Diálogo educativo 19

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Revista de publicación mensual del Proyecto Integral de Educación de la Conferencia Episcopal de Bolivia

No. 19 Año 2016

EL CARDENAL JULIO Y SU INMENSO LEGADO DE FE

Este 7 de marzo, el Cardenal Julio Terrazas hubiera cumplido 80 años. En esta edición especial recordamos algunos pasajes de su vida, su pensamiento y su testimonio como servidor de Dios.


Diálogo Educativo La revista Diálogo Educativo es una publicación mensual del Proyecto Educativo Integral de la iglesia Católica, dependiente del Área de Educación de la Coferencia Episcopal de Bolivia.

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Mos. Tito Solari Capellari

Hna. Micaela Princiotto MB

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Eduardo Bowles

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Un hombre de profunda fe Comprometidos con los necesitados Una vida de entrega a Dios

Juan Manuel Ijurko

Marcos Vega

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Marcos Vega

Ramiro Sarmiento

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Wilson Terceros

Consejo Editorial Mons. Tito Solari Hna. Micaela Princiotto Dr. Tito Antonio López Dr. Limbert Ayarde Dr. Ernesto Muñoz

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Recuerdos del Tata Julio Servidor de Todos, su lema Preocupado por la juventud Un gran legado para la Iglesia Su elocuente Teología


editorial Ni oro ni plata Parece mentira que nuestro querido Cardenal Julio ya no está con nosotros. Lo recordamos todos los días. Hemos vivido estos dos meses que han transcurrido desde su partida con nostalgia y mucho más ahora que recordamos los 80 años de su natalicio, motivo muy especial para hacerle un homenaje y repasar su pensamiento, mostrar su largo caminar como Servidor de Todos y su testimonio como hombre de fe. Hoy recuerdo como su fuera ayer cuando celebró su primera misa en Santa Cruz, después de haber sido nombrado como Arzobispo de la Arquidiócesis. Fue en 1991 y frente a una multitud que se había congregado en la plaza principal dijo “Yo no tengo ni oro ni plata, vengo a ofrecer esta vida y quiero donarla a la Iglesia de Santa Cruz” Fue una bella frase tomada de los Hechos de los Apóstoles y refleja muy bien el propósito que lo guió hasta el final de sus días. A poco tiempo, el Cardenal Julio sufrió un infarto tremendo que le daño severamente el corazón. Yo era obispo auxiliar y fui a verlo a la clínica. Me miró a los ojos y con una voz muy débil me dijo que si el Señor quiere, aquí estoy para darle mi vida. Dios quiso que nuestro querido Cardenal viviera muchos años más y que se convierta en un regalo para Santa Cruz y para Bolivia, un don de servicio y de entrega, pues él dio su vida por esta Iglesia, por su pueblo y luchó incansablemente para hacer presente el Reino de Dios en esta tierra. El ha sido una bendición para nuestro país, ha sido el primer cardenal boliviano y yo creo que nuestro Señor está contento de haberlo acogido al lado de los justos, como debemos estar nosotros, felices de seguir este camino.

Mons. Tito Solari C. Arzobispo emérito de Cochabamba Presidente Área de Educación CEB


especial

Paz. Esa era la sensación que te invadía cuando te encontrabas con Julio. Un pequeño intercambio de palabras y tu espíritu sentía el calor de su mensaje. Era un hombre de fe, un hombre de vida.

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UN HOMBRE DE

que trabajó por hacer visible el Reino de Dios

Desde su formación en Vallegrande, “El padre Julio” asumió una opción por los sencillos y los necesitados que marcó su prédica y su vida. Gran parte de su formación se encaminó en ese carisma de vida. La Buena Nueva es un mensaje de esperanza, pero también un mensaje de vida, una necesidad de renovación para la sociedad actual. Julio Cardenal Terrazas ha sido un hombre de fe profunda y comprometida. Desde el púlpito o la catequesis, desde el barrio o en el interior de la mina, la vida era la esencia de su mensaje. En repetidas ocasiones alentaba a “traducir en vida las exigencias de la fe”. Y, para él, no se podía concebir la vivencia de un católico simplón, que no marcase la diferencia, que no mostrase con sus actos la alegría de Cristo resucitado.

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especial Especial atención dedicaba a los jóvenes. A ellos consideraba como los protagonistas de la nueva Iglesia, esa Iglesia activa y comprometida en los espiritual junto a lo social, político y cultural. “Ustedes son portadores de la palabra viva”, remarcaba en sus encuentros al tiempo que les invitaba a transitar el camino del compromiso. “El padre Julio” era reflejo de una fe atrayente más por el testimonio de vida que por palabra. Esta consecuencia entre fe y vida era la fuerza de su compromiso con los sencillos. Una opción por el Dios de la vida y la historia. Era tan común verlo reunido de jóvenes seminaristas indagando sobre sus inquietudes como escucharlo reclamar por los abusos del poder, ya sea en dictadura o en democracia, que atentan contra la dignidad de los bolivianos. El compromiso de vida que caracteriza a Julio Cardenal Terrazas se nutre de la oración profunda. “La oración - expresó en diversos encuentros – es un camino de encuentro y experimentación de la presencia de Dios”. Una oración que lo impulsaba a una búsqueda constante, a un inconformismo con las situaciones establecidas y a un aliento permanente para renovar la vida. La comodidad era uno de sus mayores enemigos. Así lo recuerda también el provincial de los Padres Redentoristas. El padre Christian Fresard recuerda un pasaje de una carta que Julio envió al p. Paulino Rohmer en 1961. En dicha carta, Julio valoraba que “sería un fracaso llegar a ser un sacerdote mediocre”.

