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cultura al día

facetas Adiós a un maestro

IBAGUÉ, 7 DE MARZO DE 2010

AMARILLOMAGENTACIANNEGRO


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Radicales islámicos: ¿terroristas o mártires? LA PALABRA DEL DÍA Hígado

Por LUÍS FOIX*

A

lejandría es una ciudad idónea para discutir sobre cultura, civilizaciones, choques y alianzas, sobre el paso de los siglos y el auge y declive de los pueblos. Medio centenar de periodistas británicos, norteamericanos, irlandeses, italianos, serbios, indonesios, paquistaníes, jordanos, libaneses, israelíes, sirios, egipcios y otros países de mayoría musulmana hemos intentado racionalizar el choque entre Oriente y Occidente a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Las intervenciones han sido muy correctas, respetuosas y clarificadoras. La sesión sobre el significado de las palabras ha sido la más interesante. Hablamos todos de los mismos hechos pero no utilizamos las mismas palabras. Ha flotado sobre el ambiente un cierto nacionalismo lingüístico. Lo que para los occidentales es terrorista aquel que se inmola matando a inocentes persiguiendo un objetivo político, para el lenguaje de muchos musulmanes hay que matizar un poco más. Depende, dicen algunos. Habría que hablar de mártires, para la jerga de los radicales. No nos hemos puesto de acuerdo ni siquiera cómo hay que designar la pared entre los territorios ocupados e Israel. Un muro, una valla, una barrera, una pared de seguridad son posibles denominaciones que han surgido. Los egipcios describen como una «construcción» la pared subterránea para

Nuestra lengua no es sino un latín tardío, enriquecido con numerosos elementos godos y árabes después de que estos pueblos ocuparon la Península Ibérica. Cabría, pues, esperar que el nombre del hígado apareciera emparentado con la palabra latina iecur, o tal vez con la griega épatos, pero ¿por qué hígado? Se trata de una historia curiosa que comienza con una digresión gastronómica. Los franceses dieron a conocer al mundo el foie gras de oca, una delicatesse (perdón, delicia) elaborada con hígado de oca hipertrofiado con dosis abundantes de maíz. Pero el producto es mucho más antiguo que Francia y los franceses; ya era conocido por los atenienses del siglo de Pericles, quienes, como no tenían maíz, cebaban a las ocas con higos (sykon, en griego) y, como tampoco sabían francés, lo llamaron hépar sýkoton 'hígado con higos'. Esta exquisitez gastronómica fue legada a Roma, donde el gourmet Marcus

neutralizar el tráfico de personas y mercancías en la frontera con Gaza. Los nombres importan. Occidente engloba a Europa y Estados Unidos para los medios de países musulmanes. Para nosotros no sabemos exactamente distinguir entre un árabe, un musulmán o un islámico. Recurrimos a las calificaciones de radicales y moderados. Un acto terrorista de procedencia islámica es el recurso más fácil. ¿Qué diferencia hay entre un suicida que mata a otros, un mártir o un resistente? Largas discusiones para llegar a un cierto consenso. Las sesiones se han celebrado con nuestros ordenadores personales. Los bloggers han sido el gran tema. Son muy activos en Egipto y en Pakistán. También en Indonesia. Pero los gobiernos controlan cada vez más las opiniones de los «ciudadanos periodistas». En Alejandría un autor de blog fue condenado a tres años de cárcel por haber insultado al Islam y otro año por haber discrepado del presidente Mubarak. En Siria no perciben ni siquiera el concepto de blogger. Simplemente no han llegado todavía a Damasco. La diferencia está en las palabras. Pero también en los conceptos. El problema es el uso de la libertad, limitada y condicionada si se quiere, que en los países musulmanes es de una gran precariedad. La Alianza de Civilizaciones es una gran idea. Pero su implementación es del todo prematura. *España. La Vanguardia. Palabra del día

Apicius innovó al introducir la costumbre de sumergir el hígado en un baño de leche con miel para que aumentara de tamaño y mejorara su sabor con nuevas fragancias. El hépar sýkoton de los griegos se llamó en Roma iecur ficatum 'hígado con higos', expresión que, con el tiempo, pasó a designar al hígado, con higos o sin ellos, de cualquier animal, también el del hombre. Algunos siglos más, y la palabra iécur se perdió en la oscuridad de los tiempos, mientras que ficatum se siguió usando como nombre del órgano, hasta llegar al asturiano fégadu, al castellano antiguo y al portugués fígado y, finalmente, al moderno español hígado, documentado desde finales del siglo XV: Sácanse algunos que lo tienen en la ante penúltima como filósofo, lógico, gramático, médico, arsénico, párpado, pórfido, úmido, hígado, ábrigo cierto, cuando por amor se hacen desiguales casamientos. (Antonio de NEBRIJA: Gramática castellana, 1492).

