Si un observador curioso quisiera detenerse a descifrar la vida en la Ciudad de México en cualquier momento de su historia, muy probablemente elegiría la esquina que hoy ocupa el Monte de Piedad. No solo porque sus ventanas miran hacia la catedral y la Plaza Mayor, sino porque se trata del sitio que el emperador Moctezuma eligiera para erigir su palacio y sus jardines, y aquel donde, tras la caída de Tenochtitlan, el conquistador Hernán Cortés mandó construir, como parte de su morada, la primera iglesia del continente americano.