Un futuro camino de lucha verde tras Rio+20

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Observatorio Social de las Relaciones Unión Europea - América Latina

Brief 16 Un futuro camino de lucha “verde” tras Río+20 Bruselas, Julio de 2012

Editado por la Representación de ALOP en Europa

La serie Brief del Observatorio Social de las Relaciones Unión Europea - América Latina (UE-AL) difunde noticias sobre asuntos de actualidad para permitir un seguimiento informado de las relaciones UE-AL

Todo parece haber vuelto a la calma desde que culminara la segunda Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro (20-22 de Junio 2012), la muy nombrada Río +20, y lo que queda preguntarse ahora es cuál será su legado para los próximos años… En principio, podría decirse que la conferencia pasará a la historia por lo que no nos dejó… Todo el proceso estuvo marcado por la falta de acuerdos entre los países participantes, así como por la ausencia de resoluciones políticamente ambiciosas. Y las vagas propuestas para futuras agendas en las que se determinen medidas concretas resultan una muy débil esperanza de cambio. Desde el punto de vista de organizaciones de la sociedad civil y Organizaciones No Gubernamentales (ONG) la opinión generalizada es que la Cumbre de la Tierra ha sido un gran fracaso1. Se la denomina incluso Río -20, por la falta de avances alcanzados, o “El futuro que no queremos”, en contraposición al título del documento final que salió de la Cumbre (“El futuro que queremos”). Expertos e instituciones ambientales comparten el mismo desencanto y frustración sobre los resultados de la Cumbre. Todo el trabajo e investigación de los últimos años, evidenciando el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, o el estado de los océanos, así como la necesidad de cambios drásticos en la relación con el medio ambiente, fue desoído, o al menos no se vio reflejado en ningún tipo de medidas concretas. 1

Pueden consultarse distintos artículos al respecto. Dos ejemplos publicados en internet en los que se citan las opiniones de distintos representantes de ONGs y sociedad civil: a) http://www.caneurope.org/policywork/un-climate-negotiations/398-broad-consensus-about-rio20s-failureto-deliver-the-future-we-want, y b) http://www.cso-effectiveness.org/rio-20-the-future-we-wantcivl,659.html?lang=en

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Pero no todos los involucrados comparten el sentimiento negativo tras Río +20, y entre los optimistas están, precisamente, muchos de los representantes institucionales que participaron. Por ejemplo, el secretario general de la ONU reivindicó tras finalizar la Cumbre que ésta funcionará como un catalizador de cambio para el futuro, y defendió el documento “El futuro que queremos” y sus pequeños logros como un instrumento de base para el desarrollo sostenible2. Muchos justifican las debilidades del documento porque el texto fue la única salida posible que se pudo dar a las largas y penosas negociaciones oficiales3. Y en este sentido, se celebra el nuevo nivel de multilateralismo que se alcanzó durante la Cumbre, principalmente desde las potencias emergentes (Brasil, India y China), que hicieron notar su peso. Muchos de los participantes se quedaron contentos con que no hubiera un “retroceso” respecto del desarrollo sostenible, y con el manifiesto de intención de lanzar una nueva negociación para establecer los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como continuación a los Objetivos del Milenio (ODM), planteados en una agenda que tiene como horizonte el año 2015. En cuanto al medio ambiente, dada la imposibilidad de llegar a acuerdos globales, el resultado se redujo básicamente a instar a los países a impulsar sus propios marcos legales. Todas éstas resultan metas muy poco ambiciosas para lo que habría cabido esperar de una cumbre mundial en la que se debatía algo tan importante como nuestro “futuro” (lo que incluye, o al menos debería, el futuro de la Tierra). Los intereses particulares de los distintos países no deberían haber justificado la pérdida de visión global. Y la crisis económica que se está viviendo en los países más ricos tendría que haber sido, precisamente, un motivo de peso para que se hubiese discutido el actual modelo de vida capitalista, en vez de una excusa para no asumir sus responsabilidades respecto a la situación ambiental y de desigualdad social del planeta. El legado oficial de Río +20... ¿”El futuro que queremos”? El legado oficial de Río +20 se resume en la declaración “El futuro que queremos”, un texto de 283 párrafos de prosa insulsa llenos de intenciones, reafirmaciones y reconocimientos, en los que relumbran por su ausencia los compromisos prácticos4. El texto consta de seis bloques, comenzando por uno introductorio en el que se reconoce la erradicación de la pobreza como el principal problema que afronta la humanidad y la necesidad de promover modelos de producción y consumo sostenible, así como la protección y apropiada gestión de los recursos naturales, como requisitos indispensables para el desarrollo sostenible. Hablar de “pobreza” en lugar de “pobreza extrema” (como se hablaba en 1992) ha supuesto, en teoría, un avance en la percepción de este problema (que se ganó durante las negociaciones) que, supuestamente, debería expandir el campo de acción al respecto. Sin embargo, no se plantearon medidas, y vistos los progresos de los últimos años, las expectativas no son muy alentadoras. Igualmente, de nada sirve 2