Obras de la pintora colombiana Ana Mercedes Hoyos


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Reinventar la ciudad jos edificios. Alberto Chimal, La ciudad imaginada...

Por ALEJANDRO GASPAR GUADARRAMA*

La ciudad es un solo cuerpo enorme. Tiene las venas repletas de automóviles, los pulmones hechos árboles, el corazón poblado de vie-

La ciudad es un organismo que nace, se reproduce y muere. En él somos nosotros las células que la mantienen viva; pero como todo organismo también enferman: célula por célula nos vamos infectando de tráfico y de caos. Una ciudad es para habitarla, contarla, para vivirla y perecer con ella. Pero imaginemos despojar a la ciudad de todos sus edificios, coches, calles, monumentos... Y sólo nos quedáramos con las personas que la habitan, ¿seguiría siendo una ciudad? Porque, ¿cómo saber si lo esencial de una ciudad son sus habitantes o sus construcciones? Alberto Chimal, en su libro La ciudad imaginada y otras historias,

nos dice: "La ciudad es esta carne. La ciudad es esta gente [...], la ciudad es en verdad muchos cuerpos, todos juntos, unidos y a la vez separados". Las ciudades al igual que los hombres están destinadas a perecer; pero también son el escenario en donde transcurren innumerables historias: idénticas, falsas, contradictorias y hasta "milagrosas"; muchas de ellas más acopladas a la ficción que a lo real, más apegadas a lo extravagante que a lo cotidiano. Las historias que suceden en las ciudades son el registro mismo de cada ciudad, cada una tiene en sí una memoria que se actualiza al transcurrir del tiempo y de las generaciones; esta memoria también la encontramos en su traza, y en sus construcciones: claras manifestaciones del hombre que reactualizan

a cada momento épocas pasadas. De igual manera una ciudad abandonada tendría para nosotros el valor de descubrir las historias y hazañas que allí se realizaron. Así, una narrativa sobre la ciudad no debe encerrarse en un ejercicio testimonial o de registro, puede ser un ejercicio experimental que combine significados y que no agote su multiplicidad de sentidos; puede ser una narrativa que se encuentre abierta al cambio, que intente constituir nuevos mundos imaginarios a través de la representación del lenguaje, y esto es precisamente lo que hace Chimal en este libro. Los personajes de La ciudad imaginada nos aparecen como la invitación al absurdo, a un mundo caótico, lleno de patologías; son personajes realizables sólo en una

mente desbordada, porque cómo podríamos pensar, por ejemplo, en sirenas que se alimentan de recuerdos o que desaparecen de la piel en donde habían sido tatuadas; en un hombre que telefonea consigo mismo desde un celular que había perdido un año atrás; o en una mujer que implora por la vida de su hijo para luego asesinarlo. Estos y otros personajes los encontramos representados en ciudades en donde la imaginación es lo que prevalece. Construir ciudades e historias a partir de palabras es para Chimal el propósito de este libro; ciudades y personajes imposibles para una razón limitada, historias que sólo podrían ser reales en estos cuentos imaginados. *Escritor mexicano. Letralia, Tierra de letras.

La novela policíaca: un género por excelencia Por: WILLIAN GEOVANY RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ*

La novela policíaca es uno de los géneros que últimamente ha suscitado muchos estudios e incluso investigaciones, debido a que en éste es evidente que se dé por lo general una ruptura del orden existente entre los componentes que contribuyen al desarrollo de la historia, así como del uso de técnicas narrativas que el escritor despliega para llevar a cabo el acontecer del hecho literario. Para ello validan su dedicación -en los anteriores aspectos- a través de la fundamentación que adquieren de ciertas teorías -las cuales se han hecho imprescindibles- entre las que se pueden citar: "Novela Policíaca en Colombia" del autor Hubert Poppel, "la Evolución del Detective en el Género Policíaco" del autor Iván Martín Cerezo y "La Novela Policíaca: Juego" del autor Roger Carllois. La Novela Policíaca en la mayoría de ocasiones -según Hubert Poppel- presenta los siguientes componentes: el asesinato limpio, la investigación lógico-racional -en la que se discuten posibilidades como lo indica Roger Carllois- y el comportamiento bien educado de los personajes. Desde luego uno de éstos es el detective, pero hay quienes aseguran que el hecho de que éste personaje no llegue a aparecer en una novela policíaca, no quiere decir que no lo sea, pues

