El Dorado Magazine | #01 Junio de 2015

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ESPECIAL COPA AMÉRICA DOS PARTIDOS QUE NOS HICIERON GRANDES - CORDOBA, YEPES - LA ESTRATEGIA DEL CARACOL - AUTOPSIA DEL FUTBOL CARASUCIA - RINCON CUMPLE VEINTICINCO - ERA GOL DE YEPES - ONCE QUE NO FUERON CAMPEONES Junio 2015 |www.eldoradomagazine.com.co | 1


EQUIPO DIRECTOR Eduardo Ustรกriz @10Kundera COORDINADOR Ricardo Pinilla @RicardoPinilla4 Jairo Ramos @Jairoramos_ EDITOR GENERAL Jorge Gil @Jiga13 DIRECTOR DE ARTE Eduardo Ustรกriz @10Kundera TEXTOS Eduardo Ustรกriz | Jorge Gil | David Mata Garrido| Juan Mercado | Jairo Ramos |

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VIVE LA COPA AMERICA EN WWW.ELDORADOMAGAZINE. COM.CO ANALISIS HISTORIAS CUENTOS RADIO Junio 2015 |www.eldoradomagazine.com.co | 3


INDICE 08 PASES EN LA NIEBLA Copa América 1987

11 CAMPEON POR PRIMERA VEZ Copa América 2001

14 DOS CAPITANES Iván Córdoba y Mario Yepes

22 LA ESTRATEGIA DEL CARACOL O COMO SER COLOMBIANO Mitología

26 AUTOPSIA DEL FUTBOL CARASUCIA Antropología futbolística

34 18/06/1990 Un gol inolvidable

35 SI ERA GOL DE YEPES Cuento

37 ONCE QUE NO FUERON CAMPEONES Efémerides

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EDITORIAL Desde el primer momento sabíamos que íbamos a sacar una revista. Creemos en el poder literario del fútbol, en su capacidad única para ser contado y creemos en un periodismo que lo cuente alejado de las discusiones de bar y las polémicas inocuas, pero cercano al futbolista, al aficionado y al balón. No fue fácil. Ha pasado ya casi un año desde la primera vez que El Dorado Magazine se reunió para dar luz a lo que ha sido esta serie de publicaciones. Con esta revista damos un paso más para llegar a nuestra meta de dar al fútbol un lugar digno de él. Los textos vertidos acá son una declaración de intenciones. Pretendemos acercarnos a lo que queremos ser, pero sobre todo a lo que nos gustaría leer porque antes que nada somos fanáticos de este deporte y extrañamos en nuestro país algo que nos haga soñar. En otros lados tienen Panenka, Líbero, The Blizzard o 11 Freunde. Aquí en Colombia recientemente nuestros amigos de El Escorpión han lanzado un proyecto hermano con el nuestro. Sabemos que no somos, ni de lejos, algo como lo que significan las revistas que acabamos de nombrar, pero queremos serlo. Vamos a necesitar mucha ayuda y mucho trabajo. Lo segundo está garantizado… lo primero depende de ustedes. Queremos que nos lean, que nos critiquen, que nos apoyen, que nos ayuden a darles lo que ustedes buscan con ahínco y no han conseguido. El Dorado Magazine no es un proyecto únicamente del grupo trabajo que está detrás de la web y de este primer número, sino que es algo de todos los que quieren que el fútbol tenga una voz que no se olvide que lo importante son las pisadas, los pases y los caños y no esas otras cosas que lo llenan de sombras. Eso es lo que queremos ser. Gracias por leernos. Junio 2015 |www.eldoradomagazine.com.co | 5


DOS PARTIDOS QUE NOS HICIERON GRANDES 6 | www.eldoradomagazine.com.co | Junio 2015


COPA AMERICA ARGENTINA 1987

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PASES EN LA NIEBLA Partido por el tercer y cuarto puesto de la Copa América de 1987 en Argentina. Colombia asombró al continente ganándole en su casa al campeón del mundo, presagio de lo que sucedería en los años subsiguientes para la escuedra de Valderrama y sus amigos. POR: EDUARDO USTÁRIZ

H

ay partidos de fútbol que trascienden lo presente y, con el tiempo, se convierten en memorias y, como memorias, son preciados pedazos de alma de la persona que los atesora. No había nacido aún en el invierno argentino de 1987, y tampoco nacería hasta una buena cantidad de meses adelante; sin embargo, desde que vi aquel partido que Argentina, anfitriona y campeona del mundo, y Colombia, una terruño con historia, pero sin gloria, disputaron, equivalente al encuentro que definía el tercer y el cuarto puesto de la Copa América de ese año, que ganaría Uruguay, no pude borrarlo de mi mente. Y en memoria se convirtió. La niebla, espesa, era dueña del Monumental de Nuñez. Las condiciones para jugar no eran las óptimas, pero el fútbol no suele hacer caso a factores como ese, y se presenta, indiferente, dónde sea que haya talento, un balón y un campo de fútbol. Jugaba Maradona, Dios del juego, y enfrente una valiente

Colombia, que, cuchillo entre los dientes, y balón entre cuero y pasto, iba por su triunfo particular, semilla de un futuro éxito sin títulos, pero si muchas sonrisas. Colombia, sin temores, se asoma en el partido, aunque nerviosa, no encuentra aún a Valderrama, faro y conductor. Sin tapujos, aplica la curva Maturana, santo y seña de su discurso defensivo, en el primer ataque albiceleste. Sobreviven y es el impulso necesario. Comienzan pasarse la pelota, entre la niebla, y Argentina espera. No les interesa presionar a los centrales, y sólo hacen sombra al trío de mediocampistas que gobierna la base colombiana; sólo achican ante la recepción de Valderrama, que activa espacios en los tres carriles, buscando recibir, juntarse y desbordar. El samario se mueve por delante o por detrás de la línea del balón, lo hace indistintamente según la situación. Sus movimientos arrastran a sus marcadores, el desequilibrio se genera como una chispa, y Colombia ya junto tres, cuatro, 5 jugadores en el costado derecho, los argentinos se mueven en consecuencia,

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cierran espacios sobre la cal, dejando latifundios por dentro. Los colombianos tocan a uno, dos toques en espacio reducido, gambetean en una baldosa, para atrás, para adelante, engañan, distraen, juegan con la pelota y el espacio, sabiendo muy bien que este ya está ahí, aguardando. De repente, Herrera ve carril, conduce hacia adentro, Galeano, el 9 solitario, va al apoyo, y Gómez, uno de los dos interiores de el trío de mediocampistas, pasa por su espalda, recibe y dispara. Gol. Sólo van ocho minutos. El gol es una confirmación de creencias. Argentina ahora sí corre tras los centrales colombianos, y estos pasan la pelota, entre la niebla. Colombia juega a su fútbol único, coral, de movimientos en manada, en los que los once son una sola voluntad. Y ese juego va en contra de los conceptos que hoy dominan el panorama mundial. La circulación cartero, corro, te la entrego y me la llevo. El colombiano no se aleja para crear espacios, se acerca al poseedor, siempre, se


juntan y, así, juntos, se la pasan, y de qué manera. La pelota va de un lado a otro, hacía atrás o hacía adelante. La acción riesgosa siempre es bienvenida, pero la pérdida no. La confianza en la calidad técnica en el espacio reducido es emocionante, todo lo hacen en una pocos metros, a un ritmo que sólo siguen ellos, con pulsaciones bajas. Valderrama, inspirado, ataca los espacios débiles de la defensa celeste y blanca, recibe y detiene el tiempo. Amaga, la pisa, gira... El tiempo se detiene y el ‘10’ se convierte en una ilusionista. Entre más lento se mueve, más rápido juega su equipo y más sufre su rival. No se la pueden quitar, le hacen faltas, y cada infracción es una pequeña batalla ganada. Todo lo que hace Valderrama tiene sentido, y todo lo que hace es bueno para su equipo. Y llegó el minuto veintisiete. Higuita, con sólo dos décadas de vida, saca largo, larguísimo. La cámara se pierde, y vuelve para que veamos a Valderrama asistir a Galeano, en la primera vez que Colombia pisa área contraria, quién define. El ‘9’ solitario, que había jugado un buen partido, yendo al apoyo, o desmarcándose para dar aire a los cinco centrocampistas, inscribía así su nombre en la historia de una nación. Colombia ganaba por dos goles al equipo campeón del mundo, era cierto, y, además se gustaba. Cada vez tocaba mejor, y cada vez se gustaba más. Y Valderrama... era feliz. “Juega bien, el del ‘African look’”. Era su presentación. Ese año sería galardonado como mejor jugador de América. Con el fin del primer tiempo, terminaba lo que hoy hace parte de mis memorias más felices. En la segunda mitad, la tiranía de Maradona haría estragos con el circuito de pases colombianos en la neblina argentina. Fueron 45’ minutos de resistencia, de apoyos, de curvas y jugadas. El partido terminó 2-1, pero, como siempre, eso es lo de menos. Yo fui feliz con los pases entre la niebla, la pausa irreductible y la circulación de cartero, que diría Cruyff.

