La ingle infinita - Diego Arandojo

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La Ingle

Infinita Un periplo a través de imágenes y palabras incómodas

[ con textos simulados de Diego Arandojo e ilustraciones soñadas de Pablo Paz ]


Arandojo, Diego La ingle infinita: un periplo a través de imágenes y palabras incómodas / Diego Arandojo; ilustrado por Pablo Paz. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Oráculo Ediciones, 2016. Libro digital, Otros Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-46170-4-0 1. Literatura Argentina. 2. Cuentos de Terror. I. Paz, Pablo, ilus. II. Título. CDD A860

© de los textos, Diego Arandojo © de las ilustraciones, Pablo Paz Diseño: Emiliano Raspante Todos los derechos reservados. Publicado bajo el sello Oráculo Ediciones Director Editorial: Diego Arandojo Contacto: oraculoediciones@gmail.com 1° edición: octubre 2016 ISBN 978-987-46170-4-0 Hecho el depósito que prevé la ley 11.723 Impreso en Argentina No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446 de la República Argentina.


Diego Arandojo

La Ingle

Infinita Un periplo a través de imágenes y palabras incómodas ilustraciones soñadas de Pablo Paz



Index La familia era numerosa / 06 Era una fiesta / 08 Prepararon la comida / 09 Le dejaron un seno en la puerta de su casa / 10 ¡Qué buen chico era Tilcrito! / 12 Era de noche cuando llegó / 13 No habia reglas / 14 Sentia vergüenza / 16 Era un guerrero del sol / 17 No era bueno para la vida / 18 Laura dibujaba bien / 20 Poco antes del Apocalipsis / 21 Elenita era pirata / 22 Vendia su cuerpo a cambio de piernas / 23 Marcos abandonó su pueblo natal / 24 Hay reuniones que comienzan al terminar / 26 Nuestro extraterrestre era buena persona / 28 Ligia tenía siete amigas / 29 Nos gustaba mirar al sol / 30 La misión era sencilla: matar al vecino / 32 Lawand era un robot / 34 Sus teorias eran controversiales / 35 Monstruo / 36


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La Familia

era numerosa. Todos podían escribir bien su nombre. A excepción de Richeleu, el negrito. Él no podía utilizar el bolígrafo porque le dolía escribir; le producía una terrible náusea. Entonces deambulaba por las editoriales buscando escritores. “Pago muy bien”, les decía. Pero siempre los engañaba. Terminaba comiéndoles las manos.

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ra una fiesta. La más importante del año. Pero a ella no la habían invitado. “Eres un poco puta, si me disculpas el término”, le dijo Nancy, una compañera del colegio. Y llegó la noche, y todos bailaron y bebieron, fumaron marihuana y otras yerbas. Las risas hicieron temblar toda la ciudad. Pero ella seguía sola y desamparada. Hasta que observó sus piernas. Eran de lagarto. En pocos minutos se transformó en reptil. Salió de la casa y se internó en el bosque. Se oyeron varios gritos. Desapareció gente.

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P

repararon la comida. Estaba viva, se movía. Esa era la intención. Roger oficiaría de cocinero. Era barbero y costurero. No tenía brazos, pero sí poemas. “¿Cómo vas a cocinar con esas falencias anatómicas?”, le preguntó la abuela Gogga. El hombre señaló con su pierna derecha la cocina. “Mire, acérquese”. Cuando la anciana se aproximó, la comida salió de la olla y la devoró. El eructo limpió todos los vidrios de la casa.

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Le Dejaron

El Seno En La Puerta De Su Casa.

¡Y cómo lloraba! Marc se levantó y, sin hallar los padres a la vista, decidió adoptar a la teta. La bañó cuidadosamente con agua fría. Luego la alimentó con porotos hasta que llegó Pruut, el sacerdote anglicano. Se realizó el bautismo. Asistieron los cubiertos y la vajilla de la casa. No se aplaudió. Pruut expresó: “La llamaremos Ricarda la Sola. Tendrá una vida larga y miserable”.

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¡Qué buen chico era Tilcrito!

El mejor de la clase; las mejores calificaciones; el mejor concepto por parte de la señora directora. Sus papás estaban orgullosos de él. Hasta que una mañana, Tilcrito llevó un revólver a la escuela. Disparó sin piedad. Sus balas eran estrellas en descomposición que comían la inocencia. Toda la sangre que el asesino dejó en los pisos de la institución fue recogida, embotellada y enviada a un excéntrico millonario en África.

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Era de Noche

Cuando llegó.

