facetas 29 de mayo

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IBAGUÉ, MAYO 29 DE 2011

FA CE

TAS CULTURA AL DÍA La Internet:

“Es el camino hacia el futuro” G. Martínez

200 años dibujando el país

Caricatura a partir de la Independencia

Hernán Camilo Yepes Vásquez Entrevista

Con Luis Eduardo Gutiérrez Lozano

Willian Geovany Rodríguez G.

‘Escudo de la Regeneración’ (1890), de Alfredo Greñas


FACETAS

IBAGUÉ, MAYO 29 DE 2011

La Internet es “el camino hacia el futuro” Por G. Martínez*

Hijo y hermano de filólogos, el catedrático José Manuel Blecua (Zaragoza, 1939), director de la Real Academia Española, RAE, lleva las letras en la sangre. Co­ menzó el camino de la Filología «por tradición» y le llevó a diversos centros universitarios: “He sido un poco como los malos estudiantes, he pasado por varias universidades”. Sin embargo, en su trayectoria no se aprecia que haya sido mal estu­ diante, sino todo lo contrario, ya que su nombre ha estado vincu­ lado a importantes instituciones dedicadas al ámbito de las Letras españolas. El pasado año tomó las riendas de la Real Academia Española; ayer visitó la Funda­ ción Comillas para impartir la lección magistral ‘La fonética y la fonología hoy’ con la que la institu­ ción clausuró el presente curso académico de su Máster Oficial de Español como Lengua Ex­ tranjera o ELE. Desde su nombramiento como director de la RAE, Blecua se ha fijado una serie de retos: “Creo que es una etapa muy interesante porque supone la continuidad de la labor en América que ha realizado Víctor García de la Concha -su predecesor- que consiguió una política de unión entre todas las Academias. Además, en esta época de grandes cambios

Bingo Una noche fría de 1929, el vendedor de juguetes neoyor­ quino Edwin Lowe conducía su coche por una carretera del Sur de los Estados Unidos, cansado y deprimido. Ha­ cía pocos meses que la Gran Depresión había sacudido los cimientos de la economía norteamericana y conmovido al mundo, y se vivían días di­ fíciles. Mientras buscaba un hotel

técnicos estamos terminando un portal de encuentro de la Lengua Española, vamos a intentar que el nuevo portal del Panhispánico tenga índices que faciliten la búsqueda y nos gustaría que la Academia cobrara una mayor presencia con cursos y conferencias dentro de la vida técnica de la Lengua”. El próximo 2013, la RAE celebrará su tercer centenario y Blecua se ha propuesto otro objetivo, ter­ minar “la nueva edición del Diccionario manual”, algo que prevé que se produzca en otoño de 2014 y sirva como “broche de oro” del centenario. Desde el año 2006, Blecua ocupa el sillón ‘h’ de la Real Academia y ahora tiene que enfrentarse a una nueva etapa

en su labor como director, una ocupación “compleja porque tiene muchísimos aspectos; tiene las obras ortográficas, los corpus, el portal, las relaciones con América y el resto de las academias... Es un trabajo apasionante pero muy sujeto”. Antes de ocupar su puesto al frente de la RAE, la institución decidió introducir en su Ortogra­ fía una serie de cambios. Muchos de ellos -como la no acentuación de los demostrativos o de solo, la desaparición de la ch o la ll y el cambio de nombre de la i grie­ ga- levantaron una gran polémi­ ca. Sin embargo, Blecua afirmó que “estos cambios son anteriores a esa polémica y responden a las nuevas necesidades que tiene la comunicación.

