Antología de embriología XRH

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EMBRIOLOGÍA I

CLAVE: ENF-2 Número de créditos: 9

Antología del curso

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Mediante el desarrollo masivo de sustancia corporal a través del mesénquinia intraembrionario en este momento el embrión se eleva del sustrato y se abomba cada vez más en la cavidad amniótica, la que entre tanto también ha aumentado mucho de tamaño. El amnios sigue esta formación del cuerpo y desarrolla por delante un pliegue cefálico, a ambos lados pliegues laterales correspondientes y por detrás un pliegue caudal, de manera que sólo ventralmente se mantiene la conexión con el saco vitelino y el trofoblasto (proceso de plegamiento) (Figura 69 y Figura 70). Aquí el mesénquima extraembrionario se ha condensado tempranamente para formar el pedículo de fijación. Ahora en esta región se desarrolla el cordón umbilical tapizado por epitelio amniótico. Sin embargo, si todo el espacio interno del cuerpo embrionario ya formado se llenara masivamente de derivados mesenquimáticos no sería posible el desarrollo adicional de los órganos intraembrionarios. Por ello, en la región del tronco el espacio tiene que ser “reconquistado”, es decir, deben aparecer cavidades corporales en las cuales puedan diferenciarse y moverse los órganos internos (intestino, hígado, corazón, pulmones, etc.) (formación del celoma). Esta tarea es cumplida por las láminas laterales, cuya hoja parietal (somatopleura) tapiza la pared del cuerpo y cuya hoja visceral (esplacnopleura o visceropleura) reviste los órganos (intestino, hígado, pulmones), por lo que también participan en la constitución de la pared visceral (p. ej., mediante el desarrollo del músculo y el tejido conjuntivo). Por el plegamiento del disco embrionario sobre el saco vitelino y por la aparición de la cavidad corporal nueva en este momento puede surgir un órgano que necesita en forma indispensable este espacio interno para su desarrollo, a saber, el tubo intestinal. Este tubo se separa del saco vitelino por el plegamiento y se incorpora progresivamente a la cavidad del cuerpo (Figura 71). Sólo en la región ventral queda un conducto de comunicación con el saco vitelino, el conducto onfalomesentérico o vitelino, que más tarde transcurre dentro del cordón umbilical e involuciona, de la misma manera que el saco vitelino mismo. La porción anterior del tubo intestinal situada en la región cefálica, el intestino faríngeo, termina en fondo de saco ciego (seno bucal endodérmico) y se pone en contacto membranoso directo, sin mesénquima interpuesto, con la convexidad (combadura) craneal del epitelio amniótico, el denominado seno bucal ectodérmico (estomodeo), con lo cual se origina la membrana bucofaríngea. En la región posterior el tubo intestinal, que también termina en fondo de saco ciego, forma de modo semejante la membrana cloacal (Figura 71). En la región anterior aparecen tempranamente 4-5 invaginaciones endodérmicas pequeñas (bolsas faríngeas), esbozos del “aparato branquial” embrionario al que también pertenecen los “arcos branquiales” (arcos faríngeos) y los "surcos branquiales” (surcos faríngeos) (véase más adelante). En el intestino anterior se forman ventralmente dos brotes epiteliales, los esbozos de la glándula tiroides y del aparato respiratorio (tráquea, pulmones, etc.). En la porción media del tubo intestinal (intestino medio) se desarrolla tempranamente -también en la forma de brotes epiteliales- un órgano muy importante para el crecimiento del cuerpo embrionario, el hígado, que al principio ocupa casi todo el espacio disponible en la cavidad abdominal. En el intestino posterior crece una vesícula pequeña, el alantoides, una especie de vejiga urinaria embrionaria que más tarde se transfiere al cordón umbilical junto con el saco vitelino, pero que en los seres humanos no alcanza a tener una importancia mayor e involuciona tempranamente. En los mamíferos ovíparos crece mucho y acumula los productos de excreción provenientes del metabolismo (ácido úrico, etcétera). Así, en principio, se han formado esbozos para todas las funciones elementales del organismo embrionario (Figura 70c). Por lo tanto, la división en tres hojas embrionarias no es casual sino que refleja la división funcional elemental del futuro organismo (“configuración corporal fundamental” de Seidel). El ectodermo provee los esbozos de todo lo que más tarde tendrá que ver con los procesos de información (sistema nervioso, órganos de los sentidos, etc.), el endodenno aporta el material para los órganos del metabolismo y el mesodermo suministra los primordios para los procesos de movimiento internos y externos (aparato circulatorio. sistema muscular, aparato locomotor, etc.). Estas son funciones elementales que ya estaban presentes en el trofoblasto pero que ahora se han trasladado al cuerST-03-03/1


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