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OPINIÓN_

EL TIEMPO Jueves 31 de e n e ro de 2013

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< A PUNTO >

< EN CONCRETO >

Tiempos malos

La sociedad en peligro

VIRGILIO HEREDIA DESDE BARCELONA

E

l país vive una tragedia que no se merece, está a la deriva, luce sin rumbo. La gente se llena de escepticismo, de la falta de credibilidad, de la falta de fe. El país carece de un mensaje coherente y cohesionador, necesita ideas que le alumbren el camino. Es cierto, se requiere de ideas motoras, de ideas guías, de ideales de justicia social, de independencia, de democracia, de soberanía y de paz, en fin, se urge de un mensaje con destino que nos permita salir de esta “Venezuela sin luz” como llegó a definirla en una oportunidad Don Mario Iragorry. Esa gran verdad expresada por Teodoro Petkof, de que acá en el caso de la toma de posesión presidencial “se produjo una cayapa” de las instituciones del Estado contra la Constitución Nacional Bolivariana, nos dibuja a un país acorralado, enfermo en sus entrañas, donde la soberanía que es lo más sagrado de una nación, ha sido secuestrada por los hermanos Castro, somos y esto es triste decirlo, una colonia de Cuba. Las últimas declaraciones de Raúl Castro nos avergüenzan como venezolanos; dijo: “No puede permitirse impunidad a los sectores violentos y golpistas de Venezuela”. En los días finales de 1957, cuando la dictadura de Marcos Pérez Jiménez languidecía ante las protestas populares, Don Mario Briceño Iragorry, exclamaba “vivimos tiempos de ratas”. Era la agonía de una dictadura que con su temible Seguridad Nacional, asesinaba a sus adversarios, encarcelaba a lideres opositores y expulsaba del país a dirigentes políticos. En aquellos tiempos la dictadura solo le interesaba mantenerse en el poder, poco le importaban los males sociales y así sobrevino su estrepitosa caída la madrugada del 23 de enero de 1958. Ahora, 55 años después, ante la crísis institucional, podemos decir “Vivimos tiempos malos”. Con la ausencia de Chávez, la crisis de gobernalidad ha llenado de angustia al país y sus problemas fundamentales siguen agravándose. Ni Nicolás Maduro ni Diosdado Cabello, poseen los atribulos gerenciales para conducir a un país en crísis. Maduro solo habla de Chávez y Diosdado pierde el tiempo en demostrar que es un hombre agresivo. Ante esta dolorosa verdad, nacen las colas de los ciudadanos en los supermercados pujando por un kilo de azúcar, por una harina pan, por papel sanitario y por otros productos básicos. La economía sigue deprimida y el gobierno en vez de invitar al sector privado para incentivarla, Maduro Moros ataca a Fedecámaras, el aparato productivo sigue en desuso, importamos el 80% de lo que comemos, con el agravante de que la política de importación luce lenta por el mal manejo que hace Cadivi de los dólares preferenciales. Y, mientras el país va de mal en peor, su Presidente está ausente, sigue el vacío de poder, y, sus incompetentes que confiscan facultades constitucionales, tratan de esconder el drama del país y echarle la culpa a otros de los problemas que vivimos día a día. Pareciera mentira, pero es cierto, en el campo opositor hay muchos dirigentes que juegan a sus intereses personales, otros màs, juegan a la división y tantos otros se presentan como radicales, creyendo que por la via violenta està la salida de la presente crísis. Es verdad, vivimos tiempos malos.

L

a reciente masacre perpetrada en la cárcel de Uribana, estado Lara, donde perdieron la vida 58 prisioneros y un centenar resultaron heridos, obliga a reflexionar sobre lo que está pasando y qué se está haciendo para evitar este tipo de situaciones que nos dejan ante el mundo como un estado indolente, ineficaz y corrupto. Sobre todo porque no es la primera vez que se presenta. Efectivamente a la matazón de Uribana le anteceden la de la planta, la de puente Ayala, la de Tocorón y otras no menos escandalosas como las de la cárcel de Úrica, donde los reos jugaron futbol con las cabezas de sus victimas, en un motín tan sanguinario que es difícil que las mentes buenas de la mayoría de los venezolanos les parezca que esto no forme parte de un filme de terror al estilo Stephen King o de Quentin Tarantino. Sin embargo el trato dado por el Gobierno y por la Oposición, culpando los primeros estúpidamente a un canal de te-