Entiendo que los cambios son discutibles pero las ortografías se escriben para los jóvenes, que son quienes empiezan a escribir”. No obstante, en los últimos tiempos las faltas de ortografía están a la orden del día. E incluso un experto como él reconoce co­ meterlas: “Yo he cometido muchas y es que los académicos también tenemos que consultar el diccionario”. Sin em­ bargo, la mayoría de la población joven tiene problemas cuando se enfrenta a la redacción de un tex­ to. El catedrático achacó esa pro­ pensión a los errores ortográficos a “un problema de enseñanza, porque con el tiempo se ha descuidado mucho el uso de la norma”. Un descuido que también parece arrinconar a las Humanidades en los planes de estudio, algo que, según Blecua, tiene que ver con un cambio en la escala de valores sociales: “Vivimos en una sociedad que tiene unos valores diferentes. En el humanismo, las lenguas eran herramientas fundamentales y hoy no es así, porque se han sustituido en esa escala por otros aspectos. Esto provoca que nadie vea sentido en el conocimiento de los textos, cuando estos son el camino para el conocimiento”. Según Blecua, el español goza de una salud envidiable y “está de moda”. Un hecho al que contribu­ yó “la normalidad de la Transición política, que puso a España y al español en unas condiciones de superioridad y creó una imagen distinta”. En la década de los 80, Blecua fue presentador del concurso Hablando claro en Televisión Española. “Fue una ex-

periencia maravillosa, aunque teníamos al público cautivo”, reconoció entre risas. El programa tenía como objetivo la potenciación del uso correcto de la lengua castellana. Una iniciativa didáctica que, se­ gún el propio Blecua, hoy día no tendría hueco en la parrilla tele­ visiva: “La televisión se ha degradado mucho. Hoy día no tendría sentido un programa así porque tanto la televisión como la población han cambiado mucho”. Unos cambios que también han repercutido en el lenguaje que bebe de distintas fuentes, como los medios de comunicación, a los que define como un modelo: “Son innovadores, pero también ponen de moda clichés y tópicos. Por una parte, son creadores; por otra, difunden una serie de usos que no son correctos”. La Red también aporta su grani­ to de arena a la modificación del lenguaje ya que “en la actualidad supone el medio más seguro de difusión y adquisición de conocimiento, por ello creo que Internet es, cada vez más, el camino más importante para el futuro”. Muchas son las críticas que se formulan sobre las diversas modificaciones del lenguaje: una de ellas recae sobre los mensajes de texto. Sin embargo, el que fue­ ra profesor de la UIMP explicó que “no hay ningún problema con el lenguaje que se emplea en los móviles. Es economía del lenguaje y también se utilizaba en la Edad Media”. *España, El Diario Montañés, Elcastellano.org.

Palabra del día dónde pernoctar, Lowe ad­ virtió una tienda colorida al borde de la carretera, con mu­ chas luces y música, y se acer­ có para ver de qué se trataba. Estacionó su auto y entró. En medio de una atmósfera cargada de humo de tabaco, contempló a cierto número de personas sentadas alrededor de una mesa sobre la cual cada una tenía un cartón y un mon­ toncito de frijoles. Un sujeto,

que actuaba como animador, extraía bolillas numeradas de una bolsa y cantaba los núme­ ros ante los circunstantes, que ponían, de vez en cuando, un frijol sobre los cartones. Al acercarse un poco más, Lowe observó que lo que los participantes tenían ante sí era una especie de cartón de lote­ ría con los números del 1 al 75 alineados en cinco columnas. Al completar una línea, el ju­

gador gritaba triunfalmente: ¡beano!, del inglés bean (frí­ jol). Entusiasmado con la no­ vedad, y ya menos deprimido, el vendedor viajero se llevó a Nueva York la idea del juego, que ensayó exitosamente con amigos y familiares. Un día, mientras estaban jugando en la casa de Lowe, uno de los participantes, emocionado por haber ganado la partida, se equivocó y, en vez de ¡bea­

no!, gritó ¡bingo!, palabra que acabó adoptada como nombre del juego. El vendedor siguió desarrollando la idea y termi­ nó por encabezar cada una de las cinco líneas de números por una de las letras de la pa­ labra bingo, que pasó a nues­ tra lengua con la misma grafía: bingo. Con este juego, Lowe amasó una cuantiosa fortuna y, al final de la recesión, ya era un hombre muy rico.


