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. . Ja m e s Ni c o l

Un a b r u j a d e v e r d a d

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I SBN:9788424665326

. . Ja m e s Ni c o l


Una bruja de verdad

Ja me s N ico l

TraducciĂłn de milo j. krmpoticĚ

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Primera edición: septiembre de 2019 Título original inglés: A Witch Come True Maquetación: Marquès, S.L. Diseño de cubierta: Luis Tinoco La edición inglesa fue publicada en 2019 en la editorial Chicken House, 2 Palmer Street, Freme, BA11 1DS © 2019, James Nicol © 2019, Milo J. Krmpotić, de la traducción © 2019, La Galera SAU, de la edición en lengua castellana La Galera Josep Pla, 95 – 08019 Barcelona www.lagaleraeditorial.com twitter.com/lagalerayoung / facebook.com/lagalerayoung / instagram.com/lagalerayoung Impreso en Egedsa Roís de Corella, 16 08205 Sabadell Depósito legal: B-13.410-2019 Impreso en la UE ISBN: 978-84-246-6532-6 Cualquier tipo de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra queda rigurosamente prohibida y estará sometida a las sanciones establecidas por la ley. El editor faculta al CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) para que autorice la fotocopia o el escaneo de algún fragmento a las personas que estén interesadas en ello.

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En memoria de mi maravillosa madre, Jennifer Rose Nicol, con todo mi amor.

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The Quiet Glyphs are ancient and powerful glyphs, once widely used by the witches of the Four Kingdoms. Los glíficos del silencioAccording son unos símbolos anti-feyling they’re to Estar the guos y poderosos que now las brujas de los Cuatro all stored inside of me, waiting to Reinos usaron ampliamente en su día. Según el mistical Estar, todosreveal ellos themselves. están ahora Estar en mihas promised to help identify the quiet interior, esperando el momento de revelarse. Es-glyphs for tar ha prometido que me as ayudará a identificar I uncover them. los glíficos del silencio aI’ll medida que record alllos myvaya discoveries in this descubriendo. notebook, a present from Colin and Recogeré todas mis averiguaciones en esta liSalle.Colin I’ll keep it with breta que me han regalado y Salle. Porme si always, just case. encima. acaso, la llevaréinsiempre Skygɛ – El glífico de3 las sombras Shadow Glyph Skyg – The

Warning – this glyph is dangerous in Una advertencia: en manos inexpertas, este glíthe hands anyone fico puede resultar peligroso (¡miofabuela meinexperienced ha obligado a escribir esto!). (my grandmother made me write El glífico de las sombras, que en mistical se cothat!). noce como Skygɛ (lo cual puede significar «somThe shadow glyph which has the bra», «oscuridad» o «miedo», pero también algo name es Skyg (which can mean que se desconoce o que feyling te protege), un3 glífico and fear but can del silencio de inmensoshadow, poder ydarkness fue el primero que encontré. Al principio di porobscure sentadoand queprotect) is a also mean sus intenciones eran lúgubres, pero que el power and quiet glyph of es immense glífico de las sombras se alimenta de la duda y was the first quiet glyph I ever del miedo que habitan en nuestro interior: sus propósitos dependerán de lo que quieras 3hacer con él. Y ese es el motivo por el que debes controlar los nervios cuando lo utilices: son nuestro 7

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miedo y oscuridad los que le dan su poder y, si se lo permites, esas emociones pueden llegar a abrumarte. Úsalo con cuidado y con cautela. Es el único glífico (hasta ahora) capaz de vencer a la abominación nocturna. EL NUEVO LIBRO DE LOS GLÍFICOS DEL SILENCIO DE ARIANWYN GRIBBLE

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Capítulo 1 EL SANATORIO MILITAR DE SAINT MORAG

a hemos llegado, señorita. Esto es Saint Morag. —El taxista asintió mientras aparecía a la vista un edificio parecido a una iglesia, aprisionado entre unos grandes almacenes y un concesionario de coches—. Entonces ¿a quién ha venido a visitar? —A mi padre —contestó Arianwyn en voz baja mientras le echaba un nuevo vistazo al telegrama de su abuela. Lo había leído un centenar de veces en los diversos trenes lentos que la habían llevado hasta allí desde Lull, y al menos un par de veces más durante el trayecto en taxi desde la estación de Kingsport. El papel estaba arrugado debido a la fuerza con que lo había sujetado. Mientras lo leía de nuevo, el taxi aparcó delante de Saint Morag.

