Proyecto DEBIR

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PROYECTO DIOCESANO DE EDUCACIÓN DE LA INTERIORIDAD BARNETASUNAREN HEZIKETAREN PROIEKTUA

PROYECTO

ebir DIÓCESIS DE VITORIA GASTEIZKO ELIZBARRUTIA



PROYECTO DEBIR


Coordina: Equipo para la educación de la interioridad de la Diócesis de Vitoria Edita: Delegación diocesana de Pastoral con Jóvenes Diseño e ilustración: Héctor Moreno Imprime: San Martín

Vitoria-Gasteiz, 2012


PROYECTO DEBIR

Proyecto Diocesano de Educación de la Interioridad — Barnetasunaren Heziketaren Elizbarrutiko Proiektua

DIÓCESIS DE VITORIA - GASTEIZKO ELIZBARRUTIA



PRESENTACIÓN La coordinadora diocesana de Educación de la Interioridad, junto con el delegado diocesano de Pastoral con Jóvenes, me han hecho entrega del Proyecto Debir (PD), proyecto de Educación de la Interioridad de la Diócesis de Vitoria. He leído con interés el PD en sus diferentes fases de redacción. Ha sido leído también por el Vicario General D. Fernando Gonzalo-Bilbao y hemos hecho nuestras indicaciones para la mejora del texto, mejoras que ya han sido introducidas en esta última y definitiva redacción. El PD nace con el propósito de ayudar en la realización del objetivo general de nuestro Plan Diocesano de Evangelización: “renovar evangélicamente nuestras comunidades”. Como se dice al inicio del PD, “si nos adentramos en la dimensión interior, podremos llegar a vivir el encuentro personal con Dios”. Además, en este Año de la Fe, es bueno promover el camino a la vida interior que, lejos de alejarnos del compromiso con nuestros hermanos, lo alimente de una fe sólida que enraíce en el contacto con Jesucristo. Revitalizar nuestra fe, por una auténtica y renovada conversión al Señor, es una de las llamadas que nos hace el Santo Padre Benedicto XVI para el Año de la Fe. Pienso que la aplicación del PD en nuestras parroquias, comunidades y movimientos, puede favorecer tal propósito. Este Proyecto Diocesano de Educación de la Interioridad, Proyecto Debir, cuenta con mi beneplácito. Os lo presento para su puesta en práctica. Pido a Dios Padre derrame sus bendiciones sobre cuantos os iniciéis por los caminos de la interioridad.

+ MIGUEL ASURMENDI Obispo de Vitoria

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ebir Educar la interioridad es perder el miedo a mirarnos hacia dentro y reabrir los caminos que nos llevan a unificarnos y a construir la unidad con los demás, con el mundo y con Dios. Por eso el logo del Proyecto Debir sugiere una espiral. Una espiral porque es una sola línea que nos permite adentrarnos y nos permite salir. Conectar con nuestro interior no significa quedar prisioneros en él, sino generar un camino de comunicación mayor con el exterior. La espiral sugiere también el proceso de mayor unificación de todas nuestras dimensiones. Pero la espiral que se insinúa en el logo no es muy clara, tiene muchos trazos y diferentes tonalidades: conectar con lo más profundo de nosotros mismos y permitir que ese Ser profundo se manifieste en nuestra vida es complejo, requiere de tiempo, a veces hay retrocesos, puede haber trampas y requiere enfrentarnos a nuestras sombras pero también hay luces y hermosos descubrimientos y, al final, en medio de todo ello, inscrito en todo, la Presencia de Dios que nos habita y que nos ama incondicionalmente, es el color blanco sobre el que se dibuja la espiral. Si nos fijamos, la “D” que forma la espiral puede ser también una nota musical. Eso quiere ser este proyecto, una nota más en la hermosa partitura de la construcción del Reino de Dios en la concreción de nuestra Diócesis.

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1. ¿QUÉ ES EL PROYECTO DEBIR? Es un proyecto de la Diócesis de Vitoria para la Educación de la Interioridad. Una de las necesidades que se observa para “renovar evangélicamente nuestras comunidades” es la de favorecer el retorno a la vida interior de los cristianos. Vivimos en una sociedad en la que cada vez se hace más difícil encontrar ámbitos en los que cultivar nuestra vida interior. El ruido, las prisas, los múltiples reclamos externos, no nos permiten conectar con lo más profundo de nosotros mismos con calma. Pero justamente sólo si nos adentramos en la dimensión interior podremos llegar a vivir el encuentro personal con Dios. Es por esto que hemos elegido el término hebreo DEBIR, que hace referencia al lugar más sagrado del Templo de Israel, el Santo de los Santos, para dar título a este proyecto de educación de la interioridad. La educación de la interioridad es un camino privilegiado de profundización en la relación con uno mismo, con los demás, con el mundo y con Dios. No es una pedagogía que nos encierra en nosotros mismos, sino que nos abre con más intensidad y sentido a todo lo que es exterior que también forma parte de lo que somos.

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2. EDUCAR LA INTERIORIDAD: NECESIDAD, RETO Y CAMINO EVANGELIZADOR El retorno a una vida más profunda, más armónica, es una demanda no sólo en el ámbito eclesial, sino que la descubrimos como una demanda de no pocos sectores de la sociedad. Hace unos años no resultaba muy común la oferta de cursos de crecimiento personal, de “retiros” en contacto con la naturaleza, incluyendo la atención a la alimentación y el trabajo corporal o la práctica de técnicas de silenciamiento o de meditación. Hoy, en cambio, abundan estas ofertas en respuesta a la gran demanda existente. En occidente se sigue teniendo una fuerte sed de sentido, de serenidad, de espacios en los que reencontrarse consigo mismo y con los demás desde claves más profundas. Todo ello brota de uno de los grandes “agujeros negros” generados por el estilo de vida occidental. Para comprenderlo debemos aludir al hecho de que vivimos insertos en un proceso de globalización en el que las leyes del mercado organizan la estructura y la vida de nuestras sociedades. Esas leyes de mercado se basan en el libre comercio de dinero, de bienes, también de ideas. Uno de sus pilares es el consumo. Así, de forma progresiva, pero parece que imparable, occidente ha ido creando un estilo de vida basado principalmente en dos verbos: hacer y tener. El hombre y la mujer de nuestra sociedad occidental podríamos decir que es un “homus consumiensis”, alguien que consume y no sólo aquello que es necesario para vivir dignamente. Incluso ha aparecido la expresión “consumo de ocio” lo cual es un indicativo de la importancia del consumo en sí mismo. Pero para consumir hace falta tener una buena capacidad adquisitiva y ésta se adquiere trabajando duro, trabajando muchas horas. El resultado es que en la agenda vital de la mayoría de nosotros, el espacio prioritario está dedicado al hacer que favorezca el tener. El resultado es que queda relegado a espacios cada vez menores el gran verbo de la construcción de la persona, el verbo SER.

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2.1. Por una cultura del Ser La búsqueda de sentido es algo innato a todo ser humano. De una u otra manera, toda persona necesita sentir que su vida tiene algún sentido. Esa búsqueda de sentido sólo puede articularse en torno al verbo ser. Todo proyecto vital se enraíza en los fondos del ser de la persona, de tal manera que es ese ser el que da sentido y estructura el resto de opciones (estado de vida, estudios, trabajo, estilo de vida…). Cuando el énfasis se coloca en el hacer y el tener antes que en el ser, la persona queda como sin eje, si bien es verdad que muchas veces aquello que se hace puede ayudar a orientar la vida. Sin embargo, es en el sí de la persona donde encontramos las materias primas para la construcción de nuestra identidad personal y es a partir de esa identidad que podremos vivir con un sentido interno los otros ámbitos como el de las relaciones, la vida laboral, etc. En esa construcción de la identidad que confiera sentido a la propia vida, la atención al interior es condición sine qua non y es precisamente lo que menos favorece el estilo de vida occidental. Los espacios para la escucha profunda de uno mismo, son mínimos. El silencio, elemento básico en cualquier camino de profundización y personalización, es algo cada vez más ausente de nuestras vidas. Estos y otros elementos interfieren también en la posibilidad de vivir las relaciones desde claves de diálogo, respeto sincero, confrontación serena con el otro que permita verse a uno mismo con mayor realismo y propicie actitudes de servicio y entrega a los demás. Y, por supuesto, todo ello dificulta mucho el cuidado de la dimensión espiritual de las personas. Por todo ello, la Educación de la Interioridad (EI)1 es un camino que favorece el retorno a una cultura del Ser, un modo de vida que sitúa el SER en el centro y en torno a él, todo lo demás. Es lo que tradicionalmente hemos buscado al proponer en los procesos de acompañamiento de la fe la elaboración de proyectos personales o proyectos de vida, pero hoy constatamos que antes de poder elaborar este tipo de proyectos, se hace necesario un trabajo que ayude a recuperar las vías de acceso al interior de la persona y con ello el gusto por el silencio, la contemplación, la profundidad… De esta manera se hace posible el equilibrio entre las dos grandes dimensiones del ser humano: la interioridad y la exterioridad.

1 A partir de ahora usaremos las siglas “EI” para referirnos a la Educación de la Interioridad.

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2.2. Camino de humanización y de evangelización La humanización es un reto prioritario de la evangelización que toma en serio la Encarnación. Dios se revela en Jesús para comunicar su amor a toda la humanidad y para mostrarnos un camino de felicidad que nos lleva hasta la Vida plena. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de él.” (Jn 3,16-17). La Encarnación en lo humano es el camino que Dios ha escogido para llevar a cabo su proyecto de salvación. Quien “se humaniza” hasta lo más hondo de su ser y se relaciona con los demás, con sentimientos y hechos de “profunda humanidad”, ese, encuentra y conoce al Dios de la Vida. La educación de la interioridad es una exigencia para los cristianos si somos fieles a Dios y al ser humano. La interioridad es un elemento fundamental en todo proceso de humanización, por lo que constatamos que educar la interioridad es una necesidad y un reto para toda persona que quiera evangelizar. Evangelizar es posibilitar que se haga vida la buena noticia de Jesucristo en las personas y en la sociedad, sacando afuera todas las potencialidades positivas de las personas para construir con otros una sociedad justa y fraterna donde se enraíza la extensión del Reino de Dios. La evangelización no es una única acción, ni un único momento, sino que responde a un proceso que se realiza gradualmente según las distintas situaciones en las que se encuentran los destinatarios. La evangelización se realiza a través de tres estilos de acción complementarios: misionera, catecumenal y pastoral. “El proceso evangelizador, por consiguiente, está estructurado en etapas o «momentos esenciales»: la acción misionera para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa; la acción catequético-iniciatoria para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o restructurar su iniciación; y la acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cristiana. Estos momentos, sin embargo, no son etapas cerradas: se reiteran siempre que sea necesario, ya que tratan de dar el alimento evangélico más adecuado al crecimiento espiritual de cada persona o de la misma comunidad” (Directorio General para la Catequesis 49).

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En el Proyecto Debir, conscientes de la realidad social y eclesial que vivimos, y a la luz del Evangelio, proponemos la educación de la interioridad como uno de los objetivos fundamentales para evangelizar hoy, porque necesitamos entrar en nuestro interior para descubrir y hacer experiencia del Dios de Jesús que habita en lo secreto (cf. Mt 6,6); y sólo serviremos realmente al crecimiento del Reino de Dios si somos capaces de cultivar todo lo bueno que brota en nuestro ser, porque de este modo estaremos sembrando semillas del Reino en nuestro mundo (cf. Mt 13,31-32). Estamos convencidos de que la educación de la interioridad debe estar presente como objetivo trasversal en todo proceso de iniciación cristiana y en todas las fases del proceso de evangelización. El desarrollo global de la interioridad es un camino educativo y evangelizador porque la persona experimenta y comparte con otros lo que anuncia el Evangelio. La educación de la interioridad sirve de cauce para crecer y profundizar en la relación con uno mismo, con las personas, con el mundo y con Dios.

