Revista Puntos de Vista Nº2. CESOP

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Revista de Opinión Y Análisis Político

Crisis del Modelo Algunas Explicaciones

Puntos De

Vistas Nº 2 Mayo 2012

Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública Facultad de Ciencias Sociales - Universidad Central de Chile


Revistas Punto de Vistas – Universidad Central - Cesop

Editorial Puntos de Vistas Publicación mensual de CESOP. Director: Andrés Llanos Silva Editor: Mario Flores Cabrera Redacción: Natalia Aravena Díaz Periodista: Michelle Reich M.

Contenido Nº2 Editorial Página 2 Articulo 1 Patricio Quiroga 3-8 Articulo 2 Alejandro Hernández 9-14

M

e complace presentar a todos nuestros lectores el segundo número de la Revista Puntos

de Vistas, un esfuerzo del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, CESOP, por contribuir al debate nacional en relación a los temas políticos sociales que enfrenta nuestro país. A diferencia del primer número, donde pudimos acercarnos a conocer el pensamiento de dos figuras políticas del actual movimiento estudiantil chileno, como es el caso de Giorgio Jackson y Daniela López; la segunda publicación intenta encontrar explicaciones al fenómeno de las movilizaciones sociales que hemos vivido durante todo el año 2011 y parte del 2012. Con el objeto de abordar estos temas, hemos solicitado a tres académicos y profesores, su opinión sobre la temática de la agitación social y la movilización ciudadana, buscando algunas ideas para entender estos hechos que han puesto de relieve la necesidad urgente de cambios sociales significativos en el país. El primer trabajo, que nos muestra un recorrido histórico-político del proceso de movilización estudiantil, nos permite mirar desde diversos ángulos el comportamiento de los actores que han estado participando directa e indirectamente en la configuración de un clima social que ha puesto exigencias a demandas y derechos vulnerados y no resueltos, entregándonos interesantes pistas de enlace con las movilizaciones en otras partes del planeta. El segundo artículo nos permite conocer una visión que pretende constatar el paso de lo particular a lo colectivo: de qué manera lo individual se va dejando de lado para asumir lo común y en qué forma los aspectos transversales que permiten ligar las demandas específicas pueden conformar o construir una demanda nacional. El tercer trabajo es una reflexión que nos lleva a pensar que la crisis que ha provocado este despertar ciudadano en gran parte del planeta y específicamente en Chile, tiene explicaciones en ideas y teorías consagradas en las ciencias sociales y que disponen de un corpus que permite comprender las causas de la crisis presente, la que no sería más que una crisis del Capitalismo en su fase más extrema de desarrollo global. Las tres miradas son interesantes y tienen bastantes puntos concordantes, pese a que los autores no tuvieron ningún espacio de encuentro para la realización de sus trabajos, los cuales fueron elaborados de manera exclusiva para “Puntos de Vistas”. Esperamos vuestros comentarios y sugerencias para los próximos números, como también el envío de correos de personas a quienes les interese compartir con nosotros este espacio de debate y análisis.

Articulo 3 Mario Flores 15-18 Comentarios y Sugerencias a: mfloresc@ucentral.cl

Andrés Llanos Silva Director CESOP Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Central

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TRAYECTORIA DE UN CONFLICTO Me gustan los estudiantes Por Patricio Quiroga Zamora Profesor de Historia, Dr. En Historia por la Universidad Erich Weinert, Alemania. Profesor Titular de la Universidad de Valparaíso. ¡Que vivan los estudiantes, Jardines de nuestra alegría… Me gustan los estudiantes, que rugen como concierto…!

estatal para la legalización y legitimación del lucro en el Sistema de educación Superior. A fines de abril estaba ad portas lo que el oficialismo denominaba como la “revolución educacional”. Pero, para sorpresa del Gobierno, aún quedaban fuerzas de contención, convirtiéndose la toma estudiantil de la Universidad de La Serena en la primera señal de oposición a la escalada gubernamental (principios de mayo), demandas a las que luego se sumaron la V Región, la Zona Sur, la Zona Norte y la Región Metropolitana.

En el contexto de una crisis universal y de activación de procesos políticos y sociales de enorme envergadura, como el movimiento de los Indignados (España, New York), las sublevaciones africanas (Marruecos, Egipto), y de numerosos conflictos internacionales (Siria, Nigeria), la presencia estudiantil chilena ha sido relevante, ha estado presente en importantes medios de comunicación (Die Welt, Washington Post); así como en diversos foros en distintos centros mundiales (París, La Habana). Aún más, la transformación en referente internacional de su principal dirigente (Camila Vallejo), no es un hecho menor para procesos que buscan identidad. Sin lugar a dudas, 2011 pasará a la historia como el año en que las luchas estudiantiles visibilizaron a nivel-país, la existencia de una profunda crítica al Sistema Educacional, iniciaron un acelerado proceso de repolitización de la sociedad chilena, develaron la miseria del Sistema Político e impulsaron un amplio Movimiento Social, con exigencia de cambios estructurales.

Ahora bien, el ingreso al conflicto del estudiantado de la V Región y especialmente de la F.E.U.V., dio una nueva fisonomía a los acontecimientos (fines de mayo), hecho importante por cuanto relacionó aspiraciones regionales y proyecto político nacional. Ahora bien, esto fue posible por la experiencia social y política que venía acumulando el Movimiento Estudiantil en los últimos años, porque tenían un propósito que sacaba la Protesta del acto testimonial a la lucha por un Proyecto: Valorización del rol del Estado, rechazo al lucro, Educación Gratuita, democratización de la vida universitaria; proyecto que transformó al estudiantado regional en actor social políticamente activo, es decir, un grupo con propuesta alternativa al Sistema y además, porque ensayó nuevas formas de Democracia interna (horizontal, participativa, deliberativa y resolutiva). Estas variables dieron peso a las Propuestas Regionales con el resultado de la democratización de la CONFECH (principios de julio), cuando la composición de la mesa ejecutiva quedó compuesta por dos representantes de Santiago (Camila Vallejo, Giorgio Jackson), dos de la V Región (S. Farfán, A. González), dos del Norte (D. Urrea, L. Palma) y dos del Sur (P. Contreras, C. Briceño).

Ante estas constataciones vale la pena reflexionar, ¿cómo fueron posibles estos logros?, en circunstancias que a principios de 2011 nada hacía prever el estallido. Por el contrario, habiendo sido doblegado el Colegio de Profesores por la “revolución” educacional que impulsaba el Ministerio de Educación, el ministro del ramo se preparaba para implementar una gran reforma a nivel del Sistema Universitario. Ni el Magisterio, ni la Oposición, ni el Movimiento Sindical, lograban articular la resistencia a lo que se avizoraba como el golpe final a la universidad

Logrados estos pasos, se profundizó la movilización. A partir de este momento el estudiantado se transformó en fuerza nacional, no obstante las vacilaciones u oposición sibilina de importantes miembros del Consejo de Rectores, las provenientes de la “clase política” y del Parlamento. Por otra parte, es muy importante mencionar que también logró sortear primero el desdén y luego, la represión permanente del Gobierno. En esta perspectiva debe señalarse que el Movimiento Estudiantil, superó un fenómeno muy propio de nuestra

A un año de iniciadas las movilizaciones estudiantiles es pertinente partir por el análisis micro histórico.

