El Fundidor #5

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o ¡Númearrio! anivers

¡y gr atis!

En esta edicion:

ENTREVISTA CON KIRCHNER Al Kapawi, un número 2 firme en el fondo y explosivo en la salida.

Cae el número 2 de Al-Qaeda GOLPE AL TERRORISMO


El Fundidor es un proyecto mรกs del Grupo ACNA.


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EL QUINTO STONE 2

Sharon Stone. Cuando ella dice “¡Aguanten los Stones!” se refiere a su familia.

Hola, soy Brian Seltzer, quizás me recuerden como el quinto stone. Pero tengo que admitirlo, en los ‘60 enloquecí. No fui ajeno a la fiebre beatle. Luego de un par de aspirinas, decidí aprender a tocar la batería y matar a Ringo Starr. Las clases me las dio Charlie Watts en su garaje, en el quinto piso de un viejo edificio. En esa época, Charlie tenía 70 años, pero tenía la jovial energía que aún hoy demuestra. Una vez, recuerdo, se enfureció conmigo, cuando le dije: “Carlos, te llamás Carlos”. Pero todo se solucionó cuando le di con un sifón en la cabeza. A partir de ese momento, su colorada cabellera se empezó a tornar cana. Nunca me lo perdonaría. Lo bueno fue que ya era un as de la batería, pero un ocho de tréboles para jugar al póquer, lo que me hizo perder una fortuna en el hipódromo. Ahora me quedaba la parte fácil y placentera: matar a Ringo Starr, o como me gustaba llamarlo, “el maldito narigón”. Me dirigí sigilosamente hacia Abbey Road, esquina Charcas. Saqué de mi bolsillo trasero una botella de coca light, muy de moda por esos días. Tomé valor, de la otra botella que tenía en el otro bolsillo y entré. Le dije al portero “vengo a darle al puto de Ringo”. “Pasá”, me dijo indiferente. Estaban dando Manchester versus los Globber Trotters. Me quedé mirando el partido hasta que terminó. Entré a la sala de ensayo, con mi escopeta mata tortugas, y grité: “¡Eh vo’, Ringo, no sos narigón no sos, lo que pasa es que tenés la cara muy atrás!”. Creo que agregué con énfasis un: “¡Comilón!”. Pero vi sus ojos llenos de angustia. Y no pude hacerlo. Sin embrago, el putito de John me guiñó un ojo. Y bueno, se imaginarán el resto de la historia. A partir de ese día, hasta el ‘80 más o menos me hice llamar Yoko Ono. Lo que nunca pude entender es por qué algunos me decían “señora”. Pero bueno, los ingleses son raros, por algo son fanas del ajedrez y están todo el día con la guitarrita.

GRAN CONCURSO ! ! !

El siguiente párrafo ha sido plagiado de una conocida novela —y popular película de director de culto— de un periodista y escritor auto-suicidado. El lector o la lectora que descubra la obra y el autor del que estamos hablando se ganará los siguientes premios: Mención en un pie de página de El Fundidor Nº6, que saldrá junto a la revista “Ñ”. DVD pirata de “La princesa Mononoké” de Hayao Miyazaki. DVD pirata de “Héroes”, mítico documental del mundial México ‘86. Un cómic erótico con satisfacción garantizada. “El baúl del auto parecía uno de esos laboratorios narcóticos móviles de la policía. Teníamos dos bolsas de hierba, setenta y cinco pastillas de mescalina, cinco hojas de papel secante con un poderosísimo ácido, un salero medio lleno de cocaína y toda una galaxia de excitantes, calmantes, gritantes, rientes de todos los colores... y también una de tequila, una de ron y un botellón de piscolón”.

Mandá tu respuesta a: elfundidor@yahoo.com.ar ¡Como siempre, El Fundidor acercando diversión para toda la familia!

¿Cuándo vas a empezar a pagar por esta revista?


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I

Cronicas de un corresponsal mal pago

De vacaciones. Me encontraba en el balcón español de mi monoambiente, primer piso con vista a avenida Rivadavia, tomando mate con sacarina y cáscara de zapallo, mientras veía los trabajos para la nueva torre ABC1 que en un futuro tapará el único rayo solar que entra en mi morada y que nutre mi plantación de tomate, albahaca y queso, libros de autoayuda y cannabis, cuando escuché el llamado del Deber. Mi descanso peligra. Era Deber, el cartero cordobés, y me traía un mail. Desde los Cuarteles Generales de El Fundidor me ordenaban viajar a Santiago de Chile para entrevistar al mediocampista del Colo-Colo Rodrigo “Calule” Meléndez (en Argentina ex número cinco de Estudiantes de La Plata y Quilmes), y averiguar todo lo relacionado con la Revolución Socialista de Michelle Bachelet. —¡Socialdemócratas!, una vez más los ha engañado el seductor discurso de Andrés Oppenhaimer, reí con desprecio. Buscando un símbolo de paz. Raudamente llené la riñonera con toda mi ropa, puse pilas nuevas a mi pasacassette portátil, cogí unas revistas y acabé. Mi destino: la capital del país vecino, por lo tanto me dirigí a Valparaíso, no vaya a ser que por responsable me encuentre trabajando en mis vacaciones. Uderzo y Goscinny. Mientras subía y bajaba los cerros de esa ciudad portuaria, y buscaba un alojamiento acorde a los raquíticos viáticos que los patrones me habían asignado, encontré una pared que llamó mi atención. Tenía pegada viejas páginas de una historieta Astérix & Obélix. Exactamente aquellas donde estos héroes de mi infancia vagaban a la deriva por el Atlántico y llegaban a costas americanas. Las viñetas mostraban la escena donde Astérix corta en láminas casi transparentes una

