La vida instrucciones de uso

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Georges Perec

La vida instrucciones de uso

actividades clínicas y didácticas, el profesor LeBran–Chastel era muy aficionado a la historia de las ciencias, pero acogió a Dinteville con una mezcla de campechanía y escepticismo: no conocía el De structura renum, pero dudaba de que su exhumación pudiera presentar interés alguno: de Galeno a Vesalio y de Barthélemy Eustache a Bowman todo estaba abundantemente publicado, traducido y comentado, y, por si fuera poco, Paolo Ceneri, un bibliotecario de la Facultad de Medicina de Bolonia, donde se conservaban los manuscritos de Malpighi, había publicado, en 1901, una bibliografía de unas cuatrocientas páginas dedicada exclusivamente a los problemas teóricos de la uropoyesis y la uroscopia. Sin duda, como acababa de ocurrirle a él, cabía siempre la posibilidad de dar con textos inéditos y, sin duda, todo el mundo podía proponerse avanzar más en la comprensión de las antiguas teorías médicas y rectificar los asertos, muchas veces rígidos, de los epistemólogos del siglo pasado que, desde lo alto de su positivismo cientifista, habían valorado sólo los enfoques experimentales, barriendo despectivamente todo cuanto a ellos les parecía irracional. Pero lanzarse a aquella investigación era tarea de años, ingrata, difícil, sembrada de obstáculos, y el profesor se preguntaba si el joven médico, poco ducho en la jerga medievizante de las antiguas doctrinas y en las extrañas aberraciones que sus comentaristas les habían prestado a veces, lograría llevarla eficazmente a buen puerto. Con todo, le prometió su ayuda, le dio unas cuantas cartas de presentación para colegas extranjeros y se ofreció para examinar su trabajo antes de apoyar, en caso favorable, su publicación. Animado por aquella primera entrevista, Dinteville se puso manos a la obra, dedicando a su investigación veladas, sábados y domingos, y aprovechando todos los permisos que se podía permitir, sin abandonar demasiado a su clientela, para visitar tal o cual biblioteca extranjera, no sólo en Bolonia, donde no tardó en advertir que más de la mitad de la bibliografía de Paolo Ceneri era errónea, sino en la Bodleian Library de Oxford, en Aarhus, Salamanca, Praga, Dresde, Basilea, etc. Periódicamente informaba al profesor LeBran–Chastel sobre los progresos de su investigación y, de tarde en tarde, le respondía el profesor con cartas lacónicas, en las que parecía seguir dudando del interés que podían ofrecer lo que llamaba los «pequeños hallazgos» de Dinteville. Pero el joven médico no se dejaba abatir por ello: más allá de la complejidad minuciosa de sus investigaciones, cada uno de sus minúsculos descubrimientos —vestigio improbable, orientación dudosa, prueba indecisa— le parecía que venía a insertarse en un proyecto único, global, casi grandioso, y reanudaba sus pesquisas con entusiasmo siempre renovado, yendo a ciegas por los estantes abarrotados de encuadernaciones de pergamino, siguiendo el orden alfabético de alfabetos desaparecidos, subiendo y bajando por pasillos, escaleras, pasarelas atestadas de diarios atados con cuerdas, cajas de archivos, legajos casi enteramente devorados por la polilla. Tardó casi cuatro años en acabar su trabajo: un manuscrito de más de trescientas páginas en el que la edición y la traducción de De structura renum propiamente dicho sólo ocupaba sesenta; el aparato crítico que constituía el resto de la obra comprendía cuarenta páginas de notas y variantes, sesenta de bibliografía de las que la tercera parte eran de erratas relativas al Ceneri y una introducción de casi ciento cincuenta páginas en las que Dinteville describía con un ardor casi novelesco el largo combate de Galeno y Esculapio, mostrando cómo el médico de Pérgamo había deformado, tratando de ridiculizarlas, las teorías atomistas que Esculapio había introducido en Roma tres siglos antes y que sus sucesores, los llamados «metodistas», habían seguido de modo quizá demasiado escolar; pero Galeno, estigmatizando los fundamentos mecanicistas y sofistas de aquel pensamiento en nombre de la experimentación y el sacrosanto

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