Facetas Agosto 15

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IBAGUÉ, AGOSTO 15 DE 2010

FA CE

TAS CULTURA AL DÍA ENSAYO

Rene Rebetez Dixon Acosta Exposicion

Arte popular Fundacion BAT ENSAYO

Performance II

Hugo Manuel Barrero


FACETAS

IBAGUÉ, AGOSTO 15 DE 2010

René Rebetez, el hijo del relojero Por Dixon Acosta*

René Rebetez Cortez podría ser conocido como el hijo del relojero, así como Gabriel García Márquez es llamado el hijo del telegrafista. Pero a diferencia del universal caribeño, no muchos colombianos conocen al escritor nacido en Subachoque, en inmediaciones de Bogotá en 1933 y muerto en la Isla de Providencia en el año 1999, a pocos días del inicio del nuevo milenio, ni el futuro que alcanzó a vislumbrar en sus relatos de ciencia ficción. Con motivo del décimo aniversario del fallecimiento de René Rebetez, sea el pretexto para recordar nuevamente su destacada existencia. A pesar de algunos esfuerzos por divulgar la vida y obra de René Rebetez, la ignorancia sobre este autor no sólo es masiva sino “ilustrada”: revela la poca importancia que en el

Harén Mahoma escandalizó a sus contemporáneos cristianos con la legalización de la poligamia, una práctica que tenía motivaciones políticas y económicas en el mundo árabe. Los árabes que estaban en condiciones de mantener hasta cuatro esposas pudieron, desde la legalización de Mahoma,

René Rebetez mundo de la literatura se le confiere al género de ciencia ficción, a pesar de que iniciativas como esta revista

virtual, demuestra que son muchos más los lectores y escritores de ciencia ficción de lo que suele suponerse.

Como se menciona al comienzo, Rebetez resultó hijo de un relojero, para más señas, relojero suizo, por si deseaba tener mayor precisión. Quizá esta connotación biográfica signó al futuro escritor, para establecer una relación estrecha con la dimensión temporal. A la muerte temprana del padre, René Rebetez se radicó con su madre pintora en casa de su abuelo materno, el escultor Dionisio Cortez Mesa, en Bogotá, en donde sería testigo de sucesos como el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el consecuente “Bogotazo”, la violencia política y el nacimiento de los grupos subversivos. En medio de esta vorágine de sucesos, conoció a figuras claves como el sacerdote Camilo Torres Restrepo. Viajó a Suiza, en donde estudió economía, aunque disfrutó mucho más la vida bohemia en París, ciudad en la cual despertó su inquietud como

escritor, contagiado por un sitio pleno de artistas y literatos, pues “escribir era parte del viaje”. De regreso en Colombia, estuvo oscilando entre lo institucional y lo subversivo, llegó a ser gerente de las influyentes revistas Visión y Semana, relacionándose con lo más exclusivo de la élite política, social y cultural de Bogotá. Sin embargo, por influencia del padre Camilo Torres, se inclinaría por las revoluciones políticas, llegando a Cuba, en donde se vinculó de manera comprometida con la revolución castrista, conoció al Che Guevara y tuvo su primer contacto

Palabra del día convivir con ellas en la misma casa con la aquiescencia del Corán. En la práctica, el límite establecido por el libro sagrado del Islam no se respetó, y se conocen casos de jeques y sultanes que tuvieron en sus harenes docenas de esposas. Por esa razón, las viviendas de los musulmanes

de clase alta cuentan con un sector destinado a las esposas y concubinas: el harén. La palabra proviene del francés haram y ésta, del árabe harim, tomada del verbo harama ‘prohibir’ y del sustantivo harmatan ‘el prohibido’, nombre que se aplica al seco y arenoso viento del Sáhara. Este

significado original pasó en árabe al de ‘mujeres que no pueden ser vistas por hombres que no son de la familia’ y, por extensión, al lugar de la casa donde ellas están. El primer documento conocido en castellano en que se encuentra este vocablo data de 1837 y fue

concebido por el periodista y escritor español Mariano José de Larra. En español, existe el sinónimo serrallo, voz tomada del italiano seraglio, con el mismo significado, que procede, a su vez, del vocablo turco de origen persa serai, que significa tanto ‘residencia’ como ‘alojamiento’ o ‘burdel’


