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Política

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Jueves 19 de junio de 2008

EL CONFLICTO CON EL CAMPO / La repercusión interna y en el exterior

En Washington se suman críticas contra el Gobierno Negativa visión de los especialistas Por Hugo Alconada Mon Corresponsal en los EE.UU

JULIAN BONGIOVANNI

Oración. Vecinos autoconvocados, guiados por el sacerdote Gustavo Antico, rezaron anoche en la esquina de Santa Fe y Callao para pedir por “la paz en la Argentina”, por “la reconciliación” de los sectores y para que “Dios

ilumine a los legisladores nacionales” cuando traten el proyecto enviado al Congreso por la presidenta Cristina Kirchner. Esta forma de pedir una solución al conflicto con el campo se multiplicó en varios puntos del país.

Para la oposición, el discurso fue “intolerante y confrontativo” Carrió, Menem y el radicalismo cuestionaron las afirmaciones de la Presidenta Ni la multitud que colmó la plaza de Mayo ni el calor de los cánticos ni las apelaciones a la unidad de los argentinos lograron conmover ni convencer a la oposición. Referentes de distintos espacios opositores coincidieron ayer en cuestionar el discurso de la presidenta Cristina Kirchner. Afirmaron que su espíritu fue “intolerante y confrontativo” y que no contribuyó a la resolución pacífica del prolongado conflicto entre el Gobierno y el campo. “Si la sociedad no puede expresar su voz se trata de una monarquía electiva y no de una democracia”, afirmó la titular de la Coalición Cívica, Elisa Carrió. “No se puede agraviar a un pueblo que tiene derecho a protestar”, afirmó la ex diputada. Impulsora de la jornada de reflexión y oración que ayer protagonizaron ruralistas en las rutas y miembros de distintas confesiones, Carrió insistió ayer en “la no violencia y la paz como el camino más seguro para la construcción de la República”. Carrió vio el discurso de la Presidenta desde su departamento en Barrio Norte. Cerca de ella la oyeron indignarse cuando Cristina Kirchner afirmó haber trabajado “junto” al fallecido socialista Alfredo Bravo. “La intransigencia de la Presidenta anuncia tiempos aún más difíciles para la Nación y es necesario sobrellevarlos con serenidad y sin responder a provocaciones”, agregó Carrió.

Una de sus colaboradoras más estrechas, la diputada nacional Patricia Bullrich, afirmó: “La presidenta Cristina Fernández de Kirchner con sus dichos muestra que lo que pretende realmente es una democracia delegativa, una democracia sin ciudadanos, una democracia sin democracia”. Desde La Rioja, y por medio de un comunicado, el ex presidente Carlos Menem contestó las alusiones de la Presidenta a su gobierno. El senador riojano recordó que durante su gobierno, en la década del 90, severamente cuestionado ayer por la mandataria, los Kirchner “fueron beneficiados con 1000 millones de dólares por regalías petroleras para la provincia de Santa Cruz, según la proyección actual, y que hasta el momento no fueron repatriadas”.

“De raíz” Menem aseguró que si él encabezara el Ejecutivo solucionaría “de raíz” el conflicto con el campo “eliminando las retenciones” que originaron la protesta, y subrayó la necesidad de “procurar por todos los medios llegar a un entendimiento” con el agro “porque si no, esto es una cosa de nunca acabar”. La diputada de Pro por la provincia de Buenos Aires Lidia “Pinky” Satragno manifestó luego del discurso: “Lo único que logra (la Presidenta) con estos anuncios es patear la pelota para adelante”. El radical Pedro Azcoiti (Buenos

