Domingo Alberto Rangel: Ingobernable

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DOMINGO ALBERTO RANGEL

Ingobernable Textos publicados en El Libertario


Presentación Humberto Decarli Caracas, noviembre de 2012 Hablar de Domingo Alberto Rangel es referirnos a un personaje difícil de encontrar en la Venezuela de hoy. El país está signado por el oportunismo y el pragmatismo, categorías impuestas por la renta petrolera que la ha otorgado al Estado la probabilidad de paralizar y quebrar las disidencias. DAR fue un iconoclasta en el más diáfano sentido de la palabra. Político, ensayista, historiador, narrador e intelectual al servicio de las causas ajenas al devenir tradicional. Fue una suerte de piedra en el zapato, para decirlo en el lenguaje coloquial, intransigente en la defensa de los principios en los cuales creía sin hacer concesiones a los negociados típicos de la democracia representativa. Participó en el partido Acción Democrática, organización de composición popular cuyas primeras orientaciones se dirigieron hacia el nacionalismo y la defensa de los derechos políticos y sociales básicos emergidos al final del gomecismo. Siguió en esa formación al ser parte de la resistencia contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, resultando exiliado y preso al insurgir contra ese abominable régimen. Ulteriormente, luego del 23 de enero de 1958, militó en la izquierda del otrora partido del pueblo y se opuso a los designios betancouristas. Fundó el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, suerte de cauce de la discrepancia en la socialdemocracia populista. Los llamados adecos de izquierda, junto a los comunistas, se lanzaron a la aventura de la lucha armada aplicando mecánicamente el esquema de los barbudos de la Sierra Maestra, significativo error de los revolucionarios venezolanos. Se apartó de la insurgencia con una breve pasantía en un movimiento heterogéneo llamado el P.R.I.N. Después estuvo en los G.A.R. pero siguió con una conducta intachable porque no actuaba conforme la dinámica clientelar característica de la cotidianidad política venezolana sino en función de sus convicciones. Emergió como una voz en la oscuridad dentro del alma nacional y se cansó de denunciar y alertar todas las vicisitudes del modelo político rentista vigente desde la bonanza del año 1973. Concomitante a su actividad docente y pública, escribió más de sesenta obras de diversa índole a contracorriente del político clásico venezolano caracterizado por la sociopatía y el analfabetismo funcional. No renunció al marxismo pero fue muy heterodoxo e incluso, en la conocida


entrevista de Ramón Hernández, manifestó estimar en el anarquismo el futuro de transformación de la humanidad. Consecuente con esos postulados fue un colaborador permanente, en todos los sentidos, de El Libertario donde escribía sus densos artículos para orientar y debatir sobre diversos tópicos. En estos momentos de desolación nacional, cuando Venezuela marcha a la deriva asfixiada por el proyecto militarista reinante, Domingo Alberto Rangel hará mucha falta. El lema del socialismo del siglo veintiuno se lo apropió indebidamente el chavismo, variante de baratija histórica como el mismo lo denominó amén de acusarlos de haber construido un abyecto emirato petrolero. Fatalmente la especie se impuso a la individualidad y D.A.R. ha hecho mutis del escenario político al menos en el ámbito tangible. Seguir su ejemplo es lo mejor que podemos hacer en homenaje a su memoria. Pero hay algo cierto: Venezuela pierde a una de sus mentes más lúcidas y nosotros en El Libertario acusamos su ausencia porque llegamos a la conclusión que fue uno de los nuestros.


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ENTREVISTA CON DOMINGO ALBERTO RANGEL:

“Chevron Texaco reestablece la Gran Colombia” Redacción de El Libertario # 39, septiembre-octubre 2004 Tres días después de la celebración del Referendo Revocatorio en Venezuela, Domingo Alberto Rangel toma un café bien tempranito en Sabana Grande: cumple un antiguo ritual de charla con amigos e intercambio de impresiones con jóvenes de distinta procedencia social y política. - ¿Cuáles son las impresiones de Domingo Alberto Rangel tras el 15 de agosto? - El que en una campaña en la que participó todo el mundo, en la que todos los medios llamaban a votar y sin embargo hayan habido 5 millones de abstenciones. El porcentaje de 35% es elevadísimo. La abstención molesta a ambos bandos de poder. Los dos llamaron a concurrir en las elecciones, desencadenando una orgía propagandística durante meses. Aun más: Yo creo que en los últimos 15 ó 20 años de la historia venezolana no ha habido una elección con más expectativa que esta. A pesar de esto hay 5 millones que no fueron a votar, la mayoría de los cerros. Esto hay que destacarlo, pues más nadie lo va a hacer pues todos tienen interés en reforzar el sistema. - ¿Qué opina sobre las denuncias sobre un supuesto fraude realizadas por la Coordinadora Democrática? - Yo creo que no hubo fraude. Por una razón, para decirlo en la jerga de los gangsters: Allí estaban Al Capone y Dillinger, los dos con una pistola. ¿Cómo puede haber fraude con dos pillos que se vigilan? Es muy difícil hacer un fraude en gran escala. Además, la oposición es tan reaccionaria y tan cerril que para mucha gente resultaba difícil votar por ella. - ¿Vislumbras un nuevo escenario tras el referéndum Revocatorio? - El resultado legitima a Chávez por un período, no sé por cuanto tiempo. Es decir, lo legitima dejándolo en las mismas condiciones en las que estaba antes del 15 de agosto. ¿Qué significa que los señores de la oposición desconfíen del resultado, y que tenga que salir el señor Carter aparte a proponer un nuevo escrutinio escogido al azar? Esto no va a solucionar el problema. Anoche se lo preguntaban, si creía que la oposición aceptaría los resultados de una auditoria. Yo creo que saldrán igual cuatro o cinco a denunciar fraude. Este referéndum no abre un nuevo período político, prolonga lo que existía. Aunque es una inestabilidad tolerable para la sociedad burguesa, pues es una inestabilidad verbal no explosiva.


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- Intelectuales de izquierda como Noam Chomsky Chomsky,, Eduardo Galeano Galeano,, Chao,, entre otros, firmaron un documento antes Chico Buarque y Manu Chao de las elecciones llamado “Si yo fuera venezolano votaría por Hugo Chávez”. Si tuvieras oportunidad de hablar con alguno de ellos, ¿qué les dirías? - Procuraría dictarles una pequeña charla sobre lo que Chávez ha hecho y sobre lo que Chávez no ha hecho. Creo, entre paréntesis, que Chávez le ha hecho más concesiones al imperialismo norteamericano que nadie, por lo menos desde el 18 de octubre de 1945 para acá, un período que abarca tres cuartos de siglo de la vida venezolana. Creo que las concesiones de Chávez al imperialismo son tan importantes que ya el New York Times le está dedicando páginas enteras al papel de Venezuela en el horizonte energético mundial por las concesiones que le han hecho a la CT y el papel que esta compañía está jugando. Eso lo leí en la edición del viernes 13 de agosto en una página completa. Este trabajo me parece muy agudo y desenmascara sin proponérselo a Chávez. Plantea el gran desequilibrio energético que está quedando en el mundo y que va a ser inevitable, porque en los últimos diez años, sostiene el periódico, no ha habido suficientes inversiones en la industria del petróleo y del gas, mientras la demanda de combustible, sobre todo por el crecimiento de los países asiáticos, aumenta enormemente. - ¿Qué dice el New Y ork Times? York - Que Venezuela está llamada a tener un papel ahora más importante que en la Segunda Guerra Mundial, contribuyendo con su producción petrolera a reducir o a impedir que ese desequilibrio crezca. Entonces analiza dentro de ese contexto el gasoducto Guajira-Maracaibo, que ya está acordado por Chávez y por Uribe, y revela cosas más importantes que por lo menos yo no sabia. Este acuerdo contempla la creación de una compañía que atenderá ese gasoducto cuyos socios serían ECOPETROL, ChevronTexaco y Pdvsa. Lo más importante es lo siguiente: ese oleoducto se va a prolongar hasta Panamá, hasta la ribera del Pacífico por el oeste; y por el este hasta Anaco y El Tigre, porque dice algo que yo no sabía: que los campos petroleros del Zulia son muy ricos en petróleo pero pobres de gas, mientras que los del Oriente son muchos más ricos en gas. Todo este gas del Oriente venezolano atenderá entonces la gran demanda de los países del Pacífico. Este es un proyecto de alcance mundial, en el cual el eslabón fundamental es la ChevronTexaco, y fíjense que esta compañía fue la que consiguió la concesión de la Plataforma Deltana. Este señor Chávez, que permite esto, es el que está recibiendo el aplauso de Chomsky y James Petras, ¡imagínense ustedes! Lo más triste para nosotros es que la Gran Colombia la está reestableciendo la ChevronTexaco. ¿Hay ahora una iniciativa colombo-venezolana más importante que esa? Esa tarea de restaurar la obra de El Libertador le ha tocado entonces a la ChevronTexaco. - ¿Por qué ese encantamiento de la izquierda mundial con la figura de Hugo Chávez? - Porque es una izquierda sinvergüenza, hay que decirlo ya. Hay que faltarle el respeto a esos izquierdistas que están acostumbrados a banquetearse en París, Ciudad de México, Buenos Aires, donde sea. Hay que desenmascararlos. ¿Hasta cuando los vamos a tolerar? Los venezolanos están desenmascarados ya, no vale la pena decir nada sobre José Vicente o Teodoro Petkoff.