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3. EL PROYECTO DEBIR ENTRONCA CON EL OBJETIVO GENERAL DEL PLAN DIOCESANO DE EVANGELIZACIÓN Podemos preguntarnos el porqué de un plan de Educación de la Interioridad en la diócesis. No hace falta ir muy lejos para encontrar la respuesta. Si el objetivo general del Plan diocesano de Evangelización 2 (PDE) es renovar evangélicamente nuestras comunidades eclesiales, ciertamente esa renovación debe pasar por una renovación de la vida interior de cada uno de sus miembros. El cristianismo no es una religión de ideas, es una religión basada en una experiencia. Nuestra fe se basa en la experiencia de Cristo Resucitado que tuvieron un grupo de hombres y mujeres. Fue esa experiencia la que generó el primer credo de nuestra fe: “Cristo ha sido resucitado y se nos ha aparecido”. Así pues, siempre que alguien desea dar bríos nuevos a la llama de la fe, es necesario posibilitar un contexto en el que pueda vivirse la experiencia de encuentro personal con Dios. Lamentablemente sucede a veces que el clima propicio para ese encuentro personal con Dios no resulta fácil encontrarlo en la sociedad y cultura actual, e incluso no es sencillo encontrar esos ámbitos de silencio en las parroquias. En nuestro hacer pastoral se nos cuela muchas veces la prisa, el “hacer cosas”, hablar mucho, pero... ¿dejamos espacio para la escucha en el silencio que posibilita “gustar internamente” las cosas? Por ello, una oferta necesaria que podemos y debemos hacer a nuestra Diócesis es trabajar porque esa renovación sea una renovación interna. Podemos renovar las palabras, los textos, y no es poco, pero si no renovamos los corazones de nada sirve. Así, tomarnos en serio la hondura de la expresión “renovar evangélicamente” supone hacer un esfuerzo por facilitar en nuestras comunidades y grupos la experiencia de Dios, el gusto por la escucha serena de lo que Dios nos dice desde la vida, “lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Todo ello con la conciencia de que “renovar los corazones” es algo que concierne a Dios, es un don suyo, sin embargo nosotros podemos facilitar que el campo esté bien preparado para la recepción de esa Vida que se nos da en abundancia. 2 DIÓCESIS DE VITORIA, Renovar evangélicamente nuestras comunidades. Plan Diocesano de Evangelización (2009-2014), Vitoria-Gasteiz, 2009, 29. 16


3.1. Claves del Proyecto Debir presentes a lo largo del PDE Veamos las referencias explícitas e implícitas a la necesidad de la vida interior que encontramos a lo largo del PDE: Una espiritualidad para alentar este plan de Evangelización: La espiritualidad • el modo concreto de vivir la fe. Es asumir nuestra propia existencia desde Dios, al es modo de Jesús, siendo conducidos y animados por su Espíritu. Esto supone descubrir una nueva relación existencial consigo mismo, con Dios, con los demás y con el mundo en el que se vive. La espiritualidad en cuanto modo de vivir la identidad cristiana está condicionada por la situación personal, por el entorno social y cultural, y por el momento eclesial en el que nos encontramos. Nuestra situación actual reclama el aliento de una espiritualidad renovada. 3 Encontramos en este punto inicial del PDE una hermosa y clara referencia a la necesidad de cimentar cualquier acción evangelizadora en una espiritualidad honda que ilumine todos los aspectos de nuestra vida: el autoconocimiento y nuestras relaciones con los demás, con el mundo y con Dios. Se habla de descubrir una nueva relación existencial, pero este descubrimiento no se dará si no se favorecen espacios y experiencias que nos abran a ese descubrimiento. El Proyecto Debir (PD) pretende precisamente favorecer la creación en la Diócesis de los espacios y de las metodologías que nos lleven a descubrir esa nueva relación existencial con uno mismo, con los demás, con el mundo y con Dios. Vivir hoy la fe no puede reducirse simplemente a continuar una tradición religiosa. Los profundos cambios culturales y sociales que estamos viviendo nos • mueven a valorar especialmente la experiencia personal de la fe, sin contentarnos con lo que hemos recibido por herencia por muy rico que sea. Es necesario saber acoger el don de Dios en condiciones nuevas. 4

3 Plan Diocesano de Evangelización, 10. 4 Plan Diocesano de Evangelización, 15.

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La necesidad de regresar a una fe personalizada, que nace de un encuentro vivo y hondo con el Resucitado, es una urgencia que brota de lo que constatamos a nuestro alrededor: los profundos cambios culturales y sociales a los que ya nos hemos referido en el apartado dedicado a ello.

• Es urgente reforzar y actualizar la iniciación cristiana. Iniciar es despertar a

la experiencia de la fe y desde ella enriquecer sus contenidos, orientar la vida moral, familiarizar con la Palabra de Dios y con los grandes símbolos de la liturgia, cultivar el sentido comunitario, abrir la sensibilidad para servir a la sociedad. 5 Iniciar en el contexto en el que se habla aquí significa hacer experiencia de algo. Se trata pues de recrear los caminos iniciáticos que favorecen que el ser humano haga experiencia. Un eco del sentido de lo iniciático lo encontramos en la introducción de la primera carta de Juan: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que han visto nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca de la Palabra, que es la vida (1Jn 1,1). Juan parece referirse aquí a una experiencia sensible, personal de la vida que es la Palabra. Jesús enseñó a sus discípulos el Camino, la Verdad y la Vida que él es a través de la vida vivida con él, no a través de los grandes discursos o entelequias. La pedagogía de Dios es una pedagogía que pone en camino, que nos lleva a vivir experiencias que después son traducidas en palabras, pero lo primero es la experiencia. El PDE alude a la necesidad de reforzar y actualizar los procesos de iniciación cristiana. Ciertamente, la iniciación que propongamos a los cristianos y cristianas del siglo XXI no puede utilizar las metodologías de otros tiempos. Esa iniciación para generar auténticas experiencias, debe tener en cuenta el momento actual que vivimos, la sensibilidad de sus destinatarios, sus experiencias previas...

3.2. Renovar evangélicamente nuestras comunidades pasa por una renovación interior El gran marco en el que se desarrolla el PDE es el de la renovación evangélica de las comunidades. El mismo PDE señala como hemos visto anteriormente la necesidad de fundar esa renovación en una recia espiritualidad. No hace falta extenderse más 5 Plan Diocesano de Evangelización, 15.

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sobre ello pero sí nos parece oportuno subrayarlo y traerlo a primera línea de reflexión. Por ello el PD no es un proyecto únicamente para jóvenes sino que su aplicación debe ser global, como una columna vertebral que recorra todo el hacer pastoral de la Diócesis. Una metodología y una estética renovadas que ayude en todas las áreas a redescubrir los caminos de acceso al mundo interior. Si no favorecemos en todos aquellos que deben motivar e ilusionar esa renovación, su propia vida interior, la renovación no llegará. Si nos quedamos en papeles o fórmulas excelentemente expresadas pero sin corazón, poco camino recorreremos. Por ello el PD no quiere ser un apéndice del PDE, sino que nos atrevemos a creer que puede aspirar a ser un camino a recorrer por nuestras comunidades que ayude a mantener encendidas las ilusiones y esperanzas que todos hemos puesto en el PDE.

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4. LA EDUCACIÓN DE LA INTERIORIDAD: CONCEPTOS CLAVE El mundo de la interioridad es muy amplio y muy íntimo, hay tantas interioridades como personas, y es por esto que no hay un solo modo de educar la interioridad, sino que existen multitud de caminos, no todos válidos, para descubrir, profundizar y cultivar la interioridad. Para no perdernos entre tanta maraña de posibilidades y apostar por una educación de la interioridad con fuerza evangelizadora, apuntamos en este apartado algunos conceptos clave de la educación de la interioridad. Estos conceptos son fundamentales para entender lo mismo cuando hablamos de educación de la interioridad. Nos sirven para unificar criterios y seguirlos nos ayudará a caminar juntos en la misma dirección.

4.1. Los educadores y educadoras parteros del ser interior Educar proviene del latín educere que significa sacar hacia fuera. Al aplicar la EI al ámbito diocesano, la labor de los catequistas y animadores pastorales puede ser comprendida también como una labor de educación. El evangelizador favorece y acompaña la emergencia de los interrogantes e ilusiones que genera la fe. En este sentido, Séfora y Fuá, las dos comadronas hebreas que aparecen en el inicio del libro del Éxodo (Ex 1,15-22) nos pueden servir de inspiración. Ellas dos protegieron la vida amenazada. Ayudaron a que pudieran nacer los niños a los que el Faraón quería hacer desaparecer. Los evangelizadores hemos de tener esa capacidad de proteger la vida que late en nuestros niños, adolescentes y jóvenes, pero también en los adultos y que, en ocasiones, se ve amenazada por tantas cosas que nos impiden ir a lo profundo, vivir en coherencia, concretar el evangelio en nuestra vida.

4.2. La interioridad: dimensión de la persona y ámbito de crecimiento La segunda palabra que necesitamos acotar o comprender adecuadamente es el término interioridad, porque dependiendo de cómo entendamos la interioridad, nuestras propuestas prácticas variarán considerablemente.

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La interioridad es una dimensión constitutiva de toda persona. Nuestra auto conciencia, nuestras emociones, recuerdos, anhelos, miedos, dudas, escala de valores... forman un todo complejo y vivo que denominamos interior. Todos sabemos que tenemos ese lugar más allá de las apariencias en el que suceden muchas cosas, un lugar que nos es íntimo y que, en algunos de sus aspectos, sólo mostramos a los más cercanos. Para los creyentes es en el ámbito de la interioridad donde acontece el encuentro personal y transformador con Dios. Como la samaritana, somos llevados por Él hacia la hondura de nosotros mismos para, allí, encontrarnos primero con nuestra realidad. Una vez aterrizados en ella, puede acontecer el desvelamiento del Dios que siempre ha sido “intimior intimo meo”: más íntimo que mi propia interioridad. Por su complejidad, por la multitud de facetas que tiene nuestro interior, a veces nos da miedo entrar en él, o simplemente no sabemos ir más allá de algunos lugares interiores ya conocidos. Por eso, trabajar nuestra interioridad, nos puede llegar a parecer difícil, complicado. No obstante, es en nuestro interior donde hemos de ir a buscar las raíces de nuestros comportamientos y opciones. Dicho de otra manera: es la dimensión interior la que otorga sentido y carga de contenido nuestra dimensión exterior, por ello, podemos decir que la interioridad es también un ámbito de crecimiento personal, es decir, en la opción de vivir desde el interior o en el exterior de nosotros mismos puede radicar la posibilidad o no de desarrollar todas nuestras potencialidades o quedarnos a medias. ¿Quiere esto decir que la exterioridad es una dimensión secundaria, prescindible? Ni mucho menos, en cuanto dimensión es tan irrenunciable como la interioridad. No podemos vivir volcados siempre hacia dentro. La referencia a los otros, la alteridad, es ineludible en la construcción de la persona y forma parte de la dimensión exterior, así como aquello que los sucesos externos provocan en nosotros y que, tantas veces, son la “prueba del algodón” de nuestro mundo interior. Si, además, nos referimos al sujeto creyente, el camino de encuentro con el Otro, pasa por un camino de descentramiento que sitúa al creyente en éxodo, en una salida de sí mismo que le lleve al encuentro con el Misterio que le habita. La persona necesita, pues, desarrollarse en sus dos dimensiones: interioridad y exterioridad. La cuestión está en el equilibrio.