“Juega bien, el del ‘African look’”. Era su presentación. Ese año sería galardonado como mejor jugador de América. Junio 2015 |www.eldoradomagazine.com.co | 9


COPA AMERICA COLOMBIA 2001

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CAMPEON POR PRIMERA VEZ Partido por tercer de y cuarto puesto de la CopaColombia Américavolvía de 1987 en suerte Argentina. Veintiséis añoseldespués su primera final continental, a probar en el partido Colombia asombró al continente ganándole en su casa al campeón del mundo, predefinitivo del gran torneo de selecciones de América. Venía con una racha perfecta, sin goles en contra y sagio de lo que sucedería en los años subsiguientes para la escuedra de Valderrama jugando de lujo. Sólo México se interponía entre ellos y la copa. y sus amigos. POR: JORGE GIL

A

quel 29 de julio de 2001, los paracaidistas aterrizaron en la cancha de “El Campín” cuando el encuentro entre México y Colombia ya había comenzado. Aquel día, los equipos de Aguirre y de Maturana definían al nuevo campeón de

mada por la velocidad de Murillo, la precisión de Hernández y los desmarques Aristizábal acercó al equipo de Francisco Maturana al arco de Óscar “El conejo” Pérez. A su vez, México intentó posicionarse en campo contrario con la salida de los laterales que recibían los balo-

XI de Colombia: O. Córdoba; López, I. Córdoba, Yepes, Bedoya; Grisales, Vargas, Ramírez, Murillo; Hernández; Aristizábal. la Copa América. Aquel día, Iván Ramiro Córdoba le ganó a Borgetti y anotó uno de los goles más importantes de su carrera. Aquel día, el equipo de Hernández, de Aristizábal y de Grisales, entre otros, le dio el primer título oficial en torneos oficiales a la selección de su país. Colombia salió con la intención de anotar rápido. La sociedad for-

lantes estaba siendo eficiente y las alternativas de Colombia las daban las salidas de los laterales. Sin embargo esto no estaba siendo efectivo ya que cuando Bedoya y López se proyectaban no encontraban a nadie en el la zona central de la cancha. Ningún jugador colombiano recibió el balón con comodidad entrelíneas.

Por otro lado, los cafeteros no tuvieron mayor problema para diluir los ataques rivales. Al equipo de Javier Aguirre le hacía falta una pieza que conectara los circuitos, alguien que le permitiera acercarse con claridad al arco de Óscar Córnes que Morales y Torrado repartían doba. El equipo verde era largo y desde el centro del campo. Así mis- para la línea defensiva contraria mo, los apoyos brindados por Jar- esto no suponía un gran reto. ed Borgetti facilitaron la circulación del balón de un equipo que con el La gran diferencia en el partido paso de los minutos controló con la estaba generando Giovanni mayor facilidad los ataques rivales. Hernández. El otrora jugador de Deportivo Cali apareció con libertad La visita llevó el encuentro al lugar entrelíneas en algunos momentos y que quería y eso se evidenció en con eso le bastó para hacer daño. Así el terreno. La marca sobre los vo- mismo estuvo atento y anticipó a los Junio 2015 |www.eldoradomagazine.com.co | 11


rivales, recuperó balones y activó los circuitos ofensivos del equipo dirigido por Francisco Maturana. Deben destacarse, además, las esporádicas apariciones de Freddy “Totono” Grisales que dotaban al equipo de profundidad. Sus pases y sus conducciones desatoraron, por ocasiones, el enredo formado por el equipo rival en la zona de mayor tráfico de la cancha. El partido mantuvo ese ritmo hasta que apareció la cabeza de Iván Ramiro Córdoba. El centro de Iván López y el posterior cabezazo del defensor central antioqueño cambiaron el rumbo del encuentro. Desde ese momento, el equipo se replegó y evitó que el rival se acercara, a pesar de los cambios hechos por Aguirre.

XI de México: Pérez; Valdez, Rodríguez, H. Morales, Mercado; J. Rodríguez, Torrado, P. Rodríguez, R. Morales; Arellano, Borgetti. Víctor Aristizábal fue el goleador del torneo con seis tantos.

Los minutos pasaron y las esperanzas mexicanas se apagaron. Los cambios de Aguirre, como ya se había escrito, no funcionaron y para Colombia no supuso un reto mantener el 1-0 a favor. Al final del encuentro, el júbilo llenó las graderías del estadio El Campín y las calles de todos los rincones del país. La Selección Colombia fue campeona por primera vez de un torneo oficial y desde entonces está esperando la oportunidad de repetir la historia.

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LA DEFENSA INFRANQUEABLE

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DOS CAPITANES Ni un solo años gol endespués contra en partidos final de la continental, fase final deColombia un campeonato La hazaña Veintiséis deseis su primera volvíacontinental. a probar suerte en el partido fue de una pareja de centrales que, durante una década, bien pudo haber sido la mejor de América. definitivo del gran torneo de selecciones de América. Venía con una racha perfecta, sin goles en contra y Por lo menos losSólo números así se lo dice. jugando de lujo. México interponía entre ellos y la copa.

N POR: JAIRO RAMOS

adie se había puesto la ‘2’ después de Andrés Escobar. Habían pasado los años, pero, en Colombia, la marca era indeleble: Tras su muerte, Andrés había quedado canonizado, convertido en mito y ejemplificación de valores de toda índole. Tenía admiradores casi de culto, e Iván Ramiro era uno de ellos. Iván recordaba la primera vez que había visto a Andrés de cerca: él era un recogebolas y miembro de las inferiores de Rionegro, mientras que Andrés formaba parte del plantel de Atlético Nacional. Era una figura larga y digna, casi poderosa, fácil de respetar. Durante aquellos años formativos, Iván había conservado aquella imagen del defensor alto en la camisa verdolaga como modelo de crecimiento, de tal manera que su admiración por el ídolo tan sólo se había fortalecido con el avance de su propio desarrollo. Por eso, un joven Iván Ramiro Córdoba casi se va de espaldas cuando, en plena Copa América de 1997, Hernán Darío

Gómez le arrojó un trapo sacado luffo tenía a Córdoba, junto a Luis de un baúl y le indicó: “Agarre acá Carlos Perea, como central titular. la camiseta número 2 de Andrés. Y vaya a Nacional y también la pide.” “Bolillo” también contó con Iván Ramiro para su onceno inicial en Para aquel torneo, Córdoba era el aquella Copa América colocándolo menor en una selección de futbolis- como defensor central en pareja con tas de la talla de Faustino Asprilla, Jorge Bermúdez, en ese entonces, el capitán. Su rendimiento fue bueno y para el ’98, “Bolillo” lo volvió a convocar; sin embargo, en ese torneo Córdoba se llevó Jorge Bermudez y Faryd Mon- quizá la frustración más grande de dragón. Tenía 20 añitos, pero “Bo- su carrera, ya que el director técnilillo” veía en él algo distinto. No era co prefirió utilizar a Ever Palacios, el único. Iván Ramiro No era alto y a él no le dio ni un minuto. Iván para ser un defensor central -medía Ramiro nunca volvería a ir a una 1.73-, pero compensaba con una Copa del Mundo. Otras glorias, sin rapidez anonadante y un salto de- embargo, comenzarían a amontoscomunal. Había llegado al Nacio- narse pronto, comenzando al año nal el año anterior proveniente de siguiente, en la Copa América del Rionegro, y aquel mismo año ’97 ’99 en Bolivia: una Copa que no se había coronado campeón de la sólo daría paso al primer gol de Copa Interamericana. Aquel “Verde” Córdoba en tal certamen, sino tamera una potencia -era el equipo de bién a la introducción de una de las René Higuita, Alex Comas y Hernán parejas más simbólicas de la histo“Carepa” Gaviria-, y Norberto Pe- ria del fútbol colombiano.

“Agarre acá la camiseta número 2 de Andrés. Y vaya a Nacional y también la pide.”

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Dos caminos que siempre estuvieron bifurcados

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a primera vez que Córdoba jugó junto a Mario Yepes, el caleño era delantero. Ambos coincidieron en las divisiones inferiores de Rionegro, equipo al que Córdoba perteneció hasta salir en el ’96 hacia Atlético Nacional. Aquel encuentro fue en el ’95: Yepes había sido llevado a préstamo, como aficionado a prueba, pero su paso por el equipo fue poco fructífero y en Octubre regresó a Cortuluá. Venía de la Academia Sarmiento Lora, en la cual había formado parte de una generación talentosa junto a nombres como los de Milton Rodríguez y Carlos Hurtado. “Yo les decía a ellos que se la tiraran al flaquito (Yepes), que él la metía”, recordó alguna vez Mario Desiderio, uno de sus entrenadores.

habían pasado dos años cuando el Deportivo Cali, que venía haciéndole seguimiento de meses atrás, decidió ficharle. Aquella fue su primera gran oportunidad. De 21 años, Yepes alto y bien parecido, pero era más bien callado a la hora de jugar. Sus compañeros y entrenadores lo conocían como un individuo respetuoso, pero no por eso dudaban de su temple: el temperamento de Mario brotaba de vez en cuando y lo hacía con fuerza. Tenía dotes de líder, y una capacidad técnica para defender privilegiada. A sus porte, le sumaban una gran capacidad de anticipo y una noción táctica plena; virtudes que llevaron a que en el ’99 River Plate se interesara en él y lo fichara. Aquel mismo año, Yepes fue convocado a la Copa América, y Javier Álvarez lo veía como una herramienta importante, para su defensa, de tal manera que lo colocó a él de central junto a Jorge Bermúdez, y movió a Córdoba al lateral derecho. La misma defensa se hizo predom-

poco iba dejando dudas, y en Junio de aquel año, una derrota por 3-1 ante Argentina en la que Gabriel Batistuta y Hernán Crespo hicieron las veces de un terremoto sobre la última línea cafetera, finalmente motivó el cambio. Para el siguiente partido la pareja de centrales sería: Mario Alberto Yepes e Iván Ramiro Córdoba. Y sería la misma por un largo tiempo.