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Burocracia y militarismo: sepultureros del socialismo de Estado Domingo Alberto Rangel El Libertario # 43, junio-julio 2005 El socialismo real, tal como existió en la Europa del Este y aún existe en Asia y América, se caracteriza, ante todo, por la estatización de los medios de producción y de cambio. Es su rasgo emblemático, el signo predominante. De allí se desprenden las dos consecuencias que vienen condenando a tales sistemas al fracaso o a la deformación. La estatización lleva a crear una monstruosa burocracia centralizada y omnipotente. Cuando se agrupa toda la riqueza bajo una sola potestad es inevitable la burocratización de la sociedad entera. No ha habido en la historia orden, potestad, imperio o circuito centralizado que no engendre una burocracia. Diríamos que la tentación burocrática va haciéndose insoslayable en tales casos. Desde los imperios de arena del desierto mesopotámico hasta el Tercer Reich hitleriano o el Soviet del camarada Stalin, todos los sistemas centralizados redundaron en esa inevitable gordura burocrática. Si se estatiza la propiedad pronto habrá tres chóferes donde hace falta uno y cinco secretarias en el lugar que exigiría sólo dos. La burocracia soviética de los responsables que se multiplicaban desde arriba y abajo, desde el Kremlin hasta los palacios decadentistas de las provincias siberianas, era un complemento ineludible de aquella estatización desde arriba a que conduce la concepción bolchevique de la estrategia. Aclaro, el camino bolchevique del asalto al poder y el repudio a la conciliación de clases fueron, son y seguirán siendo insustituibles, pero la estatización como sinónimo de socialización es fatal. La burocracia viene acompañada de un hermano mellizo, el militarismo. No ha habido tampoco en la historia sistema burocrático sin su complemento castrense. La burocracia del Rey Federico el Grande se explayaba en un aparato militar. Burocracia y militarismo son equivalentes, inseparables y convergentes. La Rusia del camarada Stalin tenía la burocracia más extendida, pero también el aparato militar más grande de Europa. El ejército rojo no fue derrotado en aquellos días desastrosos de 1941, gracias al heroísmo del pueblo ruso que no dio cuartel al invasor y también por las inmensas reservas de hombres ya entrenados que poseía. Cuando de las aldeas del Ural podían, bajaban hacia Moscú divisiones enteras de “mujiks” que ya conocían el arte militar, aquella fuerza era invencible. En realidad a Hitler lo derrotaron en 1941 dos hombres ya muertos, Lenin y Trotsky, que entre 1918 y 1923 crearon un ejército de ocho millones de hombres. El militarismo y la burocracia son buenos o apropiados para enfrentar los retos


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bélicos, vengan de Tamerlán, de Hitler o de Bush, pero resultan catastróficos, como lápida, para afrontar, orientar y desenvolver la construcción de una nueva sociedad. Las nuevas sociedades tienen que construirse con el espíritu de la libertad, desde abajo, a base del sudor de pueblo y ello es incompatible con la burocracia y el militarismo. Libertad, igualdad y fraternidad, los tres conceptos de Camilo Desmoulins, son el orden del día de la liberación. La burocracia y el aparato militar juegan un papel funesto en lo económico si pasan determinado nivel, porque se tragan el excedente de donde provienen los recursos para las inversiones reproductivas. El concepto de excedente es clásico en la Economía Política, con él distinguieron los economistas desde 1776 a 1830 – fundadores de una ciencia casi tan exacta como la que fundaran Isaac Newton y Antoine de Lavoisier - a la parte del producto que una sociedad no consume. Lo que sobra, cubiertas las necesidades básicas o inexcusables, es el excedente. Cuanto mayor sea éste mayor también será el progreso de la sociedad. Para que el excedente no se achique, toda sociedad gradúa o ajusta el volumen del consumo. Los dos gastos que cualquier sociedad controla, así sea sin darse cuenta clara de ello, son el gasto burocrático y el gasto militar. Las sociedades socialistas hasta ahora conocidas han extremado ambos gastos hasta lo grotesco, de allí su estancamiento y su frustración. La URSS tenía un aparato militar más grande que el de Estados Unidos con una economía cinco veces más pequeña. Igual ocurre con China y Cuba, con Vietnam o con Corea del Norte. Los niveles de vida de la población en esos países podrían ser superiores a los vigentes en países capitalistas de su categoría y jerarquía, si no mediara ese “escape” hacia el militarismo y la burocracia. No hay excusas para la falta de bienestar que en ellos puede observarse. El socialismo, desde 1848 con Marx y Engels y luego con Bebel y otros, fue siempre antimilitarista. El Manifiesto Comunista plantea la liquidación de los ejércitos permanentes por la figura sustitutiva del pueblo en armas. Nada más antimilitarista que la Comuna de París en 1871 cuyas tropas insurrectas iban a ser dirigidas por Giusseppe Garibaldi. El “affaire Dreyfus” en Francia fue inspirado y casi realizado por los socialistas. Los bolcheviques rusos introdujeron una variante sobre todo con Stalin. Fue la creación del ejército rojo como organización permanente. Así se acabó o empezó a deformarse el socialismo. Porque eso no podía hacerse sin una sociedad burocratizada. Las sociedades libres no aceptan ejércitos permanentes. Y una sociedad donde las propiedades sean todas del Estado es tan esclava como la sociedad capitalista. Socializar es colectivizar, vale decir, entregar la propiedad a entes colectivos. El Estado en unos casos, las Municipalidades, los núcleos de trabajadores en cada fábrica, granja, taller u oficina serían los propietarios, pero la decisión de adoptar cualquier tipo de propiedad colectiva entre los enunciados, tocará a los trabajadores. Medios de producción y armas, ambos en manos del pueblo, serían el slogan de un socialismo genuino. Lo demás es engaño a la larga o espejismo.


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Boliburguesía Domingo Alberto Rangel El Libertario # 50, julio-agosto 2007 Ya el chavismo tiene su oligarquía propia. Ocho años de gobierno han creado en Venezuela lo que Juan Carlos Zapata llamó, con un neologismo afortunado, “boliburguesía”, que uno de los grandes diarios del mundo O’ Globo de Río de Janeiro, ha acogido y difundido con júbilo desbordante. En la Europa clásica, la burguesía creaba al Estado, aquí, el Estado crea a la burguesía. Como Júpiter cuando creó a Minerva, aquí el Estado pare burguesías sacándolas de la cabeza como hizo el dios romano. Desde 1900 hasta el día de hoy, cada capa burguesa surgida en los horizontes sociales de nuestro país ha sido obra del Estado. El Estado venezolano es arbitrario, torpe y criminal, pero también opulento, corrompido y caprichoso. La renta petrolera lo dota del único excedente apetitoso que hoy, a casi un siglo del “Barroso Nº 2” de Cabimas, detenta Venezuela. Aquí el Estado puede convertir en las doce horas que necesita la luz de los cielos para alternar con las sombras, a un “peladito cantinflinesco” en un personaje aristocrático. Desde hace cien años los sucesivos cabecillas de nuestra oligarquía han sido producidos por una incubadora milagrosa, la Tesorería Nacional. Hay en la burguesía venezolana, como las hay en la burguesía imperial de Estados Unidos, distintas modalidades y capacidades, pero todas ellas son hijas del Estado. O creación del presupuesto nacional, si nos permiten extremar la franqueza. La oligarquía bolivariana es el más reciente brote de la vieja plantación burocrática venezolana.

Los tres grupos oligárquicos bolivarianos Hoy es posible divisar ya, tres grupos oligárquicos cimentados por el presupuesto en los últimos ocho años. El primero gira en torno a Diosdado Cabello y Rafael Sarría, ambos militares retirados. Tiene ese grupo una galaxia de tres bancos coligados, varias plantas industriales y participación como accionista en empresas de servicios. Es posible que después del grupo Polar sea este el primer imperio financiero del país. Desaparecido el grupo Alfonzo Rivas, adquirido por Cargill de Estados Unidos, sólo el grupo Delfino (Manpa) podría alternar con este brote bolivariano. Alguien podría señalar una omisión, no figura en estas comparaciones, me diría, el grupo Cisneros. Ese grupo dejó de ser venezolano, respondería yo, es hoy un grupo gringo con inversiones en Venezuela como Rockefeller o cualquier otro de la misma procedencia. Un segundo grupo se esboza en torno a otro militar retirado, Jesse Chacón. El


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hermano de Jesse, dueño o líder aparente de este grupo en ciernes, es un fenómeno de retardo vocacional. Como el personaje de Moliere, que ya viejo vino a saber que hablaba en prosa, el caballero necesitó la llegada de su hermano al gobierno para descubrir su vocación por los negocios. En ocho años ha adquirido un banco, una fábrica de leche en polvo, de las más grandes de Suramérica, y un haras. ¡Jesús, María y José! exclamaban las beatas de Tovar ante fenómenos tan portentosos como éstos. Por último, se perfila un tercer grupo oligárquico en el chavismo, que podría encarnar en Blanco La Cruz y Hernández Behrens, militares retirados ambos, gobernador de estado el uno, banquero hasta hace poco el otro, pero al parecer magnates en ascenso o en gestación. Tendríamos entonces tres grupos entre los cuales reparte sus efectivos la naciente oligarquía bolivariana. No he hecho comparaciones, pero creo que ningún otro régimen desde 1900 creó tantos grupos en tan poco tiempo. Es un récord de velocidad que sería necesario remitir a Londres para su debido registro.