"el detective puede pasar a un plano secundario o desaparecer por completo. Y en caso de haberlo, no es necesariamente un actante eficaz" (Resina, 1997:109). Independientemente del papel que cumpla el detective en la novela sabemos -con certeza- por parte de Roger Carllois que por lo menos éste ya no se disfraza y por el contrario reflexiona. Ahora bien, la novela policíaca como acusa Poppel construye un mundo puramente ficcional, es decir, que la realidad se muestra de manera ficcionada, porque eso hace parte de la construcción de mundos posibles que nos propone todo escritor. En torno a esta apreciación el investigador Iván Martín Cerezo ratifica que este tipo de literatura agrupa aquellas obras de ficción en las que se produce un hecho criminal, es decir, una ruptura del orden cotidiano, un quebrantamiento de la ley, lo que da lugar a una investigación sobre ese hecho. Producto de esa investigación es como se obtendrá cierto conocimiento relevante que finalmente ha de llevar al detective a resolver el crimen. En ese sentido Poppel afirma que lo sorprendente de la Novela Policíaca es que, en general, ese conocimiento recíproco se refleja en el texto. Por lo anterior, no hay que desconocer que la persona que logra ese conocimiento y resuelve finalmente el enigma y el misterio es sin duda el detective, ya que éste en palabras de Iván

Martín Cerezo "cura la herida social que el crimen simboliza. Recompone el desorden que el crimen ha desencadenado. Su objetivo es el retorno del orden, del orden mental por medio de la verdad, y del orden social por medio de la justicia". Para ello el detective se vale de su lucidez y de sus capacidades para conocer quién fue el que finalmente cometió el crimen, de ahí que el detective se esfuerza en descubrir -como lo manifiesta Roger Carllois- "la causa de esas mentiras diversas", con las que ha sabido encubrir los móviles que ocasionaron el crimen, a partir de los muy conocidos interrogantes universales (¿quién?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo?, ¿por qué?) de los que también da cuenta el mismo Roger. Finalmente es necesario aclarar que todos estos componentes de la novela policíaca a los que nos hemos referido en líneas anteriores se configuran en las técnicas narrativas propias del escritor, ya que son éstas las que producen en el lector la tensión y el suspenso. Por ende lleva -como lo señala Iván Martín Cerezo- a que "la narración se mueva, despliegue, desarrolle, avance, retroceda, aclare o confunda, se lía o se resuelva", debi-

do a que el escritor es visto por Roger Carllois "como aquel que se complace en jugar con la dificultad y en acumular los obstáculos que se propone vencer". Esto sólo es posible una vez que se adquiere un pleno dominio sobre el uso de técnicas y manejo de componentes que estructuran la novela policíaca como texto literario. *Estudiante Licenciatura


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Adiós al maestro de la canción colombiana En el 2009, el Gobierno nacional decidió reunir a los maestros de la música colombiana en la Casa de Nariño, para rendirles un merecido homenaje, como tiene que ser, en vida. Aunque siempre estuvo en duda la presencia del compositor Jorge Villamil en dicho acto, por sus serios quebrantos de salud, hasta allí llegó el artista huilense, motivado por el cariño y el aprecio de los colombianos y de sus colegas. Parecía que la diabetes, la penosa enfermedad que lo acompañó durante 35 de sus 80 años de vida, le hubiera dado una tregua ese día, para poder asistir a lo que sería uno de los últimos homenajes que recibiría. Alegre, con el sentido del humor intacto, Villamil compartió unas horas con todo aquel que lo quería saludar, estrechar su mano, tomarse una foto o simplemente agradecerle por alguna de sus 200 composiciones que realizó. Pese a no contar con estudios profesionales en música, Villamil, junto al santandereano José Alejandro