Aires), vicepresidente del bloque de diputados nacionales de la UCR, opinó que las palabras de la Presidenta “en nada contribuyen a la búsqueda de la paz social y a generar un ambiente propicio para discutir en serio el tema de las retenciones, las economías regionales y el federalismo”. Para Azcoiti, “le duró poco a la Presidenta la supuesta defensa de la calidad institucional que tanto pregona y poco practica, para volver a su discurso intolerante y alejado de una real búsqueda de diálogo y solución del conflicto”. Desde la izquierda, Vilma Ripoll (MST) cuestionó el discurso y las medidas de la Presidenta: “Es tramposo prometer más democracia, pero enviar al Congreso el mismo decreto que causó este conflicto y encima con la orden de no modificar ni una coma”. El diputado del bloque Solidaridad e Igualdad (SI), Carlos Raimundi, coincidió con la Presidenta en que “históricamente en los procesos de desgaste institucional el primer objetivo es captar la simpatía de las clases medias”, aunque puntualizó que “cuando el estilo de gobierno es tómalo o déjalo, y sus portavoces son irritativos, se contribuye a las clases medias a ser funcionales al desgaste”. Luego de las palabras de la Presidenta, la junta de gobierno del Partido Demócrata porteño advirtió sobre la “trampa” de la iniciativa del Gobierno y afirmó que la resolución es “ilegítima e inconstitucional”.

Rechazos Menem ■ El ex presidente afirmó que la Presidenta “faltó a la verdad cuando habló de los años noventa”, y recordó que durante su gobierno las retenciones “eran igual a cero”.

Carrió ■ La titular de la Coalición Cívica sostuvo que “la intransigencia de la Presidenta augura tiempos aún más difíciles para la Nación”.

Azcoiti ■ El dirigente radical bonaerense afirmó que el discurso presidencial “en nada contribuye a la búsqueda de la paz social y a generar un ambiente propicio para discutir en serio las retenciones”.

WASHINGTON.– Estados Unidos mira con inquietud lo que ocurre en la Argentina; voces que importan en esta capital urgen tejer consensos y soluciones con celeridad. Lamentan que el Gobierno actúe apoyado en una visión de “suma cero”, en la que lo que uno gana lo pierde otro, y viceversa. Sienten, también, que la Casa Rosada decidió utilizar el conflicto con el campo como “punta de lanza” para reafirmar su agenda en un momento complicado. “Es algo natural que cuando un país pasa por una crisis, como la que la Argentina vivió en 2001, la sociedad cierre filas detrás de algunos líderes políticos. Pero también es natural que cuando lo peor de la crisis quedó atrás aparezcan los disensos, que cada uno quiera mejorar su posición”, comentó a LA NACION una voz de referencia en la capital norteamericana. El subsecretario de Estado para América latina, Tom Shannon, evitó entrometerse en lo que definió como “un asunto doméstico”, en diálogo con LA NACION. Tanto él como su equipo en el Departamento de Estado continúan centrados en mejorar la relación tras el cimbronazo de diciembre alrededor del caso Antonini Wilson. Por eso Shannon prevé viajar, el mes próximo, a Buenos Aires.

Tres semanas después del encuentro entre el jefe de la bancada republicana en el subcomité para América latina del Senado, Richard Lugar, y el embajador ante la Casa Blanca, Héctor Timerman, el legislador observa la evolución argentina. “Nos preocupa mucho que el pueblo argentino pueda pasar otra vez por una crisis. Esperamos ver que la situación se normalice”, explicó su principal asesor para la región latinoamericana, Carl Meacham.

Buscar alternativas O’Neil, a cargo de la dirección de un grupo que analiza la política de Estados Unidos hacia América latina y cómo mejorarla, planteó que la Casa Rosada deberá sondear otro camino: “En el corto plazo, para reducir las tensiones, el Gobierno debería cambiar de curso ante los agricultores. Quizá más importante, debería cambiar su rumbo para posibilitar el crecimiento económico sustentable en el largo plazo, alentado por más inversiones en el sector agrícola. Si no, la Argen-

Sienten que la Casa Rosada utiliza el conflicto con el campo como “punta de lanza” para reafirmar su agenda en un momento complicado

