mí mismo Rudolf Steiner

Palabras introductorias Dra.Michaela Glöckler Del 9 al 13 de octubre de 1999, se encontraron en el Goetheanum 500 especialistas en el desarrollo, cuidado y educación de los niños pequeños, procedentes de Alemania, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, Corea del Sur, Dinamarca, Ecuador, Eslovenia, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Italia, Japón, Kazajstan, Kirguicia, Lituania, México, Noruega, Polonia, Portugal, Rusia, Suecia, Suiza, Sudáfrica y Tailandia. Habían sido invitados por el Grupo Internacional de Trabajo para el cuidado de los niños más pequeños, en colaboración con la Unión Internacional de Jardines de Infancia Waldorf y la Sección Médica y Pedagógica en el Goetheanum. El Congreso perseguía tres objetivos: S Intercambio intensivo de experiencias sobre cómo pueden acompañarse los tres primeros años del niño en el cuidado y educación de forma que se fortalezcan la salud corporal, anímica y espiritual para la vida posterior. S Recopilación de material de trabajo y experiencia para 5


publicarlo al concluir el congreso. S Formación de una comunidad mundialmente activa que también pueda contribuir espiritualmente a proteger a la infancia y pueda apoyar a cada individuo en sus esfuerzos y en su labor cotidiana. El congreso estuvo marcado por la impresión de que se estaba empezando algo nuevo y por la alegría de poder colaborar en una tarea esencial de nuestra época. Entre los participantes surgió el deseo de vincularse mundialmente a través de pensamientos positivos para la protección del niño pequeño y su desarrollo. Se escogieron unos versos meditativos y de oración, en los que se expresa la relación entre Dios, el mundo y el ser humano. Una relación en cuya luz y calidez pueden sentirse protegidos los nuevos ciudadanos de la Tierra. Esos versos los presento como preámbulo al presente volumen sobre el congreso, junto a los más cordiales agradecimientos a los numerosos autores y colaboradores que permitieron que pudiera publicarse. Sección médica en el Goetheanum Pentecostés del 2000.

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Introducción Acoger al niño con respeto Helmut von Kügelgen (†) ¿Por qué seguir pintando en un ideal cuando la realidad nos muestra una imagen tan distinta? Los niños de dos o tres años son arrancados ya de un cuidado que debería ser creador de envoltura, ya sea que los padres están impelidos por la penuria, ya sea por la necesidad de relaciones sociales y colectivas, o simplemente porque los adultos dan prioridad a sus propias necesidades y destinos. Pero también son arrancados de la envoltura corporal materna y no se les permite que en la vida puedan seguir prolongando el vínculo entre su ser y su encarnación. ¿Cuándo y cómo se producen las decisiones sobre concepción y nacimiento, sobre la conducción de la propia vida? ¿Quién se esforzará en convertirse en modelo para ejercitar o instituir una “educación formadora”? ¿Se la puede comprar, pagar? ¿Quien tiene derecho a juzgar sobre las resoluciones íntimas e individuales que otros toman para sí mismos? La tarea de la jardinera de infancia o del pedagogo Waldorf no puede consistir en llevar a los hogares de los padres, como si fuera una tarea de misionero, aquello que él mismo ha alcanzado sobre estos interrogantes de la manera personal e independiente. A los padres que educan en solitario no podemos ofrecerles bendiciones ni prescripciones morales, ¡simplemente hemos de ayudarles! ¡Desde el principio! Ya sea con la educación de los más pequeños o con formaciones sociales o con la modificación de las relaciones políticas, económicas y sociales. Tal vez llegará un día en que se 7


contemple el mundo partiendo de las demandas de los niños y habrá un comportamiento totalmente distinto de los adultos. Será cuando éstos sepan que los niños después de nacer necesitan todavía de tres envolturas nuestras hasta que acaban encontrándose a sí mismos. Pero los niños necesitan sobre todo la envoltura de la encarnación propiamente dicha cuando pasan de la mano del ángel a la de la persona que va a cuidarlos en la vida. ¿Hemos de crear instituciones para los niños de dos años en Moscú, Leningrado y Rumania? ¿Para que los más pequeños sean ya “cuidados a la manera Waldorf” y de ese modo protejamos la tendencia a abandonar a los niños para seguir nuestros propios proyectos? O al revés: ¿Ayudaríamos con ello a evitar el aborto? ¿Acaso no vamos a ayudar a los niños que de otro modo se limitarían a estar metidos en guarderías? ¿No podríamos hablar primero con madres y padres si vamos a acoger a sus niños? ¿Acaso no podrían los servicios sociales, las guarderías, etc., convertirse exactamente en centros de cultura desde los que partieran ideas y transformaciones sociales concretas? No importa como se formen estas ideas, siempre y cuando ayuden a los niños a encarnarse saludablemente y llamen la atención a un número cada vez mayor de adultos sobre lo que es la dignidad humana, dignidad que no ha de buscar solamente en los héroes, o las autoridades o los seres queridos, sino también en cada niño. “Acoger al niño con respeto” es una formulación que hizo Rudolf Steiner para la educación formadora de lo corporal, propia del primer septenio. La consecuencia necesaria de este respeto formador de la envoltura consistiría en la ausencia de horarios de apertura del jardín de infancia calculados teóricamente, ausencia de reglamentación de las 8