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sociedad en las últimas cuatro décadas: el miedo. Pero, ésta es una parte del fenómeno, porque la angustia y el temor también quedaron atrás simultáneamente, en partes importantes de la sociedad, como lo demostraron las protestas contra Barrancones y los reclamos-movilizaciones en Calama, en Santiago (Transantiago), etc. Pero, esto no es todo. También se constató la aparición de un nuevo estado de ánimo, que centró la lucha en lo que se consideraban reivindicaciones del conjunto de la sociedad, experimentándose así, una vuelta a las solidaridades humanas de hace un par de décadas, en detrimento del modelo de extremo individualismo vigente. Otro gran logro de los estudiantes es haber sorteado el cisma, a pesar de las elecciones con que permanentemente se renuevan los cuadros dirigentes. Esto es relevante, porque los estudiantes no sólo sufrieron los embates del Gobierno para normalizar la situación; también soportaron la obstaculización de autoridades unipersonales cercanas al modelo cuestionado, o las de aquéllos que se conformaban con las ofertas gubernamentales. Evidentemente, ésta era una controversia política en la que cada cual manejaba sus intereses; por eso, llama la atención la mantención de la unidad y las salidas políticas que se dio a cada situación compleja. Este es un aspecto en el que vale la pena detenerse, porque no fue fácil sortear a una clase política avezada. Tómese en cuenta que, ni el diálogo de la Democracia Cristiana con el Gobierno para ofrecer una salida, ni las ofertas provenientes de sectores del socialismo, ni las complacientes declaraciones de 51 parlamentarios, lograron modificar el rumbo estratégico (Educación Gratuita y de Calidad). Por eso, el llamado del Gobierno para trasladar el conflicto al Parlamento no tuvo éxito. Debido a esta situación no puede sorprender la falta de acuerdos. Pero, no fueron los estudiantes los intransigentes: a su mano abierta se les respondió con gases lacrimógenos, los ministros caídos respondieron con subterfugios y, tanto las propuestas contenidas en el GANE como los posteriores 21 Puntos, evadieron los aspectos centrales de la controversia: Rol del Estado, Gratuidad, y Fin al lucro. Negociaciones difíciles porque tras cada oferta había un interés. El Gobierno y su base de apoyo político (UDI, RN),

representan un modelo de vida en que se mezclan racionamientos económicos, autoritarismo político y visión de mundo ideologizada. Los Partidos de la Concertación, por su parte, experimentaron el impacto de sus errores: la despolitización, el abandono de sus principios, y su transformación en fuerzaadministradora del Neoliberalismo. De manera que, ninguno estaba en condiciones de convertirse en interlocutor, situación agravada por el severo y peligroso descrédito de la política, del Sistema de Partidos y de la Constitución vigente. En fin, a cuatro meses de movilizaciones ininterrumpidas, para ningún observador pasaba inadvertido que se estaba cerrando una fase, caracterizada por la irrupción y posterior fortalecimiento de los estudiantes, quienes además enarbolaban un Proyecto, ahora Nacional, cada vez más depurado y que tendía a concentrase en la exigencia de un Plebiscito. Requerimientos sobredimensionado por numerosos yerros que produjeron el debilitamiento del Gobierno (algunos hablaban de ingobernabilidad). Debilidad seguida paradojalmente de un creciente endurecimiento, como demostración de que no estaba dispuesto a negociar, que estaba buscando soluciones parciales y autoritarias y que se negaba a la posibilidad de convocar a un Plebiscito.

Por otra parte, la irrupción estudiantil se vio favorecida por el rechazo ciudadano a la intervención larvada en el conflicto por parte de la “clase política”, la que intentaba colgarse de las aspiraciones estudiantiles (P.S.), o pasar el problema al Parlamento (DC), sin hacerse cargo del pasado reciente (Ricardo Lagos). Estas tendencias explican la aparición de una corriente de simpatía de la mayoría afectada por el

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Neoliberalismo, con los estudiantes. Así también como por la contra respuesta de los “poderes fácticos” (llamando a no ceder espacio alguno), de El Mercurio (invocando la Ley de Seguridad Interior del Estado), de la “inteligencia” pinochetista (llamado de Hernán Buchi a mantener la ortodoxia económica) y la negativa gubernamental a recaudar nuevos impuestos para invertir en la Educación. Los estudiantes, conscientes de su fuerza y para dar una salida al conflicto, en agosto levantaron el Petitorio de los 12 Puntos. A partir de ese momento, todo lo que pudo haber sido una señal confusa quedó de lado, porque de las deliberaciones había salido un manifiesto que exigía: Educación garantizada por el Estado, aportes basales de libre disposición, eliminación de la Banca del financiamiento de la educación, fin efectivo del lucro, nuevas formas de ingreso a la Educación Superior, Educación de Calidad, Participación Triestamental, Carrera Docente, desmunicipalización de la Educación Básica y Secundaria, fin al Financiamiento Compartido y garantías de los Derechos Educativos de los Pueblos Originarios. Atrás habían quedado las peticiones de menor rango, la exigencia era ahora de carácter sistémica. Estudios en mano los estudiantes exigían el cambio, y ni el frío, ni la lluvia, tampoco la incomodidad en las gélidas tomas de Facultades o la mala alimentación, redujeron las manifestaciones, a pesar de la violencia que ahora incluyó allanamientos, registros secretos y golpizas. En fin, al calor de la nueva coyuntura se estaba experimentando un fenómeno complejo en la historia de Chile: se trata del copamiento de la calle, el Chile ordenado, silencioso y conforme se desordenaba y un vocinglero coro expresaba su descontento.

Tendencia prolongada hasta el 3 de septiembre cuando la tragedia de Juan Fernández postergó el

debate. El desastre aeronáutico que conmovió al país fue aprovechado por el Gobierno sin ninguna contemplación; mientras los estudiantes hacían un gesto de dolor deteniendo la ofensiva, el Gobierno inmovilizó el dialogo, criminalizó al Movimiento y endureció la represión. Esto no fue todo. Simultáneamente, desde el Ministerio de Defensa la situación fue tratada comunicacionalmente de manera utilitaria, desviando la atención, como se constató meses después. En fin; Gobierno, burocracia funcionaria, instituciones del Estado y aparatos ideológicos, coordinaron sus esfuerzos para descalabrar la Movilización Estudiantil, juego de imágenes culminado el 22 de septiembre con la presencia del Presidente en las Naciones Unidas donde proclamó su simpatía con la causa. Pero, mientras tanto, se preparaba la escena para dar el golpe desarticulador; de manera que en octubre la mesa de diálogo estaba quebrada por la intransigencia del Ministro F. Bulnes, quién además ya preparaba su salida de la escena. Mientras tanto, desde diversas instancias, cundían los análisis de intelectuales preocupados por el cariz de los acontecimientos, advirtiendo sobre la crisis de legitimidad de la política chilena (M. Garcés), la violencia destemplada de la policía y la posibilidad de su intensificación (P. Escobar). Otros advertían sobre la aparición de una situación pre revolucionaria (G. Salazar), del agrietamiento del Modelo Neoliberal (F. Gaudichau), y de que el tema no era el lucro sino la profundidad del Sistema (C. Pérez). Hubo otros que presentaban un Nuevo Modelo para la Educación (A. Mayol), páginas reforzadas por contribuciones externas (V. Bravo), etc. En fin, en un contexto complejo, un importante segmento del país hizo pública su adhesión y preocupación, contrastando con el silencio de la CUT, cuya dirección, acusada de corrupción y venalidad, se había convertido en objeto de crítica del Movimiento Estudiantil. En este contexto, también llamaría poderosamente la atención de los observadores el hecho de que solamente el 7 de Diciembre la, Concertación, el PC, el MAIS y el MAS, suscribieran una declaración de apoyo. Sólo que ésta llegó cuando el Movimiento comenzaba a languidecer, acicateado ahora por dar término a las actividades académicas y todas las consecuencias que ello demandaba (repetición de cursos, pérdida de becas, reparación de vacios de conocimiento, etc.).

