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Para papá y mamá, que siempre aceptaron al vampiro que quise ser. MC A mi madre, por todo su amor y dedicación. Te quiero MP

Primera edición: octubre de 2021 Dirección editorial: Pema Maymó Diseño y maquetación: Adriana Martínez Diseño del logo: Maria Soler © 2021, Miguel Calero (texto) © 2021, Mercedes Palacios (ilustraciones) © 2021, La Galera, SAU Editorial (edición) Enciclopèdia Catalana Josep Pla, 95. 08019 Barcelona www.lagaleraeditorial.com Impreso en Egedsa Depósito legal: B 8.531-2021 ISBN: 978-84-246-7084-9 Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra queda rigurosamente prohibida y estará sometida a las sanciones establecidas por la ley. El editor faculta a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) para que pueda autorizar la fotocopia o el escaneado de algún fragmento a las personas que estén interesadas en ello.


Miguel Calero

¡ANTES MUERTO QUE VAMPIRO! Ilustrado por Mercedes Palacios


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A medianoche tan solo las luces de la vieja

mansión de la colina permanecían encendidas. Era un caserón de dos plantas con un jardín descuidado rodeado de una verja oxidada de hierro. En ella vivía Vladimiro. Aunque su familia le llamaba Vladi, para abreviar. Vladimiro no era un niño como los demás. Para empezar tenía ochenta años y solo salía de casa por la noche, ya que se quemaba con 5


el sol. Y no me refiero a ponerse rojo como un tomate, como los turistas alemanes que se quedan dormidos en la playa, sino a achicharrarse del todo. Igual que una hamburguesa olvidada demasiado tiempo en la parrilla. Su cama era un ataúd. Con dibujos de murciélagos muy bonitos y eso, pero vaya, un ataúd a fin de cuentas. Su dieta consistía en sangre fresca. Fresca, fresca, ¿eh? Nada de sangre uperizada en tetrabrik baja en colesterol. En resumidas cuentas, Vladimiro era un vampiro. Pero al cumplir los ochenta años Vladimiro empezó a cambiar. Esta es una edad crítica para los vampiros. Es la etapa en la que dejan atrás la niñez vampírica y empiezan a hacerse vampirescentes. Los papás vampiros lo llaman «estar en la edad del murciélago». 6


A Vladimiro le dio por hacer y pensar cosas raras. Por ejemplo, empezó por replantearse su dieta. Quiso hacerse vegetariano y tomar solo zumos de frutas. Al fin y al cabo, el zumo es como la sangre de la fruta, así que... ¿por qué no?

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Luego pensó que prefería ir de vacaciones a la playa en vez de ir a Transilvania, como todos los años. Odiaba aquellas vacaciones visitando a la familia y sobre todo no soportaba a sus primos, los Tapias, con quienes tenía poco en común. Les encantaba hacer brochetas con bichos empalados, cosa que Vladimiro encontraba repugnante y cruel. Sin embargo, era algo que siempre hacía reír a su tío Vlad, al que, por cierto, debía el nombre. Empezó a hartarse de su fondo de armario. Todas las noches la misma canción: —¿Qué me pongo? ¿El traje negro o... el negro? ¿Qué tal le sentaría un pantalón vaquero? ¿Y una camiseta a rayas verdes y rojas? Con un jersey naranja de cuello de pico seguro que estaría fenomenal. Sus padres empezaron a preocuparse. Que 8


un vampiro se quisiera vestir con vaqueros y jerséis de colores tenía un pase. Pero lo de ir a la playa y ser vegetariano ni hablar. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Así que decidieron llevarle a la consulta del doctor Abraham van Phyrado, afamado psicólogo de vampiros.

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