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Con todo, si hubiéramos de poner el acento en uno de los dos ámbitos, es en el interior de uno mismo donde se pueden encontrar las materias primas para la construcción de la identidad personal. Como sucede con una casa que puede tener una fachada maravillosa pero unos cimientos resquebrajados: tarde o temprano la casa caerá. ¿No dijo algo así Jesús al referirse a la casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena? Echando una mirada a aquello que parece valorarse actualmente a nuestro alrededor, descubrimos muchos cimientos arenosos: la imagen, el dinero, el triunfo rápido... Educar la interioridad, en este sentido, consiste en ofrecer herramientas que puedan ayudar a excavar unos buenos cimientos para la vida, es preparar la tierra para la buena acogida de Dios.

4.3. En éxodo hacia uno mismo para encontrarse con Dios El símbolo del viaje es muy válido para plantear los fundamentos de la Educación de la Interioridad. En concreto, el largo éxodo de Israel a través del desierto, estuvo lleno de momentos y acciones que encierran grandes mensajes para nosotros. Podríamos decir que para Israel, aquel tiempo por el desierto fue una experiencia iniciática. Por eso, una vez establecido en Canaá el pueblo vuelve la vista atrás y recuerda “qué sucedió” y en lo que sucedió hubo lecciones que nunca olvidará. La Educación de la Interioridad sería, en esta línea, el esfuerzo que hemos de hacer hoy por crear espacios para la experiencia. Pero no cualquier tipo de experiencia. La peripecia del éxodo puede inspirarnos claves válidas. En este resumen presentamos los puntos que más nos pueden sugerir líneas de acción para establecer procesos de Educación de la Interioridad. Los vemos aquí a modo de esquema que explicamos a continuación.

PROCESO

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• 40 AÑOS. • POR EL DESIERTO. • HAY UN GUÍA. •LE PASAN COSAS Y VA CONSTRUYENDO SU IDENTIDAD DE PUEBLO. • ENTIENDE: CÓMO ES EL SER HUMANO Y CÓMO ES DIOS • LLEGADO A LA TIERRA PROMETIDA, EL GUÍA DESAPARECE. • EL PUEBLO SE ESTABLECE TRAS MUCHAS BATALLAS.

Sabiduría del crecimiento personal. Al igual que los israelitas, toda persona experimenta el lastre de algún tipo de esclavitud: la esclavitud de la imagen, de los miedos, algunos viven esclavos de su trabajo, otros esclavos de relaciones que asfixian... Podríamos decir que la vida del ser humano es una oportunidad para pasar de la esclavitud a la libertad, porque ese es el deseo de Dios: que seamos libres. Pero para ser libres, el primer paso es hacerse consciente de los lastres que nos atan, de nuestras cadenas y desear dejarlas atrás. De nada sirve querer liberar a quien se encuentra cómodo en su esclavitud. * Para emprender procesos de crecimiento personal, es necesario desear crecer. Así pues, los israelitas claman, y Dios escucha el clamor. La escucha de Dios es una escucha que conlleva acción, no es un mero “oír”, como quien oye llover. Dios escucha y se interesa por ellos (Ex 2,25). Este interés conlleva una acción: la de liberar. En la manera de liberar a los israelitas, descubrimos una pedagogía muy honda y hermosa. Por un lado Dios busca un líder, un hombre que guíe y hable al pueblo de su parte, por otro lado no ahorrará a Israel el trabajo de tener que recorrer el camino que lleva a la Tierra Prometida, camino que adentra al pueblo en el desierto. * Escuchar los anhelos más hondos implica actuar, poner los medios para ir alcanzando el cumplimiento de los mismos. Fijémonos en el trasfondo de estos datos. En primer lugar Moisés, el liberador, el líder. Dios da al pueblo un guía. * Todos necesitamos personas que nos ayuden, nos motiven, nos acompañen en el proceso de crecimiento personal.

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Moisés es un hombre que ha vivido su propio proceso de liberación. Recordemos que huye de la corte del Faraón, tras haber matado a un egipcio que maltrataba a un hebreo (Ex 2,11-15). Moisés por miedo (uno de los grandes lastres de la persona) huye y será en esa huída que se encontrará con su vocación, con la misión de su vida: liberar. * Sólo quien ha sido liberado puede liberar. Será buen acompañante quien antes haya atravesado sus propios desiertos interiores y haya encontrado el eje unificador de su vida. En segundo lugar, Dios pone al pueblo en camino, y un camino que transcurre por el desierto. No se trata de una liberación pasiva. Tras los milagros obrados por Dios a través de Moisés ante el Faraón, llega un momento en el que es el pueblo quien ha de caminar hacia su libertad. Para ello atraviesa el desierto, el lugar de la intemperie más radical, de la carestía. * Quien desee desplegar su ser, deberá ponerse en camino y atravesar sus desiertos interiores, conocer sus carencias, reconocer sus zonas estériles, atravesar sus opacidades. Pero Dios no pone al pueblo en camino sin más. Le promete la llegada a una Tierra de Promisión en la que podrá establecerse y crecer. Podemos entender por Tierra Prometida, en una lectura más personalista y simbólica, la consecución de un nivel de libertad personal que permita a cada uno construir su identidad y desarrollarla en la cotidianeidad de la vida. * Saber hacia dónde se va, cuál es el horizonte del camino, ayuda a afrontar el paso a través del desierto. La tierra a la que llegaremos no es otra que la realización de nuestra persona en todas sus potencialidades. Por otro lado, la masa inicial de mujeres y hombres que sale de Egipto, sale sin ninguna conciencia de ser un pueblo. Esa conciencia y la forma de convivir como pueblo, la irá adquiriendo a medida que camina, a través de los múltiples acontecimientos que jalonarán su historia de liberación. En un principio, sólo les empuja la necesidad de mejorar su situación. * No hace falta tenerlo todo muy claro para emprender procesos de crecimiento personal. Basta con desearlo de todo corazón, desear ser plenamente quien se es.

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Recordemos ahora como, tras un tiempo por el desierto, los israelitas cansados, comenzarán a recordar con añoranza los ajos y las cebollas de Egipto (Nm 11,4-9). Y es que la libertad tiene algo de vertiginoso. Ser libre es asumir la responsabilidad de hacer un camino que nadie más puede hacer por mí, responsabilizarme de mis actos y decisiones y de sus consecuencias. Frente a ello, el ser humano siempre se encontrará con la tentación de la seguridad confortable que nos ahorre esa toma de decisiones que comporta la libertad personal. * La gran tentación de la seguridad a cualquier precio, siempre asaltará a quien se pone en éxodo hacia sí mismo. Cualquier viaje (también el espiritual) supone aceptar la pérdida de niveles de seguridad. 6 Durante el camino, a los israelitas les irán pasando cosas. A través de los acontecimientos irán descubriendo cómo son ellos y cómo es Dios. Descubren que el hombre es voluble, infiel, impaciente. Y, frente a ello, Dios se manifiesta siempre Fiel y Providente. * Es necesario que nos pasen cosas, que la vida nos afecte, para poder construir nuestra identidad. En la vida, cargada de acontecimientos, me conozco y te conozco. En la vida Dios sale a mi encuentro y yo le reconozco. Hasta aquí lo que nos encontramos es que el paso de la esclavitud a la libertad es un proceso, y este es un concepto clave. Nada se improvisa en este camino que nos lleva al centro de nosotros mismos como puerta de acceso al descubrimiento de un Otro que nos habita. El libro del éxodo añade otro dato a tener en cuenta. Se nos dice que los israelitas tuvieron que caminar durante cuarenta años por el desierto antes de llegar a la Tierra Prometida. El número cuatro, en la numerología bíblica, simboliza el tiempo de lo humano, el tiempo previo a la plenitud (cuyo número sería el 7). Así pues, cuarenta años, quiere decir que los israelitas necesitaron mucho tiempo, para llegar a reconocerse como pueblo y para llegar a ver cumplida la promesa de Dios. * Dar a luz lo que uno es, supone una larga gestación. Se necesita mucho tiempo para construir la propia identidad. La vida entera es proceso.

6 F-X. MARÍN, Interioridad y experiencia psicológica, en AA.VV., La interioridad: un paradigma emergente, Madrid, PPC, 2004, 109.

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Y llega el momento en que en la estepa de Moab, el pueblo divisa la Tierra Prometida. Moisés sube al Monte Nebo y desde allí el Señor le muestra toda la tierra. Él no pondrá allí sus pies pues muere antes de entrar (Dt 34,1-12). Es significativo que, justo en el momento en el que se alcanza el objetivo buscado, aquel que había hecho de mediador entre Dios y los israelitas, desaparece. * Hay lugares interiores en los que hemos de adentrarnos solos. Hay experiencias que hemos de vivir por nosotros mismos. Un buen acompañante sabe cuando “desaparecer”. Josué sucede a Moisés en la misión de guiar al pueblo. * Si estamos abiertos a los demás, en actitud receptiva, toda relación se convierte en fuente de crecimiento. No cerrarse a nadie, no “engancharse” a nadie sanea nuestro mundo de relaciones y nos ofrece posibilidades nuevas. Comienza entonces, el periplo por la tierra para hacerse con ella. El libro de Josué nos narra la historia de las incursiones del pueblo de Israel para irse asentando en Canaán. * Llegar a vivir desde el centro de uno mismo supone luchar contra los “pueblos enemigos” que hay dentro de nosotros. Siempre hay algo que mejorar, algo de lo que librarnos... El proceso nunca se detiene.

4.4. La educación de la interioridad: un proceso de desvelamiento Desde las claves que acabamos de enunciar, proponemos la EI como el proceso que lleva a cada ser humano a una auto-comprensión más profunda que pasa por reconocer las trampas que nos tiende el ego: deseo de control, búsqueda de falsas seguridades, huída al futuro o enquistamiento en el pasado. Poco a poco, si somos constantes en la escucha de nuestros ser interior a través del silencio, iremos ganando en hondura vital y se irá desvelando la presencia de Dios en nosotros. Este proyecto de interioridad se llama Proyecto Debir porque queremos evocar con ello el desvelamiento de Dios en Cristo Jesús: recordemos cómo al morir Jesús, los sinópticos nos dicen que “el velo del Templo se rasgó en dos partes de arriba abajo” (Mt 27,51). El Templo de Jerusalén tenía para los judíos un lugar central: el

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DEBIR, la cámara sagrada, el santo de los santos en el que los judíos de Jerusalén situaban la presencia de Dios. El Debir sólo podía ser visitado por el Sumo Sacerdote una única vez al año, en la fiesta de la expiación. Nadie más podía entrar en la que era considerada la morada de Dios y que estaba separada del resto del Templo por una cortina Jesús muere y esa cortina se rasga. Podemos interpretar ese hecho reseñado en los evangelios como una forma de decir que a partir del hecho salvador de Jesús ya no hay distancia entre Dios y la humanidad. La institución del Templo ya no es válida pues verdaderamente Dios no estaba en aquel lugar separado de todos. Es en Jesús donde se desvela el rostro de Dios. En el diálogo con la samaritana (cf. Jn 4,1-26), Jesús afirma que se termina el tiempo de adorar a Dios en lugares concretos pues los verdaderos adoradores adorarán a Dios en espíritu y verdad (cf. Jn 4,21-24). Atendiendo a la praxis liberadora de Jesús, es el corazón del hombre y de la mujer el auténtico Debir, el auténtico santo de los santos, la morada de Dios: “El que me ama, se mantendrá fiel a mis palabras. Mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a él y viviremos en él.” (Jn 14,23); “Cada vez que lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40). Por ello, comprendemos la EI como un proceso, un camino lento, hecho de diferentes etapas en el que vamos aprendiendo a silenciar nuestro ego para ir experimentando cada vez con mayor nitidez la Presencia que nos habita. Esa Presencia no es otra que Dios mismo que ha elegido morar en nuestros corazones: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rm 5,5) y es este mismo Espíritu el que intercede por nosotros con gemidos inefables (Rm 8,26). Este proceso es algo personal, cada persona debe recorrer su propio camino, pero no lo hacemos solos, es más, en el seno de la iglesia siempre han existido caminos espirituales que han ayudado a transitar con mayor claridad los caminos de la vida interior. En este momento de nuestra historia, entendemos que urge recuperar una mistagogía de la vida interior en los procesos de iniciación cristiana y en el recorrido de fe adulto.