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Muchas personas recuerdan al cardenal como una persona de fuerte carácter pero de trato jovial. Exigente y bromista. Como expresa el dicho “lo cortés no quita lo valiente”, la experiencia de fe que trasmitía Julio se identificaba precisamente de esta manera. Irónico, bromista y de gran humor pícaro, de trato amable y cordial, siempre dispuesto a escuchar y colaborar. A la vez, firme y persistente en la labor de ayuda social, comprometido hasta la médula con el mensaje de vida que proclama el Evangelio. Sin medias tintas, sin relativismos. Una entrega intensa. Así proclamaba que debía ser el católico, “un agente de cambio con renovada mente y espíritu”. Trabajó arduamente en la promoción y formación del laicado. Percibía las Comunidades Eclesiales de Base como un eje sustancial de la Iglesia, un espacio natural para la vida en comunidad y en fe, un espacio esencial para la pastoral. La experiencia de fe debe nutrirse del compromiso. La unión entre clero y laicado era un impulso permanente. La formación, la educación de la comunidad católica requirió una parte importante de su energía. Todos estamos llamados para la misión evangelizadora, reclamaba sin cesar. El compromiso católico invita a caminar juntos en búsqueda de una sociedad más amigable. Una vez nombrado Cardenal, fue designado como responsable de la Iglesia católica para alentar el diálogo interreligioso en el continente. Durante varios años ha ejercido como presidente de “Religiones

para la paz”, un movimiento ecuménico que reúne a las distintas religiones monoteístas que se profesan en América Latina. En este espacio de encuentro, el papel del cardenal Terrazas ha servido para unir esfuerzos para combatir la pobreza y la exclusión social a través de la educación. El Cardenal Terrazas era un orador nato. “Cuando estoy delante de muchas gente reunida, me inspiro más fácilmente que cuando estoy delante de la máquina de escribir”. Y sus palabras se llenaban de la fuerza profética que solo una fe convencida puede profesar. Sus prédicas atrapaban la atención de los oyentes. Eran mensajes que llegaban a los corazones de las per-

sonas, que conectaban con los sentimientos. Palabra viva y sencilla, directa, comprensible. Palabra inspiradora y motivadora. Palabras que transmitían la pureza de su fe y contagiaban la paz de su espíritu. A los comunicadores les reclamaba en varias ocasiones su habilidad para acomodar las cosas a sus intereses. Aprovechaba esas oportunidades para pellizcar la comodidad en la que muchos nos encontrábamos. “Seguir el mensaje, el evangelio sin acomodarlo” nos reclama también a nosotros, apartando nuestros intereses para permitir obrar a Dios. Con motivo de la otorgación del título de Doctor Honoris Causa por parte de la facultad de teología de la universidad católica de Tréveris (Alemania), profesor Theis, decano de dicha facultad remarcó: “El cardenal tiene el don de la palabra profética capaz de movilizar al pueblo de Dios. Todos los días se enfrenta con la pobreza y la injusticia, su posición al respecto es clara, solidaridad con los débiles y pequeños basada en el Dios que toma partido claramente por los pobres y marginados”. Dignas palabras para recordar a un hombre de pueblo, un hombre de fe.

Así proclamaba que debía ser el católico, “un agente de cambio con renovada mente y espíritu”. Trabajó arduamente en la promoción y formación del laicado

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especial

UN BOLIVIANO C

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La figura del Cardenal Julio está considerada como una de las más importantes en la historia actual de Bolivia. Para muchos, es el último líder carismático del país. Para todos, refleja la autoridad moral que tanto reclama la población.

COMPROMETIDO con la lucha y el sufrimiento de los más necesitados 7


De sobra es conocida la fuerte personalidad que de Julio Terrazas. Ya sea al frente de la parroquia de Vallegrande impulsando un bloqueo, combatiendo desde su presencia activa las dictaduras militares o resistiendo en el socavón junto a los sufridos mineros, el Padre Julio defendía firmemente sus creencias, sin concesiones, sin descanso. La vida pastoral del cardenal transcurre paralela a la historia social y política de Bolivia. Los acontecimientos más relevantes en los últimos 50 años contaron, de algún modo, con la participación activa de nuestro pastor. Su ejemplo ha sido un signo de vida y esperanza para todos, un signo de coherencia con el Evangelio encarnado. Como parte de este compromiso con su tierra, Terrazas ha sufrido el acoso, la persecución y la agresión de los poderes políticos y militares. Estuvo retenido en la dictadura de Bánzer, García Meza lo acusaba de comunista, y en el marco de los gobiernos democráticos ha sufrido un atentado terrorista en su propia casa. Frente a este panorama, es fácil considerar a Julio Cardenal Terrazas como un actor social incómodo para el poder, sea cual fuere la corriente ideológica que tenga. El espíritu incansable de servicio y compromiso con el pueblo han marcado su quehacer pastoral. Como párroco en su Vallegrande natal impulsó un bloqueo de 4 días para reclamar la inversión necesaria que permitiera a la localidad contar con agua potable. Los problemas de su pueblo eran los problemas de su Iglesia. Y de esta

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forma se puso al frente del reclamo, obligando a una participación directa del comité cívico. Los vallegrandinos recuerdan este momento a través de una simpática anécdota. En medio de un bloqueo de carretera, el carácter jovial de Julio se impuso ante los reclamos y protestas generalizadas. Aprovechó

la presencia de un grupo sinfónico varado en el bloqueo para organizar un improvisado concierto a la luz de las estrellas. Lo que podría ser un foco de tensión y reclamo se convirtió en un espacio de convivencia festiva. Esa era la forma de ser de este vallegrandino universal. Firme en sus determinaciones y cordial en su trato. Amable y dialogante para buscar soluciones, inquebrantable en la defensa de sus principios y terco en favor de los derechos de los desposeídos. Su voz en defensa de la vida y los derechos humanos fue persistente. Presidió el funeral por el asesinado Luis Espinal. Era la época más sangrienta de las continuas dictaduras que se sucedieron. Y ante los ojos vigilantes de las autoridades, no le tembló la voz en el reclamo de justicia y libertad. Firme fue su apología de la democracia a la luz del Evangelio. En alguna ocasión reclamó a los sacerdotes que “se debe


ampliar la acción social más allá de la sacristía”. El compromiso social que ha asumido Cardenal Julio asienta sus bases en la lectura permanente del evangelio y la reflexión constante de la coyuntura. Al asumir como Obispo de la Diócesis de Oruro declaró en su primera homilía “ofrezco hoy mi vida al servicio del hombre que sufre, lucha y busca recobrar su dignidad”. Este coraje en la defensa de las causas sociales le ha convertido en una persona incómoda con el poder. Tanto en dictadura como en democracia la palabra de Julio Terrazas era cuidadosamente observada por las autoridades. El cardenal entendía que una de sus funciones era cuestionar las acciones de los gobiernos cuando estas se alejaban del bien común. Ya en su querida Vallegrande, durante el gobierno dictatorial del general Bánzer, recibía visitas de mandos militares con la orden de grabar sus

homilías para llevarlo preso. En esa época era un cura rojo, comunista, al que se debía silenciar. Fruto de esta persecución, su provincial le pidió considerar un traslado a Chile, con el propósito de calmar la tensión. Él sabía la importancia de su labor y por ello, con franqueza y determinación, decidió permanecer en su misión pastoral “bajo su propia responsabilidad”. Años más tarde, y en otras circunstancias aún sin esclarecer, una bomba estallaba en la puerta de su casa. Con cierta preocupación, pero con un juicio sereno, valoró el hecho como un intento de intimidación, “razón para seguir caminando” en defensa del pueblo necesitado. La educación era la herramienta esencial para asentar la justicia y a democracia. “No puede haber cambio sin educación” repetía constantemente a los seminaristas. Quizá por ello, fortaleció un espacio de