El paisaje silente

de Yasunari Kawabata

Por Alberto Hernández*

La piedra era áspera y quebradiza, y la lluvia y el viento habían borrado el perfil del relieve... Y. Kawabata (Kioto) 1. El mar entra y sale. El mar se queda estacionado, criminal. El mar entra, sale; sale, entra. Tsunami. Japón es un

mar de ruidos, de profundidades traídas de más allá del mar. Japón es una muerte. Los gritos agudos, desde un puente, revelan el profundo silencio de quienes ya han muerto. Japón es un cementerio marino. Japón es una isla y otra isla, inundadas. Un poco antes, Japón fue un temblor, un largo temblor sin fiebre. Un temblor

de la carne y de la sangre. Un temblor de tierra de nueve grados que trajo el mar desde lo más hondo y lo ubicó sobre los techos, las palabras y los sueños de aquel país de las antípodas, de aquel país donde el Sol es naciente y el idioma entra y sale de los oídos como el mar. En el mismo instante en que ocurría la tragedia, las hojas de Yasunari Kawabata temblaban en la sombra del sueño. Horas antes había pasado El país de nieve por mis manos, como una celebración a mis amigos Ednodio Quintero, Gregory Zambrano y Silvia González, recién llegados del país de las violetas, caídas del “tronco del viejo arce” donde “habían florecido”, como las vio Chieko al comienzo de la novela Kioto (Ediciones G.P., 1970, Barcelona, España). Supe de esa lengua de gigante, sucia y cargada de escombros, de restos de naufragios antiguos, de casas, vehículos, aviones y sonidos indescriptibles, de asombros desde los ojos mudos. Entonces, como si atendiera a un llamado me llegaron en recuerdo estas líneas de Kawabata: Cada primavera, en las pequeñas hendiduras del tronco, las matas echaban hojas y daban flores, casi siempre tres, cinco a lo sumo, cada una. Cuando las violetas hacían su aparición, cada vez que Chieko las miraba desde el porche o desde el pie del árbol, sentía en su corazón una sensación de soledad. “Aquí nacieron, aquí viven y vivirán...”. También morirán, pero no para siempre. Un silencio pastoso cobijó la mañana de las primeras imágenes de la muerte. Japón era un poema trágico, un haikú momentáneo, un silbido agudo en

IBAGUÉ, MAYO 29 DE 2011 los huesos. 2. Y entonces Kawabata. El país de nieve, mi lectura, lenta y silenciosa como el mismo libro, este mundo donde imperan lo sensorial, sonidos pulidos por el oído más fino, por la mirada más cultivada. Me quedo con la afirmación de Armel Guerne: “Uno cree leer una novela, cuando está viviendo un hechizo”... Así, “el arte diáfano, el hechizo impalpable, la ironía espléndida de la transparencia, la arquitectura invisible de esta ‘novela’ en que todo ocurre más allá, sensiblemente, de lo que se dice en ella”. Y entonces, el mar, la novela criminal del mar, el ruido del monstruo bajo la tierra, la quebradura de la columna vertebral del antiguo dinosaurio que habita en el infierno tectónico del planeta. El paisaje de Yawabata entró en ebullición. Las islas que son Japón se desplazaron más allá de los sentidos. No hay tal realismo en estas páginas, es puro sueño pegado del abono de un país, de las raíces de los árboles, de los huesos de los muertos, de los ojos quietos de Buda. No fue un simulacro, una convención. Fueron la tierra y el mar. ¿Sería aquel tan pregonado Shinkankaku-ha que los críticos arrumaban en las páginas del neo-sensacionismo? No; esta vez fue otra cosa. La novela ocurre, ocurrió, sigue ocurriendo. Nagasaki e Hiroshima, ¿mon amour?, están vigentes en el miedo que unos reactores estiran hasta más allá de las crestas del mar. Aquella nación de nieve quedó congelada en el silencio de Shimamura, mientras el tren se detenía frente a nadie. Por eso, “Las mariposas... echaron a volar en cuanto empezó a soplar el viento del Norte”. No era el viento, era el mar precedido de aquel susto que aún queda en la boca del estómago de Komako. Tanto silencio en la habitación, tanta blancura en la calle. Tanto país del pasado en estas páginas. Y ahora la muer-

