Craters, el pequeño zombi

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Érase una vez un brujo llamado Mortex que era muy feliz haciendo revivir muertos vivientes para asustar a los niños de su pueblo.

Un día, Mortex despertó a un muerto muy especial porque era el que más miedo daba de todos los zombis que había creado y decidió llamarlo Craters.


Por la noche, un fantasma llegó a la casa con forma de calavera donde vivía Mortex con su zombi favorito Craters: —Malísimo Mortex —dijo el fantasma mientras Mortex cocinaba una poción horrorosa— has asustado a todos los endiablados niños, mereces que tu deseo de ser el dueño para siempre de Craters se haga realidad.

Sonriendo, el fantasma se puso a bailar hipnotizando al zombi para convertirlo en esclavo de Mortex: —¡Despierta, pequeño zombi… despierta! ¡Vivirás para siempre a su lado! Y en un abrir y cerrar de ojos, el fantasma hipnotizó a Craters. —Craters, si eres malvado, terrorífico y mentiroso, algún día te convertirás en brujo como tu dueño y serás libre —dijo el fantasma—. Luego se volvió hacia un gato maligno que vivía en la alacena de Mortex. —Momo — dijo el fantasma—debes ayudar a Craters. Serás su conciencia y guardián del conocimiento del bien y del mal, procura que siempre haga el mal.


Al día siguiente, Mortex envió con orgullo a su pequeño zombi a la escuela y, como era tan presumido, le mandó con las mejores vendas y los mejores materiales para que vacilara con los otros zombis del cole: —Craters, Momo te mostrará como hacer de rabiar y torturar a todos —dijo Mortex—. Por favor, y si te encuentras con algún mortal, pégale el susto del siglo y eso siempre es una buena excusa para llegar tarde a la escuela. Craters salió de casa y, tan bien lo hizo, que nunca llegó a la escuela. Por el camino, decidió con Momo, chillar, pegar, arañar, asustar y traumatizar a todos los niños y niñas del pueblo. Tanto disfrutaba que decidió vender las cosas que le había comprado Mortex y recorrer el mundo asustando a todos.


Un día, vio un circo de titiriteros y compró un tique para el teatro. Craters comenzó a atemorizar a todos con sus bailes y sus cantos. El titiritero, que era un gran esqueleto con algas colgando, sorprendido con las habilidades para asustar al público, le preguntó si quería unirse a su espectáculo. Craters aceptó maliciosamente pensando que no tendría que buscar más víctimas, todas vendrían alegremente a él.

Sin embargo, las intenciones del malvado esqueleto titiritero eran muy diferentes; su plan era hacerse rico con el único zombi que viajaba con un gato y hacían el mejor espectáculo del mundo solo por placer sin que les costase nada. De inmediato, encerró a Craters y a Momo en un baúl.


Craters se dio cuenta de su error y comenzó a llorar sobre sus vendas. El fantasma apareció de la nada. Aunque el fantasma ya conocía las razones por las cuales Craters se encontraba atrapado, le preguntó: —Craters, ¿por qué estás en este baúl? Pero Craters le contó toda la verdad, entonces algo extraño sucedió. Sus vendas se fueron cayendo poco a poco y se iba encorvando según iba envejeciendo más y más. Cuanto más hablaba, más y más encogía. —Cada vez que cuentes la verdad, tus vendas se caerán y te irás haciendo muy mayor — dijo el fantasma. —Por favor, haz que se detenga—dijo Craters— prometo no volver a decir la verdad nunca más.


Al día siguiente, camino a la escuela, Craters y Momo conocieron a dos trapecistas tuertos: —Ven con nosotros al País de las Tinieblas. ¡En este lugar todos los días son terroríficos! —dijo uno de los trapecistas tuertos con emoción—. Hay ojos flotantes y piernas andantes y lo mejor de todo, ¡vamos todos los días al cementerio! - ¡Sí! Vamos, vamos – dijo Momo con mucho entusiasmo y moviendo la cola rápidamente.


Olvidando nuevamente los consejos del fantasma, Craters y Momo corrieron con los trapecistas tuertos al País de las Tinieblas. Al llegar, se divirtió muchísimo persiguiendo a los ojos flotantes y las piernas andantes. De pronto, los brazos y las piernas de Craters se fueron transformando en patas de araña por estar siempre en el cementerio. ¡Se estaban convirtiendo en arañas! Convertidos en arañas, Craters, Momo y los trapecistas llegaron a un portal tenebroso. El maestro del portal tenebroso hizo que Craters trabajara para él, sin descanso. Allí, Craters se lastimó las patas de tanto abrir y cerrar el portal. Enojado, el maestro del portal lo tiró al bosque maldito junto a Momo. ¡Nadie había salido nunca vivo de ese bosque!


En el bosque, la maldición de la araña se rompió, Craters volvió a su forma de zombi. De repente, un oso terrible con garras de hierro apareció, abrió su enorme boca y se lo tragó entero. En la oscuridad del estómago del terrible oso, Craters volvió a llorar sobre sus vendas mientras que Momo intentaba consolarlo. En ese momento, Craters vió a Mortex al final del estómago: —Zombi mío, te estaba buscando por infierno y tierra, cuando este oso asqueroso me tragó. ¡Estoy tan contento de haberte encontrado! —dijo Mortex.

Los dos se abrazaron encantados. —De ahora en adelante seré malo pero primero aprenderé en la escuela como ser malo y responsable de mis actos y tomaré mis propia decisiones— prometió Craters secándose las lágrimas con la punta de una venda. Aprovechando que el oso dormía, Mortex, Craters y Momo hicieron un hechizo para hacer bostezar al oso, y en ese momento, saltaron de su enorme boca justo cuando empezaba a bostezar.


Un día, Mortex cayó enfermo, Craters lo alimentó y cuidó con mucho esmero y dedicación, asustándole cada poco tiempo y preparando pociones envenenadas. —Mortex, iré a la escuela y trabajaré mucho para llenarte de orgullo— dijo Craters.

Cumpliendo su promesa, Craters estudió mucho en la escuela. Entonces, un día sucedió algo maravilloso. El fantasma apareció y le dijo: —Craters, eres malvado, mentiroso y tienes un corazón salvaje, mereces convertirte en un brujo de verdad como tu amo.

Y así fue como Craters, el pequeño zombi, se convirtió en un brujo de verdad. Mortex y Craters fueron, a partir de entonces, los mejores amigos y vivieron malvadamente para siempre.

FIN


6º PRIMARIA CEIP ANTONIA ARTIGAS 2021-2022


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