4039c

Page 1


ÍNDICE

La visión general, Lorenzo Meyer, 15 El hilo conductor: cambio y resistencia, 15 El contexto amplio. Del mundo bipolar al mundo unipolar, 17 El México del neopopulismo y la crisis estructural, 23 Fin de un modelo económico, efectos sociales y aceleración de ritmo del cambio político, 26 La tecnocracia, última etapa del régimen posrevolucionario, 28 El cierre del ciclo histórico, 31

Introducción, Ilán Bizberg, 35 El voto que cuajó tarde, Samuel I. del Villar, 49 La legitimidad revolucionaria, 49 Disolución de la legitimidad revolucionaria, 51 La Revolución y la legalidad electoral, 52 Las leyes electorales de 1918, 1946 y 1951, 53 Representación legislativa, 53 Los par tidos y el par tido, 54 La autoridad electoral, 55 Echeverría, “arriba y adelante”, 56 López Por tillo, “administración de la abundancia”, 59 De la Madrid: renovación moral y fraude, 65 Salinas: la ilegitimidad, 71 Zedillo, el blindaje, 83 La transformación del presidencialismo en México, Rogelio Hernández Rodríguez, 89

Estabilidad e instituciones, 89 La desacralización del poder, 94 El liderazgo de la elite política, 97 La personalización del poder presidencial, 101 Los efectos del pluralismo, 106 Los cambios estructurales, 108 La autocontención presidencial, 111

9


UNA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO: ACTORES

Consideraciones finales, 113 Índice de tablas, 116 Gustavo Díaz Ordaz: el colapso del milagro mexicano, Soledad Loaeza, 117 Los tiempos difíciles de Gustavo Díaz Ordaz y el México del milagro, 120 América Latina en la guerra fría, 122 La guerra fría en América Latina, 124 Un milagro de papier maché, 126 Fracturas mexicanas, 129 La Alianza para el Progreso y el fallido reformismo diazordacista, 130 La continuidad de la política económica, 132 Los dilemas de la política exterior, 134 La reorganización de las izquierdas mexicanas, 139 El tiempo de las adver tencias, 143 La fatalidad del movimiento estudiantil de 1968, 146 Gustavo Díaz Ordaz y los universitarios, 147 El verano de 1968: el costo de la simulación, 150 Conclusiones, 154 Las relaciones entre los empresarios y el Estado, Carlos Alba, 157 Introducción, 157 Las fuentes del conflicto después de la Revolución de 1910-1917, 158 La industrialización por sustitución de impor taciones y el inter vencionismo del Estado, 162 El Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, 165 Los conflictos entre el Estado y los empresarios a par tir del inter vencionismo de los años setenta, 167 Las posturas de las organizaciones empresariales frente al Estado, 171 La par ticipación de los empresarios en el cambio de orientación económica, 174 La controversia sobre la reforma fiscal, 176 Los empresarios y su par ticipación política par tidaria, 180 La par ticipación de los empresarios en los pactos económicos, 184 Los empresarios y las empresas ante el Tratado de Libre Comercio de América del Nor te, 186 Los grandes empresarios y sus vínculos con el expresidente Carlos Salinas, 190 Las preferencias políticas de los empresarios en 1994, 192 El desempeño de los empresarios en los cargos públicos, 193 Las nuevas formas de negociación y de presión de los empresarios con el gobierno, 195 Conclusiones, 196 Actores no estatales y la apertura comercial, Blanca Torres, 201 Introducción, 201 Actores no estatales y la política comercial antes de 1970, 202 La búsqueda de la diversificación, 203 El intento fallido de ingreso al GATT, 204 Del gradualismo a la aper tura unilateral amplia, 208