manzana, último rastro de un fastuoso banquete que habían robado a los desdichados piratas. Obélix, entrando en una especie de delirum tremens, cree ver jabalíes y se arroja al mar, Astérix lo sigue y nadando llegan a la costa. Gourmet. Una pizarra colgaba del empapelado muro, era un bar y la tiza indicaba la oferta del día: mojitos a “luca-quinientos” (unos ocho pesos). El mojito es un trago cubano que se prepara con ron, yerba buena o menta, limón, hielo y azúcar. La coyuntura económica me indicaba que con los denarios que cargaba no iba a dormir en el Sheraton ni el Hilton, por lo tanto entré a beberme el sueldo que me pagaba la mugrosa revista. Un sumo en corpiños. La soledad del lugar invitaba a sentarse en la barra. —¿Qué pasa que no hay nadie?, pregunté al barman. —Son las 10 de la mañana, amigo, acabo de abrir. —Por supuesto, murmuré. —Prepárame un mojito ¿iiá?, requerí, mimetizándome con el dialecto local. Al finalizar el tercer copetín me sentía más cerca de la valerosa Revolución Cubana y mi acento porteño afloraba con toda su magnificencia. —Argentino, ¿no?, preguntó el sagaz trabajador. Afirmé con la cabeza, mientras mi cerebro comenzaba a confundir los colores y las formas, los planos formaban extrañas perspectivas, desde ese momento sólo recuerdo dejar mis últimas monedas sobre la mesa. Patria Grande. Salí del bar tambaleando y pensando en cómo pedirle más dinero al Comité Central. Me metí en la primera oficina postal que encontré y me puse a escribir una misiva digital y manguera. Debía entrarles por su costado flaco, por ese resquicio de humanidad que aún vive en aquellos jerarcas: los problemas migratorios por tráfico de monos ninfómanos enanos…

¿Falta mucho para que se muera Mirtha Legrand?


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II

Nuestro journalista se encuentra en Valparaíso escapando de la misión que le encomendaron los propietarios de esta monopólica publicación. Mientras se recupera de la borrachera, algo oscuro acecha. ¿Tendrán algo que ver los viscosos tentáculos de los jefes? Yo, como locutor de esta aventura debo mantenerme al margen, sin embargo es imposible no hacer fuerza para que nuestro amigo tuerza el fórcep amenazante del destino y siga viviendo la Vida Bohemia a expensas de la sucia mafia de las editoriales… Maria Marta Pensión. Mi mail surtió efecto, con los pesos que me giraron pude comprar unas aspirinas genéricas e instalarme en una pensión en la zona más pesada del puerto. Por la noche ni los refugiados iraquíes, que abundan en la ciudad, se acercan al barrio. La suerte por ahora me sonríe. Años dorados. Llevaba dos días durmiendo la mona cuando la puerta de mi habitación crujió: —Señor Marlowe, llamaban. —Señor Marlowe, repetían. Yo no acusaba el llamado puesto que no recordaba haberme registrado con ese nombre, había decidido utilizar sólo seudónimos de exploradores españoles del siglo XVI. Sin embargo, una vez más, el aguardiente de uva me había jugado una mala pasada. Era a mí a quien buscaba esa voz. Me calcé mi viejo yoguin Ellese, tomé un candelabro con firmeza y entreabrí la puerta.

individuos fue un largo flashback donde me veía esconder las drogas, transitar veredas desconocidas, hablar con un militante del MIR, subir ascensores, tirar cadáveres desde el muelle, comer completos en el Mercado Central, comprar palomitas en la Plaza Pratt… ¡¡Tirar cadáveres al mar!! Maldición, me ha vuelto a pasar. La fuga. Degás, un viejo amigo francés y escultor, solía decirme que la mejor forma de hablar con la Policía era con desprecio y desdén. “Ellos se saben merecedores de ese trato, por lo tanto se quedan así, en el molde”. Recordando esas palabras miré al que parecía el jefe y le espeté: —¡¿Quién só’ vó’ para venir a interrumpir mis pesadillas?! Él respondió con tono seguro y amenazante: —Somos la Fuerza Ciudadana. —¡Agarrame la banana! —¡¿Cómo dijo?! —¡¡Ésta, agarrame ésta!!, le grité furiosamente mientras me tomaba ambos testículos con sendas manos. El gesto sorprendió a los vigilantes, yo aproveché su catatónico estado para entrar en mi habitación, hacer mi bolso y escapar de allí. (Continúa en www.elfundidor.com.ar sección FundidorWeb).

Ratis putos. El encargado de la pensión me miraba con cara ansiosa, sus ojos lo delataban, había alguien más allí. Levanté mi vista y vi cuatro sujetos, prolijamente desarreglados, chaquetas de mezclilla (jean), cuero, camisas limpias y lentes de sol. Pensé que se trataba de cieguitos, pero eran tiras, de los peores. Uno de ellos se adelantó y abriendo su billetera mostró su placa. —Policía de Investigaciones, dijo el cerdo petulante. Mi primer pensamiento, una vez descartada la ceguera de los

¿Sabías que a Marcelo Torcuato de Alvear le decían “Mister T”?