Posiciones diferentes Pero aquella primera visión y la cautela pública de Shannon se combinan con otras posiciones más críticas esbozadas en el Capitolio y en la academia, ante la consulta de LA NACION. “Estos primeros siete meses fueron un fracaso para los Kirchner de muchas maneras”, afirmó la experta del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), Shannon O’Neil. “Primero, los efectos negativos económicos e inflacionarios de sus políticas monetaria y fiscal escalaron más rápidamente de lo que muchos esperaban. Segundo, las decisiones políticas de Cristina –en particular, los impuestos más altos a las exportaciones agrícolas– agravaron las tensiones políticas y están lastimando la economía no sólo en lo inmediato por el miedo a la escasez, sino también en el mediano y largo plazo”, lamentó.

Cuatro

tina caerá en la clásica «maldición del recurso», en la que los precios más altos de las commodities pueden llevar a producir menos debido a la intervención oficial en esas áreas de la economía”. Meacham señaló un efecto colateral de esas políticas gubernamentales, que se combinan con la “argentinización” de algunos activos que estaban en manos de extranjeros, la retirada voluntaria de otros por estadounidenses, españoles y franceses, el repudio al Fondo Monetario Internacional o la ausencia de un acuerdo con el Club de París. “Si hay una crisis, será más aislada que en 2001. No hay muchas empresas norteamericanas o europeas urgiendo a sus gobiernos a involucrarse como siete años atrás. Si empeora la situación, ¿a quién le importará más? ¿A los brasileños con inversiones allí?”, comentó Meacham.

Por Nik

El debate es posible, según varios juristas Para los especialistas, el envío del proyecto del Poder Ejecutivo al Congreso para que sean los legisladores quienes ratifiquen o rechacen la resolución ministerial que creó el sistema de retenciones móviles abre un espacio de debate. Constitucionalistas consultados por LANACION.COM coincidieron en que, más allá de que la iniciativa enviada por el gobierno de Cristina Kirchner sólo permite avalar o descartar las medidas que desataron el prolongado conflicto con el campo, los legisladores están en condiciones de debatir otros proyectos, distintos del oficial, que permitan poner fin a la crisis. En este punto, cobra relevancia el hecho de que el kirchnerismo cuenta con amplia mayoría, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, y que el proyecto del Poder Ejecu-

tivo quedaría aprobado con mayoría simple. Es decir que con obtener un voto afirmativo más que quienes lo rechacen en cada una de las cámaras legislativas el texto se convertirá en ley. “Desde el momento en que se remite el proyecto de ley al Congreso, el Poder Ejecutivo está reconociendo implícitamente que los derechos de aduana debieron ser reglados por ley y no a través de una resolución ministerial”, dijo el jurista Gregorio Badeni. “Ahora, el Congreso tiene amplia libertad para debatir el tema [de las retenciones] y adoptar la decisión que considere más conveniente: rechazar la iniciativa y debatir otra. La limitación impuesta por cómo el proyecto fue redactado por el Gobierno no tiene validez alguna. Los legisladores pue-

den apartarse y legislar libremente”, agregó. Y completó: “El Parlamento no está sujeto a ninguna opción prefijada. Puede rechazar el proyecto. Incluso puede decidir no tratarlo y elaborar uno totalmente diferente”.

“Una burla” El abogado penalista Ricardo Monner Sans fue más crítico. “El proyecto oficial es una burla a cómo deben constituirse las leyes. El Gobierno debería permitir la discusión verdadera y no la mera ratificación de lo ya hecho”, dijo. Y agregó: “Pueden presentar proyectos paralelos, como los que ya existen en ambas cámaras y duermen el sueño de los justos. No hay impedimento alguno para que se presenten contraproyectos”. “El rechazo del proyecto de ley que manda el Poder Ejecutivo es casi utó-

pico por la amplia mayoría que tiene el oficialismo. Si ocurriera, se produciría un vacío legislativo”, completó. El constitucionalista Félix Loñ consideró que el Congreso tiene margen para plantear un proyecto distinto. “El Poder Ejecutivo puede mandar proyectos, pero después el Congreso puede hacer lo que le plazca: puede rechazarlo, ratificarlo o plantear un proyecto distinto”, dijo. Loñ añadió: “El hecho de que el proyecto oficial sólo se pueda ratificar o rechazar es un intento del Poder Ejecutivo de atar nuevamente al Congreso a su voluntad. Pero lo cierto es que el Parlamento puede decidir al revés de lo que espera el Gobierno. Los legisladores no tienen obligación de tratar lo que envía el Gobierno”.