Tres grupos, ¿tres ingredientes? La celeridad en la creación de esa oligarquía se explica por la coincidencia de tres factores en el régimen bolivariano. El primero, la abundancia fiscal que comenzó en 1999, cuando Chávez encontró el petróleo en nueve dólares el barril y de inmediato vino la racha alcista que luego lo colocaría en sesenta y dos dólares y que, atenuada, aún dura. Es cierto que los cincuenta dólares de hoy, reducidos a monedas de igual paridad, resultan muy inferiores a los de 1980, pero es evidente o innegable que a Chávez le ha correspondido una mejor experiencia de precios petroleros que a Caldera o al segundo período de Pérez. De todas maneras, la economía petrolera ha vivido un lapso de prosperidad que se traduce en abundancia fiscal. El segundo factor que ha propiciado el enriquecimiento acelerado de algunos cabecillas del oficialismo, es el descaro de clase. Entiendo por descaro de clase aquella ligereza moral, aquella desenvoltura rapaz que caracteriza a los plebeyos cuando de súbito cambia su suerte en la vida. En el fondo de todo plebeyo hay un trepador, o mejor, todo plebeyo es un trepador. El oficialismo se ha formado de plebeyos que en el sistema político o en los cuerpos militares veían con codicia, pero con frustración, el festín que saciaban adecos y copeyanos. El chavismo ha sido, fue y será siempre envidioso y como tal no tiene principios, tiende a atiborrarse cuando la suerte le favorece. El tercer factor es la tolerancia, casi alcahuetería, diríamos, con que Venezuela siempre toleró y hasta aplaudió a los ladrones de su Tesoro Nacional. ¿Acaso no fue popular Páez que pasó de peón de sabana a latifundista por la hazaña de su lanza? ¿Y Guzmán, Crespo y Panchito Alcántara, no gozaron las mieles del prestigio popular? Un caudillo que robe siendo plebeyo y que siga conservando su cultura de plebeyo es algo que embeleza a los venezolanos. Decimos estas verdades o incurrimos en el silencio cómplice que todo lo guarda como hacen ciertas familias con el bobo de la casa? Ya la oligarquía chavista, la «boliburguesía», es suficiente ella sola, para sostener al régimen.


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¿Es revolucionaria la guerrilla colombiana? Domingo Alberto Rangel El Libertario # 52, febrero-marzo 2008 Desde hace años se manifiestan en la guerrilla colombiana, tanto en el ELN como en las FARC, tendencias hacia la negociación con el gobierno de turno. Recordemos que las FARC sostuvieron una especie de rendez-vous diplomático en cámara lenta con el gobierno de Pastrana, antecesor inmediato de Uribe en la presidencia. El ELN ha sido menos espectacular pero no menos persistente que las FARC en la búsqueda de un arreglo de paz, tanto que delegados suyos han hecho repetidos viajes a La Habana, no para discutir –como hace 4 décadas, cuando vivía el Ché Guevara y existía la OLAS, la estrategia de guerra en Colombia, sino para acomodar mejor la rendición. ¿Por qué, sería bueno preguntarse, movimientos guerrilleros que se formaron hace 40 o 50 años para acelerar, desarrollar u orientar con toda firmeza la lucha armada, parecen ahora engendro de un diplomático que quisiera conciliar con todos y hacer concesiones descocadas al poder? No vamos a buscar explicaciones muy profundas, a rastrear causas esotéricas o a bucear en el torrente revuelto de la acusación, o en las aguas más tranquilas de la desconfianza, la explicación de estas contradicciones en fuerzas guerrilleras constituidas antaño con el declarado propósito de combatir con el fusil a la bandolera, pero que ahora dedican más horas a la mesa de negociaciones con atildados diplomáticos de la burguesía colombiana que al enfrentamiento armado contra el ejército opresor. Hay una hipótesis que voceros de la izquierda han asomado para explicarse esta paradoja de la guerrilla colombiana y que viene, por lo demás, sugiriéndose para dar explicación o encontrar la clave de procesos parecidos, como por ejemplo el de China en los últimos 15 o más años. Los movimientos revolucionarios que se ven forzados por cualquier singularidad histórica que los envuelva o con la cual tropiecen al conquistar el poder o al luchar en guerras muy prolongadas, desarrollan tendencias social-demócratas de signo capitulador o conciliador. La guerrilla colombiana lleva ya más de medio siglo de combate, sin que la contienda de la cual es uno de los elementos protagónicos haya perdido siquiera intensidad. Por el contrario, la guerra colombiana se ha recrudecido en los últimos 5 ó 6 años desde que un genocida llamado Álvaro Uribe llegó al poder. Es una lucha en la cual la guerrilla ha sobrevivido -lo que es en sí una victoria- pero sin esperanza o posibilidades de triunfo definitivo más o menos cercano o factible, lo cual puede que no les desmoralice pero sí induzca a buscar un arreglo que, dejando a salvo la reputación de la guerrilla, permita a sus dirigentes trasladarse – convenientemente pacificados- a la arena electoral. El vuelco hacia la vida legal, si


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puede hacerse conservando las apariencias, ofrece una salida “honrosa”, no tan descarada como sería la desbandada, para quienes ya desalentados por la larga lucha sin preseas o éxitos tangibles, quieren o propenden a una transacción más o menos “decente”. Como en Venezuela existe un régimen simulador, que es corrompido, entreguista y opresor con retórica revolucionaria, en la guerrilla colombiana hay quienes ven en tal experiencia una tentación o un camino. Si Chávez -que permite robar a muchos de sus compañeros de gobierno, que lleva tan buenas relaciones con los americanos, que le regala petróleo a algunas ciudades yankis, y, encima de eso, ha creado en Venezuela un paraíso para la burguesía rapaz pasa por revolucionario, ¿por qué la guerrilla no ha de dar el salto hacia el electoralismo y la legalidad? El pretexto para ese viraje conciliador es la paz. ¿Cuál paz? En Venezuela se cometen cinco mil asesinatos por año. Esa cifra jamás ha sido superada, ni siquiera circundada, por las bajas registradas en el conflicto colombiano en alguno de los últimos 10 años, por ejemplo. La paz es un simple pretexto para justificar la rendición de la guerrilla, objetivo del chavismo venezolano. ¿Por qué Chávez insulta a Bush y quiere siempre aparecer como paladín del antiimperialismo sin que los Estados Unidos respondan con la guerra o poco menos? ¡Servicios muy grandes debe estarle prestando Chávez a los gringos, porque el imperio americano no es caritativo ni franciscano! Uno de esos servicios valiosos que el presidente venezolano presta a los EE.UU. es el de desalentar a la guerrilla colombiana induciéndola a claudicar.

¿Otra crisis como la de 1929? Domingo Alberto Rangel El Libertario # 55, enero-febrero 2009 La amenaza de una repetición de la crisis de 1929 venía siendo, en tiempos recientes, algo semejante al lobo del famoso cuento europeo. Aquel cuento, que todos oímos en la infancia, del aldeano que para aterrorizar anunciaba, ya en la noche, la llegada del lobo feroz. La aldea se sumía en pánico. Todos atrancaban las puertas y se atrancaban tras un muro impenetrable. Pasaba la noche, con sus doce horas fatídicas, y nada pasaba. Pero la tensión era tal que se oía la respiración de los aldeanos, con los niños apenas murmurando debajo de sus cobijas. Las horas pasaban, nada ocurría, el lobo no aparecía pero podía aparecer. Solo el sol reinando de nuevo sobre el universo reivindicaba de nuevo a aquel pequeño caserío. El lobo de aquel cuento lo viene representando, desde hace unos 10 o más años, el temor ante la amenaza de la crisis, con el papel del aldeano desaprensivo a cargo de los economistas más acreditados del mundo occidental, que venían atormentando a Europa y a los Estados Unidos cuando comparaban con la depresión de 1929 al más mínimo tropiezo, la más ligera contracción que hubiese en sus economías. Con este clima, no es de extrañar que tan pronto las acciones de alguna gran corporación sufriesen


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contratiempos en la Bolsa de Nueva York, eso inmediatamente generaba corridas y retiros que terminarían por erosionar severamente al sistema financiero. Cuando finalmente se presenta, la recesión se agrava porque estos movimientos de dinero golpean la primera virtud de la banca, que es el factor principal de colocación de fondos en las economías capitalistas.