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Hacia Noviembre el Movimiento había agotado sus posibilidades, una serie de factores entrabaron sus perspectivas; a saber: la falta de apoyo real de otros sectores sociales (profesores, pobladores trabajadores…), la lejanía con los Partidos Políticos, el lastre en que se convirtió la imagen del Presidente del Colegio de Profesores, la falta de alianzas con los Estudiantes Secundarios, la falta de un Proyecto Políticosocial con base teórico ideológica; a lo que deben agregarse, la acción del Gobierno, el poco interés de los Partidos del Sistema de partidos y la lenta recuperación ciudadana, no obstante el apoyo manifestado en las calles. Además, las presiones también llegaron desde las propias universidades donde varios rectores presionaron para la vuelta a la “normalidad” (UC). La huelga larga, con toma prolongada y ayunos permanentes, había causado estragos también en la salud y el entusiasmo de miles de estudiantes ahora preocupados por las rendiciones de fin año. Además, sus propios desencuentros no eran menores porque ya pronto debían renovarse todos los cargos de representación unipersonales. En fin, 2011 terminó con un cierto deterioro. Ninguna de las demandas se vio cumplida; por el contrario, la Educación Municipalizada sufrió un deterioro aún mayor por el vaciamiento de las aulas por parte de padres preocupados por el conflicto. Por otra parte, la unidad de acción con los Estudiantes Secundarios nunca se logró, al igual que con los trabajadores afiliados a la CUT porque evidentemente, sus dirigentes estaban atentos a la renovación de la directiva y en las posibilidades de un nuevo Gobierno de la Concertación. Además, los compromisos académicos y las fiestas de fin de año terminaron por paralizar la movilización. Esta situación dio a las fuerzas políticas tradicionales un respiro aprovechada por la Concertación para enfocarse en las próximas Elecciones Municipales y proyectar sus candidaturas presidenciales. Apoyados en el binominalismo, el tema estudiantil se diluía para la Izquierda sistémica. Por su parte, el Gobierno, enfrascado en sus planes “estrellas” (postnatal, bodas de oro, etc.), vio llegado el momento para dar el golpe final y presentó, poco antes de la primera convocatoria estudiantil (25 de Mayo de 2012), un proyecto que dejaba a la Banca fuera del negocio

universitario, al mismo tiempo que presentaba un Proyecto de Reforma Tributaria para financiar la Educación.

Pero, lo que no contemplaba el Gobierno era que los estudiantes le harían ver que se estaba haciendo cargo de algunas de las exigencias contempladas en el Petitorio de los 21 puntos, y que se abriría un debate ciudadano que pone en duda la efectividad de la medida. Sin embargo, ésto no es todo; la masividad de la nueva convocatoria, calculada en 80.000 almas, augura la recomposición del conflicto, la profundización del abismo Movimiento Social/Partidos del actual Sistema Político y nuevos quebrantos para el Gobierno. Aun así, no puede perderse de vista la posibilidad de que el anuncio gubernamental encandile a parte de la ciudadanía; de hecho, los propios estudiantes vacilaron ante el anuncio, incluso algunos lo consideraron un logro del movimiento, en circunstancias que es una salida para la mantención del modelo, aliviando de paso las presiones que está soportando. La visualización de algunas tendencias auguran que el año 2012 será complejo, aunque afortunadamente para los estudiantes las elecciones de la FECH y el desplazamiento de Camila Vallejo por G. Boric, en modo alguno, significó un cisma; además, el peso de Camila Vallejo ya era incontrarrestable. En suma, el riesgo del quiebre en una institución altamente politizada, fue contenido. Pero, ningún análisis puede dejar de considerar que hay proyectos muy distintos. Ahora bien, según recientes encuestas, los estudiantes mantuvieron la adhesión ciudadana, de manera que el reinicio de la movilización ya no parte de la nada; sin lugar a dudas, el paisaje político ahora es diferente. La movilización

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permanente estaba adormecida en la generación derrotada y era desconocida para las nuevas generaciones. Remezón que, indudablemente, fue fortalecido por la exteriorización de un malestar general hecho presente en las protestas contra Hidroaysén, así como la revuelta en Punta Arenas, la marcha del mundo gay y tantas otras manifestaciones anti-sistémicas. Estos impulsos, al calor de la manifestación estudiantil, fueron determinantes en los cambio de gabinetes y en la salida de dos Ministros de Educación. Pero, no es todo; los propios yerros autoritarios del Gobierno transformaron la molestia en magnitud política; de manera que tomando en cuenta estas consideraciones, sin lugar a dudas, puede afirmarse que los estudiantes llegaron a movilizar activamente a más de 1.200.000 de personas en cerca de 40 concentraciones, concitando la solidaridad del 80% de la población. Pero, se está llegando a un límite complejo, puesto que en el contexto de las próximas Elecciones Municipales el Movimiento puede convertirse en un obstáculo para el Sistema, pero también es posible que ronde el fantasma de la ritualización de la movilización…y, ¿por qué no prever también la negociación sectorial?

Los estudiantes tienen elementos a su haber para profundizar la presión: lograron implementar su propia representación, han contribuido a repolitizar la Sociedad Chilena, encajonaron al Gobierno, concitaron el apoyo de la mayoría y cautivaron la simpatía de la Comunidad Internacional. Pero, tras un año de movilización permanente van descorriéndose los velos. El primero de estos filtros tiene que ver con el carácter del Movimiento. Para numerosos analistas los estudiantes son un poderoso Movimiento Social, ignorando que son actores con un largo recorrido político desde la llamada “Revolución Pingüina”, práctica que los ha

conectado con el partido político. Es el caso de Camila Vallejo y el PC. Por otra parte, el actual presidente de la FECH tiene una base de apoyo de larga data que surge de una escisión de la antigua Surda, de manera que también tienen Proyecto, Programa y noción de construcción orgánica. En la V Región, desde hace siete años, tienen presencia los Estudiantes Movilizados, grupo constituido en organización política con dirección en el movimiento social; sector que, además, ha aglutinado las aspiraciones de regiones con la creación de una organización estudiantil (Unión Nacional de Estudiantes), considerada como paso previo a una articulación política, orgánica y social de nivel nacional. Tampoco puede dejar de mencionarse la presencia Comunista Libertaria, organización presente a lo menos hace diez años con propuestas como la horizontalidad en la construcción de fuerza y también presente en la mesa directiva de la FECH. Ahora bien, tras cada una de estas orgánicas hay programa, línea política, construcción orgánica y aspiraciones de redención social, como es caso de colectivos como Armas de la Crítica, Oveja Negra, etc. Pero, lo más importante de esta tendencia es que estas proto-orgánicas son producto del espacio abandonado por los viejos partidos de raigambre popular y de la incapacidad de numerosos colectivos por dar forma orgánica-nacional a su aspiraciones (G-80, GAP, etc.). En fin, no estamos ante un Movimiento Social (como lo entiende la teoría), sino ante el germen de lo que podría ser una nueva organización. Dicho sea de paso, una cosa es la teoría encajonada en modelos teóricosociológicos (movimientismo) y otra, la realidad que muestra un Movimiento conducido por orgánicas en camino a convertirse en partido, sin que hasta ahora hayan encontrado la fórmula para la construcción del instrumento políticosocial. Fenómeno presente en diversas ocasiones en América Latina, como fue por ejemplo el Directorio Revolucionario cubano. En efecto, en la Región, desde el grito de Córdova (1919) los estudiantes han sido un actor político; por lo tanto, posiblemente deberán resolver problemas agudos como su propia incapacidad para transformarse en organización sin perder apoyo. La propia coyuntura de octubre también será compleja si el PC persiste en construir una alianza amplia en la que, indudablemente estarán las