Pueden leerse las declaraciones oficiales después de la Cumbre de la Tierra en la página oficial de las Naciones Unidas: http://www.uncsd2012.org/rio20/index.php?page=view&nr=1308&type=230&menu=38 3 La presidencia de Brasil intervino al final de las negociaciones forzando un consenso entre los estados participantes con un texto que no comprometiera a ninguno de los países, pero que dejó a todos más o menos contentos. 4 Se puede acceder al texto final en español desde el enlace que aparece en la página Web de ALOP: http://www.alop.org.mx/sites/default/files/Declaracion%20ONU%20Rio%2B20.pdf

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criticar los patrones de producción y consumo si no se toma ninguna medida al respecto, y más aún, si se promocionan prácticas en la misma línea, tal como implica la economía verde. En el segundo bloque se hace una “Renovación de los compromisos políticos” (según dice el documento), pero paradójicamente, sin que se establezcan “compromisos”… En vez de eso, y subrayando lo más destacable: i) se reafirman los principios de Río de 20 años atrás, incluyendo el de las responsabilidades comunes pero diferenciadas5, ii) se evalúan los avances desde 1992, reconociéndose que éstos han sido desiguales e insuficientes, y lo que queda por hacer, admitiéndose la crisis que supone el cambio climático y la necesidad de promover la armonía con la Naturaleza, y iii) se habla de la participación de los distintos grupos implicados, donde hay que destacar que se incluye al sector privado, indicándose la indispensabilidad de interacciones público-privadas para la promoción del desarrollo sostenible. Con esto, se evidencia aún más el apoyo a nivel oficial de las Naciones Unidas y de los gobiernos a la participación corporativa. Prácticamente se deja en sus manos los avances hacia el desarrollo sostenible6, puesto que las instituciones políticas no fueron capaces ni de establecer un marco institucional, ni un fondo económico de ayuda, y ni tan siquiera unas directrices claras de acción. Las alianzas público-privadas son también una pieza clave en el siguiente bloque del documento, que se dedica exclusivamente a la “Economía verde”. Gracias a la oposición del G77 durante las negociaciones, la economía verde no llegó a sustituir oficialmente el concepto de desarrollo sostenible (tal como trató de impulsar la UE), pero se la reconoce como uno de los instrumentos más importantes. En la declaración se alienta a que los países fomenten políticas de implantación de la economía verde, sin embargo, el G77 también consiguió introducir medidas protectoras, por ejemplo para que cada país pueda elegir un enfoque apropiado de acuerdo con sus estrategias y prioridades en cuanto desarrollo sostenible, o para que se respete la soberanía nacional de cada país sobre sus recursos naturales. En la línea de todo el documento, las secciones sobre el “Marco institucional para el desarrollo sostenible” y el “Marco para la acción y el seguimiento” resultan sólo vagas ideas de lo que se debería alcanzar. Se define como debería ser un marco institucional eficaz a nivel internacional y se enfatiza en su necesidad, pero si éste no se establece en una cumbre como la de Río +20, ¿dónde ha de ocurrir? El único progreso realizado en este sentido fue el de llegar al compromiso de reforzar al PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente), entre otras cosas, mediante la asignación de recursos financieros. También, se promovió el desarrollo de marcos institucionales a nivel local, sub-regional, regional y nacional. En relación al marco de acción, se consideran diversas temáticas, desde la seguridad alimentaria, la igualdad de género o la educación, pasando por actividades como la agricultura, la minería, o la obtención de

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Dicho principio reconoce una mayor contribución de los países más desarrollados en el deterioro de la Naturaleza y en el cambio climático y exige, por tanto, una mayor responsabilidad. 6 Ver publicación en el boletín de ALOP de Junio 2012 sobre la participación de las corporaciones en el ámbito del desarrollo sostenible: “Sostenibilidad. La caja de Pandora en manos de las corporaciones”. Disponible en: http://www.alop.org.mx/boletin/2012/junio/02destacados.html