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5. OBJETIVOS, CONTENIDOS Y METODOLOGÍA DE LA EI En la línea de todo lo expuesto hasta ahora, explicaremos a continuación los objetivos, los contenidos y la metodología de la Educación de la Interioridad. Sin embargo, creemos necesario advertir una vez más que pretender acotar claramente los contenidos de la interioridad es muy arriesgado.

5.1. Objetivos de la Educación de la Interioridad •La UNIFICACIÓN de las diferentes dimensiones de la persona. •La construcción de la UNIDAD con los demás, con el mundo, con Dios. En referencia al primer objetivo hemos de decir que la antropología de la que partimos, que no contempla a la persona como una suma de dimensiones a modo de “compartimentos estanco”. Cada dimensión de la persona está íntimamente e intrínsecamente conectada con las otras y no se entiende sin ellas. Se trata de llegar a ser personas cabales, sin fisuras, al estilo de Jesús. El segundo objetivo emana del primero: sólo en la medida en que me reconozco y me manifiesto poco a poco como “uno”, puedo establecer relaciones personales significativas con otros “unos”. Sólo cuando me voy conociendo y reconociendo, puedo intentar conocer y reconocer al otro en su unicidad y originalidad para así poder respetarla. Todo ello lleva a la persona a ir adquiriendo la conciencia de que forma parte de un contexto socio-cultural al que puede y debe aportar algo. Un proceso de crecimiento interior sano lleva inexorablemente a la implicación con el mundo más cercano (familia, amigos, colegio, barrio, parroquia…) y con el más lejano (el mundo de la pobreza, de la injusticia, el gusto por conocer otras culturas…). De esta implicación con el mundo puede nacer una vocación concreta como modo de situarse en él y de aportar algo personal.

Por último, la referencia a la unidad con Dios. Cuando se da la experiencia religiosa, se establece un diálogo de dos libertades, la de la persona y al de Dios. Por eso, en la misma medida en la que se va siendo consciente de la propia identidad, del propio misterio, se va pudiendo establecer una relación más íntima y personal con

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el Misterio. ¿Cómo hablar con Dios, si tantas veces somos incapaces de establecer diálogos sinceros con nosotros mismos? ¿Cómo escuchar a Dios si no sabemos escucharnos a nosotros mismos?

5.2. Contenidos de la Educación de la Interioridad Los contenidos a tener en cuenta serían: •El trabajo corporal: no se trata de reflexionar sobre nuestra corporalidad, sino de trabajar en ella y desde ella a través de diferentes técnicas. Uno de los aspectos que más nos interesarán será llegar al “silencio corporal” como camino que favorece el silenciamiento interior y la atención al presente, único tiempo existente, único tiempo en el que podemos escuchar a Dios. •La integración emocional: entramos en contacto con nuestras emociones, las nombramos y buscamos cauces para expresarlas de forma positiva, aprendiendo a integrar el mundo emocional en nuestra vida sin temerlo o sin ser sus esclavos. •La apertura a la trascendencia /Trascendencia: En este contexto se proponen formas de oración que integren la corporalidad y las emociones poniéndolas bajo la Luz de la Palabra, favoreciendo el encuentro personal entre la persona y Dios. Se trata de abrirse sincera y arriesgadamente a la acción de Dios en nosotros.

5.3. Metodología de la Educación de la Interioridad Al recordar el acontecimiento del éxodo de los israelitas señalábamos una serie de puntos. De todos ellos es necesario resaltar ahora uno: al pueblo de Israel le pasaron cosas y en lo que les pasó, se conoció y conoció a Dios. Por esta razón, la metodología de la Educación de la Interioridad debe ser eminentemente activa. Recordemos que por esta razón decimos que la Educación de la Interioridad puede ser definida también como la creación de espacios para la experiencia. Para favorecer esas experiencias que nos lleven a lo profundo, es necesario utilizar múltiples técnicas (relajación, dinámicas, juegos, visualización, gestos…) 7 que hagan referencia a los diferentes contenidos a trabajar. 7 Para una mayor información sobre técnicas que posibilitan la EI, ver: E. ANDRÉS, t, Madrid CCS, 2009, 27-43.

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6. LLAMADOS A RENOVAR NUESTRA PRÁXIS ECLESIAL La fidelidad al mensaje del Evangelio y por lo tanto también al ser humano nos anima a todos los cristianos a vivir en constante proceso de crecimiento y de renovación, porque el seguimiento a Jesucristo sólo se puede hacer si caminamos hacia delante, dando pasos nuevos día a día, renovando los que somos y lo que hacemos, con la vista puesta en el horizonte, en la plenitud del Reino de Dios. La renovación de nuestras comunidades depende en gran medida de la renovación de nuestra praxis eclesial 8. Para hacer viable dicha renovación es necesario confrontar evangélicamente lo que hacemos para dar continuidad a lo que hacemos bien, para quitar lo que ya no sirve, y para añadir acciones y estilos nuevos que respondan y se encarnen en la realidad eclesial y social que tenemos. En este sentido entendemos que la EI puede ser un camino clave en la renovación de las acciones que realizamos los cristianos en el mundo y en la Iglesia. Las distintas plataformas pastorales (parroquias, colegios, movimientos y comunidades) no pueden conformarse con lo que ya tenemos o con lo que ya hacemos, sino que todas ellas y los miembros que las conforman estamos llamados a vivir en una tensión evangélica que nos impulsa a renovar nuestra praxis para poder llegar lo más lejos que podamos en la evangelización. Para hacer posible esta renovación debemos tener en cuenta el contexto en el que nos movemos, los agentes con los que contamos y los destinatarios del momento presente. Porque sólo si partimos de la realidad con talante esperanzador podremos llegar a ella para transformarla en la dirección que nos marca la propuesta del Reino de Dios. Para poder mejorar algo, primero se debe identificar aquello que no funciona o que es verdaderamente mejorable. Una crítica sana a lo que hacemos es la única vía de acceso a mejoras serias para no poner simples “parches”. En dicha crítica también debemos saber reconocer todo aquello que favorece una auténtica evangelización.

8 Comúnmente hablamos de praxis pastoral cuando nos referimos al conjunto de las acciones de la Iglesia, pero es más correcto hablar de praxis eclesial, porque la pastoral sólo engloba una de las tres acciones del proceso evangelizador (acción misionera, catecumenal y pastoral).

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Es por esto que apuntamos algunos aspectos de nuestra praxis eclesial a corregir y otros que debemos mantener porque siguen siendo válidos. Somos conscientes de que se podrían añadir más, pero hemos optado por destacar aquellos que consideramos más significativos. Para facilitar la comprensión y estructuración de estas carencias y aciertos los hemos enmarcado en las tres acciones eclesiales (misionera, catecumenal y pastoral), aunque al igual que las tres etapas de la evangelización se entremezclan en muchos momentos, y lo que repercute directamente en una de las acciones eclesiales, lo hace indirectamente en los otros dos momentos de la evangelización.

6.1. Aciertos y carencias en la acción misionera La acción misionera es el primer paso en el proceso evangelizador y se dirige a los no creyentes y a cuantos viven religiosamente alejados o indiferentes. El objetivo de este momento de la evangelización es suscitar en la persona una actitud de búsqueda, de cultivo de la interioridad y exterioridad, de apertura a la trascendencia, de admiración hacia Jesucristo y de disponibilidad a su seguimiento. La acción misionera asume formas variadas: presencia, servicio, acogida, escucha, diálogo, testimonio, hasta llegar al anuncio explícito del Evangelio. Sin lugar a dudas es el ámbito en el que peor nos movemos y donde más tenemos que mejorar, especialmente en las parroquias, porque la acción catequética y la acción pastoral han acaparado gran parte de nuestra praxis eclesial. Basta con ver las iniciativas anuales que marcan la vida de una comunidad parroquial, para descubrir que la mayoría van dirigidas a niños y jóvenes que participan en procesos de iniciación cristiana, y a adultos que con mayor o menor implicación forman parte de la comunidad, sobretodo por medio de los sacramentos. Aciertos: •Participación activa del laicado en la acción misionera a través de movimientos, asociaciones y comunidades. •Testimonio de coherencia evangélica en la vida cotidiana de muchas laicas/os, religiosas/os y sacerdotes. •Compromiso solidario de muchos cristianos y comunidades. •Expresión social cristiana por medio de asociaciones eclesiales como Cáritas o Manos Unidas. 34


•Proyectos educativos y pastorales donde se cuida la dimensión misionera de la evangelización. •Iniciativas y espacios eclesiales con un marcado acento misionero. •Apertura a trabajar conjuntamente parroquias y colegios.

Carencias: •Falta salir al encuentro de la gente, ir a donde transcurre su vida para acercase a cada persona en sus circunstancias y para hacer visible una presencia cercana de la que pueda brotar una relación interpersonal donde crecemos juntos. •Mejorar la acogida y la escucha dentro y fuera de las plataformas pastorales. •Establecer conversaciones personalizadas y progresivas donde hablemos de corazón a corazón, en las que compartamos preguntas de profundización y busquemos juntos las respuestas para descifrar lo nuclear de la vida. •Favorecer experiencias, gestos y palabras que inviten a la interiorización, a la apertura hacia la transcendencia. Educar en el cultivo de la interioridad como camino privilegiado para el despertar religioso. •Comunidades eclesiales que apuesten con valentía y creatividad por la evangelización misionera. •Mayor colaboración con organizaciones no eclesiales en la defensa y promoción de los derechos humanos. •Presencia pública de los cristianos y expresión de la fe en la vida cotidiana. •Anuncio explícito y personalizado del Evangelio en los distintos ámbitos donde se desarrolla la vida de las personas (un primer anuncio que se centra y guía a las raíces de la fe cristiana).

6.2. Aciertos y carencias en la acción catequética El objetivo de la acción catequética es fundamentar y hacer madurar la adhesión a Jesucristo, que conlleva el desarrollo de una fe personalizada y la integración en la vida de la comunidad. El camino a recorrer para lograr dicho objetivo lo marcan los distintos procesos de iniciación cristiana que realizamos en las distintas plataformas pastorales, sobretodo en parroquias y colegios cristianos.