10


ÍNDICE

Las negociaciones del TLCAN, 213 El Tratado de Libre Comercio México-Unión Europea, 220 Conclusiones, 223 Religiosidad, creencias e Iglesias en la época de la transición democrática, Roberto J. Blancarte, 225 Introducción, 225 La Iglesia hegemónica frente a la Revolución mexicana, 230 La Iglesia mexicana durante los años sesenta, 233 El inicio de la crisis, 238 La Iglesia católica y el movimiento del 68, 241 El impacto de Medellín en México, 245 El reformismo eclesial y la agitación social, 245 El fin de los gobiernos revolucionarios, 251 El apoyo a la política social del régimen contra la oligarquía, 254 La política de población (y control demográfico) como punto de discordia, 255 La polémica alrededor de los libros de texto gratuitos, 257 Las luchas internas en la Iglesia católica, 259 La reforma política y la lucha por la democracia, 266 El papa Juan Pablo II y su visita a México, 267 El regreso de la Iglesia a la escena pública, 270 La Iglesia católica y la década perdida, 273 El “caso” y el “efecto” Chihuahua, 278 Modernización de las relaciones Estado-Iglesias, 280 El nuevo papel de las Iglesias, 283 Las reformas legales de 1992 en materia religiosa, 285 La Iglesia y el Estado después de las reformas, 288 Narcotraficantes, soldados y sacerdotes, 289 Las elecciones de 2000 y el proyecto eclesiástico, 292 Índice de figuras y tablas, 299 Los pueblos indígenas: entre la comunidad corporativa y el pluralismo, 1968-2001, Enrique Guerra Manzo, 305 La política indigenista y las “regiones de refugio”, 316 Los movimientos indígenas, 326 La rebelión indígena en Chiapas, 338 Comentarios finales, 357 Índice de figuras, mapas y tablas, 359 Las organizaciones solidarias en México, Gustavo Verduzco Igartúa, 367 De 1940 al inicio de los años sesenta, 370 Los años sesenta, 371 Los años setenta, 372

11


UNA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO: ACTORES

Movimientos sociales, 373 Los años ochenta, 374 Otros movimientos sociales, 376 Beneficencia privada, 377 Iniciativa privada, 377 Los años noventa, 378 1994, un año clave, 380 Algunos casos de cogestión, 382 Las dimensiones del sector no lucrativo, 385 Los ingresos del sector no lucrativo, 388 Las fuentes de financiamiento del sector, 388 Las apor taciones monetarias al sector no lucrativo por par te de los ciudadanos, 389 El trabajo voluntario en el sector no lucrativo, 390 El sector no lucrativo según el último censo económico, 395 El sector no lucrativo sujeto a una dinámica cambiante, 396 Un sector diferenciado, 396 Otra modalidad mexicana, 397 Las organizaciones y los movimientos sociales, un vaso comunicante, 398 Las actuaciones del sector en la historia contemporánea, 398 Reflexiones finales, 399 Índice de tablas, 401 Los medios de comunicación masiva en México 1968-2000, Enrique E. Sánchez Ruiz, 403 Introducción, 403 La “modernización mediática”, en preparación para el 68 (hacia los juegos olímpicos), 406 El 2 de octubre en los medios, 408 Los años setenta: el inter vencionismo mediático estatal, 411 Reforma política y derecho a la información: en busca de la cuadratura del círculo, 416 La prensa: en busca del lector perdido, 419 “Te pago para que me pegues”, 420 Radio comercial de gobierno, concentración en la radio comercial, 421 Los años ochenta: el inicio del neoliberalismo, 422 Las elecciones de 1988 y los medios, 426 De 1988 a 2000: los medios y el libre comercio, 429 A la sombra del TLCAN, 433 Crisis de película, 434 Hacia la guerra de la televisoras, 440 Colofón, 447 Índice de figuras y tablas, 448 Del libro a la pantalla: la cultura mexicana del siglo XX hacia el XXI, Sergio González Rodríguez, 455