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energía, hasta los bienes naturales, como la biodiversidad, los océanos, los bosques o las montañas. Todo, sin que se adopte ninguna medida… Respecto al cambio climático, no es de sorprender, considerando los resultados de las últimas conferencias internacionales sobre este tema, pero existían por ejemplo, grandes expectativas en el tema de los océanos que no se vieron cumplidas; finalmente, tan sólo se instó a los países a desarrollar sus propios marcos jurídicos. Otro tema controvertido, los subsidios a los combustibles fósiles, que se reconocen como elementos que “alientan a un consumo derrochador y socavan el desarrollo sostenible”, también se quedó en una mera “invitación a considerar la posibilidad de racionalizar los subsidios ineficientes”; pura jerga política que no sirve para mucho. En el caso de los ODS, otro tema incluido en el marco de acción, sí que se decidió, al menos, establecer un proceso intergubernamental con vistas a la agenda de desarrollo post-20157. Para finalizar, sobre los “Mecanismos de acción”, se reconoce la necesidad de recursos adicionales para el desarrollo sostenible en países en desarrollo, sin embargo se rechazó la propuesta del G77 durante las negociaciones para que los países más ricos se comprometieran a apoyar financieramente a los más pobres8, y finalmente no se llegó a establecer ningún tipo de mecanismo de financiación. Aún así, se llegó al compromiso de lanzar un proceso de consultas para analizar las necesidades de cada país y buscar futuras vías de financiación. Cabe destacar la inclusión de la transferencia de tecnologías como un mecanismo necesario para el desarrollo (en particular, tecnologías ambientales), donde la inversión extranjera, el comercio internacional y la cooperación internacional han de jugar (según el documento) un importante papel. El verdadero legado de Río +20 Para la mayoría de los participantes y espectadores, el verdadero legado de Río +20 vendrá de manos de lo que ocurrió puertas afuera de la conferencia oficial. En este sentido, todas las partes parecen estar de acuerdo. Así como se coincide en que ahora se abre un nuevo y duro camino a recorrer, en el que la acción deberá promoverse desde iniciativas locales. En lo que se difiere en gran manera es en cómo se abordará este futuro… Mientras los políticos discutían y hacían su representación de cara al mundo, en espacios paralelos se sucedieron multitud de encuentros en los que participaron representantes de agrupaciones sociales, organizaciones y redes de la sociedad civil, ONG, empresas, instituciones, gobiernos regionales y locales. En este sentido hubo dos movimientos principales de carácter totalmente opuesto: el movimiento social que tuvo lugar en la Cumbre de los Pueblos y lo que podríamos denominar el “movimiento corporativo”. La Cumbre de los Pueblos 7

Según el ex representante de Bolivia ante Naciones Unidas, Pablo Solón (conversación personal), los objetivos de desarrollo sostenible representarían los objetivos o metas concretas que necesitaría una hoja de ruta como la economía verde. De ahí la importancia, desde las potencias industriales, de impulsar esta propuesta liderada por algunos países del Sur, como Colombia. 8 Dicha propuesta (un fondo económico de 30 mil millones de dólares) fue rechazada aludiendo a los problemas económicos causados por la crisis que se vive en Europa y Norte América, principalmente.

