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Mirad a esta gallina, que fue lista y atrevida.

Teresa

levantó su cresta DICHO:

Ser un gallina En un corral muy populoso ocurrió algo asombroso: creció una gallina espabilada la sabia Teresa le llamaban.

Con el gallo se encaraba, los huevos contaba, a bailar el tip-tap se atrevía e incluso cantaba; otras veces escribía todo tipo de fantasías, pero lo que más le gustaba era la batería.

Como las demás, nació temerosa, pero también paciente y orgullosa. No quería estar comiendo y corriendo, ella se esforzaba por ir aprendiendo.

¡Qué gallina, qué portento, no para quieta un momento! Nadie puede seguir su ritmo, es lista y atrevida, un prodigio.

Todo lo observaba, de nadie se escondía y conforme su conocimiento crecía, más segura se sentía y sus temores perdía.

Así un día levantó su cresta y ganó por fin su gran apuesta. ¿Había de ser miedica y tontuna? Nada de eso: ¡soy gallina, pero aguda!

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No hay que dejarse influenciar por los demás, sobre todo si nos juzgan sin conocernos de verdad.

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Mirad a esta gallina, que fue lista y atrevida.

Teresa

levantó su cresta DICHO:

Ser un gallina En un corral muy populoso ocurrió algo asombroso: creció una gallina espabilada la sabia Teresa le llamaban.

Con el gallo se encaraba, los huevos contaba, a bailar el tip-tap se atrevía e incluso cantaba; otras veces escribía todo tipo de fantasías, pero lo que más le gustaba era la batería.

Como las demás, nació temerosa, pero también paciente y orgullosa. No quería estar comiendo y corriendo, ella se esforzaba por ir aprendiendo.

¡Qué gallina, qué portento, no para quieta un momento! Nadie puede seguir su ritmo, es lista y atrevida, un prodigio.

Todo lo observaba, de nadie se escondía y conforme su conocimiento crecía, más segura se sentía y sus temores perdía.

Así un día levantó su cresta y ganó por fin su gran apuesta. ¿Había de ser miedica y tontuna? Nada de eso: ¡soy gallina, pero aguda!

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No hay que dejarse influenciar por los demás, sobre todo si nos juzgan sin conocernos de verdad.

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Un corderito diferente se hacía el prepotente.

A veces la agresividad solo esconde la debilidad de alguien a quien ayudar.

El cordero

pendenciero DICHO:

Dócil como un cordero Un corderito nació con cuerpo oscuro y cuando creció se hizo negro puro. Todos lo miraban con perplejidad, y eso ayudó a formar su personalidad.

A fuerza de hacer el fantasma se convenció de que era un hacha. Pensó en desafiar a cualquiera grande o pequeño, donde sea.

Porque el corderito nunca paraba, se movía, salía, se quejaba, andaba huraño y enfadado, nadie quería estar a su lado.

Pero un adulto se hartó de su semblante y se volvió hacia él con aspecto amenazante. De resultas, el joven comenzó a temblar, lloró el mocoso, rogando caridad.

A todos hablaba de modo arrogante, a todos lanzaba miradas desafiantes. A los chiquitos no mostraba compasión siempre se daba aires de fanfarrón.

El carnero adivinó entonces que el cordero en realidad no se sentía ni fuerte ni bello. De complejos y miedos era prisionero, en el fondo no era ningún pendenciero.

Odiaba ir a la escuela, no respetaba a nadie, no mostraba miedo, era un ignorante. Quería hacer tonterías y ser desobediente, siempre dispuesto a partirte un diente.

El resto del rebaño ha comprendido que aquel animal estaba arrepentido. Más que otra cosa, necesitaba cariño el cordero rebelde de todos temido.

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Un corderito diferente se hacía el prepotente.

A veces la agresividad solo esconde la debilidad de alguien a quien ayudar.

El cordero

pendenciero DICHO:

Dócil como un cordero Un corderito nació con cuerpo oscuro y cuando creció se hizo negro puro. Todos lo miraban con perplejidad, y eso ayudó a formar su personalidad.