12


ÍNDICE

Notas, 493 Bibliografía general, 555 Nota editorial para los apéndices, 569 Tabla I. Fechas de creación de organismos y organizaciones de diversa naturaleza en México (obreras, patronales e instituciones públicas) en materia comercial, 570 Tabla II. Los cien empresarios más impor tantes de México en 2000, 571-74 Tabla III. Principales organizaciones sociales y ciudadanas de las últimas dos décadas por estado, 575-87 Tabla IV. Población en México y sus principales características demográficas, 1970-2004, 588 Tabla V. Educación en México por nivel escolar, 1970-2004, 589 Tabla VI. Estructura de las impor taciones de México, 1970-2002, 590 Tabla VII. Estructura de las expor taciones totales de México, 1970-2002, 591 Tabla VIII. Resultados electorales, 1970-2003, 592-93 Tabla IX. Par tidos políticos más importantes, 1970-2000, 594 Tabla X. Índices de alfabetismo-analfabetismo en México, 1970-2003, 595-96 Tabla XI. Principales producciones cinematográficas del “nuevo cine mexicano”, 1990-2000, 597 Tabla XII. Pluralismo religioso en México, 1970-2000, 598 Documento 1. Car ta Pastoral sobre el Desarrollo e Integración de Nuestra Patria (1968) (fragmento), 599 Documento 2. Epístola de Ricardo Margáin Zozaya (fragmento), 600 Tabla XIII. Cuadro sintético del contenido de las siete reformas electorales de México, 1973-1996, 601 Documento 3. Reforma constitucional en materia religiosa de 1992, 602-03 Tabla XIV. Artículos constitucionales reformados en materia religiosa (comparativo), 604-09 Documento 4. Ley Federal del Trabajo sobre la limitación de la par ticipación de la Iglesia en el ámbito de acción social , político y laboral (agosto de 1931) (fragmento), 610 Documento 5. Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes, 1991, 611-13 Documento 6. Ar tículo 27 constitucional (reforma de 1992), 614-15 Documento 7. Los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, 1996 (fragmento), 616-17 Tabla XV. Clasificaciones de la diversidad étnica y lingüística de México, 618-624 Tabla XVI. Desplazados de las zonas de Los Altos y nor te de Chiapas, 1995-1997, 625-26 Tabla XVII. Población total, población de 5 años y más, población HLI y su proporción, 1930-1995, 627 Tabla XVIII. Indicadores socioeconómicos de los pueblos indígenas, 2000, 628-29 Tabla XIX. Recursos asignados para el desarrollo de la cultura, 1989-2000, 630 Tabla XX. Producción cinematográfica. Largometrajes y cortometrajes producidos, 1989-2000, 631 Tabla XXI. Bibliotecas, 1989-2000, 631 Tabla XXII. Periódicos y papel cultural, 632 Figura 1. Diarios, 1994, 633 Figura 2. Consumo de papel cultural, 633

13


UNA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO: ACTORES

Tabla XXIII. Libros en bibliotecas públicas, 634 Tabla XXIV. Artes escénicas, 634 Tabla XXV. Nuevas tecnologías, 635 Cronología: marco histórico contemporáneo, Macario Schettino, 637 Índice analítico, 659 Referencias de los colaboradores, 701

