La sirena cantarina

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Para Eilidh y Mhairi ~ JD Para Amelia e Imogen ~ LM LA SIRENA CANTARINA Una publicación de Ediciones Fortuna www.edicionesfortuna.com www.facebook.com/edicionesfortuna info@edicionesfortuna.com Copyright © 2016 sobre la presente edición Título original: The singing mermaid First published 2012 by Macmillan Children’s Books, an imprint of Pan Macmillan, a division of Macmillan Publishers International Limited Text copyright © Julia Donaldson 2012 Illustrations copyright © Lydia Monks 2012 Traducción: Enrique Hurtado López Primera edición. Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47) ISBN: 978-84-944391-0-0 Materias IBIC: YFU-YBC-2ADS-5AC Depósito legal: BI-1/2016


Escrito por

Julia Donaldson

Ilustrado por

Lydia Monks


Si en alguna ocasi贸n estuviste en Playa Dorada en verano, tal vez en su bah铆a vieses a una bella sirena cantando.


Las merluzas, las sardinas y el resto de peces del mar movĂ­an sus colas y aletas al oĂ­r a la sirena cantar.


A veces, la sirena cantarina nadando hasta la playa se acercaba. All铆 sentada peinaba su pelo y con su dulce canci贸n continuaba.


Los cangrejos su canto escuchaban, también los que en conchas tenían su hogar. Y las gaviotas aleteaban al oír a la sirena cantar.


Cierto día llegó un circo al pueblo y su codicioso dueño, Sam el Truhán, en cuanto oyó a la sirena cantando, las manos con júbilo se empezó a frotar.


«Puedo hacerte famosa», le dijo. «Y puedo hacerte ganar un montón. Nadarás en piscinas de mármol y dormirás en un fino colchón.

Vendrán las damas y los caballeros. ¡Incluso los reyes acudirán! Y todos pagarán mucho dinero para oír a la sirena cantar».



«¡No te vayas!», las gaviotas le pedían. «¡Es mentira!», los cangrejos le decían. Pero la sirena al truhán solo oía y vieron tristes cómo con él partía.


Y así empezó su vida en el circo. Mucho público iba a verla actuar y todos pedían «¡más, más, más!» tras oír a la sirena cantar.



Ahora compart铆a caravana con la habilidosa acr贸bata Anita, con los fieles perritos Ding y Dong y con la gata del circo Pepita.


Se hizo muy amiga de los malabaristas y del payaso con pantalones grandes. TambiĂŠn del hombre que escupĂ­a fuego y de la mujer que andaba sobre el alambre.


Pero con Sam el TruhĂĄn no era igual, ya que a la sirena trataba muy mal. En una pecera la obligaba a estar donde no habĂ­a sitio ni para nadar.


Y nunca hubo piscinas de mármol ni tampoco un fino colchón. Y si ella pedía su libertad, Sam se reía y decía que no.


El verano, de gira, pasó en un santiamén.

El otoño,

el invierno

y la primavera también.


Y el público siempre aplaudía a rabiar después de oír a la sirena cantar.


隆Pr贸ximamente a la venta! (primer trimestre de 2016)


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