Mi Cama Se Incendió;

Pero no con Fuego Clásico, sino con Otro más Increíble. Llamas blancas me rodeaban. Sentí cosquillas. Hasta que Él llegó, asomando sus cuerpos por las sábanas. “Llámame Orlot, el Señor de los Ácaros”, manifestó la aparición. A partir de ese día se convirtió en esclavo. No tenía escapatoria.

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No Había

Reglas. Todo se podía hacer. Julián y Betunia, novios hacía diez años, decidieron participar de aquella reunión. El resto de los presentes eran francmasones grado 33, es decir, el nivel máximo de hermetismo. “Es muy bonita tu chica”, dijo un viejo baboso. Julián lo golpeó. Los demás observaban la situación sin intervenir. Betunia rodeó la mesa. Eligió un anciano; gordito, de papada considerable y tres ojos. “Tú me harás el amor sobre esta mesa ceremonial. Mi novio observará todo el coito. Tal vez te mate… tal vez no. Hazme gozar y salvarás tu vida”, sentenció la muchacha. El viejo estaba en un aprieto. No logró tener una erección.

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Sentía Verguenza.

Le gustaba Omina. Pero no podía acercársele. Lo intentó varias veces. Su mamá, al contemplar la angustia de su hijo, le aconsejó: “Si bien los piropos son violencia de género, si le ofreces un piropo vaginal, ella lo celebrará”. El chico se pasó una semana escribiendo distintas variantes de piropos. Hasta que halló el correcto. Se preparó, acicaló y perfumó. Se colocó el mejor traje. Encaró a Omina, que salía del conservatorio de música. “Qué linda rayita / tienes abajo / mamita”, expresó con seguridad el joven. Omina lo insultó y le arrojó varias piedras. 16

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ra un guerrero del sol. Dios Inti era su amo, su guía en el mundo subterráneo. Las tinieblas femeninas buscaron seducir al héroe. Desviarlo de su camino. Pero él pudo más y, con su espada de dientes sin caries, se abrió paso; destrozó toda la neblina hasta alcanzar el Palacio Dorado. Allí enfrentó a sus enemigos. Derramó el vino sagrado. Hasta que ingresó en el recinto del Rey Mudo. Allí bailó chamamé durante siete días consecutivos. Ganó la competencia real. Como premio le entregaron la medalla de platino. El héroe regresó a su hogar. Fue alabado.

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No eraBueno

Para laVida. Perdió a su familia. Después su trabajo. Quedó literalmente en la calle. Entonces decidió alquilar su cuerpo. “Seré astronauta. Ofrecí mi cuerpo para la experimentación científica”, le dijo a un tipo en un bar; ambos tomaban vodka. “Usted es un idiota”, le respondió aquel desconocido. Pagó su cuenta y se fue.

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aura dibujaba bien. No excelente. Bien. Esto le causaba un grave pesar, ya que en el instituto donde cursaba la carrera de siete años (Pintura y Confección) había pintores de mayor calidad. “Mi obra jamás trascenderá. Estoy condenada al fracaso artístico”, pensaba todas las noches antes de dormir. Pero la solución vino pronto. La semana siguiente entró a clases portando dos ametralladoras. Mató a sus rivales. Fin del problema.

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oco antes del Apocalipsis, Carlitos invirtió todo su capital en un Edificio para Aves. “Aquí se salvarán del fuego y la destrucción final. Los pájaros nos sucederán como amos de la Tierra”, le detalló al Arquitecto Rodríguez Fabili. Lástima que este no era ni Arquitecto ni se apellidaba Rodríguez Fabili. Su nombre era El Turco, y era básicamente un estafador. Se llevó todo el dinero de Carlitos y no volvió a aparecer. Cuando llegó el Fin del Mundo, ni hombres ni pájaros se salvaron. Todo ardió.


Elenita

era Pirata.

Pero de algo muy especial: problemas románticos. Durante la noche recorría cafés y restaurantes. Grababa secretamente conversaciones de amigas o parejas en conflicto. Luego las subía a Internet, a un precio módico en euros. Con el dinero que obtenía financiaba a unos actores que simulaban ser sus padres. Ella era huérfana.

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Vendía su Cuerpo A cambio de Piernas.

Carina coleccionaba miembros inferiores, preferentemente de hombres mayores de 70 años. Las piernas eran ubicadas en anaqueles, ordenadas según cantidad de vello, grasa o hongos en los pies. Ella era feliz. Una coleccionista excéntrica, si las hay.