14


INTRODUCCIÓN Ilán Bizberg

N

o cabe duda de que los últimos treinta y cinco años han sido de grandes cambios y transformaciones para el país. Bajo la perspectiva que guía esta Historia contemporánea de México, en este segundo tomo se analiza la contribución de los principales actores políticos, económicos y sociales para forjar estos cambios. Este volumen parte de la idea de que las mutaciones que sufrieron la economía, la sociedad y las instituciones políticas no sólo fueron efecto de los grandes movimientos internacionales, como la globalización y la ola democratizadora que influyó en la mayor parte de los países latinoamericanos y de otras regiones del mundo, o de modificaciones en las estructuras que conforman nuestra nación, sino que fueron, sobre todo, la consecuencia directa de la acción de los actores internos. Durante buena parte del siglo XX, la presidencia de la República fue el actor predominante de una vida política, social y económica muy concentrada en el Estado y en el régimen político autoritario mexicano. No obstante, a diferencia de otras épocas, en las que los demás actores sociales y políticos estaban subordinados a este actor cardinal del régimen político mexicano, en los últimos treinta años del siglo XX pudimos ver cómo surgían nuevos actores y cobraban importancia otros que no habían tenido una influencia notoria en el pasado reciente. En efecto, las Iglesias, los indígenas, las organizaciones no gubernamentales, los medios de comunicación masiva, los creadores culturales e incluso los empresarios (que estuvieron estrechamente subordinados al Estado durante todo el periodo de crecimiento económico protegido), se convirtieron en actores económicos y políticos cruciales gracias a la apertura económica y política que, en gran medida, ellos mismos propiciaron. Es posible que el lector se extrañe de que en este tomo no estén incluidos dos actores centrales del sistema político mexicano: las organizaciones populares —como sindicatos y organizaciones campesinas— y los partidos políticos. Esto se debe a que, en el caso mexicano, las organizaciones sindicales y campesinas han sido agentes subordinados al régimen político más que actores del cambio. Esto significó que no transformaron el régimen, sino más bien sufrieron su desgaste. Es por ello que se incluyeron en el primer tomo de esta Historia, en el que se analiza el declive de la capacidad de control corporativo de las organizaciones sociales. La situación de los partidos políticos es un tanto distinta, puesto que han sido los actores fundamentales para explicar el cambio de régimen político; por tal razón se examinan en forma abundante en el primer tomo, cuando se estudia la importancia creciente que han adquirido las elecciones para desmontar el régimen autoritario. De ellos se volverá a hablar en el tercer volumen, dedicado a analizar el papel de los partidos en el entramado institucional del país. Este segundo tomo inicia con tres capítulos en los que se hace una revisión del gobierno, centrándose en la presidencia. Esto es válido en tanto que la presidencia fue el eje del régi-

35


UNA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO: ACTORES

men político durante buena parte del siglo XX, al grado de que en muchos textos se le llegó a confundir con el propio régimen político mexicano. Varios libros contribuyeron a esta caracterización, entre los cuales podemos citar El sistema político mexicano, de Daniel Cosío Villegas, y La democracia en México, de Pablo González Casanova. En ambos se hacía un estudio fenomenológico más que analítico, es decir, describían más que analizaban el fenómeno de la concentración de poder en el presidente y su capacidad para influir en la totalidad de la vida política y económica del país. Y aunque así parecía ser y en muchos casos lo era en efecto, hay que considerar que el presidente no tomaba sus decisiones en el vacío y que debía examinar diversos factores externos e internos, económicos y de poder, que ejercían una presión indudable sobre el gobierno. Lo que sí resulta claro es que el presidente tenía amplias atribuciones. En primer lugar, porque el Estado era el principal árbitro político en el régimen autoritario posrevolucionario y el agente central de desarrollo de un modelo económico basado en una fuerte inter vención y regulación estatal. Por estas razones, el presidente tenía la capacidad de resolver los grandes problemas políticos y distribuir los recursos económicos que generaba la acción estatal y la recaudación de impuestos. Por otra parte, era el jefe del ejército y el líder del partido político hegemónico, mediante el cual controlaba a los gobernadores, al congreso y al poder judicial. Además, tenía la facultad absoluta de nombrar a sus secretarios de Estado, al procurador general de la República, a los miembros de la Suprema Corte de Justicia, al gobernador del Banco de México, así como al regente de la capital del país. Muchos de estos poderes eran metaconstitucionales, es decir, existían de facto aunque en la Constitución estuvieran plasmadas otras reglas. A partir de esta circunstancia, la historia de estos treinta años puede narrarse desde la perspectiva del declive de este actor principal del escenario político del país en el siglo XX. El presidencialismo empezó a declinar a la par de la descomposición del antiguo régimen. Al mismo tiempo surgían los nuevos actores. Pero si bien el ocaso del régimen puede narrarse casi de manera lineal, arguyendo el desgaste del corporativismo y el poder financiero del Estado, así como el surgimiento de los partidos de oposición, no es así en el caso del debilitamiento de la presidencia y el auge de los actores que llenaron el vacío dejado por este hecho: el declive de la presidencia y el fortalecimiento de los actores alternativos se produce por un proceso discontinuo. A las tres presidencias “imperiales” (como llamó Enrique Krauze a las encabezadas por Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo) les siguió una presidencia débil (De la Madrid), una muy fuerte (Salinas) y una aún más débil que la de De la Madrid (Zedillo). Por otra parte, a pesar de que hay un proceso de desarrollo de nuevos actores políticos y sociales, éstos cobran fuerza por hechos históricos más o menos fortuitos. Los empresarios emergen decididamente a la palestra política luego de la expropiación de la banca en 1982. La Iglesia se fortalece con las reformas que se instituyen “desde arriba” en 1992. El actor indígena neozapatista surge con el ocaso del movimiento campesino organizado, que se hizo evidente tras la aceptación pasiva de la reforma al artículo 27 constitucional que en 1992 puso fin a la reforma agraria por parte de la Confederación Nacional Campesina (CNC) y cuando el campo chiapaneco fue arrinconado por la drástica caída del precio del café a principios de la década de los noventa. La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el primero de enero de 1994, le ofreció al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el contexto simbólico clave para emerger como movimiento social y político. Por último, las organizaciones no gubernamen-