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SEÑORITA ARIANWYN FLORA GRIBBLE OCULTÓRIUM, CALLE DE LA TETERA, 38, LULL

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ARIANWYN, TU PADRE REGRESA HOY A KINGSPORT. VEN TAN PRONTO COMO PUEDAS. ESTARÁ EN EL SANATORIO MILITAR DE SAINT MORAG, EN LA CALLE MARSHALL. TU ABUELA. BESOS. —Bueno, espero que su padre se encuentre bien, señorita. Parece que el final definitivo de los combates en Urisia es una buena noticia. Será un chelín. Arianwyn le dio el dinero, se bajó del taxi y levantó la mirada hacia los arcos altos de piedra y las torrecillas, dignas de un castillo, de Saint Morag. El cielo se había encapotado. Se metió el telegrama en el bolsillo del abrigo e intentó sacudirse la ansiedad mientras subía los escalones a la carrera. En unos instantes iba a ver a su padre por primera vez desde no recordaba cuándo… ¿no debería estar emocionada? Estaba emocionada, pero se le revolvió el estómago al tirar de aquella inmensa puerta para abrirla. Aún no conocía la gravedad de sus heridas ni tampoco su naturaleza. ¿La reconocería? ¿Lo reconocería ella a él? ¿Tendría mal aspecto? Un intenso olor a medicinas la golpeó cuando entró en el gran atrio de la entrada. Médicos y enfermeras atravesaban a toda velocidad la sala para desaparecer en los diversos largos corredores que salían de ella. Estaban todos demasiado ocupados para reparar en la joven bruja que esperaba vacilante junto a la puerta. —Disculpe, estoy buscando a… —probó Arianwyn a decirle en voz baja a un médico que se acercaba 10

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a ella, pero este se limitó a mirarla rápidamente de arriba abajo y prosiguió su camino. Arianwyn suspiró y se adentró en la estancia. No había carteles indicadores por ningún lado. —¡Apártate! —le gritó una voz, y Arianwyn se volvió justo a tiempo de evitar por los pelos que la atropellara una gran cama sobre ruedas que empujaba una enfermera. —¡Lo siento! —dijo Arianwyn mientras se apartaba de un salto—. Oh, un momento, ¿me puede indicar dónde está mi padre? —farfulló rápidamente—. Está ingresado aquí, es el sargento Gribble. La cama perdió velocidad y la enfermera —un conjunto de mejillas sonrosadas y delantal almidonado— suspiró levemente. —Querida, ahora mismo tenemos unos setenta pacientes y un lío tremendo, créeme, con todos estos soldados que están regresando del campo de batalla. Prueba ahí abajo. La mayoría de los recién llegados están en las habitaciones de ese corredor. —Señaló hacia un largo pasillo encalado. —Gracias —graznó Arianwyn, que de repente sintió un nudo en la garganta, como si no pudiera respirar. La enfermera ya se había puesto en marcha de nuevo, las ruedas de la cama chirriaron mientras se alejaba veloz. —¡Apartaos, queridas! —gritó animadamente. El corredor estaba en silencio y el único sonido que se oía era el eco que los pasos de Arianwyn producían en el alto techo. Mientras se aproximaba a la primera 11