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fuerzas de la Concertación. Además, como un elemento natural de la lucha política debe contemplarse la posibilidad que algunos sectores enfilen hacia la ruptura con el sistema; en tanto, otros podrían acomodarse a negociar temas estrictamente atingentes a lo educacional, o preparar el camino a la integración parlamentaria. Aunque, el estado de ánimo generalizado muestra mayores simpatías por enfrentar resueltamente el conflicto, enfilando hacia el cambio social. Meta consideraba a largo plazo y en cuya consecución el Movimiento muestra avances significativos; ya que, no sólo ha copado la calle sino que también, ha impulsado la reaparición de la memoria olvidada, la caja cerrada comienza a abrirse. Dicho de otra manera la Memoria Histórica comienza a florecer, cuestión compleja para las elites porque esto significa que la violencia simbólica, es decir la operación de hegemonía, trasmitida por los aparatos ideológicos del Estado, que conduce a que el simple ciudadano (despolitizado) acepte la visión de mundo de los dueños del poder, ha comenzado a resquebrajarse. El control de la calle, la marcha, acompañado ahora del cacerolazo y la fogata, son coreografías de alto simbolismo, representantes de una ciudadanía que reclama por lo perdido, por lo impuesto, por lo negado. Una ciudadanía que sabe que el 10% de los acomodados deja para sí el 80% del PIB (15.400 per cápita). Es la rebelión simbólica y política de los marginados, de aquéllos que saben que sus sueldos son 30% más bajos que hace 40 años atrás. Ahora bien, el fenómeno viene acompañado de una exigencia que muestra cuánto ha cambiado la sociedad en las últimas cuatro décadas. Ayer, las reivindicaciones provenían del mundo Obrero-Popular considerándose pertinente un cambio NacionalPopular. En cambio, en este momento, la interpelación proviene de los sectores medios afectados por el Neoliberalismo y la inequidad en el reparto del PIB. En esa perspectiva, el Movimiento Estudiantil puede transformarse en el puente que abra ahora las compuertas de participación del universo popular. Pero, esto implicaría sacar al Movimiento Estudiantil de su exclusivo rol social incorporando

al movimiento global a los subalternos. De partida, tendría que buscar fórmulas para incorporar a la protesta a los trabajadores, que endeudados 7,8 veces su sueldo con las tarjetas de créditos no puede darse el lujo de perder su trabajo asistiendo a las marchas. Ahora bien, habida cuenta que el Modelo se estructuró sobre la base del “chorreo” y la hiperganancia…¿no habrá llegado la hora de exigir la rebaja de los créditos usureros? El apoyo es masivo en los sectores medios afectados por la usura en la educación. Pero, ampliar el frente requiere más que de la invocación del “Adelante, obreros y estudiantes”. El tiempo político es poco, asegurar esa posibilidad de ampliación de la alianza tiene plazos de inicio en las elecciones de octubre. Aunque también debe tomarse en cuenta que el tema central, lo sustantivo para la inmensa mayoría estudiantil no es la Reforma, sino el cambio del modelo de construcción de nación; esto es poner en el tapete de la discusión un cambio de Estado, del Modelo Económico (con abandono de la teoría del crecimiento y su cambio por las del desarrollo), de la cultura de de-solidaridad y una nueva forma de enfrentar las relaciones internacionales. Horizonte aún lejano y que en las ya tradicionales movilizaciones del 21 de mayo, tendrá una primera prueba. Todo es posible. Las cartas están sobre la mesa. El Movimiento Estudiantil ha tenido un logro espectacular. Los chilenos estaban acostumbrados a ver segmentadamente la vida. Los medios de comunicación y cientos de periodistas a-críticos acostumbraron al chileno medio a conformarse con la fragmentación de la noticia; hoy sin embargo, gracias a las manifestaciones saben que son parte del malestar mundial provocado por los ajustes neoliberales, presente en Inglaterra, España, Estados Unidos, etc. Ahora, la mayoría sabe que es parte de los “Indignados”, de la protesta social en El Cairo, del levantamiento de los sindicatos en Francia, de la protesta en Portugal…de los esfuerzos de la OCLAE por revitalizar al movimiento estudiantil latinoamericano. En fin, cada vez queda más claro que las luchas de hoy evitarán mañana los suicidios por falta de trabajo (Italia) o la entrega de niños a instituciones de apoyo porque no se les puede mantener (Grecia).

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De lo individual a lo colectivo, de las afinidades al interés común. Un nuevo sujeto para un nuevo Chile

Por Alejandro Hernández Trabajador Social, Magister en Ciencia Política, Docente de la Escuela de Trabajo Social, UTEM. Coordinador Magister en Política Publica y Seguridad Ciudadana, Programa de Estudio de Politica Publica (PEPP)-UTEM

El movimiento estudiantil por la gratuidad de la educación convoca a cientos de miles de chilenos en las principales ciudades del país; cifras similares se registran en marchas que exigen igualdad y respeto por la diversidad sexual. El funeral de un joven homosexual, asesinado por una banda neonazi criolla, se transforma en una multitudinaria expresión de catarsis colectiva. Cientos de mujeres demandan en las calles y murallas, su derecho a decidir sobre el aborto. El Parque Forestal recibe, una vez al año, a miles de ciudadanos exigiendo su derecho al consumo y cultivo personal de marihuana. Grupos de papás divorciados se manifiestan frente a los Tribunales para exigir su derecho a vivir y participar en la crianza de sus hijos. Jóvenes se desnudan y teatralizan inmolaciones en defensa de los derechos animales. Pobladores cortan calles y se cuelgan de andamios bajo la demanda de una vivienda y vida digna: estos mismos pobladores ganan un plebiscito a un Alcalde, que ha recibido el respaldo de todos los Partidos Políticos y la Cámara de Comercio Comunal. Improvisadas protestas denuncian la cosificación de los usuarios del Transporte Público en Santiago. El país se vuelca a las calles para defender una Patagonia sin represas, Aysén y Punta Arenas paralizan y conmueven al país con sus movilizaciones. Prácticamente no existe rincón de Chile en que no se manifiesten de manera creativa, masiva, pacífica o violenta, las expresiones de descontento y malestar social en contra de lo que denominan “el sistema”. En paralelo, podemos apreciar una explosión de nuevas formas organizativas, no estructuradas ni jerarquizadas, definidas por lógicas asambleístas, de coordinación y acción directa, sin mayores complejos ideológicos formales, que han permitido la convivencia de múltiples expresiones e individualidades conmovidas por este escenario de efervescencia. Colectivos, Coordinadoras y Asambleas son nomenclaturas que sobrepasan

a los Partidos Políticos y tienden a despertar a una aletargada sociedad civil nacional. La transversalidad de estas emergentes formas de organización y expresión, se ha convertido en una de sus principales características y fortalezas. No es el Movimiento Obrero y Proletario Tradicional o Histórico el que se expresa masivamente en las calles, y por cierto; no es el relato marxista, el que se expresa en los cantos y consignas de este pueblo multicolor y diverso; quizás es el sentido común y las más básicas referencias a la justicia social o a lo injusto de la actual situación, lo que se transforma en el principal detonador de estas expresiones callejeras. Se aprecia un componente ético determinante en los discursos que articulan la movilización y que podemos ejemplificar en el ya tradicional argumento esgrimido por la mayoría de los participantes en las distintas movilizaciones: “yo no estoy acá por política”, “yo no soy político”, “esta demanda es social”, “no me interesa la política, estoy acá porque no es justo lo que sucede”, “este es un problema que afecta a la gente, no es política”. ¿Quién nos convenció que los problemas de la gente “real” no son problemas políticos “reales”?.

