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RIVELINO



RIVELINO

























ÍNDICE CONTENTS

Luis Ignacio Sáinz 29

POLISEMIA DEL ESPACIO Y EL SILENCIO INTERVENCIONES ESCULTÓRICAS DE RIVELINO

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POLYSEMY OF SPACE AND SILENCE SCULPTURAL INTERVENTIONS BY RIVELINO

Luis-Martín Lozano 105

RIVELINO: UN ESCULTOR CONTEMPORÁNEO INSERTO EN UNA TRADICIÓN HISTÓRICA Y ARTÍSTICA DE MÉXICO Y OCCIDENTE

137

RIVELINO: A CONTEMPORARY SCULPTOR WITHIN A HISTORICAL AND ARTISTIC TRADITION IN MEXICO AND THE WEST

Paul Ardenne 169

RIVELINO: EL ARTE TE HABLA

181

RIVELINO: ART SPEAKS TO YOU

Arte público / Public Art 195

NUESTROS SILENCIOS / OUR SILENCES

213

RAÍCES / ROOTS

229

TÚ / YOU

Blanca González 242

"YO SOY ARTISTA, ARTISTA" UNA CONVERSACIÓN CON RIVELINO

243

"I AM AN ARTIST-ARTIST" A CONVERSATION WITH RIVELINO

282

Lista de obra / List of Work

300

Créditos / Credits



Polisemia del espacio y el silencio Intervenciones escultรณricas de Rivelino

LUIS IGNACIO Sร INZ


Luis Ignacio Sáinz

La envidia es el odio, en cuanto afecta al hombre de tal modo que se entristece con la felicidad de otro y se goza con su mal. Baruch Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico, 1675

La envidia, uno de los siete pecados capitales que enunciase Gregorio el Magno (540-604), sexagésimo cuarto pontífice y padre de la Iglesia católica junto con Jerónimo, Agustín y Ambrosio, suele despertar de las obras de quienes dan en el blanco. Quizá sea el vicio o pasión degradada más característico de los creadores y de aquellos que incapaces de pensar, juzgan. Rivelino (San José de Gracia, Jalisco, 1973) es víctima de su éxito. Pareciera que el hecho mismo de rehuir convocatorias y recintos oficiales, en vez de predicar su independencia de los mecenazgos gubernamentales, convocase una animadversión de ciertos espectadores, artistas y críticos de su fábrica, incapaces de tolerar su desinterés por la etiqueta de la corte. Autodidacta informado y estudioso que se empeña en erigirse en su propio paradigma, uno que no remite a tutor alguno. Su orientación vocacional se fue construyendo azarosamente, como una forma de matar el tiempo, de domeñarlo, desde una peculiar delectación fabril por los materiales, primero, y sus posibles significados, después. Serán los macizos en su vínculo con los vanos, el desplazamiento de los volúmenes en sus entornos, el rasgo que defina su composición y estética. La escultura como señal de un proceso expresivo que requiere del paisaje para su plena manifestación. Silencio y espacio, conciencia y provocación, a partir de reflexiones aplicadas con gestos filosóficos y políticos, en escalas en colisión: desde el intimismo hasta la monumentalidad. Ocupación-reinvención del escenario urbano y sus tradicionales señas de identidad. Lectura insólita de una cotidianeidad que ha cesado de pensar y que resulta sacudida por presencias lúdicas y críticas, que se alzan gracias a materiales desarrollados ad hoc que demuestran que el proceso es la creación, en una aprehensión exacta de las posibilidades del territorio construido, de la traza de la polis. Homo faber-sapiens-ludens, epicentro del taller donde se encuentra a sus anchas; es allí donde cumple sus expectativas como artista. En ese contexto privado en más de un sentido, el confinamiento necesario de la

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Polisemia del espacio y el silencio. Intervenciones escultóricas de Rivelino