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BIG DICK

Que El Fundidor es un éxito ya lo sabemos todos. Lo que pocos conocen es que a partir de notas éxito como “Me tragué una lapicera”, “Mi abuelo es asesino serial y me la quiere dar”, y “Callate, comilón”, ofertas de todo tipo llueven sobre la redacción de esta, la mejor revista del mundo. El ejemplo más rutilante, es el pedido de la empresa de transporte “Verga Hnos.” de que le hagamos una campaña publicitaria. Las palabras huelgan, piden aumento de sueldo, así que, cómo decir que no. Para la televisión, se nos ocurrió hacer una propaganda en la que un camión verde de la empresa vaya a 180 km/h por una avenida porteña, chocando todo lo que se cruza en su camino. Al final de la secuencia, la pantalla esbozaría el primero de los eslógans que elegimos: “Los más Verga”. Otra de nuestras propuestas es ser el sponsor en una camiseta del ascenso argentino. Creemos que nada más gráfico para ilustrar el pecho del defensor central de All Boys que la frase: “Chupame la Verga”. Las ideas no nos sobraban, así es que el cadete de la revista nos tiró esta (no ésta): debajo de la ya conocida marca que anuncia en todos los camiones “Verga Hnos.” se pudiera leer “Una empresa familiar que la tiene grande” o “Adiviná cuál de los hermanos la tiende más grande” o “Una familia con la Verga bien puesta”. Creemos sin fanfarronear que la campaña será un éxito. Aunque si nos tenemos que mudar, le vamos a pedir a un amigo que nos haga de flete, no sea cosa de gastar. O si no, que nos chupen la.

“Así de grande”. López Murphy publicita la empresa en un spot de TV.

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Buscando trabajo en Buenos Aires 3

—Así es que, Bermúdez, nos vemos obligados a prescindir de sus servicios a partir de este momento. Creemos que la experiencia ha sido enriquecedora para ambas partes, pero se ha cumplido un ciclo. Esperamos que se lleve un buen recuerdo de la empresa, como el que a nosotros nos quedará por siempre de usted. Venga ese abrazo... —La puta que te parió —dije, tranquilamente, casi sonriendo, como para restituirle un poco de credibilidad a la escena. Acto seguido, puse calma y meticulosamente en marcha el protocolo que a mi juicio imponía la situación: me levanté y ubiqué un cuidadoso salivazo en la frente de mi interlocutor, arrojé al suelo algunos elementos que juzgué atinado destruir dadas las circunstancias, y me retiré de la oficina azotando la puerta a mis espaldas con un gesto indefinido entre la ira y el desdén. Finalmente, superada la etapa protocolar, tomé mi indemnización e hice lo que cualquiera hubiera hecho en mi situación: me gasté hasta el último centavo en una Harley Davidson modelo ’73 y me lancé a recorrer los gastados caminos de la América morena, tras los pasos del Che. Sin más demoras, templé mi ánimo para la aventura y me entregué a lo desconocido, quemando el caucho apátrida contra el castigado asfalto de las rutas bolivarianas. La fuga dio resultado. Vastos territorios furtivos e inexplorados se sucedieron ante mis ojos encandilados de novedad. Incontables kilómetros de tierra y brea cedieron ante el ímpetu de las ruedas infatigables que me impulsaban. Mi viaje era una transmigración psíquica; mi nave, una exhalación; el paisaje, tan extraño, se parecía al de un tren eléctrico. De pronto, el violento corcoveo de mi bólido me hizo bajar a la tierra, abrir los ojos y encontrarme con la dura realidad de un combustible extinto y una vista desolada. Tomé los últimos veinticinco centavos que me quedaban en el bolsillo, que —aparte de la moto— constituían la totalidad de mis posesiones materiales en este mundo, y caminé durante media hora hasta encontrar un teléfono público. —Mamá ­—sollocé frente al aparato—, ¿no me venís a buscar? —¿Dónde te metiste, inútil? —Me gasté hasta el último peso de la indemnización en una moto y me fui a recorrer las rutas de América, tratando de sepultar en el vértigo del asfalto el fracaso de mi existencia. Pero me quedé sin nafta. —¿Dónde estás? —En Avellaneda.

Abandonado por mi madre, me vi obligado a trenzarme en una negociación a muerte con un desalmado comerciante local, para finalmente arribar a un acuerdo que me permitió canjear la moto por un viaje en remís hasta un punto relativamente cercano a mi casa. De todos modos, tuve luego que pedirle un préstamo a mi suegro —al 40% anual— para pagar los gastos de la transferencia, que quedaron íntegramente a mi cargo. —Mirta, volví —anuncié al llegar a mi casa, con los brazos abiertos en espera del conmovido abrazo del reencuentro. —¿Dónde te habías metido, infeliz? —me respondió mi mujer, al tiempo que me daba vuelta la cara con un sopapo de una técnica casi profesional. —No sabés lo que me pasó... —intenté explicar; pero ella me hizo saber, mediante un segundo cachetazo, que su pregunta era retórica y que mi madre ya le había contado todo. Epílogo Finalmente, apremiado por las deudas, consentí en salir a buscar trabajo y, gracias a Clarín Clasificados, hoy puedo decir que tengo un empleo decente y una familia feliz. Así que aquí me ven. A mi modesto entender, esta historia nos enseña que no hay que perseguir vanas utopías y que el Che Guevara era un soñador, pero equivocado, seguramente a causa de la mala influencia de Fidel Castro, o tal vez de las drogas. Por lo tanto, hay que saber encontrar la felicidad en las pequeñas cosas de la vida, soñar menos y trabajar más. Y dormir tranquilos porque el comunismo hace rato que dejó de ser una amenaza para nuestra forma de vida.

El infierno debe ser peor.