IBAGUÉ, AGOSTO 15 DE 2010 con la santería, interesándose por este tipo de prácticas cognitivas, alternativas de lo científico. Para algunos críticos, la obra literaria de Rebetez en materia de ciencia ficción, lo acercaría más a fenómenos como la magia que a las ciencias exactas. Luego llegaría la experiencia mexicana, que marcó su destino. En México comenzó su labor como escritor y divulgador de la ciencia ficción, rodeándose de autores y artistas de vanguardia, como el franco-chileno Alejandro Jodorowsky, con quien editó la primera revista de ciencia ficción en América Latina, Crononauta (1965-1967), y publicaría obras como Los ojos de la Clepsidra, además de su incursión en el cine, como actor en la película de corte fantástico Fando y Lis (1967), dirigida por Jodorowsky, participó en otras cintas mexicanas como Los amigos y La muerte es puntual, así como dirigió la cinta La magia (1971), un documental de corte antropológico que se filmó en varios países de América Latina, buscando las experiencias de grupos étnicos frente a la adivinación, las medicinas alternativas, la cosmogonía. Una de las anécdotas más interesantes de Rebetez en México, fue su participación en un programa de televisión dedicado a la ciencia ficción que dirigió el poeta y novelista Álvaro Mutis, en donde compartió con Theodore Sturgeon, Italo Calvino y Jack Vance; allí René Rebetez expuso su idea de que la ciencia ficción era mucho más que un género literario, textualmente manifestó que no era un género literario, pues consideraba que debía ser una posición filosófica, una praxis frente a la vida misma, un pensamiento que revelara al presente y se convirtiera en profecía del futuro. En la historia literaria colombiana, luego de algunos antecedentes esporádicos, René Rebetez aparece

Poesía

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Gabriela Bruch Poeta argentina

5 poemas escritos hace tiempo I Si el cuerpo se abre como un altar y defenestra la decencia, pobre de aquel que no se tire al vacío, que no inunde de jugos el sabor de una boca que pide a gritos II leo esos poemas y sé de dónde nace un útero abierto sangrante, manos únicas, venas rotas, una poeta se acerca a mi ventana, no podemos compartir más de dos palabras, el poema ya es demasiado en una mujer

Óleos del pintor francés Claude Monet.

como el primer escritor colombiano de ciencia ficción, además de ser uno de los autores latinoamericanos de este género más reconocidos en el mundo, gracias a obras como La nueva prehistoria, Ellos lo llaman amanecer y otros relatos, Cuentos de amor, terror y otros misterios, entre otros. Los lectores más jóvenes quizá lo conozcan por ser el compilador de Contemporáneos del porvenir: primera antología colombiana de ciencia ficción, editada por EspasaPlaneta en el año 2000. En la introducción de esta obra, Rebetez consignó su personal definición del género que nos ocupa: “La ciencia ficción no es más que la búsqueda de respuesta a las preguntas perennes: ¿por qué?, ¿dónde?, ¿cómo? A pesar de su nombre, es la menos precisa de todas las literaturas. Su destino es errar de una pregunta a otra y a veces, dar con la respuesta. Para acercarse a ella se requiere la certeza de que un poema oscuro dice mucho más que un discurso claro”.

Personalmente me queda una inquietud que sólo podría resolverla una ucronía o quizá Cronos, dios juguetón del tiempo. ¿Qué habría pasado si Rebetez no se hubiera inclinado por lo revolucionario, consolidándose en el “establecimiento”? ¿Habría sido escritor de ciencia ficción? Si eso hubiera pasado, con el apoyo institucional, ¿hoy la ciencia ficción en Colombia, sería un género respetado y no estaría tratando de salir a la superficie del espacio subterráneo, en donde la han condenado? No es posible saberlo, por el momento aceptemos la historia como nos ha tocado o no los han contado. René Rebetez, el escritor colombiano de ciencia ficción más conocido en el mundo, más desconocido en su propia Patria, no sólo fue el hijo del relojero, fue hijo de su tiempo, fiel exponente de una época de revoluciones y también de frustraciones. *Escritor colombiano. Letralia.com, Tierra de letras. Cagua, Venezuela.