FACETAS te, el mar, ese río de escombros y ruidos. Pero Japón sigue siendo un país de silencio, un paisaje detenido frente a la tragedia. Un país vivo. Un país de tragedias: aquellas bombas, aquellas carnes colgantes, aquella niña desnuda, quemada por la radiación. Y ahora, el miedo, otra vez, una vez más. La novela que leo quema con la nieve, con el sudor de saber que aquel país de paciencia y silencio es hoy un libro roto, deshojado, como el árbol que se agitaba en el patio. Pero un país vivo. Un hermoso libro vivo, silencioso. Y quedan Kioto y La danzarina de Izu, así como el Diario de un muchacho, Las bailarinas, La historia del sombrero de paja, Antes del invierno. Quedan, sí, en las manos de quienes elevan plegarias y las agradecen. El mar, siempre el mar. Entra y sale, como un cuchillo. Sale, entra, flujo y reflujo. La marejada. El ruido sobre el silencio de aquel país de nieve, sobre la universal Kioto, sobre los huesos de Kawabata. El mar entra y sale, viene y va, la resaca. El ruido, el silencio. La resaca del mar, la arena bajo los pies, frente al universo, frente a las estrellas de aquella madrugada posterior al terror. La locura frente a frente: Komako en un arrebato de violencia. Shimamura aturdido... Pero cuando quiso avanzar hacia la voz casi delirante, los hombres que se habían precipitado para quitarle de los brazos la inerte Yöko, los hombres que se apretujaban alrededor de ella, le rechazaron con tal fuerza, que estuvo a punto de perder el equilibrio y vaciló. Dio un paso para recuperarlo, y, en el mismo instante en que se inclinaba hacia atrás, la Vía Láctea, con una especie de rugido horrísono, se vertió en él. La tierra, el mar bajo el cielo. Un ruido profundo, “horrísono”, entró y salió de Japón. *Escritor venezolano. Letralia, tierra de letras.


FACETAS “No se puede hablar de Caricatura en Colombia, porque, incluso, Colombia es una caricatura.” Alberto Urdaneta Aunque el término “caricatura” fue inventado por Annibale Carracci a comienzos del siglo XVII, varios artistas antecesores como Leonardo da Vinci, Alberto Durero y Lucas Cranach dibujaron un gran número de ellas. En cuanto a Colombia, la caricatura, amada y perseguida, se ha caracterizado por ser uno de los mecanismos más influyentes en la generación de opinión durante los recientes doscientos años, desde que se proclamó el recordado grito de Independencia del 20 de julio. Por ejemplo, la lucha entre los partidarios de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander durante la Convención de Ocaña, en 1828, que dio pie a la que se considera como la primera caricatura política en nuestro país, el grabado ‘Las Nuevas Aleluyas’, que llevó a un sinnúmero de representaciones de las costumbres y hábitos del pueblo y de la clase dominante, por igual. Es un recorrido en el que los más tradicionales, como José María Espinosa (el primer caricaturista colombiano), Alberto Urdaneta y sus ‘cabezas cargadas’, Salvador Presas, Alfredo Greñas, Darío Gaitán y Alfredo Samper, entre otros, confluyen con la generación del humor, de la que hacen parte Matador, Osuna, Kekar, Bacteria, Chócolo, Valmez, Yayo y Vladdo. Ruta que, también, ha tenido como línea del tiempo la aparición de nuevas tecnologías, lo que ha ocasionado la masificación de expresiones en técnicas como dibujo, fotograbado, tinta, litografía, acuarela y, más recientemente, el fotomontaje, esto, a la par de la consolidación de la caricatura como género periodístico. La exposición, que hace parte de la gira de muestras

IBAGUÉ, MAYO 29 DE 2011 itinerantes del Banco de la República, comprende 20 episodios, a los que acompañan diversidad de reflexiones sobre el origen del término y los tempranos vestigios de caricaturas en piezas precolombinas, imágenes de pesebres y obras del siglo XIX.