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El espíritu que se vivió en las reuniones y debates de la Cumbre de los Pueblos (15-23 de Junio) sirvió como “compensación” al pesimismo que se derivó de la cumbre oficial y a la incapacidad del sistema multilateral político. En una serie intensa de talleres de trabajo, debates y asambleas (en los que se recogió una gran participación) se consiguió reavivar e intensificar la lucha social. Y no sólo eso. Los encuentros sociales arrojaron una conclusión clara, que la principal causa de la actual crisis global es lo que se denominó el “sistema capitalista patriarcal, racista y homófobico” que nos domina y, en consecuencia, se insta al “pueblo organizado y movilizado a librar al mundo del control de las corporaciones y el capital financiero”. La visión obtenida desde los Pueblos y su decepción por el papel de la ONU y los gobiernos quedó reflejada en una Declaración Final9 presentada en una reunión oficial al secretario general de la ONU. Los temas principales que se discutieron durante las sesiones plenarias trataron de: 1) el derecho a la justicia social y ambiental, 2) la defensa de los bienes comunes contra la mercantilización, 3) la soberanía alimentaria, 4) la energía y las industrias mineras, y 5) el trabajo, para una economía diferente y nuevos paradigmas para la sociedad. Y estas temáticas fueron tratadas siguiendo tres ejes estratégicos principales: identificar las causas estructurales y las falsas soluciones, plantear soluciones alternativas, y elaborar una agenda para futuras campañas y luchas. Uno de los ejes de debate principal fue la economía verde, sobre la cual existe el temor de que asignar valores monetarios a los bienes naturales no sirva para promover la conservación del medio ambiente, el desarrollo y la inclusión social (como se defiende desde el PNUMA y desde las agrupaciones corporativas “pro-sostenibilidad”), sino para introducir estos bienes en el mercado y ponerlos en manos de las corporaciones. Tal como se recogió en la Declaración Final, la economía verde se aprecia como “una de las expresiones de la actual fase financiera del capitalismo que también hace uso de los viejos y nuevos mecanismos, tales como la profundización de la deuda pública-privada, el súperestímulo del consumo, la propiedad y concentración de las nuevas tecnologías, los mercados de carbono y biodiversidad, el acaparamiento y extranjerización de la tierra y las alianzas públicas-privadas, entre otros”. Desde la colaboración de los pueblos se instó a buscar alternativas a la crisis global en la propia cultura de los pueblos, en su historia, y no en la mercantilización de la Naturaleza. Entre las ideas presentadas para llegar a un desarrollo sostenible destaca el movimiento para una “economía social y solidaria” (ESS), una alternativa al modelo económico neoliberal, que se entiende como un movimiento socioeconómico de base, basado en valores y principios, orientado hacia la construcción de una economía centrada en las personas, su desarrollo integral y el fomento de prácticas de cooperación y solidaridad en sus comunidades. Durante la Cumbre se presentaron distintos ejemplos que ya están funcionando a nivel mundial, y se anunció la intención del nuevo gobierno francés de apoyar este movimiento mediante alianzas estratégicas con países con ideas afines y organizaciones de la sociedad civil, comenzando por una estrategia en el eje franco-latinoamericano10.

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Declaración en español disponible en: http://cupuladospovos.org.br/es/2012/06/declaracion-final/ “La Cumbre de los Pueblos, actor innovador de Río +20”. Artículo publicado en el Servicio de Enlace entre las Naciones Unidas con las Organizaciones No Gubernamentales. Disponible en español en: http://www.un-ngls.org/spip.php?article3988 10

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La economía verde como estrategia corporativa Mientras que la economía verde fue criticada en la Cumbre de los Pueblos y frenada a nivel político en la Cumbre de la Tierra, su avance progresa firmemente favorecido por el movimiento corporativo que se desarrolló en el marco de Río +20. Éste tuvo lugar a través de distintos foros organizados de forma previa y durante la conferencia, todos en Río de Janeiro. Entre los principales eventos celebrados estuvieron: el Foro de Sostenibilidad Corporativa11 (14-18 de Junio) organizado por la UN-Global Compact, el Día del Negocio12 2012 (19 de Junio), organizado por la plataforma BASD (Acción Empresarial para el Desarrollo Sostenible), o la Cumbre Verde Mundial13 (20 de Junio), patrocinada por diversas entidades corporativas. Pero además, se celebraron otros eventos paralelos de menor tamaño y se concedieron cientos de acreditaciones para que los representantes de la industria estuviesen representados en la conferencia oficial. Algunos han descrito lo que se vivió en Río como una gran feria comercial. Aunque teniendo en cuenta cómo se vienen desarrollando las estrategias políticas de las Naciones Unidas o la Unión Europea, en estrecho vínculo con el mundo empresarial14, nada de esto sorprende ya. Con el lema del desarrollo sostenible y la protección de la Naturaleza, se promovieron alianzas público-privadas que tendrán su impacto durante los próximos años. Se estima que los proyectos que salieron de Río supondrán una inversión de capital alrededor de los 500 billones de dólares, lo que para algunos representa el verdadero éxito de la cumbre. En un acto de la conferencia oficial el sector privado presentó la “Declaración de Capital Natural”15. En este documento (que podría considerarse el contrapunto a la Declaración de la Cumbre de los Pueblos) se incita a valorar económicamente los bienes naturales (suelo, aire, agua, flora y fauna), así como los servicios que proporcionan los ecosistemas (lo que se denomina capital natural), se destaca la relevancia del sector financiero en el desarrollo sostenible, y se define el compromiso y liderazgo de éste hacia la integración del capital natural en el sistema económico actual; tal como se especifica en el documento: “en todos los productos y servicios financieros –incluyendo préstamos, inversiones y pólizas de seguros”. Interesantemente, también se hace un llamamiento a los gobiernos hacia el desarrollo de un marco legal regulatorio, entre otras cosas para proteger de las empresas la erosión del capital natural y para exigirles informes de sus actividades e impactos. Con esto, queda claro a través de todas las partes la necesidad urgente de establecer un marco institucional para el desarrollo sostenible, y supone un gran fracaso que esto no se haya alcanzado en Río. Un futuro basado en la acción local de los pueblos