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ENTREVISTA CON EL PRESIDENTE DE LA NACIÓN, DR. NÉSTOR KIRCHNER

“Este es un país de negros ignorantes sin memoria” —Benemérito señor Presidente, muy buenos días. ¿Cómo está usted? —Muy bien, gracias. Y esa es la pregunta más comprometida a la que he honrado con una respuesta directa en más de diez años. Podés sentirte orgulloso. —Muchas gracias, benemérito. Comencemos con la entrevista. ¿Cómo se decidió la candidatura de Cristina a la presidencia? —Muy fácil: el candidato no iba a ser nadie que no se llamara Kirchner. Podría presentarse mi abuelo, que lleva diez años de muerto, que gana igual. Total, todavía sigue votando.

res, dándole a cada uno lo que reclama y merece: al pueblo trabajador, actitud beligerante; a los empresarios, periodistas, organismos internacionales de crédito, gobiernos extranjeros, tenedores de bonos y amigos en general, cantidades inmorales de dinero público. —Muy interesante. Pero para que la gente conozca más, porque se trata de temas que hay que conocer y saber, ¿cómo se logra el fabuloso éxito que Vuestra Excelencia logró en su gestión? —Bueno, realmente tengo que tener un reconocimiento para mis aliados de la derecha: Macri, Rep1993: Kirchner oponiéndose a la política neoliberal de Carlos Menem.

Kirchner exigiéndole a Cavallo que termine con la convertibilidad.

—¿Cuál va a ser su ocupación una vez que deje el cargo? —Supongo que me voy a dedicar a ejercer como abogado, que en su momento me dio muchas satisfacciones. Durante los oscuros años de la dictadura, mi feroz militancia a favor de los derechos humanos me permitió amasar una fabulosa fortuna que, desde que asumí mi primer cargo ejecutivo y hasta el día de hoy no ha hecho otra cosa que multiplicarse sin descanso. —¿Qué balance hace de su primer período de gobierno? —No creo en los balances, pero pienso que este gobierno le cambió la cara a la Argentina. Nos enfrentamos a los poderosos, al menos de palabra, y eso pegó mucho. Acá tirás un par de petardos y la gente delira. Así logramos conformar a todos los secto-

sol, la Iglesia y tantos otros que no me quiero olvidar. Ellos hacen un sacrificio grande, porque se prestan a este juego en el que yo los puteo, los tildo de enemigos de la nación y quedo como un héroe revolucionario. Y lo único que reciben a cambio es toda clase de subsidios, prebendas y negociados. —¿Qué le quedó por cumplir? —Bueno, tal vez aquella vieja consigna de la JP, de construir un hotel cinco estrellas en el hospital de niños… —¿No era un hospital de niños en el Sheraton Hotel? —No me acuerdo. La verdad es que en esa época la usura inmobiliaria no me dejaba mucho tiempo para la militancia. En todo caso, es lo mismo. Lo im-

Si te peleaste con tu novia, subí ese video a Youtube.


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portante es reactivar la construcción. —¿Cuál es su maniobra preferida para manipular a las masas? —Uh, no sé. Una de las mejores... jaja. Perdón, es que es muy gracioso, ja. Una de las mejores es “ponerse del lado del pueblo” —dibuja comillas en el aire—, y protestar como si la solución dependiera de otro. Lo que pasa es que este es un país de negros ignorantes sin memoria, que le entregan el gobierno en bandeja al primer delincuente que se presente con el sellito del PJ. O, en este caso, el del Frente para la Victoria. Es así, qué le vas a hacer… —Una de obras públicas: con Cristina, ¿por autopista o por colectora? —¿Escuchaste hablar del cinturón poronguero? —Ehh… no. —Ah… No, yo tampoco. —Presidente, ¿hacemos un ping-pong? —Jeje, no voy a caer, le hiciste el mismo chiste a Blumberg en el número anterior. Ya sé que no te re-

EL FUNDIDOR INVESTIGA

ferìs al deporte sino a un intercambio rápido de preguntas y respuestas que, por la velocidad con que se alterna el turno de palabra, recuerda al movimiento de la pelotita en la entretenida práctica olímpica que tan bien dominan los orientales y los nerds. —Perfecto. Empecemos con Alberto Fernández. —Conoce bien su función, tiene facilidad para acomodarse en cualquier sector, mete presión en todos los frentes y se mueve bien por el centro y la izquierda, aunque está claro que su lugar natural es la derecha… Ojalá algún día pueda jugar en Racing. —¿De quién me está hablando? —De Fernández, el ocho de River. —No, ese es Augusto, yo le preguntaba por Alberto. —Ah, ¿y ese cuál es? —El ministro. El que tiene cara de putito perverso. El de Cavallo. —Ah. Mi mano derecha, a tal punto, que le he con-

fiado dos de los pilares de mi gobierno como son el apriete a los medios de comunicación y las permanentes consultas a Domingo Cavallo, mi gurú en políticas económicas desde los tiempos de la privatización de YPF. —Cristina Fernández. —La mejor de todas. Y mirá que desde que soy presidente me la han cascado desde Jésica Cirio hasta Mirtha Legrand. —Aníbal Fernández. —¿No me preguntaste ya por éste? —No, este es el que estuvo prófugo de la justicia cuando… Bueno, no importa. Carlos Menem. —Un viejo amigo. Otro que tuvo que prestarse al juego de la demonización, que te contaba antes. Pero tenemos muchas cosas en común, como las cuentas en el exterior y otros clásicos del peronismo como la compra de votos, el doble discurso, el autoritarismo, el giro a la derecha, la trampa electoral, el caudillismo, la demagogia y la traición a las bases.

Alicia Kirchner no existiría

—Hablando de cuentas en el exterior, los fondos de Santa Cruz, ¿planea quedárselos? —El hecho de que hasta hace muy poco, los fondos de Santa Cruz hayan estado depositados a mi nombre, no significa que me los haya robado. La provincia tiene a su disposición hasta el último centavo de los doscientos millones de dólares. —Son quinientos millones, señor Presidente. —Sí, quinientos millones, eso dije. —Pero esos fondos eran acciones de YPF que se vendieron al doble de lo que habían costado, o sea que finalmente deberían ser mil millones —inquiere el Gordo Lanata, saliendo del baño del despacho presidencial. —Bah, no tiene nada que ver. ¿Cuánto tenían? Quinientos. ¿Ahora cuánto tienen? Quinientos. Entonces, ¡que no me rompan las pelotas! Alberto, ¡sacame a estos zurdos de acá!

