Wendel y los robots

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Para mi

e r d pa

WENDEL Y LOS ROBOTS Una publicación de Ediciones Fortuna www.edicionesfortuna.com www.facebook.com/edicionesfortuna info@edicionesfortuna.com Copyright © 2017 sobre la presente edición Traducción: Jaime Valero Martínez Título original: Wendel and the robots First published 2007 as Wendel’s Workshop by Macmillan Children’s Books, an imprint of Pan Macmillan, a division of Macmillan Publishers International Ltd Text and illustrations copyright © Chris Riddell 2007 Primera edición. Reservados todos los derechos. ISBN: 978-84-945027-7-4 Materias IBIC: YFU-YBC Depósito legal: BI-2/2017


C hris R iddell


Wendel era

inventor.

A veces sus inventos funcionaban de rechupete y otras veces no.

Cuando no era asĂ­, Wendel los tiraba a la basura y lo intentaba otra vez.


Wendel se pasaba todo el día inventando, hasta bien entrada la noche. A veces estaba tan ocupado inventando que olvidaba irse a la cama. Y nunca tenía tiempo de recoger.

El taller de Wendel se fue desordenando...

y desordenando...

y DESORDENANDO.

«Necesito ayuda», se dijo Wendel.


Así que Wendel inventó un robot.


¡CL

AN

C! ¡CLANC !

C N A L ¡C

!

«Te llamaré Clanc», dijo Wendel.

Hizo la cama...

Clanc se puso manos a la obra para ordenar el taller.

dobló la ropa...

y fregó el suelo.

«Ay, cielos», dijo Wendel.


Clanc lo siguiรณ intentando. Guardรณ las tazas en el cajรณn de los calcetines...

y los paraguas en el cesto de la ropa sucia.


«Esto no funciona», dijo Wendel.

Así que tiró a Clanc por el conducto de la basura...

! C N ¡CLA


...y acabรณ en el desguace.



De vuelta en el taller, Wendel se puso a inventar otro robot.

TrabajĂł toda la noche...

hasta bien entrada la maĂąana.


Por fin lo terminรณ.


«Te llamaré Wendelbot», dijo Wendel. «¡Ordenar!», dijo Wendelbot, con un centelleo en los ojos. «¡Ordenar!». Y se puso manos a la obra.

El Wendelbot funcionaba de rechupete. Wendel se puso muy contento.


Pero el Wendelbot no sabía cuándo parar. Sus ojos centellearon mientras convertía la cama en un paquetito y las tazas en una pila de polvo. Todo muy ordenadito.

«¡Ordenar!», dijo el Wendelbot mientras hacía jirones con los paraguas y aplastaba el cesto de la ropa sucia. Pronto quedó todo limpio y ordenado.

Todo menos una cosa...


«¡Ordenar!», exclamó el Wendelbot mientras perseguía a Wendel por el taller.

«¡Socorro!», gritó Wendel, que cayó por el conducto de la basura...


...y acabó en el desguace.

Entonces, muy cerca de él, Wendel oyó un clanc.


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