Morales, ha sido uno de los compositores de música colombiana más prolíficos del siglo XX. De ahí, que a lo largo y ancho del país, en la mayor parte de festivales de música que se realizan, se le rindieran homenajes y sus composiciones se editaran en múltiples recopilaciones. De hecho, ahora se preparaba una nueva recopilación de sus canciones, interpretadas a solo tiple. Por eso, buena parte de su legado, como los originales de sus composiciones, han sido donados para el museo de Neiva, su tierra natal, que lleva su nombre. De hecho, hasta último momento buscó la forma de dejar grabadas sus más de 30 canciones que aún permanecían inéditas, quizás lo único que le faltó por hacer en el mundo de la música. "Desde hace dos años sentí la necesidad de dejarlas grabadas. Creo que si me voy y quedan en un cajón, van a ser olvidadas. Ellas son un testimonio tan valioso como las otras 170 y es mi responsabilidad que queden como parte de mi legado", comentó el compositor en su última entrevista a Colprensa. De esa necesidad nació "Noches de bolero", producción que alternó con composiciones de Luz Elena Yepes y que se editó en el 2006. Sin embargo, la falta de apoyo económico le impidió seguir con este proyecto. La mayor parte de sus últimos diez años los pasó en su casa, en la compañía de una fiel enfermera que no lo desamparaba durante todo el día, y muy cerca de la clínica donde tenía que realizarse periódicamente las diálisis.

Su lugar favorito de su casa era su fonoteca, donde instaló una mecedora donde no se cansaba de escuchar música colombiana, "Los compositores del ayer, ¡qué falta nos hacen artistas de esa talla!", afirmó en la misma entrevista, mientras que en el fondo escuchaba una de sus canciones interpretadas por Garzón y Collazos, su dúo favorito. Allí se encuentran todas las versiones de las 170 de sus canciones que fueron grabadas, entre ellas algunos temas en la voz de Vicente Fernández, pues el Rey de la Ranchera siempre le profesó su admiración total. Fueron 35 años luchando contra la diabetes, una enfermedad que sabía bien no tenía cura, pero que hasta último momento intentó controlar. "Es una enfermedad maldita, casi no me deja salir de mi casa y ataca el cuerpo de pies a cabeza. Unas veces no escucho, otras, lo que se me va es la vista, pero lo que me enfurece es cuando la voz me deja. Cuando no estoy hablando, estoy cantando, pero pocas veces guardo silencio, pero la diabetes me obliga a eso". De inmediato reflexionaba, dejaba de lado las quejas y le daba gracias a Dios, porque durante años, se la pasó viajando por el país, "creo que he visitado más municipios que Jorge Barón", afirmaba entre risas el maestro, y también tuvo la oportunidad de recibir homenajes e invitaciones en diversas partes del mundo. Recordaba bien el intenso frío de Moscú, cuando el gobierno ruso lo condecoró, mientras que tuvo que declinar muchas otras invitaciones por indicaciones médicas.


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El poder de la música Pero si su cuerpo no le permitía casi salir de su casa, con la música no paraba de viajar y al escuchar una de sus canciones, de inmediato viene a su memoria la historia que ha-

bía detrás de ellas. No había canción que naciera por el azar, cada una era una vivencia, una experiencia propia. El autor de obras como "Espu-

“No quiero llanto, nadie lo quiere, me encantaría que mi partida fuera una celebración, con mi música sonando, voladores y el infaltable aguardiente”

mas", tenía otro amor, además de la música. Su profesión era la de médico cirujano, a la cual le dedicó 53 años de su vida, por eso, como pocos de sus colegas compositores, estaba tranquilo con su pensión. No se cansaba de invitar a los jóvenes músicos para que se interesaran en la música colombiana, "no sólo por lo Caribe, lo Andino cuenta con una riqueza enorme. El compositor debe apostarle a crear canciones antológicas, que perduren a través del tiempo y que no estén pegadas a la moda, que sólo dura unos meses". Él hacía parte de los músicos que nacieron siendo músicos, pues su primera canción se remonta de hace 76 años, a la edad de cuatro años en la finca El Cedrón (Huila), lejos de conocer de partituras y técnicas musicales. Lejos de querer cumplir con lo que plasmó en su bambuco "Vieja Hacienda del Cedral", Villamil no quería que lo sepultaran en su casa paterna. Deseaba ser cremado y que sus cenizas se esparcieran por el Magdalena, el río que le sirvió de inspiración a tantas de sus canciones. "No quiero llanto, nadie lo quiere, me encantaría que fuera una celebración, con mi música sonando, voladores y el infaltable aguardiente". De ahí que mañana sus amigos, colegas y admiradores lo despedirán en la Catedral Primada de Bogotá y luego su familia le cumplirá su última voluntad.