36


INTRODUCCIÓN

tales (ONG) se vieron fortalecidas en forma notable ante la incapacidad que mostró el gobierno frente a los sismos de septiembre de 1985 y ante los riesgos que significaron los comicios de 1994, después del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de la República. Los primeros tres capítulos del presente volumen estudian, pues, al actor presidencial. En el primer capítulo, “El voto que cuajó tarde”, Samuel del Villar llevó a cabo algo más que un análisis jurídico del proceso electoral del último tercio del siglo XX: hizo una cuidadosa disección de los esfuerzos de cada una de las últimas cinco presidencias del antiguo régimen por inyectar legitimidad al ejercicio de su poder mediante reformas a un sistema electoral que, por su naturaleza, no estaba diseñado para ser la fuente inicial y sustantiva de la legitimidad política, sino apenas un instrumento más para perpetuar el dominio priísta sobre el gobierno y el Estado. Si bien desde el inicio del sistema político al que dio origen la Revolución mexicana, las elecciones fueron formas sin mucho contenido, las presidencias que comprenden de Luis Echeverría a Ernesto Zedillo, desgastaron tanto las otras fuentes de legitimidad —las surgidas del crecimiento y desarrollo económicos y de una política social relativamente redistributiva— que las reformas electorales de esos cinco presidentes nunca lograron sustituir de manera adecuada la legitimidad que se perdió al diluirse con celeridad el nexo que heredaron del ejercicio del poder priísta con el espíritu de la Revolución de 1910. Y no lo lograron a pesar de que pretendieron conjugar esas reformas con tercermundismos, visitas papales, “administración de la abundancia”, “renovación moral”, “concertacesiones” con una parte de la oposición para neutralizar la otra, “liberalismo social” o blindajes artificiales de la economía. El voto real, el “sufragio efectivo” finalmente cuajó el 2 de julio de 2000, pero cuajó demasiado tarde para salvar el régimen priísta y, en cambio, sir vió para abrir una nueva etapa en la historia política de México, etapa en que el autor vislumbra la posibilidad de un nuevo problema con la legitimidad: que habiéndose ganado ésta democráticamente, pudiera volver a perderse por errores presidenciales en su ejercicio, pero ésa ya será otra historia. En el segundo capítulo, Rogelio Hernández analiza el poder presidencial desde el interior de su propia acción. El autor describe cómo el presidencialismo mexicano empezó a desdibujarse desde una posición prácticamente hegemónica ejercida a través del Partido Revolucionario Institucional. Su argumento principal es que las atribuciones presidenciales no venían de sus facultades institucionales, sino más bien de la falta de pluralismo político. Esto significó que fuera inevitable la decadencia del poder presidencial con la liberalización política. El creciente pluralismo político tuvo como efecto el incremento del poder de la oposición en el congreso y en los gobiernos estatales, lo cual no sucedió sino hasta fines de los años ochenta para revertirse coyunturalmente en 1991, cuando el PRI recuperó la mayoría absoluta de la cámara de diputados. Pero éste no fue el único proceso que afectó al poder presidencial. El autor describe cómo, a partir de los años setenta, comenzaron a acumularse cada vez más demandas sobre la presidencia, lo que hizo que ésta fuera cada vez menos eficaz para resolverlas, y se desacralizara su autoridad. Este proceso, surgido a raíz del auge de la guerrilla y de la política de Echeverría hacia los movimientos sindicales y campesinos, propició que los empresarios comenzaran a hablar de la falta de autoridad del presidente, algo que sólo los grupos de oposición habían osado hacer con anterioridad, lo cual significó que para uno de los grupos medulares del anti-