Punto de partida

La investigación con que se obtuvo este extenso recorrido inició en 1985, cuando la maestra Beatriz González, junto con un equipo de investi-

gadores, inició un proyecto con la biblioteca Luis Ángel Arango con el fin de reconstruir, conservar y dejar la constancia de lo prolífico de este género en la ilustración y la crítica de los acontecimientos más importantes en la República. Además de ser una artista reconocida, es crítica e historiadora del arte, especialmente del siglo XIX. Estudió Bellas Artes en la Universidad de los Andes y cursó grabado en la Academia Van Beeldende Kunsten de Rotterdam.

‘La Caricatura a partir de la Independencia’

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200 años de un país, a trazos

‘Los cuatro jinetes del Apocalipsis’, de Ricardo Rendón

‘Colombia’ (1988), Jarape (Jairo Peláez Rincón) ‘Botero pintando a la Mona Lisa’ (1960), de Peter Aldor

Como un “género singular” definió Charles Baudelaire a la caricatura.

’Oligarca’ (1945), Antonio Caballero

‘La Quintada’ (1869), José María Espinosa

‘Pesebre de Pastrana, ‘Tirofijo’ y ‘Mono Jojoy’’ ...(2001), de ‘Mico’ (Carlos Mario Gallego)

‘El que siempre paga’ (1960), ‘Chapete’ (Hernando Turriago Riaño)

Publicadas en Rasgos y Rasguños, del diario El Espectador, Héctor Osuna

‘Reyerta de aguadores’ (1910), Ramón Torres Méndez Beatriz González, curadora de la exposición


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El cuento

Advertencia I. Mejor no pases al atardecer en busca de este hostal. Desconfía de sus voces. De la tersa amabilidad de su servidumbre. Ellos, al igual que los nuevos huéspedes, fueron engañados por el anillo y la mano enguantada de la señora que rige la casa de paso. Ellos descendieron a las bodegas de la casa y fueron coronados con astromelias por la señora y ahora no pueden ver sino la tiniebla de estas habitaciones bajas.

El Proyecto

II. El hostal barroco aparece entre un párrafo y otro del texto atribuido a J. Babel. Cada vez que alguien lo encuentra, un conserje abre las puertas de ese lugar de paso al caminante y asciende con él por los escalones en dirección al humo de la chimenea. Nada raro que el huésped se aloje en una habitación donde se escucha el murmullo de las palomas. Ninguna advertencia hace el autor a los visitantes que acostumbran a pasearse por los jardines de estos sitios de tránsito. Ya han sido muchos los que al conocer el aroma de una flor, sucumbieron a un delirio extraño y se han sometido -durante años- a servir de vasallos en estos lugares. Extraña flor alucinada ésta, misteriosos vapores los que de ella emanan. Por Ángel Olgoso*

El niño se inclinó sobre su proyecto escolar, una pequeña bola de arcilla que había modelado cuidadosamente. Encerrado en su habitación durante días, la sometió al calor, rodeándola de móviles luminarias, le aplicó descargas eléctricas, separó la materia sólida de la líquida, hizo llover sobre ella esporas sementíferas y la envolvió en una gasa verdemar de humedad. El niño, con orgullo de artífice, contempló a un mismo tiempo la perfección del conjunto y la armonía de cada uno de sus pormenores, las innumerables especies, los distintos frutos, la fres-

cura de las frondas y la tibieza de los manglares, el oro y el viento, los corales y los truenos, los efímeros juegos de luz y sombra, la conjunción de sonidos, colores y aromas que aleteaban sobre la superficie de la bola de arcilla. Contra toda lógica, procesos azarosos comenzaron por escindir átomos imprevistos y el hálito de la vida, desbocado, se extendió desmesuradamente. Primero fue un prurito irregular, luego una llaga, después un manchón denso y repulsivo sobre los carpelos de tierra. El hormigueo de seres vivientes bullía como el torrente sanguíneo de un embrión, hedía como la secreción de una pústu-

la que nadie consigue cerrar. Se multiplicaron la confusión y el ruido, y diminutas columnas de humo se elevaban desde su corteza. Todo era demasiado prolijo y sin sentido. Al niño le había llevado seis días crear aquel mundo y ahora, una vez más en este curso, se exponía al descrédito ante su maestro y sus compañeros. Y vio que esto no era bueno. Decidió entonces aplastarlo entre las manos, haciéndolo desaparecer con manifiesto desprecio en el vacío del cosmos: descansaría el séptimo día y comenzaría de nuevo. *Escritor español