III si esgrimo un poder que no tengo es sólo para conquistarte, para voltear esos recuerdos, para que te fanatices en la idea de mí hasta morir, hasta el último tajo, hasta estrujar la sábana -menos nomás vamos por más IV vaporosa sensación se esfuma como una hoja de otoño tiñe los gritos me hace pensarte en la pantalla sentado aburrido socorrido por la distancia pero algo es más fuerte - decís -esa energía que proviene de este lado del mundo donde la Luna no es roja, pero presagia tormentas donde las lágrimas se vierten dulcísimas al compás errático del clonazepán V no sé no sé toda esta inutilidad mía sé hacer tostadas con manteca y quemar las hojas, también interpreto textos y escribo poemas, el mundo se debate y yo escribo poemas, alguien se muere, un niño se asfixia, el imperio fagocita la esperanza y el agua de los mare, la corrupción sale de las cárceles el trabajo estupidiza tanto como la televisión y mi rebeldía tan estúpida, tan inútil, tan sudaca sólo escribe poemas.


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III Salón de arte popular BAT en Ibagué

Desde hace mucho tiempo en la esfera del arte se ha gestado una eterna discusión entre lo que es y lo que no es arte, sin dejar de lado una muy parnasiana posición del arte culto y el arte popular. Cabe en este sentido resaltar que si bien los estétas han defendido una elitista clasificación, de unas décadas para acá el arte popular ha encontrado un espacio que le había sido negado por siglos, en el museo y en las galerías. La constitución entonces de los conceptos estéticos de obra de arte y de categorías en sí misma sufrió una remoción, un movimiento en sus propias raíces, pues desde la misma Grecia el arte se alejó del artesano y lo condenó a una especie de secuela creativa que le dejo por mucho tiempo fuera de la academia,

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a una especie de secularización del genio. Pasaron los siglos y las diferencias de clases continuaron, el arte de igual forma siguió estando en dos esferas: una alta y una baja, la primera favorecida en galerías

y salones, la segunda una simple decoración sin mayor valor del que se le podía otorgar a un oficio manual. Teniendo en cuenta estos antecedentes, sólo hasta inicios del siglo XX el arte popular obtuvo la aceptación de la academia, ya que por primera vez se empezó a visualizar el valor del mismo, pues bien como lo explica la antropóloga Gloria Triana: “El arte popular es la expresión de imaginarios colectivos, está algunas veces basado en la tradición, surge de vivencias personales y se cimienta en problemáticas locales y subjetivas que se relacionan con la vida cotidiana de la comunidad o de la región a

el arte popular hace gala de un potencial simbólico que muestra estructuras de pensamiento complejas, a veces muy lejanas de la simplicidad y de la ingenuidad que generalmente se le han atribuido”.

la que pertenece el artista. Las obras son creaciones de personas sin formación académica en artes plásticas. Sin embargo, y como lo hemos constatado en los dos salones de la fundación BAT,

Este tercer Salón se resalta la actividad de los artistas colombianos que han hecho de su oficio un estilo de vida y que han recibido la enseñanza que sólo años de experiencia les pueden brindar, en conmemoración del Bicentenario de la Independencia.

Y es precisamente este el momento en el que el Salón BAT, de la fundación British American Tobaco, llega al Museo de Arte del Tolima para presentar a todos los ibaguereños la itinerancia que irá hasta 2012 y que hace un recorrido por el trabajo de los mejores artistas populares de Colombia y que en el caso del Departamento cuenta con tres representantes. Algunas de las obras seleccionadas por el departamento del Tolima para este muestra son: “El Sueño de Bolívar”, del artista Mario Fernando García Cuellar, “La Virgen de la Candelaria y

el libertador en Purificación”, de Leonardo García Torres, y “Tolima tierra de historia, cultura y belleza”, de María Alexandra Cortés Corrales.


