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ILUSTRACIONES DE ANNA FRANQUESA

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Primera edición: junio de 2023 Diseño de la cubierta: Book & Look Diseño del logo: Carla Marin Maquetación: Endoradisseny © 2023, Andrea Tomé, por el texto Autora representada por IMC Agencia Literaria, S.L. © 2023, Anna Franquesa, por las ilustraciones © 2023, La Galera, por esta edición Dirección editorial: Pema Maymó La Galera es un sello de Grup Enciclopèdia Josep Pla, 95 08019 Barcelona www.lagaleraeditorial.com Impreso en Índice Depósito legal: B-3.422-2023 ISBN: 978-84-246-7399-4 Impreso en la UE Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra queda rigurosamente prohibida y estará sometida a las sanciones establecidas por la ley. El editor faculta al CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) para que pueda autorizar la fotocopia o el escaneado de algún fragmento a las personas que estén interesadas en ello.


ÍNDICE 1. La futura campeona olímpica de atletismo se presenta 2. ¡No voy a dejarme amedrentar! 3. El plan a prueba de Gabis 4. ¡Uh-oh, los del Carballo Calero tienen un as en la manga! 5. Las cosas se complican 6. La hora más oscura 7. El plan a prueba de Gabis continúa 8. ¡Los del Carballo Calero nos las hacen pasar canutas! 9. La carrera 10. Una decisión equivocada 11. Culpa, culpa, culpa 12. Una alianza muy poco común 13. La visión de la Chica Pitonisa 14. ¡El Concepción Arenal es un hueso más duro de roer de lo que pensábamos! 15. ¡Vamos, La Magdalena! 16. Tengo que conseguirlo 17. Paz 18. La decisión de Miguel

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1 LA FUTURA CAMPEONA OLÍMPICA DE ATLETISMO SE PRESENTA Me llamo Aurora y, si hay algo que tienes que saber sobre mí, es que soy la chica más rápida de mi cole. ¡No hay ninguna duda al respecto! Si eres un poco avispado te habrás dado cuenta de que he dicho la chica más rápida, y no la persona. Bueno, eso es porque ese honor está reservado para Miguel, el intrépido líder del club de atletismo de nuestro cole, La Magdalena. Entre tú y yo, a veces es un chaval un poco extremo, pero en el atletismo no hay quien lo gane; además, es un tipo muy

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legal que nos ha sacado las castañas del fuego al resto del equipo en incontables ocasiones, así que se le perdona todo. Este año ha habido muchos cambios en el equipo. Para empezar, nos ha llegado un niño nuevo, Enri. Es un presumido de mucho cuidado y tiene unas ínfulas (esta palabra se la oí a mamá el otro día y me hizo mucha gracia; básicamente significa que se cree que es lo mejor que le ha pasado al mundo desde la crema de cacao) que no veas, pero también es uno de los chicos más leales que conozco y gracias a él conseguimos ganar nuestra última carrera y continuar en la competición este curso, así que le debemos mucho. El otro cambio tiene que ver con Miguel. Este es su último curso en La Magdalena, ya que el año que viene empieza primero de la ESO y se irá al instituto… ¡Horror! Miguel lleva en el equipo desde antes que yo, y sus ánimos y sus dotes de líder nos han conducido a numerosas victorias… aunque todavía no hemos llegado a alcanzar el oro;

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Los Rosales, nuestro archienemigo desde tiempos inmemoriales, siempre nos lo arrebata de entre los dedos en el último minuto… ¡Pero este año no! Miguel está obsesionado con conducir a La Magdalena a la victoria absoluta antes de su graduación, y hará lo posible para conseguirlo, aunque eso signifique molestar a nuestra entrenadora, Gloria, hasta que acepte dejarnos entrenar hasta tarde… ¡Lo que sea! Ahora que lo pienso, aunque sea un chulito y un bufón, Miguel y yo nos parecemos mucho más de lo que uno podría pensar a simple vista. Para empezar, creo que el resto de chavales del equipo no tiene tanta disciplina como nosotros dos. En casa siempre dicen que soy muy intensa, y en las reuniones de padres los profes son de la opinión de que debería aprender a no tomarme las cosas tan en serio y mis amigas no entienden que a veces no pueda ir con ellas al cine o a la bolera porque quiero aprovechar el finde para practicar. A veces me siento como una marciana, pero entonces re-

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cuerdo que a Miguel el atletismo le apasiona tanto o más que a mí y se me pasa, porque es uno de los chavales más populares de nuestro cole. (Yo no soy una de las chicas más populares del cole, antes de que me lo preguntes, pero me da igual porque de mayor no quiero ser ni política, ni influencer, ni actriz ni ninguna cosa para la que necesites gustarle a todo el mundo. De mayor voy a ser campeona olímpica de atletismo, y para eso no te hace falta conseguir muchos amigos sino practicar, practicar y practicar. Cuando le conté esto a mamá puso una cara muy rara y me dijo que es muy importante tener equilibrio en la vida y que los amigos son tan esenciales como las pasiones. Papá le contestó que yo soy como los fideos Dan Dan, que, aunque son uno de los mejores platos de la comida china, a mucha gente le dan respeto porque tienen fama de muy picantes; a esto mamá le respondió que en los restaurantes fuera de China los fideos Dan Dan se preparan de manera distinta, con menos picante, para que todo el mundo pueda