Poesía Luis Eduardo Gutiérrez Poeta colombiano*

*Textos tomados de su libro En la posada de J. Babel, publicado en la colección Los Conjurados.


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“No me gusta convertirme en el

personaje de mis conversaciones”

Luis Eduardo Gutiérrez Lozano Por Willian Geovany Rodríguez G.*

Luis Eduardo Gutiérrez Lozano no sólo es juez de la República, sino, también, escritor y poeta. Ha sido merecedor de premios nacionales de poesía y menciones de honor importantes en la literatura colombiana, como la que obtuvo el año inmediatamente anterior, en el Premio Ciudad de Bogotá. El jurado, integrado por escritores nacionales e internacionales, consideró que su propuesta literaria titulada ‘En la posada de J. Babel’ “Es un libro que se destaca por su unidad, por la ficción que pone en juego y por la riqueza de su lenguaje. El tiempo interno de los poemas atrapan al lector por su densidad metafórica. Es una obra distinta dentro de la tradición lírica colombiana.” Razón más que suficiente para abordarlo y conocer algunas apreciaciones sobre su producción literaria y sobre su vida. W.G.R.: Desde su condición de juez de la República, ¿cómo ha hecho para combinar dos actividades tan diferentes como la abogacía y la literatura?

L.E.G: Realmente, la literatura va por un camino y el ejercicio profesional por otro. Pero no hablo de mi caso particular, no me gusta convertirme en una idea obsesiva ni en el personaje de mis conversaciones. Por eso prefiero más bien referirme a otros casos muy paradigmáticos, como es el de Aurelio Arturo, que fue magistrado de la sala laboral, o el de Pedro Gómez Valderrama, que también perteneció a la justicia, y el de otros grandes poetas que también han sido abogados pero que no han integrado la rama jurisdiccional, porque han hecho ejercicios muy separados, que no están determinados por su profesión, aunque también hay casos como el de Kafka, que siendo abogado de una compañía aseguradora fue capaz de hablar sobre ese mundo sórdido de los jueces y de los abogados, en una de las principales obras literarias de la literatura universal como lo es “El Proceso”. W.G.R. ¿Cómo fueron sus inicios en la poesía? L.E.G.: A través de lecturas

conjuntas con ciertos amigos comenzó esa suerte de deslumbramiento con la poesía, que nos llevó a hacer algunas lecturas simultáneas como la de Gaitán Durán, Kavafis, Octavio Paz, del que aprendimos que la poesía es un ejercicio de libertad; en fin, una serie de nombres que fueron apareciendo en charlas cotidianas y en la informalidad, lo que significó para mí un mundo nuevo e interesante. W.R.G.: ¿Cuáles han sido las principales influencias en su oficio literario? L.E.G.: En algún lugar un amigo me comentó que estaba leyendo los poetas de la generación del 27, entonces me gustó la idea y comencé también a familiarizarme con esos poetas y con un orden estético que yo no conocía. En ese sentido me deslumbró escuchar, por ejemplo, nuevos nombres como el de Pedro Salinas. Dicha generación ejerció una influencia muy marcada en la poesía colombiana y, sobre todo, en la construcción de mi poesía. W.R.G: ¿Qué época de su vida prevalece más a la hora de escribir ­poesía? L.E.G.: La infancia ha sido el motivo principal a través del cual ciertos escritores y poetas como Saint John Perse o el mismo Aurelio Arturo, entre otros, han enriquecido su imaginación. Casi siempre la época de oro, como es la niñez, vibra con más intensidad en cada escritor. Ello se evidencia en el ejercicio escritural cuando apelan a esa eterna evocación o eterno retorno como idea obsesiva del regreso a la infancia, hecho que a mí no me seduce. En cambio sí me seducen ciertos pasajes de la vida que no necesariamente están referidos a la infancia. W.G.R.: ¿Qué es lo que más lo indispone en el plano literario? L.E.G.: Soy enemigo, por

