La vida instrucciones de uso

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CAPÍTULO XXXV La portería

La señora Claveau estuvo de portera en la casa hasta mil novecientos cincuenta y seis. Era una mujer de estatura mediana, cabello gris y boca delgada, tocada siempre con un pañuelo de color tabaco, vestida siempre (salvo las noches de recepción en que se encargaba del vestuario) con un delantal negro de florecitas azules. Miraba por la limpieza de la escalera con el mismo interés que si hubiera sido suya. Estaba casada con un repartidor de los establecimientos Nicolas33 que recorría París en triciclo, la gorra ladeada chulaponamente, la colilla pegada a la comisura de los labios, y al que, terminada la jornada, se podía ver, después de cambiar la cazadora de cuero beige completamente agrietado por un batín guateado que había recibido de Danglars, echarle una mano a su mujer dando brillo a los dorados del ascensor o una capa de blanco de España al gran espejo del portal, mientras silbaba el éxito del día: La romance de Paris, Ramona, Premier rendez–vous. Tenían un hijo que se llamaba Michel, y era para él para quien la señora Claveau le pedía a Winckler los sellos de los paquetes que le enviaba Smautf dos veces al mes. Michel se mató en un accidente de moto, a los diecinueve años, en 1955, y su muerte prematura no debió de ser ajena a la marcha de sus padres al año siguiente. Se retiraron en el Jura. Morellet fue diciendo mucho tiempo que habían abierto un café que fracasó en seguida porque el tío Claveau se había bebido prácticamente todo el negocio en vez de venderlo, pero fue un rumor que nadie confirmó ni infirmó nunca. Los sustituyó la señora Nochère. Tenía entonces veinticinco años. Acababa de morírsele el marido, un sargento de carrera, que le llevaba quince años. Murió en Argel, no en un atentado, sino a consecuencia de una gastroenteritis debida a una absorción excesiva de trocitos de goma, no de goma de mascar, que no hubiera podido tener un efecto tan nefasto, sino de goma de borrar. En efecto, Henri Nochère era ayudante del subjefe de la oficina 95, o sea la sección «Estadísticas» de la División «Estudios y Proyectos» del Servicio de Efectivos del Estado Mayor General de la X Región Militar. Su tarea, más bien tranquila hasta 1954–1955, se fue haciendo cada vez más preocupante con las primeras movilizaciones de soldados del contingente y Henri Nochère, para calmar su nerviosismo y su agotamiento, empezó a chupar los lapiceros y a mordisquear las gomas, mientras repetía por enésima vez sus interminables sumas. Estas prácticas alimenticias, inofensivas siempre que se mantienen dentro de unos límites razonables, pueden resultar nocivas en caso de abuso, pues los diminutos fragmentos de goma involuntariamente absorbidos provocan ulceraciones y lesiones en 33

Establecimientos Nicolas, dedicados a la venta de vino. (N. del T.)

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