A fuerza de hacer el fantasma se convenció de que era un hacha. Pensó en desafiar a cualquiera grande o pequeño, donde sea.

Porque el corderito nunca paraba, se movía, salía, se quejaba, andaba huraño y enfadado, nadie quería estar a su lado.

Pero un adulto se hartó de su semblante y se volvió hacia él con aspecto amenazante. De resultas, el joven comenzó a temblar, lloró el mocoso, rogando caridad.

A todos hablaba de modo arrogante, a todos lanzaba miradas desafiantes. A los chiquitos no mostraba compasión siempre se daba aires de fanfarrón.

El carnero adivinó entonces que el cordero en realidad no se sentía ni fuerte ni bello. De complejos y miedos era prisionero, en el fondo no era ningún pendenciero.

Odiaba ir a la escuela, no respetaba a nadie, no mostraba miedo, era un ignorante. Quería hacer tonterías y ser desobediente, siempre dispuesto a partirte un diente.

El resto del rebaño ha comprendido que aquel animal estaba arrepentido. Más que otra cosa, necesitaba cariño el cordero rebelde de todos temido.

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Una serpiente cortés deseaba tener brazos y pies.

La serpiente

Para cambiar y superar la mala fama solo hace falta fuerza de voluntad.

decente DICHO:

Traidor como una serpiente La serpiente Baldomero está cansada: todo el mundo la odia, vive aislada. De la mala fama quiere apartarse y a ser posible dejar de arrastrarse.

Ramón a esto responde con sabiduría: —Para lo que tú deseas no basta ir de pie. Si quieres ser estimado, compórtate bien: solo así conseguirás respeto y compañía.

«Sería mejor si tuviera brazos y pies; iré a pedírselos a ese ciempiés.» Y así, con esta simple pretensión, se desliza hasta la casa de Ramón.

Ayuda a todos los que veas en dificultad, actúa claramente, sin ambigüedad, y verás cómo te llegan los abrazos; tu cuerpo no es importante en este caso.

—No disfruto de estima ni atención, a todos doy asco, miedo y repulsión. Querría demostrar mi buena intención y abrazar a unos y otros sin dilación.

Las buenas acciones y comportamientos son los que transmiten sentimientos, y aunque te arrastres ganarás amigos: ya no te dejarán solo, querrán ir contigo.

Necesito extremidades para mi acción, con el cuerpo erguido daría otra sensación: nadie es feliz aplastado en las hierbas ni atrapado en un tubo de arandelas.

Baldomero aprendió y desde entonces todos le quieren, nadie de él se esconde. Desde el suelo los rodea con afecto; su simpatía para nadie es un defecto.

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Una serpiente cortés deseaba tener brazos y pies.

La serpiente

Para cambiar y superar la mala fama solo hace falta fuerza de voluntad.

decente DICHO:

Traidor como una serpiente La serpiente Baldomero está cansada: todo el mundo la odia, vive aislada. De la mala fama quiere apartarse y a ser posible dejar de arrastrarse.

Ramón a esto responde con sabiduría: —Para lo que tú deseas no basta ir de pie. Si quieres ser estimado, compórtate bien: solo así conseguirás respeto y compañía.

«Sería mejor si tuviera brazos y pies; iré a pedírselos a ese ciempiés.» Y así, con esta simple pretensión, se desliza hasta la casa de Ramón.

Ayuda a todos los que veas en dificultad, actúa claramente, sin ambigüedad, y verás cómo te llegan los abrazos; tu cuerpo no es importante en este caso.

—No disfruto de estima ni atención, a todos doy asco, miedo y repulsión. Querría demostrar mi buena intención y abrazar a unos y otros sin dilación.

Las buenas acciones y comportamientos son los que transmiten sentimientos, y aunque te arrastres ganarás amigos: ya no te dejarán solo, querrán ir contigo.

Necesito extremidades para mi acción, con el cuerpo erguido daría otra sensación: nadie es feliz aplastado en las hierbas ni atrapado en un tubo de arandelas.

Baldomero aprendió y desde entonces todos le quieren, nadie de él se esconde. Desde el suelo los rodea con afecto; su simpatía para nadie es un defecto.

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