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> EL CUENTO Las ánimas

Por VICENTE ANTONIO VÁSQUEZ BONILLA *

Las Ánimas es un pueblo enclavado en el altiplano chapín. Es un lugar perdido, que no aparece en los mapas. Un lugar del cual muchas personas han oído hablar, pero que muy pocas conocen. Diríase que es un pueblo virtual, que existe sólo en la imaginación, pero no. Yo estuve allí. ¿Que cómo llegué? No es que no lo quiera decir y tal vez no me

> Por MARIO DE ANDRADE*

lo van a creer, pero lo ignoro. Lo cierto es que un día en que el desinterés y la abulia me ganaban, salí de mi pueblo en busca del camino que conduce hacia la gran ciudad, me perdí y vagué sin rumbo por algún tiempo. Luego de recorrer varios senderos de terracería, de improviso, me encontré ingresando por la callejuela de una población desconocida, que en poco tiempo me llevó frente a un edificio de piedra de dos niveles y con un portal frontal formado por arcadas. Tuve

POESÍA

"Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora... Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente. Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada. Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido. Ya no tengo tiempo para lidiar con medio-

la impresión de que se trataba del palacio municipal del lugar. Enfrente de él, un pequeño parque y luego la tradicional iglesia, al igual que en casi todos nuestros pueblos. Al principio me pareció estar en un lugar conocido, en un sitio que alguna vez hubiera visitado en mi juventud. Luego, me di cuenta de que era diferente a cualquier localidad vista por mis ojos con anterioridad. Se trataba de un pueblo de apariencia colonial, pero apretado, como si sus constructores le hubieran tenido temor a los espacios vacíos, les faltaran sitios para edificar o quisieran aprovechar el terreno al máximo, digo, por lo estrecho de sus calles. También se me ocurrió, con una sonrisa, que quizás sus habitantes originales padecían de frío o miedo y sentían la necesidad de estar muy próximos unos con otros y que por esa razón las construcciones daban la sensación de apuñuscarse, aunque diseñadas con buen gusto. Sea cual fuere la razón, me llenó de curiosidad la manera de convivir de los habitantes de esa pintoresca ciudad. A decir verdad, parecía despoblada, dada su quietud y silencio. Por ningún lado se veían vehículos automotores, dando la apariencia de ser un pueblo del pasado. De repente, como si alguien hubiera dicho: Luces, cámara, acción, el ambiente se comenzó a llenar de vida. Del edificio de fuertes y robustos arcos, brotaba el eco de voces y de pasos que luego se perdían en la penumbra del atardecer, y algunas sombras, como apariciones en fuga, cruzaban por sus corredores inter-

nos. Algunos hombres y mujeres, pero en escaso número, cruzaban las calles, se dirigían a la iglesia o transitaban por el portal del edificio, algunos, en compañía de niños de apariencia etérea. Las mujeres lucían las cada día más raras mengalas, y los hombres calzaban los conocidos trajes de manta blanca y sombreros de petate. Típicos habitantes de pueblo que conservan sus discretas vestimentas; ellos, con monótona uniformidad y ellas con coloridos atavíos de día de plaza. Caminaban ajenos a mi presencia, hablando entre sí con voces que parecía que se llevaba el viento o tal vez eran sonidos que venían del pasado, que llegaban a mí y luego se alejaban para perderse en la nada. Una sensación rara recorría mi cuerpo. Por alguna razón, intuí que se trataba de almas que, después de recorrer los vericuetos de la existencia, se aprestaban a abandonar la vida, pero que antes de partir, venían a recorrer los lugares de su infancia o de sus sueños, cuando la existencia llegaba ante ellas con dulces promesas, engañadoras sonrisas y con la apariencia de ser eterna. La presencia fugaz de los peregrinos, venía a ser como un premio de consolación, que les permitía recrear sus primeras esperanzas e ilusiones y verlas en perspectiva con la vida que les tocó vivir. No eran almas malas, no. Para las perversas, con seguridad que su destino sería otro, tal vez, en otro pueblo virtual de paso, en donde el lloro y el dolor por sus acciones pasadas las hacían gemir, ante el