Del retiro al pánico Detrás del retiro de fondos de la banca puede venir el pánico. Si empiezan a difundirse los rumores asegurando que vendrá una cesación de pagos, por ejemplo, entonces no serán sólo los clientes privilegiados sino todo el que posea fondos en el sistema financiero, así sean unos ochavos, quien retirará sus depósitos o buena parte de ellos. Podría venir un colapso de la banca, y detrás de él, la emisión de moneda falsa, no por los gangsters sino por el mismísimo Banco Central. No habría otro remedio, salvo que quieran ver a la banca, al sistema monetario y al gobierno sucumbiendo los tres. Por supuesto, en estas hipótesis parto de la idea que el Banco Central no intervendría. Entonces, si viene la crisis grandiosa como ocurrió en 1929. En comparación a lo sucedido entonces, yo creo que esta crisis de hoy puede ser más profunda. Pero en 1929 el Sistema de la Reserva Federal –Banco Central de los Estados Unidos - se cruzó de brazos sin hacer nada durante casi cuatro años. Así ocurrió en ese país lo que narrábamos en el párrafo anterior. Esa inacción siguió hasta que aparecieron signos de disgregación física del sistema económico. Los granjeros del Oeste llegaron a algún “Store” o “Mall”, dejaban sobre el mostrador unos “bushels” de trigo y decían: este trigo representa el trabajo de todo un año, ahí se lo dejo a cambio de lo que necesito porque no me voy a morir de hambre. ¿Fantasía?... no lo fue, aunque el gesto esté descrito en una de las novelas más notables de la literatura norteamericana de todos los tiempos, “Las Viñas de Ira” de John Steinbeck. Otros signos de derrumbe ocurrieron, no en el “Far West” sino en la propia Nueva York. Ese poderoso país no estuvo a punto de colapsar, colapsó por completo. Y todo porque Herbert Hoover, ingeniero ilustre que ocupaba la Presidencia para el 24 de octubre de 1929, no tomó la medida que decretó el nada genial mister Bush el pasado 6 de octubre de 2008, gracias a la cual la crisis quedó provisionalmente detenida o aminorada. Bush formó un fondo de 700 millardos de dólares para reflotar a los bancos que hiciesen aguas. La inquietud no se convirtió en pánico y este se detuvo en los horizontes del empíreo económico. Pero mister Bush, el empírico, hizo más. Convocó el 15 de noviembre a una conferencia de los veinte países más desarrollados de la economía mundial, los cuales se comprometieron a movilizar todos los fondos que estuviesen disponibles, o pudiesen crearse, para mantener intangible el sistema internacional de pagos. Ocurrió algo inverosímil, el dólar repuntó frente al euro. No ha habido desde entonces ningún país que se proponga actuar sin consultar con los otros. Ni mister Bush, a quien la crisis le sirvió como un curso intensivo de Economía, intenta actuar por su cuenta.

Lo diferente no es quienes padecen Las cosas no ocurren por capricho ni por magia. Vienen de realidades objetivas


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que se imponen al cerebro, al corazón y a los nervios con firme poder de convicción. Hoy no existen economías nacionales, eso se acabó entre 1945 y 1999. El siglo XX se tragó las naciones que ya no existen. Europa, como era natural, es el continente que más ha avanzado en esta liquidación de la patria-mercado. Nadie concibe ya una política económica alemana, francesa o italiana. El Reino Unido, que conserva más remilgos patrioteros, corre ahora el riesgo de convertirse en una provincia trasatlántica de los Estados Unidos. La liquidación de esta crisis llevará o planteará un trabajo que durará años o tal vez decenios. La anterior crisis magna, la de 1929, demandó dos décadas. Esta no exigirá menos tiempo y no será superada por completo hasta que aparezca otra moneda que reemplace al dólar. El derrumbe del 29 acabó con la libra esterlina como unidad monetaria internacional por excelencia. Ahora no viene una moneda nacional convertida en signo universal de precios. Lo más probable es que surja algo parecido al “bancor” con el cual quiso John Maynard Keynes resolver aquella crisis. Inglaterra en aquel momento era una potencia “sola, fané y descangayada”, como decía un tango de la época, mientras Estados Unidos era un poder ascendente, acompañado y adulado. La historia no la hacen los solitarios.

Inseguridad, hampa y futuro Domingo Alberto Rangel El Libertario # 56, mayo-junio 2009 Los pliegos de reivindicaciones que elevan hoy las colectividades del país, cuando esos textos son sinceros y quieren además reflejar lo que siente el común de la gente, destacan ante todo la inseguridad como pesadilla y la necesidad mayúscula de afrontarla. Poco parecen pesar hoy, por la preeminencia de la inseguridad, las tradicionales maldiciones contra el desempleo o la carestía. Es como si a la muerte por el plomo homicida, se prefiriese la muerte lenta, de deuda que jamás termina de pagarse, del hambre dosificada que nos acosa. Detrás de estas manifestaciones que encumbran a la inseguridad entre todos los problemas, hay la ingenuidad del que ve la superficie turbulenta de un problema sin llegar o bajar hasta sus entrañas. Los seres humanos se aferran a las esperanzas y sobre ellas, aún viviendo una vida horrenda, procuran disimular u olvidar terminando por crear o imaginar situaciones que nada tienen que ver con la realidad. Venezuela vive, desde hace unos quince o veinte años, una guerra civil. Cuesta trabajo admitir esa realidad. Entonces procedemos todos a disfrazarla o aderezarla con el único propósito de pretender zafarnos de ella. Pero los hechos, como dicen los ingleses, son tercos. La guerra que negamos, el conflicto que procuramos olvidar, se ha convertido en el fenómeno más importante de la vida colectiva. La insistencia con que el tema se presenta en las demandas populares que hoy se elevan al poder, el ritornello acerca de los azares de la violencia que salpica cualquier declaración en torno a la vida


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cotidiana, constituyen una especie de aclamación para la inseguridad como mal entrañable y endémico cual ninguno en nuestra sociedad. Hay un dato que no he podido redondear por lo cual no me atrevo aún a dar cifras acerca de él. Sospecho que el número de personas asesinadas en la Venezuela de hoy durante un año es mayor que el número de bajas en cualquiera de los dos conflictos más calamitosos del pasado: la Independencia y la Federación. Aquí caen asesinadas 5.000 ó más personas en 12 meses. No creo que alguna de esas dos guerras haya sido más letal que un año transcurrido en la hoy república bolivariana. Mientras el Estado venezolano, en alarde de ridiculez internacional, adquiere helicópteros rusos, tanques franceses y otros artilugios del mismo jaez, inútiles hasta el despilfarro, el hampa maneja armas sin prosapia bélica tan compleja pero capaces de matar a cualquiera. La inseguridad es un fenómeno de masas, el primer fenómeno de masas en el país hoy. Quien lo ignore, no vive aquí o es un granuja candoroso que cree tontos a los demás. La desaparición de la URSS, al dejar sin objeto inmediato a la industria de armamentos del antiguo bloque soviético, creó las condiciones para un mercado mundial de armas pequeñas (pistolas, fusiles, granadas, etc.) que hacen de un hampón el guerrero inaccesible de la noche. Nadie combate como él en el conticinio de las madrugadas. Pero no carguemos al hampa culpas y achaques que no luce, ni actividades que le son ajenas. Desde luego no voy a divinizar al hampa, pero ella no comete todos los crímenes que enrojecen de sangre cada día del almanaque en nuestro país. Hay ahora en estas tierras una predisposición a la violencia, una irritabilidad agresiva, que conducen al crimen sin motivo, al asesinato sin pretexto. Armado como está hoy el país –no hay joven que no porte una Colt de nueve milímetros o un AK/47-, las fiestas de los fines de semana en las cuales corre el “scotch” (al whisky en los barrios se le menciona por el nombre gringo) terminan a balazos. Porque me miraste mal a la novia, porque me pisaste un callo o porque me caíste mal, por alguna banalidad así, se esgrimen las pistolas y caen asesinados los muchachos de los barrios. Al día siguiente, más de una vez, los que han matado la noche anterior a alguien, no alcanzan a recordar bien lo ocurrido porque el “ratón” les ensombrece el alma. Así, de manera estúpida o absurda, está perdiendo Venezuela a muchos de sus jóvenes. Los políticos manejan esta situación para acusarse unos a otros. La verdad es que bastaría esta circunstancia para excusar un acto justiciero que barra con todos ellos, los del gobierno lo mismo que los de oposición, los de ayer lo mismo que los de hoy. Es inaudita la frivolidad de la oposición cuando señala que los asesinatos y la inseguridad se deben al comandante Chávez, pero este último llega a lo grotesco cuando pretende eludir la responsabilidad que le toca en el agravamiento de las condiciones de vida del venezolano medio. A la larga, vendrá aquí una insurgencia revolucionaria que barrerá con un orden institucional que es por encima de todo hipócrita y fariseo. Será esa revolución de los de abajo, que no le tenga miedo a las palabras y que arree por la calle del medio, quien podrá resolver el problema de la inseguridad, pero su alborada puede tardar años, largos años en llegar.


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Las fuerzas políticas, todas ellas, están hoy corrompidas hasta los tuétanos, como está corrompida la Fuerza Armada y, en general, toda la estructura de dominación. Con nadie que tenga hoy posiciones de influencia o de relevancia puede hacerse algo. La podredumbre, el cinismo o la hipocresía se han tragado a las élites. Nada más deprimente, por lo menos para mí, que ver al viejo Partido Comunista, el cual asaltó a Curazao e hizo casi medio siglo de resistencia, convertido en cortesano triste. Aquí hay que barrer con todo, como barren las tempestades furiosas cuando descargan de súbito el peso de su fuerza. Una revolución que castigue a los ladrones de arriba encerrándolos en los castillos que nos dejó España y poniendo las armas, todas ellas, en manos del pueblo. Lo demás es engañarse y engañar; es decir, proceder como los adecos, como Chávez o como los comunistas de hoy.