formación humana espiritual y académica allá en Vallegrande. La “Sede” acogió a infinidad de jóvenes vallunos para compartir conversaciones y reflexiones, para formarse y divertirse. De allá han salido numeroso cargos electos que han asumido el destino de la provincia y, en algunos casos, del departamento. Una muestra de la importancia que dedicaba a la formación se destaca con el curso que alentó para los primeros diputados del MAS allá en el 2003. Bajo la dirección del P. Mauricio Bacardit, la pastoral social Cáritas (PASOC) alentó un proceso de capacitación para 15 diputados de dicho partido. Otro rasgo destacado de la figura del Cardenal Terrazas es la cercanía con las personas. Preocupado siempre por las distintas situaciones que sufría el país, no dudaba en sumarse a ellas para buscar una solución de diálogo. Como obispo, ingresó al interior de la mina junto a los mineros en protesta para evitar el cierre de la misma. Allá, Filemón Escobar conoció a Julio. Años más tarde, el minero de raza y sindicato reconocía abiertamente el aprecio a la persona del Cardenal y su enorme contribución para la consolidación de una democracia que valore la justicia social. Hay muchas anécdotas que reflejan el protagónico papel que el Cardenal Julio Terrazas ha jugado en la sociedad nacional. Más allá de estas historia, el ejemplo de liderazgo moral, el compromiso con el pobre y la firmeza en la proclama del bien común son su mejor legado.

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Nace el 7 marzo de 1936 en Vallegrand. Hijo de una humilde familia, su infancia estĂĄ marcada por la cotidianidad de un niĂąo normal. La escuela, los amigos y el apoyo a las actividades de su padre

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La vida de un hombre entregado a


En 1950, con apenas 14 años, viaja a Cochabamba para continuar sus estudios. La invitación fue realizada por el párroco de Vallegrande, quien veía en Julio un joven con una enorme proyección. En 1952, dos años después, se traslada a Chile para ingresar al seminario San Bernardo. Los Padres Redentoristas lo acogen y asumen el compromiso de continuar alimentando la vocación y complementar la educación del inquieto Julio Terrazas Sandoval. Cuatro años más tarde, en 1956 se

traslada a Salta (Argentina) con el propósito de culminar sus estudios de Filosofía y Teología en Valle Allende. En esta época también procesa los votos de obediencia, pobreza y castidad. 29 de julio de 1962 es ordenado sacerdote en una celebración presidida por Monseñor Bernardo Frey. La eucaristía tiene lugar en su natal Vallegrande, cuna que lo vio nacer tanto a la vida humana como a la experiencia de fe. En 1962 obtiene el título de pastoral social en la Universidad EMACAS

de Lille (Francia). La preocupación por una formación constante acompaña al joven sacerdote a lo largo de su vida. Alemania y Roma serán otros lugares en los cuales fortificó su conocimiento de fe y vida. Entre 1968 y 1978 atendió la parroquia de Vallegrande. El compromiso de vida y fe con su pueblo natal siempre ha sido intenso. Al frente de la parroquia, encabezando el comité cívico o asumiendo una labor de apoyo en la educación, trabajó insistentemente para mejorar la calidad de vida de los vallunos.

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15 de abril de 1978, Pablo VI lo nombra obispo titular de Apisa Mayor y auxiliar de La Paz. El acto de consagración episcopal tiene lugar el 8 de junio del mismo año. El Cardenal José Clemente Maurer preside el acto. 23 años después, el joven obispo sucedería al Cardenal Maurer como purpurado, el primer cardenal boliviano. Su actividad pastoral como obispo en la arquidiócesis paceña estuvo marcada por una de las etapas más duras de las dictaduras. El 20 de marzo de 1980 preside el funeral del asesinado Luís Espinal. Una celebración dolorosa pero cargada con la valentía de quienes proclaman la búsqueda de la libertad. 9 enero de 1982 es nombrado obispo titular de la diócesis de Oruro. Monseñor Terrazas profundizó en esta su nueva misión el compromiso por los sencillos y necesitados. Compartió con mineros y campesinos la dureza de la vida en el altiplano. Acrecentó su fe y su compromiso desde la vida. En 1983 es nombrado como delegado nacional para el congreso mundial de vocaciones. Una forma de reconocer su labor permanente de apoyo y respaldo a los jóvenes. En la asamblea general de la Con-

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ferencia Episcopal Boliviana de 1985 es elegido como presidente de los obispos. Por mucho tiempo, Julio Terrazas ha asumido con voz potente y firme la representatividad de la Iglesia boliviana tanto al interior como a nivel mundial. 21 de febrero de 1991 es nombrado arzobispo de santa Cruz de la Sierra. Tras su misión pastoral en Oruro, es asignado como arzobispo de una de las jurisdicciones más

amplias y habitadas de Bolivia. A cargo de la Iglesia cruceña impulsa una nueva experiencia de fe para revitalizar la vida de la Iglesia. Entre 1997 y 2001 encaminó el II sínodo de la arquidiócesis de santa Cruz, un sínodo participativo con especial protagonismo de los jóvenes y las comunidades eclesiales de base. 1992 reunió a la Iglesia continental en la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del


Caribe. Del 12 al 28 de octubre, Santo Domingo, capital de la República Dominicana se convirtió en el centro de reflexión, discusión y expresión de la fe católica en América. Monseñor Julio Terrazas fue parte activa del congreso con la redacción del texto correspondiente a la promoción humana que integró las resoluciones aprobadas en la asamblea. 2001 se abrió con una noticia que llenó de alegría y esperanza a los católicos bolivianos. Juan Pablo II otorgó a Julio Terrazas Sandoval el nombramiento de Cardenal de la Iglesia Católica. El 21 de febrero, la plaza de San Pedro en el Vaticano fue el marco de la incardinación del primer purpurado boliviano. Ya como miembro del colegio cardenalicio, participa en el cónclave para definir la sucesión papal. Entre el 18 y 19 de abril de 2005 fue partícipe de la elección de Joseph Ratzinger como Papa. Benedicto XVI iniciaba una nueva etapa de la Iglesia Católica y un boliviano, Julio Cardenal Terrazas fue protagonista. Al igual que en Santo Domingo, el papel de Cardenal Terrazas en la V conferencia del Episcopado General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe fue central. En esta oca-