inminente final de su azaroso y malévolo periplo, y el temido destino que las aguardaba. Aquí, se trataba de la presencia de espíritus sencillos, que supieron sortear en vida las vicisitudes del existir, con paciencia, bondad y hasta con resignación. Venían en paz consigo mismos a decir el último adiós y a partir con una nueva ilusión que, tal vez, veían más prometedora que la que se les presentó en la primera oportunidad. Abandoné el poblado con respeto, en silencio, casi de puntillas para no romper el hechizo que lo envolvía y me alejé. De vez en cuando volvía a ver y el pueblo se desvanecía en el horizonte como un espejismo que se desdibuja para perderse en la nada. Por razones que de momento ignoro y que están fuera de mi comprensión, me tocó presenciar, tangencialmente, este plano de la existencia, aun antes de estar listo para iniciar el viaje que trasciende este mundo, el que Leibniz, en el pasado, tal vez, con optimismo y ceguera, llamó "el mejor de los mundos posibles" o quizás lo fue, antes de degenerar en nuestro convulso presente. Cuando llegue el crucial momento, cuando mi partida sea inminente, es posible que de nuevo me presente por estos lares y el escenario será para mí un sitio conocido, alejado de todo temor y una puerta que promete abrirse hacia un lugar desconocido, pero mejor. *Escritor nacido en Antigua, Guatemala

El valioso tiempo de los maduros

cridades. No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados. No tolero a maniobreros y ventajeros. Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros. Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo. Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos. Mi tiempo es escaso como para discutir títulos. Quiero la esencia, mi alma tiene prisa... Sin muchas golosinas en el paquete... Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír, de sus errores. Que no se envanezca, con sus triunfos. Que no se

considere electa, antes de hora. Que no huya, de sus responsabilidades. Que defienda, la dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez. Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena. Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas.... Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma. Sí.... tengo prisa... por vivir con la intensidad, que sólo la madurez puede dar. Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan... Estoy seguro que serán más exquisitas, que las que hasta ahora he comido. Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi concien-

cia. Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás." *Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño


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Educación en la comunicación (I)

Por: JAIRO RIVERA MORALES*

L

a relación entre comunicación y educación es una constante. Hacer énfasis en ella no será nunca suficiente. En la actualidad existen programas académicos y curriculares consagrados a profundizar la relación de interdependencia que existe entre estas dos disciplinas tutelares del mundo cultural y de la existencia social. Entendiendo que comunicación es el proceso de transmisión e intercambio de mensajes entre seres humanos, queremos aproximarnos a la idea de desarrollar una comunicación educativa; buscar la manera de hacer partícipes de nuestros saberes, pensamientos, posesiones, sentimientos, imaginarios y objetivos, a quienes viven en el campus periodístico bajo cuyo alero protector nos hemos acogido. Los promotores y fundadores del periódico "El Nuevo día" y de su suplemento dominical "Facetas", conscientes de las fortalezas y de las carencias de la sociedad colombiana y tolimense de nuestro tiempo, los concibieron con vocación humanística. Por ello los principios tutelares que han orientado el surgimiento de estas dos presencias culturales, se sustentan en los postulados que sirvieron de fundamento al mundo de la modernidad: La formación integral del ser humano, su perfectibilidad -que nace de sus imperfecciones-, la necesidad de privilegiar lo social sobre lo individual, el impe-

rativo de construir ciudadanía como presupuesto para forjar la sociedad civil, la obligación de impulsar una "educación en eticidad", al decir del filósofo alemán Ficthe, el anhelo de avanzar hacia una pedagogía para la libertad. Existen, en el campo de las comunicaciones, discursos autoritarios y discursos alternativos. Resulta acertado y sensato privilegiar los últimos, entendiendo que, en virtud de ellos, se podrá modificar la realidad, cuestionar el statu quo y ostentar una diferencia cualitativa respecto a los productos que únicamente poseen finalidad mercantil o de entretenimiento banal. Solo así puede lograrse que los códigos no sean impuestos sino propuestos, que la difusión no sea monopólica sino que pertenezca a todos, que el proceso de recepción no sea limitado, predeterminado y acrítico, sino compartido, generador de discusiones e intercambios. Vale decir, que surja conciencia donde, generalmente, sólo existen demanda y oferta. Dentro del contexto así forjado, el lector está llamado a dejar de ser el polo terminal del proceso y a formar parte activa de éste. Aumenta, de esta manera, la posibilidad de contribuir a la formación de sujetos reflexivos y críticos, debido -entre otros factores- a que las nociones que logra inculcar una actividad así concebida, resultan concordantes con la "Pedagogía de la pregunta" definida por Paulo Freire como "no la retórica, la vociferante, la que clama a gritos la respuesta, sino la orientadora, la destinada a