Inflación y reivindicaciones Domingo Alberto Rangel El Libertario # 57, octubre-noviembre 2009 Nuestro país tiene desde hace años la tasa de inflación más alta de la América Latina. La razón de tal singularidad viene de las características del modelo petrolero. Las economías de emirato llevan una propensión muy arraigada hacia los excesos inflacionarios. El Estado, al cual pertenecen los yacimientos en los países de solera ibérica, tiene una tendencia al derroche. Sufriendo la presión de todos los sectores de la población, aguijoneados por necesidades a veces extremas, el Estado en los países petroleros del 3er. Mundo tiene que gastar hasta el último centavo de sus rentas. En tiempo de alzas en la cotización las presiones se vuelven más fuertes, y el Estado, para responder de manera que acalle a quienes lo presionan y obtener gajes políticos indiscutibles, echa por los conductos del gasto todo el dinero que recibe. No importa cuan alta sea la renta petrolera, el Estado en los períodos de vacas gordas está siempre dispuesto a tirar la casa por la ventana. Más de una vez, el ímpetu del gasto público es tan intenso que aún sin bajar los precios del petróleo, la autoridad financiera se ve repetidamente obligada a contraer empréstitos de apuro para que la deuda no vaya a crecer por encima de un determinado nivel. Todo ese gasto desmandado crea un poder de compra en la población que a veces no encuentra, por el lado de la oferta de los bienes y servicios, equivalente congruo o suficiente. El desequilibrio así labrado o creado es el primer germen de la inflación. Los gobernantes saben que su acción sobre el gasto público, en el sentido de incrementarlo hasta hacerlo trepar a alturas insólitas, tarde o temprano crearán presiones o tendencias inflacionarias. En tal circunstancia lo más acertado sería frenar su crecimiento. Pero los gobiernos jamás detienen, en los países subdesarrollados con economías de tipo capitalista, el aumento del gasto público. Ante todo, no hay gobierno


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que no se sienta sometido a una especie de plebiscito cotidiano que le exige gastar más. Cuando viene a Caracas, pongamos el caso, una comisión de copartidarios desde Caripito, de Valera o de Santa Rosa de Amanadona, el Ministro con el cual se reúne esa consabida comisión no tiene más alternativa que dar respuestas positivas, prometiendo actuar en el momento o poco más tarde, ante las peticiones que hayan traído los compañeritos o camaraditas de tales lugares. Como, fuera del petróleo, el aparato productivo de Venezuela está destruido o no existió jamás, las reivindicaciones que vienen de todas las colectividades del país presionan sobre el gobierno y se traducen en incremento de las importaciones de bienes y servicios. Un gobierno que estuviese sometido a la vigilancia y normas de conducta que postula la teoría de la democracia, tendría que detener en un momento determinado las promesas que sus líderes suelen hacer. Pero en el caso concreto del gasto no ocurre eso, porque al fin y al cabo los economistas del régimen dirán al Presidente lo que quiere oír: que es peor, mil veces peor, el desempleo que la inflación. Esto no solo mantendrá la tendencia al aumento del gasto, sino que borrará de la mente de la élite gobernante cualquier signo de rectificación; por no mencionar que también se está fracasando en la creación de empleo que supuestamente compensaría lo negativo del alza de precios.

Las medidas de Chávez. ¡Viva el atraso! Domingo Alberto Rangel El Libertario # 58, marzo-abril 2010 Si en la América de hoy imperase la costumbre medieval europea de designar a reyes y a personalidades destacadas agregando a su apelativo el rasgo físico más marcado o alguna característica resaltante de su personalidad, a Hugo Chávez se le conocería como Hugo el Perjuro. “No devaluar jamás”, juro él varias veces, de manera solemne y con voz imperturbable como si estuviera ante el Samán de Güere. Devaluar la moneda es una medida concreta que se toma según la impongan determinadas circunstancias. Un país que haya vivido por encima de sus recursos, gastando más de lo que haya obtenido, es casi seguro que se vea obligado a devaluar su signo monetario, como ha ocurrido con nuestra V República, derrochadora en demasía. Al despilfarro acostumbrado de todos nuestros gobiernos, este régimen ha agregado la compra de armas de todo tipo a la Federación Rusa, heredera del imperio soviético. La devaluación es siempre una manera de arrojarle el peso de una crisis a los trabajadores y a las capas medias, es decir, a quienes viven de un sueldo o un salario. Es como si fuera un impuesto indirecto. Al devaluarse la moneda nacional frente a sus similares del exterior, sube el costo dentro del país de cualquier mercancía importada. Así, supongamos que el tipo de cambio - la relación entre el bolívar y el dólar - es de uno a uno y un kilo de carne vale un dólar, su costo en nuestro país sería un bolívar, pero si el


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tipo de cambio del dólar sube a 1,50, ese será acá el precio de la carne importada, si es que en Estados Unidos o donde corra el dólar los precios internos no sufren alteración alguna. La devaluación siempre arroja la carga de las dificultades o el costo de la crisis a los hombros de los trabajadores. En la medida que un país satisfaga su consumo de alimentos, vestuario y otras necesidades básicas mediante importaciones, el peso de una devaluación caerá en su totalidad sobre quienes viven de un sueldo o un salario. En la Venezuela de nuestros días, la mayor parte de nuestras necesidades alimenticias y parecidos porcentajes del gasto en vestuario, consultas médicas, equipamiento para hogares o empresas y otros rubros se satisface con importaciones, o con servicios obtenidos en el país pero cuya prestación hace indispensable el uso de insumos extranjeros. Cuando usted va a una clínica u hospital y allí le practican unos Rayos X o una tomografía, los aparatos usados para esas pruebas vienen del exterior y hay que pagarlos en dólares. Si se devalúa la moneda gringa el costo interno de ellos se incrementa y crecerá el costo en bolívares de ese servicio. No todas las devaluaciones son repudiables o negativas. Los países subdesarrollados no podrían aspirar a una industria moderna de no devaluar ellos de tal manera sus monedas que hagan prohibitivas ciertas importaciones. Ninguna colectividad del llamado Tercer Mundo lograría industrializarse si no devalúa su moneda y, además, impone otras restricciones a la importación. El problema de la estrategia del desarrollo en relación con la carga de la industrialización es fundamental. Es obvio que un país subdesarrollado, de incipiente o escaso desarrollo de sus fuerzas productivas, no puede mantener una moneda nacional cuyo tipo de cambio con el de las grandes potencias sea de paridad neutra. Algún grado de devaluación debe adoptarse como medida protectora de la industria interna. Otras medidas deben empero formularse para equilibrar las cargas de la industrialización, siendo el principio rector de la estrategia en este terreno graduar tales cargas conforme a la capacidad de pago. Entre más grande sea la fortuna o más sobresaliente resulte el ingreso de un ciudadano, en países de irrestrictapropiedad privada como es la Venezuela chavista, más debe contribuir al financiamiento del desarrollo. Si se devalúa en un 60 % como lo ha hecho Chávez en sus recientes medidas, habría que elevar en un 60 % las tarifas del impuesto sobre la renta que incidan sobre las personas de ingresos más altos. En Venezuela, por desgracia, las medidas tributarias, o de índole monetaria como las que adoptará el gobierno en enero, se toman atendiendo sólo a las necesidades del fisco. El déficit crónico del presupuesto nacional, la necesidad de pagar la deuda externa y otros apremios parecidos (o algunos aún más bastardos, como satisfacer la voracidad de la corrupción y del clientelismo), constituyen los motivos de todas las medidas fiscales o monetarias. Desde la reforma de Román Cárdenas (en tiempos de Gómez, antes de la era petrolera) no se realiza en Venezuela una revisión coherente e integral del sistema tributario y del concierto monetario. Parece mentira y roza con los linderos del ridículo que en más de tres cuartos de siglo no se haya ejecutado tal acción, cuando en ese lapso el país vivió las transformaciones económicas y sociales más significativas que han ocurrido en su historia. Que nos rijamos por la misma política fiscal y monetaria de la era rural pre-petrolera no preocupó a los gobiernos adeco-copeyanos, ni tampoco le quita el sueño al procerato de la V República.


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¿Qué hacer en la Venezuela de hoy? Domingo Alberto Rangel El Libertario # 59, junio-julio 2010 La sociedad venezolana va a una crisis catastrófica. El modelo económico engendrado por el petróleo y llevado a extremos grotescos por el comandante Chávez como caudillo demagógico, empieza a demostrar sus debilidades extremas y sus contradicciones insuperables. Para analizar ese proceso, partamos de un hecho visible: la inflación. Somos el único país de Latinoamérica que padece hoy inflación; los demás, todos ellos, exhiben una imperturbable estabilidad de precios. ¿Por qué Venezuela viene sufriendo desde hace al menos 20 años consecutivos de ese mal, mientras en el resto del continente tienen inflaciones menos agudas y, lo que es esencial, que no se mantienen como fenómenos permanentes? El tipo de economía y por consiguiente el tipo de sociedad explica esa disparidad. Venezuela ha terminado su conversión a economía monoproductora y monoexportadora, hacia lo cual empezó a marchar desde los años treinta. Al aparecer la gran bonanza petrolera en aquellas décadas de 1920 y 1930, la economía tradicional registró una paulatina decadencia que se ha prolongado hasta nuestros días. El Estado venezolano, desde el primer momento cómplice y beneficiario del petróleo junto a las compañías extranjeras que extraían el crudo, trató de impulsar actividades modernas – industria y servicios en especial – bajo la consigna de sembrar el petróleo, pero esas actividades eran tan artificiales que nada pudo evitar su posterior liquidación. Ahora somos un país monoproductor y monoexportador de petróleo y algún otro recurso energético, como carbón y eventualmente gas y energía hidroeléctrica. La consigna de sembrar el petróleo ha quedado tan olvidada y ajena como si hubiese sido acuñada para el Imperio Romano en tiempos de Augusto. El modelo petrolero que ha terminado por imponerse entre nosotros hace del Estado el único empresario, el único patrono, el único soldado y el único policía. La demagogia más cruda y más caprichosa se convierte en la verdadera Carta Magna de la República. El librito azul que llaman constitución es uno de tantos lujos caprichosos que engendra entre nosotros una economía monoproductora. Aquí la economía se dirige con una varita mágica, sobre todo cuando están aumentando los precios del petróleo y eso ocurre casi todos los años. El crudo Brent o el West Texas aumentan 5 ó 10 dólares y eso significa miles de millones de dólares más en la cuenta internacional del país y en el presupuesto del Estado. El Presidente de la República, que aquí no es un funcionario burgués sino una mezcla de arúspice romano con piache caribe y caudillo de montonera, decreta un alza todos los años para el personal del gobierno. Aquí debe decirse que la nómina estable