sión, el santuario de Aparecida acogió a los católicos de américa latina entre el 13 y el 31 de mayo de 2007. La figura de Julio fue crucial en su papel de portavoz oficial ante los medios de comunicación. Ese mismo años (2007) fue nombrado presidente del departamento de Justicia y solidaridad del CELAM. Una responsabilidad significativa para una persona que se comprometió toda su vida con la justicia social y la predilección por los necesitados. El 12 noviembre de 2010 es reconocido como Doctor Honoris Causa

por parte de la Facultad de teología de la Universidad de Tréveris (Alemania). La renuncia de Benedicto XVI provocó la sorpresa no solo de la Iglesia, sino de la comunidad internacional. Era 2013 y allá viajó nuevamente Cardenal Julio para ser parte de los electores del nuevo Papa. En dos días, 12 y 13 de marzo, el conclave designó a Jorge Mario Bergoglio como nuevo sucesor de Pedro. Francisco I, un amigo íntimo de Julio Terrazas, recibió el mandato de guiar la Iglesia Católica. La salud de Julio Cardenal Terrazas ya estaba mermada cuando Bolivia recibió la visita de Francisco I. Por segunda vez un Papa visitaba el país. Entre el 8 y el 10 de julio de 2015 acogíamos al Papa más cercano y querendón de nuestra Bolivia. Julio recibió a su querido amigo en una sala de la clínica. Físicamente débil, pero con el espíritu firme y fuerte, nos quedará el recuerdo de ese abrazo fraterno entre dos luchadores de la fe. El fallecimiento de Julio Cardenal Terrazas conmocionó a Santa Cruz y al país el 9 de diciembre de 2015. Lentamente, la luz que guio tantas vidas se apagaba. Y hoy, desde el cielo, sigue vigilante a su querido Vallegrande y su amada Bolivia.

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Para los vallegrand

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dinos siempre será

“el padre Julio” Desde su humor hasta su tozudez, Julio terrazas Sandoval fue el reflejo de un vallegrandino de pura cepa. El más universal de los vallegrandinos, siempre ha tenido presente a su pueblo en todos los momentos de su vida. Querendón de su tierra, retornaba a su “poblao” cuantas veces su actividad pastoral se lo permitía. Masicurí, una comunidad de apenas unos 1000 habitantes se convirtió en su refugio espiritual y humano. Sus viajes a la pequeña quinta servían para recargar las energías y encontrarse con sus orígenes. Masicurí fortalecía la fe, la misión y la vida de Cardenal Julio.

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Vallegrande significa para Julio Terrazas algo profundo. Son las raíces íntimas de su familia, allá están los primeros pasos de su vocación. En Vallegrande sufrió las penurias de la post guerra del Chaco. Vivió en carne propia la pobreza de esa época La rutina allá es la misma que mantuvo durante gran parte de su vida. Despertarse temprano para realizar una caminata de unos 30 minutos. Un espacio de encuentro y oración que frecuentaba hacerlo solo. Tras el desayuno, acudía al arzobispado . El almuerzo tiene un sentido especial para el Cardenal. Siempre gustó de compartir este espacio de forma fraterna. La conversación durante el almuerzo era fluida y variada. Tan jugosa como los platos que se servían. Su paladar vallegrandino gustaba de las delicias culinarias típicas. Su debilidad era el picante mixto con garbanzos. También compartía gustoso un enrollado y un buen escabeche. Otro momento clave en la rutina del Padre Julio era el encuentro después de cenar. En este espacio reunía a los colaboradores más cercanos. Alex Coca, un postervallense que compartió 8 años en la casa del cardenal, recuerda con un brillo en los ojos esas noches de

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convivencia. “Si el tiempo era bueno, en el patio de la casa, nos reuníamos. Siempre nos preguntaba cosas de nuestro día. ¿Cómo nos había ido la jornada? Escuchaba atento. También nos pedía opiniones sobre temas de coyuntura” recuerda Alex. Pero estos espacios nutrían una intimidad

propia de la vida en comunidad. “En ocasiones, el Padre nos hablaba de él. A veces con añoranza nos contaba sus anécdotas. Otras se vacía frente a nosotros en referencia a alguna situación conflictiva que había pasado”. Coca consideraba estos momentos como de limpieza interior. Antes de dormir, cada uno se retiraba con una llamita de esperanza prendida para el día siguiente. Vallegrande significa para Julio Terrazas algo profundo. Son las raíces íntimas de su familia, allá están los primeros pasos de su vocación. En Vallegrande sufrió las penurias de la post guerra del Chaco. Vivió en carne propia la pobreza de esa época. Todo ello, le permitió comprender la vida. Le marcó profundamente en su misión pastoral. El párroco le invitó a continuar sus estudios en Cochabamba. Consiguió una beca para que pudiera viajar tranquilo. Apenas tenía 14 años pero ya se veía un joven inquieto y exigente consigo mismo,


un joven que quería más, que no se conformaba. Para el Cardenal Julio, el estudio y la formación suponen una exigencia del ser humano. Como párroco de Vallegrande impulsó el trabajo en la “sede”, un espacio parroquial dotado de acogida que reunía a los jóvenes de la provincia. La sede contaba con biblioteca, sala de estudio, dormitorios y espacios de en-

tretenimiento. Allá, el padre Julio se reunía con los jóvenes para animarlos a crecer. Los jóvenes siempre han jugado un papel importante en la visión de Iglesia y sociedad que pregona. Desde la “sede” trataba de forjar a los jóvenes que asumirían roles importantes en la vida de la región y, porque no, el país. A varios de ellos les colaboró con becas de estudio en universidades

de la capital cruceña. La educación, repetía, es la herramienta que cambia el mundo. Vallegrande supone la esencia misma del Cardenal. Cuenta Alex Coca una anécdota de un viaje en auto hacia Vallegrande. Dos seminaristas compartían el vehículo con el Padre Julio. Al acercarse a la zona, uno de los seminaristas observó la cantidad de burros que se veían en los patios de las casas. Al fiel estilo valluno, raudo respondió Julio: “aquí los usamos para la carga, no como allá en tu ciudad que los ponen de autoridades”. El hogar era otro elemento significativo en la vida del cardenal. Si bien la casa estaba abierta para recibir visitas de toda índole, la consigna era tratar a todos los asistentes con amabilidad. Debían ser buenos anfitriones y cuidar, atentos, cada detalle. Eso sí, el jardín siempre recibía la mirada cuidadosa del Padre Julio. Con sus tijeras de podar, trataba de relajarse manteniendo el cuidadoso jardín. Quizá una de las partes más desconocidas de la vida de Cardenal Julio es su entorno familiar. Por decisión propia, mantuvo a su familia siempre a resguardo de las cosas de la Iglesia cumpliendo el mandato del derecho canónico.