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Podemos describir el modelo de iniciación cristiana actual como un itinerario que sigue una lógica de proceso con propuestas por edades pero demasiado conceptual. Estaríamos en un modelo catecumenal que olvida la acción misionera lo cual conlleva que generalmente se abandone el proceso tras la recepción del sacramento. Aunque estemos convencidos de que ha terminado el modelo de cristiandad, lo seguimos reproduciendo en cuanto que la transmisión de la fe aún se hace por reproducción sociológica. Pareciera que el único fin de toda la iniciación cristiana fuera la recepción del sacramento, una vez recibido éste poco más se puede hacer. Aciertos: •Existe una carga de experiencia adquirida a través de los años de aplicación. •Gran compromiso de los/las catequistas. •Ofertas de otras experiencias además de la catequesis semanal. •Impulso de la Catequesis Familiar. •Centralidad de la persona de Jesús. •Educación en valores. Carencias: •Falta de adaptación y cambio atendiendo al proceso evolutivo de los niños, adolescentes y jóvenes en el momento actual. •Se transmiten conocimientos, pero no se hacen experiencias que despierten la sed de “algo más”. •Modelo más experiencial y vivencial que ayuda a madurar como cristiano desde lo vivido y no desde lo aprendido. •La catequesis en su metodología, se convierte en una prolongación de la escuela: pupitre y fichas. •Falta carácter misionero: acogida, acercamiento, diálogo, testimonio... •Se trata de un modelo de iniciación poco testimonial y comunitario. •Se deberían adecuar los procesos a las personas, a su evolución y momento real, más allá de su edad para recibir el sacramento. •Falta una apuesta clara y decidida por el acompañamiento personal en los procesos de iniciación cristiana.

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6.3. Aciertos y carencias en la acción pastoral La pastoral es la acción de todos los bautizados como seguidores de Jesús de Nazaret en una comunidad concreta, que disfruta de una sinergia con el resto de creyentes y comunidades, y que se extiende a toda la Iglesia y a toda la humanidad. La etapa pastoral educa de manera permanente en la fe y en la comunión. “Es el conocido ámbito de la acción “ad intra” de la comunidad eclesial, en el ejercicio de las tradicionales funciones: culto, celebraciones, sacramentos, predicación, catequesis, vida de comunidad, servicio de caridad, etc.” La acción pastoral, junto con la iniciación cristiana de niños, acapara un gran número de los proyectos, esfuerzos e iniciativas que realizamos las comunidades eclesiales, pero nos quedamos muchas veces en la superficie y no llegamos a una maduración permanente de la fe y vida de los cristianos y de la comunidad en su conjunto. Es por esto que descubrimos que el cultivo de la interioridad como camino de profundización es también un elemento clave y renovador a introducir en la acción pastoral.

Aciertos: •Importancia de la caridad/servicio en la vida de los cristianos y de las comunidades. •Pasos hacia una mayor corresponsabilidad del laicado en la Iglesia. •Una cuidada celebración de la fe, centrada en Jesucristo y su propuesta del Reino. •Mayor protagonismo de la Palabra de Dios en la vida de la comunidad. Carencias: •Mayor personalización de la fe a través de experiencias significativas de interiorización. •Dimensión comunitaria de la fe. Vida en comunión realizada y hecha visible en comunidades concretas, fraternas y abiertas al mundo, que experimentan la comunión como la fuente más profunda de la misión al mundo y de la evangelización activa. •Compromiso transformador, fruto de la interiorización de la fe cristiana, que se convierte en camino de crecimiento y coherencia evangélica.

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•Desarrollo de la espiritualidad, identidad y misión de los cristianos en la vida cotidiana. •Celebraciones de la fe más vivas y cargadas de la vida de las personas, que favorecen la experiencia de Dios. •Formación permanente con propuestas diversificadas según los ritmos de las personas. Profundización continúa en el misterio de Cristo y de su Evangelio. Precisamente por las carencias que constatamos en nuestros procesos de iniciación cristiana, pensamos que la EI puede aportar estrategias y claves de comprensión de la persona y de la fe que mejoren esos procesos, dotándolos de mayor hondura. Además, en cuanto a los aciertos, la EI puede potenciarlos aún más favoreciendo un nuevo paradigma de iniciación cristiana que responda a la realidad social y eclesial actual.

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7. EL PD, INDISPENSABLE PARA UN NUEVO PARADIGMA DE INICIACIÓN CRISTIANA HOY En nuestra diócesis nos hemos tomado muy en serio la reflexión en torno al documento de la AECA 9 “Hacia un nuevo paradigma de la iniciación cristiana”, pues bien, estamos convencidos de que la Educación de la Interioridad forma parte de ese nuevo paradigma. Ya hemos explicado en el apartado 2.1. las claves sociales que nos llevan a entender la urgencia del cultivo de la interioridad hoy. Así pues, el PD quiere ser la expresión de muchos de los aspectos de ese nuevo modelo de iniciación cristiana para niños, jóvenes y adultos que en el documento de la AECA quedan tan sólo mencionadas, citaremos algunas de ellas: -En lo que se refiere a la concepción del nuevo paradigma de iniciación: •La EI favorece lo que el documento nombra como el paso de la reproducción de un modelo a su recomposición. 10 •La EI ayuda a pasar de la repetición a la elaboración personalizada: El proceso de iniciación ha de entenderse, pues, como la tarea de acompañar en la búsqueda personalizada del descubrimiento, la experimentación y la asunción de la propia identidad cristiana. 11 -Respecto a los factores implicados para diseñar el nuevo paradigma12, la EI y en concreto el PD aplicado a nivel diocesano puede aportar mucho al fortalecimiento de los tres ejes que señala el documento: •Un nuevo rostro de comunidad cristiana. •Una nueva configuración del grupo de iniciandos. •Un nuevo perfil de catequista-animador.

9 ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CATEQUETAS (AECA), Hacia un nuevo paradigma de la iniciación cristiana, Madrid, PPC, 2008. 10 Cf. Hacia un nuevo paradigma de la iniciación cristiana, 35-36. 11 Hacia un nuevo paradigma de la iniciación cristiana, 36. 12 Cf. Hacia un nuevo paradigma de la iniciación cristiana, 36-37.

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-El PD se enclava claramente en la opción por una pedagogía iniciática y el acompañamiento. 13

-El documento señala algunos empeños y transformaciones y apunta hacia una catequesis con infraestructura humano-espiritual 14, en ese sentido afirma que la catequesis ha de abordar una serie de tareas que recaen de lleno en los objetivos, contenidos y metodología propias de la EI: •Cultivar la interioridad. •Provocar y despertar preguntas. •Vivir determinadas experiencias. •La apertura a la trascendencia. Nosotros englobamos los tres últimos puntos (provocar y despertar preguntas, vivir determinadas experiencias y la apertura a la trascendencia) en el cultivo de la interioridad. Precisamente el PD quiere ser un proyecto de EI aplicado al ámbito diocesano que trabaje de tal manera que haga que los niños, adolescentes, jóvenes y adultos se hagan preguntas, vivan determinadas experiencias y se abran más y más al trascendente.

7.1. Provocar y despertar preguntas Los cristianos, en una sociedad que evita plantearse las grandes cuestiones que son ignoradas ante el gran ritmo de vida trepidante que se ha impuesto en la cotidianidad, debemos suscitar preguntas y mostrar con nuestro testimonio coherente que la vida es mucho más de lo que percibimos a primera vista. Quien desea respuestas es porque está en búsqueda de claridades y de superación, ya que como ser de futuros, el hombre está asediado de dudas, de pequeñas y grandes perplejidades. Está siempre urgido por incógnitas que despejar, por horizontes que desvelar. Y como ser de futuros también tendrá más preguntas que respuestas posibles. Por eso más relevante que las respuestas, es la capacidad o la profundidad de la pregunta. Preguntar, preguntarse es una incitación a crearse, a revisarse, a sumirse en la hermosa y dura tarea de ser persona feliz. 15 13 Cf. Hacia un nuevo paradigma de la iniciación cristiana, 39-40. 14 Cf. Hacia un nuevo paradigma de la iniciación cristiana, 47-48. 15 Cf. R. CAMOZZI, Aproximaciones al hombre. Síntesis filosófica-antropológica, Madrid, CCS, 1997, 254-256. 40


Hoy día un verdadero reto de la iniciación cristiana es desarrollar en las personas la capacidad de hacer silencio, de contemplar, de conocer la propia interioridad, de reflexionar, porque todo ello suscitará preguntas que les ayuden a profundizar en su vida y a descubrir en ella la presencia amorosa de Dios. Si Dios no se presenta “en vivo y en directo” ante nuestros ojos, la pregunta por él sólo puede surgir de la confrontación con la propia realidad. Es la propia vida y sus acontecimientos la que provoca interrogantes sobre su sentido. La relación de cada persona consigo misma, con los demás y con el mundo plantea numerosos interrogantes que pueden ser una puerta abierta a la experiencia religiosa. 16 Las preguntas bien hechas nos posibilitan experimentar de modo más profundo a nosotros mismos, a los demás y al mundo. Y este encuentro profundo con los que somos y con lo que nos rodea nos abre a la experiencia de Dios. Hacerse preguntas es el camino para profundizar en las experiencias y abrirse a la posibilidad de la trascendencia. Una vez intuida la posibilidad de la presencia de Dios en las experiencias humanas, entra la posibilidad de dar un salto de confianza para experimentar a Dios y entrar en comunicación con él. Este salto, que da comienzo a la fe, es don de Dios que necesita ser acogido libremente por la persona.

7.2. Vivir determinadas experiencias Otra de las estrategias a seguir en la iniciación cristiana consiste en hacer propuestas a través de un proceso que es típico de la lógica educativa: haciendo hacer experiencias que ayuden a crecer. Cuando una propuesta es ofrecida a través de la experiencia 17, ésta se carga de significatividad porque logra tocar de lleno las cuerdas de la existencia.

16 Cf. J. GÓMEZ, Jóvenes sin preguntas religiosas: una cuestión de teocomunicaciones, en INSTITUTO SUPERIOR DE PASTORAL, UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE SALAMANCA, La Iglesia y los jóvenes a las puertas del siglo XXI. XII Semana de Estudios de Teología Pastoral, Estella, Verbo Divino, 2002, 120-121. 17 El término experiencia indica un proceso que cubre toda la existencia humana. Surge de la conciencia de deseos y tendencias en una situación concreta y nos indica un recorrido complejo a través del cual una persona se sitúa de frente al mundo y a los otros y los guarda en su universo interior. Hacer experiencia implica activar dinamismos cognitivos, emotivos, motivacionales, operativos, sociales, culturales, que son inseparables entre si. Cf. M. MIDALI, L’esperienza religiosa e la sua maturazione, en ISTITUTO DI TEOLOGIA PASTORALE, UNIVERSITÀ PONTIFICIA SALESIANA, Pastorale Giovanile. Sfide, propettive ed esperienze, Leumann, Elledici, 2003, 184.