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UNA TARDE DE FÚTBOL La tarde del 29 de febrero de 1958 fue especial. No sólo porque ese día se conmemoró en Francia “Faltan diez años para el mayo francés”, sino que también fue un día de Gloria para el fútbol argentino. Eran épocas de amateurismo, que terminó justamente ese año porque a todos les resultaba incómodo pronunciarlo. Fue precisamente ese domingo 29, cuando debutó el mejor equipo de la liga nacional, el Automóvil Club Argentino. A pesar de las siempre importantes contrataciones de la potencias de la época, Alumni y Barracas, el ACA, con poco dinero y con la astucia de su DT Pedro Pompilio logró iniciar el mejor campeonato de la historia de dicho club, ganando 12 a 5 al temible equipo tucumano Forzosos de Villa Crespo. Eran tardes en las que el principal pasatiempo era leer telegramas, que eran ecuatorianos, por lo que los mensajes venían dentro de bananas. Ese día la cancha estaba colmada. El ACA era local y la presión no era poca. El sector más fanático de la afición exigía una victoria. Claro que en esa época, la violencia no era como la de ahora. Eran otros tiempos. Sólo se peleaban con los puños enfundados en cadenas, y con machetes que escondían en los sombreros, que estaban tan de moda en esos días. Los cantitos, que surgieron en ese tiempo, eran complicadas elaboraciones, ya que los hits que sonaban en la radio eran todos de jazz. Los insultos eran fuertes, no faltaba el día en que se escuchaba “¡qué ignominia!” o “qué rival pelambre”. El partido comenzó con dos goles a favor del local, porque era la costumbre, pero los gritos de anotación no tardarían en llegar. A los 3 minutos del primer tiempo, Uzbuala Gontuawa, el rústico y moreno defensor del ACA metió un gol partiendo con la pelota desde su propia área. Claro que hay que remarcar que las armas blancas estaban permitidas, y nadie se atrevió a interponerse en el camino de la lanza que esbozaba ferozmente el cazador de leones traído de Uganda, que el presidente del club compró a través de los conocidos tapes, también muy de moda por esos años. Ya a los 15 del segundo tiempo, el arquero Augusto “El Manco” Patricios ponía el 6 a 0, ya que en esa época se jugaba con 9 delanteros y el arquero jugaba de wing. Fue justamente ahí cuando el partido entró en un pozo futbolístico. Los jugadores no solían entrenar y menos aún concentrar. Es por eso que “El Macumbero” Torres yacía en el círculo central totalmente borracho. Otros aprovechaban los momentos del partido para hacer trámites, tal como ocurrió con “El Negro Pis” González, que estaba sentado a lo indio apoyado en al arco local haciendo crucigramas. Fue entonces, ante el aburrimiento que le propinó el partido, que el árbitro decidió ponerse firme y empezó a meter goles para el arco que le quedara más cerca. De este modo salió goleador del torneo y le dio al glorioso Automóvil Club el mejor inicio de temporada de su historia, en el mismo año que se editaba el famoso libro “El Conde de Montecristo”, del Gato Dumas. El partido terminó 12 a 5 con el árbitro expulsado por quejarse por un offside. La segunda fecha nunca llegó porque el país entró en la famosa Guerra del Jamón Crudo, por lo que el ACA fue coronado campeón al terminar la batalla, 3 años después, justo antes de que empiece la Guerra de los 100 Días de Picada. Lo lindo del fútbol es la violencia y el recuerdo. Qué

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Mamá Coca llora

Buenos Aires, 30 de marzo de 2006. Luego de un día intenso de trabajo, Irineo Mora Sandi, ciudadano boliviano de veintiséis años que vive en Lomas de Zamora, se dispone a descansar en su lecho junto a su esposa. Cerca de las 22 escucha unos ruidos raros, parecían unos pasos, rápidos, de más de una persona. Vienen de todos lados: el techo, las ventanas, la puerta principal... “Son ladrones”, piensa. Le dice a su mujer, embarazada de ocho meses, que llame a la Policía, él se levanta de la cama, pero es demasiado tarde, inmediatamente un estruendoso ruido hace volar la puerta: una motosierra que partió la madera en dos. Un grupo de varios hombres con vestimenta y armas militares, vestidos de negro, encapuchados, ingresan por distintos lugares de la casa. Se trata del conocido Grupo Halcón, que sin ninguna explicación más que “¡es un allanamiento!” proceden a golpearlo y amenazarlo. Irineo no tiene respuestas, piensa que se trata de una confusión, quiere aclarar que se están equivocando, pero es inútil, lo siguen golpeando y desnudan a la mujer, que al resistirse es maltratada y expulsada por las escaleras hasta caer violentamente contra el piso; amordazan a su hijita de 3 años para que no siga gritando, mientras otros oficiales destrozan cada rincón de la casa buscando desesperadamente algo, increpando con golpes e insultos al joven boliviano: “¿Dónde está, boliviano de mierda? ¡Vos sabés lo que estamos buscando, la puta que te parió!”. Irineo no sabe de qué le hablan. “Miren lo que encontramos”, afirma uno de los halcones, mostrando una bolsa con hojas de coca sostenida en su mano izquierda, mientras que con la derecha sujeta violentamente la cabeza de Irineo y le golpea la cara contra las hojas. “¿Qué carajo es esto, bolita de mierda? Ahora sí que estás hasta las manos, ¡decime dónde mierda está la guita o no vas a ver más a tu hija, la concha de tu madre!”. Entraron en su casa con total impunidad y querían robarle plata. “Te vas a arrepentir de haber venido

a este país a romper las pelotas”, sentencia la voz autorizada de las fuerzas represivas. En vistas de que no podían sacarles plata, por el simple hecho que no tenían, para justificar el operativo les ponen una granada entre la ropa, “Así que también estas armado, ¿eh? ¿Pero qué mierda pensabas hacer con esto?”. Luego de tenerlos diez horas amordazados, tiempo insólito si se tiene en cuenta que la casa allanada tiene dimensiones muy reducidas, se llevan a Irineo a una comisaría de Lomas de Zamora. Si la mujer consigue cinco mil pesos en las próximas horas el problema termina ahí. Obviamente, no pudo.