ejemplo, de cierta insinceridad, que es muy propia de los poetas. Los poetas son dados a decir que fueron niños genios y que a los tres años leyeron a los franceses. En mi caso personal, tenía unos límites muy de la edad y nunca fui precoz y aún considero que llegué a viejo y tengo unas limitaciones muy grandes. Así que yo no voy a vender otra imagen sino esa, la de un hombre con muchas limitaciones. W.G.R.: Como escritor y poeta ¿tiende a ser solitario? L.E.G.: En primer lugar, casi que no me acostumbro a la idea de ser un escritor. Si en algún momento lo fui o si llegara a serlo no obedecería a esos estereotipos en los que tradicionalmente se ha pretendido encasillar al poeta. Prueba de ello son algunos escritores como Baudelaire, que han llevado una vida que ha sido muy coherente con la poesía. No creo que uno deba obedecer a ese llamado, porque usted puede ser poeta, pero a la vez moverse en otro orden, en el orden de la informalidad, en

el orden de una sociedad cerrada que casi que no admite sino que rechaza al ­soñador. En ese sentido, me parece que es muy difícil para un soñador moverse en lo cotidiano, sobre todo en la ciudad de Ibagué, porque el soñador ha sido estigmatizado, en cambio una persona que más bien se mueva en el margen de la realidad y no en el centro de ella no será estigmatizada. Por tal razón, pienso que esos paradigmas hacen parte del fabular, pero no de lo que realmente debe ser un poeta como, por ejemplo, el caso de un poeta inglés que trabajó en Faber & Faber, el cual llevaba una vida centrada en su cotidianidad. Aún así entiendo que cada poeta, cada escritor, es un mundo desligado de otros mundos; en mi caso particular, no tengo ningún comportamiento así, ningún estado de ánimo que obedezca a una categorización o algo así, ya que soy una persona que tiene sus ritmos anímicos muy normales. *Licenciado en Lengua Castellana Universidad del Tolima


FACETAS

IBAGUÉ, MAYO 29 DE 2011 Editorial: Villegas Editores Autor: Diana Neira Título: Pregúntele a Diana Páginas: 275

Editorial: Alfaguara Título: C.M. No récord Autor: Juan Álvarez Páginas: 228

Redacción Cultural

Si se siente incómodo cuando le ‘tutean’ en un establecimiento comercial, quiere ­destacarse por ser un buen anfitrión en la mesa o le intriga conocer las diferencias entre lo que debe hacer un hombre y una mujer, Diana Neira le dirá qué hacer o cómo asumir dichas situaciones. El contenido de ‘Pregúntele a Diana’, de la colección Autoayuda de Villegas Editores, se orienta a definir el valor que para la vida diaria tienen cuestiones como: ¿Cómo soy? ¿Quién soy? ¿Cómo me interpretan los demás? ¿Cómo debo comportarme? ¿Qué me pongo para esta ocasión? ¿Cómo saludo? ¿Cómo me presento? ¿Qué hago si no me gusta lo que me sirven? En un lenguaje sencillo, descomplicado y fácil de comprender, sin llegar al extremo de lo coloquial, aconseja y, lo más importante, guía a sus lectores hacia un comportamiento debido en la mesa y en otros distintos escenarios, etiqueta, imagen del ser humano y su proyección, los obsequios, el atuendo diario, hablar en público, y hasta los viajes y eventos. Al final de este material, con toda propiedad Diana responde a 41 preguntas que previamente los colombianos se hicieron y que, al ser tan comunes, agrupa en esta sección especial; allí se resuelve desde lo más elemental hasta lo menos evidente del comportamiento general. Diana Neira es una consultora de imagen, protocolo y relaciones públicas que ha trabajado con grandes empresas colombianas y extranjeras. Se suma este material a su acervo de manuales de comportamiento, difundidos hacia el exterior.