aclarar el pasado y el futuro, la organizada de tal manera que llama la respuesta como una forma de avanzar en la reflexión. Más aún, un discurso educativo ayuda a preguntarse, abre espacios a la interrogación por el contexto, por el propio ser". La inmensa riqueza de datos y las innumerables posibilidades creadas por los múltiples y cambiantes medios de comunicación, para ser útiles, deben reagruparse en torno a un plan del usuario, que involucre: información, formación, diversión, relaciones sociales, cultura... La opulencia comunicativa corre peligro de volverse inútil si no va orientada al uso. El individuo, los grupos y la sociedad tienen necesidad de dotarse de un "proyecto comunicativo" para valorar la oferta. El lenguaje de las intenciones anunciadas en el trasegar de las dos publicaciones, se fundamenta en una convicción que nos retrotrae a lo expresado por el antropólogo Henry Lewis: "Acumular información es sólo el primer paso hacia la sabiduría. Pero compartir información es el primer paso hacia la comunidad". Compartir informaciones y reflexiones es una forma de apretar al mundo contra el corazón. Una forma de superar egoísmos e idolatrías; de enaltecernos y enaltecer a los demás. Decía Aníbal Ponce: "Cuando a la cultura se la disfruta como al oro, la cultura envilece tanto como el oro". Bueno es tenerlo en cuenta, en un país como el nuestro, en el cual la desigual distribución de las riquezas, los ingresos y las posibilidades ha originado tantos conflictos. Más aún, cuando el lenguaje y el diálogo -esto es, la comunicación-, formas expeditas para la solución de la confrontación, son desestimados por los actores de la misma. "Es mejor echar paja que echar plomo", sentenciaba el Maestro Echandía. La comunicación educada y educativa ha de ser definitiva el día que nos atrevamos a construir una paz más cierta y digna que la de los cementerios; una paz que nos permita entender, sobre nuestras pisadas, la razón que tuvo Foucault cuando invirtió los términos del aserto de Clausewitz y dijo: "La política es la continuación de la guerra por otros medios". Ejercer el periodismo desde el Tolima implica el compromiso de darle continuidad a una larga tradición de independencia, rectitud y servicios a la patria, enaltecida, entre otros, por Moreno y Escandón, Murillo Toro, José María y Miguel Samper, José María Madiedo, Próspero Pereira Gamba, Francisco Eustaquio Álvarez, Patrocinio Cuéllar, Bernardino Torres Torrente, Nicolás Esguerra, Fabio Lozano Torrijos, Noel Ramírez Moreno, Aníbal Quijano, Juan Lozano y Lozano, Floro Saavedra Espinosa, Juan María Arbeláez, Manuel Antonio Bonilla Rebellón, Alberto Castilla, Héctor Echeverri Cárdenas,

Alfonso Palacio Rudas, Darío Ortiz Vidales o Hugo Ruiz: Tolimenses obsedidos por los valores de la democracia, quienes soñaron y procuraron una patria mejor en la que las libertades no fuesen conculcadas. Todos ellos tuvieron como norma el culto y el respeto a la verdad. Asumieron con mística, responsabilidad e idoneidad, la sagrada misión de orientar a sus conciudadanos, a través de la palabra. Ejercieron con objetividad el arte de pensar, argumentar y persuadir. Colocaron el ejercicio de su oficio al servicio de la democratización de la información, en sus dos más nobles manifestaciones: la noticia y la opinión. Entendieron la información como un servicio público, que satisface los deseos de la comunidad y debe ser, por tanto, inteligible, relevante, completo, oportuno y confiable. Tuvieron una especial disposición afectiva e intelectual para defender el derecho a la información mediante una conducta periodística veraz, exacta, responsable, al servicio de la comunidad. Lograron identificar los obstáculos que atentan contra el ejercicio digno y adecuado del periodismo: el miedo al compromiso, la sobrevaloración del concepto de libertad de prensa, la errónea persuasión de que la ética es un asunto subjetivo y personal; en consecuencia, estuvieron siempre prestos a construir caminos para superar dichos obstáculos. Excluyeron de manera sistemática de sus quehaceres, la mala fe por acción, omisión o por aproximación, el sensacionalismo, la dependencia de las fuentes, la reticencia a rectificar la pérdida de credibilidad por la comercialización de la imagen. Tuvieron como imperativo categórico de sus actividades periodísticas, el adquirir un profundo conocimiento de la realidad y de los hechos que la constituyen y por tanto, pusieron al servicio del interés colectivo su especial capacidad de atender, descubrir, explicar y predecir los acontecimientos. Observaron siempre el aforismo anglosajón, según el cual "los hechos son sagrados y las opiniones son libres". Traigo a colación estos referentes éticos pues considero que ellos contribuyen de manera saludable a refrescar nuestras concepciones acerca de la profesión que García Márquez ha definido como "la más noble y bella del mundo". Resulta oportuno recordar a quienes laboran en la prensa hablada y escrita, que este oficio entraña las más altas responsabilidades sociales; que su ejercicio supone profundas preocupaciones, saberes diversos y conductas coherentes. No en vano un maestro del oficio como Ryszard Kapuscinski, ha expresado: "Una mala persona no puede ser un buen periodista". *Político y ensayista colombiano.


