Bezoar Report Turquía

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REPORTAJE

ÍBEX BEZOAR EN TURQUÍA

EL AGRIDULCE SABOR DE LA

CAZA EXTREMA

MAJESTUOSIDAD, ELEGANCIA, PODERIO, BELLEZA ¿Y CUÁNTOS ADJETIVOS MÁS PODRÍAMOS BUSCAR PARA CALIFICAR AL INDISCUTIBLE REY DE LAS CUMBRES?… EL ÍBEX BEZOAR

EN MI EMPEÑO CONVERTIDO EN OBSESIÓN POR ESA PIEZA ÚNICA QUE ES EL ÍBEX, ME PROPUSE EN ESTA OCASIÓN PLANIFICAR LA CACERÍA EN LAS MONTAÑAS TAURUS, AL SUR DE TURQUÍA. ESTA VEZ HE OPTADO POR LA CABRA BEZOAR, CAPRA AEGAGRUS AEGAGRUS EN LATÍN. TAMBIÉN IRÁN Y ARMENIA ERAN OTROS DE LOS DESTINOS PROPIOS PARA SU CAZA, PERO ANALIZADO EL CONTEXTO OPTÉ POR TURQUÍA COMO LUGAR IDÓNEO Y PREFERENTE. 48 / HUNTERS

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l lugar ya estaba decidido, sólo quedaba buscar las fechas más apropiadas. Pensé que al igual que con nuestras cabras andaluzas, noviembre y diciembre serían los meses de celo y los de mayor movilidad, por lo tanto elegí los primeros días de diciembre. En estos meses los machos no paran de pelear tratando de imponer su posición dominante en el grupo y concentrar el mayor número de hembras para su harén. Por las corrientes naturales, que son principalmente las


TEXTO Y FOTOS: JUAN IGLESIAS (www.gadorcaza.com)

crestas y cuerdas de las mayores montañas, se desplazarán otros machos que cubrirán nuevas hembras y así refrescar la sangre y perpetuar la especie con la mejor genética. Esta situación biológica pondría al descubierto algún macho representativo, que era mi objetivo en esta cacería tan exclusiva. Mi proyecto de caza ya estaba redactado, y como en tantas ocasiones me resignaba a la idea de afrontarlo en solitario. Por momentos me venían a la memoria las largas horas de espera en tantos aeropuertos de todo el mundo para enlazar con destinos de caza de los cinco continentes. Especialmente extensas fueron aquellas ocho horas de espera en el aero-

puerto de Chicago, punto de escala para enlazar con Anchorage (Alaska), para finalmente emprender tres vuelos más antes de llegar a la ‘Unidad 23’, ya en el Círculo Polar Ártico, el paralelo situado más al norte de los cinco principales de la tierra. Y cómo olvidar las siete horas de espera en Hong Kong, antes de volar a la bella Nueva Zelanda. En la última semana de noviembre, aproximándose la fecha de partida hablaba con mi querido amigo Andrés Cerrillo de lo atractivo de esta experiencia de caza. Él en este momento goza de un periodo laboral bastante tranquilo y acepta compartir conmigo esta aventura. Su actividad como agente de viajes facilita la

Hermosa estampa del espectacular macho de 108 centímetros de cuerna abatido por el autor del reportaje.

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Algunos de los protagonistas de la aventura. La dificultad y dureza del terreno hacen de la caza del bezoar un ejemplo de caza extrema.

tarea de los billetes y finalmente cerramos nuestro itinerario: Jerez–Madrid–Estambul–Adana. A nuestra llegada al magnífico aeropuerto Ataturk de Estambul contactamos con el que sería nuestro intérprete ese día, que nos ayudaría con los pesados trámites referentes a la importación de armas. Nos sorprendió la amabilidad y atención de los oficiales turcos que se encargaron de cumplimentar los trámites. Té caliente y unas pastas mientras rellenábamos los formularios en aquel frío despacho de aeropuerto eran de agradecer. Incluso charlar sobre el rendimiento de Roberto 50 / HUNTERS

Carlos, último gran fichaje del Fernerbache. La simpatía y el perfecto inglés del oficial en ese primer contacto nos auguraba una estancia gratificante en la gran República de Turquía. Tras una hora de descanso volamos a nuestro siguiente destino en el sur, Adana. A nuestra llegada ya nos esperaban los que luego serían nuestros guías de caza, el veterano Mustafa y el joven Mehmet del equipo de Murat, nuestro anfitrión orgánico. Eran las doce de la noche y llovía intensamente mientras cubríamos los 300 kilómetros que nos separaban de nues-