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del Estado alcanza en Venezuela a 3 millones de personas, en una fuerza de trabajo que apenas pasa de 15 millones. Esos decretos presidenciales sobre sueldos y salarios del sector oficial crean una demanda adicional de toda clase de bienes y servicios. Como la agricultura casi desapareció por completo y apenas queda en vestigios, cada decreto acarrea un alza de precios más fuerte que el aumento de remuneraciones a los empleados públicos. No tardan las olas de alzas de precios en castigar de tal manera el poder adquisitivo de la población que el Presidente debe expedir un nuevo incremento para los servidores del Estado. Así se repite el ciclo: decreto subiendo remuneraciones en la administración pública, decreto elevando salarios a todos los trabajadores, alza de precios por encima de los niveles de remuneración, e inevitable insuficiencia del poder adquisitivo para quienes viven de su salario. Así se ha convertido Venezuela en una economía parasitaria que vive del petróleo y sólo del petróleo, una economía inflacionaria que jamás encuentra estabilidad en el nivel de precios, y una economía dependiente que satisface todas sus necesidades con la importación. La monoproducción petrolera crea una escasez permanente de casi todo. En efecto, para abastecer al mercado nacional hay que traerlo todo del exterior y ello impone la carestía. Es obvio que un tomate traído del Cibao, República Dominicana, cueste más caro que si viene de Los Teques, y una yuca importada de Guayaquil debe costar más que si se trae de El Vigía. Hay retardos evidentes cuando para el mercado familiar hay que acarrear mercancías desde lugares situados a miles de kilómetros de Venezuela, y esos retardos elevan el costo de los bienes y servicios extranjeros. Todo esto crea una economía inflacionaria que será tanto más intensa cuanto más se agolpen todos los factores que hemos enumerado. La inflación tiende a agravarse en la medida en que cierran las industrias y desaparece la agricultura. La economía se transforma así en un círculo vicioso de aumentos de salarios, dictados por decreto y no presión combativa de los trabajadores, alzas de precios, caída del poder adquisitivo del salario y nuevo decreto de reajuste de las remuneraciones. Así se perfila y afianza la economía de emirato. Somos como Kuwait, Abu Dhabi o ese Dubai que ha perdido el charm: monoproductores exclusivos. En semejantes sociedades prosperan dos vicios: el peculado y el asalto. Corruptos y hampones son sus personajes representativos. Aquí no puede prosperar el reformismo típico porque el sistema político que se afianza sobre esta sociedad es del carácter más corrompido que pueda imaginarse. Ni la casta madre Teresa de Calcuta conservaría sus virtudes si pretendiera alternar con nuestras fuerzas políticas. Aquí hay que permanecer al margen de ese sistema pero organizados y en lucha, atentos al menor vuelco de la situación que pueda aprovecharse a favor de los de abajo. Ese es el único camino.


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La crisis se agudiza, la rebelión se posterga Domingo Alberto Rangel El Libertario # 62, marzo-abril 2011 Es de temer que la crisis que ahora reina en la economía mundial no deje el menor cambio en la vida política de las naciones ni quebrante privilegio alguno. Ha sido, como se sabe, la crisis más drástica desde 1929. Sin embargo, tan tenues han sido los cambios que esta crisis probablemente pasará como los vientecillos del atardecer, peinando apenas la superficie terrestre. Estas cosas son inverosímiles pero ciertas. ¿Por qué viene y seguirá ocurriendo algo tan inconcebible? La crisis puede ser hoy menos o más fuerte que la de 1929 pero sus efectos son diferentes por completo. En 1929 el presidente estadounidense Hoover se cruzó de brazos, inerte, dejando que la crisis cobrara extrema gravedad. Para esta inhibición presidencial durante casi cuatro años (pues las primeras medidas eficaces y sistemáticas se adoptaron en 1932) influyeron razones de tipo ideológico, como la creencia en la capacidad de sistema capitalista para reaccionar con espontaneidad ante la crisis. Hubo otra razón más concreta: el colapso se sintió inicialmente con extrema severidad en Inglaterra y Alemania, competidores de Estados Unidos, así que en la medida que ese gobierno se cruzará de brazos, postraba a esos competidores y facilitaba la emergencia de los USA como primera potencia mundial, como en efecto ocurrió. Hoy, las intervenciones del Estado en cuanto aparece algún signo de crisis son ya rutinarias. Frente a las primeras manifestaciones del fenómeno en 2007, el gobierno de los EE.UU., así como los de Europa y Asia decretaron medidas encaminadas a contrarrestar las tendencias depresivas que imperaban en la economía. Una de tales medidas contempló, como procedimiento standard, el subsidio de desempleo en beneficio de la mano de obra. Esta medida, aunque imperfecta y politiquera, en el fondo alivia una situación que sería catastrófica para la mano de obra. La clase obrera mantiene parte del poder adquisitivo al que había llegado antes de la crisis, de modo que se mantiene casi inquebrantada la demanda efectiva que permite conservar los niveles de producción existentes antes de la depresión. La economía en realidad sigue funcionando en términos parecidos al período anterior, de modo que hay actualmente pocas diferencias entre la prosperidad y la crisis. Si definiéramos la prosperidad como una situación de pleno empleo casi sin subsidios y la crisis como una prosperidad con muletas, no nos alejaríamos mucho de las realidades. Hay empero una pregunta sacramental que va a arrojar la careta por el suelo: ¿quién paga y a quién afectan las medidas anti-crisis? Afectan en primer lugar a los sectores no organizados de la clase obrera en los países desarrollados, que no perciben subsidio alguno de desempleo. Allí resalta aquella amplia franja de marginalidad que ha ido formándose en esos países con los saldos migratorios


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que llegan del Tercer Mundo (latinoamericanos en USA, africanos en Europa). Esta mano de obra, enganchada por las economías metropolitanas durante la prosperidad, es repudiada en tiempos de depresión, negándosele no solo el subsidio de desempleo sino incluso otras prestaciones sociales (como asistencia en salud y en educación). La lista de los afectados se extiende. Los países subdesarrollados que exportan “commodities”: café, cobre, algodón, carne, etc., cuyos precios entran en caída libre, mientras los bienes industriales que estos países adquieren en el mercado internacional mantienen sus precios o disminuyen mucho menos que los precios de los productos primarios. El poder adquisitivo de los países del Tercer Mundo que exportan materias primas en su conjunto se restringe en proporciones catastróficas, incrementando la miseria de sus crecientes poblaciones. Lamentablemente, el efecto político de las crisis de hoy es nulo o casi nulo. En los países donde rige la democracia neoliberal (o sus caricaturas “progresistas”, como la venezolana) gobierna un complejo de fuerzas políticas ambiguas, casi provoca decir asexuadas, que no tiene ideología, pareciéndose más a una sombra que a otra cosa. No importa saber quien gobierna un país, pues todos hacen lo mismo y mienten con palabras y rostros similares. Palabras como democristiano o socialista, conservador o liberal, perdieron todo sentido, por lo que es igual si ejerce la jefatura del gobierno un señor que aluda –muy de vez en cuando- a la doctrina social de la Iglesia, u otro caballero que invoque su origen proletario, o alguien con abolengo nobiliario. No hay variantes si gobierna zutano, mengano o perencejo. La burguesía ha unificado de tal manera los mecanismos de mando político que ya no importa quien está a cargo, pues hará lo mismo que sus predecesores y sus antecesores. Hasta en los disparates, cada vez más uniformes, se parecen los gobernantes. Como la disidencia radical, que pudiera cuestionar este orden opresivo, ha sido domesticada o reducida a mínimas expresiones, no se avizora en lo inmediato un cambio auténtico en este modelo político donde no pasa nada, con presidentes y ministros a los que la burguesía tal vez pronto manejará como cualquier televidente aburrido, con el control remoto. No pasaría nada, como ya no ocurre nada en las monótonas cámaras legislativas, donde ayer se pronunciaban encendidos discursos y hoy se exhalan prolongados bostezos.