Editorial: Norma Título: La otra mujer Autor: Roberto Ampuero

Editorial: Villegas Editores Título: Colombia desplegada Autores: Benjamín Villegas (Editor), Joselyn Gómez (ilustradora), Andrea Vélez (directora de arte) y Eduardo Mazuera y Joselyn Gómez (maquetadores y cortadores).

Redacción Cultural

“Libro-objeto, obra de arte, ingeniería de papel”, así se define, en una sola página, lo que comprende ‘Colomb ia desplegada’, una integración de los distintos element os que componen la idiosincrasia del extremo noroccidental de Suramérica. Es la primera edición de este material, didáctico y diferente, que no necesita letras y palabras ni más símbolos para describir lo que lleva en su interior: un país que se goza de contar con numerosos paisajes desplegados en un acordeón colorido y milimétricamente cortado.

Bogotá, Colprensa Desde que en 2005 obtuvo el Premio Nacional de Cuento, en Bogotá, muchos estaban esperando ‘C.M. no récords’, la primera novela del escritor colombiano Juan Álvarez y que presentó durante la ya transcurrida edición 24 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Sin necesidad de tocar el tema directamente, ni siquiera involucrándose con nombres o lugares específicos, el ambiente tenso de una Colombia de los años noventa está latente, más cuando la banda de música protagonista se llama ‘C.M.’ (Candidatos muertos), quienes decidieron hacer rock sin guitarra eléctrica. Los ecos del naciente festival ‘Rock al parque’ rondan la obra, y mientras C.M. continúa luchando por salir adelante, de su paso efímero nada queda registrado, tan solo dos palabras y una memoria que se va perdiendo, como suele ocurrir con muchos de los procesos internos de un país como Colombia.

La editorial define este trabajo como “un recorrido de cortes y pliegues que resumen nuestra diversidad, que parte del Amazonas, sus guacamayas y delfines rosados, cruza el llano y se trepa a los Andes hasta los altiplano s y sus ciudades como Bogotá”. Siguiendo la descripción de la editorial, se recomienda que usted recorra también los Santanderes, la cordillera Oriental y el desierto de La Guajira, escale la Sierra Nevada de Santa Marta, se contagie de la alegría de la costa Atlántica, viaje en el Metro de Medellín y se sumerja con las ballenas en el Océano Pacífico.

Bajo el piso de madera de un departamento en la ciudad de Berlín, descubren un manuscrito de hace más de dos décadas. Es el original de una novela del desconocido escritor Benjamín Plá, titulada “La otra mujer”. El manuscrito llega a las manos de Oerestes Cárcamo, un profesor de literatura latinoamericana de visita en la ciudad germana, quien se obsesiona por conocer si aquella novela es ficción o una realidad concreta. Coinciden nombres, calles de un Santiago y un Valparaíso de Chile de hace más de 20 años, en pleno régimen militar y en medio de hechos tan escabrosos como sombríos. El profesor entonces se embarca en un viaje investigativo y académico –casi detectivesco- al país del relato. Paralelamente, en “La otra mujer” –la novela al interior de la novela- se narra la historia de Isabel, una mujer con una vida tranquila y acomodada, pero que un día encuentra muerto a su marido en la cama. Desde ese momen to, todo lo firme parece desmoronarse para ella. Descubre que su esposo, un conservador y prestigioso cirujano, le fue infiel durante años. Para Isabel, la amante, la otra mujer, se transforma en una obsesión, que no se relaciona sólo con el engaño, sino también con las sombras del terror de una época.

DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Hernán Camilo Yepes Vásquez EDITOR: Billy Edison Zúñiga Valencia DISEÑO: Carlos Augusto Delgado Gutiérrez ILUSTRACIONES: Obras del pintor colombiano Jorge Elías Triana FOTOS: Camilo Yepes - Jorge Cuéllar - Colprensa - Internet Carrera 6a. No. 12-09 Tels.: 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.


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