Una copa y dos capitanes

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El país necesitaba una resurrección, y aquella resurrección necesitaba caras. Y el seleccionado cafetero respondió con dos.

legada la Copa América del 2001, Colombia necesitaba ídolos nuevos. En la selección había terminado la era del Pibe Valderrama, y Francisco Maturana había sorprendido, dejando fuera de la convocatoria tanto a Faustino Asprilla, como a “Chicho” Serna y Jorge Bermúdez. Eran épocas difíciles, en las que la violencia y el conflicto interno se acentuaban como una sombra inalienable sobre el horizonte del país: y un triunfo, de cualquier idiosincrasia, parecía necesario. Se hablaba poco de ello, pero sobre la denominada “Copa de la Paz” habían muchas esperanzas depositadas, y no solo aquellas de carácter económico. El país necesitaba una resurrección, y aquella resurrección necesitaba caras. Y el seleccionado cafetero respondió con dos.

Pero regresando a Cortuluá, Yepes se encontró con Reynaldo Rueda, quien lo colocó primero como lateral y luego en el corazón de la zaga. Fue Desde el primer minuto del torun cambio, drástico, pero consid- inante durante la eliminatoria en el neo, la zaga colombiana, liderada erablemente exitoso, ya que no 2000, pero el rendimiento poco a Junio 2015 |www.eldoradomagazine.com.co | 15


por Córdoba y Yepes, comenzó a ser la luz del equipo. Colombia no era una selección encantadora: más de una vez se vio insípida, o carente de ideas en tres cuartos de cancha; pero contaba con futbolistas resolutivos que, mezclaban recursos justos para avanzar. Aquel tricolor, había que reconocer, portaba un fulgor innegable, más que representativo del periodo en Colombia. Puras ganas de sobrevivir. El sentimiento era fuerte, y los dos defensores centrales del equipo eran símbolos: lucha, porte, empuje y sabor. Por eso, el salto de Iván Ramiro Córdoba, en su vuelo forzado, al minuto 64 de la final ante México acabó siendo simbólico: una metáfora que estremeció el territorio de océano a océano. Aquel título fue perfecto, -sin goles en contra, y sin puntos perdidos- y la consagración del Córdoba-Yepes se volvió un orgullo patrio.

sostenían. Iván Ramiro, en especial, se hacia director de todo. Él, por señorío, portaba la banda y la voz principal. Ser Capitán, explicó un día, “es estar atento a cada detalle, no solamente en tu posición o en tu reparto sino en el de los demás… en el mediocampo, en los delanteros, en el del mismo arquero. Comunicar, hablar, que no quede nada al azar.”

De hecho, aquella acabaría siendo la mejor pareja de centrales de Colombia en la última década. Las falencias ofensivas de la selección de ahí en adelante, tan solo se magnificaron, y por tanto la dependencia en la defensa empezó a aumentar. En la posterior eliminatoria, rumbo al Mundial de Alemania 2006, Colombia tuvo la peor ofensiva de la CONMEBOL (empatada con Chile) con apenas 12 goles a favor, pero tuvo la malla menos vencida (junto a Brasil y Argentina) con tan sólo 12 goles en contra. El equipo contaba con dos mariscales que desde atrás organizaban y, ante la presión,

A la misma vez, la complicidad entre los dos futbolistas crecía en el campo y su amistad se fortalecía a la par. En la cancha, Iván aprendió a cubrirle siempre las espaldas a Mario, mientras que Mario se hizo un arma en los recortes a las órdenes de Iván. Después de cada partido había un abrazo, unas risas y algún sobo en la cabeza: y fuera del mismo, la relación era similar. Sus familias se conocían bien y, con el tiempo se hicieron más unidas, de tal manera que años más tarde, en el 2010, la esposa de Mario Yepes llamaría inmediatamente a la de Iván Ramiro, tras enterarse de una

Durante aquel tiempo Córdoba ganó varios títulos con el Inter de Milán (había llegado en el ’99), mientras que Yepes pasó por Nantes en el 2002, y luego llegó, dos años más tarde, al Paris Saint-Germain. Eran épocas en las que el futbolista colombiano era aún una rareza para el paladar europeo, y sus nombres se pronunciaban orgullosamente en Colombia, desde los noticieros a las canchas de fútbol de los colegios.

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de las noticias más importantes de su vida: “Ve, María, llamo a contarte que Mario va a firmar con el Milán.”

Turbulencia

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a época más difícil para ambos futbolistas en la selección fue quizá el tiempo de Jorge Luis Pinto. Era el 2006, y el estratega santandereano había sido llamado para comenzar a preparar un nuevo proceso, tras el fracaso de las eliminatorias anteriores. Pinto, reconocido tanto por su ortodoxia como por su rebeldía, buscaba generar un cambio de raíz, acabando con jerarquías predeterminadas y poniendo a su disposición las novedades que pudiera utilizar. Para ese época, comenzaban a surgir las figuras de Luis Amaranto Perea y Aquivaldo Mosquera, y, junto a Walter Moreno (hombre de confianza de Jorge Luis), éstas comenzaron a ocupar el lugar de Yepes y Córdoba, en un sistema de juego que tampoco le resultaba muy favorable a los dos últimos por su salida en largo y repliegue profundo. La Copa América del año siguiente en Venezuela fue un desastre para el equipo de Pinto, quien poco a poco perdía su capital político. Menos de


un año más tarde, el estratega fue destituido, y su reemplazo, Eduardo Lara, inmediatamente trajo de vuelta a Yepes y a Córdoba a su selección. Sin embargo, pronto quedó claro que ya nada era igual. Aunque Iván Ramiro seguía siendo clave en el vestuario, las lesiones en los años anteriores le habían pasado facturas altísimas a su nivel y él, a pesar de sus visible esfuerzos, comenzó a perder su lugar. Tanto Córdoba como Yepes se acercaban a los 30 años; sin embargo, Mario, quien en el 2008 se desplazaba al fútbol italiano, parecía tan solo fortalecerse con el tiempo, a pesar de no siempre tener al lado a su compañero ideal. Su brazo comenzó a ser, con más frecuencia, la tarima de la ban-

da de capitán. El 3 de Septiembre de aquel año, Iván Ramiro Córdoba y Mario Yepes alinearon juntos en la zaga colombiana por última vez en un amistoso ante Venezuela del que Colombia salió victoriosa por 2-0, con goles de Dayro Moreno y Juan Guillermo Cuadrado. Córdoba jamás volvió a jugar con la selección.

cido al Milán 4-2, arrancándole de las manos un título que le quedaría al a Juventus; y Mario e Iván conversaban como siempre, a pesar de estar en lados opuestos del espectro futbolístico de la ciudad. El retiro de Iván Ramiro no había sido fácil para ninguno de los dos. “Antes del partido ya habíamos hablado y le había comentado mi decisión. Él me dijo que estaba muy triste. Fueron muchas las batallas en las que luchamos juntos,” confesó Córdoba días después. “Teníamos una pequeña l 6 de mayo del 2012, Iván esperanza de volver a algún partido Ramiro Córdoba se despidió con la selección”. del fútbol en el Giuseppe Meazza, entre risas y abraza- Fue un abrazo que duró vario sedo de un hombre con la camiseta de gundos bajo la ovación violenta del su máximo rival. El Inter había ven- público italiano, que se había pues-

Una herencia eterna

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to de pie. Las dos figuras eran, de cierta forma, dos caras de la imagen de Andrés Escobar: el uno con la ‘2’ que había portado el ídolo en sus equipos, el otro con la casaca rossonera que éste hubiese portado de haber vivido unos meses más. La ‘2’ de Córdoba ahora la lucían unos 30 miembros del Inter que habían inundado el campo para homenajear al hombre de la placa en la mano, a uno de sus capitanes, al primer y único colombiano en haber ganado la Champions League. Los primeros en abrazarlo, adornados con su apellido en la espalda, fueron Javier Zanetti, Esteban Cambiasso y Fredy Guarín. El cuerpo había comenzado a pesarle tanta Córdoba como a Yepes. “El físico le va avisando a uno y le va tocando la campana, que ya es hora de terminar, pero uno es un cabeza dura y sigue,” explicó Iván Ramiro días después de aquella despedida. Yepes, sin embargo, mantenía la “cabeza dura”, y perseveraba en una lucha contra su naturaleza alimentado por la ilusión de un Mundial en Brasil. Tras la salida de Iván Ramiro, tanto “Bolillo” como Leonel Álvarez, habían buscado en Mario Alberto dirección táctica y emocional en la cancha para una defensa joven que, a pesar de sus dotes físicos y técnicos, se desmoronaba por completo sin la presencia de un mariscal. Ya en el 2011, él había pensado en retirarse después de la eliminación sufrida en la Copa América de Argentina: en el camerino, y explicándole a

sus compañeros el reto imposible que presentaba la exigencia de la competencia sobre su cuerpo, Mario Alberto se puso a llorar. Pero el equipo no aceptó. “Mario, no se preocupe, que nosotros vamos a correr por usted, ponemos todo lo que usted no pueda poner, pero lo necesitamos aquí con nosotros”, le dijo Camilo Zúñiga. En los años siguientes, ayudado por la llegada de José Pékerman, el seleccionado colombiano marcó una eliminatoria impresionante, de la cual emergió como segundo, finalizando enfáticamente con un 2-0 ante Paraguay en el que su capitán marcó ambos goles. Jamás hubo duda de que Yepes estaría en Brasil. Mario Alberto llegó a su primera y última Copa del Mundo de 38 años, y dejó una actuación espectacular bajo cualquier estándar: una exhibición de oficio, técnica y compostura, en la que su propia humanidad sirvió como bandera de un país ascenso. El 4 de Julio, Mario Alberto Yepes jugó su último partido con la selección: una derrota por 1-2 en cuartos de final ante el anfitrión. Después del partido, se le vio sonriente en el céfiro fogoso de Fortaleza. El arbitraje no le gustó pero evitó hablar de él. Recorrió el gramado seco, abrazando compañeros en llanto. Se sintió satisfecho.