En paralelo las Instituciones que, por definición deberían ser las encargadas de canalizar este cúmulo de demandas y expresiones, se encuentran cada vez más desprestigiadas y en evidente caída libre, en los estudios de opinión pública. No sólo los partidos políticos y sus conglomerados binominalistas, sufren este desprestigio y falta de credibilidad sino que además, la principal Institución Política de nuestro Sistema de Representación, la imagen y representatividad del Presidente de la República, ha caído a niveles de aceptación, incluso menores de los que llegó a tener alguna vez el dictador. Como consuelo, también las instituciones “no políticas” de nuestra sociedad se encuentran en una clara crisis de

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credibilidad; un ejemplo de lo anterior es la evidente falta de empatía y asertividad que han demostrado las Iglesias (Católica y Protestante), ante la creciente liberalización de nuestra sociedad: Integración, Tolerancia y Diversidad son nociones que aún no forman parte del glosario conservador y fundamentalista de éstas. Las respuestas institucionales resultan peculiares y paradójicas: la Iglesia Católica se presenta en una constante auto justificación frente a “ tanto Karadima suelto”; la Derecha Política atribuye este fenómeno a la reaparición de los “inútiles y subversivos” de hoy,” tontos útiles” de ayer. La Oposición se desgarra ante la necesidad de generar sintonía con los Movimientos Sociales, como una forma de contener su desconcierto. Ante la exclusión y desconsideración por parte de los movilizados y, como una forma de recuperar el control sobre los movimientos sociales que alguna vez la miraron con simpatía, la CUT cada día se asemeja más a aquel cuadro de la casa que antes estaba en el living y hoy se ubica entre la puerta del baño y la bodega: sin convocatoria y a veces, vista como un abuelo que intenta ser cariñoso…pero con Alzhéimer. Mientras tanto, el P.C. aún se encuentra investigando quién autorizó al pueblo a adelantarse y no respetar la línea política del Partido y, por otra parte, el depresivo Anarquismo Postmoderno se transforma en la respuesta de moda en la búsqueda de identidad política de los jóvenes con inquietudes sociales. Quizás uno de los elementos más destacables del escenario descrito, además de las movilizaciones que nos han devuelto a la vitrina internacional luego de 20 años de coma social inducido, es la dinámica de reflexiones, debate e investigaciones exploratorias que se han iniciado en torno al fenómeno, tensionando perspectivas sociológicas, históricas, politológicas, antropológicas de todo aquel que se siente intelectualmente conmovido por este “despertar ciudadano” o la “vuelta de los movimientos sociales”. Por lo tanto, frente a la presencia del espacio, no cabe más que tomar una parte de él para sumar otra reflexión en torno al fenómeno. Redefiniendo la Sociedad Civil y lo Político Estas expresiones de protesta social ¿definen una dimensión política, muchas veces negada por los propios actores? Cuando se

propone el renacimiento de la Sociedad Civil ¿de qué tipo de sociedad civil estamos hablando? Por otro lado, ¿es posible dimensionar políticamente todo este discurso individualista que, finalmente se termina expresando colectivamente ?. ¿Estamos frente a una crisis de soberanías, expresadas en nuestro contrato social? Al respecto, algunas reflexiones. Una de las principales características de las expresiones discursivas de los sujetos que se expresan y movilizan socialmente, es la directa relación entre la demanda y el impacto de ésta en el ámbito personal de cada sujeto; es decir, podemos apreciar un traslado de los intereses individuales a expresiones de movilización colectiva, sin que medien, por lo menos explícitamente, constructos o perspectivas ideológicas de transformación global. Lo que permitiría la articulación discursiva y la vinculación con expresiones colectivas de protesta, estaría vinculado con lo que hoy podemos reconocer como afinidades; es decir, expresiones de intersubjetividad que posibilitan expresiones colectivas, sin renunciar al interés o satisfacción individual de la demanda que se expresa. O en otras palabras, y siguiendo a Touraine (1992), la crisis y el resurgimiento del sujeto en su máximo esplendor. Desde esta noción de crisis, adquieren relevancia las nuevas formas de organización y acción social, las que se presentan como emergentes y tensionantes de sistemas políticos que han demostrado la ineficiencia de sus estructuras democráticas para canalizar o satisfacer estas nuevas demandas y formas de organización. Esta noción de cambio se evidencia en las profundas transformaciones en la subjetividad de las personas y en los cambios de percepción de la realidad, generando un cambio cultural de dimensiones que tendría como principal manifestación la emergencia de un nuevo sujeto, ya no dotado ideológicamente por grandes paradigmas de interpretación del mundo, en tanto que se vincula con lo colectivo desde sus propias definiciones individuales, desde su cotidianeidad hecha vida. Así las cosas, la emergencia de este nuevo sujeto respondería a un proceso de transformación cultural, de cambio en nuestra concepción del mundo, en nuestra forma de entender y dar sentido a nuestra existencia, en donde el lenguaje se instala como un factor de creación y acción política central en la

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redefinición de los sujetos, reordenando los sentidos y perspectivas de realidad en torno al mundo y a lo social, aunque sin perder la centralidad en la conflictividad determinante de toda acción que tienda al cambio social. ¿Cuál es el rol de la subjetividad en la expresión política de este nuevo sujeto? Para Negri (2004), la principal expresión política de la subjetividad se vincula con la cooperación y la comunicación, que al mismo tiempo generarían nuevas formas de cooperación y comunicación, nuevos lenguajes y nuevas subjetividades, en tanto elementos innovadores que enriquecen la realidad y dinamizan las resistencias. El eje de esta perspectiva sería el concepto de “interés común”, que se diferencia del “bien común” que da origen a la estructura jurídica de los Estados. En este caso, “interés común”, no reducido a la abstracción por el control del Estado sino que recuperado por las singularidades que cooperan en la producción social; es decir, un nuevo sujeto de soberanía que emerge desde la subjetividad y la producción de lo común en tanto relación simbiótica en espiral, que se expresaría en hábitos y conductas individuales, surgidas sobre la base de la conducta y la comunicación social. Desde las prácticas de autonomía, auto organización y comunicación en red, este nuevo sujeto materializaría la recuperación de soberanías políticas ante el sometimiento del contrato social en versión neoliberal, redefiniendo a la política y ampliando los límites de la democracia liberal, radicalizándola, haciéndola directa, articulándola desde el interés común y las subjetividades.

Estas lógicas de auto organización han sido una de las expresiones más visibles y novedosas de este periodo de “malestar” o “protesta social” en Chile. Es decir, hemos verificado el surgimiento de innumerables expresiones organizativas, especialmente bajo la denominación de “colectivos”, lo que para

varios analistas significa una suerte de renacimiento de la Sociedad Civil. Resulta interesante esta recuperación de la idea de Sociedad Civil, especialmente si se consideran a estas nuevas formas de organización como parte o génesis de nuevos proyectos de transformación social en Chile. En su versión liberal, sociedad civil se entiende como un espacio autónomo, ausente y distante de la disputa política, es decir, ausente de toda lógica de conflicto, disputa o expresión de poder. Este relato es posible de comprender en la perspectiva de un esfuerzo de actualización y direccionamiento del pensamiento liberal, en tanto, aísla a la sociedad civil de toda noción de conflicto, restringiendo las dimensiones políticas a una función especializada de lo civil en relación al Estado. Desde un relato democrático-comunicativo, la Sociedad Civil es vista como el espacio en que los individuos, grupos y asociaciones voluntarias se relacionan, se comunican y expresan de manera libre y autónoma en cumplimiento de sus propios fines específicos. Es el espacio de los actores sociales, según Arendt (1996), cuyo campo de acción no se agota en las mutuas relaciones que establecen, sino que, a través de las diversas formas de participación trascienden su influencia hacia el Estado y la acción política. Por lo tanto, en un contexto democrático la Sociedad Civil presupone la existencia del Estado, así como la democracia supone la existencia de la Sociedad Civil, y la existencia de una Sociedad Civil fuerte seria una condición necesaria para alcanzar una democracia real y efectiva. Sin embargo, las características y formas de la explosión social en Chile, nos llevan a considerar una idea de sociedad civil, según Bobbio (2006), en tanto el espacio natural y privilegiado de expresión de conflictos y tensiones, económicas, sociales, ideológicas, religiosas, que el Estado está llamado a resolver, prevenir o reprimir, entendiendo que los sujetos de estos conflictos son las clases sociales y los grupos u organizaciones que las representan. No sólo asume a la sociedad civil en tanto instrumento de análisis socio-político, sino que se vincula en si misma con un proyecto de transformación política, o como lo propone José Luis Acanda (2002), con la construcción y/o deconstrucción, el estrechamiento o ampliación, de determinados