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La fuerza comunicativa, evocada por las experiencias, empuja espontáneamente hacia decisiones comprometidas que hacen crecer a la persona en todas sus dimensiones, lo cual favorece la escucha y acogida del Evangelio. Agrupadas todas las experiencias, con sus acciones y reacciones, plasman el modo de ser, de sentir, de actuar, de auto-comprenderse y de proyectarse de la persona. Así entendida, la experiencia asume el carácter de horizonte, es decir, de perspectiva global con la que se relaciona con todo lo que es diferente de uno mismo, y el carácter de fuente energética y luminosa, que por caminos no siempre conocidos, guía a la persona en su caminar cotidiano. 18 Una de las claves de la EI es que nos pasen cosas que sacan a la luz nuestra riqueza interior para ver con más claridad lo exterior. La interioridad se cultiva no desde la teoría, sino a través de experiencias que ayuden a conocerse, a cuestionarse, a profundizar en lo que somos y vivimos, a poner nombre nuestros sentimientos, a entrar en uno mismo y a ir más allá.

7.3. La apertura a la trascendencia La apertura a la trascendencia se puede producir de muy diversos modos: en una situación de alegría, cuando nos sentimos felices; en una situación de tristeza, cuando sufrimos y vivimos sin esperanza; en una situación de amor, cuando somos aceptados y queridos incondicionalmente; en la situación de consuelo, cuando alguien nos acompaña y sostiene. Todas estas situaciones que conforman nuestra vida cotidiana son sin duda lugar apropiado para descubrir a Dios y comunicarnos con Él. Las cosas sencillas de la vida: los encuentros, los interrogantes, las personas que pasan por nuestra vida de manea significativa, lo que nos pasa, las opciones que tomamos, las que dejamos de tomar porque nos da miedo, la muerte, la vida, todo es posibilidad de encuentro con Dios, pero para posibilitar dicho encuentro necesitamos abrirnos a su presencia y dejarnos desbordar por ella. Descubrimos y experimentamos a Dios si miramos con atención a todo lo que ocurre en nosotros mismos y a nuestro alrededor, conscientes de que todo encierra las huellas y señales de su presencia. 18 Cf. MIDALI, L’esperienza religiosa e la sua maturazione, 185-186.

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A la iniciativa de Dios que llama, responde nuestra capacidad de prestar atención en tensión total hacia este acontecimiento: “mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20). Se trata de estar atentos para abrir la puerta, postrarse junto al visitante y sentarse juntos a la mesa del banquete. 19 Dios nos revela alguna cosa de sí y nos habla de su proyecto de amor, utilizando palabras y experiencias de nuestra existencia. Por lo tanto, si Dios se comunica al ser humano a través de experiencias humanas, “llenas de su presencia”, la interiorización de nuestras propias experiencias son un camino privilegiado de apertura a la trascendencia y a la relación con el trascendente. La trascendencia se descubre en el corazón de la experiencia. Partiendo de la experiencia interior, generada a través de ejercicios sencillos de iniciación a la meditación, se intenta conducir hacia el planteamiento de las cuestiones fundamentales de la condición humana y abrir a la presencia de Dios, que habita oculto en nuestro interior. “Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6,6).

19 Cf. L. ARRIETA, Itinerarios en la formación. Pistas para el camino del seguimiento de Jesús, Vitoria-Gasteiz, Frontera, 2007, 16.

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8. APORTACIONES DE LA EI A LOS PROCESOS DE INICIACIÓN CRISTIANA Vivimos momentos de debilidad y de dificultad para iniciar a la fe y vida cristiana, pero también descubrimos que hoy es un tiempo lleno de oportunidades y de posibilidades para renovar la iniciación cristiana en fidelidad a los destinatarios y al Evangelio. De nada sirve lamentarse o mirar con añoranza el pasado, porque sólo si caminamos hacia adelante podremos proponer la fe e iniciar a la vida cristiana a los adultos, jóvenes y niños del momento presente. El Proyecto Debir quiere ser en nuestra Diócesis un dinamismo de renovación de los procesos de iniciación cristiana. La EI para ayudarnos a caminar hacia un nuevo paradigma de la iniciación cristiana se tiene que vivir en nuestras comunidades como un eje transversal en los procesos de educación cristiana, para provocar y despertar preguntas, para vivir determinadas experiencias humanas y creyentes, que favorezcan la apertura a la trascendencia. Una de las claves en el nuevo paradigma de la iniciación cristiana es la catequesis de experimentación. La fe crece y se afianza en la vida de las personas no por lo que nos cuentan otros, sino por lo que experimentamos en primera persona, ya sea solos o con otros. Al respecto descubrimos la EI como un camino educativo y evangelizador que favorece el protagonismo de lo vivencial en los procesos de iniciación cristiana. Los tres contenidos de la EI (trabajo corporal, integración emocional y apertura a la trascendencia y al Trascendente) deberán ser adaptados a la edad de los destinatarios y al momento vital y religioso en que se encuentran. Para no perdernos en el camino cada comunidad necesita diseñar, partiendo de su realidad, un proyecto de EI con objetivos, etapas y medios claros, integrado en el proceso de la iniciación cristiana. Para ser posible la puesta en práctica de dicho proyecto de EI, éste deberá contener un programa de contenidos y experiencias de una nueva catequesis iniciática.

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Las franjas de edad de las que partimos son las siguientes: •Niños (de 6 a 10 años) •Preadolescentes (de 11 a 13 años) •Adolescentes (de 14 a 18 años) •Jóvenes (de 19 a 30 años) •Adultos (de 30 en adelante) Lo que se propone para cada franja de edad son las claves a tener en cuenta en un proceso continuado, pero se deberá atender a la realidad de cada grupo porque actualmente es difícil pensar en procesos continuados, con un principio y un final acotados. Las personas aparecen y desaparecen de los grupos continuamente. Por ello cuando hablemos de profundización o de afianzamientos de contenidos y técnicas, deberemos tener en cuenta la multiplicidad de realidades dentro de los grupos: personas que se insertan en una fase del proceso tras años fuera de él, personas que no han hecho ningún proceso, etc.

8.1. La EI en los procesos de iniciación cristiana de niños Las experiencias de EI deben servir en la iniciación cristiana de niños para tomar contacto, iniciar y asentar unas primeras bases del cultivo de la interioridad. El trabajo corporal tendrá un papel protagonista, conscientes de que la EI es integral y que persigue en todo momento no sólo el trabajo corporal, sino también la integración emocional y la apertura a la trascendencia. Las distintas actividades de interioridad que realicemos con los niños serán breves, porque todavía su capacidad de relajación y de hacer silencio están en sus primeras fases de construcción, pero bien aplicadas servirán para facilitar el despertar religioso, la relación con Jesús y la celebración compartida de la fe. Es un primer nivel de EI, donde damos sencillos y pequeños pasos, pero de gran importancia porque sólo podemos llegar a la cumbre si damos los primeros pasos. Cuando más tarde se empiece a trabajar la interioridad, más costoso será asentar en la persona adulta el cultivo y maduración de su interioridad.

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* Claves referenciales para la EI de niños - Iniciar al trabajo corporal como estímulo para descubrir, conocer y


valorar nuestro cuerpo, y para introducirles en un descubrimiento no competitivo de sus capacidades, mediante tres actividades corporales: la conciencia corporal 20, la respiración 21 y la relajación 22. - Trabajar el gusto y la necesidad del silencio a través de la respiración y la relajación. - Potenciar en los niños la sensibilidad al mensaje evangélico y a la relación con Jesús a través de experiencias de disfrute como el baile, el teatro, el juego imaginativo, el trabajo de la voz, las visualizaciones, los cuentos, la narración Bíblica, la música, las canciones y la pintura. - El juego como medio educativo de interiorización y de relación con los demás. - Servirse de la música para abrir canales de comunicación con nosotros mismos, con los demás y con Dios. - Desarrollar la creatividad como modo de expresión de la experiencia interior. - Iniciar a la oración (abrirse a la relación cercana y a la comunicación espontánea con Dios).

8.2. La EI en los procesos de iniciación cristiana de pre-adolescentes En esta etapa la EI se realiza dando continuidad al trabajo corporal, que tanto peso ha tenido en la iniciación cristiana de niños, y se introducen actividades que favorecen la integración emocional, porque su momento vital facilita su ejercicio y desarrollo. En esta edad los talleres de interioridad son una herramienta válida tanto para el autoconocimiento como para formar grupo y promover la integración del individuo dentro del mismo. Además de realizar actividades de interiorización dentro del ritmo de reuniones, es importante aprovechar el marco de una convivencia de fin de semana o un campamento para cultivar la interioridad con talleres y actividades de mayor duración. 20 La conciencia corporal es la capacidad de ser conscientes de nuestro estado corporal y para ello es necesario focalizar la mente en las sensaciones corporales que percibe. 21 La respiración es un camino de interiorización. A medida que tu respiración va haciéndose lenta y rítmica, tu cuerpo experimentará una paz y una quietud más profundas que favorecen la relación con la trascendencia. 22 La palabra relajación proviene del verbo latino relaxare, que significa aflojar, soltar, liberar, descansar. La relajación constituye la disposición interior necesaria para que el misterio se nos desvele.

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* Claves para la EI de pre-adolescentes - Dar continuidad al trabajo corporal. - Introducir la integración emocional. Identificar sentimientos y emociones. - Expresar sensaciones con creatividad. - Potenciar la admiración de lo que nos rodea. - Importancia del grupo como espacio educativo. - Dinámicas de grupo para consolidar el grupo, para favorecer la integración, para crecer en confianza y comunicación, y para enriquecernos mutuamente al compartir nuestra interioridad. - Desarrollar la empatía. - Visualización como herramienta pedagógica de interiorización para desarrollar la integración emocional y la apertura a la trascendencia.

8.3. La EI en los procesos de iniciación cristiana de adolescentes En el trabajo con adolescentes y jóvenes, que participan en procesos de iniciación cristiana, la EI pasa de ser de introducción a ser de afianzamiento. En muchos aspectos de la EI tendremos de nuevo que asentar las bases porque el adolescente está en una etapa en la que necesita descubrirse a sí mismo e ir construyendo su identidad. A este respecto el cultivo de la interioridad le ayudará a conocerse y a ir definiendo su identidad desde una escucha amable y profunda de sí mismo y en confrontación positiva con los demás, con Jesús y con la propuesta de vida que hace el Evangelio. Es una edad muy propicia para realizar convivencias-retiros de dos o más días donde profundizar en la relación con uno mismo, con los demás y con Dios.

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* Claves para la EI de adolescentes - Afianzar el trabajo corporal y la integración emocional para potenciar el equilibrio físico y psíquico, y unificar a la persona en su dimensión exterior e interior. - Iniciar a la relajación (aprender a parar, a descansar, a dejarse llevar, a hacer silencio) - Cultivar una interioridad que nos mueva al compromiso. - Leer la realidad desde un plano más allá de lo anecdótico.


- Explorar sobre el sentido de la vida. - Dinámicas de grupo para propiciar experiencias que movilicen al pre- adolescente en el plano humano y espiritual. - Integrar el silencio en la vida cotidiana, de manera que puedan abrirse al otro y a la trascendencia. - Aprender procesos de silenciamiento y escucha. - Iniciar a prácticas de meditación como camino para entrar en uno mismo y abrirse a la experiencia de Dios. - Importancia del acompañamiento personal donde el joven se sienta escuchado y acogido, y así posibilitar una comunicación interpersonal que le ayude a hacerse preguntas, a interiorizar lo vivido y a disponerse a la apertura y relación con la trascendencia que habita en nuestro interior y nos desborda.

8.4. La EI en los procesos de iniciación cristiana de jóvenes La experiencia/meditación personal, junto con la experiencia/meditación compartida y el acompañamiento personal ayudarán al joven a descubrir su proyecto de vida y a definir el papel que juegan en él Jesucristo y el Reino de Dios.