Oro que viene, oro que va Domingo Alberto Rangel El Libertario # 64; septiembre-octubre 2011 Venezuela repatrió el oro que formaba parte de su reserva monetaria. ¿Por qué, cabe preguntar, estaba fuera del país esa riqueza? La respuesta es parte de nuestra historia reciente, que en lo financiero no ha sido muy correcta. Empecemos recordando conceptos básicos del mundo de las finanzas. Venezuela es un país afiliado al


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Fondo Monetario Internacional, obligado por ende a otorgarle respaldo en oro a los billetes que circulan en el país emitidos por el Banco Central. En otros tiempos el circulante estaba constituido por metales del adecuado valor, durabilidad y peso. Así una “morocota” –por citar la pieza de oro más conocida en nuestro medio- pesaba y valía más que un “fuerte” de plata. Pero sería estúpido que en la época de mercados y consumos masivos se basara el circulante por completo en el oro y la plata. Para resolver ese problema, y al mismo tiempo tener respaldados a los billetes para que no sean puro papel, se creó el encaje legal. Consiste en una proporción del valor total de los valores de los billetes circulantes, representado en oro físico. Si la masa de billetes en circulación vale hipotéticamente 10 millardos de bolívares, el encaje de oro, o sea el oro existente para respaldar al billete, se establecería por ejemplo en 2,5 millardos de Bs., que es un encaje de 25%. Se supone –y no hay quien suponga más que la teoría económica en cuanto a sus leyes- que los poseedores de billetes no van a ir todos al mismo tiempo a las oficinas del Banco Central a pedir lo que reza cada billete, presumiéndose que solo va una cuarta parte, por eso lo del 25 %. Pero en la vida real no va nadie a pedir reembolso, pero sigue vigente esa norma –estúpida si las hay- como respaldo a la masa monetaria circulante. No en vano John Maynard Keynes, el más eminente entre los economistas burgueses de los últimos 100 años, dijo una vez que el oro era una reliquia bárbara. Nada más inútil que las tales reservas pues nadie pide –ni puede pedir- la entrega del oro que correspondería con arreglo al valor nominal de los billetes. Pero el encaje –que es como se llama en el lenguaje técnico al total de oro, plata y documentos mercantiles de primera que respaldan a los billetes en circulación- si sirve para ciertas operaciones, de allí que el encaje sea valiosísimo. No hay país de la periferia que no esté endeudado con grandes bancos o consorcios financieros internacionales. Los bancos de los Estados Unidos y Europa exigen siempre que el oro de los encajes se coloque en los grandes países capitalistas y en especial en los U$A. El oro de Venezuela, o gran parte de ese oro, estaba en el Banco de Inglaterra y en bancos yanquis. Los acreedores exigieron hace años que las reservas fuesen trasladadas desde nuestro Banco Central a las bóvedas londinenses como condición para seguir otorgando préstamos a Venezuela, y sobre todo adquirir los bonos emitidos por PDVSA para financiar inversiones de expansión y de modernización de operaciones. Venezuela tuvo que trasladar el oro, acatando la exigencia de los que adquirieron bonos de PDVSA en Nueva York y Londres, porque no tenía otra alternativa. O llevaba el oro a las orillas del Támesis o no había renovación técnica para la petrolera venezolana, así se plantearon las cosas entonces. Como ya los contratos de manejo de bonos están ejecutados, el oro puede regresar al país. Los acreedores –aquellos grandes consorcios que adquirieron los bonos de PDVSA- están tranquilos por haber despertado en ellos cabal confianza la directiva de esa empresa que hizo por meses lo que le ordenaban desde Nueva York. Pero la dicha no dura en la casa del pobre, dice el refrán. Venezuela va a tener necesidad de acudir de nuevo a los mercados de capital. Entonces se le exigirá de nuevo colocar la totalidad o una parte del oro en la capital británica. Nuestros pundonorosos patriotas ordenarán el traslado del oro a aquella ciudad. Las cantidades serán más pequeñas, ya que no será necesario enviar al exterior todo el oro. Los lingotes que han venido en estos días al país se convertirán en una suerte de “barras turistas”, que


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viajan de Venezuela a Europa con acusada frecuencia. En síntesis, este gobierno hace lo mismo que los adecos pero se cuida de ocultarlo todo. Es la dialéctica del gato, de tapar con maestría para que no haya huellas visuales u olfativas. No queremos cerrar esta nota sin una pregunta. Los trabajos de expansión de la capacidad operativa de PDVSA, permitiendo elevar así la producción de petróleo en el futuro, ¿diversificarán la producción petrolera? ¿Va a mejorar el margen de los petróleos refinados en el país? Estas cosas no están lo suficientemente claras. Debería haber un debate exclusivamente sobre este tema en la Asamblea Nacional, lo que sabiendo la catadura actual de ese parlamento es el proverbial pedido de peras al olmo. Como sea, es la primera vez que Venezuela acude al crédito internacional para ensanchar en gran escala la capacidad de producción petrolera. Se nos dice que PDVSA ha hecho un estudio solvente y completo del tema, lo que garantiza una cierta seriedad. Nosotros tenemos sin embargo algunas dudas. Los precios del petróleo han estado bajando y parecería que esta tendencia va a mantenerse por un tiempo. Con un precio que caiga en el mercado mundial es imposible para Venezuela capitalizar la industria petrolera con sus solos recursos. El país debería estar preparado para una baja del presupuesto, a fin de ahorrar de tal manera que puedan garantizarse las asignaciones para la adquisición de los bienes de capital que serían necesarios para elevar y diversificar la capacidad productiva de PDVSA, lo que significaría que la empresa se sometiese a un plan de contingencia en el cual, ante condiciones extremas, se apelase ante todo al ingenio y el trabajo nacional como fuente de acumulación. Pero es de temer que quienes hoy gobiernan ni por asomo tomen esa vía.

Notas para entender al imperialismo hoy Domingo Alberto Rangel El Libertario # 67; septiembre-octubre 2012 ¿Es el mundo actual lo suficientemente unipolar para que lo caractericemos por ese sólo rasgo? ¿Es multipolar para que surja de ese rasgo la caracterización que lo defina? El mundo de hoy es unipolar porque en la definición de sus rumbos y en su estructura básica nació cuando se vino abajo el Muro de Berlín sin que un solo soldado soviético disparara un tiro o por las mejillas sonrosadas de las mozas que pueblan Europa Oriental cayera “una furtiva lágrima”. El imperio soviético, que en 1962 había sostenido un tenso duelo con el imperio yanqui, dejó el mundo de los vivos sin exequias ni lamentaciones. ¿Por qué un orden político, que en 1941 frenó a la Wehrmacht hitleriana en las mismísimas goteras de Moscú y en 1962 tuvo pretensiones protagónicas, se deshace como “el sol de los venados”, apagándose en un crepúsculo vergonzoso? Todo sistema económico, todo régimen político, todo orden militar exige una fuerza


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dominante y una masa dominada y moldeada conforme lo determinan los intereses de la hegemonía allí instaurada. En el capitalismo la vanguardia dominante ha surgido, en los últimos cinco siglos, del país o países donde la economía progrese a ritmo más alto y se pueda acumular capital con mayor celeridad, con un sistema político elástico a fin de asimilar mejor las contradicciones históricas que son propias del sistema. Desde las guerras napoleónicas, para situarnos en un momento en el cual ya el capitalismo internacional estaba consolidándose, Inglaterra asume la condición de potencia de vanguardia porque su ejército vence en la batalla decisiva, su flota alcanza el más grande poderío para la época y sus intereses derraman la influencia británica por el mundo. Ser progresista o avanzado en 1820 era ser pro-británico como lo fue Simón Bolívar. A comienzos del siglo XX se abre una crisis mortal. Inglaterra va perdiendo las ventajas que la calificaron para guiar al capitalismo internacional. La contradicción fundamental, aquella que no tiene solución pacífica o desenlace risueño, es la que enfrenta a Alemania y a Estados Unidos, aspirantes a ceñir la corona que pronto estará en juego. El problema pasa a ventilarse del modo más adecuado para resolver contradicciones antagónicas y los generales, que se habían aburrido entre 1820 y 1910, tienen de repente oficio activo. EEUU tiene la ventaja preciosa de la protección brindada por los dos océanos que lo alejan del teatro bélico de mayor relevancia, aquel que ruge en las llanuras de Flandes. En 1939 Alemania de nuevo lanza el guante repitiendo el drama de 1914, pero la derrota ahora una potencia continental – la Unión Soviética – que en el fondo es tan imperialista como los USA o el ahora debilitado león británico. En 1939 el capitalismo lucía incapaz para ventilar el conflicto sin que corriera riesgos su integridad estructural; la guerra podría concluir engulléndose al sistema de clases creado por varios siglos de evolución capitalista. No pasó nada a la postre porque los Estados Unidos demostraron que la superioridad económica y la claridad política ponían el peso determinante en la balanza. Los boys norteamericanos pudieron ser armados, entrenados y enviados a Europa antes que el Reich alemán acabe de derrumbarse. Mientras que el Ejército Rojo que penetra en Polonia lleva a sus espaldas el peso de 20 millones de ciudadanos soviéticos muertos en esa contienda, las tropas gringas recorren a Europa entre 1944 y 1945 con la leve impedimenta de 200.000 muertes en sus filas. Estados Unidos vuelve a ser el árbitro gracias a la barrera protectora oceánica, que a partir de 1940 le permite crear sin mayor inconveniente una formidable máquina de guerra, mientras el brutal desgaste que la contienda causó a los soviéticos les impuso confinarse en sus lejanas estepas. La potencia económica de los Estados Unidos crece sin retardos gracias a la misma guerra que casi liquida a la Unión Soviética (en Stalingrado quedaron en pie sólo 100 edificios). Esto da a los norteamericanos una ventaja insuperable al llegar la posguerra y en las décadas subsiguientes. Todavía hoy, según el Anuario más reciente de las Naciones Unidas, USA registra un Producto Interno Bruto de quince mil billones de dólares, mientras el país que le sigue, China Popular, supera apenas los cinco mil billones. Agreguemos, para satisfacer curiosidades, que Alemania no llega a tres mil, Francia apenas pasa de mil quinientos, y Japón anda entre cuatro y cinco mil. El imperialismo es hoy un sistema muy complejo. Estados Unidos es potencia mundial, pero otros Estados tienen o aspiran al privilegio de ejercer una dominación