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espacios que encarrilan, en un cierto sentido, la actividad y el despliegue de sujetos sociales específicos. Es decir, un espacio abierto y en constante disputa hegemónica, expresándose “lo político” y “la política”, como el espacio donde “el enfrentamiento de las fuerzas puede identificarse efectivamente como el fondo de la sociedad civil, a la vez principio y motor del ejercicio del poder político (Foucault.2006. p31). Desde este prisma, entendemos “lo político” como la dimensión de antagonismos y conflictos propios y constitutivos de nuestras sociedades, mientras que “la política” en tanto prácticas concretas e instituciones orientadas a la creación de un orden necesario en el contexto del conflicto ineludible derivado de “lo político”; o en otras palabras, “la política se refiere al nivel óntico, mientras que lo político tiene que ver con el nivel ontológico. Esto significa que lo óntico tiene que ver con la multitud de prácticas de la política convencional, mientras que lo ontológico tiene que ver con el modo mismo en que se instituye en la sociedad” (Mouffe, 2007, p.15). La sociedad siempre se instituye políticamente, identificando el terreno donde se verifican estos actos políticos como resultante de prácticas hegemónicas previas, por lo que los sujetos políticos emergerían desde estas mismas prácticas hegemónicas o contra hegemónicas, que se materializarían en el escenario privilegiado de expresión de conflictos, es decir, la sociedad civil. Todo orden político sería una expresión de poder hegemónico instaurado a partir de prácticas hegemónicas, que al estar abiertas desde el punto de vista de su conducción y condición de clase, siempre resultan susceptibles de ser modificadas y alteradas, es decir, desafiadas por prácticas contra hegemónicas “que van a intentar desarticular el orden existente para instaurar otra forma de hegemonía” (Mouffe.2007.P25). La emergencia del sujeto se encuentra expresada a partir de las formas o prácticas que éste es capaz de articular a partir de demandas político democráticas, en donde el conflicto es inherente y legitimado en la estructura social. La democracia, en este caso, debe ser capaz de otorgar las condiciones para que este conflicto no adquiera una dinámica antagónica definida por la relación excluyente amigo/enemigo, es decir, de superar el conflicto a partir de la eliminación del otro, sino que sirva de contención y conducción de disputa de hegemonías asociadas a este

conflicto, pero que no destruya las bases de la asociación política. Desde este punto, podemos entender la profunda esencia democrática que en su constitución y acción tienen las distintas expresiones que forman parte de este escenario de protesta social, en tanto expresión de conflictividad y tensiones propias de la sociedad civil, que expresarían desde su radicalidad discursiva y sus prácticas políticas cotidianas, una profunda y radical demanda de democratización, la que expresándose desde su particular heterogeneidad se levanta en un formato de múltiples resistencias anti sistémicas, al mismo tiempo globales y dispersas, en oposición a las lógicas homogeneizantes, apolíticas y disciplinantes, requeridas por el mercado . El despertar de las soberanías sometidas Por cierto que lo relatado hasta ahora, da cuenta de una situación de crisis, no sólo nacional sino que de alcances globales, que se expresaría discursivamente en el hastío frente a las condiciones de vida y exigencias impuestas por el mercado global, y además, en relación al rechazo y pérdida de legitimidad (crisis de consenso) de los procedimientos e instituciones de representación política propias de las democracias liberales. ¿Qué dimensiones tiene esta crisis?, ¿existe relación entre las formas de protesta o resistencia al modelo y las expresiones de poder que lo constituyen?, ¿es posible entender este poder constituyente neoliberal, como un poder que determina nuestras vidas? Intentaremos reflexionar al respecto desde los aportes de Michel Foucault y sus perspectivas relativas a la Genealogía.

La Genealogía se define como el “acoplamiento de los conocimientos eruditos y las memorias locales, acoplamiento que permite la constitución de un saber histórico de las luchas y la utilización de ese saber en las tácticas actuales” (Foucault.2006.p22), es

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decir, desde el estudio y análisis de las resistencias y las luchas opuestas al poder centralizador de la ciencia y sus instituciones, es posible llegar a un dimensionamiento del poder y desde ahí, identificar las formas y procesos que desde ese poder se despliegan para objetivar al sujeto, y al mismo tiempo, reconocer al sujeto desde sus prácticas de resistencia a esa objetivación. La apuesta es reconocer al sujeto desde sus prácticas de resistencia al poder que intenta objetivarlo, es decir reconocer al sujeto desde el espacio que lo determina. Si el poder ya no es asumido, únicamente como prorroga o reproductor de las relaciones de producción capitalista, ¿cuál es su dimensión contemporánea? Aquí una de las sentencias más controversiales de Foucault. El poder ya no sería un acto o una acción y no necesariamente se materializaría en una institucionalidad política visible y por lo tanto, físicamente atacable, el poder ya no sería un trofeo, un objeto a disputar, no tendría un domicilio conocido en el Estado, por lo que sobrepasaría las dimensiones propias de la soberanía, en tanto visión contractual y jurídica constituyente del poder político moderno. A este esquema contractual jurídico es lo que el autor denomina soberanías sometidas, las que relaciona con la doble dimensión del sujeto o el ciclo del sujeto al sujeto, es decir, por un lado, un sujeto dotado por naturaleza de derechos y capacidades, pero al mismo tiempo, un sujeto sometido en una relación de poder jurídica y políticamente determinada, es decir, un súbdito. Tanto la soberanía política moderna como el derecho instalaron un discurso que apuntaba a disolver o enmascarar las relaciones de dominación y objetivación inherentes a ellas, instalando en el imaginario social los derechos legítimos de soberanía y la obligación legal de obedecer (Foucault.2006). Esta perspectiva de poder, que al mismo tiempo es su propia definición, se reconoce en la noción de Biopoder, en términos de la producción, aumento y optimización de la vida misma, en una perspectiva de reproducción de ésta y el poder que la incluye y la determina, es decir, la vida crea y hace posible el ejercicio de un poder sobre si misma, que no sólo la controla, sino que se apropia enteramente de ella, para producirla desde sus mecanismos.