FACETAS Por Olivia Vicente Sánchez*

Érase una vez un hombre sin memoria. Apenas recordaba su nombre y, en algunas ocasiones, cuando pasaba delante de la casa en que había nacido, creía atisbar una endeble familiaridad con el lugar. Sin embargo, al instante, una vez superada la entrada, sus pensamientos recaían en una persistente obsesión que, sin tener conciencia de ella, le conducía a minuciosas costumbres diarias hasta que el cansancio lo vencía. Entonces, exhausto de su continuo transitar, descansaba en un banco, al cobijo de un portal o dentro de los servicios de la estación de autobuses. Por la mañana, nada más amanecer, se despertaba con el escaso diálogo interior que marcaría su jornada: “Irás contra la muerte y el olvido”. De este modo, mientras paulatinamente su delirio le arrebataba el resto de las palabras, en una vieja mochila guardaba la manta y el periódico que habían templado su sueño, y comenzaba a caminar hasta el Puente de Alcántara, punto de partida de su singular peregrinaje. En el puente se asomaba a contemplar el río Tajo y sacaba de su bolsa un lápiz y un cuaderno. Apoyado en la piedra, dibujaba en la siguiente hoja el descenso del agua, cuyo caudal se enredaba a la altura de una aceña abandonada. Tras terminar su boceto, ascendía, en un aparente deambular, hacia el centro del casco histórico por las calles que usó aquella vez. En la Plaza de San Justo se sentaba en el escalón de entrada a una casa. El dueño de la cafetería, que sabía de su puntualidad, salía del establecimiento para ofrecerle un desayuno. El hombre, sorprendido por la generosidad,

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El cuento La historia de una ilusión

se excusaba con su pobreza; pero el propietario le agarraba suavemente del brazo para acompañarlo a una mesa ya dispuesta. Desde la barra, el señor se apenaba por aquel hombre de mirada perdida que se despedía con una ligera sonrisa y con una nota en una servilleta cuyo contenido ya conocía. Sin percatarse de que volvía sobre sus pasos, tomaba la Calle de San Miguel. Con cada pisada se le aceleraba el corazón. Entonces, abrumado por una flojedad repentina, sostenía su cuerpo en la fachada de la casa en la que vivió durante veinte años. Parcialmente recuperado, proseguía su camino, no sin antes fijarse en la puerta. Las torres del Alcázar surgían tras abandonar la Calle de los Trastámara y doblar hacia la Cuesta de Carlos V. La imponente fortaleza le sobrecogía de tal modo que descendía rápidamente para obtener una visión más completa

del edificio. Desde Zocodover, en un banco, sacaba otra vez el cuaderno para retener en otra hoja, nuevamente, las torres, cuya terminación en

punta rasgaba el cielo lleno de nubes. Allí permanecía viendo pasear a la gente. Después continuaba por la bajada de la Calle de las Carretas y se resguardaba bajo la Puerta de Bisagra. Sentado en un lateral, abría su mochila y almorzaba unas pocas galletas. Al poco, le parecía oír su nombre en boca de una mujer: —Señor Amador, ¿qué tal pasó esta noche? Mira que hizo frío. Yo me acordaba de usted y me decía para mis adentros: “Pobre hombre. ¡Ay Dios! Un día se congelará en uno de estos inviernos tan heladores”. El hombre la miraba desconcertado, mientras se preguntaba cómo sabía su nombre. —Acá le he traído las galletas que le gustan y un bocadillo de jamón. Tómelo y no me venga con lo de siempre, que mi marido está por llegar y no le gusta que deje la tien-

da sola. Amador, avergonzado, estiraba el brazo y cogía la bolsa con el alimento. —¡Hasta mañana! Cuídese. A ver si reviso el armario y le traigo una camisa de esas que Manolo ya no gasta. Adiós —y la mujer desaparecía de su vista con la misma rapidez con la que había surgido. Arrimado contra la pared esperaba la noche, pues las luces nocturnas embellecían aun más la arquitectura de la ciudad. Cruzaba la calle y, desde el otro lado, miraba la Puerta de Bisagra. Allí, de pie, entre los turistas que subían o bajaban de sus transportes, pronunciaba las únicas palabras del día, las cuales daban sonoridad a su manía: “Irás contra la muerte y el olvido”. Con los sonidos que componían aquella oración, Amador, el hombre sin memoria, se retiraba del alboroto del tráfico y de los viandantes para buscar, otra vez, en su obsesión, la historia de una ilusión. *Escritora española. Letralia.com, Tierra de letras, Cagua, Venezuela.