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Información sobre el evento disponible en: http://csf.compact4rio.org Información sobre el evento disponible en: http://basd2012.org/564/basd-2012-business-day/ 13 Información sobre el evento disponible en: http://worldgreensummit.org/ 14 Desde la página web de Amigos de la Tierra Internacional puede descargarse el último informe realizado por esta ONG sobre la cooptación empresarial de la ONU. Disponible en: http://www.foei.org/es/resources/ publicaciones/pdfs-por-ano/2012/liberemos-a-la-onu-de-la-cooptacion-empresarial/view 15 Disponible en español en: http://www.naturalcapitaldeclaration.org/wp-content/uploads/2012/04/natural_capital_declaration_es.pdf 12

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Dada la manifiesta incapacidad de los gobiernos para ponerse de acuerdo y adoptar medidas concretas, se nos proyecta ahora un futuro en el que habrá que trabajar desde la iniciativa local organizada. Esto ya quedó claro durante la propia Cumbre de la Tierra y sus eventos laterales. De hecho, la ONU considera como uno de los mayores éxitos de la conferencia la lista de más de 700 compromisos voluntarios que se han recogido por parte de los sectores públicos, privados, y gubernamentales16 (probablemente, más que por la implicación pública que suponen, por la inversión de capital en términos económicos). Un ejemplo significativo de las iniciativas paralelas a la cumbre oficial es la de la plataforma “C40cities”, en la que líderes de las principales metrópolis del mundo se han comprometido con metas y fechas a reducir las emisiones urbanas de gases con efecto invernadero17, un proyecto ambicioso y alentador. Desde todos los sectores implicados en el desarrollo sostenible y la conservación de la Naturaleza se coincide en la necesidad de adoptar un rol de iniciativa y acción más allá del liderazgo institucional. Sin embargo dos grandes perspectivas se oponen: la de las corporaciones y la de la acción social. Y entre ellas, se encuentra la economía verde... Ésta no sólo cuenta con el apoyo corporativo y el de las Naciones Unidas y de la Unión Europea, sino también de distintas organizaciones, ONG y centros de investigación, que perciben la economía verde como la única salida alternativa al sistema económico actual que permita alcanzar un desarrollo sostenible con los límites de la Tierra, y por lo tanto, encuentran necesario facilitarla y promoverla. Entre ellos, cabe destacar por su renombre y por su comprometida labor con el medio ambiente a WWF y IUCN, los cuales participan en una plataforma denominada “Coalición economía verde”18 junto a entes corporativos y de las Naciones Unidas. En contra, también habría que señalar otras organizaciones ambientales bien reconocidas, como Greenpeace19 o Amigos de la Tierra que, junto a otras organizaciones más enfocadas hacia el desarrollo social, han declarado la guerra a las corporaciones. Es evidente que para bien o para mal la economía verde camina ya en nuestras sociedades, y la labor ha de centrarse ahora en lo que se haga de ella, además de en promover alternativas… La promoción de prácticas económicas sostenibles puede ser muy beneficiosa, principalmente si se hace desde la acción local (nadie puede negar el valor, por ejemplo, de fomentar el uso de los transportes públicos en las ciudades), pero también puede originar graves problemas si los planteamientos no son los adecuados o están sesgados por intereses económicos particulares (tal como se está viendo con el tema de los agrocombustibles20). La “valorización” (léase mercantilización) de los bienes colectivos podría llegar a estar justificada en determinados casos para mejorar su gestión, 16

El listado de compromisos voluntarios está disponible en español desde la página web de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible: http://www.uncsd2012.org/rio20/ voluntarycommitments.html 17 Información disponible en: http://c40cities.org/home 18 Información disponible en su página web: http://www.greeneconomycoalition.org/ 19 ¨Greenpeace le declara la guerra al sector financiero”. Artículo publicado en el periódico The Guardian. Disponible en inglés en: http://www.guardian.co.uk/sustainable-business/rio-20-greenpeace-warfinance-sector?intcmp=239 20 “No todo lo verde es bueno”. Dossier lanzado por ALOP en colaboración con otras redes europeas. Junio 2012. Disponible en: http://www.alop.org.mx/content/ndossier-notodoloverde