Esta noción de Biopoder se articularía a partir de dos dimensiones, la anatomopolítica y la bíopolítica. La anatomopolítica hace referencia a los mecanismos y dispositivos que apuntan al disciplinamiento conductual y de los cuerpos, es decir, estamos frente a un poder individualizante que apunta al control de cuerpos singulares, incluyendo una dimensión ética-discursiva vinculada al control de la sexualidad y el placer, despliegue situado en sociedades en plena explosión demográfica e industrial y destinado al disciplinamiento e individualización del cuerpo, a partir de instituciones como la escuela, el hospital, el cuartel, etc. ,es decir, la individualización para la anulación e inmovilización ante la explotación del capital. Este biopoder en su dimensión biopolítica, apuntaría al control y propiedad de la vida desde procesos de producción de relaciones sociales propias de la hegemonía neoliberal conservadora, apuntando en última instancia, al control de los códigos que definen la vida misma. Esta nueva forma hegemónica sentaría sus bases en un tipo de trabajo también denominado biopolítico, en función de ser un trabajo que no sólo crea bienes materiales, si no que por sobre todo, relaciones sociales, conductas, discursos, subjetividades, la vida social en toda su extensión. Este trabajo biopolítico tendría su origen en el desplazamiento cualitativo de la hegemonía del trabajo material, fabril o de raíz obrera propio del siglo XX, emergiendo en su lugar el trabajo inmaterial, es decir, aquel trabajo que produce bienes inmateriales pero determinantes en el actual escenario, como el conocimiento, la información, relaciones, redes, emocionalidades, sensaciones, afectos, lo prosocial. Un interesante componente de esta noción de trabajo inmaterial, es lo que se conoce como “trabajo afectivo” orientado a la producción y manipulación de emociones, tales como las sensaciones gratas, el bienestar, la felicidad, la satisfacción, la excitación, la pasión, el sentirse reconocido: lo prosocial, o en otras palabras, a pesar de que en la tienda del retail seamos estafados y extorsionados con intereses que hacen desbordar sus ganancias, somos recibidos en el ingreso con una amable sonrisa que nos da la bienvenida, que nos hace sentir

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cómodos, reconocidos, queridos, importantes…abusados pero queridos.

Un nuevo sujeto, portador de una nueva hegemonía liberadora, democrática y vital.

La noción de crisis que cruza estas reflexiones, se vincula también con la crisis o el fin de la representatividad propia de la soberanía moderna, es decir, quienes resisten ya no requieren ser representados por estructuras políticas o sociales que se apropien de su soberanía y asuman el derecho de su conciencia, la noción de unidad en la representación estaría tan en crisis como la propia definición de pueblo, esto es, resistencias cotidianas, desestructuradas, múltiples, dispersas, en donde la idea de pueblo supera el entendimiento clasista y se instala en la perspectiva de las minorías, de inferior, dominado, siempre en devenir, siempre inacabado, superando la determinación tradicional de los movimientos populares, a quienes “se le ha presentado como producidos por el hambre, los impuestos, el paro; nunca como una lucha por el poder” (Foucault.1992.P31) Sería posible construir un puente que nos vincule con las expresiones de protesta y subjetividad expresadas en Chile en contra del modelo, en tanto expresiones de resistencia a los mecanismos de poder y disciplinamiento de la actual hegemonía neoliberal conservadora, identificando en el mismo ejercicio el escenario y sujeto de esta resistencia como vida, surgida desde el corazón de este poder disciplinante. De ser así, el reconocimiento del potencial político de la subjetividad instala destellos de una nueva configuración civilizatoria centrada en el sujeto y sus resistencias-vidas. Toda resistencia es un acto político y todo acto político es un acto de vida, de resistencia biopolítica, de acción contra hegemónica, en donde todas las perspectivas teóricas de lucha política convergen en un solo vértice: el sujeto.

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Curiosamente, alternativa

hay

explicación

y

Por Mario Flores Cabrera Profesor y Editor “Puntos de Vistas” “La alternativa que enfrentamos es si regularemos los mercados financieros globales internacionalmente o dejaremos a cada estado individual que proteja su propio interés de la mejor manera que pueda. Lo último seguramente redundará en el fracaso del gigantesco sistema circulante, que camina bajo el nombre de capitalismo global”. George Soros. “Cuanto más temprano ellos reconozcan que estamos frente a una crisis total del capitalismo, mejor estarán equipados para hallar una salida”. George Magnus. “La acumulación de riquezas en un polo es, por tanto, la acumulación de miseria al mismo tiempo”… “La razón última de todas las crisis reales sigue siendo la pobreza y el consumo restringido de las masas”. Karl Marx.

No cabe duda y los hechos así lo demuestran: hay un despertar social en gran parte del mundo que ha vivido, de manera más o menos ortodoxa, las políticas neo liberales de los últimos 40 años y que han puesto en crisis al sistema capitalista mundial. Esta crisis ha desatado desde hace varios años un sentimiento de malestar y cuestionamiento al modelo de sociedad vigente y que hoy se expresa con fuertes movilizaciones, que han desatado una agitación ciudadana de magnitud inédita en estas últimas décadas. Lo anterior permite avizorar el supuesto de que se está en presencia del nacimiento de una nueva época, que comienza a emerger con una voz ciudadana potente y activa en pos de cambiar lo establecido, que se siente como un peso de arbitrariedad y opresión sutil. Estos incipientes gérmenes de cambio de época se pueden explicar por medio de diversos antecedentes que, curiosamente, vienen de cierta data de tiempo y que tienen relación con la crisis del sistema global, aspecto que trae a la memoria un comentario efectuado por el destacado historiador Eirc Hobsbawan, al explicar el por qué de una de sus últimas

publicaciones que, en esta ocasión, me permito citar: ”Almorzando con el financista George Soros, éste me preguntó: ¿Qué piensa usted de Karl Marx?. Tras un respuesta difusa de mi parte, Soros me respondió, Sr. Hobsbawan, Marx definitivamente, algo tenía”. “Creo que el tema de la globalización, lo impresionaba a él y otros muchos grandes financistas del mundo. El hecho de que Marx predijera la globalización, una globalización universal, que incluye no sólo la de los gustos y las consecuencias que trae consigo, sino también su propia destrucción, no deja de impresionar a estos connotados personajes”. No puedo decir que las masivas manifestaciones sociales que se han desatado en importantes ciudades del mundo y en nuestro país durante todo el 2011 se sustenten en el pensamiento o en las ideas de un viejo y vilipendiado pensador social, profundamente desterrado de las mentes de muchos de los que se decían sus seguidores. Lo que sostengo es que, a través del pensamiento de ese viejo transformador, se puede explicar el por qué de este despertar ciudadano en gran parte del planeta y específicamente en Chile. Esto, debido a que la crisis del capital financiero, desatada desde hace unos cuatro años, no parece una crisis cualquiera que pueda ser resuelta con meros ajustes económicos.

Todo indica que se requerirán de soluciones bastante radicales, que ni el mercado ni la democracia política actual pueden resolver por sí solas y, por ende, se requerirán de ideas potentes que puedan convertirse en los cimientos de un nuevo tipo de sociedad. En este aspecto, ese viejo, tergiversado y secuestrado pensador del siglo XIX puede ser un buen aporte con sus ideas originales y no las que han sido manipuladas durante décadas.

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La crisis del Modelo Neo liberal, ha permitido redescubrir que el Capitalismo no es la única ni la última expresión por la cual se puede alcanzar un orden mundial humanizado y respetuoso de los derechos de las personas. Ya Francis Fukuyama reconocía que se había equivocado con su “Fin de la Historia y el Último Hombre”; el capitalismo como sistema resultante de una libertad económica desmedida no era la última expresión de la sociedad, tal como se instaló o se ha hecho creer desde hace varias décadas. El fundamentalismo de la economía neo liberal ya no es capaz de dar respuestas a las crecientes demandas ciudadanas, a su empoderamiento y a su capacidad de protesta frente a un modelo mezquino y depredador. Si bien hoy nadie tiene claro qué vendrá, es claro que no puede ser más de lo mismo, aunque lo pinten de seda.