‘POCO A POCO BAJAMOS POR RISCOS Y PEDREGALES HASTA NUESTRO TROFEO, QUE NOS ESPERABA A ORILLAS DEL RÍO. AL LLEGAR A ÉL LA EMOCIÓN ME DESBORDABA, ESTABA ACARICIANDO AL MÁS BELLO DE LOS ÍBEX, LA CABRA BEZOAR, CON UNA CUERNA DE 108 CENTÍMETROS, QUE ERA MÁS DE LO ESPERADO…’

tro destino final. Mustafa nos contaba sus experiencias con los últimos cazadores y Mehmet apasionadamente nos relataba el lance de su récord del mundo de bezoar en ese mismo año, un precioso macho de 142 centímetros de cuerna cobrado por un cazador alemán. No podía pintar mejor el escenario. Luego, la nuestra sería una cacería “agridulce”. Entre cabezadas y desvelos llegamos a nuestro hotel, un confortable aposento de carretera con todos los servicios, restaurante, gasolinera, tienda, etc. Y lo mejor de todo, a pocos kilómetros de nuestro cazadero, en el corazón de las montañas Taurus. Primer día de caza La mañana amanece gris y lloviznando. Después de un copioso desayuno bufet nos dirigimos al poblado donde nos esperaba nuestro equipo de cinco guardas forestales o policías de caza, como ellos le llaman. Con amabilidad nos reciben y después de comprobar nuestra documentación nos dirigimos a probar los rifles. Andrés con su precioso monotiro Blaser de calibre 6,5x65 yo con mi veterano Sauer 90 de calibre 300 Wheatherby magnum, los dos con una rasante ideal para hacer tiros largos que a veces son necesarios en estas imponentes sierras. Bastó con un disparo cada uno para ver que los traqueteos en los avio-

nes no habían movido el centrado de los visores. A partir de ahí los dos equipos nos separamos en direcciones opuestas. A mi me asignaron como guía al veterano Mustafa quizás por nuestra semejanza de edad, pues los dos estamos en los cincuenta y tantos. Llegamos a un punto alto donde dejamos el 4x4 y empezamos a recorrer la cordillera. Los barrancos son de vértigo y las grietas en las enormes rocas especta-

culares. Todo el entorno se definía como un cazadero duro pero de singular belleza. Las nieblas matutinas emergían del fondo del cauce brindándonos fotografías de auténticas postales, pero de momento ni un solo animal se movía en aquella mañana gris, sólo el vuelo de un quebrantahuesos nos distraía con su ronda. Nos separamos buscando cada uno una atalaya para así controlar más superficie con nuestros prismáticos. A los pocos minutos descubrí una cabrada y un machi-

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Para tratar de cobrar el segundo macho hubo que improvisar un precario puente. Fue inútil, sólo pudieron recuperar una de sus cuernas en una grieta del acantilado. A la derecha, el equipo de caza al completo.

to joven que pastaban entre las rocas. Esperamos un rato más y nada nuevo se veía por allí, de pronto una microscópica manchita blanca se movía en el testero de enfrente próximo al barranco, le echamos el spotting (telescopio) y efectivamente un buen macho se desplazaba en nuestra dirección pero a más de 700 metros. Estamos muy lejos y sin posibilidad de movernos pues nos encontramos en un puntal con cortados de más de 100 metros a nuestros pies. Era el momento de preparar el rifle y buscar un buen apoyo por si seguía acercándose. El tiro sería difícil porque nos separaba un gran desnivel con inclinación de 60 grados pero había que intentarlo. El macho se acercaba y el corazón latía con más fuerza. Cuando el medidor marcaba 370 metros hace una paradita, y con el visor a tope en los 12

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aumentos sólo se veía el pequeño lomo blanco del animal en posición oblicua, lo cual dificultaba aún mas el tiro. Monté el pelo y tras unos segundos tronó el 300. Mientras el equipo me felicitaba y abrazaba yo no me lo podía creer, el rey de las cumbres había sido abatido. Tras unos minutos de relajación y comentarios, encendí mi habano para saborear mejor el lance vivido. Poco a poco bajamos por riscos y pedregales hasta nuestro trofeo que nos esperaba a orillas del río. Al llegar a él la emoción me desbordaba, estaba acariciando al más bello de los íbex, la cabra bezoar, con una cuerna de 108 centímetros, que era más de lo esperado. El 4 de diciembre de 2007 será para mí una fecha imborrable, llena de emociones y para mayor suerte… en el primer día de caza.