PANCHO AGUILARTE DESDE BARCELONA

levisión de ser culpables y los segundos a la Ministro para asuntos penitenciarios, nos hace pensar que estamos bien lejos de darle solución al problema carcelario que data desde el nacimiento mismo de la Democracia. El problema del sistema penitenciario, que no es nuevo, no podrá resolverse sin la despolitización y la autonomía de funcionamiento que este tipo de instituciones requiere. Despolitizarlo para que quienes administren los recintos carcelarios no obedezcan ni tengan el apoyo cómplice de un partido político en el gobierno y autonomía de funcionamiento para poder acabar con las “mafias penitenciarias” integradas por civiles y militares. Es el problema penitenciario uno de los tantos que aquejan a nuestra sociedad, herida de muerte por una polarización llevada peligrosamente a los extremos, que nos ha convertido en una so-

ciedad de zombies, sin capacidad de reacción alguna, enferma, sin ambiciones, que no recuerda su pasado, que mucho menos tiene interés en el futuro. Lo más grave de todo esto es que tanto el Gobierno como la oposición solo se interesan en ver cómo logran aniquilar al otro y no en cómo construyen un país para esta y las próximas generaciones. Porque no es insultándose como se alcanzan puntos de coincidencia para el bien de todos y no es solo de un sector la responsabilidad en los fracasos o en los aciertos que se tengan. Como diría el ex presidente Herrera “Íbamos mal y ahora hemos dado un paso al frente”. Es urgente un gran debate nacional, sin agendas ocultas y sin temor. Sin los atajos que alguna oposición quiere tomar pero sin la debilidad cómplice de algunos sectores también de la oposición que solo ven en los liderazgos y cargos públicos una manera para el en-

riquecimiento rápido y fácil. Pero también un gran debate que este libre de manipulaciones, mentiras y descalificaciones que desde el gobierno utilizan para ridiculizar a quienes ejercen el liderazgo opositor. Es hora de plantearse hacia dónde vamos como nación, cuál es el camino para resolver nuestros grandes problemas, cuál es el compromiso de los sectores de la vida nacional en ese verdadero plan de la nación. Siento que desde el gobierno y desde la oposición no se han percatado de los peligros que se ciernen sobre el país y sobre sus instituciones. La cosa es tan grave que no nos extrañemos que la sociedad esté por parir un peligroso monstruo y que esperanzados ante tanta impunidad y tanta maldad, ese engendro pueda contar con el apoyo mayoritario de una sociedad que perdió su fe en el futuro. Abogado y analista político

< VENTANA SIN CORTINA >

¿Cómo ser el padre que debo ser?

L

a inseguridad está dejando su huella de dolor y muerte a su paso sin que haya una política de Estado para combatir sus orígenes, lo que debe hacernos reflexionar y actuar en consecuencia. ¿Cuántos muertos? ¿Cuántos presos? ¿Cuántas víctimas? Producto de la falta de un padre en la vida de un hijo que no tuvo alternativas en la vida porque fue abandonado y olvidado por quien lo engendró y luego lo lastimó abandonándolo a su suerte, cuando debió cuidarlo y enseñarlo a vivir de la mejor manera posible. El hogar tiene una misión: Ayudar a formar buenos ciudadanos, pero cuando no cumple ese rol, ocurre lo que está pasando en Venezuela: se deforman los seres humanos y se convierten en individuos agresivos, llenos de odio y de venganza contra una sociedad que no les brindó una oportunidad. Como venezolanos y cristianos

FRANCISCO JOSÉ ABAD DESDE BARCELONA

debemos cerrarles el paso a los patrones de conducta negativa como la paternidad irresponsable, que se ha convertido en un flagelo de nuestra sociedad: Cada padre irresponsable debería ser señalado para que cargue con su vergüenza y castigado de alguna manera cuando por abandonar a sus hijos, éstos se conviertan en antisociales. En Venezuela hay muchas madres que luchan solas para sacar adelante a sus hijos, pero al dejar la casa para trabajar y no poder estar pendientes de ellos, éstos son devorados por la calle porque la mala junta y las drogas los dañan, comenzando a gestarse el viacrucis de la inseguridad que estamos padeciendo. El peso de criar un hijo no puede ser solo de la madre, debe ser una responsabilidad compartida y el Estado debería garantizar, no sólo que

el hijo sepa quiénes son sus padres sino que éstos se ocupen de ellos y cuando por alguna razón falte uno o ambos, el Estado debe garantizarles el desarrollo de una vida de calidad con otros familiares, otras buenas personas o en instituciones diseñadas para tal fin. Es impostergable que los niños que se están levantando lo hagan con el amor y el apoyo de sus padres. Y, para quienes tenemos los hijos ya grandes y quizá fuimos muy diligentes para proveer lo necesario, pero quizá no supimos decir un “te quiero” oportunamente, les digo que estoy convencido de que no es tarde para involucrarnos en la vida de nuestros hijos, caminar a su lado y convertirnos en sus amigos siendo ejemplos para ellos. Como padres, somos responsables ante Dios y la sociedad por

nuestros hijos y si también nos es posible ser un padre para otro ser humano que necesite un padre consigo, seámoslo, porque grande será la recompensa. Si logramos motivar a los hombres de Venezuela para que con un cambio de actitud, mejore la calidad de la paternidad en nuestro país, estaremos comenzando a romper los esquemas de destrucción y muerte producto de la inseguridad que hoy nos arropa y tendremos una mejor sociedad. Quiero pedirle a Dios bendiga a mis hijos y a todos los hijos del mundo, para que sean hombres y mujeres de bien. Ser padre es un honor y una responsabilidad que debe ser aceptada y yo la acepto, por eso, mientras haya un hálito de vida en mí, nunca abandonaré ni daré la espalda a mis hijos y, le pido a Dios me permita ser el padre que debo ser si es que no lo he sido. En Twitter @abadfrancisco

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