La vida instrucciones de uso

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Georges Perec

La vida instrucciones de uso

Debajo de la estampa un velador cubierto con tapete verde sostiene una botella de agua tapada con un vaso y algunas obras esparcidas entre las que se destacan unos cuantos títulos: Desde Raskolniki de Avvakoum hasta la insurrección de Stenka Razine. Contribuciones bibliográficas al estudio del reinado de Alexis I, por Hubert Corneylius, Lille, Imprimerie des Tilleuls, 1954; La Storia dei Romani, de G. de Sanctis (tomo III); Travels in Baltistân, por P.O. Box, Bombay, 1894; Cuando era yo petit rat.78 Recuerdos de infancia y juventud, por María Feodorovna Vychiskava, París 1948; The Miner y los principios del Labour, por Irwin Wall, separata de la revista Les Annales; Beitrage zur feineres Anatomie des menschlichen Ruckenmarks, de Goll, Gante, 1860; Tres números de la revista Rustica; Sobre la esquistosidad piramidal de los alabastros y los yesos, por Otto Lidenbrock, profesor del Johannaeum de Hamburgo y conservador del Museo mineralógico de M. Struve, embajador de Rusia, sacado de los Zeitschrift für Mineralogie und Kristallographie, vol. XII, Suppl. 147; y las Memorias de un numismático, por M. Florent Baillarger, antiguo secretario de Prefectura del Departamento de Alto Marne, Chalindrey, Librairie Le Sommelier, s. f.

Hélène Brodin murió en este cuarto, en mil novecientos cuarenta y siete. Había vivido en él, amedrentada y discreta, cerca de doce años. Tras su muerte, su sobrino François Gratiolet encontró una carta suya en la que contaba cómo había concluido su estancia en América. En la tarde del once de septiembre de 1935, la fue a buscar la policía y la condujo a Jemima Creek para identificar el cadáver de su marido. Antoine Brodin, con el cráneo machacado, estaba tendido boca arriba, abierto de brazos, al fondo de una cantera cenagosa del suelo totalmente enlodado. Los policías le habían puesto un pañuelo verde en la cabeza. Le habían robado el pantalón y las botas, pero todavía llevaba la camisa de finas rayas grises que le había comprado Hélène pocos días antes en San Petersburgo. Hélène no había visto nunca a los asesinos de Antoine; sólo había oído sus voces cuando, dos días antes, declararon tranquilamente a su marido que iban a volver para cargárselo. Pero no le costó nada identificarlos: eran los dos hermanos Ashby, Jeremiah y Ruben, acompañados como de costumbre por Nick Pertusano, un enano vicioso y cruel, que tenía la frente adornada con una mancha indeleble en forma de cruz color ceniza y era su alma pecadora y su víctima. Los Ashby, pese a sus dulces nombres bíblicos, eran unos golfos temidos en toda la región, que asaltaban los saloons y los diner’s, aquellos vagones acondicionados como restaurantes donde se podía comer por unos céntimos, y, desgraciadamente para Hélène, eran los sobrinos del sherif del 78

Petit rat («ratita»), nombre cariñoso que designa a las más jóvenes alumnas de danza. (N.

del T.)

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