etapas del curso del día, ningún orden de festividades, ningún plan para el desayuno. El tipo de muñeca, los colores y los juegos que hay que utilizar, todo ello pertenece al comportamiento creador de relaciones que practica el educador. Ese es un proceso creador: de las fuerzas y posibilidades del educador, de la percepción de niños concretos que proceden de su entorno y no de un entorno teórico o imaginado, ha de desarrollarse el “arte de educar”. Está claro que ese arte no es algo arbitrario. Su constante maestro y consejero, su fuente de inspiración y de creadora imaginación docente, junto al amor al niño y su percepción, es la antropología del ser humano como entidad corporal, anímica y espiritual. Con ella han de reflexionarse y ponerse a prueba de vez en cuando todos esos modelos y métodos, que el educador principiante comienza siguiendo y que el experimentado debe evitar que se convierta en rutina. Si por ejemplo los niños más mayorcitos me dan problemas, he de modificar mi proceder pedagógico y no “quitarme de encima” a los niños o “sufrirlos” eternamente. Si no hago justicia a las necesidades de los niños, si padecen hambre en algún campo de la vida, del juego y de la actividad en el jardín de infancia, entonces lo que me falta a mí es la imaginación. Si tuve que estar más pronto en el Jardín para recibir a los niños de los padres que deben entrar temprano en el trabajo y después se marchan antes, cuando hay todo un grupo que todavía necesita comer y hacer la siesta antes de poder ser realmente acogidos en casa. ¿Qué hacer entonces? Pues está claro que he de cambiar algo. Las horas de apertura tal vez forman también parte de un programa, pero la pedagogía Waldorf, el arte de educar no es un programa, ha de encontrar otras respuestas a las relaciones sociales, comunitarias y humanas. Ahora ha de empezar la búsqueda en común, el 9


auténtico diálogo entre jardinera de infancia, padres y junta escolar. Cada uno de los copartícipes podría sugerir precipitadamente una solución sencilla al problema, como por ejemplo: que la jardinera de infancia tendría que quedarse más tiempo. Los padres dicen que hay que poner a alguien más. O que los padres habrían de trabajar menos y preocuparse más de sus hijos... ¡No se trata de eso! Esa tendencia a aplicar más trabajo aquí o allá, a hacer exigencias morales o a cargarle las culpas a alguien, ya no sirve. Partiendo de la cosa misma, hay que desarrollar una fuerza de resistencia que nos lleve a más recursos económicos, más alegría por el trabajo, transformación de las relaciones sociales, etc. Los recursos económicos y la ampliación de espacio no se crean así, sin más. Incluso la utilidad pública se concibe cada vez de una manera más restringida y las leyes nos atan las manos. Las relaciones sociales generales, las situaciones profesionales, las demandas sobre un mejor estándar de vida, la brutal penuria económica, las concepciones sobre lo que es vitalmente necesario, todo ello no es fácil de cambiar. Y tampoco queremos sólo a niños de una élite, mezcla de riqueza económica y de buenas intenciones. Por consiguiente sólo nos queda una solución que tampoco funciona: la jardinera prolonga su trabajo unas horas más y con ello renuncia a una parte de su sueldo, para que se pueda alquilar o reconstruir una sala. La profesión pedagógica en especial tiene la particularidad de que en el mismo punto, es decir, en el trato que tienen las personas entre sí, puede invertirse o pueden devorarse muchísimas fuerzas. ¡Qué fuente de energía, vida, imaginación es una calurosa relación entre educadores, niños, padres y junta escolar, la buena conformidad! Pero si en una de las partes la cosa se enfría, si se extingue la amistad, si se pierde 10


la confianza, la fuerza se escurre como el agua por el agujero de un cubo. Igual como hay niños difíciles, también hay juntas escolares difíciles, o padres difíciles y, naturalmente, educadores difíciles. Y sin embargo uno ha de llevar el peso de los demás, entonces surgen fuerzas, y se desarrolla la imaginación para crear nuevas formas. Cuando se trabaja en común, en cada esfera, - económica, fuerza de iniciativa, disposición de ayuda - se pueden encontrar o al menos esbozar soluciones. Vivenciamos así cómo en diversos lugares y de manera distinta se busca encontrar respuesta a las preguntas de la época. De ello queremos aprender todos para nuestras situaciones concretas bien diversas. Pero sólo cuando las tareas de toda la comunidad de jardines de infancia - padres, niños, educadores y junta - se reflejan en el alma de cada persona individual, sólo entonces el individuo se verá inflamado en su iniciativa y su fuerza y dará sus frutos en la comunidad. Sólo hay salud cuando en el espejo del alma humana se forma la imagen de toda la comunidad, y cuando en la comunidad actúa la fuerza del alma individual. Rudolf Steiner

En una época de transición, en una “época terminal de año viejo”, de siglo y de milenio no vacilemos en cuestionar todos los hábitos y en preguntarnos: ¿Qué hace falta hoy en día? Lo conservado necesita la fuerza de una nueva resolución, lo necesariamente nuevo precisa de prudencia antes de poderlo acordar y emprender. Necesitamos no sólo el amor 11


a los niños, sino también el amor a la actividad docente misma, con todas sus fatigas. Necesitamos no sólo la alegría de tener un jardín de infancia, sino también el amor al trabajo en cuestiones sociales, al devenir y a las futuras iniciativas e ideas. No sólo necesitamos recursos económicos, sino también amor a esos caminos que crean pequeños arroyuelos por los que fluirán los necesarios recursos económicos. La inagotable fuente de energía radica en un trabajo en común que esté dispuesto a acoger la iniciativa del individuo, que cultive el diálogo entre dos, tres o más personas, teniendo en cuenta que puede estar entre nosotros Aquél, que ya acogimos con respeto y amor en el niño de Navidad.

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