37


UNA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO: ACTORES

guo régimen el eje de la política mexicana se había vuelto inoperante. Esta evolución fue aún más radical después de la nacionalización de la banca en 1982, luego de un sexenio que se caracterizó por el acercamiento de la presidencia al sector empresarial. Como consecuencia, el sector privado se sumó en forma definitiva a los reclamos por la restricción del poder presidencial y la democratización de la vida pública en el país. La presidencia también se debilitó por el hecho de que hasta los años setenta el presidente era el líder de una elite gobernante más o menos homogénea. Con la aparición de los llamados “tecnócratas”, la elite se dividió entre éstos y los políticos tradicionales, mientras que el presidente se vinculó más o menos estrechamente con alguna de estas camarillas, lo cual se reflejó en la inestabilidad creciente de los gabinetes. Por otra parte, la personalización extrema del poder durante el gobierno de Salinas, la concentración en su persona de la legitimidad que le otorgaba el programa Solidaridad —que canalizaba la mayor parte de la política social— terminó por recargar de demandas a la presidencia y, al final, por debilitar la figura presidencial una vez que cambió el personaje que ocupaba el cargo. A todo ello se añadieron, según Hernández, las restricciones estructurales al poder de la presidencia que acompañan la democratización del régimen político. Éstas se hicieron presentes cuando el PRI perdió la mayoría del congreso, en 1997, y fue suprimido su control sobre los gobernadores de oposición. Esta situación se acentúa aún más en el gobierno actual, pues el partido del presidente Fox es clara minoría en las dos cámaras del parlamento y en el concierto de los gobernadores. A estas limitaciones se añaden las modificaciones efectuadas por los últimos dos presidentes, del PRI y del Partido Acción Nacional (PAN): el fortalecimiento del poder judicial mediante la creación de la judicatura y la elevación de la Suprema Corte de Justicia al rango de corte constitucional, la creciente autonomía del Banco de México, la facultad otorgada al poder legislativo para inter venir en la designación de algunos miembros del gabinete, la transformación del gobierno de la ciudad de México de regencia (nominada por el presidente) a un puesto de elección popular directo. De esta manera, el sistema político mexicano actual ya no está centrado en la presidencia sino que el poder está repartido entre distintos actores. El texto de Soledad Loaeza se centra en la presidencia de Díaz Ordaz —marcada por la represión del movimiento estudiantil, momento que fijamos para comenzar nuestra Historia contemporánea— para estudiar otro aspecto de la figura presidencial: más que analizar la presidencia desde la perspectiva de sus límites estructurales y de funcionamiento interno, la autora presenta la manera en que los actores internacionales y nacionales limitan la presidencia mexicana. Postula una hipótesis heterodoxa y provocadora, que se resume en la idea de que incluso el gobierno de Díaz Ordaz, que siempre se ha considerado como el que cierra el ciclo de la presidencia fuerte, estaba restringido. Así, en este apartado se explica cómo el contexto externo e interno de la presidencia llevó al Estado mexicano al uso de la violencia indiscriminada cuando siempre la había utilizado de manera selectiva. Loaeza describe el contexto internacional en el que se ubicaba el México de los años sesenta, caracterizado por la intensificación de la guerra fría, expresada por la construcción del Muro de Berlín, el alineamiento de Cuba al imperio soviético, la crisis de los misiles y el recrudecimiento de la guerra de Vietnam. En América Latina, esta situación polarizó las posturas políticas en el interior de los países y legitimó el ascenso de la vía revolucionaria, lo que a su vez dio pie a la presencia cada vez más generalizada de gobiernos militares en la región. A este respec-

