Celebración Penitencial de Adviento

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CELEBRACIÓN PENITENCIAL DE ADVIENTO (En la Capilla tan solo habrá la luz de unas velitas en el suelo: todo semi-oscuro).

Ambientación: A lo largo del Adviento nos vamos preparando para vivir la Navidad. Dios con nosotros. La luz que ilumina nuestras vidas. En este ambiente de semioscuridad, queremos sentirnos unidos a nuestro mundo necesitado de la presencia de Cristo, de luz y de redención. Y desde nuestra oscuridad buscamos la luz, pedimos el perdón y la gracia de Dios para todos. Empezamos esta celebración en el + nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén Así, sentados en corro y dentro de este ambiente de silencio, nos dejamos mirar por Dios. Aviva nuestra vigilancia en la espera de tu Hijo, para que iluminados por su Palabra de Salvación, salgamos al encuentro de Cristo que viene.

Peticiones: Se reparten entre todos estas peticiones (se puede poner música de fondo) 1.- Pon luz, Señor, en nuestra noche 2.- Pon fe, Señor, en nuestra duda 3.- Pon gozo, Señor, en nuestra pena 4.- Pon ilusión, Señor, en nuestro desencanto 5.- Pon fuego, Señor, en nuestro invierno 6.- Pon fuerza, Señor, en nuestro cansancio 7.- Pon espíritu, Señor, en nuestra rutina 8.- Pon ánimo, Señor, en nuestra tristeza 9.- Pon...(añadimos peticiones espontáneas) Nos abrimos ahora a la Palabra de Dios: La curación del ciego de nacimiento es una acción significativa. Cristo puede curar nuestras cegueras y darnos ojos nuevos para ver y para creer. (Leemos: Jn 9, 1-7, 35-40)

Momento de silencio y toma de pulso personal: Se van leyendo despacio estos puntos como ayuda al reconocimiento interior de nuestras cegueras: Nos cuesta descubrir el bien y los valores auténticos; la noche se prolonga demasiado en nuestra vida; es bueno reconocer que somos todos un poco ciegos de nacimiento; la luz de la razón no es suficiente, porque “sólo se ve bien con el corazón”.

Reconozcamos algunas de nuestras oscuridades: (Puede ser leído entre tres personas).  La falta de fe: ¿Cómo está la fe en tu interior?. ¿Qué has hecho para formar en ti la verdadera imagen de Dios?. ¿Cómo piensas de Dios?. ¿Cuándo piensas en Dios?. ¿Cómo miras a Dios? No confiamos suficientemente en Dios. Nos asaltan las dudas y los miedos. Somos miopes o ciegos para ver a los hermanos. Nos fijamos más en las apariencias que en el corazón. Nos dejamos llevar de prejuicios, simpatías o antipatías. Y, sobre todo, no descubrimos en ellos la presencia de Cristo y la huella de Dios.


Somos también incapaces de conocernos y valorarnos a nosotros mismos. No somos conscientes de nuestros errores y nuestras esclavitudes, encontramos en seguida fáciles auto-justificaciones. O tal vez no apreciamos suficientemente nuestras cualidades y nos pasamos la vida envidiando a los demás, porque valoramos más lo que nos falta que lo que poseemos. 

La falta de esperanza: ¿Esperas algo; a alguien?. ¿Qué buscas en tu vida?. ¿Qué caminos recorres?. ¿Qué miedos tienes; qué dudas?. El desencanto y la tristeza forman también parte de nuestra noche. Vivimos en un mundo gris y desconfiado. Nos faltan razones para el esfuerzo y la entrega. Caemos fácilmente en el cansancio, en el conformismo, en la rutina. A veces nos ronda la tristeza, íntimamente unida a la desesperanza. Van pasando los días, sin creatividad y sin inspiración. 

La falta de amor: ¿Amas?. ¿Qué amas?. ¿Por qué estás dispuesto a luchar?. Donde está el amor, está el corazón. El amor es la hoguera de nuestra vida, Puede brillar de muchas maneras, tantas como matices de la caridad. Examinemos, pues, nuestra comprensión y tolerancia, nuestra paciencia y perdón, nuestra solidaridad y ayuda, nuestro respeto y cercanía, nuestra disponibilidad y generosidad, nuestra colaboración y amistad, nuestra comunión. Sacerdote: Ya hemos reconocido nuestras oscuridades. Renovemos ahora nuestro deseo de ser curados y de ser conducidos al Reino de la Luz, donde el Padre nos abraza con misericordia.

VEN, SEÑOR, A SALVARNOS Ven a saciar nuestra hambre de vida auténtica, ven a curar nuestras heridas, ven a aliviar nuestras cargas, ven, Jesús, libera nuestros ojos, nuestros oídos, nuestros labios. Ven a limpiar nuestro barro, ven a encender nuestras lámparas, ven a colmar la esperanza, ven, Señor, libera nuestras manos para la ayuda y el abrazo. Ven a llenar el vacío de tanta superficialidad, ven a alegrar la tristeza de nuestros desencantos, ven a vestirnos de fuerza, de coherencia, ven, Jesús, libera nuestra mente con tu Palabra bienhechora. Ven a arrancar el mal y el pecado, el odio y la injusticia, ven a romper las cadenas de toda opresión y violencia, ven a ahuyentar las tinieblas del egoísmo que nos envuelve, ven, Señor, libera nuestros pies para caminar como hermanos. Sálvanos, libéranos de tal manera que, con la medicina de tu Amor y el bálsamo de tu Espíritu, lleguemos a ser también nosotros liberadores. Ven, Jesús, libera nuestra vida de todos los ídolos que pretenden ocupar tu lugar en nuestro joven corazón.


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