*Claves para la EI de jóvenes - Ahondar en la vida de oración (tanto personal como comunitaria) entendiendo ésta como la fuente imprescindible del crecimiento interior y abriéndose a la dimensión teologal de la fe. - Ayudar a los jóvenes a descubrir su vida cotidiana como lugar de la experiencia de Dios. Favorecer que las cosas sencillas de la vida sean acogidas y vividas como lugar de encuentro con Dios. - Propuestas de acción social como concreción de un posicionamiento ético que nace de la interiorización de la fe. - Generar espacios y ofrecer el acompañamiento necesario para integrar toda la experiencia y las claves recibidas en el proceso de iniciación dentro de un proyecto de vida cristiano.

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8.5. La EI en los procesos de iniciación cristiana de adultos El objetivo final de la iniciación cristiana (fundamentar, madurar y vivenciar, a nivel personal y comunitario, la adhesión a Jesucristo) se consigue en la edad adulta, por lo que debemos apostar con convicción y creatividad por procesos diversificados de iniciación cristiana de adultos. Conscientes de las dificultades que tenemos para poner en marcha procesos grupales de adultos al estilo de lo que hacemos con niños y jóvenes, tenemos que proponer procesos con ritmos adaptados al ajetreo diario de los adultos. Parte fundamental de estos procesos serán algunas experiencias fuertes de interiorización que favorecen la formación, celebración y vivencia de la fe cristiana. Esta propuesta debe ir acompañada de acompañamiento personal y de una iniciación cristiana más personalizada, pero sin descuidar momentos comunitarios que completan la maduración de la fe y la integración en la comunidad. 50

* Claves para la EI de adultos - Descubrir la EI como camino experiencial y formativo. - Buscar la unificación de las dimensiones de la persona mediante el desarrollo de los tres contenidos de la EI: trabajo corporal, integración emocional y apertura a la trascendencia. - Adaptar a las personas adultas las distintas técnicas de EI (conciencia corporal, respiración, relajación, visualización, expresión artística, dinámicas, silenciación, meditación, lectura de textos…). - Pasar de un proceso de larga duración y secuenciados con contenidos catequéticos a otros que no sean tan programados, más esporádicos, más vivenciales, más celebrados… - Dar mayor importancia al individuo que al grupo. - Asignar un papel fundamental dentro de la iniciación cristiana de adultos al acompañamiento personal. - Cultivar la interioridad mediante el desarrollo de tres tareas que apuntan y nos encaminan a un nuevo modelo de iniciación cristiana: provocar y despertar preguntas; vivir determinadas experiencias y apertura a la trascendencia. - Desarrollar una identidad cristiana abierta al diálogo con el mundo y comprometida a favor de la humanización. - Potenciar encuentros comunitarios donde la experiencia de interiorización sea protagonista. - Integrar la EI en la vida de comunidad (talleres, encuentros,


celebraciones, oraciones, retiros, tiempos fuertes litúrgicos…) con experiencias compartidas de interiorización, donde también participan los adultos que se están iniciando a la fe.

8.6. La EI en la Catequesis Familiar En la reflexión previa hemos diferenciado la iniciación cristiana en cinco fases dependiendo de la edad de los destinatarios (niños, pre-adolescentes, adolescentes y jóvenes, y adultos). En todas ellas la implicación e integración de la familia en el proceso de iniciación cristiana es fundamental, porque sólo asumimos realmente lo que vivimos en familia. La participación de la familia en los procesos de iniciación cristiana puede realizarse de un modo menos explícito y comprometido en los procesos donde es la comunidad la que catequiza a través de los catequistas/ monitores, o de otro modo mucho más implicado en la Catequesis Familiar donde el peso de la iniciación cristiana lo asume la familia. Este modelo de Catequesis Familiar ya está implantado en muchas comunidades de nuestra Diócesis, y con sus luces y sombras creemos que nos abre un camino educativo y evangelizador válido no sólo para los más pequeños de la familia, sino para toda la familia. La familia es el lugar ideal e indispensable para proporcionar la primera experiencia, existencial y afectivamente intensa, que subyace a toda educación. Las familias poseen las condiciones de base para una verdadera acción educativa, humana y cristiana, aunque para que salgan a la luz las capacidades educativas y evangelizadoras de la familia hace falta que los padres en primer lugar, junto con los hijos, cultiven la interioridad a través del triple camino de provocar preguntas, vivir determinadas experiencias y apertura a la trascendencia. La inclusión trasversal de la EI en la Catequesis Familiar también es clave para no quedarnos en el aprendizaje de conceptos, sino ayudar a crecer como personas y cristianos a través de experiencias de interioridad.

* Claves para la EI de la familia - Impulsar experiencias de EI para la familia, con momentos específicos y adaptados a cada edad, y con momentos intergeneracionales donde todos dan y reciben. - Integrar todas las claves propuestas en los puntos anteriores para la EI de niños, pre-adolescentes, adolescentes, jóvenes y adultos en los itinerarios de Catequesis Familiar 51


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9. APORTACIONES DE LA EI A COMUNIDADES, MOVIMIENTOS Y GRUPOS DE REFERENCIA 23 Las comunidades, movimientos y grupos de referencia han de poner su máximo empeño en interiorizar la novedad y la radicalidad del acontecimiento emergente en la Buena Noticia. El Evangelio de Jesús nos presenta un proyecto de vida que configura el corazón. Pero ocurre que muy fácilmente pasamos de seguir a Jesús a seguir nuestros propios caminos: de entregarnos al Reino, a montar nuestros pequeños feudos y nuestros sistemas de seguridad… Por eso, cada cierto tiempo, conviene que el creyente haga una alto en el camino y se pregunte: “¿Yo, en realidad, de qué voy?”24 Es necesario interiorizar la experiencia de la fe. Auscultando nuestros deseos, tendencias, aspiraciones, nos abrimos a los planteamientos, actitudes y opciones del Reino, manifestado en la persona de Jesús. La fe es una respuesta interior a una oferta que configura el ser y el vivir de la persona en su globalidad. Es una opción de sentido, de amor, de compromiso. Nace de la experiencia personal y comunitaria de la iniciativa amorosa y liberadora de Dios en nuestra historia. Y enamorados de Jesucristo, vivimos en una comunión que es fraternidad y servicio de fermento fecundo para el mundo. Los dinamismos de la interioridad Así como para poder sembrar con esperanza hay que roturar y abonar el terreno, para poder adherirse al Evangelio de Jesús, la persona ha de ser sujeto capaz de Evangelio. Y para ello, hemos de apostar por una cultura de la interioridad. Una cultura que recupere al ser humano interior y su capacidad para reflexionar, discernir, amar y optar en libertad personal y en solidaridad comprometida. Apostar por una cultura de la interioridad no significa intimismo ni marginación insolidaria. Todo lo contrario. Sólo la persona entrañable será capaz de asumir respuestas y compromisos. 23 Cf. J. L. PÉREZ ÁLVAREZ, Interioridad y pastoral, en AA. VV., La interioridad: un paradigma emergente, Madrid, PPC, 2004, 69-86. 24 J. M. MARTÍNEZ DE ILARDUIA, El Proyecto Personal como voluntad de autenticidad, Vitoria-Gasteiz, Frontera, 1998, 56.

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Favorecer la cultura de la experiencia Se interioriza aquello que se induce desde la experiencia. Una experiencia que despierta en nosotros la capacidad de interrogarnos, la necesidad de encontrar respuesta y la inquietud por abrirnos a las propuestas. No todo lo que se experimenta se convierte en experiencia. La diferencia entre experimento y experiencia radica en la interiorización de lo vivido. Experiencia es aquella realidad de encuentro, relación y actividad que suscita en nuestro interior sentimientos, actitudes y valores nuevos. La experiencia personal y compartida es medio y camino para suscitar un proceso abierto a la concienciación, a la comunicación, a la interiorización de la Palabra, al compromiso en la vida y a la celebración significativa. Inserción comunitaria Se puede intuir que la vivencia de la interioridad y sus dinamismos no son posibles sin una adecuada inserción comunitaria. Los dinamismos de la interioridad, que configuran el corazón de la persona, son la fuente de la propia identidad. Pero también, necesitamos ser reconocidos socialmente en nuestra verdadera y profunda identidad. Es decir, identidad y pertenencia son dos realidades percibidas simultáneamente. Una y otra se consolidan. Por ello, la profunda pertenencia a la comunidad creyente es fundamental para el crecimiento en la interiorización de la fe y del amor comprometido. La comunidad cristiana está formada por personas que interiorizan permanentemente el acontecimiento del Reino. Personas abiertas al Espíritu y a la Palabra, que practican la oración como encuentro con el Padre y en búsqueda constante de su voluntad. Al mismo tiempo, la comunidad, el movimiento o el grupo de referencia aportan a sus miembros las raíces de la interioridad creyente cultivando la memoria, estimulando el sentido y fomentando la esperanza. Recuperan en sus miembros la memoria de la Palabra vivida y encarnada en el pasado, ayudándoles a reconocer y valorar la tradición apostólica recibida, a descubrir las urgencias de la Palabra en el presente como proyecto de vida y compromiso en la acción, a incorporarse a la esperanza activa en un futuro más justo y solidario.

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Compromiso solidario - Servicio La verdadera comunión impulsa a las comunidades, a los movimientos y a los grupos de referencia a trabajar por una humanidad más solidaria y justa. La solidaridad activa es la manifestación más significativa de la interioridad, porque en ella la persona se sitúa precisamente en cuanto a ser “dotado de sentido, abierto a la trascendencia, necesitado de configurar su entorno, ordenado al prójimo como un tú en libertad, capaz de hacer de cualquier medio expresión de su mundo interior” 25. La solidaridad es el ámbito de confluencia entre cultura y Evangelio. La solidaridad está al servicio de la justicia; y la justicia del Reino es el motor interior de toda acción comunitaria. Buscar la justicia es el objetivo fundamental. El resto son añadiduras. De esta vivencia interior y desde la solidaridad en el compromiso, asumimos las opciones éticas fundamentales. Así pues, la dialéctica entre vivencia de la interioridad y pertenencia comunitaria nos ha de impulsar a ser fermento de convivencia y de solidaridad en la comunidad humana.

* Claves para la EI en Comunidades, Movimientos y Grupos de Referencia - Redescubrir la EI como un camino personal donde vivir experiencias, que suscitan en nuestro interior sentimientos, actitudes y valores nuevos. - Descubrir la EI como un camino de relación y encuentro, abierto a la concienciación, a la comunicación, a la interiorización de la Palabra, al compromiso en la vida y a la celebración significativa. - Integrar la EI en la vida de la comunidad, del movimiento o del grupo, potenciando encuentros donde la experiencia de interiorización sea protagonista, mediante el desarrollo del trabajo corporal, la integración emocional y la apertura a la trascendencia.

25 O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Instrumentos de análisis y cambio social, en “Eje Cultural” 14 (1988) 46, en AA.VV., La interioridad: un paradigma emergente, Madrid, PPC, 2004, 85.

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- En los encuentros, oraciones y celebraciones comunitarias o de grupo, utilizar las distintas técnicas de la EI, tales como: conciencia corporal, respiración, relajación, visualización, silencio, meditación, etc. - Vivir los procesos de discernimiento y de elaboración de los proyectos o planes de vida personales, comunitarios o de grupo, desde la interioridad creyente, el silencio y abiertos al Espíritu y a la Palabra, practicando la oración como encuentro con el Padre y en búsqueda constante de su voluntad. - Favorecer talleres, encuentros, celebraciones, oraciones, retiros,... abiertos a otras personas, comunidades o grupos, que posibiliten experiencias compartidas de interiorización, que impulsen a ser fermento de convivencia y de compromiso solidario.