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pero ¿quién asegura que esa gestión no supeditará los intereses de la comunidad y los de la propia Naturaleza a los intereses económicos financieros altamente especulativos? Probablemente lo más importante, y a la vez lo más difícil, sea conseguir un marco legislativo de regulación adecuado. Y dada la falta de directrices globales, es de gran importancia que se trabaje a los niveles local y regional, además de nacional. La visión desde Europa y el desafío de América Latina En Europa, Río+20 pasó sin gran conmoción social, valoración que también podría extenderse a países como EEUU y Canadá. De hecho, muchos de los representantes políticos de estos países ni siquiera estuvieron presentes; de los G7, tan sólo el presidente francés asistió en persona. La cumbre estuvo relegada a un segundo plano en los medios de comunicación, demasiado preocupados por la crisis económica, las elecciones, o los casos de corrupción. Es triste observar que las sociedades de los países precisamente responsables de la situación insostenible en la que nos encontramos no quieren abrir los ojos. En estas sociedades de “bienestar”, nos hemos acostumbrado a vivir con la amenaza del cambio climático porque éste no afecta “demasiado” a nuestra forma de vida, y no queremos darnos cuenta todavía de la gravedad de la situación... Mientras tanto, nos enorgullecemos de la expansión de las energías renovables, del mayor uso de biocombustibles que van sustituyendo a los combustibles fósiles, de mejores y más eficientes técnicas agrícolas que protegen nuestros suelos y economizan agua, o del incremento de las prácticas de reciclaje en los centros urbanos…, día a día, salvaguardamos nuestra conciencia mirando sólo a lo que ocurre bajo nuestros pies. Respecto a América Latina, el papel que Europa había desempeñado en las últimas décadas financiando la cooperación al desarrollo, hace tiempo que empezó a cambiar... La crisis económica europea, y la necesidad de implementar en sus territorios modos de vida más sostenibles que satisfagan las inquietudes de sus ciudadanos, están llevando ahora a políticas que faciliten el comercio de bienes naturales, lo que incrementará la presión sobre los recursos naturales latinoamericanos. Esto afectará principalmente al difícil equilibrio entre las explotaciones agrarias y la preservación forestal, y a la calidad de los suelos y del agua, con todas las problemáticas sociales derivadas en países donde la pobreza y la desigualdad social azotan con demasiada fuerza. A esto además habrá que sumarle los estragos del cambio climático que día a día se hacen más evidentes en una región especialmente vulnerable. América Latina cuenta con la ventaja de tener algunos de los gobiernos más progresistas respecto a la concepción de la Naturaleza. Sin embargo, aunque algunos planteamientos diverjan, todo el territorio está dominado por un sistema económico basado en la explotación de los recursos naturales, lo que se denomina el sistema neo-extractivista o una vuelta a la re-primarización de las economías. Un sistema que pone en peligro los equilibrios de la Naturaleza, pero que al mismo tiempo está aportando riqueza económica, haciendo difícil la transición hacia sistemas alternativos. Por su riqueza natural, por sus políticas dominantes, y por la presión por sus recursos desde Asia, Europa y Norteamérica, Latinoamérica tiene ahora un gran desafío ante sí. Algunos piensan que el desarrollo de mercados verdes será la única manera de controlar

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la explotación de la Naturaleza, pero los ensayos realizados hasta ahora no auguran resultados tan optimistas. Otros temen que la mercantilización de la Naturaleza sólo sirva para ponerla en manos de las corporaciones. Como sea, lo que está claro es que la economía verde ya tiene un pie dentro de América Latina, y hay que asegurarse de poner un control a las entidades financieras y empresariales. En este sentido, la sociedad civil tendrá mucho que decir y mucho por lo que pelear…, ofreciendo desde la acción local alternativas sostenibles y de lucha y adaptación al cambio climático, pero también a otros niveles, como denunciando abusos y estrategias falsas de sostenibilidad, incidiendo sobre los gobiernos para que se establezcan políticas de control apropiadas y justas, intermediando con el sector privado para dirigir apropiadamente las inversiones… Todo un camino de lucha para el futuro por la justicia social y ambiental.

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