Para el Cardenal Julio, el estudio y la formación suponen una exigencia del ser humano

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SERVIDOR DE

el lema que se hizo realidad en el pueblo y en la Iglesia Monseñor Sergio Gualberti, arzobispo de Santa Cruz, recuerda la figura del Cardenal Terrazas como un modelo de valentía. Gualberti, sucesor de Julio al frente de la Iglesia cruceña ha sido uno de sus colaboradores más cercanos

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“Servidor de todos” es el lema que eligió al inicio de su etapa como Cardenal. Su vida, resalta monseñor, fue un ejemplo fiel de ese sello. Al cumplir 50 años de sacerdocio, resumía su labor pastoral con un discreto “procuré hacerlo siempre sirviendo a todos, lejanos y cercanos”, reflejo de una humanidad y humildad que caracterizaban su persona. Sergio Gualberti lo recuerda como un cristiano, padre y pastor ejem-


TODOS, plar, una figura que nos debe inspirar para seguir como ejemplo en el camino de la vida. Desde muy joven, en su querido Vallegrande, tomó una decisión de carácter: optó por jugarse la vida por Dios y en su causa, el Reino. Ese compromiso lo llenó de hambre y sed de justicia, un sentimiento de amor de Dios que contagiaba a su alrededor. Al dejar su pueblo natal y su familia tenía claro que su camino se trazaba por medio del servicio fiel y la entrega. La presencia viva de Dios a través de su Palabra alimentó su ministerio. Esa fuerza de la Palabra la transmitía en sus enérgicas prédicas. Sus homilías se tornaban en palabras proféticas, palabras de denuncia contra lo que era contrario al

“obedecer a Dios antes que a los hombres”

plan de Dios. La meditación nutría su prédica, siempre teniendo presente a “los sin voz”. Por eso, fue blanco de injustos ataques; aunque nunca claudicó en ese camino de “obedecer a Dios antes que a los hombres”. La energía vital y la meditación se convirtieron en un equilibro fundamental para el Cardenal Julio. Durante toda su vida se dedicó a la formación humana y teológica. Sus estudios de orientaron en la pastoral social. Fue un misionero entusiasta en el anuncio del Evangelio. Su pasión y palabra convincente nacían del corazón, de una experiencia vital de Dios. Para Gualberti, otro rasgo destacado de la personalidad del “Padre Julio” se centra en la fortaleza es-

piritual. En la homilía de su funeral, Monseñor Sergio comparaba la vida del Cardenal con un “doloroso Vía Crucis por la enfermedad, por las incomprensiones, por los ataques injustos”. Ante las situaciones más adversas, buscaba la serenidad necesaria para continuar cumpliendo la voluntad de Dios. Servidor de la Iglesia, Servidor fiel de Dios. ¿Cuántos desvelos y esfuerzos ha puesto para que la iglesia fuera fidedigna semilla del Reino de Dios?, se cuestiona Monseñor Sergio. Al frente de la Conferencia Episcopal Boliviana guío con tesón y agudeza a la Iglesia ante los rápidos cambios sociales, culturales y políticos que acontecían. También fue parte activa del trabajo de la Iglesia en América Latina.

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Participó en las conferencias de Santo Domingo y Aparecida e impulsó el consejo de líderes religiosos por la paz. En cada ámbito de acción, Julio participaba con un testimonio vivo de su vocación como hombre de paz. En las diversas diócesis que trabajó, especialmente en el arzobispado de Santa Cruz, buscó siempre la unidad y viva comunión ante un mundo dividido y enfrentado. El II Sínodo Arquidiocesano de Santa Cruz cumple ese cometido de reflexión y orientación que perseguía para la Iglesia. Las líneas pastorales construidas en el sínodo siguen hoy trazando la senda de la Iglesia cruceña. Con especial esmero preparaba los tiempos litúrgicos y las festividades religiosas. Semana Santa, Corpus Christi o la festividad de la Virgen de Cotoca significaban momentos de regocijo, momentos especiales para “evidenciar el gran valor de la piedad popular como privilegiado espacio de evangelización”. La vocación de servicio lo llevó a ser un protagonista de la Iglesia y la sociedad boliviana. Su predilección por los jóvenes y los laicos, por rejuvenecer una Iglesia boliviana, lo llevó a impulsar la formación permanente de laicos. Eran innumerables los encuentros con jóvenes, espacios para transmitir vitalidad y rejuvenecer la fe. Siempre un gesto amable y una sonrisa franca. Más allá del cansancio o del agotamiento, Cardenal Terrazas irradiaba esa pasión de un servidor de Dios. Y entre sus “preferidos”, los seminaristas recibían una atención per-

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sonalizada. Las vocaciones religiosas y sacerdotales eran un tema constante de charla. El “padre Julio” quería estar cerca de los seminaristas, gustaba animar las vo-

caciones y cultivar el fortalecimiento de la fe. La construcción del nuevo Seminario Mayor San Lorenzo propone un espacio de formación y convivencia, un espacio


para descubrir el camino de servicio al Señor. La relación con los seminaristas y personas consagradas pone de manifiesto su “espíritu auténtico Padre y Pastor”. Servidor del hombre, comprometido con la sociedad. Si bien su labor pastoral en la Iglesia era abundante, el compromiso de fe y vida lo convirtió en un referente de nuestra sociedad. Gozaba de una “perspicacia y sabiduría única para discernir los signos de los tiempos”, reseña Gualberti, para descubrir en ellos los designios de Dios en los acontecimientos de la historia. Fue combativo con las dictaduras, criticó las acciones inoportunas de los gobiernos en democracia. Su posición en defensa de la dignidad y los valores humanos le empujaba nacía de la enseñanza del Evangelio para guiar a la sociedad según el plan de Dios. Siempre dispuesto

para levantar la voz acallada de los pobres y marginados, los convocó para que sean “sujetos de su historia y de su liberación. El “padre Julio” respondía con coraje ante las injusticias propias de una sociedad excluyente. La franqueza en su forma de ser se reflejaba en su mirada limpia y su palabra directa. Frente a la injusticia no había dobleces. La prédica del Cardenal orientaba las conciencias desde el Evangelio. Quizá por esta apuesta por la dignidad, fue objeto de amenazas y ataques que perseguían acallarlo. Más de un gobernante le “invitó” a mantenerse en la sacristía encerrado atendiendo los asuntos de Iglesia. Pero él no se calló, porque en él pudo más la fuerza y el valor del Dios de la vida y de la verdad. Insistía una y otra vez: “Hay que obedecer a Dios antes que a los

hombres”. Al finalizar, Monseñor Sergio Gualberti insiste en la importancia de mantener vivo el espíritu de servicio y entrega que caracterizó la vida de Julio Terrazas. “Hagamos nuestro su testimonio y compromiso”, concluye

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El Tata Julio y su preocupaci贸n por los ideales juveniles

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A mediados de los años sesenta llega a esta ciudad un joven sacerdote vallegrandino de la congregación de los Redentoristas y, con gran carisma, se gana inmediatamente la confianza y cariño de los jóvenes con quienes conversaba animadamente, dando vueltas en la plaza principal, como se acostumbraba en esos años, o echándole un chapuzón en el río de la Colina de Guadalupe.