38


INTRODUCCIÓN

to, nuestro país fue una clara excepción, porque existían instrumentos institucionales eficaces para resolver las diferencias y los conflictos. No obstante, los movimientos sindicales y agrarios de 1958-1959 y después los conflictos médicos y estudiantiles de mediados de los sesenta, demostraban que los mecanismos de control y legitimidad habían sufrido un evidente desgaste. La autora propone que el gobierno de Díaz Ordaz no tenía la capacidad para detener el deterioro del consenso vigente ni la aptitud para crear uno nuevo. Para entender esto hay que recordar que la estabilidad del régimen político mexicano no se basaba sólo en el control del sistema electoral y de las organizaciones sociales corporativas, sino que se fundamentaba de manera importante en la legitimidad que emanaba del “milagro mexicano”. Éste se sustentaba en el crecimiento de la economía, al que estaban aparejados el crecimiento demográfico y urbano, la expansión de las clases medias, el mejoramiento de los índices de educación y salud, entre otros. También contribuía a la estabilidad, la capacidad del gobierno para controlar a sus militares y mantener una relativa autonomía en política exterior respecto de Estados Unidos. Loaeza describe cómo todos estos elementos se debilitaron hacia mediados de la década de los sesenta. La agudización de la guerra fría hacía cada vez más difícil mantener la autonomía relativa de la política exterior, mientras que la persistencia de la pobreza en el campo y en las colonias marginadas de las ciudades hacía evidentes las fallas del “milagro mexicano”. Otra fuente de “restricciones” para el gobierno de Díaz Ordaz fue la irrupción de nuevos actores políticos en la lucha por el poder, en especial la izquierda. Este sector se reorganizó modificando el escenario político nacional, puesto que no sólo involucró a la izquierda tradicional, sino también a sectores del propio PRI. Además, la nueva izquierda dejó de creer en la Revolución mexicana como etapa de la construcción del socialismo en México, en la medida en que tenía ante sí una revolución que consideraba más auténtica: la cubana. Esto implicó que algunos sectores de izquierda que estaban en el PRI o que lo acompañaban se alejaran del partido y que otra parte de la izquierda se radicalizara al simpatizar con la idea de la vía armada. Ambos hechos modificaron de manera considerable el clima político para el gobierno de Díaz Ordaz. Finalmente, los conflictos a los que se enfrentó el gobierno de Díaz Ordaz se originaron sobre todo en las clases medias, un sector que no estaba encuadrado por el sistema corporativo que aseguraba la estabilidad del régimen. Los movimientos de este sector fueron más difíciles de encauzar por los canales que el régimen utilizaba de manera tradicional. Según Loaeza, todos estos elementos se combinaron en 1968, agravándose con la extensión a nivel nacional de la movilización estudiantil y la inminencia de las olimpiadas, que debían ser el escaparate para mostrar ante el mundo al México moderno y que acabó por exhibir la terrible cara de Tlatelolco. De esta manera, el poder que estaba tan concentrado en la presidencia se desplazó hacia otros actores e instituciones.* Uno de los principales actores que emergerán son los empresarios, que dejarán de subordinarse a un régimen político autoritario dominado por un Estado que actuaba como principal agente de desarrollo y que establecía las reglas del juego en un sistema económico cerrado y regulado. Los empresarios se convertirán en actores decisivos en un sistema económico abierto y desregulado pero, como podrá verse en los respectivos apartados * En el presente volumen estudiamos a los actores en los que recae un mayor poder político a raíz de la pérdida de la trascendencia del presidente. En el siguiente volumen completaremos la perspectiva analizando las instituciones.