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LA ESTRATEGIA

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A DEL CARACOL

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LA ESTRATEGIA DEL CARACOL O COMO SER COLOMBIANO

N POR: EDUARDO USTÁRIZ

o eran veinte casas de barro y cañabrava sino una sola de ladrillo y podredumbre. Carlos Vives apareció disfrazado de Clark Kent, con el cabello engominado y gafas de pasta que enorgullecerían al hipster más hipster, portando un micrófono en sus manos y con cámaras siguiéndolo como quien desanda los pasos. La escena es de 1992, pero se ha congelado en el tiempo como Peter Pan en la tierra de Nunca Jamás. Es el lanzamiento de una casa en uno de esos barrios olvi-

¿Qué tienen que ver Jacinto Ibarburen y Francisco Maturana? La estrategia del caracol es una de las obras colombianas que más reinvidican lo que es la colombianidad. La selección Colombia de Valderrama, Higuita y Álvarez es otra. dados por el futuro en los que hay gente que todavía se viste de bocadillo y usa máquinas de escribir. Puede ser 1950 o puede ser mañana, en una esquinita de patria perdida de tantas que hay en Colombia. A continuación se dejaría engatusar por ‘el paisa’, encantador de serpientes y toda clase de bichos, quien le contaría una historia de esas que de tan inverosímiles uno se las empieza a creer cuando ve que quien la cuenta no pierde la compostura ni rompe a carcajada abierta la ensoñación por lo imposible. Así empieza la película insignia de Sergio Cabrera, quizá el gran director de cine colombiano, “La estrategia del caracol”. En ella nos cuentan la historia de un grupo de inquilinos que ante la inminencia del desalojo deciden robarse la casa en la que viven olla a olla y pared a pared mediante un sistema de poleas y mucho ingenio. La premisa sobre la

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que se basa el filme explora sutilmente pero con mucha profundidad la esencia de lo que es ser colombiano. Botaron la casa por el techo. Un par de años antes, un negro que no era paisa de nacimiento pero sí por adopción, le vendió el cuento a un puñado de hombres de latitudes y cosmogonías dispares de que podían dejar de ser una banda de solistas y convertirse en un símbolo nacional robándole balones a la historia. Eso fue lo que prometió Maturana. Y lo cumplió. El fútbol, que había servido como mito fundacional de la identidad nacional de países como Brasil o Argentina en los albores del siglo XX, apareció de la nada en Colombia para convertirse en santo y seña de lo colombiano. No fue proceso extraño, sino más bien coherente con lo que también se ha dado en otros Estados que han usado el deporte como


De hecho, no es anecdótico que en el fútbol, como juego que se mueve entre lo místico y lo alegórico, se acuda tanto al concepto de identidad para explicar el éxito de determinados clubes y selecciones.

ificaciones de una historia y están compuestos por un ADN exacto. Tomemos el paradigmático caso del FC Barcelona en los últimos veinticinco años. Antes de la llegada de Johan Cruyff, el club catalán tenía toda la maquinaria socioeconómica de un club gigante, pero sus triunfos hasta el momento eran pocos, dispersos y sin un vínculo común. Se hablaba de que el arquetipo de lo culé estaba enmarcado en una cultura del perder. O del sufrir. Avui patirem. Cruyff cambió todo eso, forjó una identidad a través del estilo de juego y a partir de la creencia y en la repetición mitológica de ese patrón de juego el Barcelona ha fraguado la dinastía más ganadora del legitimador de la identidad patria. último cuarto de siglo. Que yo sepa, están documentados, además de Argentina y Brasil, casos Lo acontecido en Colombia tiene sicomo los de Costa Rica, Bolivia, Ec- militudes con el caso culé. El fútbol uador o Bolivia. No extrañaría que empezó de forma tardía en comparatambién lo estuviesen Italia, Ale- ción con el resto del continente y en mania, España, Francia, Inglaterra sus inicios fue un fútbol prestado, o México. Se trata de selecciones casi robado. El Dorado fue erigido cuyo fútbol ha sido históricamente en hombros del fútbol rioplatense expresión de lo que es ser italia- que estaba en crisis. Las grandes no, alemán, español, etc. El fútbol figuras del balompié colombiano, ha cumplido esa doble función de acaso el mejor del mundo mientras aparato que junta al pueblo entorno estuvo Alfredo Di Stéfano jugó en a una idea de unidad patriótica, y como expresión estética del ser de la nación en cuestión.

mundial, engalanando las filas de los distintos clubes, mientras que la selección era un agujero negro. Se celebraron como hitos la victoria contra Uruguay en el 57’ y el empate ante la URSS en el mundial del 62’. Más allá de eso, y el subcampeonato en la Copa América del 75’, el combinado nacional no sólo no era nadie en el panorama futbolístico, sino que no generaba representación real. En ningún momento ni con ningún entrenador Colombia jugó fútbol colombiano. Ni siquiera se llegó a preguntar qué era eso, ni intentó encontrarle respuesta al acertijo. Pasaron futbolistas de más o menos calidad, y varios entrenadores sin que se consolidara una propuesta futbolística que respondiera a las características y la personalidad del jugador colombiano. Eso fue lo que Maturana entró a cambiar. El entrenador chocoano llegó a dirigir la selección absoluta gracias al proceso que había iniciado en Atlético Nacional que, en contraposición a los otros clubes grandes del país en aquel momento, había decidido confeccionar su plantilla con solo

Las grandes figuras del balompié colombiano, acaso el mejor del mundo mientras estuvo Alfredo Di Stéfano jugó en Millonarios, eran extranjeras.

De hecho, no es anecdótico que en el fútbol, como juego que se mueve entre lo místico y lo alegórico, se acuda tanto al concepto de identidad para explicar el éxito de determinados clubes y selecciones. Millonarios, eran extranjeras. Por futbolistas colombianos. En 1985, Los equipos de fútbol son person- el país pasaron futbolistas de talla la selección juvenil de Alfonso MarJunio 2015 |www.eldoradomagazine.com.co | 23


roquín ya había dado el primer paso hacia una consolidación de lo que era jugar a la colombiana con un estilo alegre y técnico que los clasificó al mundial de la categoría. Ese mismo año, Gabriel Ochoa Uribe se alzaría en armas bajo el lema de que ganar no era lo importante, sino lo único y su improvisada selección de régimen militar y estilo defensivo sería todo un fracaso. Maturana rompió con todo y siguió la estela de Marroquín. Convenció al futbolista colombiano de su valía, dio la oportunidad a un grupo de jugadores de poca o nula experiencia internacional, pero que se ajustaban a una idea de juego que sí se relacionaba directamente con la esencia de lo colombiano. Eran creativos, recursivos, técnicos y de carácter fuerte. Verracos. Y venían de todas partes. Colombia siempre había sido un país de regionalismo arraigo y Maturana había logrado no solo unir en la misma selección a miembros de la raza negra, la andina y la caribe, sino que los había conjugado de forma perfecta. Había sinergía entre Redín, Álvarez y Valderrama. Había unión. Identidad. Y pasó lo que pasó. Colombia jugó maravillosamente a partir de ahí y hasta que la generación se agotó. Nos comenzaron a ubicar en el mapa y el país se volcó totalmente con la selección. Ya sabíamos que

jugar a la colombiana era hacerlo como se cultivaba el café. Con calidez y paciencia. Con artesanía. Cadenas de pases sosegadas, como frases de García Márquez, llenas de la vitalidad del campesino, ha-

ciendo gala de la riqueza técnica del producto nacional puro, y sin amilanarse ante los problemas, ya sean los de la realidad violenta del país o los de tener que enfrentar a gigantes sin historia detrás que nos protegiera. La unión que generó en el país aquella selección todavía tiene hoy consecuencias. Recientemente una encuesta a niños sobre qué significaba Colombia reveló que muchos la identificaban con el fútbol en lugar de con factores más sombríos. Mi amigo David Mata suele

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decirme que El Dorado, esa época de esplendoroso fútbol que se dio al mismo tiempo que La Violencia, es como un maníaco en un entierro. Esa ha sido la función del fútbol en Colombia. La de contar chistes en los momentos más lúgubres. Es algo que se ve en nuestro estilo de jugar por jugar, a veces como si no hubieran porterías y pensando que estamos en el barrio jugando un picadito con amigos. Divirtiéndonos. Es lo mismo que representa ‘La estrategia del caracol’. Jacinto es el Maturana ideólogo-docente y el inquilinato y su problema de vivienda la Colombia pre 1985. Colombianos uniéndose para una causa en común, siendo recursivos ante la adversidad y llegando hasta los límites del realismo mágico; jugando por la dignidad de no dejarse vencer, divirtiéndose mientras trabajaban en equipo; explotando en alegría ante cada triunfo. Si la película de Cabrera es una radiología de lo que es ser colombiano, ‘La estrategia del caracol’ es lo mismo que Valderrama pasándosela a Redín, y este a Leonel, luego a Valderrama y luego a todos, como un hilo de sangre que recorre el pueblo para dar aviso de que algo o alguien había muerto: la tristeza.