LOS GRUPOS JUVENILES EN ACCIÓN El grupo de autoridades, dirigentes cívicos, directores de instituciones, se encontraban pescando en unos cajones del río Masicurí mientras en la playa, unos lugareños conversaban plácidamente alrededor de Mons. Julio Terrazas y le hacían notar que los que en ese momento pescaban, en sus tiempos de colegiales fueron miembros de los Grupos Juveniles de Acción, fundada y dirigida por él y que les había en-

señado muchas cosas. En ese preciso momento logran atrapar cinco dorados de muy buen tamaño lo que motiva a los que pescaban que surja de sus vallegrandinas bocas en expresión de júbilo ajos, &!!! cebollas y otros sapos que retumbaron en los cinchos… Los cumpas que estaban con el Padre Julio miraron asombrados a nuestro Obispo y al momento les dijo: “¡Hasta ahí ya no llegaron mis enseñanzas!”.

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A mediados de los años sesenta llega a esta ciudad un joven sacerdote vallegrandino de la congregación de los Redentoristas y, con gran carisma, se gana inmediatamente la confianza y cariño de los jóvenes con quienes conversaba animadamente, dando vueltas en la plaza principal, como se acostumbraba en esos años, o echándole un chapuzón en el río de la Colina de Guadalupe. En el quiosco de la plaza, al anochecer, nos juntábamos para contar chiste de todos los sabores y colores, pero también nos inducía a hacer análisis de nuestra realidad, nuestros ideales y nuestra región. Reflexionábamos de las necesidades que tenía el pueblo. Poco a poco, el grupo de chicas y chicos iba creciendo y decide, junto con la parroquia, alquilar una casa en la calle Escalante y Mendoza n° 100, donde se funda Los Grupos Juveniles de Acción. Nuestras reuniones se hacen más formales y organizadas, se eligen

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directivas y se asignan responsabilidades. Se crea una sala de estudio equipada con su biblioteca, donde se alienta las lecturas organizadas para jóvenes. También cuenta con otros ambientes para los buenos y malos guitarreros, para los de buen oído o desorejados, o los románticos que de tanto hacerlos tocar ya tenían delgaditos los discos de vinil de la época en especial de Los iracundos o de protesta como Piero. Una cocina y su comedor para los cafeteros. Y un dormitorio para quien decide dedicarse en pleno a nosotros como asesor, Padre Julio. Se empiezan a realizar proyectos que estén en nuestras posibilidades y a ejecutarlos (construcción de baños en el colegio Caballero y en el Liceo Isabel Villegas). También se apoya a los proyectos que se ejecutaban en la ciudad como el alcantarillado y el enlosetado de las cuadras que rodean, la plaza, así como las luchas cívicas por la dotación del sistema de agua de Palmarito y Tacazos. En el bloqueo de Mataral, donde los jóvenes tuvimos un papel muy importante como de vigilancia y participación en las reuniones de nuestros líderes con las autoridades departamentales. Al aprobarse el proyecto, se participa en los trabajos del camino hacia las tomas de agua junto con todo el pueblo. Realizábamos campeonatos para visitar las diferentes comunidades: Pucará, La Higuera, Pampillas, La Ceja, Alto Seco, Plan de Citanos, Masicurí y otros, donde conversábamos con los vecinos para conocer de su propia experiencia sus vivencias, sus necesidades, sus sueños.


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En cada uno de esos pagos, el Padre Julio celebraba una misa con un mensaje de unidad y fortaleza hacía ellos y de reflexión hacia nosotros. Se organizaban eventos como incentivo a nuestra cultura, a la música y al teatro. Bajo la dirección de nuestro asesor, entre otras, presentamos la famosa obra “Los Estandartes del Rey” de A. Costa Du Rels que había sido un éxito por más de un año en Europa. En el deporte, ni qué decir, conformamos las ligas de básquet y fútbol que se reunían en nuestra sede. En plena época de la guerrilla encabezada por el Ché, Vallegrande se encontraba en un estricto estado de sitio. Fuimos objeto de un asalto en nuestra Sede por un numeroso contingente fuertemente armado del ejército cuando nos encontrábamos reunidos organizando nuestras actividades destinadas especial-

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mente a la preparación de las tareas y exámenes del colegio. La respuesta del pueblo fue inmediata. Cientos de pobladores llenaron la Sede e hicieron salir del recinto a los atropelladores. Fueron especialmente las mujeres, mamás, hermanas y otras vecinas, quienes a punta de gritos, con llantos y golpeando las paredes lograron su objetivo. ¿Cuál fue la explicación de los militares?, que en la Sede se impartía formación comunista para las guerrilas. El Padre Julio nos decía que no había mensaje más revolucionario es la palabra de Jesús en el Evangelio. Cabe resaltar el gran apoyo y confianza que tenían nuestros padres en nuestra institución juvenil. Como se notará, en la Sede recibíamos una formación integral. Eso nos comprometía a volver, luego de completar la formación profe-

sional, a dedicar nuestra vida a la mejora de las condiciones de nuestro querido pueblo. Varios lo hicimos, y ocupamos puestos muy importantes como autoridades, en el Comité Cívico, como responsables de instituciones, en Ong´s, como docentes, médicos, abogados, etc… Y, consecuentes con el compromiso juvenil, se dedican a la búsqueda de continuar con el legado de unidad y entrega que dejó cimentado el Padre Julio en un Comité Cívico fortalecido con sus laboriosos subcomités de barrio y de cantones. Así se forma la Mesa redonda para el desarrollo de Vallegrande liderado por autoridades locales de la época que fueron aquellos componentes de los Grupos Juveniles de Acción, conjuntamente con los residentes vallegrandinos en todo el país y las autoridades y representantes nacionales de esos tiempos.


ción, en la vertebración caminera, etc. Y Los grupos Juveniles de Acción se fue poco a poco langudeciendo hasta convertir su sede en una residencia y pensión para los jóvenes de escasos recursos. En sus ambientes se desarrollan talleres, conferencias y otros eventos de diversas organizaciones, instituciones y colegios de Vallegrande. Es muy importante, cierto, pero no lo que sigue necesitando a gritos nuestra comunidad: formar nuevos líderes, con nuevos ideales, con nuevos ideales y un fuerte compromiso. Un gran reto para todos.