Marco legal

Ramón Escobar, abogado defensor de Irineo Mora Sandi, comenta varias irregularidades en la causa. “En primer lugar, cualquier allanamiento se debe realizar durante el día. Además, la orden que llevaban tenía como destino la casa del vecino, por lo tanto invadieron la casa sin ningún respaldo legal”. A Irineo le hicieron firmar un papel, sin que él sepa leer ni escribir, bajo la amenaza de que se llevarían a su hija. El papel firmado pedía la no intervención de la embajada boliviana en el asunto, algo absolutamente ridículo. Mora Sandi fue acusado en el Juzgado Federal Nº 2 de Lomas de Zamora a cargo del juez Carlos Ferreiro Pella por “tenencia de materia prima para la fabricación de estupefacientes” sumada a la “tenencia de arma de fuego”, con lo cual quedaba con un cuadro complicado. Lo convirtieron de la noche a la mañana en ¡narcotraficante y terrorista! La acusación por tenencia de arma de fuego no se pudo sostener gracias a la inteligencia de los agentes especiales que le pusieron una granada sin tren de fuego, imposible de ser detonada, con lo cual tenía un valor de adorno más que de arma de fuego, además de estar vencida hace treinta años. Pero de todos modos quedó preso por la tenencia de hojas de coca.

La peor pesadilla para un argentino es morirse antes que Maradona.


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El artículo 15 de la Ley 23.737 de estupefacientes del Código Penal establece que “la tenencia y el consumo de hojas de coca en su estado natural destinado a la práctica del coqueo o masticación o a su empleo como infusión, no será considerado como tenencia o consumo de estupefacientes”. Argentina es un país consumidor de hojas de coca, pero no es productor, sin embargo la importación de este producto no está permitida. Pero si la

único que la utiliza con ese fin es Coca Cola. La ley prohíbe la tenencia de “insumos” para la elaboración de estupefacientes. A Irineo le encontraron 5,4 kg de hoja de coca en estado natural. Si bien es un insumo fundamental para la elaboración de la cocaína no le encontraron ningún otro elemento necesario para la fabricación de clorhidrato de cocaína. Incluso si hipotéticamente tuviera todos los elementos para la elaboración de

Juez: El juez Carlos Ferreiro Pella, subiendo a su Fiat 147.

importación de la hoja de coca esta prohibida, ¿de dónde la sacan los miles de habitantes del norte argentino y las comunidades andinas residentes en este país? Resultado: contrabando legitimado desde el poder, hoja de coca más cara, y por supuesto el negocio en manos de unos pocos. En 1950 una comisión de la ONU consideró a la hoja de coca una amenaza para la humanidad: “Su masticado es causa de la pobreza de los países andinos porque produce flojera”. En 1961 se autoriza su comercialización exclusivamente para la producción de saborizante. El

cocaína, esa cantidad de hoja de coca serviría para producir 13,48 gramos, cantidad irrisoria para comerciar, ya que esa medida la puede consumir un adicto en un día. El consumo personal de esa cantidad de cocaína “no es punible; a lo mejor por tenencia para el consumo le hubieran dado alguna medida curativa, o mandado a un instituto a hacer un tratamiento”, afirmó Gabriel Jurisich, abogado y vicepresidente de la Federación Argentina de Colectividades que intervino en el caso. El tema es que el artículo 14 de la Ley 23.737 establece que “la pena será de un

Te queda una bala: ¿Gustavo López, Martín Liberman o Marcelo Palacios?


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mes a dos años de prisión cuando, por su escasa cantidad y demás circunstancias, sugiera inequívocamente que la tenencia es para uso personal”. En este caso, la pena puede reemplazarse por la obligatoriedad de realizar un tratamiento contra las adicciones. Al no establecerse cuáles son las cantidades mínimas se deja todo a la libre interpretación del juez. Y a Mora Sandi lo metieron preso por tener hojas de coca, un destino tragicómico. Además no se contemplaron para nada los usos que Irineo, como ciudadano boliviano, le daba a las hojas de coca, ni su significado cultural y ancestral en las comunidades bolivianas y del norte argentino, donde el coqueo

confesó a su abogado. Así fue como después de casi treinta días de huelga de hambre y siete sin ingerir líquidos, en un estado de salud deplorable, consiguió la entrevista con el juez Carlos Ferreiro Pella. Este magistrado no se dignó a mirarle la cara y le tomó la entrevista de espaldas. Luego del grito desesperado de Irineo, de las lágrimas, la confusión y la explicación detallada de su inocencia, el juez impasible agregó en la causa que las hojas de coca no estaban en estado natural, porque estaban “prensadas”. ¿Tosquedad intelectual? Prensar es una técnica para que la hoja de coca, como cualquier otra cosa, no

Grupo Alcón. El Grupo Alcón, de destacada actuación en la causa.

es tan frecuente como para los argentinos tomar mate.