AUTOPSIA DEL FUTBOL CARASUCIA POR: DAVID MATA GARRIDO

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“Cada época ha conocido lamentaciones por la corrupción del gusto, la entronización de la mediocridad y la postergación del auténtico mérito”. Fernando Savater. Lo que Salgari comparte con Shakespeare (1984)

U

n dato no excesivamente divulgado, aunque para nada un secreto, es que René Goscinny -guionista y creador de “Astérix el Galo”- había habitado durante su juventud en Buenos Aires durante el periodo comprendido entre 1928 y 1945. Ese mismo año en el que él llega a la Argentina se empiezan a publicar en el país las aventuras de Patoruzú, un sensacional trabajo de Dante Quinterno que por fuerza había debido de leer el joven autor francés. La prensa argentina ha aludido en numerosas ocasiones a las semejanzas entre el archifamoso galo y el indio tehuelche Patoruzú, puesto que ambos tenían un compañero obeso e ingenuo y una fuerza sobrehumana vinculada al consumo de un caldo. El diario “La Nación” hablaba en su momento directamente de “plagio” y, si bien las influencias son palpables, articulistas menos sensacionalistas, como el bloguero Miguel Dao, han ofrecido una versión más plausible. El verdadero homenaje a Patoruzú lo realiza Goscinny en la historieta “Oum-pah-pah”, obra menor en su producción que contaba las andanzas de un piel roja. Asterix en cambio es tan hijo de la influencia del último cacique de los Tehuelches

Gigantes como de “Alix l’intrépide”, una semiolvidada historieta de Jacques Martin sobre la resistencia al imperio romano de un joven esclavo galo. A lo largo de una fantástica entrada titulada QUINTERNO Y GOSCINNY // PATORUZÚ Y UM-PA-PÁ, Dao carga contra la eterna cantinela de la influencia del indio sobre el galo, no ya por lo que en ello puede haber de ofensivo para la memoria de Goscinny, si no porque lo es para la de Quinterno, quien parece que solo puede ser reivindicado a través del éxito de Asterix y no por la propia valía de su obra. Para Miguel Dao hay algo profundamente argentino en este modo de mirar: “según mi entender, responde a otra tara argentina: creernos el centro del universo, pero validarnos sólo a través de la mirada del extranjero”. Durante la exposición “Asterix en Buenos Aires!” (2015) Hugo Maradei, director del Museo del Humor de Buenos Aires, pareció ratificar al menos en parte el aserto cuando aseguró que “ -A nosotros, los argentinos, nos gusta decir que Patoruzú tuvo una influencia en Asterix”. El fenómeno de la búsqueda argentina de una validación de lo propio a través de un referente europeo, también había sido ampliamente recogido por varios de los más eminentes pensadores del fútbol del Río de la Plata. Dante Panzeri, por ejemplo, solía ser especialmente ácido con este argumento, puesto

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que lo consideraba el pecado original que trajo todos los males. A él le causaba aprensión lo que denominaba el “fútbol mecanizado”, que para la corriente panzerista es la expresión que deja en el campo el “fútbol industrial” o industrializado. Según su teoría, enunciada por ejemplo en “Dinámica de lo impensado”, los que introdujeron las “normas de aparente ordenamiento técnico” europeo fueron aquellos futbolistas rioplatenses que habían participado en el campeonato italiano -durante la primera mitad del siglo XX-, y que ante la amenaza de la guerra mundial habían regresado a su tierra natal. El mítico periodista sostenía que estos jugadores, junto a varios técnicos europeos importados para la ocasión [1], procuraron introducir el modelo europeo como una forma de “seguir trabajando en el fútbol”. Según Dante Panzeri la época feliz del fútbol argentino no había necesitado técnicos, “en la medida de lo que hoy se supone necesario”, pero la dinámica de la “escuela europea” fue asimilada y desde entonces el viejo continente empezó a ser el referente ideológico del fútbol sudamericano en cuanto a “estrategias de juego, tácticas y sistemas de preparación de jugadores”. Entre las dos (selecciones) nacionales rioplatenses, las hormigas son los uruguayos, y las cigarras los argentinos. Gianni Brera. Storia critica del calcio italiano (1975)


El afamado periodista italiano Gianni Brera, que fue considerado en su tiempo como uno de los mejores exponentes de la interpretación crítica de un partido de fútbol, no tenía una buena opinión del balompié argentino. Hay que matizar que sí que la tenía de sus futbolistas, puesto que a algunos les llegó a dedicar preciosas piezas individuales, pero acostumbraba a deplorar su organización como conjunto. En su solvente “Storia critica del calcio italiano” se recoge la base fundamental de aquella desafección, la consideración de que,

Los argentinos eran presuntuosos y se consideraban así mismo superiores a todos, por lo tanto nunca se dignaron a estudiar “un módulo táctico adaptado a sus medios reales”.

pese a jugar un fútbol fantasioso y elegante, la superioridad técnica argentina se veía perennemente lastrada por la “presunción táctica”. Sus lecturas de las tres mayores derrotas albicestes, aquellas dos finales de 1928 y 1930 -perdidas consecutivamente contra Uruguay-, y la catártica primera fase durante el Mundial de 1958 (aka El desas-

tre de Suecia), fueron resumidas en el corpus breriano en un solo concepto: Los argentinos eran presuntuosos y se consideraban así mismo superiores a todos, por lo tanto nunca se dignaron a estudiar “un módulo táctico adaptado a sus medios reales”. A Gianni Brera lo que realmente le emocionaba era la gran Uruguay, la epopeya de un pequeño país, por añadidura pobre y latino, esto es “una Italia en miniatura” -según la descripción del especialista breriano Massimo Raffaeli-, que vence a todos sus rivales gracias a un módulo de juego que resaltaba sus cualidades (astucia, prudencia) y minimizaba sus fragilidades (atleticismo). Un cuento muy en la línea de “Astérix el Galo” y que él, creyéndolo el modelo más compatible con el carácter nacional, se ocupó de teorizar y divulgar bajo el nombre de “difensivismo”, dando lugar a un tipo de obra casi más filosófica que periodística.

Helenio Herrera descartó diciendo que todo era “cuestión de entrenamiento”. Aquella aseveración del técnico fue el inicio de la guerra, y la primera vez que Gianni Brera se encontró con el presidente interista Moratti le espetó que el técnico estaba “diez años rezagado respecto a los italianos” sin tener en cuenta que la “vetusta” propuesta futbolística del entrenador era la misma que había goleado un año antes a las dos principales escuadras milanesas.

Su discurso podía llegar a estar bastante polarizado en todo lo referido al núcleo duro de su tesis “étnicocultural”, pese a haber sido generalmente un profesional riguroso, objetivo y algunas veces hasta autocrítico. A esto se le añade que Italia solía ser terreno abonado para debates dicotómicos, por ejemplo, metodistas contra sistemistas, defensivistas versus ofensivistas o riveristas contra mazzolistas, una especie de marketing del conflicto, que obligaba a verdaderas filigraLa modernidad futbolística o la falta nas para defender la posición. de ella, la determinaba para Gianni Brera la aplicación o no de determi- Así que no puede extrañar que nados sistemas de juego (módulo cuando Gianni Brera comparó el táctico) según las características fútbol de Argentina con el de Urutécnica y étnicas de sus futbolis- guay, los considerase a ambos fitas. Algo así como “el fútbol de losóficamente antagónicos, recurlos pueblos”. Por ejemplo, cuando riendo para ilustrarlo a la fábula de conoció a Helenio Herrera le sugi- la cigarra y la hormiga. Los ururió el uso del catenaccio, entonces guayos fueron presentados como ya practicado por las principales las hacendosas y recolectoras “squadre” italianas, y le expuso su hormigas, es decir, los estudiosos teoría sobre la “deficiente calidad de un modulo; mientras que a los racial” de la estirpe itálica, algo que argentinos les tocó la parte de las Junio 2015 |www.eldoradomagazine.com.co | 27