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puerta, oyó a un hombre toser y el suave parloteo de una radio: «En otras noticias, la bruja superiora de Hylund ha declarado hoy que, con el cese de las hostilidades en Urisia, replegará para finales de año a la mayoría de las brujas adjuntas a unidades militares…». La puerta de la habitación estaba entornada. Dentro había un soldado sentado en la cama, con el rostro parcialmente cubierto por un vendaje limpio. Era pelirrojo, así que no podía tratarse de su padre. —Lo siento —balbuceó Arianwyn cuando el hombre levantó la mirada y la pilló observándole. La habitación contigua era más amplia.Tenía varios ventanales en forma de arco que daban a un patio pequeño y anodino, y ante la chimenea habían dispuesto unas sillas en semicírculo. Las barras de una estufa eléctrica brillaban con un alegre color anaranjado. Un hombre dormitaba en una de las sillas. Llevaba el brazo derecho profusamente vendado y en cabestrillo contra el pecho, para protegerlo. Aunque estaba dormido, el suyo no era un sueño tranquilo, pues los pequeños músculos de su boca temblaban de manera intermitente. Tenía el rostro demacrado y unas grandes ojeras y llevaba el pelo rubio muy corto. —Papá… —dijo Arianwyn, con la boca de repente seca como el desierto, con una voz que flaqueó y acabó quebrándose mientras unas lágrimas frías aterrizaban en sus mejillas. Él parpadeó y, tras abrir lentamente los ojos, la vio en el umbral. —Oh… ¿Arianwyn? —Su voz sonó soñolienta e insegura. 12

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Ella asintió en silencio, incapaz de hablar, traicionada por las emociones. Y de repente echó a correr. El pequeño espacio que los separaba le pareció tan grande como el universo mismo. Su padre intentó levantarse de la silla, pero el brazo vendado se lo impidió. No quedaba claro si Arianwyn se había dejado caer o si se derrumbó sobre él con los brazos alrededor de su cuello y hundiendo la cara contra la rugosa lana de color verde de su uniforme. —¡Mi pequeña bruja! —balbuceó su padre contra su cabello—. Comenzaba a pensar que no volvería a verte. Arianwyn deseaba decirle tantas cosas… y a la vez no sabía por dónde empezar. El miedo que había sentido unas pocas semanas atrás —cuando llegó el primer telegrama, el que le informaba de la desaparición de su padre— se había desvanecido por completo, como si aquello le hubiera pasado a otra persona o lo hubiera leído en un libro de cuentos. Y de algún modo la escena tampoco le parecía real. Se apartó de él sin dejar de abrazarse a su cuello, parpadeando para detener las lágrimas. —¿De verdad eres tú? —le preguntó. Su padre asintió, y sus ojos grises se humedecieron. —Soy yo. —Le sonrió y le dio un pequeño beso en la frente—. ¡Pero mira lo alta que estás! —¡Bueno, esta sí es una visión de las que te llegan al alma! Una voz familiar, cálida y sonora, resonó en la estancia. Arianwyn se volvió un poco y vio que su abuela estaba en el umbral, con una bufanda de color 13

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amarillo claro sobre los hombros y un sombrero de ala ancha que recogía su cabello plateado. —¡Abuela! —exclamó Arianwyn con una sonrisa de oreja a oreja, sin soltar a su padre. Esta se dirigió hacia donde estaban, colocó una mano enguantada sobre los rizos de Arianwyn y se inclinó para plantar un delicado beso sobre la cabeza del sargento Gribble. —Me alegro muchísimo de verte sano y salvo, Oliver —dijo con un suspiro de satisfacción. —Y yo a ti, Maria. Gracias… —Su voz flaqueó durante un instante—. Gracias por haber cuidado tan bien de Arianwyn. Está preciosa. La abuela sonrió. —Ah, pero deberías saber que en realidad es Arianwyn la que está cuidando de todos nosotros últimamente —dijo con un resplandor en la mirada. El sargento Gribble bajó la vista hacia Arianwyn con un brillo de orgullo en los ojos. Pero allí había algo más, como si estuviera intentando resolver un rompecabezas o estuviera viendo algo correctamente por primera vez.

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