El Anarquismo en Cuba

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Prólogo

El tema que trata este librito tenía necesidad de un estudio serio y responsable, como el que aquí se hace, por razones de ética y de oportunidad, aunque algunos aspectos se hayan condensado en exceso. No solamente porque fuera necesario terminar con la parcialidad de las fuentes testimoniales y los intereses facciosos que han deformado intencionadamente la verdad histórica sino, sobre todo, por los interrogantes y cuestiones que plantea, que deben esclarecerse. La publicación de este pequeño librito por su número de páginas, pero grande por su contenido, obedece, pues, a una doble necesidad. En primer lugar porque va a permitir divulgar la evolución de la historia cubana, para terminar con mitos, fábulas y leyendas y, en fin, porque consigue exponer las aspiraciones más íntimas de un pueblo que lucha contra la opresión y la injusticia. Modestamente, Frank Fernández, en su «a modo de declaración», deja constancia de que se trata de una breve y condensada referencia al impacto de unas ideas determinadas sobre el pueblo cubano, que han hecho historia. En este aspecto, no obstante, hubiera sido útil, quizás, dejar constancia de que, precisamente, estas teorías, siglos antes, fueron substrato substantivo de la sociedad cubana, extirpadas por el fanatismo católico de los conquistadores. En realidad, no hay una obra pequeña cuando está hecha a contracorriente, por decir la verdad, y tanto más si no se la acomoda a pequeños intereses mezquinos, personales o de facción. La historia que se hace con intención de divulgar verdades, sin más propósito que el de enriquecer la cultura, fomentar el progreso y abrir nuevos cauces al futuro humano, es siempre grande. Hay una historia oficial, hecha por funcionarios del Estado, o vividores a cuenta de partidos políticos o de intereses determinados, que se escribe con el propósito de hacer méritos u obtener recompensas, y la dedicada a la exaltación de santos y héroes, que se valen unas a otras. Pero, hay también, por fortuna, la que se escribe sin otro interés que el del deber de conciencia y el honor que nos merece el lector, al que se trata de informar y documentar. La historia de Cuba no es simplemente el panegírico mitológico de quienes vivieron del sacrificio de su pueblo y de su expolio. Es, ante todo y sobre todo, la de los hombres y mujeres de este pueblo que, con sangre, sudor y lágrimas, trataron de plantar hitos y abrir surcos en el camino del progreso y de la libertad, en una sociedad dominada por las mismas lacras impuestas por los colonizadores hasta 1898. Si es cierto que, como se afirma con fundamento, los pueblos felices no tienen historia, la del pueblo cubano es rica y densa porque ha sido fertilizada por las ideas, la nobleza, la generosidad y el altruismo de los miles de hombres anónimos a los que Frank Fernández rinde aquí justo homenaje. Pero también es verdad que nos es deudor de siglos de historia que deben ampliarse, con la probidad que distingue al autor, para permitir conocer lo que adeudamos al pueblo cubano en el terreno de la teoría y de la práctica, respecto al legado ético e ideológico que le restituimos después. En realidad, para poder valorar esta aportación en sus justos términos, habría habido necesidad de exponer la contrapartida que recibimos a raíz del descubrimiento de América, que tanta


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