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La pirámide de Ming Pei

Por: ALFONSO CARRERO HERRÁN ARQUITECTO SCA.

Leoh Ming Pei es considerado el sucesor de los grandes maestros de la arquitectura americana del siglo XX y uno de los forjadores de la moderna convertida hoy en la de la globalización. Nació en Cantón (China) el 26 de abril de 1917, terminando sus estudios secundarios a los 18 años; emigra a los Estados Unidos y logra ingresar al M.I.T. (Instituto Tecnológico de Massachusetts) considerada la única escuela de arquitectura donde se gradúa con todos los honores académicos. Entre 1945 y 1948 enseña en la Universidad de Harvard bajo las orientaciones de dos

arquitectos alemanes, fundadores de la Bauhaus, quienes se habían exiliado en EE.UU: Marcel Breuer y Walter Gropius; de ellos aprende los principios centrales de la disciplina. En 1955 se hace ciudadano americano e inicia su exitosa y prolífera carrera con “Pei and Partners” firma que logra fama mundial. Diseña innumerables proyectos urbanos y de edificios en América del Norte y Europa preferencialmente, sobresaliendo entre otros: el Museo de Historia de Berlín, el Museo del Rock and Roll (Cleveland, Ohio), La Torre del Morgan Chase Bank (Houston, Texas), la Torre EDF de la Defensa en París, el edificio John Hancock en Boston, conjuntos urbanísticos y apartamentos en Dallas, Texas y quizá la más controvertida de sus obras y tema de estas notas la

Pirámide del Museo del Louvre en París. Ming Pei se destaca por la sensibilidad y racionalidad como afronta los problemas del diseño utilizando formas abstractas y materiales fríos como el acero, el cemento y el vidrio; sus estructuras requieren de soluciones valientes y atrevidas. Estas cualidades lo ameritan como el arquitecto renovador y más prolífero del siglo XX. Le fue concedido el Premio Pritzker en 1983, el galardón de mayor prestigio internacional en arquitectura y la Medalla de Oro del Colegio Americano de Arquitectos. La vieja fortaleza construida en el siglo XIII en las cercanías de París y convertida posteriormente en el Museo más famoso del mundo, El Louvre, ha sufrido a través de su historia una serie de remodelaciones y ampliaciones buscando espacio para su inmensa muestra y la comodidad para los nueve millones de turistas (2008) que la visitan anualmente. La última de ellas y la más discutida: la construcción de una pirámide en vidrio y acero localizada en el acceso principal, en medio del patio cen-

tral del Museo. Después de varios concursos, muchas ofertas y discusiones se escogió la propuesta de este arquitecto chino-americano hoy conocida como la “pirámide de Pei”, que desde que fue conocida suscitó las mas álgida discusión entre quienes velan por la preservación del estilo tradicional del Museo y quienes aceptan un aporte “modernista”. Esta obra hizo parte de la política del entonces presidente François Miterrand de darle a la capital francesa una serie de grandes obras arquitectónicas de relevancia mundial. La pirámide es un verdadero contraste de estilos, entre la modernidad del vidrio y el aluminio y el clasicismo del Museo. Tiene una altura de 21.6 metros (igual a un edificio convencional de ocho pisos), consta de 686 paneles de vidrios laminados transparentes con un leve color amarillento similar al

de la fachada en piedra del resto del conjunto-museo y un peso de 180 toneladas. El acero y los aluminios fueron trabajados por obreros franceses y el vidrio por la conocida firma Saint Gobain. La concepción volumétrica y el nuevo concepto de los “sub-espacios” están respaldados por la imaginación y el talento de este arquitecto, uno de los más exitosos de la era moderna. La sensación para quienes conocieron el Louvre antes de esta intervención y vuelven a visitarlo, es que ya no es el mismo; por el contrario, con la Pirámide de Pei se “modernizó” y adquirió mayor dinamismo con esta solución espacial propia de estos tiempos. A pesar de la acérrima critica de los franceses, el tiempo se ha encargado de “aclimatar” la pirámide, que sin duda se convierte en una de las grandes obras de la modernidad gracias a la visión de este famoso arquitecto chino-americano.

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