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continental. Ejemplo de ello, en nuestro ámbito latinoamericano, es Brasil. Incluso las veleidades que en tal sentido han mostrado Colombia o Venezuela, apuntan a una conducta imperialista que no por incipiente o chica resulta menos repudiable. Esas pretensiones no se borran convirtiendo a Bolívar en cómodo santón. Lenin se burló, con justa crueldad, de los “socialistas” que salvaban a “su” imperialismo de los ataques y críticas que sólo se reservaban para los imperialismos rivales. Fatiga criticar a quienes siendo tan imperialistas como Winston Churchill agregan el cinismo de usar el socialismo para desacreditar a sus competidores. El imperialismo hoy es unipolar y multipolar. Es unipolar con Estados Unidos, única potencia que hoy puede enviar expediciones armadas a los cinco continentes; y es multipolar con Brasil, China u otros poderes equivalentes en el resto del mundo. Digámoslo para no repetir la hipocresía infecciosa de nuestros bolivarianos, que solo mientan al imperialismo de los USA pero callan el de otros Estados ante el que se someten, mientras se asoman sin vergüenza las propias pretensiones megalomaníacas.

La canalla intenta cebarse con Domingo Alberto Rangel El Libertario El Libertario # 68; diciembre - enero 2013 Ayer 23 de septiembre, justo el día que le debíamos llevar los 20 ejemplares del nuevo número 67 de El Libertario que el viejo Domingo distribuía entre quienes le visitaban en su casa de Caracas, recibimos la ingrata novedad del fallecimiento del querido amigo y colaborador que había acompañado a nuestra publicación desde fines de la década de 1990. El primer impulso fue escribir una nota de homenaje al hombre recto que insistía en su definición ideológica como marxista, pero que siempre se sintió a gusto colaborando con nosotr@s, escribiendo en nuestra publicación regularmente, participando en eventos que promovíamos mientras sus capacidades físicas lo permitieron, compartiendo animadamente cada vez que lo visitábamos para conversar sobre temas económicos y político-sociales diversos, o dando su contribución monetaria para la impresión regular de El Libertario. En síntesis, dar el reconocimiento merecido a quien dijo, en entrevista que le hiciese en 2011 el periodista Ramón Hernández: “El nuevo paradigma es el anarquismo. El comunismo sin partidos, sin dictadura. Un comunismo libertario, anarquista, aunque sin proclamarse: no hay partidos, no hay dictadura, no hay jefe ni secretario general del partido. Es todo lo contrario de lo que fue el comunismo”. Pero esa intención de ofrecer tributo debe quedar para después, pues la noticia del deceso sirvió para que quienes nunca se sintieron a gusto con la integridad personal,


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las convicciones firmes y la mordaz vena crítica de DAR y de inmediato se lanzasen a tergiversar su legado y a falsificar su trayectoria. Ante lo cual debemos responder quienes hasta el final fuimos sus compañer@s y amig@s. Así, tenemos a los dolientes de ocasión que ahora descubren a Domingo como escritor y periodista meritorio, siendo los mismos que en vida hicieron lo posible por ignorar o aún por cerrar posibilidades de expresión a esa pluma que brillaba tanto por su capacidad intelectual como por su irreverencia. En ese lote hay incluso quienes han loado al fallecido como uno de los “padres de la democracia”, ignorando olímpicamente el cuestionamiento denso y continuado que desde 1959 hasta su muerte hizo DAR de todos los gobiernos que hemos tenido en Venezuela, supuestamente democráticos en verbo y formalismos, pero que siempre han representado opresión, desigualdad e injusticia para el pueblo. Entre las muestras de tal esfuerzo falsificador de primera hora, lo más indignante ha sido la “nota periodística” difundida por la agencia gubernamental AVN, grotesco pasticho de errores, mentiras, calumnias e insinuaciones que rápidamente ha sido difundida a través de distintos sitios en Internet, donde se ha reproducido íntegramente, o ha servido para el “copy & paste” que es norma de tanto redactor periódistico en tiempos recientes. Para quien no conozca esa nota, la copiamos a continuación: “(Caracas, 23 de septiembre. AVN).- A los 89 años de edad, falleció Domingo Alberto Rangel, político, periodista y escritor venezolano, quien fuera uno de los fundadores de Acción Democrática (AD). En la década de los sesenta, Rangel fue miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), aunque sus posturas progresistas fueron variando hacia el libre mercado. Junto a los dirigentes de derecha Luis Miquilena y Ramos Giménez, luego conformó el Partido Revolucionario Nacionalista (PRN), organización que tuvo una vida efímera. Antes de su fallecimiento, Rangel se desempeñaba como Secretario Ejecutivo del grupo liberal Resistencia Civil y era el editor Editor del semanario web TercerPolo.” Al respecto respecto,, debemos decir decir:: 1) Resulta erróneo ubicar a DAR como uno de los fundadores de AD, hecho ocurrido en 1941, cuando él mismo señaló en diversas entrevistas y testimonios que su militancia en ese partido comenzó un tiempo después, cuando estudiaba Derecho en la ULA. 2) Es una mentira grotesca decir que Domingo derivó desde la izquierda a ser partidario del libre mercado. Allí está su vasta obra de libros y artículos periodísticos para desmentir esa injuria, y si se quiere una constatación rápida, puede buscarse lo publicado bajo el “tag” de “Domingo Alberto Rangel” en http:// periodicoellibertario.blogspot.com, o los artículos con su firma publicados en distintas ediciones de El Libertario accesibles en www.nodo50.org/ellibertario.


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3) Se insinúa algo turbio en la breve participación de DAR en el PRN a mediados de los años de 1960, partido del que se alejó -entre otras razones- por sus choques con Miquelena y José Vicente Rangel, personajes que siguieron en oscura sociedad que desde 1995 hasta 2002 se vinculó con Hugo Chávez. Por supuesto, de esa connivencia de largos años entre Miquelena-JVR-Chávez no nos dirán nunca nada los despachos de AVN. 4) Puede que sea asnal ignorancia, pero es más probable suponer intencionada infamia, cuando el último párrafo confunde la trayectoria del fallecido Domingo Alberto Rangel Bourgoin con la de su hijo Domingo Alberto Rangel Mantilla, quien políticamente siempre ha estado en posiciones muy distantes a las que sostuvo su padre. Denunciamos la cobardía de esta nota, que difama a quien ya no puede responder, buscando enlodar la trayectoria de un personaje con el que puede o no estarse de acuerdo en las ideas que defendió, pero que merece respeto, tanto por su consecuencia con esas ideas como por ser uno de esos escasos ejemplos en la política y el periodismo venezolano de los recientes 60 años de alguien que no se doblegó ante las tentaciones o chantajes del poder.

¡Qué la tierra le sea leve a un hombre libre! Colectivo Editor de El Libertario www.nodo50.org/ellibertario http://periodicoellibertario.blogspot.com ellibertario@nodo50.org @pelibertario



Índice 03 |

D. A. Rangel (Entrevista): “Chevron Texaco reestablece la Gran Colombia”.. # 39, 2004

05 |

Burocracia y militarismo: sepultureros del socialismo de Estado.. # 43, 2005

07 |

Boliburguesía.. # 50, 2007

09 |

¿Es revolucionaria la guerrilla colombiana? # 52, 2008

10 |

¿Otra crisis como la de 1929? # 55, 2009

12 |

Inseguridad, hampa y futuro.. # 56, 2009

14 |

Inflación y reivindicaciones.. # 57, 2009

15 |

Las medidas de Chávez. ¡Viva el atraso! # 58, 2010

17 |

¿Qué hacer en la Venezuela de hoy? # 59, 2010

19 |

La crisis se agudiza, la rebelión se posterga.. # 62, 2011

20 |

Oro que viene, oro que va.. # 64, 2011

22 |

Notas para entender al imperialismo hoy.. # 67, 2012

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Anexo: La canalla intenta cebarse con Domingo Alberto Rangel


“Fatalmente la especie se impuso a la individualidad y D.A.R. ha hecho mutis del escenario político al menos en el ámbito tangible. Seguir su ejemplo es lo mejor que podemos hacer en homenaje a su memoria. Pero hay algo cierto: Venezuela pierde a una de sus mentes más lúcidas y nosotros en El Libertario acusamos su ausencia porque llegamos a la conclusión que fue uno de los nuestros”

http://www.nodo50.org/ellibertario ellibertario@nodo50.org @pelibertario


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