Lucrecia Bullrich

“Cuanto más se extiende, pierden todos” Para los encuestadores y analistas de opinión, el terreno político todavía sigue muy inestable. La mayoría esperaba el discurso de Cristina Kirchner de ayer en la Plaza de Mayo para empezar a medir cómo quedaron la imagen y las adhesiones al Gobierno después de una semana tan agitada, que alternó sin solución de continuidad mensajes conciliadores con confrontación directa. En ese contexto, consideraban que el escenario todavía no se había reacomodado lo suficiente como para definir ganadores y perdedores finales, y no se pusieron de acuerdo a la hora de describir el mapa transitorio que ayer quedó delineado. “Cuanto más se prolonga el conflicto, peor para todos”, fue la conclusión de Alejandro Catterberg, director de Poliarquía. En un análisis más profundo, Catterberg consideró que sigue siendo el Gobierno el que tiene más para perder

a medida que aumenta el malhumor social por la crisis. El analista diferenció que mientras el Gobierno obtiene y necesita su legitimación de toda la sociedad, los ruralistas la obtienen simplemente del sector que representan. “Aunque el Gobierno intente con su discurso que la opinión pública se vuelva contra el campo, con eso no resuelve su problema: la gente le exige una solución ya, porque está absolutamente cansada de esto”, graficó Catterberg a LA NACION. “El que necesita la legitimidad social es el Gobierno, los dirigentes del campo sólo necesitan la legitimidad de su sector y la obtienen si consiguen correcciones de las retenciones”, explicó. Jorge Giacobbe prefirió hablar de los ganadores, y en su opinión el mayor de todos ellos fue la opinión pública. “Lo que pasó fue el producto del reclamo de la gente en la calle”, con-

sideró sobre el cambio en la política oficial, que decidió enviar al Congreso el proyecto de retenciones. “Como respuesta a las cacerolas vimos dos milagros: el primero fue Néstor Kirchner dando explicaciones por primera vez en su vida y el segundo, una hora después, fue su mujer rectificando el rumbo”, ironizó.

“Una raya al poder” Para Giacobbe, la opinión pública modificó la realidad y “le puso una raya a la conducta del poder”. De todas maneras, explicó que muchos sectores sospechan que la iniciativa oficial puede ser sólo una política cosmética y, si es así, querrá decir que no fue escuchado el mensaje de las cacerolas. “Si los Kirchner entendieron qué significan centenares de miles de personas golpeando la cacerola no va a ser sólo una medida cosmética; si no lo entendieron, va a prevalecer el ADN político de los Kirchner”, sentenció.

Con otra mirada, Roberto Bacman consideró que todavía se están acomodando las cartas, pero dijo que el Gobierno parece haber logrado salir de la escalada simétrica que protagonizó con el campo en los últimos meses. “El Gobierno salió porque puso la discusión en otro lugar, el Congreso, donde debería haber empezado”, opinó. Para el titular del CEOP, queda por definir si la discusión de las retenciones será a libro cerrado o a libro abierto y cuál será el papel de los partidos políticos en esa discusión, porque hasta ahora no resultaron mediadores efectivos con el campo. Con una opinión similar, Carlos Germano sostuvo que el gran ganador fueron las instituciones, por el lugar protagónico que empezará a ocupar el Congreso. “Después de lo encapsulado que había quedado el conflicto, que sea el Parlamento el que pueda actuar es un salto de calidad en el debate”, opinó.


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