despreocupadas y despilfarradoras scribió usando términos como el cigarras. Es decir, los que no habían “ruedo”, el “pase”, la “corrida”... estudiado un módulo adecuado. tomados prestados del arte de la tauromaquia. Un tipo de definición La autopsia histórica es otra cosa. que parece sugerir que Gianni BreNo puedo hacer una autopsia con- ra consideraba a la interpretación vencional porque no tengo el cu- sudamericana del fútbol como una erpo, pero tengo fotografías que adaptación del espíritu del toreo. le sacaron al cadáver. Testimonios de unos y otros que dicen cómo lo El episodio que marca el final de mataron”. Dr. Hugo Rodríguez. La este estilo clásico de juego argenBrecha (2012) tino es, según la opinión general, la abultada derrota (6-1) del conjunto nacional argentino, contra el Lo que Gianni Brera sí le reconocía combinado checoslovaco, durante al fútbol sudamericano -y por ex- el Mundial de 1958. Un gran estensión al argentino-, es que des- pecialista como Brian Glanville lo de muy temprano había tenido su llamó “funesto punto de inflexión” propia identidad. A su escuela la y “herida profunda”, además de consideraba una de las tres grandes señalar que supuso que el fútbol culturas futbolísticas, desarrollada argentino renunciase a “sus viejas de modo peculiar, pese a una base tradiciones de espectáculo y arte” humana morfológicamente muy para pasar a hacerse “mucho más similar a la italiana, debido a las destructivo”. La importancia del particulares condiciones climáticas suceso como eje de la transforde los tres países más representa- mación es indiscutible. Lo que sí tivos del modelo: Brasil, Uruguay ofrece mayor discrepancia son las y Argentina. La característica más diversas interpretaciones que a lo definitoria de este juego era el mal- largo de los años ha concitado el abarismo, lo que Brera llamaba tema. Tanto las que aluden a las “bailar fútbol”, y que atribuía a que causas de aquella derrota como las en aquellos países llovía poco y por que se ocupan de los factores solo tanto sus campos de juego rara ciopolíticos que pueden haber invez se enfangaban, mientras que fluido en la elaboración y difusión en Italia las heladas quemaban la de una cierta mitología de la derrohierba del césped y las lluvias en- ta. fangaban el terreno, propiciando un juego menos técnico. Añadía La revista “Educación Física y Dea su descripción un aspecto más, portes”, en su edición de febrero de el sociológico. El espectador su- 2004, afrontó el tema desde la perdamericano exigía a sus futbolis- spectiva de las ciencias sociales. El tas jugar con “virtuosismo”. Algo artículo corría a cargo de Roberto que el periodista transalpino de- Di Giano, quien ha escrito varios 28 | www.eldoradomagazine.com.co | Junio 2015

libros sobre la crisis de identidad de la sociedad argentina, por medio del estudio del modelo de relación entre los medios de comunicación, el deporte y el poder político. Desde el principio de la nota el autor deja clara su hipótesis de trabajo. El análisis del abandono del estilo de juego característico del Río de la Plata no puede separarse del clima cultural de la época en que ocurrió. Tres años antes del episodio sueco el general Perón había sido depuesto por medio de un levantamiento militar. Según Roberto Di Giano los “sectores liberales”, en connivencia con los medios de comunicación, aprovecharon ese momento para organizar “una campaña de desvalorización cultural de lo propio”, a la que contraponían un movimiento “modernizador” y “extranjerizante”. Básicamente, antiperonista. Así que según este enfoque la tradición futbolística habría sido victima de una campaña de desacreditación, a gran escala, que habría incluido a todo tipo de expresiones culturales autóctonas, artistas populares y a aquellas manufacturas nacionales que estaban ligadas a políticas gubernamentales peronistas. Una prueba palpable para Di Giano de que todo el proceso había estado organizado, lo encuentra en la distinta gestión que hizo la prensa del fracaso en el siguiente Mundial. Aunque a Chile ‘62 se acudió con un director técnico europeizado (Lorenzo), más una organización científica que incluía un ejercito de médicos, se


volvió a caer en la primera fase del torneo. Un dato que hace pensar a Roberto Di Giano que el resultado del Mundial de 1958 había sido sobredimensionado por intereses sociopolíticos. Si bien estas conclusiones quizás están minusvalorando el efecto que pudo tener una debacle tan llamativa como un 6 a 1, lo que es indiscutible es que el mito del desastre de Suecia fue organizado alrededor de una serie de suposiciones, que pretendían ubicar las causas de aquellas derrotas ante Alemania Federal y Checoslovaquia. Un resumen de los argumentos más habituales sobre el tema lo podemos encontrar en el libro el “ABC de los Mundiales” (2002) del diario Olé, donde se escribía a cuenta de la dirección técnica de Stábile durante el Mundial que este torneo había sido: “el final de las posiciones fijas, (de) la subestimación del rival y de creer que, si se tenía la pelota, no hacía falta correr”. Esta acotación parece responsabilizar a la preparación del equipo nacional en tres tipos de ámbito: el táctico, el estratégico y el atlético. Aunque algunos críticos de la época, como Borocotó, así como futbolistas del equipo, lo hicieron extensivo al grueso del fútbol argentino.

La cuestión sobre si estas derrotas se debieron a un problema de competencia táctica, estructural en el fútbol argentino, que es lo que parece que plantea la teoría dominante descrita por Olé y otros, es algo que presenta pocos visos de credibilidad. Apenas un año antes de que se disputase el campeonato mundial de 1958, la selección nacional Argentina había vencido brillantemente el Sudamericano de Lima contra la que iba a ser la campeona del mundo. Basta con cotejar los conceptos manejados en el comentario de Olé (ABC de los Mundiales) que habían reseñado la actuación del combinado argentino en el exitoso Sudamericano de 1957, para darnos cuenta de que aquella referencia a un fútbol de “El partido terminó en el primer ti- “posiciones fijas” no cuadra. empo. Y no por el score 3 a 0 sino por la diferencia de planteamiento, Así tenemos que Humberto Bisi individual y colectivo”. Borocotó. (“Anuario futbolístico” 1957), había No es cuestión de hombres. Revista descrito la actuación de los llamaEl Gráfico (1958) dos “Carasucia”, como la mejor que

jamás había realizado un seleccionado argentino en la historia del país. “Equipo perfecto, sincronización admirable”, se podía leer. Además aquel Anuario era un documento que lejos de prestarse a la inmediatez, pretendía recopilar el fútbol realizado desde 1867 hasta 1957. Lo que Humberto Bisi si que reconocía era que habían existido en el país numerosas individualidades superiores a las de aquel conjunto. De hecho, ninguno de sus integrantes le parecía digno aspirante a ocupar el primer puesto en un ranking histórico por posiciones. No obstante, también consideraba que jamás en la historia de los torneos se había ganado “con tanta holgura”. A la hora de describir el juego planteado el autor habla de “entendimiento, movilidad instintiva, temperamento e impecables virtudes técnicas”, así como de “flexibilidad”, lo que casa mal con el argumento de Olé sobre “posiciones fijas”. Paradójicamente lo que estaba destacando era su juego

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como equipo.

O

tro escritor argentino, Alejandro Marti (Las grandes hazañas del deporte, 1971), consideró que aquella performance de 1957 fue “la última representación de un estilo de juego brillante, intuitivo, hábil, goleador, que fue característico de los argentinos antes que el mito de la planificación, el estudio, los esquemas y el trabajo lo invadieran todo”. Sin embargo, a pesar de que aquel equipo acabó venciendo el campeonato “sin dudas, sin reparos”, según definió Humberto Bissi, y con “todo el continente y los propios vencidos reconociendo la indiscutibilidad de la derrota”, aquel seleccionado había despertado muchas suspicacias en Argentina. Incluso después de haberle endosado un 12 a 1 a la primera de Atalanta en un partido de preparación, seguía generando dudas [2]. Néstor Pipo Rossi lo describió diciendo que aquel era un equipo que había aparecido “casi de casualidad”, pero que acabó siendo una apisonadora. A su vez cuando Alejandro Marti quiso dar a conocer a las nuevas generaciones “la mecánica del team”, dibujó un equipo fundamentado “en la habilidad de la mayoría de sus integrantes y en la ausencia de puestos o misiones fijas”. Es decir, otro autor contemporáneo de aquel periodo desacredita la leyenda de que el fútbol argentino hubiese adolecido de ser estático (posiciones fijas). Justamente su

idiosincrasia había sido la contraria. tino Guillermo Stabile, en donde se le interrogaba por el estado del fútAñadía quilates al asunto que los bol nacional. Stábile apuntó a que brasileños, pese a perder por 3 a no creía que existiese una “supe0, habían acudido a ese torneo con rioridad” del fútbol argentino, sino una selección muy relevante. La que los sistemas impuestos por los componían jugadores de primerísi- técnicos “europeizantes” estaban mo orden como el portero Gilmar, estrangulando el juego brasileño. los laterales Djalma y Nilton Santos, el interior Didí, el ya veterano Durante el campeonato de Lima la Zizinho, o los extremos Joel, Gar- selección brasileña, dirigida por rincha y Pepe. El propio Pipo Rossi Osvaldo Brandão, ya había utilizado dijo posteriormente que “al fin de la formación 4-2-4 con la que iba cuentas tenían casi el mismo equi- a conquistar el Mundial. Lo contó Carlos Peucelle, que fue testigo diEs decir, otro autor recto, en un artículo titulado “Táccontemporáneo de aquel tica y estrategia”, un trabajo en el que recogía y ejemplificaba todas periodo desacredita las posibles maneras de jugar. A la leyenda de que el la hora de clarificar porqué dicho fútbol argentino hubiese ordenamiento no había sido tan efectivo como luego resultaría en adolecido de ser estático territorio sueco, Peucelle habló de po que después ganó el Mundial, un mal empleo del sistema. Aquel no eran ningunos mancos”. Quizás 4-2-4 se había ejecutado de manepor eso una buena forma de medir ra estática, con rigidez, que es más la dimensión de aquella hazaña de que posiblemente a lo que se había Lima la podríamos encontrar en los referido Stábile cuando habló en propios titulares que la prensa bra- “Mundo ilustrado” de excesiva dissilera le dedicó al suceso. Así des- ciplina táctica y corsé mental. cubriríamos que la revista brasileña “Manchete Esportiva”, en su núme- Llama la atención que exista una ro 73 (1957), catalogaba el varapa- discrepancia notable entre este artílo sufrido contra Argentina como “o culo y la versión que aportó Gianni maior derrota do futebol brasileiro” Brera sobre el mismo torneo, en su y que su articulista estrella, Nel- “Storia critica del calcio italiano”. son Rodrigues, lo bautizó como “A Según el autor italiano aquella setragédia de Lima”. Otra gaceta del lección brasileña habría afrontado país, la revista “Mundo ilustrado” el campeonato de 1957 utilizando (17-07-1957), les ofreció a sus aún el módulo en WM, lo que él lectores, tres meses después del supuso que fue la principal causa torneo, una entrevista a cuatro pá- de la derrota. Aquí sospechamos ginas con el seleccionador argen- que la defensa ultranza de sus te-