Es precisamente la crítica a los excesos, al egoísmo y la concentración de la riqueza de un sistema globalizado lo que genera permanentes crisis y que pone en peligro el ecosistema planetario y la existencia del hombre, lo que nos reencuentra con las ideas del viejo Marx y con lo que debiera ser un efectivo movimiento social de cambio y transformación planetaria. La magnitud del despertar social ha dejado descolocados y aislados a quienes debieran estar en la avanzada a las críticas del modelo, por lo que dicen ser y no son. Si vemos, por ejemplo, a las Izquierdas tradicionales que dejaron de lado su ser de izquierda y mutaron a las ideas hegemónicas de dogma neo-liberal, haciéndose parte de él, hoy no son creíbles para una ciudadanía descontenta con los actores e instituciones tradicionales; sobre todo con las que se dijeron progresistas. Basta ver a los partidos socialdemócratas de Europa y a la propia Concertación en Chile. Un caso patético dentro de la Concertación es el Partido Socialista, donde connotados militantes están

más a la derecha que la propia derecha en sus planteamientos económicos y políticos. A las Izquierdas sólo les queda una historia pasada, sus sedes y símbolos emblemáticos, pero ya no son lo que dijeron ser, ya no encantan ni representan a la mayoría trabajadora, ante la cuales su liderazgo ha perdido toda credibilidad, un caso patético es el de la CUT. Los gérmenes de esta nueva época que comienza a expresarse con un despertar movilizador que nos retrotraen a varias décadas pasadas por su fuerza y explosión, nos evidencias que sus dirigencias –especialmente las estudiantiles- no confían en las orgánicas políticas tradicionales de centro-izquierda y prefieren crear nuevas orgánicas o referentes políticos que den cuenta de aires más limpios, de nuevos rostros, de otras alianzas, como es el caso de “Revolución Democrática de Giorgio Jackson y de Nodo XXI de Gabriel Boric”, instancias que se evidencian como los cimientos de las nuevas izquierdas del Siglo XXI: amplias, transversales y, principalmente, cuestionadoras del modelo neo liberal. La irrupción del Movimiento Estudiantil el 2011, no hizo más que dejar en evidencia todo un descontento acumulado durante décadas y que, de una u otra forma, los Gobiernos de la Concertación supieron silenciar, desmovilizar, controlar y, por qué no decirlo, también reprimir. Hoy, con un Gobierno de Derecha que tenía como propósito hacer un “cambio” para administrar más eficientemente el modelo heredado de la dictadura, se sienten en plenitud para hacer efectivo el descontento desde una situación tan especial como la de Bielsa, hasta las fuertes demandas de Magallanes, los Estudiantes y Aysén, entre las más importantes. Si bien este descontento ha mostrado grados bastantes extremos de radicalidad, su característica principal es la capacidad de amplitud transversal y colectiva de representación. Precisamente, uno de los lemas más impactantes de estas últimas movilizaciones fue el de sentido de comunidad que le imprimió la agitación de la comunidad aysenina: “Tu problema es mi problema” y que deja de lado ese individualismo mezquino, instalado en las últimas décadas en nuestra sociedad.

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No obstante lo anterior, el actuar del “establishment” del Gobierno, el Parlamento, los Partidos Políticos, la Iglesia, la Justicia, etc., parecen estar representando una comedia del Teatro del Absurdo: son como la orquesta del Titanic, que tocaba y tocaba mientras todo su entorno se hundía. Por un lado, se buscan salvavidas maternales para retomar cuotas de poder perdidas, como si bastara sólo con un nombre para contener las demandas de cambio que expresa la ciudadanía, o con meros ajustes a un modelo ampliamente rechazado, haciendo creer que se tratan de grandes reformas que darán respuestas a las insatisfacciones y de la comunidad. Sin embargo, el “Gatapardimos” a esta altura, resulta poco convincente para un movimiento con mayor claridad en sus petitorios comunes y no particulares. Es interesante constatar que, pese a los altos niveles de concentración que provoca el modelo, en el que se incluye a los Medios de Comunicación y a través de los cuales ejerce una forma de dominación y control social, éstos son sobrepasados y bloqueados por los avances tecnológicos como Internet, lo que ha permitido la conformación de potentes redes sociales que han sido el soporte tecnológico para articular la movilización ciudadana tras sus demandas largamente postergadas; y pese a que los medios oficiales se esfuerzan por instalar verdades oficiales, éstas se desmoronan con la información de miles de comunicadores sociales que dan a conocer los hechos hasta en sus más crudas expresiones. Hoy las democracias políticas están fuertemente cuestionadas pues han sido incapaces de controlar y sancionar los desbordes del modelo neo liberal, en desmedro de la ciudadanía, que ahora comienza a apostar y a demandar por una efectiva democratización de la sociedad, que impida que unos pocos decidan por todos. Hoy no bastan cambios parciales dentro del modelo, la gente (los Indignados de Chile) apunta a transformaciones de fondo, establecidas por otras normas jurídicas que reglamenten el ordenamiento social en beneficio de todos y no de unos pocos. Si bien estas aspiraciones son aún incipientes, todo indica que se transita por un camino que las llevará a entroncarse en un nuevo Proyecto de Sociedad, donde las mayorías organizadas puedan opinar y decidir. No es cosa de días ni de meses, pero se camina por un sendero de cambios.

Es por lo anterior que la clase política reniega de sí misma para mantenerse en sus espacios de poder y privilegios. Hoy, mostrarse independiente o no estar plenamente vinculado a partidos políticos les hace suponer que obtendrán más beneficios como proyecciones. No obstante, en privado continúan siendo parte de organizaciones que han dejado de representar a la ciudadanía, para favorecer interese particulares, situación que explica en parte el descrédito de los Partidos Políticos tradicionales y la política como tal. La situación mencionada es de por sí grave, ya que favorece posturas extremas que no son conducentes necesariamente a una efectiva salida de la situación de crisis por la que se atraviesa. Baste mirar a Grecia para graficar lo que señalo: la desconfianza de la ciudadanía griega por los partidos tradicionales y por las medidas de parche a un modelo que sólo ahoga a la población, ha llevado a un partido de ultra derecha y de ultra izquierda a ganar las elecciones, provocando una situación de desgobierno, de proyecciones impredecibles. No esperemos que nos ocurra lo mismo en algún tiempo más. Chile fue el laboratorio para las políticas más extremas y conservadoras del Neo Liberalismo mundial, que tuvieron su máxima expresión en los rostros de Thatcher y Reagan. En nuestro país, esto fue posible debido a la violencia y brutalidad de una dictadura que no sólo reprimió, sino que impuso por la fuerza una de más relevantes revoluciones conservadoras de la historia nacional. El modelo que instaló la dictadura se vio fortalecido, en el tiempo, por la carencia de un proyecto propio por parte de las fuerzas opositaras al régimen militar, que se expresaron mayoritariamente en la coalición de la Concertación por la Democracia. Coalición

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que tras el triunfo del año 1989, no solamente administró el modelo en forma eficiente, sino que además lo mejoró, otorgándole cierta legitimidad al cuerpo constitucional que nos regía desde el 80, permitiendo la acentuación constitucional de todos los excesos del modelo, que hoy se denuncian y critican con una fuerte movilización social.

Me sumo a esa vieja cita de un gran pensador: “no es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”.

Hoy basta mirar lo que es el sistema de salud, el de educación, la previsión social, la sindicalización, para constatar los privilegios legales con que gozan concentrados grupos de poder. Precisamente esa situación de concentración del modelo es lo puesto en duda por una ciudadana que ha explotado ante abusos permanentes. Ahora esta situación no únicamente una situación particular del país: es un descontento mundial en contra de un modelo altamente concentrador y especulador con la riqueza que sólo va en beneficio de unos pocos, ese descontento mundial llega a Chile para hacernos parte de una oleada transformadora de carácter planetaria, que va en pos de una alternativa al modelo y que de una u otra manera nos evidencia el inicio a una nueva época que esperamos, sea más humana y verdaderamente democrática. Las soluciones están, pero es necesario dejar de lado los dogmas y la estrechez de creer que hubo un fin de la historia. La historia ha seguido y está denudando lo que nos dijeron que sería eterno.

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