El tiempo pasa

Irineo estuvo preso por un año sin que el juez lo atendiera, viviendo en las peores condiciones que ofrece el sistema penitenciario y recibiendo el maltrato de los propios presidiarios, que le robaban lo poco que tenía. Frustrado por la situación que estaba viviendo, sin que nadie escuche sus reclamos, decidió hacer una huelga de hambre para tener una audiencia con el juez. “Yo no hice nada malo, si tengo que morir por tener hoja de coca, lo voy a hacer, pero que alguien me lo diga”, le

ocupe tanto lugar; apiladas y comprimidas, no dejan de estar en estado natural. El 17 de abril de 2007 se realizó una movilización encabezada por la organización indígena Mink’akuy Tawantinsuyupaq frente al juzgado de Lomas de Zamora, exigiendo la libertad de Irineo Mora Sandi. Luego de una explicación de los usos de la hoja de coca y de que el estar prensada no significa que no esté en estado natural, el magistrado se exculpó: “Soy humano, yo también me puedo equivocar”, y desvinculándose del caso explicó que había pasado a la Cámara de apelaciones de La Plata. El caso tomó conocimiento público y, tras

¿Ahora todas las minas van a usar el pantalón dentro de las botas?


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presiones de distintos organismos y la tardía intervención de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, el 19 de abril de 2007 la Cámara Federal de La Plata decidió sobreseer a Irineo Mora Sandi del delito por el que se lo acusaba, retomando el articulo 15 de la ley de estupefacientes que un año atrás la justicia no quiso ver. ¿Irresponsabilidad judicial? ¿Ignorancia sobre los usos y propiedades de la hoja de coca? ¿Discriminación y racismo? ¿Corrupción y narcotráfico? Irineo recuperó la libertad luego de un año y veinte días de prisión por un delito que nunca cometió. Los trastornos psicológicos por los acontecimientos vividos y las repercusiones fisiológicas de la huelga de hambre no tienen solución. El ciudadano boliviano que vino a trabajar a Buenos Aires, quebrado económica y humanamente, sólo piensa en irse a su país, tiene miedo de que esos violentos hombres encapuchados lo vuelvan a buscar.

Valores medicinales:

La hoja de coca es la más rica fuente de calcio, fósforo, vitamina A y riboflavina en rela-

ción a otras fuentes alimenticias como los cereales, frutas, leche, etc. Con el coqueo se regula la liberación de la insulina, manteniendo niveles estables de azúcar en el organismo.

Valores culturales:

En las culturas andinas, a través de la hoja de coca se rinde homenaje a la pachamama por medio de distintos rituales, también tiene usos adivinatorios y curativos. “En los entierros, las personas son acompañadas con la hoja de coca, la compañera del viaje, que sirve como conexión con los otros planos”, explica el antropólogo Carlos Sarasola, especialista en plantas sagradas. “Se trata de un estado de apertura donde en determinado contexto ceremonial o curativo toma contacto con otros planos y con los espíritus que pueden guiar a un llamado curativo o para traer mensajes a la comunidad”. En estos ritos está presente el sentido de la unión del hombre con la naturaleza, con la vida, con el cosmos. Unión que la ignorancia del racionalismo occidental va a quebrar en siglos de persecución y genocidio.

¿En el Gobierno son homosexuales? Porque viven en una casa rosada…


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Una de

detectives Colgué el auricular. El maldito aparato no paraba de entregar malas noticias. Encendí el último cigarro y me quedé mirando el paquete arrugado entre mis dedos. En la calle me esperaba mi compañero, Joe. Era un indio hosco y corpulento. Su padre había sido un cacique cherokee y su madre una luchadora de sumo que llegó a América para convertirse en guardaespaldas de Bob Pez Loco Kirkpatrick, el mandamás del sindicato de camioneros, quien además era barón del contrabando de licor al oeste del río Kwai. De niño, Bob Kirkpatrick había sido violado por un elefante marino, episodio que marcó su carácter para siempre. Ese día juró dejar de ser el mentecato pusilánime que había sido, y se convirtió en el frío y sanguinario rufián que dominó a sangre y fuego las calles de Chicago durante más de veinte años. El primer acto de su nueva vida fue acribillar a su padre y a sus diecisiete hermanos con la treinta y ocho de su tío Bill. Una semana después, en Las Vegas, se casaba con su madre. Fue una ceremonia íntima. Joe conducía un viejo sedán que alguna vez había sido amarillo. Alguna vez, también, había pertenecido a un sobrino de Teddy Roosevelt. Pero aquí, en la ciudad de los vientos, esos sentimentalismos no tenían valor. En la Chicago de Bob Kirkpatrick nada tenía valor si no podía cambiarse por un paquete de cigarros, una botella de buen escocés o los favores de Tina Lane. Tina Lane era una de las prostitutas que frecuentaban el bar de Jimmy Carson. No era la más guapa, pero la fama de sus encantos llegaba hasta las orillas del Mississippi. Aunque había nacido en Manhattan y era hija de un poderoso industrial de Missouri, había partido de muy joven hacia Los Ángeles, detrás de su carrera de actriz y delante de las amenazas de su padre. No tenía talento alguno para la actuación, pero la facilidad con que la ropa se desprendía de su cuerpo la había llevado hasta la mitad de su camino al estrellato. Algún día, miles de personas verían su rostro gigante brillando en la oscuridad de los teatros de la calle cuarenta y dos. Trepé al viejo sedán amarillo y dije, a modo de saludo: ­—Otra vez ella, ¿eh, Joe? —Hm —fue la única respuesta del maldito indio. —Vayamos a verla. Antes de que pudiera darme cuenta, mi visita al elegante apartamento de Tina Lane había concluido. Antes de marcharme, eché un vistazo desde la ventana. Pude ver a Joe descansando con su trasero sobre el capó, mientras devoraba una salchicha amarillenta como si fuera su última cena. Al verme llegar, apuró el último trago de una soda de fresa y me dirigió una mirada interrogadora. —¿Qué te imaginas? —lo azucé—. Estaba tal y como Dios la trajo al mundo. —¿Desnuda? —inquirió, con expresión lasciva. —No, bañada en sangre. Continuará…

¿Las comillas son comas chiquitas?