Sesiones de fotos para el recuerdo en aquel paisaje de singular belleza y mientras pasaban los minutos el chirimiri de fina lluvia nos iba calando y lo conveniente era encender una buena lumbre en alguna cueva cercana. Los guías desollaban la piel con delicadeza, era el rey de las cumbres y la sacaríamos de cuerpo completo. Se acercaba el mediodía y teníamos que cumplir con el ritual más ancestral: “el cazador debe comer al animal cazado”. El rey de las cumbres nos aportó sus sabrosos lomos a una barbacoa que nunca olvidaré. Cuidadosamente iban despiezando el animal y llenando las mochila con su carne (recordemos que las cabras y carneros son muy apreciados en el mundo musulmán). Terminada la faena ya eran las cuatro de la tarde, nos quedaba una hora de luz y dos horas de subida por aquellas pendientes, cargados ahora con 60 kilos más de peso, pero repartidos entre todos. Poco a poco nos cogió la noche cerrada y gracias a las linternas llegamos al coche sobre las seis y al hotel a las siete. Allí nos esperaba Andrés con su equipo, ellos no vieron ningún trofeo tirable ese día. Con una buena cena y brindis con champagne

ponemos el broche de oro a esta maravillosa jornada de caza. Un nuevo día Una nueva mañana lluviosa de caza en aquel bello paraje, a apenas unos cientos de kilómetros del nacimiento de los míticos ríos Tigris y Eufrates. De nuevo mi colega Andrés en busca del gran trofeo del íbex. En mi caso aprovecharía mi prematuro estreno en la caza del bezoar para intentar abatir un buen jabalí de boca, por lo que nos trasladamos al lugar idóneo para recechar al jalufo, pero ese día la suerte del primer día no me acompañó y sólo pudimos tomar contacto visual con alguna hembra y sus primales. A últimas horas de la tarde en la pared de enfrente localicé otro gran macho bezoar, estaba con su harén y se dirigían a una cárcava cercana para pasar la noche. Avisamos a Andrés y su equipo para notificarles la situación pero estaban demasiado lejos y ya no daba tiempo, lo intentarían al día siguiente. Regresamos al hotel y planificamos la cacería. Esa noche descargó en la zona una gran tormenta de agua con truenos y relámpagos. A la mañana siguiente la nieve nos sorprendía con su manto blanco sobre las cumbres y el ruido del agua abajo en el río

era atronador, se oía a varios kilómetros. Mi guía Mustafa toma el mando y dirige al equipo de Andrés al punto previsto del barranco donde intentarían localizar la manada. Yo me quedo arriba con mi guarda como apoyo a la cacería. En una hora ya están en la zona, descubren la cabrada donde estaba previsto, al otro lado del barranco. No pueden avanzar más y preparan el tiro a más de 200 metros, largo pero horizontal. Andrés es buen tirador y acierta en el primero, el macho cae redondo detrás de unas rocas y no se vuelve a ver, las felicitaciones de los guardas y se ponen rápidamente a la búsqueda. Cuando bajan al río es imposible pasar, la tormenta ha hecho aumentar el nivel del agua a más de dos metros donde ayer sólo había 50 centímetros. El equipo corta varios pinos y colocan sus troncos a modo de puente en dos tramos de más de seis metros de largo cada uno, toda una aventura arriesgada, pero el valor y la profesionalidad de la guardería lo hacen posible. Casi dos horas tardaron en cruzar. Llenos de ilusión se van aproximando al lugar del tiro, las hembras se habían perdido montaña arriba, los guías Mustafa y Mehmet toman la delantera: se trataba de una escalada en toda regla. Cuando

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Turquía es un país de contrastes, y la ciudad de Estambul una gran urbe sugerente y cuajada de historia. Su visita es casi obligada.