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El tercer Reich de

Roberto Bolaño Por Jorge Ladino Gaitán Bayona*

El Tercer Reich, novela publicada en Barcelona en el 2010 por la Editorial Anagrama, es la última de las obras póstumas que se ha dado a conocer del escritor chileno Roberto Bolaño, nacido en Santiago en 1953 y fallecido en Barcelona en el 2003. Fue escrita en 1989 y en ella se evidencian motivos que habrían de ser recurrentes en algunas creaciones del autor: el uso del diario como formato de escritura; el carácter metaficcional; la presencia de personajes extremos que cautivan al lector; los nazis y sus mutaciones en diversas latitudes del mundo, no en vano su extraña y fragmentaria novela La literatura nazi en América (1996). Tratándose de uno de los narradores latinoamericanos más leídos en las dos últimas décadas y de quien se siguen buscando textos inéditos para sacar al mercado, cualquier inquietud del lector frente a la calidad de El Tercer Reich se va desvaneciendo a medida que se sumerge en sus 360 páginas. No sólo se trata de una escritura depurada, sino también gozosa en su principio de incertidumbre, en tanto sus personajes, intensos en sus obsesiones, ocultan la raíz de sus impulsos y aspectos claves de su existencia. No se trata de pensar aquí de que un novelista sea incapaz de perfilar en su totalidad a los personajes, sino, por el contrario, de un autor que juega con lo elíptico y tiene el atributo de no contarlo todo sobre sus egos ficcionales. Una novela como la vida donde hasta los seres más cercanos se dan el lujo de ocultarse, perderse y dejar preguntas sin contestar. Aquí no opera

el final conclusivo o por knock out (usando la expresión de Cortázar frente al cuento), pues ni siquiera en sus relatos cortos Bolaño hacia uso del mismo, como se evidencia, por ejemplo, en su libro Llamadas telefónicas (1997). La novela presenta principalmente las vacaciones en Costa Brava (España) de Udo Berger, un joven alemán de 25 años, aspirante a escritor, campeón en su país de juegos de estrategia en la modalidad guerra y autor de textos al respecto, a quien ocurren hechos extraños que habrán de llevarlo a la desesperación: la muerte, desaparición y encuentro del cuerpo

de Charly, un amigo alemán que conociera en Costa Brava y del que poco se sabe; la soledad tras la partida de su novia Ingenborg; la incertidumbre de no saber si dos de sus compañeros recientes de embriaguez y fiesta –carnavalescamente llamados el Lobo y el Cordero- han abusado sexualmente de la novia de Charly o la propia; y finalmente el fracaso, en tanto, jugando Tercer Reich durante múltiples noches, es derrotado por un personaje misterioso y deforme llamado el Quemado. Este último, guardián de patines en la playa, pasa rápido de ser aprendiz a vengador. Había venido

de Suramérica -posiblemente de Chile por su semblante y errar melancólico en la playa el 11 de septiembre- y en su condición de exiliado sufriendo las penurias económicas que entraña su difícil trabajo encuentra una suerte de compensación frente a la vida –un pasado nebuloso del que se intuyen torturas y vejaciones de las que derivarían las quemaduras en su rostro y cuerpo- ganándole justamente al campeón de estrategia quien, además de ser alemán, había elegido las fichas correspondientes a las fuerzas nazis en la Segunda Guerra Mundial. Es como si alguien afectado en la vida real por las acciones de un estado represivo encontrara en ese otro plano de la existencia que es el juego la posibilidad de vencer al adversario que representa al más perverso y peligroso totalitarismo. Tras ser derrotado por el Quemado y del regreso no planeado a su país natal –creía que el ganador lo aniquilaría no sólo en el Tercer Reich, sino en la vida real- Udo busca otro trabajo y deja de lado la práctica de los juegos de estrategia. La novela está poblada de sugerencias, índices y silencios. Lo kafkiano hace parte de la escritura de Bolaño. A su modo, esta novela es también una versión de El Proceso donde alguien que considera tener las cartas marcadas frente a su vida es arrojado a una existencia al límite en la que abundan las sospechas, pero no las certezas, y tras unos personajes visibles se intuye la mano más poderosa de otros: nada se sabe al final cuánto de original tuvo la estrategia montada por el Quemado o si primaron los consejos del esposo de Frau Else, un enfermo terminal experto también en juegos no únicamente de simulación, quien, pese a su condición y a no dejarse ver en plena luz por Udo, sabe de los coquetos de éste con su esposa, se burla, lo intriga fácil y lo desquicia. El campeón se descubre sufriendo un juego laberíntico donde otros jugadores que parecían débiles y enfermos

