El Consenso

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El Consenso Por mi función de periodista y responsable de un portal de noticias, me intereso cotidianamente en programas de radio y TV del género. Con gran decepción y una enorme cuota de pena ­por lo menos en cuanto al carácter de “periodístico”­ asistí a uno de las más sorprendentes comparaciones que pude imaginar. En el programa oficialista del canal publico, 6­7­8, un señor disfrazado de periodista realizaba la siguiente aseveración; consenso significa un acuerdo entre el delantero de un equipo de fútbol y el arquero contrario que a la hora de patear un penal, colocar la pelota entre los doce pasos, sin efectuar el disparo (aplausos y risas complaciente del resto del panel). Una aberración conceptual que no resiste análisis, por mas simple que se convenga. Tal vez a UD le interese saber porque utilicé las palabras decepción y pena para catalogar este incidente, la respuesta es sencilla: ambas se combinan con desesperanza. Si este es el pensamiento oficial, debo entender que el mismo es la expresión más rotunda de la ignorancia de un concepto significativo al sentir democrático o por el contrario la visión mas categórica de la imposición por sobre el acuerdo. Y pena por un señor, que aunque entrado en años, deberá completar sus estudios de periodismo ya que dejo inconclusa deontología, materia obligatoria en la currícula de la carrera. Un profesional del periodismo, en acuerdo con la resoluciones adoptadas sobre ética del periodismo por el Consejo de Europa, debe comunicar de manera veraz y tiene la obligación de ser totalmente independiente a la hora de informar. El profesional, explicita este documento, no debe tener ningún tipo de relación que responda a intereses particulares con las autoridades públicas y/o privadas. Estas normas deontológicas cumplen como función específica la de estructurar los principios éticos de la profesión. En ellas están expresados los derechos y deberes a los que los periodistas pueden y deben someterse. La carencia de estos conceptos básicos hace que nuestras reflexiones se conviertan meramente en una apología del accionar de nuestro patrocinador. Si a estos conceptos le adicionamos los vertidos, hace pocos días, por el diario de España “El País” quien titula "El programa de los Kirchner" al ciclo producido por Diego Gvirtz en la TV Publica, tendremos una excelente perspectiva del escenario propuesto por el oficialismo. Para “El País” es llamativa la subjetividad con que tratan las diferentes temáticas propuestas. "El problema es que no tiene, ni pretende tener, la menor ecuanimidad. Las únicas voces que se oyen son las que defienden al Gobierno y las únicas críticas que se emiten, las que afectan a los enemigos de los Kirchner".


Este medio habló con el conductor del programa, Luciano Galende sobre el ciclo de Canal 7. "Nosotros compensamos el mensaje hegemónico contra el Gobierno y divulgamos su pensamiento", dijo el presentador, extraña percepción de la función periodística. Si bien estos programas sintetizan una metodología y una lógica de gobierno, resultan efímeros y terminan siendo solo un recuerdo, pero el meridiano del problema nacional hoy atraviesa otras variables. La crisis de gobernabilidad, que tanto adjudican los K a la oposición, es en realidad un conflicto en el grado de participación social de cada uno de sus integrantes. Estas relaciones llevan a una suerte de círculo vicioso. Esto se da en un ámbito en el que, el aumento de la polarización política produce desconfianza en las instituciones y la sensación entre los individuos de una creciente ineficacia política, lo que trae aparejada consecuentemente una baja en la participación social. Revertir el problema es simple cuando se tiene la intención de ello. La palabra mágica es consenso. Esta implica “satisfacer las necesidades de todos”. La toma de decisiones por consenso promueve la expresión en grupos donde los participantes tienen diferentes áreas de conocimiento y aun de intereses, pero trabajan para una meta común. Las opiniones minoritarias deben ser tomadas en consideración a diferencia de circunstancia donde la mayoría puede tomar la acción y obligar la decisión sin ninguna consulta adicional con las minorías. En contradicción con el autoritarismo K las decisiones por consenso son un proceso que busca no solamente el acuerdo de la mayoría de los participantes, sino también persigue el objetivo de alcanzar la decisión más satisfactoria. La toma de decisión por consenso es un proceso virtuoso y no una concesión deshonrosa. Por Francisco Montesano, Periodista Editor Responsable: http://primerahoraonline.com.ar/ http://blogs.clarin.com/conflictos­y­dilemas/posts http://nuevoencuentro.com/franciscomontesano/ www.fororepublicano.com


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