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Una marea de fluidos recorre el espectro de una socie- dad confundida. Es un líquido asqueroso, amniótico, muy humano. Hay eleccion e s y todo importa. Hay que hacer algo. Pero está Gran Hermano. Y lo ne- cesitamos. La conciencia voladora de que todo está mal sobrevuela y nos pega de lejos, como con una hondera hecha de arco iris. El líquido avanza tan rápido que parece que permanece quieto. Penetra todo, maneja todo y nadie lo controla. Algunos creen manejarlo, otros están seguros de que alguien lo maneja. Pero no, chicos. No lo maneja nadie porque lo manejamos todos. Y choca. Es el alguacil corrupto que explota asquerosamente sobre un parabrisas. El líquido se desparrama sobre él. Termina Gran Hermano. Lo necesitábamos. Empieza Tinelli. Lo miramos. ¿Lo miramos? Lo necesitamos. ¿Lo necesitamos? ¿Hay que hablar de eso? No. Porque todo habla de eso y esto también. Y el líquido permanece quieto, yendo a toda velocidad. Y en la velocidad hay muerte, hay pobreza, hay dolor. Hambre. Desigualdad. Y el líquido va tan rápido que ya no se ve como tal. Está en las venas sangrantes de muchos. Y es un juego. Un juego con fuego y muerte. Y se creen que lo manejan. Y disfrutan. Y todos hablamos de ello. ¿Todos? No, es lunes, hablamos de fútbol. Lo necesitamos. Lo necesitamos. Y el líquido aparece de nuevo tan quieto como siempre, desplazándose desde los sucios y descuidados baños de la popular, hasta los cuidados de la platea más cara. Gritos. Grito de gol. De Gol. De dolor. Grito de nafta de lucha. El líquido baila, patina, canta, vive. El líquido espera solidificarse. Sabe que este domingo lo logrará. Y todo quedará tan quieto como siempre. Pero el sol y la luna lo derriten todo.

Todo lo que dice la revista es mentira, incluso esta frase.


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MISTERIOSO HALLAZGO

LITERARIO

La tarde del 24 de diciembre estaba revolviendo los tomos de mi biblioteca en busca de un antiguo libro de cocina misteriosamente intitulado FEMIRAMA. Escribía mi mensaje navideño, y para eso necesitaba dar con la correcta ortografía de las palabras vitel toné. Un par de horas largas me llevó encontrar el libro, y como quiera que el tiempo —cualidad sintética— hubiera suprimido el índice, no tuve más remedio que ponerme a revisar, hoja por hoja, la sección de los entremeses. Entonces descubrí algo que me hizo olvidar mi afán ortográfico: una hoja pequeña y amarillenta, impresa de un solo lado, arrancada por algún cocinero despiadado para marcar la ubicación del pollo a la San Fermín. Llamó mi atención el nombre de Freud en la primera línea, así Freud y su que me detuve discípulo a leer. Adler, antes de ...por sus bella discordia. los ojos, tema que el mismo Freud parece haber querido evitar en el análisis de Juanito. Sin esta información no se entenderían las palabras que el ingrato de Alfred Adler dedicó en el ´39 a la memoria de su maestro: “A tal punto desconocía las leyes más elementales de la decencia, que cuando su prometida Ruth Eichelbaunn lo sorprendió en el diván cediendo de buena gana a las exigencias del amor de transferencia de una paciente polaca, se creyó sobreseído por el infame argumento: —¡Und mein richter! (—¡Es mi mamá!)” Digamos a favor de Adler que su saña, si cobarde, al menos no fue gratuita: respondía así al modo injurioso —o infidente— en

que Freud había comentado, allá por 1912, la publicación de El carácter neurótico: “El giro sociológico de su teoría, expresado en la introducción de conceptos tan absurdos como el de instinto de socialización, deja en claro que el autor, a pesar de su soberbia madurez genital, permanece ignorante como un impúber en todo lo referente a las leyes de la sexualidad humana. Esta circunstancia no es nueva para mí. Permítanme ilustrarla con una anécdota. En el ámbito de las sesiones psicoanalíticas que le brindé personalmente como parte de su formación en la entonces recién fundada Academia de Estudios Psicoanalíticos de Viena, me refirió que tenía la costumbre de abordar a una de sus criadas por la retaguardia mientras ella le sacaba brillo a los mármoles de Carrara. Consultado acerca de los motivos de tan dorsal elección, me explicó que todavía no se sentía preparado para tener hijos, pero que en cambio tenía gran simpatía por los sobrinos. Recuerdo también que después de algún tiempo, cuando los métodos psicoanalíticos ya habían conseguido enderezar considerablemente el destino de sus pulsiones, me refirió una escena en la que, después de haber consumado el acto por la vía reglamentaria, la criada en cuestión se había mostrado muy preocupada e insistente en su temor de dar a luz un bastardo, ya que la luna llena señalaba el cenit de su fertilidad. Ante el incesante apremio de la criada, Adler se sintió obligado a hacer una fingida confesión: —Nein kronstadt, Grettel, puten einst. (—No te preocupes, Gretel, soy homosexual)”.

¿Y? ¿Ya se murió Mirtha Legrand?


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—Señora, tratándose de un embarazo no deseado, su hijo será considerado SPAM y eliminado dentro de los 5 días.

—¿De qué estás hablando, Willis?

ORIGEN DEL FUNDIDOR??


CRISIS EN LA SELECCIÓN

Basile propone jugar con dos líneas de cuatro elfundidor@yahoo.com.ar | OCTUBRE 2006


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