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sis le jugó una mala pasada a Brera, quien seguramente martilleó la información hasta darle una forma homogénea con su propia teoría. El corolario breriano para este episodio es que el Brasil consiguió alcanzar la victoria final gracias al liderazgo del futuro técnico, el oriundi salertiano don Vicente Feola, que habría conseguido implementar un módulo táctico más moderno y apropiado (italianizado), amén de librarse de elementos ya excesivamente gastados como Zizinho. La realidad es que el sistema en 4-24 llevaba años siendo popular en Brasil debido al éxito que le había reportado a sus supuesto creador, el técnico Martim Francisco. Sobre la supuesta “organización” atribuida a Feola, huelga decir que el Napoleón que creyó ver Gianni Brera fue descrito por periodistas argentinos y brasileños como un “gordito bonachón”. La desorganización incluía lo futbolístico. Nosotros no sabíamos nada de nada sobre nuestros rivales. Amadeo Carrizo. El Libro de Oro del Mundial. Clarín (1998) El diario “Olé” en su propuso un canon de causas para entender el fracaso del ‘58. El desglose de su propuesta lo podemos resumir en: 1º) Los ocho años de aislamiento del fútbol mundial; 2º) La emigración de los jóvenes talentos como Sívori, Maschio y Angelillo; 3º) El seleccionador Guillermo Stábile, que solo jugaba torneos su-

damericanos y que según Olé hizo lo de siempre: convocó a veteranos pasados de años y a algunos jóvenes. 4º) La improvisación organizativa y la preparación física inadecuada para aquella competencia. Los primeros que extendieron estas teorías fueron varios de los miembros del plantel del equipo nacional. Uno de los más activos en el turno de réplica fue el portero del equipo, Amadeo Carrizo, que directamente responsabilizó a los técnicos y a los dirigentes, pero que exculpó a los jugadores, puesto que según él simplemente les había tocado “hacer de conejitos de Indias”. Algo similar ha contado Sanfilippo, que acusó al seleccionador de dejarse hacer el equipo por la prensa y también por el Pipo Rossi, aunque matiza que tampoco existía un buen ambiente por las habituales disputas entre la plantilla y el técnico. La anécdota estrella de Sanfilippo, cuando se trata de ilustrar el caós de expedición que había organizado la AFA, es que el dinero para los pasajes de regreso había salido del bolsillo de un amigo suyo, puesto que los directivos se había gastado toda la plata en el escaso tiempo que permanecieron en Europa. Según los diarios y estos jugadores, Stábile era parcialmente responsable de la falta de estrategia, puesto que “no le conocíamos ni el color de la camiseta a los rivales. Ni hablar de cómo jugaban”, según dijo Sanfilippo. El dato es curioso porque Stábile

había sido el espía de la selección italiana campeona del mundo en 1938. Así que aquel hombre que, supuestamente, no se preocupaba por recabar información, había sido escogido por Vittorio Pozzo precisamente para esa función. Además, gracias a una cita contenida en el ABC de los Mundiales, a cuenta de una charla suya con Foni, deducimos que tenía competencias dentro del equipo nacional italiano. Y no solo eso, Stábile también había acudido como observador (espía) al Mundial de 1954 según recoge la revista El Gráfico en un especial dedicado al Mundial (Septiembre de 1977). A su regreso presentó un informe detallado sobre el fútbol observado, analizándolo comparativamente tanto respecto al de otros mundiales, como en relación con el fútbol argentino. Las conclusiones son similares a las que ofrecería tres años después en la revista brasileña “Mundo ilustrado”. El juego estaba siendo excesivamente disciplinado con tácticas y sistemas, lo que él consideraba que no tenía sentido en Argentina por la abundancia de “elementos de extraordinarias condiciones”. La opinión era bastante ricas en matices, porque también alude a defectos característicos del jugador platino (exhibicionismo), aunque se muestra predispuesto a no quitar al jugador la “libertad necesaria para mostrar personalidad y creación”. Según Stábile “lo que se impone es insistir en que tales recursos sean empleados en la proporción justa (...) como un medio para llegar a un

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fin, que es el gol y nunca como fin riodista radiofónico, defendió años exclusivamente”. después al seleccionador, que ya había fallecido, explicando que él El seleccionador por tanto estaba había sido muy consciente de que el muy al tanto de lo que pasaba en equipo de 1958 no estaba en condiel fútbol europeo. Además de aquel ciones de realizar un desempeño viaje de estudio de 1954, el equi- digno. A sus amigos les confesaba po nacional había jugado, tras el en privado su temor a fracasar, pero Mundial de Brasil del ‘50, varios pese a que le fue aconsejado que encuentros tanto en América como abandonase la empresa, se negó. en Europa con países del viejo con- Quizás fuese por puro patriotismo y tinente de fuerte tradición como In- sentido de la responsabilidad, aunglaterra, Irlanda, España, Portugal que Antonio Domínguez también ha o Italia. El intervalo de estos parti- apuntado a que en el contrato que dos va de 1951 a 1954 -aún bajo el técnico tenía con la AFA se esla presidencia de Perón- lo que pecificaba que el que rompiese la empaña el tradicional argumento relación contractual debería indemdel aislacionismo peronista como nizar a la otra parte. Así que Stábile causa del desconocimiento del niv- era además presa de un grillete el del fútbol europeo. económico. Los verdaderos problemas para Stábile comenzaron a raíz del golpe militar de 1955. La AFA fue intervenida políticamente, los clubes depurados (Armando y Liberti) y, según el periodista Antonio Domínguez, se nombró una nefasta comisión técnica, con el presidente de River Enrique Pardo a la cabeza, que empezó a tomar decisiones sobre quien debía acudir a la selección. El último torneo en el que realmente el mítico director técnico pudo confeccionar el plantel a su gusto fue el exitoso Sudamericano de Lima. A partir de ahí llegaron las ventas multimillonarias de los mejores jugadores contra la opinión de Stábile que quería presentar aquel grupo en el Mundial.

Carlos Peucelle escribió una vez que la táctica es el arte que enseña a poner orden y la estrategia el arte de conducir. Lo que sucede es que el jugador de la década de las luces argentina, así como el futbolista “carasucia”, saltaba a la cancha dotado de una serie de atributos, físicos y técnicos [3], que permitían que su “personalidad creadora” prevaleciese frente cualquier sistema. El equipo estaba capacitado no solo para jugar, sino para interpretar al adversario y adaptarse sobre la marcha.

Mientras se permitió a Stábile contar con su equipo de gala, el mismo país que luego iba a ser goleado en Suecia quedó con el arco invicto ante Italia, Brasil y ¡ante la Un amigo suyo, Fioravanti, gran pe- propia Checoslovaquia!, que había 32 | www.eldoradomagazine.com.co | Junio 2015

Carlos Peucelle escribió una vez que la táctica es el arte que enseña a poner orden y la estrategia el arte de conducir. perdido 1-0 en Buenos Aires el 19/08/1956. El desastre de Suecia se empezaría en realidad a fraguar cuando contraviniendo el deseo expreso del seleccionador, se dio permiso al traspaso con dirección a Europa de la tripleta central del equipo campeón en Lima, formada por Maschio, Angelillo y Sivori (los Carasucias) [4]. A partir de este momento el equipo nacional pasó a estar intervenido por la comisión técnica, llegando a ser muy evidente el sesgo de sus decisiones. El equipo campeón fue desmontado de cabo a rabo, y si durante el Sudamericano de Lima la base de la convocatoria la habían formado jugadores de Racing, para las eliminatorias del Mundial pasaron a convocarse jugadores de River, que era el equipo del cual era dirigente el mismísimo líder de la “comisión técnica” don Enrique Pardo. La conclusión que extrae el especialista Antonio Domínguez es que, visto el volumen de negocio que había significado el traspaso de los Carasucias, se organizó una selección “escaparate” para tratar de revalorizar el producto que quedaba. Los jugadores que estaban en el extranjero no fueron citados ni para ese Mundial, ni para el siguiente, porque según Colombo, presidente de la AFA: “En la Argentina tenemos


mejores jugadores que los que hay en Italia” (sic). Suecia en cambio consiguió alcanzar la final del Mundial tras recuperar para la ocasión a los jugadores que militaban en el campeonato transalpino. Nadie nos sugirió la manera en que teníamos que salir a jugar, nadie nos advirtió que los europeos eran veloces. Amadeo Carrizo. Selecciones de Fútbol de Argentina. Revista Siete Días Ilustrados. (1974) La victoriosa selección del Sudamericano de 1957 no llevaba preparador físico. Al llegar a Lima los jugadores se limitaron a repetir los ejercicios que acostumbraban a realizar en sus respectivos clubes, según una anécdota recogida en “Las grandes hazañas del deporte” (1971). Alejandro Marti lo resumió diciendo que hicieron “apenas (algo de) gimnasia, trotes y furibundos picados”. Curiosamente el combinado que acude al Mundial de 1958 si llevaba consigo un prestigioso preparador físico, Jorge Borau, que venía precedido de gran fama por haber sido campeón mundial de basquetbol (1950) con la selección argentina, ejerciendo funciones de coordinador de la preparación física. Además el cuerpo técnico se había reforzado también con la presencia del kinesiólogo (fisioterapeuta) Ildefonso Martínez. A priori esto puede resultar disparatado, puesto que teóricamente la preparación de aquel infausto torneo Mundial, aparentaba ser más