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Marcos abandonó

Natal. su pueblo

“Quiero conocer el mundo”, le dijo a su novia Exagandreta. Ella lo dejó. El muchacho, dolido, se dirigió hacia Los Ángeles. Allí trabajó como camarero. Hasta que conoció a Rosita, una productora de televisión. “Tienes talento para la mierda”, le explicó. El chico se ofendió. “¿Por qué me insultas?”, preguntó. La productora, jocosa, le explicó: “Puedes dominar los excrementos. Quiero que hagas un show con ellos. Puede ser de humor. Te pagaré mucho dinero”, explicó la mujer. Y así empezó la carrera ascendente de Marcos, el comediante de la mierda.

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Hay reuniones que comienzan al terminar. Como la de los abuelos Xaminí, dueños de una imprenta militar. Fanáticos de los videojuegos en 8 bits, los viejitos se pasaban las noches jugando, muy felices. Eran adictos al Yiyi to the stars un videojuego. Jugaron tanto que olvidaron comer, dormir o hablar. Fallecieron frente a la consola. Se dejó la pantalla de la máquina prendida, en honor a los abuelos, durante siete días.

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N

uestro extraterrestre era buena persona. Trabajaba. Estudiaba. Cocinaba. Arropaba a los niños por las noches y les contaba hermosos cuentos transgalácticos. Pero tenía un defecto: olía a pizza. A pesar de que probamos con todos los desodorantes, el hedor pizzero persistía. Papá se hartó. “¡Lo voy a comer, no aguanto más!”, gritó. Tuvimos que detenerlo entre varios.

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* Ligia Tenía Siete Amigas.

Siete amigas tenía Ligia. Ligia y sus siete amigas repetían las mismas palabras constantemente. Hasta que un profesor de lingüística las detuvo y llevó ante la Corte Suprema de Justicia. “¡Son una desgracia para nuestra lengua castellana! ¡Influenciarán a todos los jóvenes y hablarán repitiendo dos o tres palabritas!”, argumentó el docente ante el Juez Osso. Al cabo de tomar testimonio a Ligia y sus siete amigas, la autoridad determinó: “Eximir de todos los cargos a las chicas y solicitarle que den sus números de teléfonos celulares, para poder concertar citas privadas o colectivas, de índole sexual”. Osso se había enamorado locamente de las acusadas.

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*Nos Gustaba Mirar El Sol

¡Era tan hermoso, tan poderoso, tan eterno! Pero al poco tiempo quedamos ciegos. A mi compañero le gusta decir que: “Ahora vemos el verdadero sol, que es totalmente negro y voraz”. Yo extraño llorar con lágrimas.

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La Misión Era Sencilla:

Matar *

AlVecino. ¿Por qué? Porque era el Demonio Cuchilix, afamado ser devorador de zapatos nuevos. La tarea la cumpliría el padre Karrascoza, célebre exorcista y ganador del torneo de yo-yo organizado por el Vaticano. Pero cuando llegó el momento de la verdad, el cura se arrepintió. “Este Cuchilix no es tan peligroso. Lo dejaré tranquilo”, dijo Karrascoza y se marchó. Mientras caminaba revisó el bolsillo de su sotana. Había un sobre de papel con doscientos mil dólares. Una dádiva infernal.

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Lawand era un robot.

Trabajaba como reciclador de mentes en un asteroide bastante próximo a Neptuno. Su turno constaba de 444 horas humanas; recibía paquetes de la Tierra con fotografías de distintas personas. Una por otra, Lawand colocaba su mano mecánica y borraba las mentes. A cambio recibía el único alimento que calmaba su ansiedad: ediciones de “Pinocchio”, de Carlo Collodi, en distintos idiomas.

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Sus teorías eran controversiales.

“Para llegar a Dios hay que tirarse pedos”, les decía a sus discípulos, congregados dentro de la ermita. El maestro Rurex hablaba con la inocencia de los sabios; desconocía el efecto que producían sus palabras en el rígido mundo del dogma. Y fue castigado. La Iglesia Católica envió a tres exorcistas. “Le sacaremos el demonio que tiene en el ano. Su trasero es peligroso”, clarificó uno de ellos. Al parecer la operación fue realizada con éxito, porque el maestro Rurex dejó de hablar de pedos y dioses, y se puso un programa de cable de gastronomía.

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Monstruo.

Piernas de colibrí. Cabeza puntiaguda. Tres ojos. Un poder terrible en sus manos. Él iba a comer nuestro mundo. “¡Me tragaré a toda la humanidad!”, amenazó el ser monstruoso. Pero cuando descendió a la Tierra se enamoró de una flor. Todo su odio de muerte y vejación quedó en el olvido.

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ยกGracias!



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