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comerlos, y eso significa que a veces te tienes que adaptar a los demás para vivir en armonía. Así que, como decía, a veces me parece que la única persona en el mundo como yo es Miguel, lo cual no es un alivio tan grande, porque fuera del equipo no tenemos mucho más en común y no es que seamos mejores amigos ni nada por el estilo (véase el punto: es un chulito y un bufón). Por otro lado… ¡creo que esta similitud me convierte exactamente en la persona perfecta para ejercer de líder el año que viene, cuando él ya no esté! ¿Somos el mejor equipo de todos? ¡Por supuesto! (Nunca, jamás, EN LA VIDA me oirás decir que Los Rosales son superiores a nosotros en algo). Pero ¿nos hace falta algo de disciplina? ¡También! Gloria es una gran entrenadora y una atleta de primera, aunque a veces es un poco laxa con nosotros («laxa» es otra de las palabras de mamá; significa que Gloria se deja engatusar muy fácilmente y no siempre es tan dura con nosotros como debería). Cuando Miguel se vaya a la ESO vamos a estar más perdidos que

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un pulpo en un garaje, y por eso creo que yo debería ser la líder el año que viene. ¡Está claro! Esta convicción es el motivo por el cual les he dado esquinazo a los del club de arte (la plástica se me da genial, pero no es una pasión como lo es el atletismo… ¡Y a veces en el deporte hay que hacer sacrificios!). Como siempre, quiero llegar temprano al entrenamiento de hoy y demostrarle a Miguel de lo que soy capaz. Cuando vea mi dedicación por el equipo y mi trabajo duro se dará cuenta de que el futuro estará a salvo en mis manos… ¡Pues claro! Bueno, al menos eso era lo que me pensaba. Al bajar a la pista de atletismo me encuentro ya a Miguel de pie, con los brazos en jarras, como estudiando que todo esté bien y en su sitio… ¡y que no haya nadie más que Gabi junto a él! Gabi es otro de los chavales del equipo. Es muy amigo de Enri (el exniño nuevo que nos salvó a todos el pellejo en la última carrera) y puede ser casi tan bufón como Miguel, pero también es serio

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cuando hace falta y en clase siempre estamos compitiendo entre los dos para ver quién saca mejores notas (de momento voy en cabeza en todo menos en Mates, que es La Peor Asignatura Del Mundo Mundial, y en Historia, donde estamos igualados). La verdad es que Gabi podría ser un líder decentillo (es bastante rápido, les cae bien a los chavales, da unos discursos motivadores que lo flipas…), pero le pueden los nervios, y sé que Miguel lo sabe. ¡Debería estar clarísimo que tiene que pasarme el relevo a mí! Gabi arquea una ceja al verme. —¿Qué estás haciendo aquí? —Podría preguntarte lo mismo —le bufo. Se encoge de hombros. —Estaba hablando con Miguel. Miguel no dice nada (solo se ríe un poco), así que Gabi añade: —¿Y t ú? —Vine aquí temprano a calentar, pues claro. ¡Como siempre! ¡No llegas al equipo olímpico haciendo el vago en el patio del recreo!

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Ahora es a Gabi al que también le entra un ataque de risa horroroso. —¡Vale, vale! —exclama, poniendo los brazos en alto como suplicando clemencia—. ¡No me pegues! A veces pienso que me encantaría pegarle, sobre todo cuando me habla así, como si fuese mucho más pequeña que él (solo cuatro meses), pero eso no sería muy civil, claro. Me vuelvo hacia Miguel. —¿Y de qué estabais hablando? —¡A ti te lo vamos a contar! —ríe Gabi. Miguel lo ignora. —Del año que viene, por supuesto. Ahora soy yo la que alza una ceja. —¿De qué del año que viene? —Bueno, como sabes, no voy a estar… No nos podemos confiar ni nada por el estilo, pero ahora que nos ha ido tan bien en las últimas competiciones deberíamos empezar a ir pensando en los planes para la plantilla y la estrategia del año que viene…

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¡Por supuesto que Miguel iba a estar pensando en la estrategia del curso que viene, aunque él ya no será parte del equipo! Queda clarísimo que, en el fondo, estamos hechos de la misma pasta. —¡Sí! —Alzo un puño al aire—. Te ayudaré en lo que sea. Miguel parpadea, como si le estuviese hablando en otro idioma y no supiese muy bien qué contestar. Después se encoge de hombros y dice: —Vale. Puedes ir poniendo los conos en la pista antes de que venga Gloria, por ejemplo. Pongo los ojos en blanco. —Me refiero al año que viene. —Me siento en las gradas, a su lado—. Tengo UN MONTÓN de ideas. Creo que deberíamos empezar a observar a los niños de tercero en el patio… ¡Seguro que hay alguno superrápido al que le podría interesar venirse al equipo! Y… Miguel pone una mano en alto para callarme. —Ah, no te preocupes, ya le estaba comentando mis planes a Gabi…

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