El Padre Julio nos decía que no había mensaje más revolucionario es la palabra de Jesús en el Evangelio. A través de sus “mandatos” se logra hacer realidad muchos de los anhelos del pueblo: puente sobre el Estrecho de Santa Rosa, tanque para almacenar medio millón de litros de agua, el mercado campesino, el edificio ENTEL, la creación y funcionamiento del tecnológico dependiente de la UAGRM, construcción del complejo deportivo Don Rafael Mendoza, ampliación de las redes de agua y alcantarillado, sistema de agua para Tucumancillo, Torre Huaico o Lagunillas, mejora de los caminos hacia el sur, etc. Esta Mesa Redonda sirvió de ejemplo en dife-

rentes lugares del país donde fuimos invitados a explicar la experiencia. La ley de participación popular aprobada después tiene mucha similitud con nuestra organización, las OTBs son lo que eran nuestros subcomités y otras instancias. Actualmente los jóvenes encuentran muchos lugares donde pueden, con facilidad, al alcoholismo, la drogadicción. Bueno, hasta en sus propias casas, en programas, en las novelas y propagandas de televisión destinadas al sexo y que derivan en la pornografía. Sin embargo no hay, salvo iglesias y colegios, lugares para la reflexión. Vallegrande ya cuenta con mejoras muy importantes, quizás ya no sea como lo que cantábamos: “…pueblo mío que estás en la colina/tendido como un viejo que se muere…” Sin embargo falta bastante especialmente en la educación, en la salud, en los sistemas de produc-

Prof. Gustavo Chávez T. Profesor de Matemáticas y Física (Colegio Simón Bolívar La Paz) Dirigente Sindical, Concejal, Alcalde, Subperfecto, Director Distrital de Educación en Vallegrande.

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El gran legado que deja el Cardenal a la

Iglesia

LA IGLESIA como comunidad, comunión y en unidad. Tres características de la Iglesia que fueron la divisa de su ministerio frente a un mundo enfrentado y dividido. Por carácter, Julio Terrazas infundía confianza, cercanía, acogida y se desvelaba por todos aquellos que vivían situaciones difíciles. Su casa, en todos los lugares donde

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El obispo auxiliar de Santa Cruz, monseñor Braulio Saez considera al Cardenal Terrazas como un pastor y Obispo, guía espiritual, hermano mayor y amigo entrañable. Resume en cinco palabras la figura del primer purpurado boliviano.

ejerció su ministerio de Pastor (La Paz, Oruro, Santa Cruz) era lugar de encuentro y hasta refugio en tantos momentos de persecución que se dieron en el país. Hombre de diálogo y de comunión, alguien con quien se podía uno sincerar sin ser traicionado. El modelo de la Iglesia que él quiso animar e impulsar fue siempre la de una Iglesia Sinodal, una Iglesia que se pone en camino, juntos, que planifica, que vive y que ejecuta los proyectos no individualmente sino comunitariamente. Y siempre y todos en comunión con el pastor, como diría San Agustín, todo con el obispo, nada sin el obispo.

LAS VOCACIONES. Hablar de vocaciones es hablar de algo esencial en la vocación de todo cristiano, la santidad de vida. En la persona del Cardenal Julio tenía una relevancia particular: la “vocación al servicio de la Iglesia”, La preocupación por las vocaciones de los seminaristas en orden al sacerdocio diocesano y también a la vida religiosa. Y es que hoy la Iglesia, en los actuales momentos que nos toca vivir necesita pastores y guías creíbles, coherentes, seguros y santos que guíen y orienten a nuestro pueblo. Si a alguna cosa dedicó sueños y desvelos fue la atención, siempre pronta, a los sacerdotes y a los seminaristas.


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El ejemplo de nuestro querido amigo y Pastor, el Cardenal Julio Terrazas, deben ser un estímulo a tantos jóvenes buscadores de ideales altos a emplear la vida por la causa del Señor y por el Reino que él quiso instaurar en nuestra querida patria Bolivia y en particular acá en Santa Cruz de la Sierra. LOS POBRES. No es sólo una opción de la Iglesia de América Latina, es la opción que hizo Jesús cuando inició su vida púbica para anunciar el Reino. Tal es así que nos dicen los Evangelios que “se le conmovían las entrañas al ver al pueblo como ovejas sin pastor”.

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Por eso fue una opción clara y firme que animó todo el actuar pastoral del Cardenal Julio. Hay palabras como justicia, solidaridad, conciencia social, derechos humanos, libertad que fueron divisas, no solo para hablar de ellas, a fin de que fueran palabras sino para luchar por ellas, a fin de que fueran palabras que se iban haciendo vida y realidad en nuestro país. La realidad de la pobreza fue uno de los temas más habituales de su predicación, pero no solo de la pobreza material, sino de la pobreza moral y espiritual, la falta de ideales, de objetivos de futuro. Una de las cosas que más fustigó el Cardenal

en sus homilías fue la falta de proyectos de país quedándose solo en proyectos de partido que responde a momentos históricos. DIOS DE LA VIDA. Una expresión que la tenía a flor de piel porque la llevaba clavada y esculpida en su corazón. Hay muchas maneras de vivir la fe y la vida. El Cardenal Julio, desde muy joven, optó por seguir a Dios en un estilo muy particular como religioso Redentorista, misionero y sacerdote al servicio de los que buscan a Dios. Dedicó toda su vida a la causa de Dios que no es otra causa que la vida, y defender la vida es defender


los valores humanos y la justicia. Frente a tantos signos de muerte que se daban y se siguen dando en nuestro país no podía ser indiferente ante las injusticias, la violación de los derechos humanos, la explotación de tantos hermanos que viven cada día junto a nosotros. Sabemos que todo esto le trajo muchas persecuciones y sinsabores. Hoy él goza de esa vida en plenitud por la que tanto luchó. JESUCRISTO BUEN PASTOR. No podía ser menos, porque cuando decimos y pronunciamos este nombre, no es alguien abstracto. Nos referimos a Jesús de Nazaret, que no sólo fue su modelo como lo puede ser y lo es para tantos cristianos, fue el ideal de su vida. Tanto es así que al igual que tantos discípulos a lo largo de los siglos, lo siguió y quiso hacer suya la Misión del Buen Pastor que da la vida por las ovejas. Esta imagen de pastor, puedo asegurarles, por experiencia propia, que fue una de las características más importantes que yo he sacado de tantos años de vivir junto al Cardenal Julio. El Papa Francisco nos dice cómo tiene que ser el pastor que está en nombre de Cristo, “está delante de las ovejas para guiarlas, está en medio del rebaño, para empujar, animar y fortalecer y hasta para cargar sobre sus hombros a quienes están heridos”. Esta es la descripción cabal del que fue nuestro Pastor. No es fácil hacer presentes tantas experiencias vividas con el Cardenal, y que a medida que pasan los días de la partida surgen nuevos recuerdos y se extraña más su palabra y su presencia.