experimentación y el desarrollo cuasi-industrial, sacia sus deseos de segundo grado, los que hunden sus raíces en ideas objetuales. Otras consecuencias derivarán del montaje de sus archipiélagos plásticos: su posicionamiento intelectual y ciudadano, la crítica del poder y la violencia, la interpretación de la historia y sus manifestaciones en los símbolos de las poligonales edificadas. Lo interior equivale a lo exterior, pues se trata de un continuum, una concepción aplicada de naturaleza integral, aunque debe subrayarse una diferencia en los acentos: en el origen, una reflexión materializada; en el destino, su resignificación por las miradas de quienes atisban o transitan en sus declaraciones constructivas. Hacer-saber-jugar, eslabones de una misma cadena integrada por signos visuales, rotundos, que predican en sus masas. Desdoblamiento perpetuo de un vocabulario de figuras y formas, cuya recomposición permanente deriva —en mucho— de la circunstancia de su localización e inserción. La geografía donde reposan tales señales acota el fuste del diálogo entablado con sus espectadores, quienes sin importar su condición o edad interactúan asombrados y atraídos por los elementos originales que modifican, así sea transitoriamente, la escena de su movilidad. Complejos figurativos, en ocasiones geométricos, dispuestos al contacto subjetivo, que apelan al azoro inmediato para transmutarlo en gozo, diversión y curiosidad: itinerario de la percepción sensorial a la comprensión intelectual, previa escala en los placeres como fase de amortiguamiento. Renuncia expresa al conceptualismo y sus corolarios de posmodernidad banal. Semejante amalgama de efectos e intenciones guarda un nexo, así sea simbólico y recuperado en el transcurrir del tiempo, con un trastorno en el aprendizaje de la lectoescritura denominado dislexia (del griego δυσ, ‘dificultad, anomalía’; y λέξις, ‘habla o dicción’), que no involucra ninguna discapacidad física, motriz, visual o de cualquier otro tipo. Especie de confusión y alteración del espacio y el significado que, para una mente despierta, podría haber enriquecido su aprensión de lo real en su infinita diversidad, detonando su proclividad por el psicologismo. Su afición por dibujar, ensamblar y manufacturar “cosas” funcionaría, desde temprana edad, a modo de estrategia de compensación. El mundo físico, vestigio o sombra de las ideas, que se expresa en imágenes-figuras, a decir de Giordano Bruno en su De imaginum, signorum et idearum compositione (1591), coincide con el método de tan inquieto hacedor de morfologías. El hacer identificado con el arte atesora un propósito esencial: engendrar la forma. Instrumental, la notación iconográfica hurga en una dirección dual, hacia la memoria y la imaginación. Ambos destinos poseen

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información holística (visual, escrita, sonora, kinestésica: del griego κίνησις, ‘movimiento’; y αἴσθησις, ‘sensación’) y gravitan alrededor del sujeto postulante, clase de lecho fundante y reproductor, capaz de partir en sí mismo de un “grado cero” de las hormas, las figuras, las estructuras. Este rasgo constitutivo del quehacer de Rivelino lo enfrenta, sin pretenderlo, con los discursos materiales de terceros, ya que no los reconoce en tanto referencia, pues se limita a su caudal de imágenes-conceptos. Lo que podría calificársele de arrogancia, más bien remite a una humildad epistémica, esa actitud de investigación constante que, en los libros, los preceptores privados y ante todo en las posibilidades ofrecidas por su taller-laboratorio al experimentar, probar o desarrollar procedimientos y materias primas, le concede la ocasión de habilitarse técnica y expresivamente. Esta singular forma de sumar contenidos, el enciclopedismo que tanto disfruta, y continentes, los repositorios físicos que diseña con sus necesarios mensajes (a la manera del kerigma: del griego κήρυγμα, ‘anuncio’, ‘proclamación’), lo ubica no por encima de los demás compositores de universos táctiles, sino de lado, con absoluta autonomía de ellos. Encarnación automática del lobo estepario, dado a encontrar soluciones sin mayor ayuda, salvo la asistencia de su equipo de trabajo o de los consultores por proyecto. La actitud, cimiento y raíz, línea fronteriza entre caracteres y temperamentos, establece su condición monolítica: con el clásico, quizá el florentino, “la fortuna brinda la ocasión, pero solo la virtud la aprovecha”. Expansivo por naturaleza, el artista se apodera de todo, interviene en cada etapa del sumario, como si padeciese un síndrome de personalidad múltiple, se metamorfosea en promotor, inversionista, gerente de operaciones, transportista, agente aduanal, gestor de permisos y autorizaciones, investigador, curador, museógrafo, publirrelacionista, negociador, fundraiser, encargándose, incluso, de las visitas guiadas. En este marasmo de ocupaciones, ¿cuándo y cómo planea y desarrolla sus producciones? Esa es una de sus gracias e indudablemente su secreto mejor guardado. Es un auténtico fractal. Constructor de espejismos y alucinaciones, Rivelino evoca la resolución de Orfeo por rescatar a Eurídice de las entrañas de la tierra, conminando a Hades, armado con las razones-apetitos del amor, a permitirle otear el inframundo y convertir así su deseo en realidad. Pactará con lo divino, se ajustará a las reglas que le fueran formuladas; sin embargo, un mínimo error de cálculo le impedirá coronar su anhelo. La luz no ha bañado del todo el cuerpo de su casi reflejo, falta que un pie reciba los rayos solares y él lo ignora, pero estando ya en la superficie, desesperado e impetuoso,

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