tendencia de la poesia actual hondurena

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25 SOLARES: LUZ PRIMORDIAL QUE HACE TODO NUEVO

1. Introducción. Fabricio Estrada es el autor de Solares, Ed. Pez Dulce, Tegucigalpa, 2004. Solares nos remite espontáneamente al inmortal poeta de Octavio Paz, “Piedra de sol”. En estos apuntes veremos cómo el poemario responde a la tarea de declarar al menos una palabra sobre los hechos, aunque el poeta se sienta “un sol caído en desgracia” (Hijo del sol). Este poema marca la coordenada y la actitud fundamental –que no la única, como trataremos de ver en este comentario- de nuestro autor. 2. Realidad, desencanto y sublimación. Estrada aborda la realidad reflexivamente y la escucha con afinado oído. Los golpes y tumbos de la vida contemporánea, como río atronador, no le hacen perder de vista la utopía: «perla escondida / en la ostra de mi mano». Hay desencanto, decepción en Solares. La época actual, ficticia y vana, es engañosa: «El sol reflejado en anillos y cadenas. / Esta época es la época del insecto». El poeta, consciente de su paso por la historia, exclama: «Voy pasando entre luces / con una vela de oscuridad en las manos / como alma en pena entre los vivos». No obstante la desilusión de la posmodernidad, Estrada visiona el mundo que desea. Plasma en su poesía la realidad que anhela su corazón: «De esos días / en que todo me induce al abrazo / e intuyo que vos, allá, en tu canto / me incluís en la vida, / me hacés ser la vida… / De esos días son los que hablo». Solares nace en la urbe, lugar donde se conjuga el estrés y el vaivén humano. Lo cotidiano entra a formar parte de la cosmovisión de nuestro artista: «Si debo llorar / aprovecho el almuerzo, / entre las doce y una, como Dios manda, / luego sonrío y voy llameando por los pasillos, / pródigo de consejos y hablando del clima».


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