trastocan su psiquis y sus elecciones futuras. La novela también seduce porque en varias de las atmósferas generadas, como en la configuración de los personajes, subyace la experiencia del delirio. Esta última, tal como la explica la profesora Catalina Gaspar en su libro Escritura y metaficción (1996), es la que permite fracturar el principio de lo uno: “De ahí que en ella la locura, la monstrificación, el carnaval, el caos, la alteridad, no son temáticas, estructuras, o artificios narrativos, son instancias de la productividad metaficcional que nombran la travesía, el pasaje a la diferencia. La locura del personaje o narrador, la experiencia delirante, el mal, la castración, el desposeimiento, son umbrales de la transformación significante de la escritura. La locura viola la ley de lo “Uno” que se convierte en dos, destruye la semejanza e irrumpe en su seno para nombrar la diferencia”. (Gaspar. Caracas: la Casa de Bello, 1996, p. 129). Uno es el protagonista que se presenta al inicio y otro, muy distinto, el que queda al final del relato. Los seres marginales se desplazan al centro de la ficción para degradar al que victorioso lo ocupaba. Lo que inspiraba compasión se torna siniestro: el esposo de la bella Frau Else. La víctima deviene en verdugo (el Quemado). Lo oculto e irresoluto aniquila la lógica causal y la búsqueda de explicaciones últimas: la misma novela en esa gozosa escritura de lo incierto -tan característica de Bolaño- sabe atrapar tanto por lo que muestra como por lo que oculta, al fin de cuentas a veces el silencio es más certero que las punzantes palabras, bien lo decía Kafka: “Las sirenas tienen un arma más terrible aún que el canto: su silencio” (citado por Rella, Franco. El silencio y las palabras. Barcelona: Paidós, 1992, p. 15).

*Grupo de Investigación de literatura del Tolima, UT, jlgaitan@ut.edu.


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La performance en Ibagué,

¿arte o moda? (II) Por Hugo Manuel Barrero*

El tiempo en el performance está controlado por el espacio. Por un tiempo que habrá que tratar y tener en cuenta a la hora de hacer, de construir, de articular una acción de terminada. Lo importante en el arte de acción es hacer perceptible el espacio y el tiempo. Hacerlo perceptible, tanto al receptor, como al propio performer. Y así, en este orden de cosas, tal vez se hace más perceptible o visible el factor tiempo cuando éste se muestra y advierte de forma discontinua, fragmentaria, interrumpida; cuando se evita la exposición de lo narrativo; cuando no se relata ni se describe nada, ajeno al ejercicio de lo narrativo. No hay nada que contar ni decir al otro. Se trata de articular fragmentos, insinuaciones, apuntes, notas, que vistas en su conjunto carecen de sentido, pero que generan sentido y es esta fractura del discurso lo que permite captar con mayor inmediatez el factor tiempo en el performance, la dimensión temporal está provista de su duración real. Por otra parte la estructura de la acción puede ser abierta y el factor tiempo podría mostrarse indeterminado. Podría tratarse de una performance que no tiene un comienzo o un fin preciso y dispone por tanto de una duración imprevisible. Una duración imprevisible posibilita que la performance o el happening no llegue a realizarse nunca o que tal vez no se sepa cuándo ha alcanzado su fin, o incluso, ni siquiera, si ha llegado a finalizar. Podría durar tan solo un instante o prolongarse mucho en el tiempo. No hay nada predicho cuando iniciamos el desarrollo de una idea de acción. Y esa duración podrá desarrollarse de forma lineal o adoptar tal vez una configuración en círculo, cuando se quiere que el pro-

ceso vuelva a reproducirse un número determinado de veces o, en otras palabras, cuando se desea que cierto ejercicio repetitivo se instale en el interior de la performance. Para la filosofía china el tiempo era a la vez lineal y circular. Frente a la noción de representación, el aspecto creativo fundamental de este arte es el desarrollo de una vía ajena a cualquier práctica específica concreta, como es, por ejemplo, el teatro. Y es precisamente el distanciamiento para con el hecho teatral lo que obliga a la performance a indagar en un terreno en el que la representación no tenga lugar o al menos se evite en lo posible. Representar significa copiar alguna cosa; reproducir algo anteriormente conocido quizá por unos pocos, o tal vez colectivamente, y volverlo a mostrar evocando el acontecimiento anterior, rememorándolo. Toda representación contiene y conlleva un condicionamiento producido por la realidad evocada. Y añadiremos que cuando la representación se manifiesta con más fuerza en una situación, se provoca una disminución de la capacidad de imaginar por parte de aquellos que están viviendo esa situación con-