10. LA EI EN EL ÁMBITO DIOCESANO SE SUMA AL CAMINO YA EMPRENDIDO EN LOS CENTROS EDUCATIVOS CRISTIANOS En los últimos años, un gran número de centros educativos cristianos han puesto en marcha procesos de formación de sus profesores en vistas a elaborar proyectos de EI aplicados en las aulas. Se está gestando, en este sentido, un estilo educativo que tiene en cuenta todo lo que proviene de la aportación de la EI. Creemos muy importante establecer vías de comunicación fluidas entre los colegios y las parroquias, para enriquecerse mutuamente en estos primeros pasos de trabajo en torno a la EI. Nos parece esencial que la EI sea un eje transversal, es decir, que los objetivos, contenidos y metodología que le son propios, estén presentes en nuestras dinámicas educativo-pastorales. Para que así sea, es indispensable potenciar y facilitar espacios donde compartir las experiencias realizadas, donde recibir una formación común y evaluar juntos la marcha del Proyecto. La aportación de todos y de cada uno, desde nuestras diferentes realidades será una fuente de enriquecimiento mutuo. De esta manera creemos que nuestros niños, adolescentes y jóvenes podrán participar de una pedagogía común que favorezca su crecimiento interior tanto en el colegio, como en la parroquia, como en los diferentes movimientos. Por supuesto teniendo en cuenta las peculiaridades propias de cada realidad: el colegio tiene unos tiempos y unos lenguajes diferentes de los de la parroquia o el movimiento y viceversa. Para ello será imprescindible crear y mantener redes de contacto: -Dos encuentros al año entre los coordinadores/as de los proyectos de Interioridad de los centros educativos que estén implementando proyectos de EI y el equipo de Interioridad de la Diócesis. En un primer encuentro se priorizaría el conocimiento de las claves de cada proyecto, comprobando los puntos comunes con el Proyecto Debir y compartir las experiencias que se están llevando a cabo. -En un segundo encuentro y en los encuentros sucesivos, se irían perfilando propuestas concretas que nos ayuden a avanzar en los proyectos de EI tanto en los centros educativos como en las parroquias y movimientos, impulsando así la complementariedad entre unos y otros.

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Todos los encuentros tendrían como objetivo favorecer el enriquecimiento mutuo entre los diferentes Proyectos respetando la idiosincrasia propia de cada centro educativo pero potenciando también una visión común y unificada de los elementos claves de la EI, reconociendo la peculiaridad de su aplicación cuando se realiza en el contexto escolar o cuando se realiza en clave de enriquecimiento de los procesos de fe.

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11. LÍNEAS ESTRATÉGICAS DEL PROYECTO DEBIR El Proyecto Debir sólo será realizable si nos adentramos en un camino abierto lleno de posibilidades en el que nos dejamos guiar por unas líneas estratégicas que nos muestran la dirección a seguir con pasos concretos. Vivimos una época de fuerte fragmentación y complejidad en la sociedad occidental, por lo que para educar y evangelizar necesitamos tener claras nuestras prioridades y ponernos en camino en coherencia con dichas prioridades. Es por esto que apostamos por elaborar perspectivas de futuro mediante líneas estratégicas, es decir, indicaciones de prioridad, de dirección, de estilo y de secuencias que hacen posible la concreción de la EI con intervenciones diferenciadas según el contexto.

11.1. Camino experiencial Posibilitar a nivel diocesano retiros, talleres de interioridad, celebraciones, es decir, momentos concretos en los que podamos alimentar nuestra fe utilizando la metodología de la EI. Serán en ocasiones propuestas abiertas a todas las edades y en otros momentos estas experiencias se ofertarán a edades concretas (niños, jóvenes o adultos).

11.2. Procesos formativos necesarios La aplicación del PD precisa, tras ser conocido el Proyecto, de un momento formativo intenso. Este proceso formativo se concretaría en cursos de diversa duración para favorecer el mayor número de asistentes, y de una amplia oferta formativa de iniciación y de profundización, con cursos en horario asequible para catequistas y acompañantes de niños, adolescentes y jóvenes de las distintas plataformas pastorales, y con cursos en horario asequible para profesores.

- Cursos monográficos básicos (de un día o fin de semana), tanto dirigidos a centros educativos como cursos con temática específica para aplicar la EI en los procesos de iniciación cristiana. - Cursos de iniciación (varios días entre semana o varios fines de semana). 59


- Cursos de profundización para formar especialistas. En la medida que se formen, se irán haciendo cursos por niveles y podríamos pensar en la creación de un equipo de formadores que puedan dar ellos mismos cursos de educación de la interioridad a distintos niveles.

11.3. Concreción y contextualización del PD El PD se juega su viabilidad en la concreción de experiencias de EI en las distintas plataformas educativas y pastorales de la Diócesis. - En Zonas pastorales (urbanas y rurales). - En Centros Educativos. - En Parroquias. - En Movimientos Proponemos tres etapas en la puesta en marcha del PD: 1º Formación - Dar conocer el PD. - Cursos de iniciación para educadores y agentes de pastoral. 2º Puesta en marcha - Cursos de profundización para formar especialistas. - Iniciar experiencias en distintas plataformas pastorales. 3º Concreción - Iniciar procesos de EI. - Integrar la EI en la vida de la comunidad. La evaluación de las diferentes fases es imprescindible y tiene que ser continuada.

11.4. La importancia de los espacios Para poder aplicar la multiplicidad de técnicas que configuran la metodología de la EI, es necesario disponer de espacios idóneos para ello, idóneos en cuanto a dimensiones, ubicación y también en cuanto a una estética que ayude y acompañe a la metodología.

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Realizar la EI en un espacio acogedor y cálido, con un buen equipo de sonido y con buena iluminación, donde poder tumbarnos y movernos con espontaneidad, nos facilita enormemente experimentar los distintos ejercicios de relajación, de conciencia corporal, de integración de emociones, de oración personal y compartida, y de este modo adentrarnos en la interioridad. En resumen, crear en la Diócesis espacios que se identifiquen con un nuevo estilo de acceso a la trascendencia. 11.5. Animar y coordinar las líneas estratégicas del PD a través del Equipo Diocesano de Interioridad La realización del PD es impulsada por un Equipo Diocesano de Interioridad. Competencias de este Equipo son: •Trabajar y conocer el PD. •Formarse convenientemente en la metodología de la EI. •Reflexionar y hacer propuestas concretas en vistas a introducir la EI en los procesos de iniciación cristiana con niños, jóvenes y adultos. •Dar a conocer el PD (centros educativos, parroquias, movimientos…) •Impulsar y ayudar a iniciar la concreción del PD. •Evaluar el PD y apuntar los nuevos pasos a dar. Estamos convencidos de que con este proyecto respondemos a una necesidad de nuestra iglesia diocesana. Nos hemos hecho eco de muchas peticiones y demandas que apuntaban hacia una renovación de los procesos de iniciación cristiana y a una mayor hondura en la vivencia de la fe. Por encima de todo, el PD nace lleno de ilusión, de esperanza, de ganas de mejorar nuestra vida cristiana y la tarea evangelizadora de la Iglesia. Sabemos que, como todo proyecto, adolecerá de algunas cosas, quizá acentúe en exceso otras, pero sobretodo quiere ser una herramienta útil para quienes viven cada día el reto de la evangelización en el siglo XXI. Os animamos a hacer vuestro este proyecto viviendo vosotros y nosotros desde lo más profundo de nuestro ser, allí donde somos habitados por Dios.

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Anexo: Camino de concreción y contextualización del PD Apuntamos 9 pasos para avanzar en la realización de experiencias de EI. Este camino está abierto a nuevos pasos y a cambios que se irán viendo a medida que evaluemos la marcha del proyecto.

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1. Equipo Diocesano de EI propone e impulsa la aplicación del PD en algunas plataformas pastorales.

2. Iniciar una formación básica.

3. Experimentar talleres, retiros y otras propuestas de EI.

4. Formar Equipo Local de EI.

5. Definir un PD contextualizado (apoyado por el Equipo Diocesano).

6. Habilitar espacios y materiales para experimentación.

7. Formar especialistas de la EI.

8. Integrar la EI en un nuevo modelo de iniciación cristiana.

9. Integrar la EI en la vida de la comunidad.


12. BIBLIOGRAFÍA ANDRÉS E., La Educación de la Interioridad: una propuesta para Secundaria y Bachillerato, Madrid, CCS, 2009. ARRIETA L., Itinerarios en la formación. Pistas para el camino del seguimiento de Jesús, Vitoria-Gasteiz, Frontera, 2007. ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CATEQUETAS (AECA), Hacia un nuevo paradigma de la iniciación cristiana, Madrid, PPC, 2008. CAMOZZI R., Aproximaciones al hombre. Síntesis filosófica-antropológica, Madrid, CCS, 1997. DIÓCESIS DE VITORIA, Renovar evangélicamente nuestra comunidades. Plan Diocesano de Evangelización (2009-2014), Vitoria-Gasteiz, 2009. INSTITUTO SUPERIOR DE PASTORAL, UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE SALAMANCA, La Iglesia y los jóvenes a las puertas del siglo XXI. XII Semana de Estudios de Teología Pastoral, Estella, Verbo Divino, 2002. ISTITUTO DI TEOLOGIA PASTORALE, UNIVERSITÀ PONTIFICIA SALESIANA, Pastorale Giovanile. Sfide, propettive ed esperienze, Leumann, Elledici, 2003. AA.VV., La interioridad: un paradigma emergente, Madrid, PPC, 2004. MARTÍNEZ DE ILARDUIA J.M., El Proyecto Personal como voluntad de autenticidad, Vitoria-Gasteiz, Frontera, 1994.

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ÍNDICE PRESENTACIÓN 1. ¿QUÉ ES EL PROYECTO DEBIR? 2. EDUCAR LA INTERIORIDAD: NECESIDAD, RETO Y CAMINO EVANGELIZADOR

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7-8 9 11-14

3. EL PROYECTO DEBIR ENTRONCA CON EL OBJETIVO GENERAL DEL PLAN DIOCESANO DE EVANGELIZACIÓN

16-19

4. LA EDUCACIÓN DE LA INTERIORIDAD: CONCEPTOS CLAVE

21-28

5. OBJETIVOS, CONTENIDOS Y METODOLOGÍA DE LA EI

30-31

6. LLAMADOS A RENOVAR NUESTRA PRÁXIS ECLESIAL

33-38

7. EL PD, INDISPENSABLE PARA UN NUEVO PARADIGMA DE INICIACIÓN CRISTIANA HOY

39-43

8. APORTACIONES DE LA EI A LOS PROCESOS DE INICIACIÓN CRISTIANA

45-51

9. APORTACIONES DE LA EI A COMUNIDADES, MOVIMIENTOS Y GRUPOS DE REFERENCIA

53-56

10. LA EI EN EL ÁMBITO DIOCESANO SE SUMA AL CAMINO YA EMPRENDIDO EN LOS CENTROS EDUCATIVOS CRISTIANOS

57-58

11. LÍNEAS ESTRATÉGICAS DEL PROYECTO DEBIR

59-61

Anexo: Camino de concreción y contextualización del PD

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12. BIBLIOGRAFÍA

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