39


UNA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO: ACTORES

de Carlos Alba Vega y Blanca Torres, no sólo llegarán a ser actores económicos importantes, sino que a raíz de la creciente inter vención económica del Estado durante el sexenio de Echeverría (que de hecho había comenzado a inquietar a los empresarios desde el sexenio de López Mateos), la suspensión de la práctica de consultas previas del gobierno con ellos, la nacionalización agraria de finales del gobierno echeverrista y, sobre todo, la nacionalización (o expropiación) de la banca a finales del sexenio de López Portillo, verán la necesidad de convertirse en un factor real de poder que llega a su clímax en las elecciones de 2000. En el capítulo de Carlos Alba pueden distinguirse con claridad dos momentos de este proceso de cambio de actitud de los empresarios hacia el Estado y de su desarrollo como actor. Hasta la apertura de la economía y del relativo abandono del Estado de su papel como agente económico, los empresarios actuaron de manera puramente defensiva ante lo que consideraron como arbitrariedades del gobierno. Crearon organizaciones más representativas, como el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios en 1962, el Consejo Coordinador Empresarial en 1975 y el Consejo Nacional Agropecuario en 1984, que rivalizaron con las asociaciones dominadas por el Estado. A partir de la apertura de la economía y del consecuente debilitamiento de la inter vención del Estado, los empresarios adoptaron una actitud más ofensiva y presionaron para mantener el modelo de desregulación y ajustarlo a sus necesidades, así como para democratizar el régimen e imponer otro, mediante su inter vención directa en política. No obstante, como bien lo describe el autor, los empresarios nunca han constituido un grupo homogéneo. Los grandes hombres de negocios representados de modo fundamental por la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN), los comerciantes representados por la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (CONCANACO), y los medianos y pequeños agrupados en la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA), han adoptado distintas posturas económicas y políticas ante las diferentes coyunturas que ha atravesado el país. Ni siquiera asuntos tales como la reforma fiscal del gobierno de Salinas lograron unificarlos, a diferencia de lo sucedido casi veinte años antes con la fallida reforma fiscal del presidente Echeverría. También hay divergencias importantes entre los distintos sectores empresariales en lo que se refiere a su acción política. Las fracciones que de manera tradicional fueron menos dependientes del Estado, los pequeños y medianos empresarios del norte del país, son las que entraron a la política de oposición con mayor rapidez. En contraste, los pequeños y medianos empresarios del centro, que se desarrollaron al cobijo del Estado protector, así como los grandes empresarios de todo el país, se mantuvieron dentro de las líneas del PRI. Hay que recordar que la capacidad económica de los grandes empresarios siempre les dio el poder suficiente para dirigirse de manera directa e individual al presidente con el propósito de resolver sus problemas, por lo que recurrieron poco a sus organizaciones y a la política electoral. El capítulo de Blanca Torres analiza la manera en que la apertura de la economía mexicana no sólo permitió a los empresarios adquirir una relevancia creciente en política interna, sino también en la exterior, campo en el cual el Estado mexicano había sido siempre el único interlocutor. La autora recuerda cómo a fines de los años sesenta comenzaron a alzarse voces desde la academia que preveían el agotamiento del modelo de la economía protegida, basada en la sustitución de importaciones. Y cómo éstas coincidieron con presiones de los empresarios más grandes —de la CONCAMIN— para abrir la economía mexicana. A pesar de que el gobierno

40


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.