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P. Ariel Beramendi Julio Cardenal Terrazas no dejó grandes textos escritos o grandes publicaciones de teología; su teología pensada y actuada en lo cotidiano y esto permitió dejarnos un legado importante a través del testimonio vivido como un pastor cercano a su realidad. Recordando los días de su agonía y de su paso de esta vida a la Eternidad no podemos ignorar las grandes y masivas expresiones de cariño de un pueblo que despedía a su pastor. Seguramente su memoria permanecerá viva porque será transmitida de generación en generación. Entre los pocos textos escritos que dejó uno de estos es el libro que tuve la suerte de escribir con él: “Coloquios con el Cardenal Julio Terrazas”. Este pequeño libro entrevista nació gracias a que en una conversación me atreví a sondear y a proponer al Cardenal Julio la redacción de un libro que reco-

Cardenal Terrazas y su elocuente teología 32


giera varias de sus entrevistas y En efecto Julio Terraque sobre todo él se dejara indagar zas, con los años, culsobre aspectos más personales para tivó el don de la plasmarlos en un libro; meses antes (noviembre 2010) se había publi- elocuencia que lo hará cado el libro entrevista “La luz mundo” en el que Benedicto XVI recordar también como un gran comunicador. respondía libremente a las preguntas que planteaba el entrevistador; así que el Cardenal Julio, que no amaba las entrevistas periodísticas, nos de sus colaboradores, aun así aceptó el reto. hubo instancias gobernativas que criticaron vehementemente su lecEsta pequeña obra testimonia la tura de la realidad. personalidad y el pensamiento de uno de los pastores más amados del Cuando le pregunté sobre su testapueblo boliviano; sin embargo, mento espiritual y cómo quisiera antes que el libro viera la luz, fue que la gente lo recordar, me confesó revisado por él mismo y por algu- que tenía cierta dificultad para es-

cribir pensando en el futuro y me confió que desde muy joven se dio cuenta que tenía un “don” que tenía que cultivar. «Saqué buena nota en literatura y sin estudiar mucho; estaba en el seminario de los Redentoristas en Chile, entonces el profesor de literatura me encomendó decir algunas palabras de saludo a los ex alumnos del Seminario y así lo hice; mi profesor vio que tenía facilidad para la oratoria y me dijo “tiene que cultivar eso, ese será su instrumento de trabajo como misionero Redentorista” y sirvió no sólo como misionero Redentorista sino durante el servicio como sacerdote, como Obispo y finalmente en el servicio Cardenalicio» me contó.

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En efecto Julio Terrazas, con los años, cultivó el don de la elocuencia que lo hará recordar también como un gran comunicador. Las grandes homilías y predicaciones desde un altar fueron uno de sus instrumentos más potentes para llevar adelante el profetismo que lo caracterizó. Sin embargo, no se trataba de reflexiones improvisadas, es decir que Terrazas aprendió a discernir los signos de los tiempos, ayudado por el estudio de la Palabra de Dios, la crítica de la realidad y el diálogo con sus agentes de pastoral y sacerdotes con los que se reunía semanalmente al calor del Evangelio dominical -. Había en él una

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pastor ha aportado, no sólo a la Iglesia Latinoamericana, sino a la Iglesia Universal. Si bien, el lenguaje oral es tan distinto al escrito, todo este acervo podría ser contextualizado en los distintos momentos sociales e históricos que le tocó vivir como arzobispo y como presidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia. Sus palabras, por tanto, no representaban su postura persoGracias al trabajo de sus colabora- nal sino la respuesta del episcopado dores las homilías del Cardenal boliviano. Julio Terrazas han quedado registradas en diversos formatos (audio, La memoria de Cardenal Julio Tetextos y videos), es un material que rrazas aún están muy vivas entre debería ser recolectado y clasifi- nosotros. No dejemos pasar mucho cado para sistematizar el profundo tiempo para ofrecerlas y facilitarlas pensamiento teológico que este a las próximas generaciones. curiosidad innata de comprender la cultura y los códigos de las nuevas generaciones expresadas a través del arte popular y los movimientos urbanos; así este pastor era capaz de traducir el mensaje del Evangelio en el lenguaje de la gente, recogiendo las frustraciones y las esperanzas del Pueblo de Dios al que pastoreaba.


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Julio Terrazas Sandoval fue el primer cardenal boliviano. Fue obispo de la Di贸cesis de Oruro y tambi茅n fue el arzobispo de Santa Cruz de la Sierra. Fue un firme defensor de los derechos humanos frente a diferentes gobiernos de facto y tambi茅n luch贸 por mejores condiciones de vida para la gente, la defensa de la libertad y la democracia.

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Realizó sus estudios básicos y parte de sus estudios secundarios en Vallegrande. Posteriormente ingresó en el seminario de los padres redentoristas en Chile. En 1956 realizó su noviciado en la provincia de Salta, Argentina y en 1957 pronunció su profesión religiosa. En este año comenzó sus estudios de Filosofía y Teología en el Instituto San Alfonso de los padres Redentoristas de Córdoba (Argentina).

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Fue ordenado sacerdote en Vallegrande el 29 de julio del año 1962 por el obispo Mons. Bernardo Leonardo Fey Schneider y más tarde continuó con sus estudios universitarios, donde se trasladó a Lille en Francia para obtener el título de Pastoral Social. En 1973 fue designado como delegado de la Congregación de los Redentoristas en Roma.

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El 15 de abril de 1978, el papa Pablo VI lo nombró Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de La Paz y recibió el Sacramento del orden por el cardenal José Clemente Maurer el 8 de junio del mismo año. Juan Pablo II lo nombró el 9 de enero del año 1982, nuevo Obispo de la Diócesis de Oruro y en 1991 fue nombrado Arzobispo de Santa Cruz. En 2001, el Papa Juan Pablo II lo nombró Cardenal.

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