EL ACTO DE REFLEXIÓN ES UNA LUCHA HUMANA Nosipho Twala (Gender At Work y Labour Research Service)
Es un lunes por la mañana en abril. Los árboles están moviéndose con el suave viento, el sol brilla intensamente. Nos dirigimos a la sede de la Sindicato de Docentes de Zambia. Leah me toma de la mano mientras pasamos junto a grupos de maestros que llegan a la sede por diferentes razones. Ella me presenta a sus colegas. Vamos de oficina en oficina saludando y dándoles la mano a todos. Llega un grupo de maestros y solicitan hablar con el organizador. Me conducen a la sala de reuniones, mientras Leah y Simon hablan con el grupo de maestros. Aún hay silencio en la sala de reuniones, en contraste con los zumbidos que acabo de dejar en el área de recepción. La presentadora está preparando la mesa. Me saluda con una cálida sonrisa y me ofrece una taza de café, que acepto con gusto, el aroma seductor del café no permite decir que no. Los miembros del equipo de cambio comienzan a llegar. Herbert, de la provincia del sur, es el primero. Hay risas y júbilo cuando llegan los demás, todos felices de verse. Pongo la música de Tai Chi, iniciamos a hacer los ejercicios, todos sincronizados. Se nota que han estado practicando. Estando a punto de terminar el Tai Chi, dos personas asoman por la puerta y saludan a Leah, Joe y Samuel. “Estos son los ejercicios que Leah nos hizo hacer en otro taller”, dicen. Sentados alrededor de la mesa, a punto de comenzar nuestro registro, de pronto la puerta se abre una vez más. Esta vez, unos maestros están buscando a Samuel. Suspiro y pienso ¿esta reunión comenzará alguna vez? ¿Fue un error celebrar la
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