creta, lo que constituye una especie de peso, de bloque, a dejar de tener en cuenta. Pero el distanciamiento de la aplicación de la representación a un hecho, a un acontecimiento o a una performance, como ahora tratamos, es siempre relativo. Considero que toda circunstancia o quehacer es siempre necesariamente representativo; conlleva inserto en sí mismo, un factor de representación. Y no sólo eso, sino que toda nominación es una representación. Bastará, pues nombrar, y no digamos mostrar alguna cosa, para que el mero enunciado o la simple relación con un objeto evoquen un acontecimiento o una situación concreta. Cuando se habla del alejamiento de la idea de la representación en la creación de una performance, no se refiere a la exclusión del enunciado o a la negación obligada de la presencia de algún objeto en la misma, sino más bien al interés en que dicha acción mantenga un cierto distanciamiento de la trama lógica, del discurso de la narración. En su crítica al Platonismo y al pensamiento de Occidente Nietzsche puso en evidencia la importancia que ocupa el cuerpo dentro del pensamiento filosófico, lo cual se había

desdeñado generando la recuperación de la voz del cuerpo acallada durante varios siglos siendo en el arte que el cuerpo adquiere su mayor fuerza expresiva al considerársele como proyecto, materia, lenguaje, expresión de identidad profunda con criterio de verdad, cultural y social. En el performance tanto la idea, el tiempo y el espacio escogidos, como el alejamiento de la sintaxis representativa, deberán de ir articuladas al cuerpo del performer; a ese cuerpo que se exige inserto en la acción, dispuesto a notarse, a percibirse y a mostrarse como un objeto más; como un objeto entre objetos; como sujeto cero, que se ha anulado a sí mismo de su voluntad de intervenir, de decir, de actuar, de mostrarse manipulador de su propia intervención. Es ese cuerpo “neutro, objetualizado, que posibilita la transmisión de energía, el contagio del otro, lejos ya de cualquier voluntad de transmisión de códigos, de leyes, o de modos de ver. Hablamos así de un habla sin orden, densa y a su vez pletórica de decir. Pero de un decir que no dice nada concreto, sino que

más bien grita una amalgama de voces, desnudas de sentido, pero que, como ya hemos dicho, son capaces de generar sentido”. (Bartolomé Ferrando) Como conclusión, el performance constituiría una renovación, en muchos casos genuina, de los lenguajes poéticos y visuales, en la medida que las nuevas generaciones de artistas de Ibagué lo asuman con rigurosidad y seriedad, donde se pretendan forjar nuevas formas expresivas que desarrollen un lenguaje crítico particular que intente comprender un legado de innovación mediática y también lingüística con el fin de conseguir un mejor intercambio de información. Sin duda, habrá que ver cómo estas propuestas, que crecen como la espuma, que transgreden y se consolidan en la ruptura, se integran y encuentran un mayor campo de acción en nuestra ciudad, aún conservador y tímido a las espontáneas y muchas veces radicales innovaciones artísticas. *Ibagué, Director de Teatro.

Bibliografía: Lira M. Bernardita.“Critica-Performance, a partir de Tania Bruguera”. Revista Lecturas. www.revistalecturasblogspot. com. 17.IV. 2010. Bachelard, Gastón. “La Poética del Espacio” Brevarios, Fondo de cultura económica. Segunda reimpresión. 1995. Colombia. Prieto Antonio. “Entorno a los estudios del Performance, la teatralidad y más”. Notas para una conferencia para el curso de Globalización, migración, espacios públicos y performance. CRIM. 2002. D. Amico Margarita. “Performance Art: la revancha del cuerpo creador”. http://felixjtapia.org/blog/tag/performance-art. 2008. Ferrando Bartolomé. “La performance. Su creación. Elementos” Taylor Diana. “Hacia una definición de performance” Traducción Fuentes Marcela. Nava Iris. “Bocetos para definir lo que hoy llamamos performances” .www.accionmad.org, 2008 DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Nazly Johanna Pita López EDITOR: Billy Edinson Zuñiga Valencia DISEÑO: Freddy Herran Peralta ILUSTRACIONES: Óleos del pintor francés Claude Monet. FOTOS: suministradas, Internet, EL NUEVO DÍA. Carrera 6 No. 12-09 Tels. 2770050 - 2610966 Ibagué Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.


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