“científica”. A pesar de esto varios autores han confirmado que la forma física del combinado durante el torneo no era la más adecuada. A Brian Glanville, de hecho, le llamó poderosamente la atención que los argentinos pareciesen tan “lentos y obsoletos” jugando contra los checoslovacos. Le resultaba llamativo porque precisamente el combinado checo solía recibir críticas por ser un equipo “con talento pero lento”. Además, aunque el torneo lo ganó un equipo “inmensamente distinguido”, no consideraba que el torneo hubiese sido “una competición brillante”. Lo que significa que él no había entendido que aquel Mundial supusiese, en su conjunto, un salto de calidad respecto al fútbol que habíamos podido ver hasta esa fecha. Cabe además puntualizar que independientemente del estado físico que tuviese el equipo nacional que se presentó en el Mundial de 1958, afirmar que en el fútbol argentino de estilo tradicional “no hacía falta correr” carece de cualquier viso de credibilidad y se puede aportar una ingente cantidad de pruebas que lo demuestran. Sirva como ejemplo una edición de la revista “Racing” del año 1944 en donde el técnico del Corinthians brasileño, João Chiavone, quien tenía amplia experiencia internacional, dijo que “el fútbol que se practica en la Argentina es el más veloz del mundo”. A esto podemos agregar que ya en aquellos años se había consolidado una escuela de preparación física

nacional, que habría de dejar durante las décadas de los 50’ y los 60’ muchos grandes nombres. Sin animo de exhaustividad, citando solo algunos de los casos más relevantes, tenemos a los preparadores Pablo Amándola y Adolfo Mogilevsky, que fueron pioneros en la importación de las novedades que iban apareciendo en el fútbol italiano. Al recordado Jorge Everardo Kistenmacher, brazo armado de Osvaldo Zubeldia en Estudiantes de La Plata. O al doblemente campeón, como preparador físico y como director técnico, José D’Amico. El defensor internacional Pedro Dellacha, que fue un protagonista destacado de la década de los ‘50 y participó en aquel Mundial de Suecia, lo resumió en una entrevista diciendo: “Yo me acuerdo que tuve excelentes preparadores físicos que permanentemente nos hacían entrenar bien”. Una vez leído esto quizás no nos quede más opción que plantearnos si Jean-François Revel tenía razón cuando dijo que la fuerza más importante de las que mueven el mundo es la mentira. [1] Hirschl, Garay, Marinetti, Pascucci o Platko. [2] No las generaba entre todo el mundo, claro. Renato Cesarini, por ejemplo, fue de los que predijo que “con este equipo, allá tienen que matar”. [3] Se citan “conocimiento del juego”, “dominio del balón”, “precisión en el pase”, “ubicación”, “acoplamiento”, “sentido del desprendimiento de la pelota” y “estado atlético”. [4] También se traspasó ese mismo año a Ernesto Grillo y Ernesto Cucchiaroni, con destino a Milan, y a Rogelio Domínguez dirección Madrid. Los tres se encontraron en la final de Copa de Europa de ese mismo año.

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18/06/1990

UN GOL INOLVIDABLE 34 | www.eldoradomagazine.com.co | Junio 2015


SI ERA GOL DE YEPES POR: JUAN MERCADO

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N

o es fácil reconstruir los hechos de aquel confuso quinto día de julio. No es fácil, y mucho menos lo es para quien nada tiene que ver con fútbol. Es el caso de Pablo, hombre de unos 80 años que lleva la vida de cualquier jubilado: lee periódicos para ejercitar la memoria, interviene en asuntos ajenos para sentirse útil y merodea por el barrio para osar de ocupado. La rutina de don Pablo no tiene relación alguna con el fútbol, por eso le costó tanto dar explicación al desierto de aquella mañana en que el sonido del viento arrastrando polvo por las calles era la única señal de vida. Una mañana que parecía ser la mañana después del fin del mundo. *** Aquella quinta mañana de julio, como todas las mañanas, don Pablo se dirigió a la cafetería vecina en busca del periódico. Al dar los primeros pasos fuera de casa, don Pablo notó que la basura que había sacado la noche anterior, y que debió recoger el camión de basura, seguía ahí, sobre el andén. Don Pablo enfureció, pero como no tuvo con quién confrontar, siguió su camino. Diez cuadras después, don Pablo fue consciente de que había pasado frente a la cafetería sin darse cuenta. A su regreso supo la causa del despiste: la fachada blanca y sencilla que caracterizó siempre a la cafetería estaba toda pintarrajada por una ventisca de amarrillo, azul y rojo. Confundido, don Pablo

entró a la cafetería y se disponía a comprar el periódico, cuando notó Don Pablo reconoció el uniforme de al vendedor atrincherado detrás del aquel hombre: era el uniforme de la mostrador y empuñando un sartén empresa de limpieza metropolitana. como defensa, le preguntó: – ¿Por qué no pasó el camión de la – ¿Qué es lo que pasa? basura esta madrugada?– preguntó don Pablo. – Pasa que el país está de fiesta. – Los malditos fanáticos secues*** traron el camión de basura–. No había periódicos. Al parecer hubo un robo masivo de periódicos en la cafetería, como si todos quisieran conservar las noticias. Debía ser una noticia colosal. Don Pablo quiso indagar al respecto pero el vendedor parecía víctima de un trauma posguerra y repetía lo mismo una y otra vez: no hay harina ni huevos. Don Pablo salió a la calle y se detuvo a ver a su alrededor para encontrar respuestas. Pero las preguntas se multiplicaron: ¿Por qué están rotos los semáforos? ¿Quién se atrevió a salpicar las calles enteras con pintura? ¿Por qué no había siquiera un taxi trabajando? ¿Por qué el aliento generalizado de la urbe recordaba al anís? De repente, don Pablo vio cómo un hombre cruzaba la calle sin advertir que estaba a punto de ser atropellado. Finalmente el carro pudo esquivar al hombre y don Pablo corrió para hacerlo entrar en razón.

*** Hay que confesar que don Pablo estuvo al borde del delirio. Y no era para menos: él mismo era la única señal de civilización en aquella ciudad en estado de naturaleza. Pero don Pablo se aferró a su cordura y trató de mantener la misma en el hombre cuasi atropellado. –Buen hombre, por favor, explíqueme qué fue lo que pasó. ¿Por qué no hay semáforos ni bocinas? ¿Por qué hay escasez de harina y huevos? ¿Quién robó los periódicos y el camión de basura? ¿Por qué las calles están inundadas en pintura y huele a que hubo una aguardientiza sin precedentes?– preguntó don Pablo desesperado. El hombre lo miró fijamente a los ojos para asegurarse de no estar ante una pregunta retórica. Y no lo estaba. El hombre, entonces, puso al tanto a don Pablo:

– Seguramente el conductor trató de hacer sonar el pito para apartarme – ¿A caso usted no ve fútbol? ¿No del camino, pero ya no quedan pi- vio el gol de Yepes a Brasil? tos en la ciudad. Todas las bocinas se fundieron– dijo el hombre.

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ONCE QUE NO FUERON CAMPEONES JOSE LUIS CHILAVERT El gran portero goleador, gran capitán de la selección paraguaya. (1991, 1993, 1997) ELIAS FIGUEROA Quizás el mejor jugador chileno de la historia. Todo un kaiser. (1979) ROBERTO AYALA El mejor defensor argentino del nuevo siglo. Capitán. (1995, 1999, 2004, 2007) JUNIOR El lateral izquierdo más creativo de siempre. (1983) SOCRATES El tacón de Dios. Fútbol democrático. (1979, 1983) FALCAO El rey de Roma. Por momentos el heredero de Pelé. (1979) VALDERRAMA La cara de la Colombia fantástica. Número diez. (1987, 1989, 1991, 1993, 1995) MARADONA D10S. (1979, 1987, 1989) PAZ Junto a Francescoli, el único uruguayo Rey de América. (1989) PELE El rey del fútbol, lo ganó casi todo. (1959) SANCHEZ El gran goleador mexicano. Llegó a una final. (1993)

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