CARACTERÍSTICAS GENERALES • Nombre: República de Turquía (Turkiye Cümhuriyeti). • Superficie: 779.452 km2. • Población: 74,3 millones de habitantes (2006). • Límites y fronteras: La República de Turquía ocupa el extremo oriental de la península de los Balcanes en Europa (23.169 km2) y, en Asia, la de Anatolia (756.688 km2). Limita al norte con Bulgaria y el mar Negro; al noroeste con Georgia y Armenia; al este con Irán; al sur con Irak, Siria y el Mediterráneo; y al oeste con el mar Egeo y Grecia. • Geografía: Los relieves principales, en su parte europea, son la cordillera de Strandza, prolongación de la búlgara (1.031 m) y los pliegues montañosos que abarcan hasta la península de Gallípoli. La península de Asia Menor o Anatolia, configura una meseta (1.000 m de altura media) encuadrada por montañas; en el norte, la cordillera del Ponto con alturas máximas de 3.550 m; en el sur, la cordillera del Tauro; en el oeste, los contrafuertes pónticos y taúricos; y en el este, el macizo de Armenia con el cono volcánico del monte Ararat (5.160 m) donde, según la tradición del pueblo israelita, se detuvo el Arca de Noé. En la frontera con Irak y Siria se extienden los montes del Kurdistán, con el Sat Dagh (4.400 m) como altura más señalada. El estrecho del Bósforo (28,5 km de largo por 660 a 3.200 m de ancho y 50 a 60 m de profundidad en su canal central), une el mar Negro con el de Mármara. El de los Dardanelos (65 km de largo por 4 km de ancho y 50 a 60 m de fondo), comunica el mar de Mármara con el Egeo. • Hidrografía: El territorio turco está atravesado por una serie de ríos que pertenecen a la cuenca del mar Negro, a la del Egeo, a la del Mediterráneo y a la del golfo Pérsico. Destacan, entre los principales, el Tigris y el Eufrates en sus cursos superiores, el Kizilirmak, el Yesilirmak y el Seyhan. En las regiones central y oriental existen zonas de lagos de importancia como el lago Tuz y el Van. • Moneda: Nueva Lira Turca. • Capital: Ankara, 4.000.000 habitantes (2005). • Principales ciudades: Estambul (10.000.000 hab.), Esmirna (2.300.000 hab.), Bursa (2.100.000 hab.), Adana (1.800.000 hab.), Antalya (1.700.000 hab.) (2005). • Idioma: Turco (también griego, armenio, árabe, ladino, laz y kurdo). En 1928 se sustituyeron los caracteres arábicos de la escritura turca por los caracteres latinos. • Religión: 98% musulmanes. Existen pequeños grupos de ortodoxos griegos, armenios, católicos (29.000) y judíos (38.000), estos últimos, casi todos sefarditas, descienden de los expulsados de España en el siglo XV. • Forma de estado: República parlamentaria.

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están cerca oyen al macho herido como se arrastra en dirección al desfiladero, todos se quedan helados cuando suenan varios golpes del animal despeñándose y precipitándose al vacío para no ser cobrado y finalmente el sonido al caer al agua… ¡ploffff! El tiro quedó trasero y no cogió órganos vitales, las cabras son muy duras y pueden bajar cientos de metros sólo apoyándose en sus patas delanteras. Lo inaccesible del terreno y el alto caudal del río hacen imposible continuar con la búsqueda. Optan por regresar, llegan a nuestro encuentro cansados y con el ánimo por los suelos. Habría que esperar varios días a que el nivel del agua bajara para continuar la localización. Los dos días siguientes estuve haciendo esperas a jabalíes y fallé un buen ejemplar. Quizás no debí de tirar a tanta distancia, casi 400 metros. Mientras tanto los guardas preparaban el rescate con un experto de la zona, un pastor que conoce bien el terreno. Posiblemente antes ya habrían existido situaciones similares en aquel cortado a plomo de más de 90 metros.

El último día era el adecuado. Bajarían a la búsqueda con cuerdas y arneses. Me sorprendió cuando ví que entre ellos firmaron un protocolo asumiendo la responsabilidad personal al intentar la bajada. Entonces comprendí que se trataba de un tema serio, se jugarían la vida para encontrar al macho de íbex bezoar. Yo desde arriba los veía como hormigas colgadas, bajando por aquella pared vertical y después de varias horas volvie-

ron con el único testigo de su gran trabajo, un cuerno del bezoar que se había quedado encajado en una grieta roto por la cepa en la caída, el cuerpo había sido arrastrado por la corriente y nunca sería encontrado. El sabor agriculce de una caza extrema donde las haya, peligrosa y dura pero bella a la vez. Con las despedidas y los abrazos decimos adiós a ese entrañable lugar donde prometemos volver algún día. En el viaje de vuelta rebobinamos nuestra experiencia y comprendemos que la caza de verdad es así y el rececho de alta montaña su más pura expresión. Al día siguiente, una mañana en Estambul con la visita obligada al Gran Bazar y un paseo a orillas del Bósforo. Desde estas líneas nuestro agradecimiento al organizador Murat con sus guías Mustafa y Mehmet, a los cinco guardas forestales por su trabajo impecable, poniendo a nuestra disposición su profesionalidad y esmero y a las autoridades turcas por su amabilidad en todos los trámites. Ellos comprenden que el cazador es un turista cinegético, en definitiva, un turista que pagará un alto precio por disfrutar de su país. H HUNTERS / 55


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